GUERRA FRIA III - Amigo
GUERRA FRIA
Capitulo III
Amigo
Isabelle caminaba de un
lado hacia el otro de la sala, sus manos se movían reflejando su enojo.
-¿Y dejaras esto así?
-Le dijo a su padre. -No pueden solo aparecer en nuestra casa, nuestros hijos
están aquí, tienen que ser castigados.
-¿No crees que han
tenido suficiente castigo? -Pregunto Alec que finalmente había vuelto a la
casa, Magnus estaba sentado sobre el brazo de uno de los sillones, su enojo pareció
no haber disminuido, sino todo lo contrario. Alec le miro brevemente pero no
pudo sostener su mirada. -¿Qué más podemos tomar de ellos?
-Las Hadas son
peligrosas, Alec, no puedes ser tan confiado, ellos pudieron…
-No tenían ninguna
intención de lastimarnos, o de lo contrario ellos no hubieran podido siquiera
acercarse.
-Eso es verdad, Izzy.
-Dijo Clary intentando calmar a Isabelle.
-¿Por qué están
haciendo esto? -Dijo La Cazadora de Sombras. -El pueblo de las hadas siempre ha
sido orgulloso. Venir a pedir ayuda es…
-Prueba de su
desesperación. Su gente está muriendo.
-¿Intentas protegerlos?
Es verdad que no fueron todos traidores, pero también es verdad que no hicieron
nada para detener a la Reina y sus planes.
-Después de todos estos
años sin la protección de Los Cazadores, su pueblo esta en agonía, ellos lo
saben. -Alec movio la cabeza como si intentara sacudir ideas de ella. -Sé que
estas enojada Izzy, por eso hablas así. Pero…
-No necesito tu postura
de Cónsul. -Dijo Isabelle. -Soy tu hermana.
-Hermana menor.
-Remarco Alec con una sonrisa dibujada en sus labios.
-Lo que digas,
-Isabelle respondió con otra sonrisa y subió las escaleras al parecer para
buscar a sus hijos.
Las despedidas llegaron
una a una, Jace y su familia fueron los últimos en irse de la casa
Lightwood-Bane.
-Te veo por la mañana,
-Dijo Jace a su parabatai antes de salir.
Magnus hizo un sonido
de disgusto y se alejó de la sala hacia su habitación. Max que había bajado
junto a Will para despedirse miro la reacción de su padre, Alec le miro con cierta
alarma pero Max pareció no tomarle mucha importancia, por lo menos eso
intentaba proyectarle a su padre Cazador. -Los acompañare afuera. -Dijo y salió
junto a la familia Herondale.
Los caballos estaban
siendo preparados por Jace, Will y Max conversaron aparte.
-¿Todo bien? -Pregunto
Will a su amigo.
-Parece que Malec está peleando.
-¿Es serio?
-No lo creo. -Dijo Max
-Aunque, nunca los había mirado así.
-Puedes venir y dormir
con nosotros. -Le ofreció Will emocionado. -Sera divertido.
Max rio. -Sin duda,
pero… No quiero irme, prefiero quedarme con ellos y saber que dejaran de estar
enojados.
-Tranquilo, -Dijo Will
golpeando amistosamente el brazo de Max. -Es Malec. -Dijo riendo por como Max llamaba a sus padres. -¿Qué tan
mal pueden estar?
Max intento devolver la
sonrisa, pero había algo en su pecho que en verdad le preocupaba, era un
sentimiento nuevo y no sabía cómo manejarlo.
-Claro, -Dijo el chico
no muy convencido.
*
* * * *
Alec y Max entraron a
la casa después de haber despedido a Los Herondales. Max observo como su padre
tomaba su portafolio y colocaba muchos papeles sobre la mesa de centro.
-¿No iras a dormir?
Alec le miro. -Necesito
revisar algunas cosas, no tardare mucho, pero tú debes ir a dormir ya.
-También tú, fue… un
largo día.
Alec le sonrió a su
hijo. -Iré en cuanto termine.
-¿Papá y tu están bien?
Alec le miro por un
poco mas de tiempo. -Max, no quiero que te preocupes por eso ¿Esta bien?
Max se acercó a su
padre, se arrodilló frente a él. Alec le miro afligido y conmovido, su mano
automáticamente fue al cabello del chico. Max se apoyó en las piernas de su
padre. -Es solo que nunca les había visto así, es bastante raro.
-Tanto como tu padre
como yo, estamos preocupados por muchas cosas, eso nos hace decir cosas que
muchas veces no queremos decir, Pero nada de lo que pase con nosotros tiene que
afectarte, porque no tiene que ver contigo.
-Pero lo hace. -Dijo
Max seguro. -Todo lo que tiene que ver con ustedes me afecta, -La voz de Max se
quebró. -Somos una familia, cualquier cosa que les dañe me daña a mí.
-Hey. -Le dijo su padre
y tomo su rostro entre sus manos. -Tu padre y yo nos amamos, y lo único que
amamos más que a nosotros eres tú. Max, estaremos bien, hemos pasado por cosas
peores. Estamos juntos porque queremos estarlo, porque no podríamos estar el
uno sin el otro. -Alec sonrió, una sonrisa que ilumino todo su rostro, tan real
como la esperanza que siempre habitaba en su corazón, creía en sus propias palabras.
-Tu familia es fuerte, Blueberry.
La sonrisa de Max llego
a sus ojos. -Me hare una camiseta con eso último.
Un par de carcajadas
llenaron toda la casa.
-Tengo la sensación de
que no estas bromeando. -Alec beso la frente de Max.
Max se levantó. -No lo
hago. -El chico recupero su vitalidad habitual y corrió hacia su habitación
sintiéndose completamente renovado y tranquilo.
Alec le observo con fascinación,
los cambios de humor en Max eran igual a los de Magnus. Lo amaba.
*
* * * *
Cuando Alec entro a su
habitación se encontró con Magnus sentado en uno de los costados de su cama,
mirando fijamente hacia sus propias manos, al parecer su enojo no se había ido.
-Pensé… -Dijo Alec
tímidamente. -Que estarías dormido ya.
Magnus no le miro. -Los
escuche reír.
-Sí, Max se hará una
camiseta con una interesante leyenda.
Magnus no rio.
-¿Te gustaría que te
preparara la ducha? -Dijo Alec.
-¿O quieres comer algo?
-Pregunto Alec.
El silencio de Magnus
fue demoledor, supuso que solo tenía que dejar de intentar, y se preguntó si
alguna vez, incluso después del tiempo juntos, Magnus dejaría de provocarle los
sentimientos de no saber qué hacer o cómo reaccionar ante su mal humor, pensó
que sin duda sería un inexperto en el amor toda su vida.
-O puedes solo seguir
sin hablarme, si eso te hace bien. -Murmuro Alec.
Magnus se levantó y
camino hacia su esposo, Alec busco sus ojos e intento encontrar algo que le
dijera lo que Magnus sentía, pero Magnus era centenario, imposible de descifrar
si se lo proponía.
Con movimientos lentos
Magnus llego a Alec y coloco su mano sobre su mejilla, sus ojos tristes y
preocupados. -Si algo llegara a pasarte. -Murmuro lentamente.
Alec se quedó sin voz
mientras sentía la mirada y la caricia de Magnus.
-Puedo protegerte de
todo. -Dijo el brujo, -Excepto de ti mismo.
Hubo enojo en la voz de
Alec. -Tienes que saber porque lo hago. -Dijo sin apartarse. Un reproche
desesperado -De sobre todas las personas, tú debes saber por qué.
-Se porque lo haces,
Alec. -Dijo con voz baja. -No pienses que no te conozco. Sé que lo que más
quieres es que nadie nunca tenga que luchar solo.
-Lo intento.
-Lo logras. -Corrigió
Magnus. -Cada día, al entrar en ese edificio, haces una gran diferencia.
-Para una minoría.
-Dijo Alec.
-Una minoría que cambio,
y a su vez cambia las cosas a su alrededor, eres un detonante poderoso, ¿Cómo
no logras verlo?
Alec se quedó sin saber
que decir.
-Nunca había visto
esto. -Dijo Magnus reflexivo. -En 400 años Alec, nunca vi la oportunidad real
de que los Nefilim y subterráneos se viesen entre ellos como iguales.
-Los Cazadores de
Sombras necesitan a los Subterráneos y los subterráneos a los Cazadores de
Sombras. -Dijo Alec sencillamente. -Es simple.
Magnus rio ligeramente.
-Para ti. -El brujo movió el cabello de Alec para apartarlo de sus ojos
preocupados. -Siempre único Alexander Gideon.
-Tu eres único.
-Lo soy. -Concordó
Magnus riendo -Y porque lo he sido durante mucho tiempo, se identificar lo
extraordinario cuando lo veo. -Magnus se movió lentamente, sus labios no fueron
a los de Alec, el brujo se movió directamente hacia el cuello del Cazador, en
donde su boca hizo que el cuerpo de Alec vibrara, Alec arrojo sus manos hacia
Magnus disfrutando de su cuerpo y sus labios sobre su garganta.
-Magnus. -Murmuro Alec.
-Y este soy yo
disculpándome. -Susurro el brujo en el oído de Alec.
-También yo. -Dijo Alec
y dejo que Magnus lo guiara hacia su cama y sobre ella.
*
* * * *
-¿Por qué tanto
misterio? -Pregunto Nathan a Vladimir mientras le seguía hacia los terrenos
arbolados del castillo. -¿Es realmente necesario caminar tanto para esta lección?
-Me temo que sí, príncipe.
Nathan guio su mirada
al cielo, el tono purpura de la mágica defensa que rodeaba su hogar hacia
parecer a la noche más clara de lo que realmente era, era hermoso y triste a la
vez. -Sera la última clase ¿Cierto? No me molesta tu compañía, pero es tarde
para seguir en la escuela.
-Necesitaba la
oscuridad para esta lección. -Dijo Vladimir quien había sido desde su
nacimiento su guardián y maestro, llegaron a un terreno más despejado.
Nathan se adelantó a él
y noto las marcas en el suelo. -¿Qué son? -Pregunto.
-Marcas de
entrenamiento. -Dijo el Hada mientras caminaba hacia un tronco hueco a la
horilla del terreno. -Se usan para dirigir los movimientos.
-¿Marcas de
entrenamiento? ¿Entrenamiento de qué? -Nathan dirigió su mirada a Vladimir
cuando este introdujo su mano al tronco para después sacar una espada de ahí.
-¿Qué es eso? -Pregunto Nathan.
Vladimir volvió con el
joven y le extendió la espada. -Se llama Anael.
-Anael. -Repitió Nathan
sencillamente al mismo tiempo que tomaba la espada. Esta se ilumino de
inmediato y Nathan le dejo caer por la impresión de lo inesperado.
-Primera regla. -Dijo
Vladimir tomando a Anael del suelo. -Nunca sueltes tu arma.
-¿Qué se supone que
haces? -Cuestiono Nath. -¿Ahora me enseñaras a luchar como un Cazador de
Sombras?
Vladimir le ofreció la
espada nuevamente, esta vez, Nath no la tomo. -¿Qué haces? -Cuestiono
nuevamente el chico.
-Necesitas saber
defenderte. -Dijo Vladimir. -Vivimos en un mundo peligroso, no es correcto que
no tengas ningún entrenamiento en batalla.
-Mi madre no lo
considera necesario.
-Tu madre no siempre
piensa en lo más conveniente para ti.
El rostro de Nathan
cambio -¿Que has dicho? -Estaba furioso. -¿Qué se supone que eso significa?
-Significa solo lo que
dije. -Evadió Vladimir. -Las madres suelen ser siempre sobreprotectoras, la
tuya no es una excepción, pero eso no significa que debas estar expuesto.
Nathan acepto la
respuesta de Vladimir. -Hay un ejército cuidando de mí. -Dijo -¿En verdad crees
que necesito saber cómo se asesina?
-Si.
Nathan noto la seriedad
en su maestro. -Nunca he tomado una espada, nunca he siquiera querido tomar
una, tampoco asesinar a nadie, espero continuar así.
-También lo quiero.
-Dijo Vladimir, -Espero con todas mis fuerzas que nunca necesites defenderte,
pero también quiero que, si alguna vez lo requieras, estés listo. -Vladimir
insistió una vez más con Anael.
Antes de que Nath la
tomara resignado, los sentidos de ambas hadas se encendieron al escuchar hojas
moviéndose detrás de la línea oscura de árboles.
-Debe ser Blanco. -Dijo
Nath. -Nunca se queda si me alejo.
Vladimir puso con
ansiedad la espada en la mano de Nathan. -Quiero que vuelvas al castillo, sin
detenerte ni mirar atrás, lo más rápido que tus piernas te dejen ¿Entendiste?
-¿Qué pasa?
-Nos han invadido.
-Eso es imposible.
-Vete, Nath. -Vladimir
se apodero de una espada casi tan larga como él mismo que había estado colgando
de su espalda. -VETE, CORRE.
Nathan corrió hacia la
dirección contraria de los ruidos desconocidos, se adentró rápido de nuevo en
el bosque, la espada le ayudaba ahora para iluminar su camino, necesitaba
llegar a las cercanía del castillo y alertar a los guardias para que ayudaran a
Vladimir, sus pensamientos cambiaron con mucha velocidad cuando algo choco con
su rostro, algo tan rápido que ni con su vista superada de Cazador de Sombras
pudo ver con suficiente anticipación para esquivarlo, el golpe le hizo caer
brutalmente al suelo, la cabeza le pulso y su rostro se sentía mojado, llevo su
mano hacia el dolor y al verificar esta estaba cubierta en sangre, la herida
estaba al parecer en su boca. Antes de que lograra recuperar el aliento,
alguien lo tomo salvajemente del cuello.
-Eso fue fácil, -Dijo
el extraño. -Tu vienes con nosotros.
Nathan recordó a Anael
pero antes de que siquiera lograra moverla el hada que lo mantenía sujeto, se apodero
de ella con mucha facilidad.
-Ni siquiera lo
pienses, niño. -Dijo el Hada. -No intentes nada al menos que quieras morirte.
-El hada tiro a Nathan al suelo haciendo que este golpeara su cabeza con una
enorme roca.
-Vas a matarlo. -Dijo
una voz de mujer. -Ten más cuidado.
El hada bufo. -¿No es
ese el punto?
Nathan intento
incorporarse, pero el golpe en su cabeza le había aturdido más de lo que
pensaba, cayó sobre sus rodillas y manos, escuchaba a sus atacantes sin mucha
atención, un par de susurros a la lejanía, al parecer ellos también le habían
perdido interés, al parecer sentían que no podía hacer mucho para defenderse y
le fue imposible no pensar en Vladimir. Quiero
que estés listo. Le había dicho y se odio a si mismo por no haberlo estado.
Enfureció y antes de que intentara la absurda idea de enfrentarse a sus captores,
su atención fue robada por el movimiento frente a él. Sus ojos se agrandaron al
ver a Blanco, en silencio por detrás de un par de árboles enorme con troncos vultuosos.
La conversación de la
Hadas se volvió aún más lejana, toda su atención estaba en Blanco en su única
esperanza de escape. Nathan se concentró y usando su poder de Hada logro
comunicar a su caballo el momento exacto en que tenía que acercarse. Fue una
sincronía perfecta y antes de que cualquiera de las Hadas lograra darse cuenta,
Nathan corrió y salto para que Blanco encontrara su lugar debajo de él. El
caballo troto por el viento sin ninguna traba, Nathan se sujetó tanto como pudo
mientras escuchaba el asombro y la furia de quienes dejaba atrás.
-¡No! -Escucho a la
chica gritar, un segundo después algo punzo en su brazo, Nathan miro a la
flecha que había logrado una herida pero que no se había enterrado en su brazo.
Nath se aferró aún más a blanco y en una mirada rápida hacia abajo distinguió
al hada con su ballesta apuntando en su dirección, Blanco y Nathan se
encontraban ya a suficiente distancia como para que el hada desistiera de
enviar una flecha más en su dirección.
El suelo se fue
acercando a él en una visión borrosa, al llegar una ola de hadas le tomaron y
ayudaron a bajar de Blanco. -Vladimir. -Dijo Nathan. -Necesita ayuda.
-Está herido, príncipe.
-Dijo un anciano del consejo. -Necesitamos llevarle dentro.
-Vladimir. -Repitió
Nath débilmente. -Tienen que ayudarlo.
-Usted es quien
necesita ayuda. -El cuerpo de Nathan estaba siendo llevado hacia el interior
del castillo pese a sus inútiles esfuerzos de resistirse.
-No, no, Vladimir.
-Aquí. -Escucho y giro
su cabeza, Vladimir se acercó a enormes zancadas a él y tomo el lugar de quien
le llevaba. -Te dije que corrieras. -Murmuro mientras revisaba con su vista las
heridas de Nath.
-Lo intente. -Dijo
Nathan antes de cerrar sus ojos.
*
* * * *
Magnus despertó con la
frialdad de la mañana, extendió su mano para buscar el calor del cuerpo a su
costado, se encontró con su cama vacía. Al ver por la ventana podía notar el
azul tenue del día un no nacido. Se levantó y busco a Alec. Le encontró en la
sala de la casa, sentado y reflexivo en uno de los sofás.
-¿Qué haces despierto?
-Pregunto el brujo. -Y vestido, -Agrego al ver la ropa del Cazador. -Estoy seguro
que me deshice de todo eso anoche. -Magnus busco los labios de Alec.
Alec le beso, pero no
había entrega en sus labios. -¿Qué pasa? -Pregunto el brujo.
-Hubo una lucha. -Dijo
Alec. -En territorio de hada, anoche la rebelión intento secuestrar al hijo de
La Reina.
-Intentan demostrarte
su lealtad.
-Secuestrar a un niño
no demuestra absolutamente nada.
-Eso es cierto solo en
perspectiva, cariño.
Alec entendió
perfectamente a lo que Magnus se refería. -No obtuvieron éxito. -Dijo Alec.
-Pero…
-¿Pero?
-Los rumores son
ciertos, Magnus. El hijo de La Reina es un Cazador de Sombras.
-¿Cómo podrían saber
eso?
-Lo vieron tomando una
espada seráfica, la vieron iluminarse en su mano.
-Eso parece una prueba
bastante contundente.
Alec dejo que su cuerpo
cayera sin fuerza sobre el sillón. -¿Cómo se supone que se lo dire a Clary? O
Jocelyn.
Magnus tomo un lugar a
lado de Alec. -Díselo a Clary y que ella se lo diga a su madre.
La idea era buena y
Alec la tomaría. Alec se miró pensativo, su brazo codo a codo con el de Magnus.
-¿Crees que sea igual a él?
-¿Igual a él?
-Peligroso.
Magnus inclino su
cabeza dejando que descansara sobre el hombro de Alec. -No sirve de nada que
pienses en eso ahora, mi amor.
-Eso creo.
Magnus entrelazo sus
dedos con los de Alec. -¿Cómo es que te enteraste tan pronto? Por cierto.
-Edrian no es tan
ineficiente como crees.
Alec sintió el cuerpo
de Magnus tensarse. -Su ineficiencia es el menor de sus problemas.
-¿Cuál es tu…?
-No quiero hablar de
ese sujeto, -Demando Magnus, -Fue una noche perfecta y no merece ser arruinada.
-¿No crees que las
noticias la arruinaron ya?
Magnus se levantó sin
soltar a Alec. -Eso depende de ti. -Le susurró al oído mientras le guiaba de
nuevo a la habitación.
*
* * * *
-¿Lo lastimaron?
-Pregunto la reina fríamente.
-No, su majestad, tiene
golpes en su rostro, pero puedo hacer que desaparezcan en unas horas.
-No lo hagas. -Le dijo
la Reina a Vladimir quien no oculto su asombro. -Mi hijo sale cada día para ver
a sus amigos, déjalo ir, que observen sus heridas.
-¿Por qué necesita de
eso, majestad?
-No necesitas estar
enterado de eso, Vladimir, has lo que digo.
Vladimir salió de la
sala del trono.
*
* * * *
-Tuviste tantos
problemas como yo para que te dejaran venir? -Pregunto Will, él y Max se
encontraban sentados a la horilla del lago, Will comía una manzana y Max jugaba
sin mucho interés con una vara que había encontrado, haciendo figuras y
símbolos en la arena.
-Solo un poco. -Dijo el
chico. -Anoche paso algo.
-¿Tus papas están bien?
-Si. -Dijo Max rodando
los ojos al cielo, -De luna de miel, de nuevo.
-Te dije que no tenías
por qué preocuparte.
-Supongo, aun así, se
sentía diferente.
-Entonces ¿Qué ocurrió?
-Los escuche hablando
sobre un ataque que ocurrió anoche. Las hadas intentaron secuestrar al hijo de
La Reina.
-Las hadas están siendo
bastante estúpidas últimamente.
-Están desesperadas y
son jóvenes, no tienen la sabiduría ni la paciencia que debieran, aún.
-¿Sera esa una excusa?
-Escucha, Will. -Max se
acercó a su primo y mejor amigo. Nunca había guardado secretos a William y no
empezaría hoy. -Mis padres hablaron del hijo de la Reina, ellos dijeron que era
un Cazador de Sombras y que le dirían a tu madre y abuela.
Will tomo la
información tranquilamente. -Ese hijo es también hijo de Jonathan Morgenstern
¿Cierto?
Max asintió lentamente.
-Tenemos otro primo.
-Dijo Will sin emoción. -¿Crees que mi tío se lo dirá a mamá pronto?
-Probablemente ya lo
haya hecho.
Will tallo su rostro. -¿Qué
posibilidades hay de que… ¿Ya sabes… Sea bueno?
-La maldad no está en
la sangre. -Dijo Max pensativo. -Pero, no creo que La Reina sea una de las
mejores influencias.
Will movió su cabeza,
buscando en distintas direcciones. -Quisiera que Nath viniera.
-También yo. -Dijo Max.
-Pero parece que eso no pasara hoy. Regresemos, tal vez nuestros padres quieran
hablar con nosotros.
-Está bien. -Dijo Will
y se levantó. Ambos chicos miraron hacia al cielo cuando escucharon el ahora conoció
aleteo de las enormes alas de Blanco. -Es Nath. -Dijo el niño entusiasmado.
Nathan bajo de su amigo
corcel y le dejo libre para que recuperara energía.
-Hola. -Dijo el chico
cuando se acercó. -Blanco se adentro al bosque al parecer para alimentarse.
-Creímos que no
vendrías… ¡¿Qué te paso en la cara?! -Pregunto Max llegando a él.
Nathan sabía que no
podía cubrir sus heridas y a pesar de que podía, no quería mentirles a Max y
Will, había tardado gran parte del día considerando el ir a verles, al final
pudo más su necesidad de verles y hablar con ellos, sus únicos amigos. Nathan
siempre había sido un chico seguro, sin temor a las palabras y sin problemas
para usarlas, ahora eso era muy diferente.
-Um, no es nada.
-Se llama contusión.
-Dijo Will. -Me he hecho algunas de esas.
-¿Qué paso? -Pregunto
Max sin perder la objetividad.
-Nada, en verdad, um,
me caí.
-Mentira. -Dijo Max,
sus ojos azules feroces mirando a Nathan.
Will rio. -¿Sabes que
eso es imposible? ¿Cierto? Nath es una Hada, no puede mentir.
-Puede y lo está
haciendo. -Max levanto su mano para tocar el rostro de Nathan, en unos segundos
sus heridas comenzaron a desaparecer. -¿Qué paso? -Repitió el muchacho molesto.
Nathan estaba más que
cualquier cosa conmovido por la ayuda de Max. -¿Estás enojado? -Dijo riendo
débilmente. -Nunca te había mirado así. Es un poco sexi.
Will dejo salir una
carcajada. -No sabes en lo que te estas metiendo, Nath.
Nathan era dos años
mayor que Max, sin embargo, Max tenía ya su estatura, sus ojos estaban
alineados.
-Dime la verdad. -Pidió
Max. -Por favor. -había algo en su petición que hizo a Nath temer, como si le
pidiera más que una explicación acerca de una caída.
Tal vez era tiempo,
pensó Nathan, de decirle a sus mejores amigos la verdad sobre sí mismo, de
decirle a Will que eran familia de sangre, de confesarle a Max su origen, teniendo
a Max frente a él fue sencillo pensarlo, sus brillantes ojos azules le miraban
y por un momento se imaginó una mala reacción del brujo, se imaginó no teniendo
la mirada de Max sobre él. No se arriesgaría, no si el riesgo era perderlo.
-Sabes que no puedo
mentir. -Dijo Nath débilmente. Sin seguridad. Avergonzado de sí mismo por
abandonar su oportunidad de confesar y de dejar de mentirles a ambos, a Max.
Algo en el pecho de Max
exploto, ira, resentimiento, traición. Bajo su mano del rostro de Nath y se
alejó firmemente de él. -Te pareces a ella. -Dijo el brujo fríamente. -A mi tía
Clarissa Herondale, nacida Fairchild.
Nath titubeo una vez
más. -No te entiendo.
-Yo tampoco. -Dijo Will
a lado de Max. -¿Qué está pasando? ¿por qué estas así?
Max miro a Will, y hubo
algo en su mirada, años de familiaridad de ser inseparables, le dijeron a Will
lo que ocurría.
-¿No estarás pensando?
Es decir, ¿Qué posibilidades hay?
-Muy pocas. -Concordó
Max, miro a Nathan desafiante. -Pero la Reina es una maestra de la
manipulación, ¿No es así? ¿Cuál es tu misión? ¿Sacarnos información? ¿Herirnos?
Y todo fue claro para
Nathan. Max de alguna manera se había enterado de quien era. -Escucha… Sé que…
-Nos mentiste.
-No. Es decir, no podía
decirles la verdad, al principio no era importante, después cuando supe quiénes
eran, no me atreví, pensé que…
-¿Nos podrías engañar?
-Max resoplo con cansancio, herido. -Se supone que éramos amigos, hemos estado
viéndonos durante dos años, te he dicho cosas que nunca le he dicho a nadie, si
eso no gano tu confianza significa que nunca la quisiste, que La Reina te envió
con un propósito.
-No. Ella no sabe de
ustedes.
-Si eres su hijo. -Dijo
Will. -Ella sabe de nosotros.
-¿Qué le has dicho? -Exigió
Max. -¿Intentara lastimar a mi padre?
Nath se sintió
aturdido. -¿Por qué quisiera ella lastimar a tu padre?
A Max le fue imposible
no notar la sinceridad en su pregunta. ¿Acaso Nathan estaba diciendo la verdad?
Max abrió la boca para
responder, pero fue interrumpido.
-La Reina no se acercará
al Cónsul. -Dijo una voz de mujer desde los árboles. Ella y su acompañante salieron
desde las sombras para mostrarse, eran dos hadas, hombre y mujer, con armaduras
y ambos portaban espadas y ballestas. -No lo permitiremos.
-Ustedes. -Dijo Nathan
al reconocer a quienes le habían atacado la noche anterior.
-No puedo creer que La
Reina nos haya hecho este favor, enviarte aquí sin protección. Muy fácil.
-Yurem dio un paso hacia Nath y fue detenido por una flecha que fue
salvajemente incrustada en la arena a sus pies, a centímetros de él.
-No sé quién eres.
-Dijo Max con su arco levantado. -Pero no te le acercaras.
*
* * * *
Los labios de Magnus
corrieron de los de Alec hacia su mandíbula hasta llegar a su cuello. Alec
inclino su cabeza dando mayor acceso al brujo, envueltos el uno del otro sobre
el sillón de su casa, había documentos sobre la mesa. Fotografías de niños de
todas las especies, uno de los proyectos más importantes de Alec.
Alec abrió sus ojos por
un momento. -Se supone que debo terminar esto. -Dijo susurrando a Magnus quien
pareció no haber escuchado ninguna palabra. El brujo desato dos botones de la
camisa de su esposo. -Por favor. -Pidió Alec débilmente.
Magnus rio un poco por
la no muy convencida forma de pedirle que se detuviera. El Cazador de Sombras
corrió sus manos por la espalda y pecho de Magnus desnudos, acariciando su piel
y sintiendo sus formas perfectas. Sus labios recorrieron por su clavícula hasta
toparse con la cadena que Magnus llevaba hacia un par de meses, de la cual
colgaba un topacio azul. Sus labios se las arreglaron para seguir probando la
piel del brujo hasta que no pudo más.
Magnus se había
levantado en un movimiento rápido dejando a Alec respirando fuertemente. -¿Qué
haces? -Pregunto. -Vuelve.
Magnus giro a su esposo
y Alec noto el topacio azul sobre su piel desnuda, brillaba radiante, como
teniendo vida propia, su brillo subía y bajaba sin control. -¿Qué es eso?
Había ansiedad en el
rostro de Magnus, algo bastante raro en su persona. -He estado buscando la
manera de contártelo, una manera en la que no suene terriblemente mal.
-¿Magnus?
El brujo tomo la piedra
azul encerrándola en su puño. -¿Recuerdas el colgante de tu hermana? ¿El que
advierte de la presencia de demonios?
Alec movió su cabeza
lentamente.
Magnus aparto la mano
del topacio azul aun brillando. -Fue mucho trabajo. -Dijo Magnus. -Pero
encontré una manera de saber de Max cuando no esté cerca.
Alec se quedo mirando a
su esposo, a la piedra y lentamente encontró su voz -¿Te dice… cuando Max está
en problemas? -Lo dijo dudando si era la pregunta correcta.
-Esta enlazado con sus
emociones. -Dijo Magnus. -Una persona suele alterarse cuando está en peligro.
Alec se quedó mirando
la piedra azul por unos segundos más.
-Mira, sé que es un
nivel superior de “Padre Acosador” pero…
-Es perfecto. -Dijo Alec
y Magnus le miro sorprendido. -Si hay una o cien maneras más de mantenerlo a
salvo, -Dijo Alec sólidamente. -Las tomare, todas y cada una de ellas.
Magnus se acercó a su
amado, coloco sus manos a ambos lados de su rostro. -Te daré cuantas encuentre.
-Lo sé. -Alec movió su
cabeza. -Ahora debemos rastrearlo.
Magnus dio un paso
atrás, en un segundo estaba vestido con una radiante camisa roja bajo un saco
negro con incrustaciones de piedras en el mismo color. -Una ventaja más de mi
artilugio -Dijo Magnus tomando la piedra de nuevo en su mano.
-Y un punto más para
los “Padres Acosadores”.
Magnus cerro los ojos
concentrándose en Max, con la luz azul saliendo de entre sus dedos. Con una
intensidad cada vez mayor.
*
* * * *
No
te le acercaras.
Había dicho Max con firmeza
haciendo que Yurem y Leah pensaran en dar el siguiente movimiento.
-Niños, -Dijo Yurem.
-No se metan en esto, son asuntos de guerra.
-¿Es una broma? -Dijo
Will.
-Solo manténganse
quietos. -Sugirió Leah.
Yurem dio un paso más
hacia Nathan y se detuvo al escuchar la cuerda del arco de Max tensarse con
mucha más fuerza. -No te lo diré de nuevo, Aléjate de él. -Max busco el rostro
de Nathan. -Nathan detrás nuestro.
Nath no se movió.
-Deprisa, colócate
detrás nuestro.
Nathan dirigió su
preocupada mirada hacia Yurem y Leah. -¿Si voy con ustedes? -Pregunto. -No les
lastimaran ¿Cierto?
Yurem rio con triunfo.
-Nos iremos y les dejaremos tranquilos.
Nathan acepto eso y dio
un paso al frente.
-¡Que estupidez! -Dijo
Max. -No es como si pudieran dañarnos, aunque quisieran.
-Solo mantente alejado.
-Pidió Nathan y se acercó más a las Hadas.
-¡Confía en él! -Grito
Will. -¡Max puede protegernos! ¡no tienes que ir con ellos!
Eso hizo que Nathan
buscara el rostro de Max, su arco aun levantado y su mirada le pedía
exactamente eso Confía en mí.
Le tomo un segundo
tomar su decisión. Yurem se movió intentando sujetar a Nathan cuando este
corrió hacia la dirección contraria, hacia Max.
Yurem logro esquivar
muy apenas la flecha que Max había liberado, girando hacia un lado por la
arena. El hada miro a los tres niños. -Es gracioso. -Dijo con burla. -Con
tantas ínfulas de poder, y fallaste, no puedes proteger a nadie.
-Es gracioso.
-Respondió Max. -Que pienses que falle.
-Basta de juegos. -Exigió
Leah.
-Estoy de acuerdo.
-Dijo una voz profunda, desconocida hasta el momento.
Nathan maldijo en voz
baja, antes de que Max le preguntara, un hada más apareció desde las alturas,
montaba un caballo como Blanco, imponente y hermoso, pero con pelaje negro,
lucia aterrador y peligroso, el hada portaba una armadura brillante en un color
oscuro que cambiaba de tonalidad sin poder identificar exactamente el color de
ella. Su cabello largo hasta la cintura dorado como el oro mismo, sus orejas en
punta tenían marcas, como tatuajes que aparecían en pequeña medida en ellas
hasta hacerse más prominentes en su mejilla y cuello, tatuajes de flores y
hojas, sus ojos eran verdes, no como los de Nathan sino un verde oscuro, sin
brillo, y mirada enojada.
-Gwyllion. -Murmuro
Nathan tenso.
-¿Quién? -Pregunto Max
en voz baja.
-Comandante de la
guardia real. -Dijo Max -Y mano derecha de mi madre.
-Guardia Real. -Repitió
Will. -Eso es bueno ¿Cierto? ¿Está aquí para protegerte?
Nathan no respondió, su
mirada se hizo severa, algo no estaba bien, pase lo que pase Max solo tenía una
idea certera, Proteger a Will y Nath.
-¿Qué quieres aquí,
Gwyllion? -Pregunto Nathan.
Gwyllion ignoro al
chico y camino hacia Yurem. -¡Detente! -Exigió Nathan, pero no lo hizo. El hada
siguió su paso firme hacia el otro hada. -Te di una orden, ¡detente ahora!
El hada finalmente se detuvo,
pero solo para sonreír escalofriantemente hacia el chico y continuar su camino.
Nathan enfureció. -¡Soy
tu príncipe! ¡Detente ahora! ¡Te lo ordeno!
Gwyllion giro
salvajemente hacia Nathan. -Ningún media
sangre me dará ordenes, Ningún media
sangre será mi príncipe ¡Nunca! -El hada se movió hacia Yurem con mayor
velocidad, su espada se alzó sobre él y antes de que esta llegara a su objetivo
dos flechas chocaron contra la espada haciendo que esta saliera de su
trayectoria, de manera muy conveniente para la vida de Yurem. Una de las
flechas era de Max, la otra era de su padre, Alexander Lightwood quien había
aparecido junto a su otro padre, el brujo Magnus Bane. Ambos al frente de un
grupo pequeño de Cazadores de Sombras. Edrian estaba al lado de Alec como era
costumbre, con su espada lista para luchar en su nombre.
-Asesinar rompe los
acuerdos. -Dijo el Cónsul bajando su arco. -Incluso si lo haces con uno de los
tuyos.
Gwyllion se enderezo
como si le llenara de orgullo el haber provocado que este pequeño ejército
estuviera ahí por él. -Un traidor, no es considerado de los nuestros. -Dijo
sonriendo.
-¿Qué haces en
territorio Nefilim? -Pregunto Magnus.
La sonrisa de Gwyllion
se extendió dejando ver sus dientes. -Estoy de cacería.
Eso era verdad. Pensó
Alec, el problema era lo que había venido a cazar. -¿Estas confesando que has
intentado asesinar?
-En lo absoluto. -Dijo
el hada. -No lo confieso.
Alec había intentado
encontrar una manera de hacer arrestar a Gwyllion, el hada era astuto.
-Te marcharas entonces,
-Exigió Alec. -Si se te vuelve a ver en este territorio se te arrestara en ese
instante.
-¿Bajo qué cargo?
Ahora Alec rio.
-Desobediencia.
El rostro de Gwyllion
cambio a furia, era territorio Nefilim y lo que el cónsul ordenaba se hacía
cumplir. Pero era un Hada y no se iría de ahí sin cumplir su cometido. Su
caballo inesperadamente se movió como una sombra, relinchando tomo por sorpresa
al hada al ver al imponente animal parado frente a ella sobre sus dos patas
traseras, el caballo tomo en su hocico la mano de Leah antes de que cualquiera
de los presentes pudiera hacer cualquier cosa para evitarlo, despego feroz
llevando a Leah dolorosamente con él.
Edrian levanto su
espada y la coloco en el cuello de Gwyllion. -¿Qué intentas? ¡Libérale!
El hada no hizo ningún
movimiento, no había un rastro de duda o temor en sus ojos. -Es un animal
salvaje. -Dijo irritadamente tranquilo. -No tengo poder sobre él.
Edrian tuvo que tragar
las ganas de cortar su garganta, el cazador miro a Alec. -Le llevara a
territorio de hada. -Dijo.
-Para asesinarla.
-Concordó Alec el cual miro a su esposo. -¿Magnus?
Las manos de Magnus
estaban envueltas en azul. -Están ya muy lejos. -Dijo. -Aun si mi magia les
alcanzara, no puedo hacer mucho si no veo lo que hago. -El brujo se miró
frustrado. -Lo siento.
-Debemos acercarnos
entonces. -Max despertó la atención de sus padres, el chico dio un par de pasos
al frente.
-¡No! -Gritaron a coro
Nath y Will antes de que el brujo corriera un par de metros por la arena antes
de envolver su cuerpo en magia y despegar del suelo para intentar salvar a
Leah.
La respiración de Alec
se cortó, y su mirada chocó con la de Magnus que lucía igualmente impactado. -¿Lo
sabias? -Pregunto el cazador.
-¿Qué nuestro hijo
vuela? -Dijo con ojos desorbitados. -No, en realidad nunca le pregunte, no me
imagine que tenía que hacerlo, así que no, no lo sabía.
Max se concentró en su
velocidad para alcanzar al caballo negro, una vez que lo tuvo a su alcance, le
disparo un rayo de energía azul que pego a un costado de su ojo derecho, el
caballo se movió violentamente provocando que el brazo de Leah se liberara de
su mordida. Ahora Max siguió al hada que caía a gran velocidad, la sujeto por cómo
le fue posible de ambos brazos, ahora su objetivo era llegar al suelo sin demasiada
velocidad.
Magnus y Alec
observaban las alturas aun sin poder creer en lo que había ocurrido, tanto el
caballo como la hada y su hijo Max lucían como un grupo de manchas muy lejanas
en el cielo.
-No lo lograra. -Dijo
Will preocupado, Nathan le dedico una mirada de horror e incomprensión. -Esa
velocidad, la lejanía, el rayo y llevar a alguien más grande que él. -Dijo el
chico aclarando su punto. -Es demasiado.
Antes de que Alec
pudiera preguntar a que se refería. El colgante en el cuello de Magnus brillo
solo para inmediatamente después dar la apariencia de estarse extinguiendo.
Alec lo miro sin poder hablar.
-Su energía esta por
agotarse. -Le confirmo su terror Magnus.
Nathan no espero más,
coloco dos dedos sobre su boca y silbo con mucha fuerza, bastaron unos segundos
para que Blanco saliera de entre los árboles en dirección hacia Max y Leah.
-¡Ayúdalo! -Le grito
Nathan a su corcel. -Blanco, por favor, ¡ayúdalo!
Leah miraba hacia el
suelo y después hacia Max que la tenía sujeta. -¡Tienes que desacelerar! -Le
grito entre el ruido del aire cruzando entre ellos.
-¡Lo intento! -Dijo Max
con voz débil, estaba al límite de su poder y no podía dejar de caer junto al
hada. -Mi energía se acabó. -Dijo. -Intentare llevarte hacia los árboles, lo
siento, quisiera poder hacer más.
Leah le sonrió. -Has
hecho todo. -Le dijo sabiendo que la había salvado de una cruel muerte a manos
de la reina, si la hubieran hecho elegir, morir de la forma en la que estaba a
punto de hacerlo, era una mejor forma de hacerlo. Morir en compañía de este
pequeño noble que había arriesgado su propia vida por la de ella. -Quisiera que
no lo hubieras hecho. -Le dijo al chico. -Lo siento.
Max no logro
responderle, ya que observo a Blanco justo a su lado, Max le tomo tan rápido
como le fue posible de la rienda y le monto asegurándose de que Leah lo hiciera
también, ahora ambos estaban sobre el caballo y en camino a tierra firme con
seguridad.
Los casquillos de
Blanco tocaron la arena, Alec y Magnus se abalanzaron hacia su hijo tomándolo
entre sus brazos, Magnus comenzó a pasar parte de su energía al cuerpo de Max
mientras que Alec le verificaba por posibles heridas hechas.
Edrian y el resto de
los Cazadores se unieron a ellos prestando ayuda a Leah y resguardando a Will y
Nathan, Gwyllion no espero a que las cosas iniciaran su paso a la normalidad,
aprovechando la confusión del momento se adentró al bosque para encontrar una
de las entradas al reino de las Hadas, escapándose de las consecuencias de sus
actos.
Nathan observaba con
mucha atención hacia el lugar en donde Magnus y Alec acunaban a su hijo, no
podía apartar la mirada de Max y de sus ojos aun cerrados.
-Estará bien. -Le dijo
Will mientras ponía una mano en el hombre del preocupado chico. -Sus padres le
ayudaran.
Nathan entro en un
estado mayor de alarma, necesitaba volver a casa, necesitaba hablar con su
madre de los terribles actos de Gwyllion. -Debo irme. -Dijo dando una mirada más
a Max y acercándose a Blanco.
-¿Irte? ¿A dónde?
Nathan, Espera. -Pidió Will.
-No puedo. Mi madre. Necesito
hablarle de Gwyllion.
-Tal vez no sea buena
idea. -Dijo Will con voz baja.
Nathan subió a Blanco y
antes de prepararse para elevarse dedico una mirada poco confortable a Will.
-Es mi madre, debo advertirle, tal vez esté en peligro.
Will entendió que
quizás debiera quedarse en silencio. El chico asintió y dejo ir a su primo en
sangre. -Ten cuidado. -Le dijo y Blanco galopo por el viento.
*
* * * *
Nathan pidió a Blanco
que bajara la velocidad, el chico mitad hada solo tenía que poner una mano
sobre el corcel para hacerle llegar sus peticiones desde su mente, un poder que
la sangre de hada le otorgo desde su nacimiento, el comunicarse con la
naturaleza y seres vivos nunca le había parecido en lo absoluto peculiar,
muchas hadas lo hacían en diferentes maneras.
Ambos bajaron hacia los
jardines del palacio, desde las alturas había logrado vislumbrar a su madre,
con un vestido blanco que arrastraba detrás de ella a través de la hierba, su
movimiento era tranquilo, al parecer las noticias de lo ocurrido no habían
llegado a ella.
Nathan salto desde el
lomo de Blanco apresurándose hacia su madre. -¡Madre! – Le llamo corriendo en
su dirección. -¡Algo ocurrió, debo hablarte de Gwyllion!
El chico detuvo su paso
cuando llego a su madre y noto a la figura que estaba frente a ella, sobre el
pasto en una de sus rodillas. Tranquilo y frívolo como siempre. -Gwyllion.
-Dijo Nathan apretando sus dientes.
La Reina Seelie giro su
mirada hacia su hijo, ella le sonrió. -He escuchado lo que ha ocurrido. -Le
dijo. -Mi Guerrero Gwyllion me ha informado.
Nathan se quedó sin
saber mucho que decir. -¿Qué fue lo que te dijo? -Pregunto temeroso. Gwyllion
estaba sonriendo en burla en su dirección, Nathan no se contuvo. -¿Te dijo que
intento asesinar a un hada? ¿Qué está cometiendo traición?
-Lo hizo. -Dijo La
Reina mientras que hacia una seña a uno de los guardias que estaban
resguardándola. -También me dijo que ayudaste a que ella y un brujo joven se
salvaran.
El enojo de Nathan
cambio a asombro. -Por su puesto. -Dijo sin dudar. -Intento llevársela para
asesinarla, Max le ayudo y yo ayude a Max. Si no lo hubiera hecho…
-Esa hada estaría ahora
muerta. -Le dijo su madre con voz indescifrable.
-Así es. -Nathan ahora
no estaba seguro de lo que ocurría a su alrededor.
El guardia al que su
madre había hecho una señal regreso con las riendas de Blanco en sus manos, el
corcel caminaba lentamente detrás del guardia siendo obediente y su atención
estaba puesta en Nathan, quien por un momento pensó que esta era la forma en la
que su madre le decía que no discutirían más del tema, Nathan se resignó y
camino hacia Blanco para tomarlo y llevarlo a su establo.
Antes de que Nathan
pudiera hacer cualquier cosa, Gwyllion se movió hacia Blanco, con un rápido
movimiento utilizó su espada para atravesar el corazón del corcel.
Nathan se congelo, su
voz se arremolino en su garganta impidiéndole gritar, el chico emitió en su
lugar un quejido de terror que lleno de satisfacción la mirada de la reina.
La mujer se movió hacia
su hijo aun inmóvil, el cual mirando a su amigo corcel ahora en el suelo sin
vida, mientras Gwyllion limpiaba la sangre de su espada en su capa.
-Tranquilo, -Le dijo su
madre atravesando sus largos brazos por la espalda de su hijo lentamente. -Esto
es para que aprendas, que no siempre lo que amas estará contigo. Que tus
decisiones, aun por pequeñas que parezcan, siempre tendrán influencia en
quienes te rodean -La mujer acaricio el cabello cereza y despeinado del joven.
-Eres el Príncipe de este Reino y no debes nunca olvidarlo. Esta es una de las
mejores formas para que aprendas. ¿Entiendes? -La reina busco los ojos
esmeraldas de su hijo. -La mejor forma. -Repitió y lo soltó.
La Reina, Gwyllion y
los guardias se alejaron entrando al palacio. Nathan intento caminar, pero solo
logro caer sobre sus rodillas, se movió con esfuerzo, su cuerpo parecía no
escucharlo, simplemente no le respondía, intento con todas sus fuerzas llegar a
donde quería, a lado de su amigo, su mano tembló cuando la acerco a su frente
en medio de las orejas para acariciarla, su pelaje blanco seguía suave y
reconfortante, el único amigo que había tenido más de la mitad de su vida, se
había ido.
Después de un momento
de mirar a Blanco inmóvil, el hada hizo su mano brillar, siempre había tenido
una habilidad brindada por su sangre de hada para comunicarse con la naturaleza
y con los seres vivos de una manera que nadie tenía, dejo que el brillo cayera
sobre el cuerpo de su corcel amigo, un mensaje, el ultimo brindado, lleno de
amor y agradecimiento. Le agradeció haber dado la vida por él.
Nathan acuno la cabeza
de Blanco sobre su regazo gran parte de esa noche, mientras el pasto verde y
las flores del espectacular jardín que les rodeaba lloraban junto a él la
muerte de Blanco, marchitándose en su nombre.
Continuara…
MayGraciela♥
Wow..... Blaco ¿En serio? Pobre caballo ¿Qué hizo de malo? La reina cada vez me parece mas hija de....fruta. ¡Vamos! Que después de eso Nath al menos debe sospechar y querer irse con los cazadores o que se yo. Y Edrian, de lejos, leeeeeeejooooooos de Alec te ves mucho mas bonito y mejor. Shus shus.
ResponderBorrarPor qué a Blanco???? Eso fue totalmente innecesario... Casi lloro con Nath, gracias por actualizar!!
ResponderBorrarPor cierto: Amo a Edrian...jajajajaja
Nooo blanco noo estoy a punto de las lágrimas, que bien que hubo reconciliación de Malec 💖muy buena historia May
ResponderBorrarCuando no la reina Seelie siendo una perra rabiosa. Nath no tiene la maldad de su madre ni la de su abuelo, su papá si no hubiese sido por la sangre de Lilith jamás hubiera sido tan malvado. Un pedacito de Jonathan Fray u.u quiero saber mas, esta tremendo este fic!
ResponderBorrarPor favor, haz que Nathan y Max se queden juntos!!
ResponderBorrarme dio mucha tristeza Nath el es inocente y la maldita de la reina seelie solo lo usa para sus planes macabros, pobre Blanco no lo merecía ahora Nath esta solo, en cuanto a vladimir no termino de entenderlo... ya no se si en verdad se preocupa por Nath o solo es otro más en el juego de la reina; en serio espero que si quiera a Nath porque si no el pobre estará rodeado de puras víboras.
ResponderBorrarLas reacciones de Magnus y Alec al ver volar a su hijo me dieron mucha risa xD
y Edrian... sinceramente no se que hacer contigo...
muchas gracias por tu historia, amo como escribes!! gracias por compartir tu trabajo!! eres un sol!!
Venia bien hasta la parte que matan a Blanco T.T porque los animales siempre son lo que pagan? Me puse mal por Nathan tanmbien..es como si me mataran a mi perrita... ta muy triste T.T
ResponderBorrarYa sabía yo que Malec se iba a reconciliar, como ya dijeron, ellos no pueden estar separados jajaja. Con respecto a Edrian, algo me dice que gusta de Alec y Magnus lo sabe, por eso no le gusta nada que tenga que ver con él. Y bueno la reina Seelie sigue demostrando que es una @#^% Ojalá Nath se de cuenta. Me encanta como llevas la historia y tu manera de escribir, en serio, me emociono cada vez que veo que subes un capítulo y no puedo esperar para leer el siguiente =D
ResponderBorrarGRACIAS POR ACTUALIZAR, ES TAN BELLO, LLENO DE MIL EMOCIONES.
ResponderBorrarDE VERDAD MUCHAS GRACIAS.
-Valentine asesina al Halcón de Jace
ResponderBorrar-Seelie asesina al caballo de Nathan
Este mundo injusto y cruel
Si Magnus y Alec se sorprendieron al saber que su hijo volaba, ya me quiero imaginar la sorpresa que se van a llevar cunado se enteren a Nathan le gusta su hijito
Siguela, por favor, no puedo vivir sin saber que pasará después
Preeeeeeeegunta! -voz de Germán Garmendia- ¿por qué Max no les contó a Magnus y Alec que volaba? ¿por qué Edrian me parece tan imbécil?
Sin ánimos de ofender, Edrian
#MathanShipper o #NatwellShipper?
me encanta como escribis,es genial estoy adicta a tun fan fic!! quiero massssssssssss por fis
ResponderBorrarme rompistes el corazón con Blanco, pero ame los momentos malec y su bella flia ... y este edrian no m gusta mmmmmm me queda duda de si esta enamorado d alec o trabaja para las hadas ..los celos d magnus siempre son justificados jejejejej
Me encanta como escribes!!! Me he leído todo lo que has subido al blog en nada de tiempo me has tenido y me tienes enganchada!!!! Sigue así, lo haces genial, espero con ansia el siguiente :) un beso!!!
ResponderBorrarEs increíble no pudo esperar por el lo que sigue, esta historia se ve genial y en realidad también odio a Edrian pienso que va a traer problemas mas adelante
ResponderBorrarcuando va a subir otro capitulo esta muy buena la historia o soy yo y entendi mal max siente algo por Nathan
ResponderBorraresa historia entre max y Nathan se esta poniendo buena jajaja casi igual a la de malec
ResponderBorrarPor que no están los fanfic?????????�������������������������� T_T T_T
ResponderBorrarMe encanta lo que escribes eres fantastica
ResponderBorrarEscribes genial me encantas!!!! y me encantan tus historias!!!!
ResponderBorrarMe encanta cómo escribes de verdad te pareces a Cassandra.Me encantan tus fics pero pobre Blanco no se merecía ese final :(
ResponderBorrarSos la primera persona a la que comence a leer sobre MALEC, no puedo dejarte de leer.
ResponderBorrarAmo como escribís y waoh todos tus historias las ame, las amo.
Y esta cap, una joya.
Te leo en wattpad pero como no actualizas ahí, vine a tu blog jja
Seguiré leyéndote y amano cada día mas el Malec de tus historias <3
Gracias!