El Último Cazador de Sombras 8 - Presentaciones


Isabelle respiró profundo, giro hacia su pequeño hermano y colocó sus manos elegantes y llenas de joyas sobre los hombros del chico.

― Porque quizás lo que te pida es egoísta, pero aun así quiero serlo, no me importa ser egoísta si eso quiere decir que no te perderé.

― No vas a perderme, aun cuando me vaya tu y yo…

― De eso estoy segura, no voy a perderte. Porque no te irás.

― ¿Qué? – Preguntó extrañado.

No había duda en su rostro cuando la chica se dirigió a su hermano.

― Quédate Alec, no regreses a tu dimensión, no tienes por qué hacerlo, somos tu familia. Por mí, Alec… No te vayas.

Por Isabelle Lightwood haría cualquier cosa en el mundo. Se quedó mirando a esos ojos negros e intensos.

Esos ojos que esperaban una respuesta. Su respuesta.

Alec tartamudeo un par de veces antes de que Isabelle pusiera su dedo frente a su cara.

―No contestes ahora, sólo promete que lo pensaras.

Y así la chica se alejó de él. Alec se quedó en silencio por unos minutos mirando la mesa y las armas que ahora no sabía si debía empacar.


* * *


Isabelle caminó por el largo pasillo desde la armería hacia las habitaciones, cada vez que se sentía fuera de si, le gustaba ir a visitar a su hermano y su familia, ahora afortunadamente los tenía en el instituto. Se topó con Jace y Alec saliendo de la habitación de sus sobrinos.

―Isabelle ―le llamó Jace―. ¿Terminaste con Alec? Quisiera entregarle este mapa que Magnus copió para él.

Alec terminó la idea de su parabatai.

―Es antiguo, pero Magnus piensa que entre más antiguas sean las armerías ocultas con más seguridad seguirán ahí las armas. Es buena idea ¿cierto?

Isabelle tenía sus manos sobre su cintura.

―Eso creo, pero quizás todo esto ya no sea necesario.

Alec y Jace compartieron una mirada.

― ¿Por qué dices eso? ―quiso saber Jace.

Isabelle fue concisa.

―Le acabo de pedir que se quede, le dije que no tenía por qué irse y espero que acepte la oferta.

―Oh, Isabelle.

La chica levantó una de sus manos.

―Sé lo que van a decirme, pero, piénsenlo un poco, ¿Por qué tiene que regresar? No tiene nada allá y en cambio aquí nos tiene a todos nosotros.

Alec y Jace se miraron de nuevo.

― ¡Dejen de hacer eso! Sé lo que hago.

―Entonces se sincera ―dijo Jace―. Esto no es por él, es por ti y tu necesidad de protegerlo.

― ¿Y si así fuera?

―Isabelle ―llamo su hermano mayor―. Esto no es tan simple, eres tú la que no lo está pensando con claridad, no pertenece a esta dimensión y no sabemos lo que su presencia aquí pueda provocar y aun quitando todo eso; ¿Cómo pretendes explicar esto a la Clave? Si se queda corre el peligro de ser castigado.

Isabelle no dejó su postura.

―Hemos ocultado cosas más grandes que él de la Clave.

―No estamos hablando de un cachorro que puedas conservar. ―Magnus Bane salió de la habitación de sus dos pequeños, había escuchado lo suficiente de la conversación―. Es difícil todo esto, Isabelle, pero eso no significa que tengamos el derecho de actuar en contra de la naturaleza.

Isabelle miro los ojos del brujo.

―Mira quien habla, sé cómo lo miras, te da pena y hasta le tienes cariño, también quieres que se quede, no puedes negarlo.

―Nada me gustaría más ―confesó Magnus―. Pero no es una decisión que me corresponda y no podría ponerlo en esa difícil situación.

―Pues yo lo hice y haré cualquier cosa para mantenerlo aquí, no intenten hacer nada para que eso no ocurra.

Isabelle levantó un dedo en amenaza hacia los tres jóvenes.

―Están advertidos. – Dijo al tiempo que entraba a la habitación de sus sobrinos y los tres escucharon el cerrojo ser colocado.

―Genial, y ahora secuestro a mis hijos. ―se quejó Magnus.

Alec estaba mirando la alfombra.

―Ella es así, es sobreprotectora con nosotros.

―Lo es más contigo. ―acusó Jace.

―Lo recuerdo ―dijo Magnus―. Después de un desdichado incidente, que no mencionare ya que no vale la pena, ella fue a mi departamento a intentar matarme. Lo hubiera hecho si no hubiera tenido mis protecciones.

Alec bajó la mirada y buscó la mano de Magnus. Jugó con uno de sus dedos mientras pensaba en las posibilidades.

Jace cruzó los brazos frente su pecho.

―No es una idea tan terrible ―dijo y ambos chicos le miraron―. ¿Por qué tiene que irse realmente? Estoy con Isabelle en esto.

―No son bandos, Jace ―dijo Magnus―. Es un tema delicado y el solo hecho de que este sobre la mesa puede provocar problemas.

Clary y Simon aparecieron desde la sala de entrenamiento. Ellos fueron puestos al día con lo que ocurría por Alec.

― ¿Puede hacerlo? ―preguntó Clary―. Es decir, ¿puede realmente quedarse?

―No creo que esa sea la pregunta adecuada ―dijo Simon pensativo―. No sé cómo funciona el tema del multi universo aquí, pero en los comics es un caos, el viajante siempre pone en peligro su propia existencia.

―Esto no es un comic ―apuntó Magnus―. Pero Simon tiene razón, sacar de balance cualquier dimensión puede crear una acción en cadena peligrosa para nuestra dimensión, son como piezas de domino cuidadosamente colocadas, un movimiento en falso y sólo habrá caos. Dicho esto… Sí. Alec puede quedarse, siempre y cuando estemos dispuestos a afrontar los riesgos.

― ¡Estoy dispuesta! ―gritó Isabelle del otro lado de la puerta, aun en la discusión.

Simon tocó la puerta como si de esa manera pudiera tocarla a ella.

―También lo estoy, si eso hace feliz a Isabelle.

Clary sonrió.

―Al diablo el efecto domino, siempre y cuando Izzy y mi parabatai estén contentos. Además, no quiero que Alec salga lastimado, y creo que aquí está más seguro, en lo que cabe. – Dijo cariñosamente ella.

Jace movió la cabeza.

―Si Clary lo quiere, yo también. Que se quede. – Dijo sonriendo.

Magnus respiro fuerte.

―Estamos dando pasos de gigantes a lado de esas piezas.

Jace giró su rostro hacia su parabatai que había permanecido oscuramente silencioso.

― ¿Y tú? ¿Qué dices a esto? ¿Qué piensas?

Miro de un rostro a otro barriendo todas las miradas sobre él.

― ¿No sabes lo que quieres? ―preguntó intrigada Clary.

―Sé lo que quiero ―respondió Alec firmemente―. Quiero que me dejen decidir.

Solo tardaron unos segundos en darse cuenta de que en esta ocasión no hablaba de sí mismo. O sí.


* * *

Le gustaba la vista, le gustaba escuchar el ruido ensordecedor de los autos abajo, el claxon y los eternos murmullos de las personas viviendo tranquilamente aun cuando era de noche. En su mundo una vista así era un sueño, en su mundo las ciudades solo cobraban vida por las mañanas, ya que, por las noches, sólo había monstruos y muerte.

Escuchó pasos detrás de sí.

―Debes de cambiar de lugar si lo que quieres es estar solo.

Alec rio.

―Me gusta aquí.

Alec mayor no le miro, sus ojos estaban perdidos en la lejanía, como a él, le encantaban las alturas y las posibilidades que había debajo de ellos.

Alec menor carraspeó.

―Si decidiera quedarme… Yo… Es decir, podría… ¿podría vivir con ustedes?

Alec finalmente le miró.

―Por supuesto, la idea de tener un hijo adolescente le está encantando a Magnus.

Ambos rieron.

―Pero… -Alec titubeo―. ¿No les traería problemas?

Alec mayor respiró con fuerza mientras guardaba sus manos en el calor de los bolsillos de su abrigo.

―Siempre podríamos mantenerte en secreto o hacerte pasar por un primo lejano, el parecido no se puede negar.

― ¿Lo harían? ¿En verdad estarían dispuestos a ponerse en peligro por mí?

Alec le observó con intensidad, y por primera vez miro en sus rasgos los que eran los propios a su padre, esa mirada alentadora y una sonrisa llena de amor, Alec sin duda era un excelente padre, sólo tenía que sonreírles a sus dos pequeños de la manera en la que ahora le sonreía a él.

―Quizás vaya a sonar muy ególatra, Alec. Pero, debes creerme, no hay nada que no haríamos por ti.

Habían pasado muchísimos años desde la última vez que Alec se había sentido amado de esta manera, con ese amor seguro que sólo las grandes familias tenían.

El chico asintió.

―Gracias, gracias por decir eso.

Alec palmeó la espalda del adolescente.

―Te dejaré solo ahora, debes de tener mucho en que pensar.


* * *


Cuando Alec bajó a la estancia principal, su madre y su padre se encontraban ahí, toda su familia lo estaba, Max corrió hacia él para ser levantado, Alec lo tomó con practica y beso su mejilla.

― ¿Todo bien? ―preguntó Isabelle con sus dos manos sobre la cintura.

Alec le sonrió con malicia.

―Sabes que soy mayor. ¿cierto?

―Al diablo con eso, Alec ¿Le dijiste algo para que decidiera irse?

Alec soltó a Max y se acercó a Rafe para acariciar su enredado cabello.

―No. Ni para quedarse ni para que se fuera. Esa decisión es solo de él. De hecho, me preguntó si podría vivir con nosotros, le dije que sí.

Isabelle se vio muy complacida por ello.

Las conversaciones se comenzaron a formar en grupos, Jace y Clary se sentaron en el suelo para jugar con los dos pequeños mientras eran observados por Alec.

Magnus se acercó silenciosamente a él.

―No te vez contento con la noticia.

Alec suspiró.

―Es la forma en la que habló de sus amigos, parecía que eran lo más importante para él.

―Es un niño, y esta tomando una difícil decisión, no debe ser la correcta, sólo la mejor para él.

Alec asintió.

―Lo sé, haremos que sea lo mejor para él. Juntos.

Magnus besó la cien de su esposo.

―Siempre juntos.

Cuando el adolescente entró a la estancia el silencio se cernió sobre todos ellos, parado en la entrada con las manos en los bolsillos de su chaqueta azul se miraba más joven de lo que era, como había dicho Magnus, era solo un niño.

Como siempre lo hacía, Max corrió hacia él para ser levantado. Alec sonrió reluciente, no lo hizo con la facilidad o la practica con la que su yo mayor lo hacía, pero lo levantó mientras el pequeño le mostraba su más reciente dibujo.

Fue Maryse la primera en acercarse a ambos.

― ¿Cómo te sientes?

Alec no podía dejar de ver a su madre cada vez que se encontraban en la misma habitación, era como un sueño, siempre lo había sido y ahora el sueño estaba ahí, frente a él, mirándole con cariño y preocupándose por él.

―Estoy bien, tuve tiempo de pensar.

Maryse miró a Robert quien le asintió. Eso fue extraño para Magnus.

―Tu padre y yo hemos conversado sobre tu estancia aquí ―le dijo firmemente―. Queremos adoptarte.

Hubo un murmullo en todo el lugar.

Alec parpadeó por completo desconcertado.

―Pero creí…Ustedes… Creí que ustedes ya no estaban juntos.

Fue Robert el que se acercó.

―No lo estamos, pero eso no significa que hemos dejado de cuidar a nuestros hijos juntos.

―No comprendo.

Maryse sonrió levemente.

―Diremos a La Clave que eres nuestro sobrino y que Robert y yo queremos ser tus tutores, así como lo hicimos con Jace.

―De esa forma podrás vivir con nosotros. ―Explicó Robert―. Con tu madre en Nueva York, o conmigo en Idris.

―O incluso en ambos lugares, te encantara Idris.

Alec bajó la cabeza.

―Eso sería increíble ―Murmuró mirando al piso―. Parece que lo tienen ya todo arreglado.

Maryse se acercó al chico y colocó sus manos sobre sus hombros.

―Queremos cuidarte y mantenerte a salvo todo cuanto podamos, has pasado, por tanto, ahora puedes descansar.

Siempre, en sus peores momentos Alec había tenido la bendición de escuchar la voz de su padre como un consuelo o un grito de aliento en su cabeza, había dado gracias por ello cada noche antes de dormir como alguna vez su madre le había enseñado, esta ocasión no fue la excepción, no estaba en peligro y nunca se había sentido más feliz, no que recordara. Pero la voz de su padre llegó a él, le dijo que sin importar lo que pasara estaría orgulloso de él.

En la azotea había tomado una decisión, pero cuando creyó que todo estaba arreglado fueron las mismas luces de la ciudad las que hicieron pensar en su hogar, en sus seres queridos y en el peligro que estaban pasando. No quiso sentir la angustia que, en la altura, en la oscuridad y en la soledad sintió por esos horribles segundos, no quería abandonarlos, quería volver a conversar con Maia, quería llenarse del conocimiento de Raphael y quería, con todas sus fuerzas, volver a reflejarse en los ojos verdes de Micah.

Micah…

Alec levantó el rostro finalmente topándose con los ojos azules de su madre, el mismo tono que los propios.

―No puedo ―Dijo sin fuerza―. No puedo quedarme.

Isabelle dio un paso al frente.

―Claro que puedes, es lo que intentamos decirte.

Alec respiró con fuerza.

―No puedo abandonar a mis amigos, no quiero hacerlo. Y mi padre… Por dios, sin mí, mi padre se muere.

― ¿Hodge? ―Preguntó Jace poniéndose de pie― Hodge no es tu padre y él…

―Sé lo que hizo ―respondió Alec―. Sé quién fue aquí, pero no es el mismo de dónde vengo, él me ha cuidado desde la muerte de mis padres y me ha mantenido a salvo, es la única familia que conozco y me ama.

Alec mayor dio un paso hacia él.

―No te contamos lo de Hodge para hacerlo ver mal, solo queríamos advertirte. ―suspiro―. Conocí a Hodge mejor que nadie aquí, y sé que, si no hubiera sido por la maldición en la que vivía, él hubiera sido una persona muy diferente. Fue leal hasta donde pudo soportar, y leal hasta el extremo de llevarlo a su propia muerte. Lo vi como un maestro, como un tutor y como un padre en las ocasiones en las que caíamos enfermos y nuestros padres no podían estar. Él siempre estuvo. Y escuchando la forma en la que hablas de él, no lo dudo, Alec, no puedo dudar que te ama. Y no necesitas justificarte con nosotros por sentir lo mismo por él.

Los ojos del pequeño se cristalizaron, talló uno de ellos antes de que alguna lagrima cayera.

―Seguro va a castigarme.

La tensión en el ambiente se cortó.

―Yo lo haría ―dijo Magnus―. Ahora, ven, hay un par de cosas que quiero darte antes de que te vayas.

Isabelle golpeó el suelo con sus altos tacones y salió de la estancia sin decir una palabra, tampoco miro a su hermano pequeño.

Alec siguió a Magnus hasta la biblioteca.

― ¿Crees que alguna vez me perdone? ―Preguntó Alec triste.

Magnus abrió la enorme puerta de madera para dejarlo pasar.

―No está enojada contigo, pequeño Alec, está enojada consigo misma.

― ¿Eso tiene sentido?

Magnus sonrió.

―Lo entenderás cuando crezcas.

Alec pudo sonreír tras ese comentario.

― ¿Qué es lo que querías darme?

Magnus movió su cuello para intentar alejar la tensión que ahí estaba anudada.

―Muchas cosas, creí que tendría más tiempo, pero, haré lo que pueda.

Alec se colocó frente al brujo, frente a ambos había una mesa con múltiples documentos, ingredientes y pociones en todo tipo de recipientes.

― ¿Qué es todo esto?

Magnus coloco su mano sobre los papeles amarillentos.

―Recetas; instrucciones precisas de cómo realizar pociones de curación y antídotos para la mayoría de los venenos de demonio. No todos, ―aclaró― pero estoy seguro de que serán de utilidad.

Alec tenía los ojos muy abiertos.

― ¿Por qué están aquí?

Magnus levantó una ceja.

―Porque voy a dártelos, todo es para ti.

Y el chico volvió a ver cada cosa sobre la mesa con mucha mas atención.

―Es grandioso, Magnus, gracias.

Magnus movió su cabeza.

―Me gustaría mandarlos preparados, pero de nada servirá si se te terminan, con estas instrucciones podrás intentar realizarlos tú mismo.

El brujo tomó una libreta con pasta en cuero resistente de uno de los cajones en el escritorio y se la entregó.

Alec retiró la liga que la mantenía cerrada para mirar su interior mientras Magnus explicaba.

―Es un directorio con los nombres de los brujos en Nueva York, los Ángeles y algunos países de Europa, son todos confiables. ¿Tienes problemas con el dinero? La mayoría son caros.

Alec parpadeo.

―No, es decir, tenemos bastante dinero. ¿Crees que ellos vivan en estos lugares?

Magnus se encogió de hombros.

―Es una apuesta, pero son suficientes los nombres en esta libreta como para jugar y esperar buenos resultados. Ellos podrán darte los ingredientes en caso de que no puedas conseguirlos por tu cuenta. O incluso pagar por un favor o dos.

Alec estaba asintiendo con vehemencia.

―Esto es… Es, increíble. En verdad, increíble, gracias.

Magnus sonrió y entregó el siguiente paquete de documentos.

―Isabelle me ayudó a hacer esto. Es una lista de lugares santos. ¿Recuerdas nuestra practica en Idris para encontrar las armas? Aquí encontraras el arsenal más escondido y, con suerte, y buscando en todos estos lugares, podrás tener una reserva decente.

Alec podía ver los dibujos y las direcciones con calles y señales en los papeles.

―Ya no sé qué decir, sé que ya dije gracias, pero ahora no siento que sea suficiente.

Magnus estiró su mano para mover el cabello del chico.

―Quisiéramos hacer más.

Podía ver todo ordenado en el escritorio, todo lo que había deseado, que había conocido por las anécdotas de su padre, a las cuales nunca había tenido acceso, ahora todo estaba ahí, dispuesto para él, para que pudiera hacer las cosas que siempre había querido hacer, pero ahora con una mayor oportunidad, ahora no solo se aventuraría a la muerte esperando lo mejor, ahora podía luchar, luchar y esperar ganar. El sentimiento era nuevo y le gustaba.

―Gracias.

Magnus le volvió a sonreír.

―Ya lo dijiste, pequeño Alec. Ahora ayúdame a empacar algunas pociones más.

Alec asintió. En silencio siguió a Magnus hacia otra mesa, parecía un juego de química extrañamente colocado lo que había en ella.

Magnus le señaló lo que debía meter en una mochila de viaje. El chico lo obedeció, aún estaba un poco aturdido por los obsequios. Escuchaba a Magnus aun dando instrucciones sobre cómo tratar con los brujos. Lo escuchaba con atención hasta que algo le obligo a perder la concentración. Lentamente tomó uno de los frascos con un líquido azul dentro, en él tenía una etiqueta con una M y una B. Alec conocía ese frasco muy bien.

Magnus lo observó.

― ¿Ocurre algo?

Alec tenía el frasco sostenido frente a su rostro, lo miraba fijamente.

―Conozco esto, Raphael me dio uno igual cuando estaba herido, me ayudó a curarme.

Magnus dio un paso hacia él.

― ¿Estás seguro?

―Claro, el líquido se terminó hace tiempo, pero el recipiente lo guarde, está en mi habitación, estoy muy seguro, lo veo a diario.

Magnus se recargo en la mesa con la calma y la serenidad que siempre le recorrían.

―Y Raphael ¿Cómo lo consiguió?

Alec sintió que su mano comenzó a temblar.

―Un… Un amigo brujo se lo dio.

Le respondió repitiendo las palabras que le había dicho el mismo Raphael.

Magnus notó el rubor subiendo hacia los pómulos del chico, no quiso hacérselo notar ya que podía entender lo que pudiera estar sintiendo y para un chico podría ser abrumador.

―Oh ―dijo tranquilamente con su voz melodiosa―. Eso es… Interesante.

Magnus regresó a su ocupación con los documentos mientras Alec seguía sosteniendo el frasco en su mano, podía sentir la emoción llegando a todo su cuerpo, era ridículo e incierto, pero era algo. El frasco no fue colocado con los demás dentro de la maleta, este lo coloco en el bolsillo dentro de su chaqueta, cerca de su corazón.

No es nada. Se repetía a sí mismo una y otra vez.

No es nada.


* * *

Magnus continúo desbordando conocimiento para Alec durante todo el tiempo que hicieron los preparativos. El chico había trazado la runa de la memoria sobre su cuello para no correr el riesgo de olvidar nada, traía ahora consigo una enorme maleta que colgaba de su hombro, volvieron juntos a la estancia. Ahí lo esperaban sus padres.

―Alice el hada, está afuera, preparando el portal para que regresen ―Informó Robert acercándose a su hijo.

―Gracias ―Dijo el chico.

Magnus tomó a Max de los brazos de Maryse.

―Ven acá, Blueberry, vamos a buscar a papi.

Maryse, Robert y Alec observaron riendo como el niño se alejaba en los brazos de su padre repitiendo: “Papi, Papi.”

Alec volvió la vista hacia sus padres, a esos pares de ojos azules que le miraban con intensa preocupación.

―Los he echado de menos desde que tengo memoria. ―Les dijo calmadamente―. Decirlo ahora no, no sé si valga la pena.

Maryse estiró su mano hacia Alec al mismo tiempo que lo hizo su padre, sus dos manos tomadas por sus padres.

―Sé que técnicamente no somos tus padres, pero se lo que siento al dejarte ir y estoy segura de que tu madre sintió lo mismo.

La mujer se acercó aún más y besó la frente del chico lentamente mientras rodaba una lagrima por su mejilla. Se había despedido antes de un hijo, aun lo lloraba en las noches.

Cuando ella se separó Robert tocó el rostro de su hijo para después mover su mano hacia la parte trasera de su cabeza, lo acercó a su pecho y lo abrazó tan fuerte como pudo.

―Te amo, hijo, y estoy muy orgullosos de ti.

Ese había sido un sueño que nunca pensó ver realizado, y ahora había escuchado esas palabras en la misma voz de su padre, no era un sueño, ya no más.

Robert lo sostenía mientras de igual manera su madre mantenía su mano sujetada con fuerza. Y así estuvieron durante largo tiempo.



* * *

       
        Ver a Alice de nuevo fue impresionante, así como también lo fue para los dos pequeños; Rafael estaba parado frente a ella mirándola sin siquiera parpadear, sus ojos brillaban e igual la sonrisa encantadora. Max fue un poco más creativo, él se había tendido en el suelo tomando con fuerza sus gruesas crayolas para dibujar con dura concentración. Al terminar se puso de pie y se acercó al hada.

―Bonita ―dijo mostrando el papel.

Alice sonrió y bajÓ a la altura del niño, Rafe no perdió la oportunidad de acercarse más. Era un privilegio que su hermanito les había buscado y la tomó de inmediato. El dibujo era desproporcionado, pero estaban los importantes aspectos del hada; sus enormes alas, sus orejas puntiagudas adornadas de dorado y su largo y abundante cabello azul.

―¡Oh, que belleza!, yo me quedaré con él, lo voy a guardar siempre.

Max y Rafe se vieron como si entre ambos hubieran acertado a la más valiosa tarea, se veían satisfechos, casi tanto como Alice con su dibujo.

―Es curioso, la palabra “Siempre” tiene más valor viniendo de ti. ―Le dijo Alec acercándose a ellos.

Alice estaba terminando de guardar su nueva adquisición en uno de los bolsillos de su chaqueta.

―Algún día entenderás, pequeño Cazador de Sombras, que la palabra “Siempre” viniendo de un mortal significa mucho más de lo que te imaginas.

Alec arrugó la nariz.

― ¿Estás hablando de cosas románticas? Porque en realidad yo no…

Alice levantó su mano frente al rostro del chico. Quizás era muy buena con los niños, con los adolescentes era una historia completamente diferente.

―Olvida lo que dije, o no, como gustes.

La nariz de Alec volvió a moverse de manera extraña. Entonces sintió una mano sobre su hombro y se volvió para encontrar a Jace y Clary.

―Lleva esto, lo vas a necesitar.

Alec tomó una bolsa no tan pesada pero igual de grande que la que ya llevaba.

―Trajes de combate, son ligeros, pero muy resistentes. Basta de luchar en contra de demonios con pijamas.

Alec sonrió mientras recordaba la vez que luchó contra un demonio por debajo de su ventana, obligándolo a salir de cama vestido precisamente solo con un pijama.

―Gracias.

Clary le extendió un cuaderno cocido, aunque de un aspecto mucho más moderno del que le dio Magnus.

―Hice esto para ti, sé que te aprendiste las runas del Libro Gris. Estas son las runas que aún no se encuentran ahí.

Alec soltó sus maletas para tomar el cuaderno.

―Son tus runas… ¡Las que has creado! – Dijo emocionado.

Clary sonrió.

―No son mías, son de todos, las creé para ayudar a los Cazadores de Sombras, son del Ángel para todos nosotros.

Jace besó la cien de Clary.

―Siempre tan modesta.

Alec viajó rápidamente entre las hojas, en cada una había un nombre y una descripción, los dibujos eran prolijos, casi como impresos, Clary era una verdadera artista.

―Gracias.

―Mantente a salvo ―Dijeron los dos jóvenes al unísono.

Alec asintió.

―Alec.

Alec se giró para ver a su hermana. Ella también tenía una gran bolsa de cuero posiblemente para entregarle.

―No puedes olvidar esto. ―Le tendió la bolsa que rugió fuertemente con sonidos de metal chocando con metal―. Son las mejores armas que conseguimos.

Alec tomó la bolsa y la colocó en el suelo, no le importaban las armas, sí el hecho de que Isabelle hubiera ido a despedirlo.

―Sé que te decepcioné ―le dijo el chico triste―. En verdad lo siento mucho.

Isabelle se sorprendió por el comentario, ella no dijo nada, se abalanzó sobre su hermano para rodearlo con sus manos, sus pulseras sonaron como campanas.

―Eso no existe, pequeño, nunca podrías decepcionarme, nunca… En ninguna dimensión, en ningún tiempo, nunca.

Alec por fin se relajó y se entregó al abrazo de su hermana. Era nuevo todo el sentimiento de tener una hermana y a la vez conocido, cada vez que estaba con ella algo en su cabeza picaba y se sacudía, como si algo profundo intentara salir. Había aprendido a vivir con ello, había aprendido a ignorarlo.

Isabelle no soltó sus hombros.

―Sin importar lo que pase, soy tu hermana, nunca lo olvides.

Alec tomó un mechón de cabello de su hermana y lo jaló, eso sacudió su estómago, algo estaba ahí, dentro de él… Esperando salir.

―No lo haré.

Alec se acercó a Alice quien estaba colocando piedras sobre el suelo, claramente estaba preparando el portal y lo hacía de una manera mucho más organizada que la última vez, cuando ambos tuvieron que dar tumbos y correr por sus vidas.

Isabelle seguía mirando al joven Alec cuando Magnus se le acercó.

―Te ama, debes saber eso, porque sólo la magia pudo hacer que soportar el dolor de perderte.

Isabelle se enderezó, Magnus sabía que era su forma de autodefensa para no demostrar debilidad.

―Quiero estar para él siempre, Magnus. ―La chica se giró hacia el brujo―. ¿Puedes hacerlo? ¿Puedes hacer que lo vuelva a ver? – Dijo decida.

Magnus se sorprendió por la petición, pero no le tomo mucho tiempo el responder. El brujo tomó la mano de la chica.

―Te prometo que lo volverás a ver, tienes mi palabra.

Isabelle sonrió complacida y sólo entonces, pudo dejar ir a su hermano.


* * *


Ambos Alec observaban con concentración a Alice mientras hacía aparecer el portal, en ese momento Magnus se acercó a ellos y Alec se abalanzó hacia él para lanzar sus brazos alrededor de su cintura, Alec no era muy alto aún y Magnus se inclinó para devolver el abrazo.

―Está bien, pequeño, no olvides todo lo que te enseñe.

Alec asintió aún sin soltarlo.

Magnus y el Alec mayor compartieron una mirada, claramente Alec no podía culpar al chico por no querer dejar ir a Magnus. El chico respiro profundo y finalmente lo soltó.

Alzó su mirada al rostro del brujo.

―Gracias por todo.

Magnus agitó con cariño su cabello negro.

―Nunca te rindas, recuerda que eres extraordinario.

Alec asintió y su yo mayor se acercó.

―Creo que esa fue la despedida más difícil.

Pero Alec negó con la cabeza.

―Para nada.

El chico tragó con fuerza y camino por un lado de Magnus, hacia los dos pequeños niños que le miraban con atención, como si entre ambos intentaran comprender lo que ocurría. Alec se arrodilló frente a ambos.

―Quisiera que supieran lo mucho que voy a extrañarlos.

―No te vayas. ―dijo Max.

―Tengo que volver a casa, mi familia me espera.

Eso no era verdad, pero quería darles un consuelo a los dos niños.

―Nosotros somos tu familia.

Dijo el pequeño Rafael con una clara voz de niño.

―Claro que lo son, siempre lo serán, pero ahora debo volver ―Alec estiró sus manos para que los dos pequeños pudieran entrar en sus brazos, los apretó fuertemente contra su pecho―. Pase lo que pase nunca voy a olvidarlos, nunca dejare de pensar en ustedes, nunca. Los amo, los amo muchísimo…

Alec lo pensó, pero finalmente y sintiendo ambos cuerpos cerca de su corazón, se animó a pronunciarlo.

―Mis niños, mis amados niños.

Fue Magnus quien se acercó a los tres adivinando que Alec necesitaría ayuda para dejarlos ir, el brujo se colocó a la altura de sus hijos y vio al rostro de Alec quien los había dejado ir finalmente.

―Cuídalos mucho, por favor. ―pidió Alec.

―Siempre.

Alec sonrió tristemente como respuesta y vio de nuevo a los pequeños.

―Sean buenos ―Les dijo y se alejó de ellos hacia el portal.

Magnus podía ver en los ojos del chico el reflejo de su corazón destrozado.

Fue su yo mayor quien lo esperaba a lado del portal ya formado. Alec extendió su mano para pedir la del hombre.

―Felicidades, tu vida es extraordinaria.

Alec presionó la mano de su yo menor.

―Pero no siempre fue así, luché y me aferré a lo quería para poder tener lo que ahora amo, así que no te rindas y recuerda que siempre debes insistir para encontrar tu felicidad.

―Eso será difícil.

―Pero no imposible, de una u otra manera serás feliz, lo sé ―Alec le sonrió―. Magnus me habló sobre ese frasco, ¿Lo buscarás? ¿Buscarás a Magnus?

Alec negó con la cabeza.

―No creo estar listo para eso.

―Yo no lo estaba, y mira cómo van las cosas.

El chico bajó la mirada.

Alec puso una mano sobre su hombro.

―Si no buscas a Magnus está bien, pero entonces… Espero que él te encuentre.

Esas últimas palabras hicieron saltar su estómago, pensar en Magnus en su propia dimensión era una hermosa idea que no quería acariciar solo por el temor de hacer que se rompiera como si de una burbuja se tratara. La idea se sentía tan lejana e inalcanzable

Alec los vio una última vez, a su familia, la que nunca tendría y se despidió, se despidió para siempre, como no tuvo la oportunidad de hacerlo nunca.

Espero que él te encuentre


* * *


Una de las ventajas de que Maia y Micah compartieran departamento era el poder llegar corriendo de forma desesperada sin preocuparse de que alguno de sus padres les llamara la atención, no era como si Micah no fuera ya un adulto, técnicamente, pero siempre las actividades nocturnas en las que participara pondrían nervioso a cualquiera, casi a cualquiera.

Alec estaba cargando a Raphael y detrás de ellos cayeron los demás con sus respectivas ayudas, todos tenían heridas, sin embargo, Raphael era el que por ahora necesitaba una intervención mucho más urgente. Alec lo colocó en el sillón sin preguntar si podía y comenzó a quitar su camisa para ver las laceraciones.

Maia quien se había transformado en el camino y tomado la ropa de su mochila oculta se acercó a ambos.

― ¿Estará bien?

Alec no la miro, seguía estudiando las heridas del vampiro. Asintió firmemente y buscó dentro de uno de los bolsillos en su cinturón, Magnus y los demás le habían dado un gran abastecimiento de medicinas no sólo para él, tomó un frasco y después otro, sabía que el que debía usar tenía una estrella en su etiqueta.

―Lo estará, necesita descansar. ―dijo viendo el estado de su amigo―. Y quizás un poco de ropa limpia.

―Puedo ayudar con eso ―dijo Maia y se retiró a buscar algo en los cajones de una cómoda.

Alec destapó el frasco y tomo el cuello de Raphael para que inclinara su cabeza.

― ¿Dónde has conseguido eso? ―Preguntó débilmente mientras abría la boca para dejar que las gotas entraran y llegaran a su garganta.

―Ahora no eres el único con amigos brujos. – Dijo sonriendo.

No podía creerlo, no había pasado unas horas desde que había regresado y ahora estaba ahí, intentando hablar sobre amigos brujos, realmente no había tiempo para eso.

―Vi la explosión desde mi departamento, ¿Qué ocurrió, Raphael?

La medicina proporcionada estaba comenzando a surtir efecto y el vampiro se enderezó.

―Catarina, ella… Ella se sacrificó por nosotros, ella…

Alec agachó la cabeza.

―Fue ella, pude sentir la perdida, lo lamento tanto, debí buscarlos antes, quizás…

― ¿Dices que estabas en tu departamento? ―Maia se acercó a ellos y le entregó a Raphael una playera de Micah, que era varias tallas más grande de lo que el vampiro usaría. ― ¿Has estado ahí todo este tiempo?

―No, claro que no, acabo de volver, si hubiera sabido lo que estaba pasando hubiera regresado antes, en verdad lo lamento.

― ¿Dónde estabas? ―Esta vez había sido Micah que se había acercado.

Alec lo miro, ahora que Raphael estaba mejor, le tocaba el turno a los demás y ciertamente Micah no se miraba mucho mejor.

―Siéntate ―Le ordenó tomando su muñeca―. También tengo algo que puede ayudarte a sentirte mejor.

Micah estaba tensamente sentado en el sillón con sus brazos recargados a los costados mientras Alec colocaba una especie de polvo sobre sus heridas, empezó con las de su rostro.

Alec le entregó a Maia un frasco más para que ella lo usara al igual que Oscar y se ocuparon en eso.

Micah hizo un gesto de dolor cuando Alec tocó su mejilla. Alec fue más cuidadoso a partir de ahí.

―Los mundanos no luchan contra demonios. ―Dijo Alec entre dientes de la forma en la que lo hacía cuando quería molestar a Micah.

Micah tomó el reproche y contraatacó.

―No, sólo los Cazadores de Sombras, ¿cierto? – Dijo molesto.

El comentario lo tomó por sorpresa, Alec les había gritado a esos Cazadores de Sombras sus intenciones, pero, aun así, no esperaba que Micah lo confrontara de esta manera, como si siempre hubiera sabido su secreto.

― ¿Sabes de los Cazadores?

―Podrás darte cuenta de que conozco de muchas cosas ahora. No es que lo haya pedido.

Alec dejó las heridas por un segundo para ponerle más atención.

―Sé que no, y es por ello en parte que nunca te dije lo de…

―Se lo dijiste a Maia, a mí no. ¿Por qué?

―Maia se convirtió en lobo, era parte de ese mundo ahora, no la estaba poniendo en mayor peligro al decírselo, contigo era diferente.

Los ojos de Micah entristecieron.

―Porque no soy parte de tu mundo.

Alec negó con su cabeza.

―Siempre has sido parte de mi mundo y siempre lo serás ―Colocó sus manos sobre los brazos del chico―. Y no tienes una idea de cuánto te eche de menos.

Todos los reproches se fueron.

Micah también levantó sus manos para tocar a Alec.

―También te eché de menos.

Y ambos terminaron en un feroz abrazo prolongado, uno que solo fue observado por Kairi.


* * *


Era turno de Kairi.

Maia le extendió el frasco que Alec les había entregado, el que ayudó a Oscar y a si misma a sanar.

―No. ―Dijo Alec levantándose del lado de Micah y acercándose a Kairi―. Tengo algo para ella.

El frasco que le ofreció tenía un pentagrama en la amarillenta etiqueta.

Kairi vio rl frasco y la mano de Alec extendida sin moverse.

―Te hará sentir mejor, lo prometo.

Kairi siguió sin moverse.

―Estoy bien.

―Tus heridas siguen sangrando.

―No necesito que te preocupes por mí.

Alec no estaba enojado, podía entender porque esta chica no confiaba en él, ciertamente no tenía que hacerlo.

Alec levantó sus manos en rendición.

―Solo intento ayudarte, ¿Por qué no te sientas para que ellos dejen de preocuparse por ti?

Kairi barrió la habitación con la mirada, Oscar, Raphael, Maia e incluso Micah quien apartó la mirada al último momento para fingir indiferencia, le miraban, ellos le miraban con ojos realmente angustiados.

Maldijo silenciosamente al extraño cuando se sentó en el sillón largo, al lado de Raphael.

Alec la siguió y se colocó frente a ella para ayudarle.

― ¿Por qué ocultas tus ojos? ―Preguntó el chico―. Y más importante ¿Por qué lo haces de una manera mundana?

Kairi nunca había hablado con un Cazador de Sombras antes, antes de Valentine difícilmente había visto a uno, pero los habitantes del Mercado de las Sombras tenían suficientes historias acerca de ellos como para que ella se hubiera podido crear su propia imagen y este chico lo era, era un Cazador de Sombras con todas las letras. No entendía como todos ahí no lo habían descubierto antes.

―No es un crimen ocultarse entre los mundanos si eres un subterráneo.

Alec de nuevo levantó sus manos.

―No te estoy acusando, no creo que las leyes tengan algún sentido ahora, es solo por curiosidad. ¿Por qué no usas magia?

―No tengo acceso a ella. ―Respondió Kairi secamente mientras Alec seguía concentrado en sus heridas.

El comportamiento de Kairi consternó a Micah, era como si simplemente tuviera la obligación de responder cualquier cosa que Alec le preguntara, después de tanto secretismo, aquí estaba, frente a un desconocido diciendo sus secretos finalmente. Y no tenía ninguna idea de cómo sentirse al respecto.

―Eres un Ifrit, ahora veo, aun así, no deberías de esconder tu marca, no es como si tuvieras que esconderte, no como están las cosas ahora.

―Tenía ―explico la chica―. En el mercado de Sombras me criaron para esconderme, no podía estar entre ellos, pero tampoco entre los mundanos, intenté tomar lo mejor de los dos mundos.

Alec levantó su mirada.

―Eso si es un crimen.

Kairi tragó con fuerza.

Y Alec le sonrió.

―Estoy bromeando, no soy un oficial de la Clave, puedes confiar en mí, es en serio.

―Todos los Cazadores de Sombras son de la Clave.

―Eso es cierto, pero no hay Clave ahora, así que… Digamos que también estoy tomando lo mejor de los dos mundos.

Ella lo observó y entendió a lo que se refería con su comentario, Alec no había dejado de reír ni tampoco de mirar a la chica, y su sonrisa le contagió, fue débil y tímida, pero fue una sonrisa sincera al final.

Eso envió una punzada al estómago de Micah, y no le fue agradable, aunque no estaba seguro del porqué.

Alec se alejó para hablar con Raphael que se veía ya cien por ciento recuperado mientras que Maia le ofrecía ropa también a Kairi.

―No me había dado cuenta ―le dijo el vampiro― que ella era una bruja, no hasta que Valentine lo dijo.

Micah se había acercado a ellos también.

Alec le pidió a Raphael que le explicara lo que había sucedido. Raphael no falló en la Tarea de ser especifico y ayudar a Alec a entender cada detalle. Las manos de Alec estaban vueltas dos puños para cuando este termino de narrar, tenso y enojado, Micah pensó que quizás golpearía a la pared.

―Ese maldito. ―Dijo finalmente―. Si hubiera llegado unos minutos antes.

―No tiene sentido repetir eso, lo hecho, hecho esta. Pero me preocupa el interés que tiene Valentine hacia los brujos, ¿qué puede estar tramando?

Alec puso su mano detrás de su cuello.

―No tengo ninguna idea. ―Miró a Kairi―. Debemos mantenerla vigilada, puede intentar volver por ella.

― ¿Por Kairi? ―Preguntó Micah alarmado.

―Es una Ifrit ―dijo Raphael―. No entiendo porque la quisiera sin magia.

― ¿Qué es un Ifrit? De nuevo…

―Existe una teoría. ―Explicó Alec―. Esta dice que los demonios más poderosos engendran a los brujos más poderosos y los de aspecto más humano, ella no se ve como una Ifrit, se ve como una humana.

A Raphael no le agradó escuchar esa teoría.

―Maldición.

― ¿Cómo que Demonio?

Alec finalmente miró a su amigo.

―Es mucho que explicar y prometo que lo haré, pero ahora debo volver a casa, estoy preocupado por mi padre, mi casa es un desastre, como si no hubiera estado ahí en meses.

Micah y Raphael se miraron.

― ¿Qué ocurre? ¿Saben algo de mi padre?

―Sabemos que ha estado buscándote con desesperación, pero no lo hemos visto desde hace tiempo.

Alec suspiró, él tenía un mal presentimiento, su padre no era así, no actuaba sin pensar o sin planificar. Era uno de esos hombres adictos al orden, como si el caos no le permitiera funcionar, Alec siempre supo que aun con caos, todo podía seguir su curso.

―Debo encontrarlo.

Antes de que se alejara, Micah sujetó su mano.

―No te vayas, no de nuevo.

Alec entendió su miedo, ¿No se había ido acaso durante meses? Micah no tenía ninguna garantía de que no desaparecería de nuevo, realmente temía que eso pasara. y no soltó su mano.

―Entiendo lo que dices, pero no me iré, no de nuevo, regresé por ustedes y voy a quedarme.

― ¿Por nosotros?

Alec sonrió y su otra mano fue al hombro de Micah. Le gustaba esta nueva sensación, el haberlo extrañado se había transformado en una forma más estrecha de sentimiento y ahora podía comportarse de esta manera y sentirse cómodo, estaba feliz de estar en casa y de estar con él.

―Te lo explicaré después, lo prometo.

Micah asintió, pero su preocupación no se fue de su mirada, tampoco su agarre libero a Alec.

Raphael carraspeó.

― ¿Esto será una escena Yaoi? Porque puedo darles privacidad.

Alec soltó a Micah de inmediato y con urgencia.

―Me sorprende que sepas lo que es eso.

Raphael fue inmutable.

―Soy una persona adulta y de mente muy abierta.

―Los veo después, por favor no salgan de aquí hasta que regrese.

―Te lo digo en serio, piensen en los hermosos bebes que podrían tener.

Alec ya había cerrado la puerta del departamento.

―Unos pequeños engendros demoniacos de cabello castaño y ojos azules…


* * *


La última vez que había corrido a través de los techos en Nueva York, estaba acompañado de Jace, Simon y de su yo mayor, su otro yo le reclamaba a su parabatai por un asunto respecto a no tantos demonios que habían terminando siendo demasiados demonios, recordó la forma en la que Jace había sonreído y le había mirado.

―Tranquilo, Alec, él viene con nosotros.

Todos estuvieron de acuerdo con él y nunca se sintió más protegido que en esos días, cuando a pesar de salir a cazar demonios, nunca se sintió expuesto. Pero ahora estaba ahí, en la misma situación, por completo solo. Los echaba de menos, pero ahora debía de comenzar a hacer aquello para lo que lo habían entrenado, ahora era su turno de cambiar las cosas.

Y una de las primeras cosas era encontrar a su padre, había aprendido a rastrearlo fácilmente y ahora esperaba descubrir que era lo que su padre hacía en un centro nocturno de muy mala reputación manejado por subterráneos. Le llamó la atención ver la larga fila de mundanos esperando entrar. Alec había visto estas cosas antes, los mundanos siendo atraídos por los espectos más superficiales del mundo de las sombras, buscando diversión o emociones que en su mundo no podrían tener, todo al alcance del dinero que tengan disponible.

Estaba dispuesto a entrar por la puerta trasera cuando dos sujetos muy bien vestidos aparecieron.

― ¿En verdad cree que es seguro dejar todo ese cargamento aquí? Nunca habíamos tenido tanto en un solo lugar.

El hombre con el que hablaba y que seguramente era su jefe acomodo el elegante saco en sus hombros cerrando los botones por enfrente y mostrando los anillos. Era mayor, de piel roja y cuernos tan largos como su cabello blanco.

―Lamentablemente unos entrometidos licántropos se hicieron con mi bodega, no pretendo llamar la atención más de lo necesario, así que aquí se queda mi cargamento hasta que lo solucione, es toda la mercancía que tengo, será mejor que tengas cuidado.

―Por supuesto, señor.

El tipo estaba por subir a su lujoso auto cuando el otro hombre le volvió a llamar.

―Señor, lo otro, ¿sabe ya que hacer?

El hombre se notó molesto.

― ¿Sigue inconsciente?

― Así es, señor, tiene semanas consumiendo día y noche, apenas sale de aquí y en unas horas regresa, es un humano resistente.

El hombre sonrió escalofriantemente.

―No te engañes, si ese sujeto ha estado consumiendo como dices, no es humano, estaría muerto ahora.

El hombre se alteró.

― ¿Qué significa? ¿Qué es, entonces si no es humano?

―Quizás la suerte nos sonríe y nos ha traído un perdido niño del ángel. Mantenlo aquí hasta que regrese, conozco a alguien que pagaría muchísimo dinero por él.

―Claro señor.

El auto giro en la esquina y Alec salió de su escondite, alcanzó la puerta antes de que esta se cerrara y entró siguiendo al otro sujeto, no tuvo que esconderse durante más tiempo ya que a muy pocos metros de la salida, la pista de baile estaba a reventar, mezclarse con la gente fue sencillo, tenía puesta una de las largas gabardinas que Jace le había dado, fácilmente se ocultaban sus armas y el arco que le colgaba desde su cintura.

Tenía sobre su piel todo el arsenal en marcas que pudiera necesitar, se sentía seguro y tranquilo cuando subió las escaleras detrás del desconocido, había menos luz que abajo en medio de la fiesta, pero su runa de visión nocturna le ayudó a adaptarse, era como haber entrado a un mundo diferente, el lugar estaba dividido en secciones, como pequeñas habitaciones con cuentas y cortinas en las entradas, se escucharon murmullos y quejas desde adentro de los diminutos departamentos, Alec se sintió molesto en un segundo, sea lo que sea estaba ocurriendo en este lugar, no era nada bueno y debía detenerlo ya.

― ¡Oye! ―le llamó Alec al sujeto y este giro sin ningún cuidado, bastó un golpe de Alec para que cayera al suelo pesadamente y por completo inconsciente―. Perdón, ¿puedo usar su baño?

Alec siguió hablando con un inconsciente hombre mientras revisaba su cuerpo, no encontró mucho, una cartera con su nombre y un juego de llaves, decidió quedarse con estas últimas. Lo dejó en el suelo mientras comenzaba a revisar los cubículos, dio gracias al ángel por ver que los primeros estaban vacíos, en el tercero encontró a un chico sobre la cama, tenía no más de veinte años y estaba claramente peleando con sus demonios internos, Alec se acercó, de su cinturón tomo una de las posiciones curativas para mundanos, hasta antes de descubrir cualquier otra cosa del chico, no podía correr riesgos. Siguió con su exploración cuando miro una mejoría en el chico, se encontró tres casos iguales, les ayudó lo mejor que pudo y continuó su búsqueda.

Fue en el último cubículo que encontró a su padre, estaba sucio y delirante, Alec tomó su rostro para poder verlo de más cerca, Hodge estaba murmurando, murmuraba el nombre de Alec y lo llamaba.

El chico levantó la camiseta de su padre y con mano firme y hábil dibujo una runa de curación.

―No sé si sentirme alagado o molesto contigo. ―Le dijo aun sin saber si podía escucharlo.

Antes de que lo levantara miro al lado de la cama, estaban las posesiones de su padre y una pequeña caja de madera, Alec la tomó y la abrió, en ella había un polvo plateado, había escuchado lo suficiente de esto como para no identificarlo.

―Yin fen. ―Murmuró y finalmente tomó a su padre.

Pasó uno de sus brazos por su cuello y se dirigió a salir de ahí, pero no era el único, había otras cuatro personas que necesitaban salir también. Estaba todo cubierto y su sensor no marcaba ninguna presencia demoniaca, no más que lo que el veneno de demonio en polvo podría significar, entonces tomó la decisión de pedir ayuda, usando su teléfono hizo una llamada.

Aún con su padre acuestas murmurando e inconsciente recordó la conversación de los desconocidos, no le fue difícil llegar al final del pasillo y ver una puerta metálica cerrada. Colocó a su padre en el suelo recargado en la pared y usó las llaves del aparente cuidador para poder entrar, el olor fue indescriptible, como si se tratara de la misma ceniza del infierno, barriles y cajas de madera estaba alineados por las cuatro paredes, en el suelo había rastro del polvo plateado.

Es toda la mercancía que tengo, será mejor que tengas cuidado.

Sonrió llenándose de un peligroso gusto al darse cuenta de que todo ese veneno de demonio estaba ahora bajo su merced.

Cuando regresó por su padre una tormenta de gente se aproximó a él, rostros conocidos y ansiosos por escucharlo.

Raphael, Maia, Micah, Kairi y Oscar habían llegado.

Le hicieron preguntas que contestó lo mejor que pudo. Alec le entrego su padre a Raphael.

―Ayúdenme, necesitamos sacar a estos chicos y a todas las personas que están en el primer piso.

Alec observó las armas en las manos de Kairi y Oscar.

― ¿Esas sirven?

Kairi le sonrió.

―Danos cinco minutos.

Maia no estaba en su forma de lobo, aun así, tenía más fuerza que cualquier otro humano.

―Sacaremos a los demás.

Micah asintió hacia Alec antes de seguir a Maia y ayudarle.

Raphael comenzó a moverse con el cuerpo de Hodge a cuestas.

―Yo me encargo de él, no te preocupes.

Raphael se dirigió a la salida al mismo tiempo en el que los disparos comenzaron a escucharse, el suficiente alboroto para hacer que las personas comenzaran a correr despavoridas y salieran del edificio. Alec observó a Maia salir y volver por unos chicos, Micah hizo lo mismo y cuando no regresaron hizo un último barrido, todo estaba listo, el edificio había sido vaciado por sus compañeros.

Regresó al almacén, tomo su estela y sobre uno de los pilares dibujo la runa de fuego, este ardió y al momento de tocar el Yin fen este comenzó a desprender el más oscuro humo, el sonido de las llamas consumiendo el polvo fue escalofriante, como si los demonios estuvieran en la sustancia. Las llamas aumentaron tanto y tan rápido que se vio en la necesidad de salir también.

En la acera había una multitud de rostros perturbados por el incendio, pero solo eran observadores, no era como si algo muy valiosos se estuviera perdiendo, quizás ellos buscarían un nuevo lugar para arriesgar su vida, quizás Alec tuviera que hacer algo al respecto, pero eso sería otro día, ahora, debía celebrar ese pequeño triunfo.

Kairi se acercó a él, estaba emocionada, como nunca le habían visto Oscar y Micah.

― ¿Lo quemaste? Es decir, ¿Todo? ¿Lo quemaste todo?

Alec se volteó y le guiño el ojo.

―Se prendió como papel y ardió como pólvora, todo, se quemó todo.

Kairi asintió, ella estaba feliz, quizás esta chica tenía una historia con el Yin fen, el Yin fen no hacia nunca nada bueno, podía entender que ella estuviera feliz de que se hubiera destruido toda esa cantidad del veneno demoniaco.

Maia había llamado a Jordan para que el Praetor se hiciera cargo de las victimas aun convalecientes del Yin fen, antes de que sonaran las sirenas de los autos de emergencias, ellos desaparecieron de la escena.

Alec y Micah llevaron a Hodge hacia el callejón más cercano en donde el equipo se reagrupo. Lejos del tumulto podían conversar.

―Debo llevar a mi padre a casa, será una semana larga.

Raphael veía a Alec con pena.

― ¿Quieres que llame a alguien? Puedo ponerme en contacto con un brujo.

Alec suspiro y dio más fuerza al agarre que mantenía sobre su padre.

―Gracias, pero lo tengo cubierto.

―Le pediré a mi Clan que se quede alrededor hasta que el fuego termine, no te preocupes por los mundanos, ve a casa y cuida de tu padre.

―Gracias, Raphael.

Micah se había colocado al otro lado de Hodge y compartía su peso con Alec, lucia como si no lo fuera a soltar así que Alec no se atrevió a decirle que él podía solo, Micah lo acompañaría incluso si no lo quisiera.

Y así fue.

Los tres llegaron al departamento. Mientras Alec colocaba a Hodge en su cama, Micah observaba las maletas en la estancia, armas y documentos salían de ellas, sea donde hubiera estado Alec, no había tenido el tiempo de desempacar. Alec entró a la sala con él.

―Logré darle un sedante, eso lo mantendrá dormido hasta mañana, espero.

Micah dio un paso hacia él.

― ¿Qué es lo que le pasó?

―Consumió Yin fen, no sé cuánto, pero parece que fue mucho.

Micah se abrazó a sí mismo.

― ¿Yin fen? ¿Qué es eso?

Alec se miró reflexivo sin poder terminar de explicarse.

―Es una especie de droga, es muy adictiva, provoca alucinaciones y en muchos casos incluso la muerte, se hace con veneno de demonio.

Los ojos de Micah se abrieron mucho.

―Eso suena terrible, Alec, ¿Tu padre?

Alec levantó una mano hacia su amigo.

―Él debe de estar bien, tiene que sacarlo, no será bonito, pero es un Cazador de Sombras, es mucho más resistente que cualquier ser humano, deberá estar bien en unos días.

Un paso más cerca.

―Me quedaré contigo.

Ahora fue Alec quien se acercó, estaba moviendo la cabeza.

―No, Micah, no es necesario, además debes creerme cuando te digo que será horrible, no quiero que veas eso, lo tendré vigilado, puedo con esto, en verdad.

Micah no tuvo ninguna duda de ello, no después de haber visto la forma en la que controló la situación en ese centro nocturno. Volteó su mirada hacia las maletas.

― ¿Regalos?

Alec se encogió de hombros.

―Algo así.

Micah fue valiente.

― ¿En dónde estuviste? ¿Y por qué te ves tan diferente ahora? Incluso tu voz ha cambiado.

―Am, Micah no creo que sea…

― Lo sé, no debería de cuestionarte ahora con la situación de tu padre, pero la última vez que me dijiste que hablaríamos después, desapareciste por meses, ¿Qué me asegura que no lo harás de nuevo?

―Yo ― le dijo el chico, ninguno de los dos parecía notar lo cerca que estaban uno del otro, a centímetros de rozar sus pieles―. Te lo aseguro, no volveré a irme de esa forma, en verdad no tuve opción en esa ocasión, pero ahora es diferente, confía en mí.

―Confió en ti, ciegamente, pero no sé lo que ocurre y estás a miles de kilómetros de mí.

Alec lo sujetó.

―Pero aquí estoy, contigo y no me volveré a ir, no voy a dejarte de nuevo, por el ángel, lo prometo.

La confianza de Micah había regresado.

―Te creo.

El chico se inclinó, habían pasado meses y para él se sentía como siglos desde la última vez que estuvo así de cerca de Alec, todos sus sentimientos se arremolinaron entre el pequeño espacio que les separaba, era tan pequeño que casi podía sentir sus labios sobre los propios. Por un segundo pudo sentir su aliento tibio.

Fue Alec quien puso distancia de por medio.

―Debes irte, mi padre podría despertar y… Puede tener alucinaciones, no es algo que quieras ver.

Micah se mordió el labio inferior.

―Te veo mañana.

Sin importar lo que Alec le dijera, sin duda Micah estaría ahí con él el día de mañana, así que no intentó alejarlo, no quería hacerlo.

―Claro ―Le dijo finalmente y lo acompaño a la puerta.

Alec regresó a la habitación de su padre, había colocado runas de tranquilidad y descanso en sus brazos lo mantenían exteriormente tranquilos, pero Alec temía que la verdadera lucha se estuviera dando en su interior. Su padre se movía de vez en cuando después de algunas horas, siempre estaba sudando frio y murmuraba en algunas ocasiones, susurraba el nombre de Alec.

Siempre se acercaba a intentar calmarlo, le decía que lo estaba haciendo bien y que ya casi se terminaba, Alec no estaba seguro de que eso fuera verdad, sin embargo, tenía la esperanza de que así fuera.

Alec salía todos los días, unas horas por la noche y otras por la madrugada, había pedido la ayuda de su grupo para que se quedaran con su padre en esas horas en las que se dedicaba a patrullar, Raphael, Maia y Kairi nunca preguntaban qué hacía, ellos lo podían saber solo viendo el estado en el que regresaba, el olor a Icor y los rasguños en su rostro, en el caso de Micah era diferente, Alec llevaba un cambio extra cuando sabía que sería Micah quien estaría en su departamento al regresar, las runas curativas hacían gran parte del trabajo así que siempre se las ingeniaba para que Micah no le viese en mal estado.

Esa madrugada mientras Micah hacia guardia a Hodge estuvo muy tranquilo, se veía incluso con mejor aspecto y no murmuraba más. Quizás como Alec lo había dicho, lo peor había pasado ya.


* * *


Era como si algo estuviera martillando su cabeza, sus parpados pesaban tanto que tardó mucho en poder abrir los ojos en su totalidad, aun así, no logro distinguir nada de inmediato, solo sombras y un lugar desconocido. Llevó su mano a su cabeza e intento moverse, levantar la cabeza, era como haber saltado a un precipicio, lo intentó de nuevo y entre los colores brillantes que atormentaban su cabeza logró distinguir el lugar, esa era su ventana, ese era su armario, ahí estaban las fotografías de él y Alec. Estaba en casa.

Hodge estiró su mano hacia un costado, era una regla para cualquier Cazador de Sombras mantener una estela cerca y él no era la excepción, la encontró con facilidad y trazó una Iratze en el cuello, lo más parecida a la de dolor que le fue posible. Entonces el dolor se fue alejando poco a poco y su vista comenzó a enfocarse, pasando de manchas confusas a la realidad. Pero a pesar de saber en dónde se encontraba e incluso de sentirse seguro, estaba confundido, no podía recordar cómo había llegado ahí y aún más intrigante era el hecho de que todo se veía diferente a la última vez que estuvo ahí. Alguien se había dado la tarea de recoger la ropa del piso, quitar el polvo y limpiar las ventanas. El dolor amenazó con volver cuando prestó más atención al ruido proveniente de la sala común, la música era inconfundible, alguien estaba usando el videojuego de Alec.

Se apresuró a levantarse y se llevó otra sorpresa al ver que tenía un pijama limpio puesto. Escuchó pasos y movimiento de nuevo y abrió la puerta para caminar descalzo hacia ahí. Al llegar al filo del pasillo observó la televisión, el videojuego en pausa y el mando de este en la mesa de centro, pero no había nadie ahí. Hubo un ruido de cristal en la cocina y camino hacia ahí, el refrigerador estaba abierto y alguien buscaba dentro. Hodge no pudo distinguir quien era, pero aun así lo llamó con esperanza.

― ¿Alec?

Su respiración se había agitado y su corazón había comenzado a latir de manera violenta y dolorosa en su pecho, dio un paso más, quería tomar a su hijo en brazos de nuevo.

Un rostro se asomó por detrás de la puerta del refrigerador antes de que llegara. No era Alec.

Micah abrió mucho los ojos.

―Despertó.

Fue devastadora la expresión de desilusión de Hodge. Pero claro, su hijo no podía solo regresar a él de manera sencilla, el ángel le había castigado de la peor manera, ahora debía vivir con su sufrimiento, debía de vivir sin su hijo.

Micaías ―dijo Hodge con tristeza―. ¿Qué haces aquí?

Micah levantó una mano.

―Solo Micah, sé que de ahí proviene mi nombre, pero no estamos en el siglo XV.

Hodge bajó la cabeza.

―El significado de los nombres es importante ―Murmuró sin mucho interés en que el chico lo escuchara―. ¿Qué haces asaltando mi refrigerados, de todas maneras?

Hodge se movió de manera lenta hacia la mesa en el centro del comedor, lo hizo de la forma en la que los enfermos o convalecientes lo hacían, sujetando con fuerza su propio estómago y sufriendo por cada paso.

―Perdón―Se disculpó el chico―. Es solo que no quería quedarme dormido, se supone que estoy de guardia.

― ¿Y se supone que estas cuidándome?

Micah se había apoderado de una caja con comida china, pollo dulce y arroz, lo mejor para comer directo del refrigerador sin calentar.

―Exactamente, ¿Cómo se siente? ¿Quiere que le traiga algo? ―Micah acercó la caja con la comida hacia el rostro del hombre―. ¿Comida, quizás?

Hodge se apartó de inmediato, el olor a la comida le revolvió el estómago.

―No, muchas gracias, pero podrías prepárame un té, están en la alacena por encima de tu cabeza.

Micah se movió con eficiencia, preparar una bebida caliente a quien estaba supuestamente cuidando era mejor que sentarse sin hacer nada esperando a que alguno de los dos iniciara una conversación.

― ¿Cómo lograste encontrarme? ―Preguntó Hodge mientras movía una silla para sentarse―. Y no debiste hacerlo, ese lugar es muy peligroso para un mun…

Hodge observó a Micah y corrigió: ―Para un chico como tú.

Micah se giró para buscar su rostro, estaba sorprendido de la pregunta del hombre.

― ¿No lo recuerda? ¿Realmente no lo hace?

Hodge tomó la taza que Micah le había acercado y estiró su mano hacia una de las estanterías más pequeñas, con diestra practica vertió varios polvos en ella.

―No, Micaías, No he sido consiente de mí mismo en las últimas semanas, debiste haberte dado cuenta cuando me sacaste de ahí.

―Bueno, ya no necesita preocuparse por ese lugar, ardió hasta los cimientos, sea lo que allí sucedía, no pasara más.

Hodge levantó su rostro con alarma.

― ¿Qué fue lo que hiciste?

Micah negó con la cabeza.

―Se lo he dicho, no fui yo, a lo mucho ayudé a sacar a algunas personas del caos, pero nada más.

El chico notó la consternación del hombre, pero aun así no se limitó a hacer preguntas, desde que Alec había regresado las cosas habían sido más extrañas de lo normal, no precisamente de una mala forma, pero, aun así, sabía que las respuestas no las encontraría con Alec.

Micah suspiró.

―La última vez que nos vimos… Dijo que Alec no podía estar muerto, que usted lo sentiría si fuera así.

Hodge se mantuvo en silencio.

―Me dio a entender que usted lo buscaría, fue lo que pensé, que no descansaría hasta encontrarlo.

Hodge tomó un sorbo a lo que ahora Micah podría llamar pócima por todo cuanto vertió en la taza.

―Lo hice ―Respondió Hodge―. Fui a buscarlo.

― ¿Y esperaba encontrarlo en ese lugar de quinta?

Micah se percató de su desatino cuando Hodge le miro de manera casi peligrosa.

―No pretendo juzgarlo ―Dijo Micah levantando las manos en un gesto de rendición―. Es solo que quisiera saber en dónde se había metido.

Hodge se recargó sobre a silla.

―Lo busqué en todos los lugares en donde los seres como nosotros podrían ir.

― ¿Seres como ustedes?

Hodge asintió.

―Incluso fui a… El lugar donde nació, creí que quizás de alguna manera hubiera encontrado la forma de volver a casa.

Micah no quiso verse tan desesperado como realmente estaba.

―Y… ¿Eso en donde seria?

La boca de Hodge se curvo en una sonrisa frágil y triste.

―No importa, Micaías, no lo conocerás nunca.

Era un lugar desconocido, uno más agregado a la lista de cosas que no conocía sobre Alec y que quizás nunca lo haría, no sabía que era lo que había cambiado entre ellos, pero se sentía tan alejado de él, como si el que hubiera regresado de algún otro lugar desconocido no fuera Alec, no su Alec.

Micah no dijo más al respecto.

Había dejado de comer y se estaba mordiendo su labio inferior.

―La buena noticia es entonces que…

La puerta del apartamento se abrió, se escucharon llaves siendo dejadas en el mueble del lado de la puerta, un golpe seco al abandonar la mochila en el pasillo.

La respiración de Hodge se aceleró y el corazón le saltaba del pecho con violencia.

―No… No dejes la mochila en el piso ―Murmuró levantándose a pesar del dolor.

Otro ruido conocido de pies descalzos acercándose a la cocina.

―Los zapatos ―Hodge llevó una mano a su boca― Los zapatos en el armario…

Entonces Alec entró a la cocina y se quedó petrificado al ver a su padre de pie frente a él, sabía que su padre estaba en casa, no se esperaba verlo despierto y de pie.

Hodge se acercó y tocó la mejilla de Alec con delicadeza, con el miedo de que esto también fuera una alucinación, pero Alec estaba frio, el viento del exterior había enfriado su rostro y pintado sus pómulos de rojo.

―Pero no me enojare hoy contigo, no hoy. ¡Mi niño, mi querido Alexander!

Entonces Alec se miró como un niño cuando sonrió y presionó la mano de su padre más sobre su propia mejilla inclinándose hacia el agarre con más intensidad, no sabía cuánto lo había extrañado hasta ese momento.

Entonces Hodge usó todas las fuerzas que tenía disponibles en su frágil cuerpo para abrazar a su hijo, lo presionó contra su pecho y lo envolvió con sus largos brazos, saber si lo dejaría ir de nuevo aún no estaba decidido, justo ahora nada importaba alrededor, solo su hijo.

Alec cerró sus ojos y se relajó en los brazos de Hodge.

―Papá ―murmuró― Aquí estoy, papá, volví. Volví.

Micah se había quedado muy quieto mirando la escena, era como si simplemente hubiera dejado de existir, hacía tiempo que se sentía así alrededor de Alec. En silencio caminó hacia la entrada del apartamento, tomo sus cosas y salió.


* * *


La mañana siguiente fue muy tranquila, se había recostado en su cama con la ropa puesta a la espera de que Maia entrara y le dijera, como todas las noches, que Raphael y los demás les esperaban en algún lugar en donde intentarían rescatar a alguien.

Seguía vestido cuando abrió los ojos por causa de la luz que había entrado por la ventana para torturar sus ojos, nadie había venido a invitarlo para cazar demonios. Salió de la habitación y se encontró con su compañera de apartamento comiendo pan untado de queso y un café. Ella estaba fijamente mirando la pantalla de su portátil.

― ¿Qué ocurre? ― Preguntó el chico buscando una taza―. ¿No fui solicitado para las aventuras de noche? ¿Acaso ustedes también me excluyeron? Pensó, más no lo dijo.

Maia dio un gran mordisco a su bagel y negó con la cabeza.

―No, resulta que no hubo aventura a la cual ir. Maia se apartó un poco para que Micah pudiera ver lo que ella en el monitor―. Mira esto, ¿Lo reconoces?

Era imposible no hacerlo, a pesar de que los movimientos del enmascarado eran rápidos, su espada emitía la suficiente luz como para ver el rostro y sus ojos, la única parte no cubierta, esos ojos Micah no se los podía sacar de la cabeza. Se acercó más e incluso sonrió con emoción al ver como el demonio terminaba en polvo en tan solo unos segundos, el video estaba siendo grabado desde una ventana alta, se escuchaban los sonidos de emoción de quien observaba, el siguiente fue muy parecido, este fue más claro, era en el subterráneo y no había oscuridad. La pelea se dio en las vías de los trenes, había una multitud que no había corrido, entre ellos el dueño del video, el enmascarado esquivó y atacó a cinco creaturas al mismo tiempo, aun cuando una de ellas intentó escapar, este corrió y saltó por encima de su cabeza para interceptarlo, su espada atravesó su garganta y el demonio explotó en ceniza en un segundo. Hubo un lejano sonido de aplausos cuando esto pasó, entonces el enmascarado se esfumó haciendo que quien estuviera grabando moviera el teléfono con la esperanza de encontrarlo, eso no pasó.

Uno más fue grabado en Central Park, incluso a unas cuantas cuadras de donde ahora ellos estaban parados. La criatura tenia alas, venia hacía las personas que caminaban y antes de que lograra alcanzarle una flecha se insertó en el ojo de la criatura, esta chillo haciendo que las personas alrededor gritaran por el pánico, pero fue todo el miedo que tuvieron que soportar, el monstruo se había vuelto polvo.

Maia suspiró.

―Hay por lo menos diez videos iguales y todos fueron de anoche.

―Lo vi anoche.

― ¿En serio? ―Preguntó Maia, ella se acercó a la pantalla solo para buscar información específica―. ¿Eso pudo haber sido después de las cuatro de la mañana? Porque esa es la hora en la que se registró el último video.

―Fue exactamente así. ―Micah sacudió la cabeza para despejar el aturdimiento―. ¿En que está pensando?

Maia se encogió de hombros.

―Es su deber sagrado, es para lo que nació.

Eso no ayudó a Micah a sentirse mejor.

Entonces hubo un sonido de notificación en la computadora de Maia, era un mensaje de Raphael: Debes ver esto.

―Raphael quiere que veamos algo.

Micah corrió al lado de Maia mientras ella hacia reproducir el video que Raphael había enviado.

Quien lo grabó no era muy diestro o estaba ebrio, en ningún momento la cámara dejo de moverse de manera exasperante. Pero ahí estaba: El enmascarado luchando en una piscina vacía, el demonio parecía un lagarto y era por lo menos dos veces su estatura. La novedad en este video era que quienes lo estaban grabando no estaban asustados, ellos canturreaban y apoyaban con entusiasmo a Alec, había un coro de expresiones de asombro y de enojo al compás de la situación. Entonces Alec corrió por la espalda del lagarto, encajo su espada y se dejó caer haciendo que la cabeza cayera a su lado y a sus pies. Hubo gritos de emoción, aplausos y algo más:

― ¡Bien hecho, Cazador de Sombras! ―grito uno de ellos―. Patea el trasero de esa cosa.

Entonces Alec desapareció como en todos los demás videos, sin dejar ver cómo o hacia donde se había ido.

De inmediato una multitud bajo a la piscina en donde el rastro del demonio había quedado, estaban llenos del júbilo por el momento y comenzaron a brincar como si estuvieran en medio de una canción y en un concierto, tanto Maia como Micah pudieron ver los colmillos en la mayoría de ellos, y también notaron el coro que comenzaron a decir una y otra vez.

― ¡Nefilim! ¡Nefilim! ¡Nefilim!

Las ovaciones continuaron hasta que el video terminó.

Maia y Micah se voltearon a ver perplejos.

Fue Micah el que rompió el silencio.

― ¿Cuánto tiempo crees que esa mascara le siga sirviendo de algo?

Maia no respondió, ya que lamentablemente ambos sabían la respuesta.


* * *


Preparaba el almuerzo cuando alguien llamó a la puerta. Había sido un día demasiado tranquilo, pero intento mantenerse ocupado el mayor tiempo posible, sabía que, si lo pensaba por lo menos un segundo, Micah saldría corriendo a buscar a Alec, no era que no lo hubiera pensado desde esa mañana, pero la frialdad con la que Alec lo había tratado estos días, le ayudó a solo quedarse en casa.

Seguía pensando en eso cuando abrió la puerta.

Kairi estaba recargada en la pared opuesta a su puerta, ella lo miró y sus cejas bajaron con molestia. Los ojos purpuras le parecieron a Micah incluso más impresionantes con ese gesto.

― ¿Siempre abres la puerta sin preguntar quién es?

― ¿Por qué? ―Preguntó el chico sin amabilidad―. ¿Vienes a asesinarme?

Kairi entró sin ser invitada, miró arriba y abajo dentro del apartamento, por todas las paredes y los pisos.

―No puedo permitirme perder mi tiempo de esa manera ―Murmuró y Micah resopló.

― ¿Acaso estas buscando algo? ¿Qué se supone que haces escaneando así mi casa?

Kairi no estaba enojada, lo que molestó más a Micah, también le molesto que ella no llevara el tosco uniforme oscuro militar y que ella hubiera usado un camisón del color de sus ojos bajo esa chaqueta de mezclilla, incluso sus botas altas la hicieron ver más hermosa, y su pantalón entallado. Micah se sintió furioso con eso.

Sin mencionar el cabello suelto que resaltaba su rostro.

―Raphael me envió a verificar las runas de protección que Alec colocó, saldrá de la ciudad.

Era apenas una frase y Micah se había llenado de preguntas. Puso orden a su cabeza lo mejor y más rápido que pudo.

― ¿Qué runas? ¿Cuándo las colocó?

Kairi caminó a la mitad de la estancia común y movió sus manos, sus uñas estaban pintadas de un purpura brillante.

―La noche que regresó, pensó que serían de utilidad. No las podemos ver ―Explicó―. Pero se sienten, las siento. Todo está bien.

Micah observaba a su alrededor.

―Me siento invadido.

Kairi rio, una sonrisa que hizo que el estómago de Micah saltara.

―Lo que importa es que estés… Que estén seguros.

Hubo silencio.

― ¿A dónde ira el niño elegante?

Kairi asintió aceptando el sobrenombre.

―Habló sobre ir a ver a un amigo brujo, parece que quiere decirle un par de cosas, pero no fue muy específico con el tema.

De nuevo silencio.

― ¿Ya estás al día con lo que pasa en Internet? Sería raro si no, Alec es la sensación del momento, lástima que usa esa cosa en la cara.

― ¿Lastima?

―Alec es muy atractivo. ―Kairi buscó los ojos de Micah―. ¿No lo has notado?

Saber que era lo que Kairi buscaba con ese comentario era imposible, nunca la había conocido bien y cuando intentó hacerlo, solo pudo sentir desprecio hacia ella, quizás si Kairi hubiera actuado diferente las cosas también lo serian, Micah no quiso recordar aquellos sentimientos y emociones que surgieron en él la primera vez que vio a Kairi. No tenía ningún caso pensar en ello.

Pero entonces, Kairi creía que Alec era atractivo, tampoco sabía qué hacer con eso.

― ¿No lo has visto? ―quiso saber Kairi.

―No.

― ¿Ni hablado con él?

Micah negó con la cabeza.

Kairi mordió su labio inferior, pensando en si debía ir más lejos.

―Extraño ―Anuncio―. A estas alturas creí que ustedes ya… Tu sabes…. Estarían juntos.

Micah no se inmuto.

― ¿Estas palpando el terreno por Alec o por mí?

Kairi no apartó la mirada de él.

― ¿Tu qué crees?

El infinito problema era que Micah no tenía una sola idea de cuál era la respuesta correcta.

Respiró profundo.

―Si todo está bien aquí, quizás tu debas…

―Irme, sí. – Dijo tranquila.

La chica camino hacia la salida, Micah abrió la puerta para ella y antes de irse se giró una última vez.

― ¿Iras a verle hoy? ¿A Alec?

Micah negó.

―No, no lo creo.

―Bien ―dijo Kairi y sonrió deslumbrante―. Entonces iré yo. Lo echo de menos.

Kairi apenas alcanzo a librar el golpe por el cierre violento de la puerta detrás de ella. Micah respiró profundo dos y tres veces más, nunca había conocido a alguien que lograra exasperarle de la forma que Kairi lo hacía. Y esa no era la peor parte, lo peor era que se sentía celoso, eso era muy claro, lo que no lo fue, fue que no tenía idea de quién era el causante real de sus celos.


* * *

Alec había tenido una noche atareada, como lo habían sido todas las anteriores, desde que había regresado, no había perdido el tiempo y todas las noches salía a la caza de demonios, siempre había algo que hacer así que nunca tenía el tiempo de pensar en lo que acababa de ocurrir, era como si entre más demonios eliminara, se sintiera mucho mejor consigo mismo y compensara todo el tiempo que quiso hacer algo y no podía.

Se levantó temprano e intento crear un inventario de armas como Jace y los demás le habían sugerido, Siempre debes saber que tienes y que no, así podrás salir a buscar arsenal con anticipación y no tener que preocuparte de quedar desarmado. A los cinco minutos se había rendido con la teoría injustificada de que si la montaña de armas seguía a ese mismo nivel estaría bien por un tiempo.

Hodge se asomó desde la puerta para encontrarlo mirando fijamente a las cosas que estaban en pequeños montículos sin orden dentro de su armario. Libros, armas, pergaminos e incluso frascos con sustancias desconocidas.

― ¿Qué es todo eso que tienes allí?

Alec se alteró y con habilidad cerró el gran baúl y lo empujó hacia el armario haciendo que todo lo demás terminara en una montaña maestra de cosas apiladas.

―Nada.

Hodge rio mientras veía como Alec cerraba las puertas blancas de madera y colocaba una runa sobre ellas.

La sonrisa de Hodge se borró.

― ¿Qué runa acabas de hacer? No se encuentra en el libro Gris.

Alec se giró para enfrentar a su padre.

―Es una runa de bloqueo, una muy poderosa que no podrás pasar, creo que con eso podrás entender que esas son mis cosas y que no tienes permitido tocarlas.

―Para comportarte como un cretino con respecto a tus cosas, las tienes muy desordenadas, cualquiera diría que no quieres que prevalezcan realmente.

Alec no pudo defenderse a eso.

―Solo no las toques ―Pidió finalmente a su padre tratando de suavizar su tono.

Hodge levantó sus manos en rendición.

―No las tocaré, señor. Pero date prisa, el desayuno está listo y se te hará tarde.

Alec terminó de colocarse su chaqueta escolar y poner unos libros en su mochila. Al salir a la cocina se estaba empinando una botella de color azul. Una pócima de curación para ayudar a las runas y poder ir a la escuela sin moretones.

― ¿Qué es eso? Preguntó Hodge poniendo un plato con pancakes frente a él.

Alec notó la molestia en su voz.

―Espero y entiendas que has agotado tus reclamos hacia sustancias ilegales. El marcador no está precisamente a tu favor.

― ¿Te entrenaron incluso en la forma correcta de ser un presumido?

Los ojos de Alec se estrecharon.

― ¿Quizás?

        El problema era que a su padre nunca le habló sobre ningún entrenamiento, no podía y nunca lo haría, no se lo diría nunca a nadie, ese era un secreto que debía guardar para sí mismo y debía hacerlo para siempre.

Alec no pretendía ser el primero en hablar. Hodge se dio cuenta de ello y con determinación hizo girar su portátil, que ya estaba sobre la mesa volteándolo hacia Alec, presionó la tecla espaciadora y el video comenzó a reproducirse. Uno a uno, cada uno de los videos, Alec los observó en silencio. Cuando se habían terminado, su padre aun lo seguía viendo a él.

― ¿Qué tiene que ver eso conmigo? ―Preguntó Alec sin convicción.

― ¿En verdad crees que no soy capaz de reconocerte?

Alec cruzó los brazos sobre su pecho.

― ¿Cómo podrías? Nunca me has visto pelear.

La mirada de Hodge se suavizo. El hombre apuntó a la pantalla con la imagen detenida.

―Porque no te veo a ti, o sí, esos ojos, por Dios, pero… Esos movimientos ―le estaba mirando con fascinación―. Es tu padre, es como… Como si fuera tu padre el que estuviera peleando.

Hodge reprodujo uno de los videos.

―La forma en la que te paras, como giras, como saltas y esa forma de tomar la espada. Es Robert.

Alec no sabía que decir y sólo permaneció en silencio, esa idea nunca le había pasado por la cabeza.

Hodge se rio y se recargó en la encimera mirándole.

―Quien quiera que te haya entrenado, lo hizo pensando en guardar el recuerdo de tu padre. ¿Quién fue? ¿Quién te entrenó?

Alec talló su rostro.

―No…  ―Comenzó con voz rasposa―. No puedo decirte.

Hodge absorbió la respuesta con tranquilidad.

―El día que tu padre decidió entrenarte, supe algo tan solo al verte, sabía que serias un guerrero extraordinario ―Señalo la pantalla una vez más―. Y lo eres, siempre creí que la mejor forma de mantenerte a salvo era manteniéndote lejos de las sombras y no entrenándote, pero… Pero ya no estoy seguro de eso.

Alec bajó la cabeza.

Hodge bajó en cuclillas para acercarse a Alec, le tomó el brazo.

―Alec, la forma en la que me encontraste… Yo… Yo lo lamento tanto, un hijo nunca debería de ver de esa forma a sus padres. Por favor, perdóname.

Alec movió la cabeza.

―El Yin fen hace cosas terribles en las personas ―Se encogió de hombros―. No eras tú del todo.

―El hecho de que sepas eso me asusta un poco.

El chico guardó silencio.

―Me rendí ―Continuó su padre―. Creí que te había perdido y… Y yo solo me rendí. Te fallé y lo lamento.

Alec recordó su visita a otra dimensión, la forma en la que su otro yo y Magnus cuidaban de sus hijos, como su mismo padre lo había recibido y lo había mantenido cerca y a salvo. Quizás no era padre, pero podría imaginarse el terror de perder a uno.

―No quise irme así, sin avisarte ―Dijo Alec con voz baja―. Pero la verdad no tuve opciones, tenía que salvar mi vida.

Esa explicación no calmó en absoluto a Hodge, subió su mano para tocar el cabello del chico.

―Oh mi niño, lo siento mucho, te dejé solo, lo he hecho toda tu vida.

Alec abrió mucho los ojos y negó con firmeza.

―Eso no es cierto, has sido un excelente padre y siempre me has cuidado, en ocasiones incluso en exceso. Es solo que…

―No quise ayudarte en lo que debí. Si yo hubiera actuado diferente quizás no hubieras tenido que acudir a no sé quién a pedir lo que por derecho te corresponde, yo debí haberte entrenado, ahora lo veo, esa es la mejor forma de mantenerte a salvo.

Alec se veía complacido.

― ¿En verdad crees eso?

Hodge sonrió, se puso de pie y señalo el monitor.

― ¿Lo dudas? Eres imparable.

Alec estaba avergonzado.

―Yo no diría imparable…

― ¡Aja! Sabía que lo ibas a confesar.

Alec lo miró con sus ojos hechos dos líneas.

―Eso es tan bajo.

Hodge comenzó a reír cuando llamaron a la puerta.

―De pie, súper Cazador de Sombras, atiende la puerta.

―Eso también es sucio.

El hombre seguía gritándole cosas para burlarse mientras Alec cruzaba la sala con energía renovada, estaba tan feliz de estar en casa y de estar con su padre, extrañaba terriblemente a todos los que había dejado atrás en su vida de cuento de hadas, pero ese era su hogar, era su propia dimensión y haría cualquier cosa para hacerla un lugar digno para existir.

Abrió la puerta y se topó con una motivación más para esforzarse. Quien llamaba a la puerta Micah.


* * *


Lo primero que notó fue el uniforme escolar que tenia Alec.

― ¿Por qué vistes así?

Alec echó una mirada rápida hacia sí mismo.

―Es mi uniforme, debo usarlo en el colegio ―Le miró con sospecha―. Tu sabes eso, lo usabas, ¿Recuerdas?

No pudo evitar sentir un reclamo en el tono que uso.

―Eso lo sé, pero no ha habido clases desde hace tiempo, no creo que…

Alec estaba sonriendo, abrió aún más la puerta para indicarle a su amigo que pasara, sin detenerse y haciendo que Micah le siguiera hasta la cocina.

―Si fueras un verdadero estudiante del colegio te hubieras enterado.

De nuevo ese reclamo.

―Nos llegó un correo esta mañana, ―continuó― las clases se han reiniciado, parece que la alerta paso de roja a amarilla.

―Oh, Wow. Eso es fantástico.

Hodge se acercó al chico con un plato con pancakes en él.

―Siéntate, Micaías, desayuna con nosotros.

Alec rio y casi escupe su leche con chocolate.

― ¿Por qué sigue llamándome así?

Hodge se cruzó de brazos, estaba satisfecho con la forma en la que había dispuesto el desayuno.

―De ahí proviene tu nombre. ―Le respondió sin ningún arrepentimiento en su rostro.

Micah se sentó y comenzó a comer. Entonces él y Alec comenzaron una charla sobre Maia y la forma en la que los dos pensaban que reaccionaria, estaban riendo y jugando con la comida, estuvieron así durante bastante tiempo.

―Chicos ―dijo Hodge―. Me alegra que se pongan al día, pero se hace tarde.

Alec terminó de desayunar, se levantó y puso su mochila sobre su hombro. Se despidieron del hombre y salieron juntos al pasillo y la calle. Micah caminaba con sus manos en los bolsillos.

Era un día soleado y tenía que admitir que la ciudad se sentía más como una ciudad normal y no como la post apocalíptica en la que se estaba convirtiendo. Caminaron por la acera juntos mirando los rostros que pasaban cerca.

― ¿Qué edad tienes? ―Preguntó Alec inesperadamente―. Realmente.

Micah suspiró y le miro.

―Veintiún años.

Alec abrió mucho los ojos.

―Vaya, estoy fuera de tu liga, ¿cierto?

Micah se detuvo abruptamente haciendo que Alec lo imitara y girara para ver su rostro.

― ¿Qué se supone que eso significa?

Alec se quedó algo petrificado. Pero encontró el sentido a todo lo que estaba pasando.

―No tenía opción ―Le dijo―. Tenía que irme.

Micah resopló y continuó su andar, como si quisiera alejarse de Alec.

―Todo el mundo tiene opciones.

Alec le siguió casi corriendo.

―No, yo no las tuve. ―Lo sujeto del brazo―. Tienes que creerme, nunca fue mi intención dejarte… Es decir, dejarlos. Nunca quise dejarlos. Pero unos días se volvieron semanas y estas se convirtieron en meses, en verdad lo lamento.

―No tiene caso que lo hagas, pero tampoco esperes que las cosas sean como antes de que te fueras.

Se veía imposible recuperar la confianza de Micah, estaba siendo tan duro con él y no podía soportarlo.

Alec lo volvió a sujetar, pero esta vez tom+o su mano y el corazón de Micah se aceleró. Fijó su mirada en el agarre de Alec sobre él y después busco su rostro.

Ojos azules muy abiertos y tristes hicieron que su estómago cayera al suelo.

―Lo lamento, en verdad ―dijo Alec con desesperación―. Yo no quise, no quiero que… Que te alejes de mí, Micah, no quiero perderte.

Micah era una de las pocas personas que tenía en esa dimensión, un amigo fiel, un amado compañero. No sabía lo que sentía por Micah, no podía saberlo, no ahora, pero estaba seguro de algo: No quería perderlo.

―Vamos, Micah. ―Dijo Alec y sonreía―. Somos amigos, los mejores.

Habían llegado a la puerta del colegio, había estudiantes de todas las edades entrando apresuradamente y estaban ocurriendo varios reencuentros, las cosas estaban mejorando, de eso no había duda, todo estaba cambiando y lo hacía para mejor, había esperanza, finalmente la había, aun así, Micah se sentía miserable.

―Yo no quiero ser tu amigo, Alec.

Alec soltó su mano.

― ¿Qué?

Micah negó con la cabeza.

―No sé lo que te ocurrió en este tiempo, pero… Te perdí. No sé cómo, no podría explicarlo, pero no eres el mismo y yo me quede esperándote, me quede congelado con la esperanza de continuar en donde nos quedamos, creí que era lo correcto, pero tu seguiste, tu no me esperaste, así que no hay forma en la que tú y yo podamos volver a…

―No, Micah, eso no es cierto, sé que podemos, sé que… Por favor.

Micah no quería lastimarlo, solo quería ser honesto, algo que no había podido ser nunca y que Alec le había enseñado.

Fue Micah el que tomó sus hombros ahora.

―Cálmate, está bien, no estoy diciendo que no nos volveremos a ver, nunca podría dejarte.

― ¿Estas terminando conmigo?

Micah rio.

―Por Dios, no, Alec, solo quiero que intentes entenderme. Y no tenemos una relación, imbécil.

―Se siente como si estuvieras terminando conmigo, créeme, lo he hecho muchas veces.

Micah golpeó su brazo con el puño.

― ¿Cuándo vas a dejar de ser un niño presumido?

Alec dejó la burla para acercarse un poco más a Micah, su voz fue suave.

―Esto somos nosotros, Micah, ¿No lo ves? Somos amigos.

Quizás Alec no podía entregar más, no como Micah lo deseaba, pero al verlo de nuevo, al escuchar su sonrisa, al sentir su mano en la suya, no podía pedir más, tenerlo como amigo era una bendición y no tenerlo en absoluto sería un verdadero infierno.

Movió su cabeza.

―Claro… Somos amigos.

Fue desgarradora la forma en la que Alec se relajó y como su sonrisa se convertía de una ansiosa a otra absolutamente sincera. Todo había sido por él.

―Bien ―Palmeó el hombro de su amigo―. Te veo esta tarde ¿Si?

―Si.

― ¿Lo prometes?

Micah rodó los ojos.

― ¿Qué buscas? ¿Un pacto de sangre? Dije Sí.

Alec sonrió aún más y comenzó a caminar hacia la entrada.

―Iré a tu apartamento entonces. ―Anuncio Alec―. Nos vemos.

Micah se quedó observando cómo se perdía en la multitud, los mismos colores en todos los alumnos por el uniforme que él mismo había usado durante un tiempo. Maia se unió a Alec y se saludaron con un abrazo, eso hizo que Micah sonriera también, a la distancia todo parecía muy bueno, podía haber esperanza, quizás no debía rendirse, quizás aún no, además, Alec no podía estar interesado en alguien más.

* * *

―Me encanta esto ―Maia levantó su rostro al cielo para que el sol le inundara―. ¿No crees que el sol brilla más?

Alec levantó la vista distraídamente, en realidad estaba ocupado mirando los videos de sí mismo.

―Son demasiados ―Dijo con tensión.

Maia suspiró.

―No eres muy bueno con eso de mantener un bajo perfil.

Los ojos de Alec estaban muy abiertos, su preocupación era bastante seria.

―Oye ―Intentó calmarlo su amiga―. Mientras mantengas tu rostro oculto no veo por qué debas preocuparte.

Ellos habían decidido tomar su almuerzo en los jardines de la escuela. Alec no podía negar que realmente era un hermoso día.

―Quizás, pero, ¿y qué pasa si pierdo mi mascara? En medio de una cacería no puedo preocuparme por eso.

Maia asintió.

―La pregunta es: ¿Qué tanto te perjudicaría que tu identidad se descubriera? No haces nada malo, sino todo lo contrario, Alec.

Alec bloqueó su teléfono, barrio con la mirada el jardín y a sus compañeros que conversaban y jugaban baloncesto sin ninguna preocupación, era como si ningún mal pudiera afectarles.

―El mundo de la Sombras ha estado siempre oculto por una razón; es demasiado peligroso para los humanos.

Maia agachó la mirada.

―Dímelo a mí.

Esta vez fue Alec el que levantó su rostro haciendo que el sol cerrara sus ojos.

―Pero este mundo es tan diferente. ―Comentó―. Es imposible mantener al genio dentro de la botella, el mundo de las sombras se ha desbordado sobre el mundo de los humanos. Cada vez hay más y más personas con la visión y eso no les causa daño, por el contrario, de cierto modo los mantiene a salvo.

―Eso no suena tan terrible.

―No, pero… No sé cómo tratar con ello, todo el tiempo lleva puesto un Glamour, se supone que no debe ser posible verme, pero evidentemente hay demasiadas personas capaces de pasar sobre él. ―Alec suspiró―. Es diferente a todo lo que me enseñaron.

Maia le observó intentando averiguar si ese último comentario se refería al tiempo que estuvo ausente. No le gustaba ser evasiva con Alec, pero mucho en la conducta de su amigo le indicaba que si preguntaba no recibiría una respuesta. Decidió esperar y ser paciente.

―Así que es por eso que usas esa mascara.

Alec asintió.

―Se supone que era solo como respaldo ―el chico hizo girar su teléfono sobre la mesa―. Claramente es todo lo que ha logrado mantenerme oculto.

Maia palmeó la espalda de su amigo.

―No debes preocuparte tanto, siempre has sido capaz de adaptarte. Desde niño has aprendido a aceptar lo que llega y lo has sobrellevado, quizás esto sea nuevo, pero será nuevo solo por un tiempo y tomarás lo mejor de ello como siempre lo haces.

Maia no se parecía en nada a Isabelle, pero las palabras que recién había pronunciado le hicieron recordar a aquel entrenamiento en donde Izzy le hizo usar su látigo, se había movido por instinto y realmente se había adaptado a él. Quizás Maia tenía razón, quizás las cosas estaban saliendo como debían.

Alec movió la cabeza y sonrió.

―Creo que tienes razón, de nada sirve preocuparme, solo daré mi mejor esfuerzo.

Las clases habían terminado más temprano de lo normal, si bien estas se habían reestablecido, el toque de queda seguía siendo el más estricto de la historia de Nueva York. Maia y Alec comenzaron a caminar juntos hacia la salida, ellos tomarían el subterráneo hasta el departamento que compartían Maia y Micah, Alec quería ver a Micah, se moría de ganas de pasar tiempo libre con sus amigos.

―Entretenimiento –le dijo Clary en sus recuerdos―. No podría dar mi máximo esfuerzo si solo cazara y cazara, pasar el tiempo con Simon me ha ayudado mucho.

Ellos habían ido a una tienda de Comics, habían quedado de niñeros de los pequeños Lightwood y sentían seriamente que era obligación de ambos nefilims enseñar a sus pequeños sobrinos lo más importante en el mundo de las historietas. Clary y Simon le habían invitado y podía recordar claramente ese gran día de tiempo fuera.

Los bellos recuerdos de la otra dimensión, la de cuento de hadas, le inundaban, en algunas ocasiones casi dolorosamente, eran un tesoro para él. Podía recordar los chistes de Simon, su cabello castaño y ojos verdes, y las amables palabras de Clary, así como sus ojos verdes y su cabello rojo, sabía que nunca la volvería a ver, aun así, su cariñosa personalidad le había enseñado mucho.

Seguía pensando en ese dúo mientras caminaban y un par de figuras se les interpusieron, no había amenaza alguna, aun así, Alec quedó por completo impactado.

― ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! ―Exclamó la niña frente a ambos―. Perdón, quisiera hablar con ustedes… Quisiera hablar contigo, esto es raro, nunca había hecho algo como esto, y la verdad no sé porque lo estoy haciendo. Pero quiero… Queremos mostrarte algo, lo hice yo, no es que sea importante, en realidad no lo es, pero en verdad necesito hablar contigo…

La niña se interrumpió al ver el rostro de Alec, ella miro atrás a su compañero para buscar apoyo, no era mucho mayor a ella, pero se notaba igual de ansioso.

― Oh, por Dios, lo lamento, lo lamento mucho, tu no me conoces… Es decir, no nos conoces. ―Ella se forzó a detenerse a sí misma para tomar un poco de compostura―. Él es Simon―, seriamente extendió su mano hacia Alec―. Y yo me llamo Clarissa, pero puedes llamarme Clary.


* * *


        Raphael no tuvo que hacer mucho, bastó con haber mandado un mensaje de fuego a Magnus para que este abriera un portal para él. Raphael cruzó calmadamente a través de él, en un segundo estaba en el lobby del hotel Dumort y al siguiente en las afueras del Instituto, con montañas de hielo alrededor, blancas puntas de pinos por la nieve y el resplandor siempre constante de las protecciones que Magnus nunca dejaba caer. Fue gracias a ellas que logró distinguir el paisaje de la noche oscura.

Camino a la entrada mirando hacia las múltiples luces de las viviendas bajo la colina, se podían observar acogedoras y tranquilas, como si la guerra de Valentine no había tocado este suelo nunca. Magnus estaba haciendo un excelente trabajo.

Su recibimiento fue como lo esperaba, Magnus y Tessa estaban en la entrada con su postura perfecta. Ambos le sonrieron.

―Finalmente ―Dijo Magnus palmeando gentilmente el brazo de Raphael, a su lado se miraba incluso más joven, Magnus sabía que no lo era, sabia su verdadera edad―. Espero hayas recapacitado y hayas decidido quedarte.

Tessa movió la cabeza.

―Discúlpalo, es imparable.

Ella abrazó al vampiro fraternalmente, Raphael era bueno con lo fraternal y Tessa siempre fue de sus personas favoritas.

―Vengo preparado, ahora él me dará un sermón sobre como soy un tonto por no quedarme aquí y después me invitará a cenar para seguir sutilmente con el mismo tema.

―Aguafiestas. ― dijo Magnus―. Ahora me saltare el sermón.

―Una pena para el mundo. ―Murmuró Tessa cruelmente.

Los tres caminaron hacia el comedor principal, no era una de esas cenas formales, pero si era concurrida. Pareciera que los habitantes del instituto iban en aumento, Magnus presentó a Raphael con Bat y Eleazar.

La cena fue amena, un conjunto de personas que habían sido desconocidas alguna vez, pero que ahora parecían una familia. Magnus había sido el único que no había sonreído durante la cena.

Raphael aprovechó la despedida para ir a la cama de los más jóvenes para dar al hijo de Tessa el obsequio que había traído para él.

―Tu madre dice que te gusta la música, pensé que esto sería difícil de encontrar aquí.

―Tenemos todo a nuestra disposición, aquí. ―Recalcó Magnus.

―Y, sin embargo ―Dijo el chico moviendo el reproductor que era su regalo con entusiasmo―. No se me había ocurrido conseguir algo así, gracias, Raphael.

―Un placer.

Todos se retiraron a sus habitaciones, una ventaja de vivir en este lugar con abundantes protecciones era eso; poder dormir.

Pero Raphael era una criatura nocturna y en algún momento de su existencia, Magnus se había convertido en una. Se dirigieron al estudio de Magnus para hablar.

―Cuéntame. ―Comenzó Magnus sentándose frente a su escritorio―. Dime cómo murió Catarina.

Raphael bajó la mirada.

―Lo lamento, no pude ayudarla.

La voz de Magnus fue dura.

―No te lamentes, no fue tu culpa, fue asesinada por los Cazadores de Sombras, y los haré pagar.

― ¿Cómo pretendes hacer eso?

Magnus rio, no con felicidad, era amargura lo que había en su rostro.

―Lo sabrás cuando el momento llegue.

Raphael que se había sentado relajadamente en una de las pesadas sillas frente a Magnus, se tensó al escucharlo.

―Magnus, no todos los Cazadores de Sombras son asesinos.

― ¿Estas abogando por esos malditos?

―Hay Cazadores de Sombras bajo tu techo.

―Es diferente, ellos son mi familia.

Raphael nunca dejó de creer en Dios, ahora necesitaba de su fe para no rendirse con Magnus y su odio.

― ¿Qué es lo que harás?

―Lo sabrás cuando suceda, no temas, ningún subterráneo saldrá herido.

Raphael movió sus manos con ansiedad.

―Nunca le he temido a nada, Magnus, me convertí demasiado joven como para conocer el miedo a la muerte, pero escucharte hablar así, realmente me asusta.

―Básicamente, pequeño, esa es la idea.

Raphael sacudió la cabeza.

―Bien, te contaré lo que ocurrió la noche en que Catarina murió, pero no lo haré para avivar tu odio, sino más para todo lo contrario. Necesito hablarte de alguien, porque quiero que esté a salvo de ti.

Magnus se inclinó hacia enfrente, las palabras de Raphael habían capturado su atención.

― ¿De que estas hablando?

―Quiero hablarte de alguien especial, un Cazador de Sombras. ―La voz de Raphael recobró fuerza inesperadamente, había esperanza en ella y en su rostro―. Quiero que conozcas a Alexander Lightwood.


Continuara...



@MayGraciela
Beta: @PitaGonzalezMe♥


♥ Gracias Por Leer ♥

Comentarios

  1. No soy la única que te extrañaba lo sé, pero tienes que entender que este mundo, en especial este de esperanzador mundo nos tiene en suspenso a todos los que te leemos, más porque del escenario más imposible, logras acomodar la personalidad de cada uno de los personajes, de formas que sólo tu lograr alcanzar

    Y sé qué haces MUCHAS cosas, siendo esposa, madre, empleada y teniéndote que hacer responsable de miles de detalles que solo quien tiene una familia entienden, recuerda que, desde este lado de las pantallas, tienes otra familia, te quiere, se preocupa, te admira, que te espera y tiene muchas, MUCHAS ganas de saber cómo se va desarrollando esta historia que con tanto cariño nos compartes desde tu corazón y tu cabeza para llegar a las nuestras.

    Sigue hermosa, adelante sigue teniendo más historias para darnos.

    Con amor:

    Pita.

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  2. Tu historia me encanta, actualiza pronto, ya quiero leer ese encuentro 😍😍😍

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  3. Muchas gracias por el capítulo estuvo genial, y lo espere tanto que no me parece sufriente, espero con la ansiedad a flor de piel el siguiente capitulo.
    No puedo dejar de pensar en ese encuentro 😍😍

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  4. Que buena actualización!!!! Un futuro encuentro, gracias por hacerlo ahora que la serie acaba, un abrazo!!! Esperare con ansias la nueva actualización

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  5. Muchas gracias por actualizar May 😭 gracias por seguir, por tomarte un tiempo y seguir con esta maravillosa historia que me encanta y me tiene en suspenso total, tanto tiempo esperando y como siempre valió la pena!! Ahora no puedo dejar de pensar en cómo será el primer encuentro Malec 😭😍😱

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  6. M A R A V I L L O S O! ❤️
    TE AMO ❤️
    EL ÚNICO FIC QUE ME PONE TAN NERVIOSA COMO LOS LIBROS ❤️
    LITERALMENTE GRITE SIIIII!!! CUANDO VI LA ACTUALIZACION 😂😂 MENOS MAL QUE ESTABA SOLA 😅
    ME QUEDARÉ ESPERANDO EL ENCUENTRO 😱
    MUCHO ❤️ PARA TI!

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  7. Dios estaba tan ansiosa por este capitulo y ahora lo estoy aun más, gracias por tan increíble historia.

    Espero la continuación pronto realmente grite de la emoción cuando vi la actualización :)

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  8. Sencillamente genial!!
    Quedo más ansiosa por el próximo, que se viene lo bueno ��.Muchísimas gracias por crear esta historia y compartirla con nosotras.

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  9. Geniaaa, como se te extrañó por aquí, miré cada mes para ver si actualizabas, me puse triste porque muchos autores se retiraron o se desaparecieron de repente, por problemas personales o tareas supongo, luego me preocupe porque pensé "todos somos humanos y deben estar ocupados tanto como yo (que sufro con parciales y tp grupales; los odio, por cierto) y ver que actualizaste me puso feliz �� especialmente porque estaba hippeada con este relato, que conste que estoy comentando esto sin leerlo porque la facu me tiene atrapada.

    Ojalá te haya ido bien estos meses, sea lo que sea haya causado tu ausencia; porque realmente busqué y no supe bien porque, aunque eso es cosa de cada uno; espero que se haya solucionado

    Cariños, pronto leeré este capítulo y seguro gritaré fangirlmente, rezando por Malec y no por ese shipp sangre sucia (?????) es una broma he, sin ánimos de ofensa jajajja

    ¡Éxitos!

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  10. Eres simplemente genial, adoro cada una de tus historias. Escribes tan magníficamente que atrapas desde las primeras lineas, ademas las tramas que creas son tan bien pensadas que realmente te atrapan no puedes dejar de leer. Te agradezco mucho que compartas tu talento, tu tiempo y trabajo tan generosamente con nosotros. Espero que tus compromisos te permitan actualizar en un futuro muy cercano. Te deseo lo mejor, haces feliz a muchas personas

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  11. Oh dios, Raphael ¡Cristiano de mi vida! Acabo de acabar el capítulo y me recorren escalofríos de emoción, sé que sonará egoísta pero... Por favor, esta vez no tardes, lloraré cuando Magnus lo conozca, lo juro y también, estoy segura, muy segura, que Alec va a cambiar ese corazón de hielo y hierro de Magnus, que el logrará que no odie a todos los cazadores de sombras, por más difícil que sea...

    Respecto a Micah, quizás no me haya gustado en su momento, es evidente que soy fan de Malec, pero pensándolo bien, es una persona leal, mucho, solo que está confundido, no tengo claro si le gusta o no Alec, siento que es más... Una atracción, un amor platónico, cuando él mencionó que estaban cada vez más cerca y que, de repente, Alec se alejó, cambió, me dio esa sensación. Pero bueno, admito que harían una linda pareja, solo que no veo la misma química que con Magnus, es... Jajaja aunque suene tonto... Mágico, distinto. No quiere decir que con Micah no sería bueno, no, sino que es distinto.

    Pero si, si Milec fuese real en el fic lo aceptaría, a fin de cuentas, si eso hace a Alec feliz y... Bueno, también pienso que, de cierta forma Alec avanza mucho, quizás con Micah no lo haría, la forma en que cambia Alec, para bien, es la de un Cazador y parece que Micah está muy extrañado con eso, quizás quiere defenderlo, pero todos sabemos que con Alec Lightwood es al revés jajjaj

    ¡Besos y éxitos!

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  12. Lo amo :,3 no tengo palabras en serio. Ya quiero que se conoscan TODOS. Clary y simon ahhhhh Magnus AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
    Voy a morir de la emocion
    Y esperare pacientemente como siempre. Nunca me fallas ❤ I love you

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  13. Solo quiero leer el momento en que se conozcan, por favor, dámelo y no pediré más 🙏 no lo dejes así

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  14. hola a pasado un tiempo no quiero molestar pero cada día desde hace meses revisó si hay alguna actualización, se que tienes tu vida y tus problemas, pero me cautivas te con esta historia y quiero verla hasta su final
    POR FAVOR, actualiza a di algo para no estar tan ansiosos esperando alguna respuesta de tu parte plissss 😢😭😭😓😥

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  15. Estamos todos igual, habrá alguna novedad? Voy entrando de tanto en tanto...😟

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  16. Danos un regalo de Navidad pliss actualiza serás nuestro idolo plissssss 😉🙂

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  17. Me encanta tu historia May, hace poco descubrí esta historia y no he podido parar de leerla, tu escritura es adictiva, adoro tu fic, sin embargo ya que vi que no has actualizado desde hace un tiempo, me preguntaba si ¿ibas a continuar con la historia o la has dejado? Siento si soy inoportuna, aun no conozco sobre ti y no se tu forma de trabajar. Sin mas que decir Saludos!!

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  18. porfavor no quiero molestar pero de verdad necesito saber si vas a continuar con esta historia ya es mucho tiempo y no tenemos noticias de ti, se que tienes tu vida y compromisos pero nosotros también y no es agradable esperar y esperar sin saber nada,
    de nuevo de pido una disculpa si te estoy molestando pero la incertidumbre es muy estresante.

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  19. dear se que estas muy ocupada con tu familia ,trabajo y realmente agredesco tu esfuerzo por crear estas hermosas historias me las e leido todas , pero realmente quiero saber si vas a continuar esta me estoy muriendo por una actualización

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  20. Hola, sigo tu historia desde hace unos días y me ha encantado. Te pido por favor que la sigas, estaré atenta a una nueva actualización. Me encantó esta dimensión ✨

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  21. hola me encanta tu historia te pido que la sigas por favor ya quiero ver la ecena donde magnus y alec se conocen

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  22. Hola espero que estés bien y quería ver si vas a continuar con la historia por favor

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  23. Hola, antes que nada espero que te encuentres bien, he leído tu historia y me ha fascinado y quería preguntarte si la vas a continua?, espero que si, porque me tiene muy atrapada

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  24. se cumple un año más desde la última vez que estuve por estos lares; Se te extraña mucho por aquí, regresa por favor, me encantaban tus fanfics!!!

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  25. Hola disculpa quería saber si ya no continuaste escribiendo sobre esta historia, me quede picada y ya no he visto publicaciones tuyas

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  26. Primero que nada muchas felicidades por ser tan buena escritora. Tienes un talento especial para poder tomar un mundo ya construido y transformarlo en algo nuevo y emocionalmente agregando tus propios personajes. Si as logrado emocionarme tanto como lo hice cuando leí los libros. Muchas gracias por eso. Solo para que sepas no pienso rendirme seguiré esperando a continúes está historia .amo todo de ella y también de tus otras historias de nuevo muchas gracias

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  27. Se que puede que no tengas mucho tiempo para continuar pero por favor no dejes de escribir. Esta historia es facinante al igual que tus otros trabajos. Espero y nos des una continuación pronto . Gradezco mucho el tiempo que te tomas para crear tan buenas historias

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