GUERRA FRIA II - Hadas Mentirosas
GUERRA FRÍA
Capitulo II
Hadas Mentirosas
-No tenia idea de que
los Cónsul se adentraran en combates con subterráneos, como si de hacer los requisitos
se tratara. -Dijo Jace claramente dirigiéndose a su parabatai mientras caminaban hacia el interior de la oficina
principal en el Gard.
Alec abrió ambas
puertas de su oficina para entrar. El joven rodo los ojos al cielo. -Por supuesto
que no, es solo que…
-¿Fue completamente
inevitable?
-Lo fue. -Dijo Alec
encogiéndose de hombros.
Edrian entro a la
oficina, el chico llevaba en sus manos una carpeta color piel con documentos en
su interior. -Informe de la batalla y los diálogos presentados.
Alec les miro y suspiro
fuertemente. -No les gustara. -Dijo en voz baja.
-¿Dices que al consejo
no le agradara que hayamos tenido un enfrentamiento con hadas, en territorio de
hadas, y a donde ahora sospecho no informaste que iríamos?
-Eso, y que el Cónsul
quiere apoyar a la rebelión en contra de la Reina. -Dijo Edrian.
-Oh. -Dijo Jace. -Me perdí
esa parte, no te escuche diciendo Sí.
-No lo dije. -Confirmo
Alec.
Jace busco a Edrian
para obtener una explicación a lo que acababa de decir. Edrian le miro de
regreso con ojos suspicaces. -¿No lo sabes?
-Justo ahora tengo un
conflicto con mi parabatai. -Dijo
Jace reclamando. -Se supone que eres el más sensato, quien no toma riesgos innecesarios,
el que…
-Hace lo correcto.
-Dijo Edrian. -Alec ayudara, eso es lógico.
-¿Alec? -Dijo Jace y
miro a Edrian de una manera sospechosa.
Alec suspiro una vez más
y dejo que su cuerpo cayera sin ganas sobre la silla detrás del gran escritorio,
evidentemente sus pensamientos seguían en el informe al Consejo.
Edrian tomo los
documentos nuevamente. -No creo que sea necesario entregarlos justo ahora.
-Dijo. -Aun necesito crear copias para cada miembro, para cuando termine, usted
podría ya estar en casa y entonces ellos tendrían que esperar a mañana para
hablar con usted, una noche de por medio es mucho tiempo, después de una noche,
las personas suelen calmarse, pensar, recapacitar.
Jace se enderezo del
sillón en el que se había recostado mirando a Edrian con extrema diversión.
-Ustedes dos. -Dijo en una forma en la que las personas te miraban cuando
hacías trampa en algo y simplemente le encantaba.
-Esa es una excelente
idea. -Dijo Alec. -Gracias, Edrian.
-No entiendo porque
agradece, Señor. En verdad, aún tengo que hacer informes para cada miembro.
-Me preguntaba quien
mentía por ti. -Dijo Jace despreocupado examinando sus botas por algún rastro
de musgo.
Edrian le miro, su
rostro solemne y serio. -El Cónsul no miente nunca. -Después de unos segundos
en los que Jace le miro con duda intentando descifrarle, Edrian miro a Alec y
con un guiño salió de la oficina.
Alec estaba claramente
ahogando una sonrisa.
-Por el ángel -Exclamo
Jace. -Es realmente bueno.
-Lo es. -Dijo Alec
tomando un par de documentos, para colocarlos en un portafolio. -No sé qué
haría sin él. Vamos. -Dijo tomando su chaqueta. -Hora de ir a casa.
*
* * * *
-Entonces. -Dijo Will
comiendo una papa frita. -Si lograste subir tanto esta vez, significa que en
línea recta podrías avanzar lo proporcional a… ¿Una hora? -En niño de diez años
tenía sus piernas dobladas sobre la cama de Max, un cuaderno estaba sobre sus
piernas y estaba claramente llevando notas.
-Sip. -Dijo Max que
estaba a su lado rebotando una pelota de goma hacia la pared, justo por encima
de sus propios pies. Una papa frita voló de la envoltura hacia su boca. -Podría
disminuir el tiempo por la velocidad.
Los tres pequeños de
seis años se entretenían con un juego de piezas armables, las niñas intentaban
armar lo que parecía ser una espada seráfica y Gabriel tenía frente a él una
figura bastante peculiar.
-La velocidad, claro.
-Decía Will reflexivo. No se percató de Gabriel hasta que estuvo parado frente
a él. Un pequeño niño de cabello negro y ojos muy azules y muy abiertos mirando
con detenimiento hacia sus apuntes.
-¿Y cuándo carga a
alguien? -Pregunto Gabriel. -Utilizaría más energía si lleva a alguien con él
¿Cierto? Entonces tendrías que quitar tiempo en sus paseos.
Will miro a Gabriel y
después a Max quien ya tenía sus ojos en el pequeño. -Eso es muy cierto, -Dijo
el brujo después de un momento. -Debes anotarlo William.
-Peso 18 kilos.
-Comenzó Gabriel, podríamos disminuir tu tiempo de vuelo a media hora para no
tener problemas, pero somos tres, así que podrías llevarnos en un paseo de 10
minutos cada uno.
-Ese fue un cálculo muy
conveniente. -Dijo Will mirando sospechosamente a su primo.
-Ese fue un
impresionante calculo. -Dijo Max poniéndose de pie y levantando a Gabriel para
sostenerlo en brazos, puso el peso del niño sobre su cadera y este se amoldo a
él con mucha facilidad, era muy claro que de los pequeños Lightwood era él el que
pasaba más tiempo en brazos. -¿Sabes que acaba de ocurrir? -Decía Max
animadamente a su primo pequeño. -Acabas de ganarte una galleta de chocolate.
Las dos pequeñas se
pusieron en pie al escuchar la mención de la golosina.
Will rio. -Creo que
serán tres.
-De acuerdo, aun así,
te ganaste el paseo de diez minutos. -Gabriel levanto sus pequeñas manos en
señal de triunfo. -Y ahora por las galletas. -Exclamo Max a su grupo.
Un encantador y
peculiar desfile atravesó la sala y cocina de la casa, Isabelle que conversaba
con Magnus les miro bastante divertida.
-Max es muy bueno con
los niños. -Le dijo al brujo. Al ver como Max llevaba aun en brazos al pequeño
Lightwood -Es raro en un jovencito de su edad.
-Está muy bien con
ellos. -Le aseguro Magnus. Tomo un trago a su bebida y recordó el día en que le
había preguntado a su hijo.
-Lamento
que estés siempre rodeado de niños menores que tú. Debe ser aburrido ¿Cierto?
Max
pareció considerarlo, dejo el libro que su maestra Catarina le había encargado
leer a su lado. -No me molesta. -Dijo sincero. -Habrá un tiempo en el que
tendremos la misma edad, habrá un tiempo en el que seré más joven que ellos,
entonces ellos tendrán que soportarme y estaré agradecido de que quieran
hacerlo.
Magnus
se sorprendió tanto que Max se preocupó. -¿Dije algo malo?
-Por
supuesto que no, es solo que… ¿Cuándo te hiciste tan… sabio? Dios, solo tienes
14 años.
Max
sonrió y del suelo se movió hacia su padre, su cabeza se recargo en las piernas
de Magnus. -Me has preparado. -Dijo sencillamente mientras que su padre
acariciaba su cabello con suavidad.
-Es
un gran conflicto. -Dijo Magnus a su hijo. -Quiero que estés listo, pero
también quiero que seas un niño el mayor tiempo posible.
-Eso
es fácil. -Dijo Max mirando hacia arriba, hacia el rostro de su padre. -Sugiero
que me compres objetos infantiles. -Magnus dejo salir una carcajada. -Un
helicóptero a control remoto podría ser útil, un nuevo videojuego o una
colección renovada de Mangas.
-Eres
fascinante. -Dijo Magnus con su cabeza echada atrás.
-Solo
quiero que seas feliz papá.
-Es
muy entretenido ver como brincas de Lightwood a Bane con tanta facilidad.
-Espera
a que me veas con mayor práctica.
-No
estoy ansioso por verlo, no realmente. Sé un niño cuanto tiempo desees, mi
amor.
-Lo
hare. -Le aseguro Max, y Magnus no pudo sentirse más satisfecho con su
respuesta.
-Lo está haciendo bien.
-Le aseguro Magnus a Isabelle.
-Y por lo que he
escuchado Alec también ¿Puedes creerlo? Mi hermano el Cónsul, es tan…
-Inesperado.
-Completamente y Lily
esta como loca.
-Ahora pasa más tiempo
en Idris que en alguna otra parte, pero lo está superando.
Los caballos se
escucharon y ambos se levantaron justo en el momento en el que Clary aparecía
desde el comedor. -Llegaron. -anuncio la mujer con emoción.
La puerta se abrió,
Jace y Alec aparecieron, hubo saludos cordiales en todas direcciones hasta que
Alec llego a quien quería llegar.
-Hola. -Le dijo a
Magnus mientras este le abrazaba y pegaba su frente con la de él.
-¿Cómo estuvo tu día?
-Pregunto el brujo amablemente.
Alec no respondió, busco
los labios de Magnus, un beso lento pero intenso, Alec acerco a Magnus con sus
manos detrás de su cabeza, anidándolas en su cabello cubierto en purpurina, la
respiración de Magnus se aceleró al sentir la lengua de Alec en su boca, ahora
experta y delicada, una chispa que encendía una llama en su pecho cuando quería
hacerlo, Magnus dejo que lo apartara después de un momento, se sentía un poco
aturdido.
-No estoy muy seguro de
cómo fue tu día. -Respondió Magnus y Alec le beso de nuevo. Fue un beso mucho
menos intenso, dulce y tierno. Magnus se percató de dos cosas en ese momento,
primero. de la sonrisa de Alec en sus labios. Segunda. Lo que había provocado
la sonrisa era el cuerpo de su hijo intentando abrirse camino entre ambos, el
chico persistente llego a donde quería, justo en medio de los dos cuerpos.
-Hola papá. -Dijo
sencillamente con el rostro de su padre casi en el suyo.
-Hola. -Dijo Alec
sonriendo. El Cazador se inclinó para besar la frente de su hijo. Max había
crecido bastante este año, pensó Alec, se preguntó que tanto crecería en el
futuro y si seria incluso más alto que Magnus. -¿Hiciste tus lecciones, hijo?
-Por supuesto, -Dijo
mientras luchaba con Magnus para permanecer en medio de sus padres. -Las hice
todas.
-Y desapareció por un
par de horas, como siempre.
Max dejo el juego con
su padre brujo. -No fui lejos. -dijo intentando justificarse.
-¿Dónde es eso? ¿El
lago? -Pregunto Alec.
Max se encogió de
hombros.
Alec y Magnus se
miraron en sincronía, una reacción inconsciente y familiar. Un equipo perfecto.
-Tendremos que comenzar a seguirlo entonces. -Propuso Magnus.
-Claro que no. -Dijo
Max seguro. -No son ese tipo de padres.
Sus padres rieron
ruidosamente en burla al mismo tiempo, -Oh es tan inocente. -Dijo Alec.
-Lo es, que lindo, pero
ya aprenderá. -Concordó Magnus.
Sus padres avanzaron
hacia el comedor tomados de la mano dejando a su hijo completamente perplejo.
-Sé que están bromeando. -Dijo detrás de ellos. -¿Verdad?
La familia compartió
una deliciosa cena con los pequeños, la noche fue amena y absolutamente
perfecta, Catarina Loss se les unió inesperada pero gratamente después.
Max le entrego un par
de lecciones, así como Will, Gabriel se acercó para conocer de qué se trataba,
el niño cada vez mostraba más interés en las lecciones de Max y Will.
-Tal vez deberíamos
darle un par de lecciones. -Sugirió la bruja.
-¿No es muy pequeño?
-Pregunto Simon tomando a su hijo en brazos.
-Pero muy listo.
-Era completamente
inevitable. -Dijo Isabelle acercándose y acariciando el cabello negro de
Gabriel. -Su padre nunca ha dejado de ser un Nerd.
-No estoy seguro -Dijo
Simon. -¿Eso fue un cumplido?
Gabriel movió la cabeza
de manera negativa. Simon e Isabelle rieron. -Ven acá -dijo Isabelle buscando a
Gabriel de los brazos de Simon. -Tu tío quiere hablar con tu padre.
-Creí que ya habíamos
pasado por esa etapa de nuestra relación. -Dijo Simon mirando a Alec acercarse.
-Nuestra relación tiene
muchas etapas, Simon. -Dijo Alec.
-Claro. –Concordó
Simon.
Catarina rio
ampliamente mirando a los dos Cazadores de Sombras, pensando en lo extraño que
era estar tan cerca de ellos y sentirse cómoda. Deseo que Ragnor estuviera ahí
para verlo y burlarse.
-¿De qué quieres
hablarme? -Pregunto Simon.
-Sabes de que, la
propuesta que te hice, creo que es tiempo suficiente para considerarlo, espero
y ya tengas una respuesta.
-Alec, no lo sé.
-Dijiste que querías
cambiar las cosas, cambiar a los Cazadores de Sombras, cambiarlos desde dentro,
no creo que exista una mejor forma. -Simon titubeo una vez más. -Quiero lo
mismo. -Continuo Alec. -Quiero que los subterráneos y los Cazadores puedan
contar unos con otros, para protegerse entre ellos, para proteger a las
personas, para derrotar a los demonios, Que el mundo de las sombras sepa que
son ellos el único enemigo. No basta con cambiar la Ley, si no cambiamos a las
personas.
-Eso es querer
demasiado. -Dijo Catarina.
Alec le sonrió, la
ironía de Catarina ya era muy familiar y apreciada a estas alturas. -Y necesito
ayuda para eso -Dijo colocando la mano en el hombro de Simon. Demostrándole
exactamente eso. Que necesitaba su ayuda.
La respuesta brillo en
el rostro de Simon, sin embargo, no sería tan fácil, por lo menos no para la
Señorita Loss. -Con una condición. -Dijo Simon.
La sonrisa de Catarina
se esfumo en un segundo. -Oh no, no, no, ni lo pienses, Vampiro diurno, no
pienso volver a esa pocilga.
-Hecho. -Dijo Alec sin
escuchar la negativa de Catarina.
-Por supuesto que no,
-Dijo Catarina, -Están muy equivocados si piensan que yo voy…
-Por la mañana hare los
arreglos para que se incorporen, Simon como director y Catarina como maestra de
historia. -Informo Alec.
-¡No!
Alec continuo con su
peculiar y graciosa forma de ignorar a Catarina, ahora tenía a ambos del
hombro. -El siguiente periodo. -Informo el Cónsul. -Ambos vuelven a La Academia
de Cazadores de Sombras.
Hubo un sentimiento de
ilusión naciendo en el pecho de Simon, tal vez resultaba que Simon era un poco
masoquista.
Catarina mantuvo su
postura y busco ayuda en su amigo. -Magnus, ven acá y controla por favor a tu
esposo, se ha vuelto loco por completo.
-Parece ser algo en
absoluto imposible. -Dijo Magnus quien ya se acercaba, Alec le miro de
inmediato, Magnus no había hablado con diversión, era todo lo contrario, su voz
era seria y con enfado. -¿Qué es esto? -Pregunto a su amado mientras mostraba
unos documentos con el sello de La Clave, el informe del día. Los documentos
que comunicaban lo ocurrido a cada miembro del consejo en la tierra de las
hadas.
Alec sabía que Magnus
como miembro del Consejo de Subterráneos se enteraría de lo sucedido, tenía la
esperanza de poder contárselo él mismo.
-Estoy esperando,
Alexander.
-Te lo iba a contar,
claro que te lo iba a decir es solo que…
-¿No tuviste tiempo?
-Quería evitar
precisamente esto, que lo tomaras así, que reaccionaras así y…
-¿Cómo se supone que
debo reaccionar? Estuviste en peligro, te enfrentaste a Hadas, en territorio de
Hadas, por el amor de Dios.
Un eco de Que se escuchó en toda la estancia.
Clary se enojó con Jace, Isabelle con su hermano y Jace, y por supuesto, Magnus
tanto con Alec como con Jace.
-Por el Ángel, -Dijo
Alec. -Deben todos calmarse, si, hubo un enfrentamiento, pero nadie resulto
herido.
-Yo no diría eso. -Dijo
Jace, -todos le miraron, -Esas hadas obtuvieron su merecido.
-¿Esto te parece
divertido? -Pregunto Clary. Jace decidió quedarse callado ya que su respuesta
seguramente molestaría mucho más a su esposa.
-No estas ayudando.
-Dijo Alec. Él suspiro. -No pueden hacer esto. -Dijo a su familia. -No pueden
ponerse así con cada enfrentamiento, somos Cazadores de Sombras, hemos tenido
batallas toda la vida.
-Pensamos que con tu
nuevo puesto eso podría cambiar. -Dijo Magnus serio. -Trabajo de oficina,
supongo que era mucho pedir.
-Soy el Cónsul, no
puedo quedarme sentado esperando que las cosas cambien por si solas. No
trabajare desde el Gard.
-Jia lo hacía. -Dijo
Isabelle.
-No soy Jía.
Hubo silencio. Alec se compadeció.
-Puedo prometer evitar lo más posible no tener más días así. -Dijo no muy
convencido. -No puedo darles más.
-Lo que están haciendo.
-Dijo Magnus. -Es muy grande, tal vez más de lo que piensan, hay una guerra
interna entre los Seelies, hay mucho en riesgo ¿En verdad quieres involucrarte?
-Sin ayuda de los
Cazadores el reino de las hadas desaparecerá. El que haya una lucha significa
que podemos hacer algo.
-Deja que luchen entre
ellas, que ganen los más fuertes.
-Por favor, Isabelle,
Alec no hará eso.
-No puedo arriesgarme a
que las hadas equivocadas ganen, entonces no podremos salvar al reino, no habrá
nada que hacer.
-Si te involucras lo
suficiente como para llamar la atención de la Reina, ella no dudará en tomar represarías
en tu contra, lo hará personal, es una…
-Perra rabiosa. Es
verdad.
-¿Por qué parece que no
te importa? -Reclamo Magnus.
-La Reina es la fuerza
en todo esto. Ella es quien debe ser derrotada.
Fue como si cada uno de
ellos mirara a un extraño en el lugar de Alec.
-Nunca pensé que
llegaría a extrañar a mí siempre precavido parabatai.
-Cuidado con lo que
desees. -Dijo Isabelle con un tono de voz poco habitual en ella.
Alec floto con
exasperación en medio de sus ojos. -Tienen que…
Pasos apresurados se
escucharon por las escaleras, Max Lightwood bajaba con ansiedad, el chico
portaba flechas en su espalda y un arco en la mano.
-Papá. -Llamo Max.
-Alguien viene, son muchos, los vimos acercarse desde mi ventana.
-¿Por dónde? -Pregunto
Alec tomando una espada de la pared.
-Desde el bosque -Dijo
Max. -Papá, son hadas.
Jace miro a Magnus.
-¿Las protecciones están caídas?
-No. -Aseguro Magnus.
-No deberían poder acercarse.
-Al menos que no tengan
intenciones de lastimarnos. -Dijo Max.
-Eso es verdad. -Dijo
Alec y salió de la casa, su espada había sido resguardada a través de su
espalda. Le siguieron Jace, Simon y Clary.
Magnus sintió el
impulso de hacerlo, pero no hasta dirigirse a su hijo. -Max.
-Nadie entrara aquí.
-Le aseguro el chico y fue todo lo que Magnus necesito para salir junto a los
demás.
Catarina e Isabelle se
unieron a la posición de guardia que Max tenia, tomando un lugar a cada uno de
sus costados, la magia flotaba alrededor de las manos de la bruja y el látigo
se extendió del brazo de Isabelle, ambas se miraron por un momento, orgullosas
del joven brujo, de la calma y la seguridad que le recorrían, de la valentía de
Max.
*
* * * *
-¿Ellos entraran aquí?
-Pregunto la pequeña Charlotte a su hermano mayor quien miraba por la ventana,
su voz era de niña pequeña, pero se notaba la preocupación real.
-No. -Dijo Will
separándose de la ventana para bajar a los ojos verdes de su hermana.
-Tranquila, Charlie, nuestros padres no dejaran que nada malo pase, no dejare
que nada te pase, -Cecily y Gabriel se unieron a escuchar a la espalda de
Charlie, sus manos tomadas, los niños Lightwood se diferenciaban por la
estatura y color de ojos. -No dejare que nada les pase, -Aseguro Will.
En ese momento una daga
seráfica apareció frente a los pequeños, el rastro de Magia azul hizo brillar
la habitación en un tono diferente por un momento y los ojos de todos ellos
cambiaron. Will la tomo y sonrió a los niños que lucían en un instante mucho más
seguros. -Max no dejara que nada nos pase. -Will movió la daga cortando el aire
con sobresaliente práctica.
*
* * * *
Las hadas se abrieron
camino a través de las colinas del paisaje verde oscuro para llegar a la residencia
poco ortodoxa del actual Cónsul, los caballos peculiares de la feria Folk
trotaban sin esfuerzo entre el pasto verde. Su vestimenta en plata y colores
vivos sobresalían en la oscuridad de la noche.
Luz surgió de la
entrada de la residencia y la figura del Cónsul apareció frente a ellos,
claramente no estaba solo, estaba acompañado de su compañero en combate Jace
Herondale y con ellos Clarissa Herondale junto a su parabatai, Simon Lightwood,
todos ellos héroes de la Guerra Oscura.
Quien al parecer estaba
a la cabeza de las hadas bajo de su caballo, dando un precavido paso hacia Alec,
y para sorpresa de todos, inclino su cabeza. -Soy Leah, líder de la rebelión.
-Me reuní con el líder
de la rebelión esta tarde. -Dijo Alec con voz clara -No eras tú.
-Un… sustituto. -Dijo
Leah. -Hay quienes intentan matar a los líderes.
-Como Padme en el
episodio V -Dijo Simon y Jace le miro mortalmente. Simon decidió que tenía que
guardar sus comentarios.
-Me engañaste, Leah.
-Acuso Alec.
-La guardia del máximo representante
de La Clave no está haciendo muy buen trabajo, si podemos hacer eso. -Dijo un
hada guerrero que tomo su lugar al lado de Leah.
-Estoy de acuerdo.
-Magnus Bane salió de la casa para unirse. El alto brujo camino seguro a través
de los Cazadores para colocarse al lado de Alec, su mano busco la de él y los
dedos de Alec se entrelazaron con los de Magnus sin ningún esfuerzo, como dos
piezas embonando en su lugar.
Diferentes cabezas
entre la multitud de las hadas giraron buscando rostros entre ellos,
movimientos claros de asombro y confirmación. Al parecer un rumor importante
acababa de ser confirmado.
-Magnus Bane. -Dijo el Hada
junto a Leah. -No estábamos seguros de encontrarte hoy aquí.
-Curioso. -Dijo Magnus.
-Ya que es esta mi residencia permanente.
El Hada dejo de mirar a
Magnus, su mirada divertida era ahora hacia Alec. -Los brujos no tienen tal
cosa. -Dijo intentando herir. Los brujos eran permanentes, lo que hacia a todo
lo que le rodeaba no serlo.
Alec tuvo que tragarse
las ganas de rodar sus ojos al cielo, el tema de la inmortalidad de Magnus era
algo que había aceptado, no entendía porque el resto del mundo no lo hacía.
Supuso que tendría que vivir con esas cosas durante toda su vida, entonces
cuando él desapareciera, tendrían que buscar alguna otra cosa en que
entretenerse.
Alec tomo el comentario
tranquila y maduramente. -Magnus es un brujo particularmente diferente. -Dijo
en respuesta.
Magnus miro a su amado,
quien le miro de regreso. -Lo soy ¿Cierto?
-Yurem -Dijo Leah, al
parecer reprendiendo al hada. -Deja tus mordaces comentarios para otra ocasión,
no son necesarios en este momento.
Yurem guardo silencio,
claramente frustrado y molesto por haber fracasado en su intento de herir.
-Ahora estamos hablando.
-Dijo Magnus con burla.
-Adentrarte en
territorio de Cazadores de Sombras, confesar tu engaño y exponerte a las leyes
que puedo hacer cumplir en tu contra. -Dijo Alec. -¿Qué te hizo hacer eso? ¿Qué
quieres, Leah?
-Quiero lo mejor para
mi pueblo.
-¿No queremos todo eso?
-Dijo Jace.
-No. -Replico Leah. -El
pasado Cónsul nos condenó al exilio, a la extinción.
-Su reino traiciono, no
solo a Cazadores de Sombras, también a vampiros, hombres lobo y brujos,
decidieron que los Nefilim perderían la guerra y optaron por la opción de
unirse a Sebastian y atacar a los Cazadores.
-Un error que pudieron
haber cometido otros. -Dijo Yurem.
-Más, sin embargo,
nadie más lo hizo -La voz del Cónsul fue amable pero concisa.
-No todos nosotros.
-Leah estaba al punto de la desesperación. Mientras Alec hablaba tranquilamente
y sin equivocación. -No pueden condenarnos a todos por lo que unos lideres
hicieron.
-Raphael Santiago.
-Dijo Alec y pareció que Leah fue golpeada por el asombro y la incomprensión. -Líder
no reconocido del Clan de Vampiros de Nueva York, detestaba a los Cazadores de
Sombras, Su verdadera líder, Camille, rompió la ley muchas veces, sin embargo,
Raphael sabía lo que significaba hacerlo, mantuvo a raya a todos los vampiros
para que Camille no pudiera influenciar en ellos, Raphael no lo hizo por
Camille o por el mismo, lo hizo por su gente, porque no quería ver a los suyos
castigados por un líder corrupto.
Leah bajo la mirada.
-No basta cerrar los
ojos y dejar que las cosas sucedan. -Dijo Alec. -Estaban enterados de lo que la
Reina planeaba y no hicieron nada para detenerla ¿Por qué pensar ahora que no
merecen este castigo?
-No lo entiendo. -Dijo
Leah. -Fue a nuestro reino, creí que intentaba ayudar.
-No puedo confiar en
ustedes, no puedo solo abrirles la puerta y darles la oportunidad de que
intenten algo nuevamente contra La Clave o los submundos. Es mi deber
protegerlos. Fui al reino de las hadas esperando encontrar en ustedes algo que
pudiera cambiar eso, y lo que encontré fue un engaño ¿Qué se supone que debo
hacer ahora?
-Una nueva oportunidad.
-Pidió Leah.
-La Clave no da
segundas oportunidades. -Dijo Alec.
-No puede estar todo
perdido. -La voz de Leah fue débil, con angustia sincera, pareció que Yurem al
verla así fuera acercarse, no lo hizo.
-Nunca está todo
perdido. -Dijo Alec sorprendiendo a todos. Leah le miro con ojos brillando.
-Estoy seguro que encontraras la manera de salvar a tu pueblo. De hacer que la
Clave te escuche de nuevo.
Ahí estaba la puerta
abierta que Alec siempre brindaba. Leah inclino su cabeza en señal de
despedida. Antes de que pudieran retirarse un grupo de caballos montados por
Cazadores de Sombras llegaron desde el Gard. Liderándoles estaba Edrian y el
Inquisidor Robert Lightwood, hubo ruido en todas direcciones por el ejército
recién llegado.
Magnus les miro con
resentimiento. -Eso no hará nada bien a nuestro jardín, -Dijo y Alec intento
ahogar su risa.
Robert Lightwood bajo
de su caballo y se dirigió hacia las hadas, Edrian fue más rápido, sin
detenerse tomo su espada larga de su espalda y apunto hacia las hadas tomando
un lugar entre ellas y Alec.
-¡¿Cómo se atreven?!
-Reclamo. -¡No pueden cruzar las fronteras y aparecer en la residencia del Cónsul
Lightwood sin ser convocados! ¡¿Es este acaso otro acto de traición?!
-En lo absoluto Cazador
de Sombras. -Dijo Leah. -Este es un acto de buena voluntad, buscamos
comprensión y ayuda.
-¿Quién eres tú?
-Exigió Edrian.
Para su sorpresa fue
Magnus quien le respondió. -¿No se supone que debes saber eso?
Edrian noto el reclamo
en Magnus. -Te hice una pregunta, Hada. -Le dijo a Leah sin amabilidad.
-Es Leah, líder de la
rebelión. -Dijo Alec.
El rostro de Edrian se
envolvió en enojo. Levanto aún más su espada. -Debería cortarte en pedazos
ahora mismo, mentirosa.
-Oh, grandioso -Dijo
Magnus con tono de voz peculiar aun de la mano de Alec. -Culpa a los demás por
tus errores.
-Magnus. -Llamo Alec
con precaución a su esposo.
Edrian bajo su espada.
El Inquisidor dio un
paso al frente. -¿Qué sucede aquí, Alexander?
-Leah vino a confesar
su engaño como acto de buena fe. -Dijo Alec sin emoción. -Los engaños
difícilmente se perdonan o incluso comprenden con solo una confesión. Las Hadas
lo saben muy bien, ¿No es así, Leah?
-Encontraremos la
manera. -Dijo, ella no miraba a nadie más, solo al Cónsul. -De ganar nuestro
derecho a pertenecer nuevamente a Los Acuerdos.
-Demuestra tu lealtad.
-Dijo Robert. -¿A quién servirás, Leah? ¿A un líder corrupto como lo es tu
Reina, o a La Ley?
-Lo sabrán. -Dijo Leah
levantando su mano para indicar a sus acompañantes que comenzaran a retirarse.
-Lo sobras. -Le dijo a Alec mirándole fijamente a los ojos.
Las hadas se perdieron
en la lejanía y oscuridad, los Cazadores de Sombras iniciaron su regreso al
Gard después de conseguir ordenes de Robert.
Edrian se acercó a Alec
y sus acompañantes. -Alec -Le llamo.
Magnus le detuvo, dos
de sus largos dedos empujaron levemente al chico por su hombro -¿Alec? -Le cuestiono
sin oportunidad de que Edrian hablara, -Es El Cónsul. Debes llamarle así.
-Magnus. -Llamo de
nuevo Alec.
Magnus le ignoro. Su
vista de gato enfurecida no podía apartarse de Edrian. -¿Cómo pudiste dejar esa
brecha? Se supone que sabias con quien se encontraban.
-Lo sé. -Dijo Edrian y
miro a Alec mas allá de Magnus. -Lo siento.
-Tierno. -Dijo Magnus
con ironía. -Pero eso no soluciona nada.
Edrian miro a Magnus
con aburrimiento. -Lo sé.
-Lo sabes todo ¿Cierto?
-Magnus dio un paso hacia Edrian, Edrian hizo lo mismo desafiándolo.
-Wow, ¿Qué pasa Aquí?
-Dijo Jace colocando sus manos entre ambos. -¿Alec?
-No tengo la menor
idea. -Dijo sinceramente asombrado.
-No volverá a ocurrir.
-Aseguro Edrian relajándose un poco y dando un paso atrás.
-Por supuesto que no.
-Dijo Magnus. -Tendrás que buscarte algo más que hacer.
-¿Que?
-No quiero a gente que
ponga en peligro a mi esposo por su incompetencia, es así de simple.
Alec intercedió. -No
puedes actuar como si lo hubiera hecho a propósito. No es justo.
Magnus dirigió toda su
atención en Alec. -Pudieron haberte matado, ese encuentro pudo ser más que un
engaño, pudo ser una trampa, pudieron
haberte matado. -Repitió con la importancia de las palabras.
-Eso no ocurrió.
-No gracias a él.
-Magnus señalo con su dedo groseramente hacia el rostro de Edrian. -¿Por qué desearías
a alguien que no hace bien su trabajo a tu lado?
-Edrian es excelente en
su trabajo, y no le quitare su puesto por un error. Es absurdo.
Fue como si Alec le
hubiera golpeado. -Absurdo es escucharte. -Dijo Magnus y se marchó para entrar
a su casa.
Jace, Clary y Simon le
siguieron en silencio. ¿Alec había hecho algo mal?
La noche volvió a su
paz habitual, Robert no podía perder la oportunidad de ver a sus nietos, el
hombre había entrado a la residencia ya hacia bastante tiempo. Alec y Edrian permanecieron
fuera cuando todos habían entrado.
-Alec -Le dijo el chico,
pero Alec le detuvo levantando levemente su mano.
-Te pidieron que me
llamaras Cónsul. -Dijo mirando al horizonte hacia donde las hadas se habían
marchado. Su voz sonaba débil, quizás era la primera vez que Edrian le
escuchaba así, lo odio de inmediato.
-¿Por qué te afecta
tanto lo que diga? No tiene una idea por lo que has pasado. Solo finge que le
importa.
Alec enfureció en un
segundo. -Es mi esposo de quien estás hablando. -Le dijo firmemente. -Te exijo
que te guardes tus comentarios con respecto a él.
Edrian no tenía
intenciones de hacer eso. -Estoy diciendo. -Continuo vivazmente. -¿Cómo puede
exigir cualquier cosa? ¿Qué ha hecho para ayudarte? ¿Qué ha hecho por tu causa?
-VETE -Pidió Alec
adoptando la posición de Cónsul tanto como pudo. -Terminamos aquí, vete.
Edrian capto la postura
rápidamente, inclino su cabeza y busco su caballo para marcharse.
Alec escucho el trote
alejándose y se quedó fuera de su casa por un momento más, las cosas apenas
unos instantes habían sido tan diferentes, ahora sentía no solo la presión de
su deber en sus hombros, si no también el enojo de Magnus es su pecho,
oprimiéndolo hasta casi sentirse sin aire. Y nunca se sintió más solo que
ahora, como si alguien le hubiera soltado a la deriva en pleno océano, sin
rumbo ni dirección. Recordó la mano de Magnus entrelazada con la suya en un
agarre firme y fuerte, pero ahora se había ido, y las palabras de Edrian
flotaban en su cabeza.
¿Qué
ha hecho por tu causa?
Alec lo intento, pero
no pudo encontrar una respuesta directa.
*
* * * *
Yurem cabalgaba a lado
de Leah, liderando a las demás hadas, su trote era lento.
-¿Qué has pensado?
-Pregunto a su líder. -¿Cómo demostraremos nuestra lealtad?
-Abiertamente. -Dijo
Leah -Haciendo daño a La Reina.
-¿Es eso posible?
-A mi mente solo llega
una posibilidad, una sola posible debilidad en La Reina, si algo le afecta
realmente, debe ser eso.
Apareció una sonrisa
lobuna en Yurem, sabía lo que Leah quería decir. -El Príncipe. -Dijo
certeramente.
-El Príncipe. -Confirmo
Leah.
Continuara…
MayGraciela♥
Detesto a Edrian. Sabía que era una rata con cara de ratón. Alec no debería dudar de Magnus, él no necesita hacer nada por su causa, solamente es su esposo y es normal que quiera protegerlo, así sea del mismo Asmodeus, tiene todo el derecho. ¡¡Bananas!!-3-
ResponderBorrarAmé con locura este capítulo 💕
ResponderBorrarEstupido Edrian lo detesto para mi que algo quiere con Alec por eso esa actitud contra Magnus. Pero Alec no desconfiar de Magnus el esta contigo y te apoya en todo; estuvo genial.
ResponderBorrarCreo que es la primera vez que es cirbo un comentario, me ests gustando mucho esta historis y mas que nos sigas mostrando a Malec. Prefiero mil veces leer esto que la nueva saga de Clare que sinceramente ya me tiene harta, y es pan con lo mismo.
ResponderBorrarSaludos =)
Sueño con la.continuaciom no nos hagas sufrir tanto
ResponderBorrarme encanta! que edrian ponga mas celoso a magnus n.n para que no se despegue de alec XD
ResponderBorrarEstuvo genial tu historia esperare la continuacion
ResponderBorrarhe leido muchas historias de malec y definitivamente las tuyas son mis favoritas, continua es una historia muy buena
ResponderBorrarme encanta la narracion quiero mas
ResponderBorrarNecesito que la sigas. Y no soporto la espera
ResponderBorrarHola hermosa...
ResponderBorrarPor favor continua, aunque te tardes, sabes que lo haces genial y te amamos.
Cuando la continuarás??
ResponderBorrarNecesito saber que entre Alec y Magnus va todo bien
La espera esta matándome
ResponderBorrarPor favor, siguela
Lo necesito
entiendo a magnus, esta celoso, y con justificacion, porque se nota que edrian siente algo por alec
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