Te Encontrare Cap 8
Alec,
Gwen y Nico seguían conversando animadamente en uno de los sillones de Magnus,
Jem y Tessa se habían despedido por esa noche, Jem le había prometido a Magnus
que seguiría buscando alguna ayuda adicional, Tessa como de costumbre le brindo
al brujo palabras reconfortantes de ánimo, Magnus pensó que era muy amable de
su parte, sin embargo, a estas alturas, pensar positivamente estaba de mas.
Clary,
Simon e Isabelle se mantenían ocupados retirando las velas del suelo, ellos se
movían lentamente, como si siguieran pensando en alguna otra cosa para hacer
que Alec recordara o por lo menos que creyera en su versión. Jace y Magnus
estaban sentados en otro sillón frente a los tres chicos observándolos
fijamente.
-¿No
quieres besarlo? –Pregunto Jace al brujo con más anticipación de lo que Magnus
había estado esperando.
Jace
logro sorprender al brujo -¿Preguntas si quiero besarlo por algún motivo en
particular?
-Pienso
que deberías ir ahí y besarlo. –Dijo Jace y Magnus le dedico una mirada
bastante peculiar.
-Si
ese es tu siguiente intento por hacer que Alec recupere sus recuerdos, pienso
que te falta un poco de creatividad, definitivamente presumes demasiado sobre
tus extraordinarios estrategias de ataque.
-¿Tienes
miedo?
-¿En
serio?
-¿Tienes
algo que perder?
-Por
supuesto que sí. No soy precisamente su persona favorita, por si no lo has
notado.
-Eres
tu el que no ha notado algunas cosas, en realidad.
Magnus
tallo su rostro -¿De qué estás hablando?
-Hace
poco me hablo sobre sentimientos hacia ti, por eso creo que no te rechazaría.
-¿Y
también habló sobre aceptar esos sentimientos?
Jace
por fin miro a Magnus por un segundo, ahora era su turno de tallar su rostro.
–En realidad habló mas como haciendo precisamente lo contrario. Está bien, tal
vez no sea una muy buena idea, retente de hacerlo.
-Gracias
por decirlo, -Dijo Magnus con sarcasmo. -Estaba a punto de levantarme.
-Por
cierto, -dijo Jace mientras tomaba de su cinturón de armas la daga que había
intentado dar a Alec. –Necesito un favor.
*
* * * *
-¿Estás
bien? –Pregunto Simon a Isabelle, ella había estado muy callada e inexpresiva.
Ella
solo movió la cabeza negativamente.
-Ven
acá. –Dijo Simon y coloco a la chica acunada en su pecho. –Todo mejorara, debes
ser paciente.
-Odio
ser paciente.
-Lo
sé hermosa, lo sé.
-Me
siento tan inútil. –Dijo Clary.
-Eres
todo menos inútil Clary ¿Por qué dices eso? –Isabelle se acerco a su amiga.
-Lo
único que se me ocurre hacer es una runa para ayudarlo con su memoria, pero eso
no sirve de nada si no podemos marcarlo.
Isabelle
se miro aun mas frustrada que antes.
-Em…
¿Isabelle? –Alec se había acercado a su hermana. -¿Todo bien?
¡No! ¡Nada está bien! ¡Una vez más
un demonio apareció y me arrebato lo que mas quería! ¡Y al parecer no importa
lo que haga, no puedo recuperarlos!
Isabelle
miro a los ojos azules preocupados de su hermano e inevitablemente se lleno de
esperanza. –Podría estar mejor. –Confeso sin cuidado la chica. –Pero supongo
que por ahora no puedo hacer más. –Ella golpeo el estomago del chico con la
mano empuñada. -¿Y tu como estas?
-Bien,
-Dijo el chico. –Una terrible jaqueca pero estaré bien.
-Pero
si para eso podemos pedir ayuda a Magnus. –Isabelle se dispuso rápidamente a
llamar al brujo pero Alec se lo impidió.
-Oh
no por favor. –Dijo y su reacción hizo que Isabelle se detuviera con su mano en
el aire, Gwen, Nico, Simon e Isabelle lo miraron con ojos muy abiertos. –Es
decir, ¿Para qué molestarlo? Una Aspirina y listo, Además, tenemos que irnos.
-Es
verdad –Concordó Gwen.
-Eso es verdad. –Dijo Nico y Alec
considero la idea de patearlo, algo que sería una pérdida de tiempo o
contraproducente por su pequeño desequilibrio de poder.
-¿Sería
muy inconveniente para ustedes pedirles que regresen mañana? –Magnus se acerco
a los chicos.
-Es
fin de semana. –Dijo Gwen sonriendo. –No creo que haya problema ¿Cierto Alex?
-Bueno.
–Dijo el chico tímido, -En realidad.
-Vamos
Alex, se que quieres ponerte al día en la escuela, pero ¿Cuánto podrías tardar
con eso? –Pregunto Gwen.
-Nerd
–Concordó Nico, y rio.
Alec
sin poder dar una escusa a la cual sus acompañantes no pudieran refutar,
finalizo aceptando con mucho pesar, Algo que Magnus noto.
-Bien
entonces. –Alec comenzó a buscar a su alrededor.
-¿Buscas
esto? –Jace le entrego su mochila.
Alec
la tomo y al agradecerle no pudo dejar de notar su rostro en una peculiar
expresión. Alec solo lo paso por alto.
*
* * * *
Algo
que Alec disfrutaba infinitamente era el cenar con sus padres y Gwen, ellos
hacían de las cenas una agradable experiencia de anécdotas de diferentes
mundos. Gwen contaba cómo los chicos al mirarla ahora sin Alec durante una
semana, habían tomado suficiente valor para invitarla a salir.
–En
verdad. –Dijo la chica entre risas de su familia y ella. –Nunca había tenido
tantas invitaciones en mi vida como esta semana. Su tío reía, sin embargo no
estaba del todo contento, como cualquier padre sobre protector al cual le dicen
que su niñita ya está en edad de citas. –Debí haber asistido al campus sin ti
desde hace tiempo.
Su
madre era una muy activa ama de casa, dedicada no solo a su familia si no a la
comunidad, ella hablaba sobre los niños que asistían a la casa cultural en
donde daba clases de literatura. Y su padre, él era un exitoso programador, el
amor a los videojuegos de Alex no era una casualidad, su padre era uno de los
mejores diseñadores de títulos que llegaban a los primeros lugares alrededor
del mundo.
Las
historias eran tan variadas que era imposible que alguien se aburriera, incluso
después del postre la conversación seguía fluida.
-De
acuerdo chicos. –Dijo La Señora Carter. –Suban de una vez y por favor. –Hizo
énfasis su madre. –Intenten dormir a una hora razonable.
-Fin
de semana tía. –Dijo Gwen desbordando alegría. Alec estaba muy consciente de cuál
era la verdadera razón de eso.
-Oh
dios, -Dijo La Señora Carter mientras sus hijos subían las escaleras.
*
* * * *
-Ven
a mi habitación. –Dijo Gwen.
Alec
la siguió sin cuestionar y le tomo un par de segundos comprender lo que había en
el suelo, justo a un lado, Nico seguía haciendo una especie de preparativo.
Alec
cerró la puerta de inmediato. -¿Qué es esto? ¿Qué hacen? -En medio de la
habitación de su prima había un pedazo de papel que tenía un pentagrama
dibujado, así como un montón de símbolos por completo desconocidos para Alec,
el papel estaba en medio de unas velas y había incienso prendido en una esquina
del cuarto.
-Bueno.
–Dijo Gwen. –Nico y yo recordamos que usabas esto para alguna especie de
ritual, decías que era algo que tenias que hacer de vez en cuando, para energizarte
o algo así.
-Este
no es precisamente tu material. –Dijo Nico señalando hacia los artículos en el
suelo. –Pero encontré uno igual, resulta que los brujos tienen tiendas
exclusivas para sus ingredientes.
-¿Y
de eso como te enteraste? –Pregunto Alec.
-Yo
le dije a donde ir. Íbamos ahí por lo menos una vez al mes. ¿En verdad no lo
recuerdas? ¿La señora con cuernos y alas?
-¿Alas?
–Pregunto aterrado Alec.
-Sip,
en fin, ven, intenta hacer…
-¿Hacer
qué? –Pregunto Alec desconcertado. -¿En verdad piensan que puedo hacer magia?
-Sabemos
que puedes. –Dijo Gwen segura. –Solo intenta.
Alec
lo dudo pero finalmente se acerco despacio, como si lo hiciera a una jaula
cubierta en donde le habían pedido meter la mano sin saber que había en su
interior. Alec se inclino frente a los artículos. Se quedo en la misma posición
bastante tiempo.
-Usa
tus manos. –Aconsejo Gwen.
Alec
hubiera preferido que guardara silencio. –No. –Dijo Alec. –Esto está mal, yo no
hago magia, es imposible.
-Eso
piensas. –Dijo Gwen sonando condescendiente, como si le hablara a un pequeño y
Alec lo odio. –La magia esta en ti, en todo lo que haces, en lo que eres.
Lo que eres.
Alec
se levanto y se alejo tanto como pudo de los ingredientes, de Nico y Gwen. –No.
–Fue lo único que dijo antes de salir de la habitación, dejando a los chicos perplejos.
-¿Qué
fue eso? –Dijo Nico después de un momento.
-No
estoy segura. –Gwen tomo las dos velas que había encendidas y con un solo soplo
las apago. –Desde hace tiempo que no termino de entender a Alex.
-Eso
es en verdad extraño. –Dijo Nico. El vampiro se inclino para ayudarla a recoger
las cosas en el suelo. Nico rio. –Ustedes eran como una misma persona, la forma
en que terminaban las frases del otro. Aterrador y dulce al mismo tiempo, las
personas los miraban y preguntaban si eran gemelos, era muy cómico.
-Sí.
–Dijo Gwen –Lo recuerdo.
Nico
mordió su labio inferior. -¿Qué tanto recuerdas? Es decir…
Gwen
sonrió. –Recuerdo todo. –Dijo segura.
-¿Todo?
–Los ojos de Nico se estrecharon.
Gwen
se incorporo lo suficiente para estar más cerca de Nico, ella llevo su mano al
rostro del chico, suavemente y utilizando solo dos de sus dedos colocados en la
frente del chico guiados hasta la punta de su nariz, lo acaricio con dulzura.
–Todo. –Dijo la chica.
El
rostro de Nico se ilumino, tomo los dedos de Gwen, los beso y dijo: -Me
quitaras el aliento.
Gwen
soltó una carcajada. –Mi amor, ese chiste sigue siendo terrible.
-Lo
sé. –Dijo Nico y tomo a Gwen, su abrazo la levanto del suelo y la hizo girar en
medio de la habitación, –Te eche tanto de menos. –Dijo sin poder contener su
risa.
-No
más. –Dijo la chica.
*
* * * *
Alec
entro a su habitación y cerró la puerta detrás de él, se miraba como si alguien
hubiera estado persiguiéndolo, llevo ambas manos a su cabeza donde revolvió su
cabello de frustración. Gwen había estado tan entusiasmada por haber
descubierto la verdad finalmente, pero en el caso de Alec eso solo lo hacía
sentir culpable. Culpable de no poder sentirse feliz por ello.
Se
deslizo por la puerta hacia el suelo, echo su cabeza atrás y estiro sus piernas,
respiro profundo e intento encontrar sentido a lo que a lo largo del día había
ocurrido.
El
rostro de Magnus se poso en su mente de inmediato, pero no era bueno, era el
rostro que Magnus había mostrado en aquel momento que le había gritado esas
terribles cosas, solo por haber sentido rabia hacia él por culpa de aquel
vampiro que había tocado su hombro, algo que no podía y ocultamente le gustaría
hacer. Y además, de lo que Magnus era completamente libre de culpa. Fue
entonces que se dio cuenta que recordar
lo que había ocurrido en su día era la peor idea jamás pensada.
Se
desplomo moralmente y gateo hacia su cama, abrió el cajón de su gabinete para
sacar un inhalador, al usarlo su pecho se despejo dejando pasar el aire sin
esfuerzo. Se metió por debajo de las mantas en donde podía maldecir su
existencia e intentar dormir, todo al mismo tiempo.
*
* * * *
-¿Qué
pasaría si hubiera un terremoto en este momento? “Chico muere por terremoto,
solo por no querer salir de su cama” Suena ridículo.
-¿Qué
dices sobre un terremoto? –Pregunto Alec asomando su cabeza desde debajo de las
cobijas aun sin desenredarse del sueño.
-¡Dios!
Creí que no ibas a despertar nunca.
Alec
parpadeo a Gwen. -¿Desde cuándo dormir es malo?
-Es
más de medio día y parecía que estabas en coma. Te esperamos abajo. –Dijo su
prima desde la puerta sin más explicaciones.
Alec
bajo después de ducharse y en la sala de estar estaba Nico y Gwen. Besándose.
-¡Aja!
–Exclamo Alec. –Ni se molesten en explicarlo, era obvio.
Nico
se miro lo más avergonzado que un vampiro podría mirarse y Gwen rodo los ojos
al cielo. –Nadie iba a explicar nada de cualquier forma.
-Pues tienes mucho que explicar jovencita.
–Dijo Alex imitando a su padre y moviendo el dedo de manera acusadora. –Me
rehusó rotundamente. –Alec uso su dedo para fingir que acomodaba unos anteojos
sobre el puente de su nariz. –Sus records en Call of Duty no son los apropiados
para ti.
Nico
rio y Gwen casi escupe el refresco que estaba tomando, pero lo que llamo mas su
atención fue la otra risa que surgió del sillón frente a él, Alec se movió para
ver a la chica que ahí estaba sentada oculta por el respaldo del mismo.
-En
verdad no esperabas verme aquí ¿Cierto? –Dijo Johanna cuando por fin sus
miradas se cruzaron y al ver la expresión de Alec.
Alec
solo movió la cabeza.
-Gwen
me llamo, tenía algo que decirme.
-Oh
–Se limito a decir Alec. -¿Y ya te dijo lo que iba a decirte?
-¿Quieres
que me valla?
-¿Quieres
calmarte? Yo nunca dije eso.
-Como
sea, ella no se ira. –Dijo Gwen interviniendo. –Y si. Ya hablamos, los tres.
La
atención de Alec se fue hacia Nico. –Es medio día, -Dijo -¿Cómo? –Alec se
detuvo no podía decir mucho frente a Johanna.
Johanna
lo noto. –Lo sé todo. –Dijo mirando fijamente a Alec.
Alec
sonrió un poco. -¿Sabes? Hablando de esa manera y desde donde estas sentada,
solo te hace falta un gato para acariciar su cabeza y tener tu maquiavélico
plan en una pizarra detrás de ti.
-¿Cómo
una súper villana? –Pregunto Johanna, ella sonreía.
-Como
una villana. –Corrigió Alec –Eres pequeña para ser súper.
-Llegue antes de que el sol saliera.
–Dijo Nico nervioso. –Solo me mantuve fuera de la vista de tus padres.
-¿Por qué no me lo dijiste? –Johanna
reclamo a Alec. –Nico es uno de mis mejores amigos también. -¿Por qué no me
dijiste que…?
-¿Qué alguien al que creímos muerto en
realidad está vivo y que además es un vampiro? Tenía pensado mandarte un texto
en uno de estos días.
-Sufrí tanto como ustedes cuando él
murió, tenía el mismo derecho que ustedes en saberlo.
-Eso es verdad. –Dijo Gwen. -Por eso
está aquí, por eso le conté todo.
Alec se tenso. -¿A qué te refieres con todo?
Gwen respiro profundo. –No solo le conté
sobre Nico, también de ti, de la Magia, de cómo llegamos con Magnus y…
-¿Qué le dijiste de Magnus?
-No solo de Magnus, también de los
otros chicos que dicen ser tus hermanos. –Dijo Johanna. –Lo cual es…
-¿En que estabas pensando? –Interrumpió
Alec dirigiéndose a Gwen. -¿Por qué hiciste esto sin consultármelo? ¿Por qué
pensaste que esto era necesario?
Gwen enmudeció y por primera vez al
mirar a su primo se sintió como ver a un desconocido.
La expresión de Gwen hizo que su mejor
amiga saltara en su defensa. -Ella piensa así porque no es egoísta como lo eres
tú. –Dijo Johanna en un arranque de furia.
-Wow, wow, chicos, por favor, tenemos
que calmarnos. –Nico se movió a lado de Gwen.
-Lamento si te molesto. –Dijo la chica
sincera. –Pero tú no sabes lo que yo. Y ella esta tan involucrada en esto como
cualquiera de nosotros.
-Aun así, debiste consultármelo.
-Pero Alex, yo sé, estoy segura de que
si supieras lo que yo, te darías cuenta de que no hay persona a la que
quisieras más cerca de ti que Johanna.
Y Alec pensó en Magnus y en la ola de
ansia desesperada porque él estuviera ahí. –Eso tú no lo sabes. –Dijo.
* * * * *
Magnus miraba con frecuencia hacia el
reloj en la pared de su sala, él y Catarina estaban uno frente al otro con
rollos de pergamino, libros y otros tipos de documentos, haciendo hasta lo
imposible por encontrar una solución al bloqueo que Alec tenía en su mente.
-Mirar así el reloj no hará que valla más
rápido. –Dijo Catarina sin apartar la vista de su lectura.
Magnus no tuvo con que defenderse, así
que no dijo nada.
-Dijeron que vendrían, no entiendo
porque tú angustia. –Ella lo pensó mejor, -Olvida lo que dije, claramente se
del porque de tu angustia.
Magnus sonrió a su amiga, se inclino
hacia atrás sobre las patas traseras de su silla. –Cualquier cosa puede pasar
con Alec. –Dijo. –Es tan propenso a cambiar de idea como yo a cambiar de
profesión.
-No has cambiado de profesión en mucho
tiempo.
-Eso es porque ya las ejercí todas.
-Te animaría a indagar en algunas que
sea de tu propia creación, pero temo que eso provoque una apocalipsis o peor aún,
que me incluyas en una.
-Me encanta la jerarquía de tus
prioridades querida.
Catarina sonrió. –Bien, suficiente.
–Ella cerró el libro del cual leía. –Tenemos un par de horas antes de que los
adolescentes vengan. –Iré a trabajar…
-Porque el ir a descansar sería
demasiado para ti ¿Cierto?
Magnus acompaño a su amiga a la puerta
de su departamento. –En verdad. –Insistió el brujo. –Deberías ir a descansar.
-Tal vez lo haga. –Dijo la bruja. –Pero
debes prometer que lo harás tú también. –Catarina toco con delicadeza bajo los
ojos de Magnus, donde dos grandes círculos negros se posaban.
Magnus miro a Presidente mientras subía
por las escaleras, recordó la última vez que Alec estuvo ahí y lo había
levantado y acariciado.
-Estamos cada vez más cerca. –Dijo
Catarina despertando al brujo de sus pensamientos. –Encontraremos la manera de
que sus recuerdos regresen.
-Es solo que… Es tan frustrante, entre
más tiempo paso con él, menos de Alec logro ver y…
Magnus guardo silencio sorpresivamente
a media frase, sus ojos se agrandaron por su asombro. Catarina siguió la mirada
del brujo. Y miro a Alec que se acercaba lentamente, subiendo las escaleras
hacia ellos. Se quedo parado al percatarse de los dos brujos mirándolo
fijamente.
-Em… Lo siento, debí llamar. Estas
ocupado. Volveré después.
Catarina lo detuvo de inmediato. –Pero
si ya me iba. –Dijo la bruja mientras iniciaba su descenso por las escaleras.
–Dime, ¿Cómo ha estado tu cabeza?
-Bien, -Dijo el chico apenado. –Ya no
me duele para nada.
Catarina pasó a su lado y aprovecho
para revolver su cabello que no estaba precisamente muy estilizado. Alec tenía
su gorro entre sus manos. –Pues yo miro mucho de él. –Le dijo a Magnus y le
dedico un guiño a su amigo.
Ambos
escucharon en silencio como Catarina salía del edificio y cerraba la puerta. Parecía
que afuera hacia bastante frio, Alec tenía sus mejillas enrojecidas, Magnus
suponía que había venido en su auto, se pudo imaginar a Alec caminando frente a
su edificio decidiendo en entrar o no para que sus mejillas llegaran a ese tono
de rojo.
-Pasa.
–Dijo finalmente el brujo. –No queremos que te enfermes.
Alec
acepto la invitación. Una vez adentro sus hombros se relajaron, parecía que el
calor del lugar era bastante reconfortante. –Podría decir que me busque un buen
resfriado yo solo. Tarde en decidir si entrar y…
Alec
se detuvo, Magnus pudo ver claramente que las palabras habían salido de él sin
querer, muchas veces Alec no podía contener lo que pensaba. Le encantaba eso de
él.
-Me
alegra que hallas decidido entrar. Un poco mas y te hubieras convertido en una
excelente escultura para mi colección. –Magnus toco la punta de la nariz de
Alec, esta estaba muy roja. –Te preparare un té.
-¿Qué
pasa contigo y el té?
-Te
gusta el té.
-¿A
ti te gusta el té?
-Por
supuesto
-¿Cuál
es tu favorito?
-Chai
-No
lo conozco.
-Te
preparare uno.
-¿Y
si no me gusta?
Ojos
de gato miraron al azul intenso. –Te preparare otro, y otro, y otro, -Dijo
Magnus muy lentamente. –Hasta encontrar el que te guste.
Alec
pasó saliva, la forma en la que Magnus siempre intentaba complacerlo le hacía
sentir estragos en su estomago. El gorro en sus manos no podía ser presionado
con más fuerza. –Pienso que el té Chai me gustara.
Magnus
sonrió. –Yo pienso igual.
Magnus
preparaba la bebida caliente mientras Alec merodeaba por el departamento, desde
la barra de la cocina lograba ver como el chico ponía su atención a ciertos
artículos y echaba una mirada rápida hacia él como para asegurarse de que
tomarlo estaba bien, con o sin aceptación de Magnus Alec tomaba todo aquello
que le llamaba la atención y lo observaba con detalle. Magnus se sentía
complacido al verlo indagando entre sus cosas.
-Acércate
al fuego. –Dijo Magnus, tenía una bebida en su mano y la otra flotaba frente a
él. –Entraras en calor más rápido.
Alec
dejo en su lugar una pequeña lámpara con decoraciones orientales, sonrió a su
taza de té flotante, la tomo y con desconcierto busco en todas direcciones.
-¿Cuál fuego?
Magnus
chasqueo los dedos y frente a ellos flotando sobre la alfombra, un pequeño
fuego se encendió brindando calor al lugar.
Alec
no se molesto en señalarlo, solo se sentó y probo el té. –Esta rico. –Dijo.
-Me
esforcé.
Ambos
se quedaron sentados sobre el sillón por un buen rato sin decir nada. Alec
mirando hacia el fuego con la taza en una de sus mano y con la otra en su boca
mordiendo sus uñas, Magnus lo miraba a él.
-Creí
que vendrían mas tarde. –Dijo Magnus. –Y que vendrían Nico y Gwen además.
Alec
no dejo de mirar hacia el fuego. –Sí, los planes cambiaron, creo.
Magnus
dejo a un lado su taza de té, -¿Qué ocurre? –Pregunto.
-¿Por
qué piensas que algo ocurre?
Magnus
dejo salir un poco de aire, como una pequeña risa, después tomo la taza de Alec
dejándola junto a la suya. Magnus se aventuro a tomar la mano del chico. Para
su sorpresa no lo rechazo –Sabes que puedes decirme lo que sea. –Dijo
tiernamente. –De lo contrario no estarías aquí.
-Ese
es un buen punto.
-Lo
es.
Alec
tallo su rostro con ambas manos. –Pelee con Gwen. –Dijo finalmente.
-Eso
es terrible. –Dijo Magnus sincero. –Las personas que se quieren tanto como
ustedes, no deberían pelear. Sin embargo, consiente de ese cariño, podría
atreverme a decir que eso no es la causa de tu estado.
-Ella
le conto a Johanna, le conto todo.
-¿Eso
es lo que esta molestándote?
-Algo
así, lo hizo sin consultármelo, eso me molesto, pero, al parecer Johanna sabia
tanto de la magia como nosotros, por eso le dijo.
-Parece
ser que lo entiendes. ¿Estás preocupado porque Johanna valla a decírselo a
alguien más?
-No.
–Dijo seguro. –En lo absoluto, confió en Johanna ciegamente, ella no le dirá
nunca nada a nadie.
-Es
bueno escuchar eso.
Alec
sintió la voz de Magnus con pesar. Era de suponerse que escuchar de Johanna no
le entusiasmaba realmente. –Subí a mi habitación después de la riña. –Continuo.
–Después de un tiempo, escuche un vidrio rompiéndose, corrí a la habitación de
Gwen y ella estaba ahí, en el suelo, en shock.
Magnus
tenía toda su atención puesta sobre Alec.
-Cuando
me acerque ella me miro y… fue… fue como si no me reconociera. Me asuste tanto,
le pregunte que ocurría, ella seguía llorando y poco después ella, solo se
compuso.
-El
ruido que escuchaste… -Indago Magnus.
-Fue
el cristal de un retrato, ella me dijo que se le había caído, después ella me
sonrió y me dijo que había sido una tonta, que no me preocupara. El retrato era
de ambos, lo tomaron hacia un par de meses en el campus.
El
silencio floto entre ellos.
-No
soy estúpido. –Dijo Alec. –Sé lo que estas pensando, crees que de alguna manera
ella no me reconoció, que no miro en mi a su primo. Pero lo que paso no
significa que no soy Alex Carter.
-No
importa lo que yo piense. –Dijo Magnus compasivo. –Solo importa lo que pienses
tú.
-Ella
me lo diría, -Dijo Alec como si estuviera excusando a su prima. -Ella no puede
ocultar algo así de mí.
-¿Por
qué estás aquí Alexander? –Pregunto Magnus con cuidado.
-Durante
el almuerzo no me miro ni una vez, tampoco me hablo.
Magnus
coloco su mano en el hombro del chico, esto era en cierta forma bueno para él,
al parecer todo estaba cayendo en su lugar, lo que nunca pensó fue que el
corazón de su amado se destrozaría en el proceso.
-Después
mis padres comenzaron a hablar sobre las próximas vacaciones, sobre el lugar a
donde sería bueno ir. –Alec se cubrió el rostro. –Quiero ir con ellos, quiero
quedarme con ellos. Pero eso no va a pasar ¿Cierto?
-Eso
dependerá de ti.
Alec
descubrió su rostro. -¿Qué?
-Me
preguntaste de qué lado estaba ¿Recuerdas? Yo te respondí. Me preguntaste que
pasaría si el té Chai no te gustara. Te dije lo que haría. Sin importar lo que
pase, estaré contigo siempre. Como Alexander Lightwood o como Alex Carter. Aquí
estaré.
Alec
dejo posar su frente en el hombro de Magnus. –Estoy tan perdido. –Dijo. –No
tengo idea de quién soy.
-Deja
que tu corazón te lo diga, tarde o temprano te colocara en el lugar donde
tienes que estar.
Alec
rio. –Magnus eso sonó muy cursi.
-Lo
sé. –Dijo también riendo. –Y créeme, no somos del tipo cursi, un tanto románticos,
pero, lo que quiero decir es que, al parecer tus emociones te están ayudando, aceptaste
volver porque Isabelle te lo pidió, Jace logro calmarte y… Estas aquí.
Alec
no quería avivar una herida ni dar falsas esperanzas a Magnus, claramente algo
pasaba pero él aun quería creer con todo su corazón que era realmente Alex
Carter.
-Aun
no creo que sea Alec Lightwood. –Dijo. –no puedo hacerlo, no con toda mi vida
pasando en mi cabeza, no con todo lo que siento hacia mi familia ¿Cómo podría?
-Eso
lo entiendo. –Dijo Magnus apartando cabello de los ojos de Alec, algo que había
querido hacer hace mucho. -Y te agradezco que seas sincero.
-Y
yo te agradezco por… TODO.
-Aquí
estaré. –Repitió Magnus.
Alec
sonrió nuevamente y se levanto. –Debo irme. –Anuncio.
-¿Regresas
a tu casa?
-Iré
a la universidad. Brujo o Cazador de Sombras, tengo exámenes por aprobar.
Magnus
se tranquilizo bastante al ver el cambio en la actitud de Alec, esto era un
avance, un gran avance. -Es fin de semana. –Dijo Magnus, nada perdía con
intentar que Alec considerara quedarse un poco más.
-La
biblioteca permanece abierta, iré por unos libros, tal vez me quede un poco y
volveré a casa.
Alec
había caminado hacia la salida. –Gracias de nuevo por todo.
Magnus
lo observo bajando las escaleras cuando se detuvo y giro nuevamente hacia él.
–Magnus, aun no me he disculpado por lo que te dije en Takis, yo…
-Ni
siquiera lo menciones. –Dijo el brujo. –Pasar por lo que estas pasando es…
-Esa
no es una escusa, es decir, yo no tenía porque haber dicho nada parecido, no
después de cómo te has portado conmigo, desde que te conocí solo has sido
amable y…
-Alexander…
-Lo
que quiero decir es: Lo siento. Siento mucho lo que te paso, a ti y a tu
prometido.
Los
ojos de Alec eran claros, llenos de brillo y sinceridad, esa honestidad que
siempre había en Alec, ahora la miraba ahí claramente, esa simplicidad
devastadora que hacía estragos en la coraza de Magnus, lo hacía desear
exponerse y sentirse vulnerable para poder impregnarse del calor y protección
de Alexander. Magnus sonrió dulce a Alec -Intento arreglar eso. –Dijo.
Alec
rio nervioso. –Espero así sea. –Dijo y bajo las escaleras.
*
* * * *
La
biblioteca había estado bastante concurrida cuando llego, ahora después de
haber pasado gran parte de la tarde ahí, esta se había vaciado
considerablemente, Alec despego sus ojos de los ejercicios que estaba
resolviendo, las matemáticas eran una excelente forma de mantener la mente
ocupada. Sus ojos estaban agotados, los tallo y descanso su cabeza sobre el
cuaderno.
Sin importar lo que pase, estaré
contigo siempre. Como Alexander Lightwood o como Alex Carter. Aquí estaré.
Una
ola de afecto lo inundo, las palabras de Magnus eran como un faro en la
oscuridad, de alguna manera, creía en él. Si era Alec Lightwood o Alex Carter
había algo que permanecería constante. Magnus. Y eso le gusto.
-Luces
como si te hubieran roto el Corazón. –Johanna se acerco despreocupadamente y se
sentó a lado de Alec.
-Tú
lo hiciste. –Dijo Alec sin mirarla. –Qué triste que no lo recuerdes, no ha
pasado mucho tiempo en realidad.
Johanna
no se inmuto con el reclamo. –Yo no te rompí el corazón. –Dijo. –Solo te
libere.
-Claro,
porque nuestro noviazgo era justo como una tortura medieval.
-¿Lo
era?
Alec
por fin miro a Johanna. -¿Hablas en serio?
-Quiero
saber.
-Fuiste
tú quien termino conmigo, no al revés.
-Porque
alguien tenía que hacer algo. Alex. No podíamos seguir así.
-¿Así
como?
-¡Dios!
¿Por qué te comportas así?
-¿Así
como?
-No
necesito que te burles de mí.
-¿Disculpa?
Yo no fui quien dijo Te amo y dos
días después termino contigo.
Johanna
parpadeo hacia Alec.
-¿Estas
reclamando? –Su voz había cambiado súbitamente de enojo a algo completamente
diferente. -¿Tu?... Es decir…
Alec
se odio mil veces, por haber abierto esta brecha, Johanna había mal interpretado
su reclamo. Mirando los ojos de la chica, mirándolo a él con tristeza y
esperanza. Y hasta ahora lo había entendido. Y ahí estaba, en la peor situación
del mundo, ahora le tocaba a él romper su corazón.
-No.
–Dijo Alec. El quiso decir: No sé desde
cuándo, pero hacía tiempo que no estaba enamorado de ti. No pudo decirlo,
solo bajo la mirada.
-A
esto me refería. –Dijo Johanna, sus ojos estaban brillosos. –No he dejado de
amarte pero… necesitaba saber si tú lo hacías también, ahora sabemos cuál es la
respuesta a eso.
-Johanna.
-Terminar
contigo fue lo correcto. No te voy a mentir, fue un intento desesperado para
hacerte reaccionar. –Ella sonreía melancólica mientras limpiaba una lágrima de
su mejilla. –No salió como lo planee.
Alec
abrazo a la chica. –Lo que te dije aquel día en los jardines es verdad. –Dijo
con su barbilla pegada a su cabello. –Te quiero conmigo para siempre.
-Fuimos
amigos antes de ser novios. –Dijo Johanna. –Eso no va a cambiar. Tendremos que
soportarnos mutuamente, por el resto de nuestras vidas. Algo que me convertirá
en una mártir.
Alec
rio por el ultimo comentario. –Eso era algo que extrañaba. –Dijo soltando a
Johanna. –Tú sutil e ingeniosa forma de insultar a las personas.
-Solo
a quienes lo merecen.
-Otro
insulto. Eres buena.
-¿Cómo
podrías saber cómo se es bueno en algo?
Alec
rio y tallo su rostro. –¿En verdad éramos amigos? De pronto me es difícil creer
eso.
-Lo
sé. –Dijo la chica, ella se coloco una mano en su pecho para señalarse ella
misma. –Una mártir.
Alec
echo su cabeza hacia atrás en una carcajada.
-¿En
donde estuviste esta tarde? –Pregunto Johanna. -Gwen se preocupo.
-¿En
verdad?
-No
entiendo porque te sorprende.
-Por
nada. –Dijo. –Fui a Brooklyn.
Johanna
levanto ambas cejas -¿Fuiste con Magnus?
Ahora
Johanna sabía todo lo que había ocurrido con lujo de detalla y Magnus estaba
implicado en todo ello. -Ese ya no es tu asunto.
-No
es mi asunto porque las ex no preguntan sobre tus nuevas citas ¿Cierto?
-Johanna.
-Está
bien, podre superarlo, menos mal que Magnus es muy guapo o de lo contrario me sentiría
profundamente ofendida.
-No
te deje por Magnus.
-No
me dejaste por nadie, yo te deje a ti.
Alec
miro maliciosamente a Johanna. –fue una buena decisión. –Dijo. –Porque
probablemente te hubiera dejado por Magnus.
Johanna
le arrojo a la cara una hoja de papel arrugada. –Eres insoportable. –Dijo sin
poder aguantar su risa. –Entonces… ¿Tu y Magnus?
-¿Ahora
vamos a hablar de chicos?
-Somos
amigos ¿No?
Alec
supuso que por lo menos le debía intentar serlo -Magnus, él es…
-Wow,
en verdad te gusta.
Alec
decidió que hablar sobre Magnus con Johanna era increíblemente incomodo. -¿Qué
haces aquí? –Pregunto audazmente.
-Preparamos
una presentación ¿Cómo es Magnus? Su forma de ser, quiero decir.
-Como
una persona normal. ¿Viniste sola?
-Mis
padres me trajeron y ahora vienen por mí. Pero debe de tener una característica
en particular que te guste ¿No?
-Es
alto. ¿Te acompaño al estacionamiento?
-Eso
sería genial, allá afuera es escalofriante. No me refiero a su físico. Sé que
es amable, pero ¿Cómo fue que te conquisto? Es raro porque además de ser un
chico, lo que no tiene que importar pero hasta donde sé, los chicos no entraban
en tus prospectos. Acaban de conocerse.
Explicarle
a Johanna acerca de lo que Magnus le hacía sentir aun en el primer momento de
verlo, sería muy complicado, aun él no sabía exactamente lo que ocurría, solo sabía
que Magnus estaba en su corazón como nunca nadie había estado.
-Johanna
-Alec había tomado sus cosas y estaba prácticamente arrastrando a la chica al
estacionamiento. –En verdad no quiero hablar de Magnus.
Johanna
se miro claramente decepcionada. –Solo… -Ella detuvo su paso en medio de las
escaleras. Alec le dedico toda su atención. –No quiero que me alejes de ti
porque pienses que Magnus podría molestarme o hacerme sentir mal, no es que no
me sienta mal, tu sabes lo que siento, pero… pero no quiero perderte.
Alec
se quedo sin palabras por un momento, que Johanna se mostrara así de vulnerable
era raro, siempre fue la chica fuerte, que hacia cumplir sus propias reglas, y
ahora en tan solo unos momentos ella se había expuesto en más de una ocasión.
-No
vas a perderme. –Dijo sin poder decir más, no pudo hacer una promesa ya que él
no sabía si podría cumplirla.
El
tema de conversación por fin había cambiado para bien de Alec, para cuando
ambos chicos llegaron al estacionamiento, los padres de Johanna ya estaban ahí esperándola.
-Cuídate.
–Dijo Johanna como despedida y beso la mejilla de Alec.
El
chico observo como salían del estacionamiento, dirigió su mirada hacia su
propio auto, estaba bastante retirado de donde se encontraba actualmente.
Inicio su camino hacia él cuando observo a un par de chicos recargados en un
árbol algo ocultos. Alec no le tomo importancia, era una universidad después de
todo, cuando paso justo al lado de los chicos, incluso los saludo. –Eh. –Dijo y
ambos respondieron con la misma expresión.
Alec
miraba su celular cuando al levantar la vista, observo que en su auto había
otros dos sujetos recargados sobre él. Esto ya no se miraba tan normal, sobre todo
por el hecho de que el suyo era el único auto en ese estacionamiento en ese
momento.
No vale la pena hacerse el
valiente. Le había dicho su padre cuando como todo buen
padre le advirtió sobre algún intento de asalto.
Alec
se resigno a bajar la cabeza, coloco su mochila sobre ambos hombros y cambio su
curso, él se movió al edificio más cercano, eran los laboratorios de
informática, había luz en ellos, tal vez podría hacerse el tonto dentro y
esperar a que los sospechosos se aburrieran y se fueran, también estaba la
alarma del campus pero estaba muy seguro de que eso no sería necesario.
Alec
voltio para ver a los chicos cuando alguien inesperadamente se interpuso en su
camino.
-Hola.
–Dijo el extraño. –Lo siento te asuste. –Le dijo al ver el sobresalto de Alec.
Alec
respiro profundo. –Está bien no importa, -Rodeo al sujeto y siguió su camino.
-¿Qué
haces aquí? –Pregunto el chico con sincera curiosidad.
-Estudio
aquí. –Alec no se detuvo.
-Te
pregunto porque es muy extraño ver a un Cazador de Sombras estudiante.
Alec
se detuvo en seco, giro lentamente y miro al chico -¿Qué dijiste?
El
chico mostro su sonrisa y por primera vez Alec noto sus peculiaridades, sus
dientes eran pequeños y afilados, sus ojos reflejaban un color violeta, el
chico llevo una de sus manos al mentón y Alec miro claramente como esta se
deformaba hasta convertirse en una sola masa horripilante.
Alec
corrió.
-¿A
dónde vas Cazador de Sombras? ¿Acaso no sabes lo que soy? Se supone debes
cazarme.
Alec
entro al edificio y cerró la puerta por dentro, levanto la vista y al ver a través
del cristal para su sorpresa ya no había nadie.
Busco
a la criatura en el estacionamiento con su mirada pero estaba vacío, y al
parecer el edificio donde se encontraba también. Se dirigió rápidamente hacia
la caseta de seguridad, era una cabina en medio del edificio en donde se supone
siempre había alguien que podía darte ayuda. Estaba vacía. Maldijo en voz alta
y tomo su celular, se movía entre los contactos cuando el edificio se oscureció
completamente, no había luz alguna a excepción de las de emergencia que se
encendieron casi inmediatamente después, brillando en un insuficiente tono
rojo, eso en realidad empeoraba las cosas, todo era mucho más tétrico.
-Esto
debe ser una broma. –Dijo Alec. –Peor que una mala película de terror. –Continúo
con su intento de llamar, él no llamaría a Gwen, era la persona a la que menos
quería en ese momento ahí. Pero sabía que Magnus podría fácilmente contra un
demonio desatento. No era que Jace no fuera el ideal para la ocasión, era solo
que no tenía su número.
Alec
escucho una luz explotar, después otra y luego otra. El demonio se acercaba. Entro
a la cabina de seguridad, coloco el cerrojo. Su celular salió disparado de su
mano cuando los cristales de la puerta explotaron en su rostro, el impacto de
lo que fuera se hubiera estrellado contra el vidrio logro lanzarlo con mucha
fuerza hacia atrás, Alec grito mientras volaba en la habitación y caía sobre
una mesa al otro lado. Sintió la sangre corriendo por su mejilla junto al
ardor. No quiso moverse mucho, la mesa ahora le daba algo de protección, estaba
oscuro y tal vez el demonio no lograría localizarlo con facilidad, busco con su
mirada su celular pero no logro encontrarlo, esa opción estaba perdida, ahora
debía salir de ahí por sus propios medios. Asomo su cabeza por encima de la
mesa y ahí de pie no muy lejos de él miro al demonio con su verdadera
apariencia, el tenia dos piernas, parecía un humano hasta la parte en donde debiera
de ver brazos, en su lugar, salían tentáculos dobles de su torso, sus ojos
brillaban violetas y lo peor de todo era que brillaban en su dirección.
Alec
movió una silla y corrió en dirección contraria para confundir al demonio, si
funcionaba en las películas, tal vez debía intentarse. Su intento no fue muy
bueno, uno de los tentáculos lo golpeo tan fuerte que hizo que el chico chocara contra la pared a
un par de metros, sintió como su cabeza golpeaba contra el concreto y podría jurar
que algo dentro se rompió, cayó sin fuerzas en el frio piso. No te desmalles, no te desmalles. Se
aliento así mismo. Intento no pensar en el dolor cuando miro a su alrededor en
busca de algo que pudiera ayudar a defenderse del demonio, y lo encontró. Estaba
en una casilla de seguridad así que sobre una de las sillas se encontraba un
cinturón con todo tipo de necesidades autoritarias, esposas, torreta y gas
pimienta. Alec se estiro por el contenedor mientras el demonio se acercaba
lentamente, cuando sintió uno de los tentáculos enredándose en su pierna. Alec roseo
a la criatura, este no se inmuto en lo absoluto, la sustancia flotaba a su
alrededor sin provocar la mínima molestia. Nada
puede dañar a un demonio, excepto un arma seráfica. Recordó.
-Oh
cierra la boca Jace. –Dijo Alec debilmente al recordar.
-¿Diciendo
tus últimas palabras Cazador?
-Qué
te importa –Dijo Alec escupiendo sangre y con todas las fuerzas que le
quedaban, podía estar a punto de morir pero por lo menos no sería amable con el
responsable.
El
demonio se echo a reír y Alec aprovecho para correr hacia la puerta. Se dio
cuenta de su error muy tarde. El demonio arremetió contra él usando nuevamente
sus tentáculos, en esta ocasión pareciera que lo había hecho con toda la
intención de asesinarlo, ya que Alec voló por sobre todos los escritorios y
atravesó una de las paredes de cristal, rodo en el suelo entre los filosos
vidrios hasta chocar contra la pared del edificio. Rostro, brazos, piernas y
torso. Heridas por todo su cuerpo. Alec saco un gran pedazo de cristal
incrustado en su pierna, había sangre a través de su visión, en el piso y por
todos lados. Las correas de su mochila se rompieron y esta estaba cerca de él.
Alec débilmente repto hacia ella para alcanzar su inhalador, si iba seguir
intentando escapar, iba necesitar poder seguir respirando. Su cuerpo ardía casi
tanto como su pecho por la falta de aire. A duras penas alcanzo su mochila. El
demonio lo observaba divertido parado de pie a su lado.
-Hay
algo que los Cazadores dicen antes de que uno de sus colegas muera. –El demonio
fingió estar recordando. –Qué más da, no hay nadie aquí que las diga para ti.
Alec
introdujo su mano a la mochila y para su gran sorpresa había algo ahí que no
era suyo. Alec miro incrédulo por un momento a la daga antes de sujetarla
fuertemente del mango. Su nombre es
Amriel. Recordó. Fue como si su cuerpo se energizara, sintió su sangre
hervir dentro de él y por sobre todo eso escucho al ángel dentro de la daga,
pidiéndole que le llamara. Alec la acerco a sus labios y susurro el nombre del ángel.
No estaba seguro de cómo sabia eso, pero funciono. La daga brillo imponente en
el mismo instante que el demonio intento atravesar la espalda del chico con uno
de sus tentáculos. El tentáculo salió disparado al ser cercenado por Alec y
Amriel. El demonio miro su extremidad mutilada y grito de frustración. Se abalanzo
furioso sobre el chico solo para terminar con Amriel incrustada en su frente.
Alec la retiro y el demonio se desvaneció en el aire.
Confiado
de que todo había terminado dejo que su cuerpo se relajara en el piso en medio
de todo el cristal y la sangre, pero no fue por mucho tiempo, desde un
principio Alec sabía que el chico no estaba solo, escuchaba a los otros
acercándose y ahí en el piso, sabía que los milagros difícilmente ocurrían dos
veces. Pero no contaba con su infinita suerte y sus amistades tan peculiares.
Alec levanto la cabeza para ver la sombra que con mucha facilidad despacho a
los amigos del demonio ya destruido. Una vez que el ágil sujeto termino con
ellos se acerco a Alec.
-Te
lo dije. –Dijo Alec débilmente antes de que Jace hablara. –Que la daga era una
muy buena idea.
A
pesar de ser un chiste Jace difícilmente podría reír, Alec se miraba
terriblemente mal herido. –Et tu, brutus. –Escucho Alec decir a su parabatai antes de perder la conciencia.
*
* * * *
Tú no sabes eso.
Le había dicho su primo antes de subir a su habitación más molesto de lo que
nunca lo había visto en su vida.
Alec
había estado hacia un rato en su cuarto, Gwen había subido para intentar hablar
nuevamente con él, pero justo frente a la puerta de su alcoba algo le impidió
llamar a ella. La manera como la miro, era como ver a un Alex muy diferente.
Ella paso de largo y entro a su propia habitación, antes de intentar calmar a
Alex debía calmarse ella.
Una
vez ahí ella tomo aire profundamente sentada en el borde de su cama, a su lado
estaba su gabinete con todos sus libros y en la pared una pizarra en donde se
colocan los pendientes de tareas. Ella lo usaba de collage para sus fotografías,
se quedo mirando cada una de las escenas y recordando cada uno de los sucesos,
ella se echo a reír al ver la foto que Johanna había tomado una noche de pizza
en donde Alex y Nico se hacían los payasos formando palabras obscenas con los
pepperonis. Fue un momento extraño, como si un velo callera de su visión, unido
a un dolor insoportable, ahí donde la imagen de su primo estaba en cada una de
las fotos, un chico, desconocido para ella tomaba su lugar, cabello negro, ojos
azules y piel tan blanca como el pergamino. Gwen salto de su lugar y corrió
hacia la pizarra, no estaba Alex, no el Alex que recordaba de toda su vida.
Giro y tomo el retrato mas reciente sobre su tocador, lo sujeto fuertemente.
Quien está a tu lado es Alexander
Gideon Lightwood, un Cazador de Sombras que tiene los recuerdos de tu primo en
su cabeza, puestos ahí como castigo por un demonio de nombre Belcebú.
Recordó a Jem diciendo.
Tu nombre es Alexander Gideon
Lightwood. –Recordó la desesperación en la voz de Magnus –Eres un Cazador de Sombras, con una misión
divina, eres hermano de Isabelle Lightwood, hijo de Robert y Maryse Lightwood,
eres el parabatai de Jace Herondale.
Ustedes eran como una misma
persona, la forma en que terminaban las frases del otro. Aterrador y dulce al
mismo tiempo, las personas los miraban y preguntaban si eran gemelos, era muy
cómico.
-¿Gemelos?
–Gwen camino lentamente hacia su tocador, su reflejo le dijo claramente que eso
no era posible, Alex y ella tenían una combinación muy diferente de colores.
Gwen se lleno de terror y dejo caer el retrato que sostenía en sus manos,
comenzó a llorar en el suelo de su habitación cuando Alec entro.
-¿Qué
pasa? ¿Qué tienes? –Alec se miraba muy preocupado cuando se inclino hacia su
prima en el piso.
Gwen
lo miro fijamente. No es él, no es Alex.
La chica coloco sus manos en el rostro de Alec, de alguna manera su apariencia
era otra, él era otro, pero lo que sentía por su primo seguía ahí. Lo amaba a
pesar de no saber quién era. Ella lo abrazo, después sonrió.
–Nada,
-Dijo completamente tranquila. –Se me callo, que tonta ¿He?
Continuara…
MayGraciela♥