GUERRA FRIA II - Hadas Mentirosas

GUERRA FRÍA

Capitulo II

Hadas Mentirosas



-No tenia idea de que los Cónsul se adentraran en combates con subterráneos, como si de hacer los requisitos se tratara. -Dijo Jace claramente dirigiéndose a su parabatai mientras caminaban hacia el interior de la oficina principal en el Gard.

Alec abrió ambas puertas de su oficina para entrar. El joven rodo los ojos al cielo. -Por supuesto que no, es solo que…

-¿Fue completamente inevitable?

-Lo fue. -Dijo Alec encogiéndose de hombros.

Edrian entro a la oficina, el chico llevaba en sus manos una carpeta color piel con documentos en su interior. -Informe de la batalla y los diálogos presentados.

Alec les miro y suspiro fuertemente. -No les gustara. -Dijo en voz baja.

-¿Dices que al consejo no le agradara que hayamos tenido un enfrentamiento con hadas, en territorio de hadas, y a donde ahora sospecho no informaste que iríamos?

-Eso, y que el Cónsul quiere apoyar a la rebelión en contra de la Reina. -Dijo Edrian.

-Oh. -Dijo Jace. -Me perdí esa parte, no te escuche diciendo .

-No lo dije. -Confirmo Alec.

Jace busco a Edrian para obtener una explicación a lo que acababa de decir. Edrian le miro de regreso con ojos suspicaces. -¿No lo sabes?

-Justo ahora tengo un conflicto con mi parabatai. -Dijo Jace reclamando. -Se supone que eres el más sensato, quien no toma riesgos innecesarios, el que…

-Hace lo correcto. -Dijo Edrian. -Alec ayudara, eso es lógico.

-¿Alec? -Dijo Jace y miro a Edrian de una manera sospechosa.

Alec suspiro una vez más y dejo que su cuerpo cayera sin ganas sobre la silla detrás del gran escritorio, evidentemente sus pensamientos seguían en el informe al Consejo.

Edrian tomo los documentos nuevamente. -No creo que sea necesario entregarlos justo ahora. -Dijo. -Aun necesito crear copias para cada miembro, para cuando termine, usted podría ya estar en casa y entonces ellos tendrían que esperar a mañana para hablar con usted, una noche de por medio es mucho tiempo, después de una noche, las personas suelen calmarse, pensar, recapacitar.

Jace se enderezo del sillón en el que se había recostado mirando a Edrian con extrema diversión. -Ustedes dos. -Dijo en una forma en la que las personas te miraban cuando hacías trampa en algo y simplemente le encantaba.

-Esa es una excelente idea. -Dijo Alec. -Gracias, Edrian.

-No entiendo porque agradece, Señor. En verdad, aún tengo que hacer informes para cada miembro.

-Me preguntaba quien mentía por ti. -Dijo Jace despreocupado examinando sus botas por algún rastro de musgo.

Edrian le miro, su rostro solemne y serio. -El Cónsul no miente nunca. -Después de unos segundos en los que Jace le miro con duda intentando descifrarle, Edrian miro a Alec y con un guiño salió de la oficina.

Alec estaba claramente ahogando una sonrisa.

-Por el ángel -Exclamo Jace. -Es realmente bueno.

-Lo es. -Dijo Alec tomando un par de documentos, para colocarlos en un portafolio. -No sé qué haría sin él. Vamos. -Dijo tomando su chaqueta. -Hora de ir a casa.

* * * * *

-Entonces. -Dijo Will comiendo una papa frita. -Si lograste subir tanto esta vez, significa que en línea recta podrías avanzar lo proporcional a… ¿Una hora? -En niño de diez años tenía sus piernas dobladas sobre la cama de Max, un cuaderno estaba sobre sus piernas y estaba claramente llevando notas.

-Sip. -Dijo Max que estaba a su lado rebotando una pelota de goma hacia la pared, justo por encima de sus propios pies. Una papa frita voló de la envoltura hacia su boca. -Podría disminuir el tiempo por la velocidad.

Los tres pequeños de seis años se entretenían con un juego de piezas armables, las niñas intentaban armar lo que parecía ser una espada seráfica y Gabriel tenía frente a él una figura bastante peculiar.

-La velocidad, claro. -Decía Will reflexivo. No se percató de Gabriel hasta que estuvo parado frente a él. Un pequeño niño de cabello negro y ojos muy azules y muy abiertos mirando con detenimiento hacia sus apuntes.

-¿Y cuándo carga a alguien? -Pregunto Gabriel. -Utilizaría más energía si lleva a alguien con él ¿Cierto? Entonces tendrías que quitar tiempo en sus paseos.

Will miro a Gabriel y después a Max quien ya tenía sus ojos en el pequeño. -Eso es muy cierto, -Dijo el brujo después de un momento. -Debes anotarlo William.

-Peso 18 kilos. -Comenzó Gabriel, podríamos disminuir tu tiempo de vuelo a media hora para no tener problemas, pero somos tres, así que podrías llevarnos en un paseo de 10 minutos cada uno.

-Ese fue un cálculo muy conveniente. -Dijo Will mirando sospechosamente a su primo.

-Ese fue un impresionante calculo. -Dijo Max poniéndose de pie y levantando a Gabriel para sostenerlo en brazos, puso el peso del niño sobre su cadera y este se amoldo a él con mucha facilidad, era muy claro que de los pequeños Lightwood era él el que pasaba más tiempo en brazos. -¿Sabes que acaba de ocurrir? -Decía Max animadamente a su primo pequeño. -Acabas de ganarte una galleta de chocolate.

Las dos pequeñas se pusieron en pie al escuchar la mención de la golosina.

Will rio. -Creo que serán tres.

-De acuerdo, aun así, te ganaste el paseo de diez minutos. -Gabriel levanto sus pequeñas manos en señal de triunfo. -Y ahora por las galletas. -Exclamo Max a su grupo.

Un encantador y peculiar desfile atravesó la sala y cocina de la casa, Isabelle que conversaba con Magnus les miro bastante divertida.

-Max es muy bueno con los niños. -Le dijo al brujo. Al ver como Max llevaba aun en brazos al pequeño Lightwood -Es raro en un jovencito de su edad.

-Está muy bien con ellos. -Le aseguro Magnus. Tomo un trago a su bebida y recordó el día en que le había preguntado a su hijo.

-Lamento que estés siempre rodeado de niños menores que tú. Debe ser aburrido ¿Cierto?

Max pareció considerarlo, dejo el libro que su maestra Catarina le había encargado leer a su lado. -No me molesta. -Dijo sincero. -Habrá un tiempo en el que tendremos la misma edad, habrá un tiempo en el que seré más joven que ellos, entonces ellos tendrán que soportarme y estaré agradecido de que quieran hacerlo.

Magnus se sorprendió tanto que Max se preocupó. -¿Dije algo malo?

-Por supuesto que no, es solo que… ¿Cuándo te hiciste tan… sabio? Dios, solo tienes 14 años.

Max sonrió y del suelo se movió hacia su padre, su cabeza se recargo en las piernas de Magnus. -Me has preparado. -Dijo sencillamente mientras que su padre acariciaba su cabello con suavidad.

-Es un gran conflicto. -Dijo Magnus a su hijo. -Quiero que estés listo, pero también quiero que seas un niño el mayor tiempo posible.

-Eso es fácil. -Dijo Max mirando hacia arriba, hacia el rostro de su padre. -Sugiero que me compres objetos infantiles. -Magnus dejo salir una carcajada. -Un helicóptero a control remoto podría ser útil, un nuevo videojuego o una colección renovada de Mangas.

-Eres fascinante. -Dijo Magnus con su cabeza echada atrás.

-Solo quiero que seas feliz papá.

-Es muy entretenido ver como brincas de Lightwood a Bane con tanta facilidad.

-Espera a que me veas con mayor práctica.

-No estoy ansioso por verlo, no realmente. Sé un niño cuanto tiempo desees, mi amor.

-Lo hare. -Le aseguro Max, y Magnus no pudo sentirse más satisfecho con su respuesta.

-Lo está haciendo bien. -Le aseguro Magnus a Isabelle.

-Y por lo que he escuchado Alec también ¿Puedes creerlo? Mi hermano el Cónsul, es tan…

-Inesperado.

-Completamente y Lily esta como loca.

-Ahora pasa más tiempo en Idris que en alguna otra parte, pero lo está superando.

Los caballos se escucharon y ambos se levantaron justo en el momento en el que Clary aparecía desde el comedor. -Llegaron. -anuncio la mujer con emoción.

La puerta se abrió, Jace y Alec aparecieron, hubo saludos cordiales en todas direcciones hasta que Alec llego a quien quería llegar.

-Hola. -Le dijo a Magnus mientras este le abrazaba y pegaba su frente con la de él.

-¿Cómo estuvo tu día? -Pregunto el brujo amablemente.

Alec no respondió, busco los labios de Magnus, un beso lento pero intenso, Alec acerco a Magnus con sus manos detrás de su cabeza, anidándolas en su cabello cubierto en purpurina, la respiración de Magnus se aceleró al sentir la lengua de Alec en su boca, ahora experta y delicada, una chispa que encendía una llama en su pecho cuando quería hacerlo, Magnus dejo que lo apartara después de un momento, se sentía un poco aturdido.

-No estoy muy seguro de cómo fue tu día. -Respondió Magnus y Alec le beso de nuevo. Fue un beso mucho menos intenso, dulce y tierno. Magnus se percató de dos cosas en ese momento, primero. de la sonrisa de Alec en sus labios. Segunda. Lo que había provocado la sonrisa era el cuerpo de su hijo intentando abrirse camino entre ambos, el chico persistente llego a donde quería, justo en medio de los dos cuerpos.

-Hola papá. -Dijo sencillamente con el rostro de su padre casi en el suyo.

-Hola. -Dijo Alec sonriendo. El Cazador se inclinó para besar la frente de su hijo. Max había crecido bastante este año, pensó Alec, se preguntó que tanto crecería en el futuro y si seria incluso más alto que Magnus. -¿Hiciste tus lecciones, hijo?

-Por supuesto, -Dijo mientras luchaba con Magnus para permanecer en medio de sus padres. -Las hice todas.

-Y desapareció por un par de horas, como siempre.

Max dejo el juego con su padre brujo. -No fui lejos. -dijo intentando justificarse.

-¿Dónde es eso? ¿El lago? -Pregunto Alec.

Max se encogió de hombros.

Alec y Magnus se miraron en sincronía, una reacción inconsciente y familiar. Un equipo perfecto. -Tendremos que comenzar a seguirlo entonces. -Propuso Magnus.

-Claro que no. -Dijo Max seguro. -No son ese tipo de padres.

Sus padres rieron ruidosamente en burla al mismo tiempo, -Oh es tan inocente. -Dijo Alec.

-Lo es, que lindo, pero ya aprenderá. -Concordó Magnus.

Sus padres avanzaron hacia el comedor tomados de la mano dejando a su hijo completamente perplejo. -Sé que están bromeando. -Dijo detrás de ellos. -¿Verdad?

La familia compartió una deliciosa cena con los pequeños, la noche fue amena y absolutamente perfecta, Catarina Loss se les unió inesperada pero gratamente después.

Max le entrego un par de lecciones, así como Will, Gabriel se acercó para conocer de qué se trataba, el niño cada vez mostraba más interés en las lecciones de Max y Will.

-Tal vez deberíamos darle un par de lecciones. -Sugirió la bruja.

-¿No es muy pequeño? -Pregunto Simon tomando a su hijo en brazos.

-Pero muy listo.

-Era completamente inevitable. -Dijo Isabelle acercándose y acariciando el cabello negro de Gabriel. -Su padre nunca ha dejado de ser un Nerd.

-No estoy seguro -Dijo Simon. -¿Eso fue un cumplido?

Gabriel movió la cabeza de manera negativa. Simon e Isabelle rieron. -Ven acá -dijo Isabelle buscando a Gabriel de los brazos de Simon. -Tu tío quiere hablar con tu padre.

-Creí que ya habíamos pasado por esa etapa de nuestra relación. -Dijo Simon mirando a Alec acercarse.

-Nuestra relación tiene muchas etapas, Simon. -Dijo Alec.

-Claro. –Concordó Simon.

Catarina rio ampliamente mirando a los dos Cazadores de Sombras, pensando en lo extraño que era estar tan cerca de ellos y sentirse cómoda. Deseo que Ragnor estuviera ahí para verlo y burlarse.

-¿De qué quieres hablarme? -Pregunto Simon.

-Sabes de que, la propuesta que te hice, creo que es tiempo suficiente para considerarlo, espero y ya tengas una respuesta.

-Alec, no lo sé.

-Dijiste que querías cambiar las cosas, cambiar a los Cazadores de Sombras, cambiarlos desde dentro, no creo que exista una mejor forma. -Simon titubeo una vez más. -Quiero lo mismo. -Continuo Alec. -Quiero que los subterráneos y los Cazadores puedan contar unos con otros, para protegerse entre ellos, para proteger a las personas, para derrotar a los demonios, Que el mundo de las sombras sepa que son ellos el único enemigo. No basta con cambiar la Ley, si no cambiamos a las personas.

-Eso es querer demasiado. -Dijo Catarina.

Alec le sonrió, la ironía de Catarina ya era muy familiar y apreciada a estas alturas. -Y necesito ayuda para eso -Dijo colocando la mano en el hombro de Simon. Demostrándole exactamente eso. Que necesitaba su ayuda.

La respuesta brillo en el rostro de Simon, sin embargo, no sería tan fácil, por lo menos no para la Señorita Loss. -Con una condición. -Dijo Simon.

La sonrisa de Catarina se esfumo en un segundo. -Oh no, no, no, ni lo pienses, Vampiro diurno, no pienso volver a esa pocilga.

-Hecho. -Dijo Alec sin escuchar la negativa de Catarina.

-Por supuesto que no, -Dijo Catarina, -Están muy equivocados si piensan que yo voy…

-Por la mañana hare los arreglos para que se incorporen, Simon como director y Catarina como maestra de historia. -Informo Alec.

-¡No!

Alec continuo con su peculiar y graciosa forma de ignorar a Catarina, ahora tenía a ambos del hombro. -El siguiente periodo. -Informo el Cónsul. -Ambos vuelven a La Academia de Cazadores de Sombras.

Hubo un sentimiento de ilusión naciendo en el pecho de Simon, tal vez resultaba que Simon era un poco masoquista.

Catarina mantuvo su postura y busco ayuda en su amigo. -Magnus, ven acá y controla por favor a tu esposo, se ha vuelto loco por completo.

-Parece ser algo en absoluto imposible. -Dijo Magnus quien ya se acercaba, Alec le miro de inmediato, Magnus no había hablado con diversión, era todo lo contrario, su voz era seria y con enfado. -¿Qué es esto? -Pregunto a su amado mientras mostraba unos documentos con el sello de La Clave, el informe del día. Los documentos que comunicaban lo ocurrido a cada miembro del consejo en la tierra de las hadas.

Alec sabía que Magnus como miembro del Consejo de Subterráneos se enteraría de lo sucedido, tenía la esperanza de poder contárselo él mismo.

-Estoy esperando, Alexander.

-Te lo iba a contar, claro que te lo iba a decir es solo que…

-¿No tuviste tiempo?

-Quería evitar precisamente esto, que lo tomaras así, que reaccionaras así y…

-¿Cómo se supone que debo reaccionar? Estuviste en peligro, te enfrentaste a Hadas, en territorio de Hadas, por el amor de Dios.

Un eco de Que se escuchó en toda la estancia. Clary se enojó con Jace, Isabelle con su hermano y Jace, y por supuesto, Magnus tanto con Alec como con Jace.

-Por el Ángel, -Dijo Alec. -Deben todos calmarse, si, hubo un enfrentamiento, pero nadie resulto herido.

-Yo no diría eso. -Dijo Jace, -todos le miraron, -Esas hadas obtuvieron su merecido.

-¿Esto te parece divertido? -Pregunto Clary. Jace decidió quedarse callado ya que su respuesta seguramente molestaría mucho más a su esposa.

-No estas ayudando. -Dijo Alec. Él suspiro. -No pueden hacer esto. -Dijo a su familia. -No pueden ponerse así con cada enfrentamiento, somos Cazadores de Sombras, hemos tenido batallas toda la vida.

-Pensamos que con tu nuevo puesto eso podría cambiar. -Dijo Magnus serio. -Trabajo de oficina, supongo que era mucho pedir.

-Soy el Cónsul, no puedo quedarme sentado esperando que las cosas cambien por si solas. No trabajare desde el Gard.

-Jia lo hacía. -Dijo Isabelle.

-No soy Jía.

Hubo silencio. Alec se compadeció. -Puedo prometer evitar lo más posible no tener más días así. -Dijo no muy convencido. -No puedo darles más.

-Lo que están haciendo. -Dijo Magnus. -Es muy grande, tal vez más de lo que piensan, hay una guerra interna entre los Seelies, hay mucho en riesgo ¿En verdad quieres involucrarte?

-Sin ayuda de los Cazadores el reino de las hadas desaparecerá. El que haya una lucha significa que podemos hacer algo.

-Deja que luchen entre ellas, que ganen los más fuertes.

-Por favor, Isabelle, Alec no hará eso.

-No puedo arriesgarme a que las hadas equivocadas ganen, entonces no podremos salvar al reino, no habrá nada que hacer.

-Si te involucras lo suficiente como para llamar la atención de la Reina, ella no dudará en tomar represarías en tu contra, lo hará personal, es una…

-Perra rabiosa. Es verdad.

-¿Por qué parece que no te importa? -Reclamo Magnus.

-La Reina es la fuerza en todo esto. Ella es quien debe ser derrotada.

Fue como si cada uno de ellos mirara a un extraño en el lugar de Alec.

-Nunca pensé que llegaría a extrañar a mí siempre precavido parabatai.

-Cuidado con lo que desees. -Dijo Isabelle con un tono de voz poco habitual en ella.

Alec floto con exasperación en medio de sus ojos. -Tienen que…

Pasos apresurados se escucharon por las escaleras, Max Lightwood bajaba con ansiedad, el chico portaba flechas en su espalda y un arco en la mano.

-Papá. -Llamo Max. -Alguien viene, son muchos, los vimos acercarse desde mi ventana.

-¿Por dónde? -Pregunto Alec tomando una espada de la pared.

-Desde el bosque -Dijo Max. -Papá, son hadas.

Jace miro a Magnus. -¿Las protecciones están caídas?

-No. -Aseguro Magnus. -No deberían poder acercarse.

-Al menos que no tengan intenciones de lastimarnos. -Dijo Max.

-Eso es verdad. -Dijo Alec y salió de la casa, su espada había sido resguardada a través de su espalda. Le siguieron Jace, Simon y Clary.

Magnus sintió el impulso de hacerlo, pero no hasta dirigirse a su hijo. -Max.

-Nadie entrara aquí. -Le aseguro el chico y fue todo lo que Magnus necesito para salir junto a los demás.

Catarina e Isabelle se unieron a la posición de guardia que Max tenia, tomando un lugar a cada uno de sus costados, la magia flotaba alrededor de las manos de la bruja y el látigo se extendió del brazo de Isabelle, ambas se miraron por un momento, orgullosas del joven brujo, de la calma y la seguridad que le recorrían, de la valentía de Max.

* * * * *

-¿Ellos entraran aquí? -Pregunto la pequeña Charlotte a su hermano mayor quien miraba por la ventana, su voz era de niña pequeña, pero se notaba la preocupación real.

-No. -Dijo Will separándose de la ventana para bajar a los ojos verdes de su hermana. -Tranquila, Charlie, nuestros padres no dejaran que nada malo pase, no dejare que nada te pase, -Cecily y Gabriel se unieron a escuchar a la espalda de Charlie, sus manos tomadas, los niños Lightwood se diferenciaban por la estatura y color de ojos. -No dejare que nada les pase, -Aseguro Will.

En ese momento una daga seráfica apareció frente a los pequeños, el rastro de Magia azul hizo brillar la habitación en un tono diferente por un momento y los ojos de todos ellos cambiaron. Will la tomo y sonrió a los niños que lucían en un instante mucho más seguros. -Max no dejara que nada nos pase. -Will movió la daga cortando el aire con sobresaliente práctica.

* * * * *

Las hadas se abrieron camino a través de las colinas del paisaje verde oscuro para llegar a la residencia poco ortodoxa del actual Cónsul, los caballos peculiares de la feria Folk trotaban sin esfuerzo entre el pasto verde. Su vestimenta en plata y colores vivos sobresalían en la oscuridad de la noche.

Luz surgió de la entrada de la residencia y la figura del Cónsul apareció frente a ellos, claramente no estaba solo, estaba acompañado de su compañero en combate Jace Herondale y con ellos Clarissa Herondale junto a su parabatai, Simon Lightwood, todos ellos héroes de la Guerra Oscura.

Quien al parecer estaba a la cabeza de las hadas bajo de su caballo, dando un precavido paso hacia Alec, y para sorpresa de todos, inclino su cabeza. -Soy Leah, líder de la rebelión.

-Me reuní con el líder de la rebelión esta tarde. -Dijo Alec con voz clara -No eras tú.

-Un… sustituto. -Dijo Leah. -Hay quienes intentan matar a los líderes.

-Como Padme en el episodio V -Dijo Simon y Jace le miro mortalmente. Simon decidió que tenía que guardar sus comentarios.

-Me engañaste, Leah. -Acuso Alec.

-La guardia del máximo representante de La Clave no está haciendo muy buen trabajo, si podemos hacer eso. -Dijo un hada guerrero que tomo su lugar al lado de Leah.

-Estoy de acuerdo. -Magnus Bane salió de la casa para unirse. El alto brujo camino seguro a través de los Cazadores para colocarse al lado de Alec, su mano busco la de él y los dedos de Alec se entrelazaron con los de Magnus sin ningún esfuerzo, como dos piezas embonando en su lugar.

Diferentes cabezas entre la multitud de las hadas giraron buscando rostros entre ellos, movimientos claros de asombro y confirmación. Al parecer un rumor importante acababa de ser confirmado.

-Magnus Bane. -Dijo el Hada junto a Leah. -No estábamos seguros de encontrarte hoy aquí.

-Curioso. -Dijo Magnus. -Ya que es esta mi residencia permanente.

El Hada dejo de mirar a Magnus, su mirada divertida era ahora hacia Alec. -Los brujos no tienen tal cosa. -Dijo intentando herir. Los brujos eran permanentes, lo que hacia a todo lo que le rodeaba no serlo.

Alec tuvo que tragarse las ganas de rodar sus ojos al cielo, el tema de la inmortalidad de Magnus era algo que había aceptado, no entendía porque el resto del mundo no lo hacía. Supuso que tendría que vivir con esas cosas durante toda su vida, entonces cuando él desapareciera, tendrían que buscar alguna otra cosa en que entretenerse.

Alec tomo el comentario tranquila y maduramente. -Magnus es un brujo particularmente diferente. -Dijo en respuesta.

Magnus miro a su amado, quien le miro de regreso. -Lo soy ¿Cierto?

-Yurem -Dijo Leah, al parecer reprendiendo al hada. -Deja tus mordaces comentarios para otra ocasión, no son necesarios en este momento.

Yurem guardo silencio, claramente frustrado y molesto por haber fracasado en su intento de herir.

-Ahora estamos hablando. -Dijo Magnus con burla.

-Adentrarte en territorio de Cazadores de Sombras, confesar tu engaño y exponerte a las leyes que puedo hacer cumplir en tu contra. -Dijo Alec. -¿Qué te hizo hacer eso? ¿Qué quieres, Leah?

-Quiero lo mejor para mi pueblo.

-¿No queremos todo eso? -Dijo Jace.

-No. -Replico Leah. -El pasado Cónsul nos condenó al exilio, a la extinción.

-Su reino traiciono, no solo a Cazadores de Sombras, también a vampiros, hombres lobo y brujos, decidieron que los Nefilim perderían la guerra y optaron por la opción de unirse a Sebastian y atacar a los Cazadores.

-Un error que pudieron haber cometido otros. -Dijo Yurem.

-Más, sin embargo, nadie más lo hizo -La voz del Cónsul fue amable pero concisa.

-No todos nosotros. -Leah estaba al punto de la desesperación. Mientras Alec hablaba tranquilamente y sin equivocación. -No pueden condenarnos a todos por lo que unos lideres hicieron.

-Raphael Santiago. -Dijo Alec y pareció que Leah fue golpeada por el asombro y la incomprensión. -Líder no reconocido del Clan de Vampiros de Nueva York, detestaba a los Cazadores de Sombras, Su verdadera líder, Camille, rompió la ley muchas veces, sin embargo, Raphael sabía lo que significaba hacerlo, mantuvo a raya a todos los vampiros para que Camille no pudiera influenciar en ellos, Raphael no lo hizo por Camille o por el mismo, lo hizo por su gente, porque no quería ver a los suyos castigados por un líder corrupto.

Leah bajo la mirada.

-No basta cerrar los ojos y dejar que las cosas sucedan. -Dijo Alec. -Estaban enterados de lo que la Reina planeaba y no hicieron nada para detenerla ¿Por qué pensar ahora que no merecen este castigo?

-No lo entiendo. -Dijo Leah. -Fue a nuestro reino, creí que intentaba ayudar.

-No puedo confiar en ustedes, no puedo solo abrirles la puerta y darles la oportunidad de que intenten algo nuevamente contra La Clave o los submundos. Es mi deber protegerlos. Fui al reino de las hadas esperando encontrar en ustedes algo que pudiera cambiar eso, y lo que encontré fue un engaño ¿Qué se supone que debo hacer ahora?

-Una nueva oportunidad. -Pidió Leah.

-La Clave no da segundas oportunidades. -Dijo Alec.

-No puede estar todo perdido. -La voz de Leah fue débil, con angustia sincera, pareció que Yurem al verla así fuera acercarse, no lo hizo.

-Nunca está todo perdido. -Dijo Alec sorprendiendo a todos. Leah le miro con ojos brillando. -Estoy seguro que encontraras la manera de salvar a tu pueblo. De hacer que la Clave te escuche de nuevo.

Ahí estaba la puerta abierta que Alec siempre brindaba. Leah inclino su cabeza en señal de despedida. Antes de que pudieran retirarse un grupo de caballos montados por Cazadores de Sombras llegaron desde el Gard. Liderándoles estaba Edrian y el Inquisidor Robert Lightwood, hubo ruido en todas direcciones por el ejército recién llegado.

Magnus les miro con resentimiento. -Eso no hará nada bien a nuestro jardín, -Dijo y Alec intento ahogar su risa.

Robert Lightwood bajo de su caballo y se dirigió hacia las hadas, Edrian fue más rápido, sin detenerse tomo su espada larga de su espalda y apunto hacia las hadas tomando un lugar entre ellas y Alec.

-¡¿Cómo se atreven?! -Reclamo. -¡No pueden cruzar las fronteras y aparecer en la residencia del Cónsul Lightwood sin ser convocados! ¡¿Es este acaso otro acto de traición?!

-En lo absoluto Cazador de Sombras. -Dijo Leah. -Este es un acto de buena voluntad, buscamos comprensión y ayuda.

-¿Quién eres tú? -Exigió Edrian.

Para su sorpresa fue Magnus quien le respondió. -¿No se supone que debes saber eso?

Edrian noto el reclamo en Magnus. -Te hice una pregunta, Hada. -Le dijo a Leah sin amabilidad.

-Es Leah, líder de la rebelión. -Dijo Alec.

El rostro de Edrian se envolvió en enojo. Levanto aún más su espada. -Debería cortarte en pedazos ahora mismo, mentirosa.

-Oh, grandioso -Dijo Magnus con tono de voz peculiar aun de la mano de Alec. -Culpa a los demás por tus errores.

-Magnus. -Llamo Alec con precaución a su esposo.

Edrian bajo su espada.

El Inquisidor dio un paso al frente. -¿Qué sucede aquí, Alexander?

-Leah vino a confesar su engaño como acto de buena fe. -Dijo Alec sin emoción. -Los engaños difícilmente se perdonan o incluso comprenden con solo una confesión. Las Hadas lo saben muy bien, ¿No es así, Leah?

-Encontraremos la manera. -Dijo, ella no miraba a nadie más, solo al Cónsul. -De ganar nuestro derecho a pertenecer nuevamente a Los Acuerdos.

-Demuestra tu lealtad. -Dijo Robert. -¿A quién servirás, Leah? ¿A un líder corrupto como lo es tu Reina, o a La Ley?

-Lo sabrán. -Dijo Leah levantando su mano para indicar a sus acompañantes que comenzaran a retirarse. -Lo sobras. -Le dijo a Alec mirándole fijamente a los ojos.

Las hadas se perdieron en la lejanía y oscuridad, los Cazadores de Sombras iniciaron su regreso al Gard después de conseguir ordenes de Robert.

Edrian se acercó a Alec y sus acompañantes. -Alec -Le llamo.

Magnus le detuvo, dos de sus largos dedos empujaron levemente al chico por su hombro -¿Alec? -Le cuestiono sin oportunidad de que Edrian hablara, -Es El Cónsul. Debes llamarle así.

-Magnus. -Llamo de nuevo Alec.

Magnus le ignoro. Su vista de gato enfurecida no podía apartarse de Edrian. -¿Cómo pudiste dejar esa brecha? Se supone que sabias con quien se encontraban.

-Lo sé. -Dijo Edrian y miro a Alec mas allá de Magnus. -Lo siento.

-Tierno. -Dijo Magnus con ironía. -Pero eso no soluciona nada.

Edrian miro a Magnus con aburrimiento. -Lo sé.

-Lo sabes todo ¿Cierto? -Magnus dio un paso hacia Edrian, Edrian hizo lo mismo desafiándolo.

-Wow, ¿Qué pasa Aquí? -Dijo Jace colocando sus manos entre ambos. -¿Alec?

-No tengo la menor idea. -Dijo sinceramente asombrado.

-No volverá a ocurrir. -Aseguro Edrian relajándose un poco y dando un paso atrás.

-Por supuesto que no. -Dijo Magnus. -Tendrás que buscarte algo más que hacer.

-¿Que?

-No quiero a gente que ponga en peligro a mi esposo por su incompetencia, es así de simple.

Alec intercedió. -No puedes actuar como si lo hubiera hecho a propósito. No es justo.

Magnus dirigió toda su atención en Alec. -Pudieron haberte matado, ese encuentro pudo ser más que un engaño, pudo ser una trampa, pudieron haberte matado. -Repitió con la importancia de las palabras.

-Eso no ocurrió.

-No gracias a él. -Magnus señalo con su dedo groseramente hacia el rostro de Edrian. -¿Por qué desearías a alguien que no hace bien su trabajo a tu lado?

-Edrian es excelente en su trabajo, y no le quitare su puesto por un error. Es absurdo.

Fue como si Alec le hubiera golpeado. -Absurdo es escucharte. -Dijo Magnus y se marchó para entrar a su casa.

Jace, Clary y Simon le siguieron en silencio. ¿Alec había hecho algo mal?

La noche volvió a su paz habitual, Robert no podía perder la oportunidad de ver a sus nietos, el hombre había entrado a la residencia ya hacia bastante tiempo. Alec y Edrian permanecieron fuera cuando todos habían entrado.

-Alec -Le dijo el chico, pero Alec le detuvo levantando levemente su mano.

-Te pidieron que me llamaras Cónsul. -Dijo mirando al horizonte hacia donde las hadas se habían marchado. Su voz sonaba débil, quizás era la primera vez que Edrian le escuchaba así, lo odio de inmediato.

-¿Por qué te afecta tanto lo que diga? No tiene una idea por lo que has pasado. Solo finge que le importa.

Alec enfureció en un segundo. -Es mi esposo de quien estás hablando. -Le dijo firmemente. -Te exijo que te guardes tus comentarios con respecto a él.

Edrian no tenía intenciones de hacer eso. -Estoy diciendo. -Continuo vivazmente. -¿Cómo puede exigir cualquier cosa? ¿Qué ha hecho para ayudarte? ¿Qué ha hecho por tu causa?

-VETE -Pidió Alec adoptando la posición de Cónsul tanto como pudo. -Terminamos aquí, vete.

Edrian capto la postura rápidamente, inclino su cabeza y busco su caballo para marcharse.

Alec escucho el trote alejándose y se quedó fuera de su casa por un momento más, las cosas apenas unos instantes habían sido tan diferentes, ahora sentía no solo la presión de su deber en sus hombros, si no también el enojo de Magnus es su pecho, oprimiéndolo hasta casi sentirse sin aire. Y nunca se sintió más solo que ahora, como si alguien le hubiera soltado a la deriva en pleno océano, sin rumbo ni dirección. Recordó la mano de Magnus entrelazada con la suya en un agarre firme y fuerte, pero ahora se había ido, y las palabras de Edrian flotaban en su cabeza.

¿Qué ha hecho por tu causa?

Alec lo intento, pero no pudo encontrar una respuesta directa.

* * * * *

Yurem cabalgaba a lado de Leah, liderando a las demás hadas, su trote era lento.

-¿Qué has pensado? -Pregunto a su líder. -¿Cómo demostraremos nuestra lealtad?

-Abiertamente. -Dijo Leah -Haciendo daño a La Reina.

-¿Es eso posible?

-A mi mente solo llega una posibilidad, una sola posible debilidad en La Reina, si algo le afecta realmente, debe ser eso.

Apareció una sonrisa lobuna en Yurem, sabía lo que Leah quería decir. -El Príncipe. -Dijo certeramente.

-El Príncipe. -Confirmo Leah.

Continuara…

MayGraciela



Comentarios

  1. Detesto a Edrian. Sabía que era una rata con cara de ratón. Alec no debería dudar de Magnus, él no necesita hacer nada por su causa, solamente es su esposo y es normal que quiera protegerlo, así sea del mismo Asmodeus, tiene todo el derecho. ¡¡Bananas!!-3-

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  2. Amé con locura este capítulo 💕

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  3. Estupido Edrian lo detesto para mi que algo quiere con Alec por eso esa actitud contra Magnus. Pero Alec no desconfiar de Magnus el esta contigo y te apoya en todo; estuvo genial.

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  4. Creo que es la primera vez que es cirbo un comentario, me ests gustando mucho esta historis y mas que nos sigas mostrando a Malec. Prefiero mil veces leer esto que la nueva saga de Clare que sinceramente ya me tiene harta, y es pan con lo mismo.

    Saludos =)

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  5. Sueño con la.continuaciom no nos hagas sufrir tanto

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  6. me encanta! que edrian ponga mas celoso a magnus n.n para que no se despegue de alec XD

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  7. Estuvo genial tu historia esperare la continuacion

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  8. he leido muchas historias de malec y definitivamente las tuyas son mis favoritas, continua es una historia muy buena

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  9. Necesito que la sigas. Y no soporto la espera

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  10. Hola hermosa...

    Por favor continua, aunque te tardes, sabes que lo haces genial y te amamos.

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  11. Cuando la continuarás??
    Necesito saber que entre Alec y Magnus va todo bien

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  12. La espera esta matándome
    Por favor, siguela
    Lo necesito

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  13. entiendo a magnus, esta celoso, y con justificacion, porque se nota que edrian siente algo por alec

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