Feliz Cumpleaños Alec

-Gracias. –Dijo Alec por enésima vez a Magnus al ver la fiesta que había organizado para él.

Magnus rio rodando los ojos al cielo. –Vas a seguir agradeciéndome toda la noche ¿Cierto?

-Cierto. –Afirmo Alec. Pero no era para menos, Magnus en verdad se había esmerado, el apartamento que ahora compartían lucia espectacular en un sentido decorativo, había luces pequeñas colgadas del techo y en las paredes, las cuales nunca tenían el mismo color, el lugar era perfecto para el número de invitados que estaban sentados sobre bancos y mesas altas y pequeñas como las de los bares. Había una enorme mesa con comida y bebida que al igual que las luces cambiaban de color cada cierto tiempo en sintonia.

Alec lograba ver a todos sus invitados compartiendo en el apartamento y disfrutando de una velada tranquila al son de las notas del piano que había sido colocado al final del loft para Jace. Alec suspiro con su bebida en las manos. –Gracias. –Repitió abrumado y Magnus soltó una carcajada.

-Me encantas. –Dijo divertido.

-Y por lo visto también te divierto. –Dijo Alec en un reproche enternecedor.

-Todo. –Dijo Magnus mirando fijamente al azul intenso de los ojos de Alec. –Provocas todo en mi Alexander.

El corazón de Alec se aceleró. –No es momento de ponerte romántico. –Murmuro Alec acercándose a los labios de Magnus. –Tenemos invitados.

-Y ADEMAS –Dijo Isabelle acercándose para interrumpirlos. –Son padres ahora.

Ojos azules y de gato se giraron hacia la chica para después fijarse en sus brazos, que envolvían con cierta dificultad al pequeño bebe de piel azul. –Creo que se cansó de mí. –Dijo Isabelle afligida. A Simon le pareció simpática la forma que tenía Izzy de sostenerlo sin ninguna práctica.

Magnus se movió primero y con velocidad para alcanzarlo. –Debe necesitar un cambio. –Dijo el brujo. El pequeño ahora en sus brazos pareció haber entrado en una clara situación de confort, su rostro se había calmado e intentaba alcanzar los collares de su padre desesperadamente. Alec se acercó a ambos y beso la parte trasera de su pequeña cabeza, al mismo tiempo que Magnus besaba la frente del bebe, justo a un lado de uno de sus cuernos.

-Ahora vuelvo. –Anuncio el brujo con su muy preciada carga en brazos.

-Tonterías. –Dijo Catarina que parecía que había estado detrás del pequeño para poder cargarlo sin éxito hasta ahora. –Yo lo hago. –Fue como una exigencia.

-Cata. –Dijo Magnus.

-Tienen invitados, atiéndalos, yo me encargo de él. –Catarina tomo al pequeño para envolverlo delicadamente en sus brazos. –Alec no me dirá que no ¿Cierto Alec? –Alec no lo hizo, se encogió de hombros y observo como Catarina se llevaba al pequeño.

Catarina había sido una de las maestras favoritas de Simon en la Academia. Vampiro diurno le estuvo llamando hasta el último momento en que se convirtió en un Cazador de Sombras. Siempre pensó que con Catarina si querías que te llamara por tu nombre, tenías que ganártelo. Simon recordó haberla escuchado llamar a Alec como Cazador de Sombras o Chico en un par de ocasiones. Ahora le decía Alec. A Simon no le fue muy difícil pensar en el porqué de eso. Alec amaba a ese pequeño bebe que era un brujo.

-Cuando regreses lo tomare de nuevo. –Dijo Isabelle a Catarina que se alejaba.

-Dijiste que se había cansado de ti. –Respondió la bruja.

-Pero yo no me canse de él. –Dijo y Catarina puso los ojos en blanco.

-Bien. –Isabelle volvió a su hermano. –Pronto Jace se cansara del piano y pedirá abrir los obsequios para zafarse de ello, así que… -Isabelle le mostro una pequeña caja. –Quiero ser la primera.

-Sabes que no era necesario. –Dijo Alec sinceramente. Magnus los observaba detenidamente al igual que Simon. Siempre les había gustado ver a Alec e Isabelle juntos, dos partes de una misma cosa.

-No es exactamente para ti. –Explico la chica. –Pero sé que de igual manera te encantara.

Alec abrió la caja y en cuanto vio el contenido intento devolverlo. –No. –Dijo. –Esto es tuyo.

Isabelle no tomo la caja. –Sé porque no le pusiste Maxwell a tu hijo. –Comenzó la chica sin rodeos. –Me lo dejaste a mí. Para cuando… -Isabelle miro de reojo hacia Simon. –Para cuando Simon y yo tengamos un hijo y pueda nombrarlo como nuestro Max.

Magnus miro divertido hacia Simon que se había puesto de un color nunca antes visto en humanos o Cazadores de Sombras.

-Escuchar hablar a su pequeña hermana sobre tener hijos no es precisamente lo que un hermano mayor quiere escuchar en su cumpleaños. –Dijo Alec.

Isabelle soltó un largo respiro. –Enfócate. –Demando. –Me quedare con el nombre, solo si tú aceptas el anillo Lightwood de Max y se lo das a tu hijo. Así ambos podremos tener algo de Max por el resto de nuestras vidas.

Alec jugaba con la caja entre sus manos, miro a su hermana y sonrió. –Pensaste en todo ¿Cierto?

-Siempre lo hago. –Anuncio la chica sonando encantadoramente petulante.

El piano dejo de sonar y Jace se acercó a su parabatai. –Hora de los obsequios. –Anuncio y el pequeño grupo no pudo evitar reír.

Alec miro a la montaña de regalos con horror. –Nos tomara toda la noche. –Puedes solo abrir los importantes. –Sugirió Jace y Clary golpeo su hombro. –O abrirlos todos, es tu decisión.

Los primeros obsequios fueron de todo tipo, prácticos, extraños e incluso divertidos.

Tessa les dio a ambos un par de brazaletes con piedras mágicas. –Los conjuros más poderosos de felicidad y buena fortuna están en ellos. –Dijo Tessa. –Los mejores deseos para la nueva familia.

Alec agradeció y se puso el brazalete, no era del tipo de persona que usaba joyería, pero podía sentir la magia en ella y no era algo que tenía que despreciarse.

Después saco de una bolsa una cobija de bebe, levanto una ceja hacia Maia. –Mira lo hermosa que es. –Se defendió la chica. –¡Tiene un lobo cachorro en ella! ¡Por dios! tenía que traerla. Y la usaras. –Dijo Maia con orgullo. –Tienen en quien usarla ahora.

-Los lobos siempre intentando remarcar sus dominios. –Dijo Magnus y levanto sus manos en rendición tras la mirada que Maia le dedico.

Alec rio y agradeció el particular obsequio.

Simon le regalo la colección completa de comics de Flecha Verde. –Me pareció el más conveniente. –Dijo el chico.

-Los Arqueros nos entendemos. –Dijo Alec asintiendo hacia Simon.

-¡Así es! –Se entusiasmó Simon al ver lo bien recibido que fue su regalo. Instintivamente levanto su puño y Alec choco el suyo con el de él.

Jace protesto -¿Qué fue eso? No vuelvan a hacerlo.

Clary se miró divertida. -¿Celoso?

Jace resoplo. –Por supuesto que no. Solo no quiero que lo vuelvan a hacer. Además. –Dijo el chico. –El regalo de Simon no le ganara a esto… -Jace estiro su obsequio hacia Alec.

Alec lo tomo.

-Es de ambos. –Dijo Jace pasando su mano por los hombros de Clary. A Alec no le extraño ya que ellos siempre hacían todo juntos.

Alec desenvolvió el obsequio, era una libreta gruesa forrada en piel, había runas trazadas sobre el material, útil para escribir en ella.

Alec acaricio la runa Sin Miedo en la portada y levanto la mirada hacia Jace.

-Sé que llevas un diario. –Explico su parabatai. –Pensé que ya necesitarías en donde seguir escribiéndolo.

-Y hay algo más dentro. –Anuncio Clary con entusiasmo.

Alec volvió a la libreta y sobre las primeras páginas había dibujos de todos ellos. Isabelle con su látigo jugando en la arena, Simon a su lado, Jace y Alec espalda con espalda riendo. Alec recordó la escena en el Central Park hacia un par de semanas. Un dibujo de todos en Takys sonriendo. La respiración de Alec se cortó por un momento al ver el dibujo del chico leyendo sobre la cornisa de una de las ventanas en este mismo apartamento, sus ojos de gato verde dorado resaltaban en color del resto de la imagen.

-Hay dibujos en distintas páginas en toda la libreta. –Dijo Clary, así nos encontraras conforme escribas.

El rostro de Alec se volvió rojo y como pudo hablo a ambos. –Gracias chicos. –Dijo. –Esto es… Es genial.

-Hace apenas unos días agregue el último dibujo. –Dijo Clary. –Deberías ver la última página.

Alec lo hizo y noto como Magnus soltó un gran suspiro de asombro. El pequeño en el dibujo tenía cuernos y piel azul brillante, sus ojos negros eran tan reales que Alec por un segundo pensó que lo miraba directamente. El dibujo reflejaba la ternura del bebe vivazmente.

-Por dios. –Exclamo Magnus, Alec giro su mirada a él y sonrió. –Es perfecto. -Dijo y Magnus pensó que no lo decía solo por el dibujo.

La sonrisa de Alec era resplandeciente y sincera. para muchos en la habitación probablemente era la primera vez que miraban esa sonrisa. –Debería enmarcarlo. –Dijo Alec. –Aún no tenemos algún retrato de él.

-Eso significa que es hora de mi regalo. –Dijo Magnus, el cual ofreció una caja de tamaño mediano a Alec.

Alec la miro, su sonrisa se había ido, después miro a Magnus con reproche. –Dijimos Sin obsequios. –Reclamo a su novio.

-No llame a ninguno de mis amigos para este, -Dijo Magnus divertido y volviendo a ofrecer la caja.

Alec la tomo renuente, mientras que la abría recordó el trato que Magnus acababa de romper. Todo había empezado porque Magnus le platico sobre ese año en donde pasó por un martirio para encontrar un regalo perfecto.

-Dios mío. –Dijo Alec. –No quiero ni imaginar como estaré yo en tu cumpleaños… ¿Que podría darte cuando lo has tenido todo?

Magnus se detuvo de su tarea de juntar los cubiertos de la cena, miro a su novio. –Me das todo cada mañana que despierto a tu lado. Mi Alec, no te preocupes por esas cosas.

-Siento igual ¿Sabes? –Dijo Alec –Solo te quiero a ti. –Alec instintivamente miro hacia el moisés en medio de la sala de estar en donde dormía el bebe de ambos tranquilamente. –A ambos.

Magnus puso sus brazos por encima de los hombros de Alec. -¿Qué hacemos entonces?

-Si nos damos todo cada día estando juntos. ¿Por qué dar obsequios? Nos tenemos a nosotros, no quiero nada más.

-Si eso te hace estar tranquilo. –Dijo Magnus. –De acuerdo. Sin obsequios.

Y ahí estaba Alec, abriendo el obsequio que Magnus había prometido no darle. Imaginando molesto que se encontraría con el más espectacular, perfecto e inimaginable artículo que ni en toda su vida sería capaz de igualar. ¿Por qué los brujos no podían evitar romper sus promesas?

Los movimientos bruscos de Alec se desaceleraron al darse cuenta del obsequio, tal como lo había imaginado, era el más increíble perfecto regalo. Una foto enmarcada de Alec mientras dormia con su pequeño sobre su pecho también durmiendo profundamente.

-La tome anoche. –Dijo Magnus al ver que Alec no lo hacía.

Alec no podía dejar de ver al retrato y no darse cuenta de cómo este era el mejor regalo que le pudieron haber dado, pero definitivamente no era inigualable. Alec podría igualarlo por la sencillez y significado que poseía. Estar juntos era lo único que ambos querían, y había muchas formas de dar obsequios al respecto.

-Gracias. –Dijo Alec sinceramente después de un momento con toda la intensidad que la palabra significaba en ese momento

-Oh, no. –Dijo Magnus. –Aquí vamos de nuevo.

Todos rieron.

FIN


Maygraciel♥