Prologo - El Ultimo Cazador de Sombras
¡Es
mi cumpleaños!
Y
como ya es tradición quiere celebrar compartiendo con ustedes este
nuevo proyecto, espero y lo reciban con el amor y el odio con el que
han recibido los anteriores, gracias a todos por seguir conmigo,
gracias por leerme y espero lo disfruten.
Sinopsis:
Alec Lightwood, un joven adolescente de la ciudad de Nueva York. El
único cazador de Sombras, una raza guerrera que desapareció después
de la batalla del Circulo y de que Valentine Morgenstern hubiera
cumplido su cometido de sublevar e intentar extinguir a los
subterráneos.
Sin
Acuerdos y sin Cazadores de Sombras, el último de ellos lucha noche
a noche para proteger a los humanos y además mantenerse con vida,
esto último siendo lo más complicado.
Prologo
La
noche había llegado a Alicante, Maryse Lightwood caminaba de una
lugar a otro frente a la gran ventana de la sala principal, sabía
que era una noche importante, sabía que El Circulo se levantaría,
que tomaría el control de Gard y de La Clave, todo había sido
planeado cuidadosamente por Valentine, el genio y brillante Valentine
Morgenstern, su líder, el elegido al que seguía sin ninguna duda
incluso hacia la misma muerte, Maryse estaba convencida de que lo
seguían a la victoria y gloria de los de su especie. Odiaba esto,
odiaba tener que quedarse en casa cuando sus compañeros estaban en
batalla. Ella no había podido anticipar que su amiga Jocelyn
Morgenstern no iba a poder ayudarla en esta ocasión y quedarse como
lo hacía normalmente al cuidado de sus dos pequeños niños.
―
¿Mamá? ―la
suave voz de su hijo le despertó inesperadamente―. Izzy está
llorando.
Maryse
se movió hacia su pequeño con aturdimiento, ella había estado muy
exhorta en sus pensamientos que no había escuchado el llanto de su
bebé en la habitación del segundo piso.
Levanto
a su hijo en brazos.
―Perdóname
―le pidió al niño de seis años con solemnidad―. Sé que no te
gusta verla llorar.
Caminaron
juntos en una ola de besos para mejorar el ánimo del pequeño, Alec
llevaba una camiseta que le quedaba muy grande, un pijama improvisada
por él mismo.
―Que
horrible camisa, hijo.
―Me
gusta ―se quejó el pequeño de ojos azules.
―
¿Me ayudas a
traer la botella de tu hermana?
Alec
salto de los brazos de su mamá y corrió hacia la cocina para
conseguir el alimento de su hermanita, le gustaba hacer estas cosas,
su padre le había dicho que era ahora el hermano mayor y que de
ahora en más tenía que ver por el bien de su hermana, era algo que
se había tomado muy en serio. Una vez Alec había tenido un gato que
amo como a nada en el mundo, lo llevaba a todos lados y se preocupaba
por él como no lo hacía ni por sí mismo, nunca amo a nada como a
ese gato, eso hasta que miro los ojos negros de su hermana, hasta que
ella le sonrió y estiro su pequeña mano hacia él, entonces
entendió lo que era realmente amar a alguien más que a sí mismo.
Entro
brincando hacia la habitación en donde su madre mantenía a su
hermana en brazos, la pequeña le recibió con una sonrisa e intento
alcanzarlo de inmediato.
―Quédate
quieto ―pidió su mamá―. O no tomara su leche.
Llego
la lluvia mientras los dos niños jugaban en la enorme cama de sus
padres, ella les miraba con un temor ajeno, no sabía lo que estaba
pasando en el Gard y eso la ponía nerviosa, Alec consiguió que su
hermana se durmiera y él bostezo.
―A
la cama, pequeño ―le dijo Maryse.
Se
había quedado dormido durante el trayecto a su habitación en el
hombro de su mamá, como una voz a través del agua escucho la
canción de cuna y pudo sentir las caricias de sus suaves manos a
través de su cabello, el sueño profundo llego poco a poco.
No
tuvo noción del tiempo que transcurrió después de que se quedó
dormido, pero fue despertado abruptamente por un golpe fuerte que le
hizo incorporarse en su cama.
―
¡Izzy! ―le
llamo y sin ningún miedo más que el que tenía por su hermana, se
levantó y corrió descalzo con su camiseta grande a través del
pasillo para entrar al cuarto de Isabelle. La pequeña estaba parada
en su cuna mirando hacia la puerta― Shh, shh ―dijo Alec imitando
a su madre―. No te asustes, Izzy.
No
podía tomarla, así que ambos se miraron entre los barrotes delgados
de la cuna y se tomaron las manos esperando a que su madre fuera a
buscarlos. Isabelle lloro al escuchar un trueno.
Alec
tomo uno de sus muñecos, un conejo blanco con nariz rosa. ―Mira,
mira, el conejo, mira como brinca.
La
distracción de Alec funciono porque Isabelle dejo de llorar para
intentar alcanzar al conejo blanco.
―
¡Alexander! ―su
madre había entrado por fin a la habitación―. Cariño, estas
aquí.
Lo
tomo en brazos y lo subió a la cama para vestirlo con la ropa que
tenía en las manos, la había tomado de la recamara del niño al ir
a buscarlo. Zapatos, pantalón, suéter y un abrigo pesado para
protegerlo, parecía alistarlo para salir.
―
¡Maryse deprisa!
―Robert Lightwood había entrado a la habitación.
―Papá
―le llamo Alec y Robert se le acerco tomando el lugar de Maryse.
―Está
bien, Alexander ―le beso la coronilla de la cabeza respirando el
aroma a bebé que Alec aun despedía―. Papá está aquí.
―No
lo entiendo Robert ―exigió Maryse, mientras envolvía a Isabelle
en una manta gruesa―. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué debemos irnos?
¿Dónde está Valentine?
El
rostro de Robert Lightwood se tensó.
―Nos
equivocamos, Maryse ―le dijo con horror―. No, no debimos
seguirlo, él… él es un monstruo.
―
¡Es nuestro
amigo! ―Maryse encaro a su esposo― ¿Por qué ahora lo
traicionas?
―
¡Él nos
traiciono! ―Robert levanto a su hijo en brazos―. Nos mintió,
Maryse. Sus ideales no eran ciertos, no lucho por nosotros, lucho por
él y por su ambición de controlarnos, nos utilizó.
―
¿Por qué dices
algo así? ―la forma en la que su voz surgió le hacía ver al
hombre que temía por la respuesta.
―Nos
mintió, no tomo prisioneros al Consejo, él… los asesino.
―No.
―Sin
ninguna duda, derramo sangre Nephilim para… ―era como si las
palabras le rasparan la garganta al salir―. Tomó la Copa Mortal,
sus aliados ahora son demonios.
―No,
no… ¡No!
―Debemos
sacar a nuestros hijos de aquí antes de que… ―lo siguiente no
pudo pronunciarlo.
―
¿Antes de que?
―Antes
de que venga por todos nosotros ―, Hodge Sterkwather entro a la
habitación, tenía su espada desfundada y su rostro manchado con
sangre, ¿Su sangre? ―. Está loco de poder.
―
¿Eso es icor?
―pregunto Maryse.
―Tiene
un ejército de demonios que lo obedecen, está masacrando a
subterráneos ―la respiración del hombre era fuerte―. Y a
Cazadores de Sombras que se interponen por igual.
―No
puede ―aseguro Maryse―. Las torres demonio nos protegen.
―Logro
desactivarlas de algún modo. ―murmuro Hodge con la mandíbula
apretada.
―Por
el ángel, ¿Cómo pudo?
―Debemos
salir de aquí ―dijo Robert tomando con mayor fuerza a su hijo.
―
¿Como? ―pregunto
Hodge―. No habrá brujo dispuesto a abrir un portal para nosotros.
―Viajaremos
en caballo hasta la frontera y después usaremos transporte mundano,
tenemos que alejarnos lo más que podamos, y lo más rápido posible.
―Esto
no puede ser ―Maryse se acercó a su esposo―. Déjame hablar con
él, estoy segura de que…
―No,
no te acercaras a él, quizás es difícil para ti creernos, porque
no estuviste ahí, pero, se transformó, su máscara cayo y dejo ver
al monstruo, me negué a atravesar el corazón de Penhallow, me llamo
traidor y después de asesinarlo juro que me daría caza, a mí y a
mi familia.
―Dios
mío ―Maryse presiono a su bebé con más fuerza en su pecho.
―Debemos
poner a salvo a nuestros hijos, después pensaremos en arreglar todo
esto.
Maryse
asintió y se echó al hombro la maleta con las cosas de Isabelle.
Los
tres adultos con los dos niños se dirigieron a la salida, sus
instintos se encendieron.
―Están
aquí ―dijo Hodge y murmuro a su espada para hacerla brillar.
Robert
miro a su amigo
―No
son demonios.
―No
―la voz proveniente de la silueta parada en la entrada era
inconfundible ―. No somos demonios.
―Valentine
―murmuro Maryse y camino hacia él.
―
¡No te le
acerques! ―le advirtió su esposo sin moverse, quería tomar a su
esposa, pero la idea de acercar al niño que tenía en sus brazos al
monstruo que había creído su amigo, era impensable―. Maryse
¡Aléjate de él!
―Valentine,
¿Qué… que ocurrió? ¿Qué has hecho?
Los
ojos del hombre se fijaron en los de ella que seguían esperanzadores
e ingenuos.
―Mi
adorada Maryse. Sucedió que debes elegir, dime ¿Me sigues aun?
Maryse
giro su rostro a su esposo quien mantenía en sus brazos a su hijo
sin querer acercarse. Hodge detrás de él con su espada desfundada,
pero sin ninguna intención de atacar. Nos
mintió.
había dicho su esposo, pero ella no podía y no quería aceptarlo.
Miro
de nuevo a los ojos de su amigo y líder.
―Yo…
―una sombra detrás de él se presentó, un guardaespaldas oscuro
con ojos violeta. Demonio.
pensó y dio un paso atrás―. Si eres aliado de los demonios ―le
dijo la mujer―. No. No Valentine, no te sigo.
Los
ojos de Valentine entristecieron.
―Temía
que dijeras eso ―con la velocidad de una serpiente, el brillo de su
espada se alzó y atravesó el pecho de la mujer. Había una manta
blanca que sostenía fuertemente cerca de su corazón, en ella había
envuelto a su bebe, el blanco se volvió rojo demasiado rápido y el
dolor no le hizo soltar a su hija que no lloraba, la pequeña no se
movía y Maryse no podía mirar.
Robert
se había movido hacia ellas dejando a Alec en brazos de Hodge, logro
tomar el cuerpo de su esposa con su hija en brazos antes de que
llegaran ambas al suelo.
―No
la veas ―le pidió la mujer, y Robert sabia a lo que se refería.
No
veas a nuestra bebé muerta
―. Lo siento.
Los
ojos de Maryse se cerraron al morir y sus brazos se aferraron aún
más al pequeño cuerpo en su pecho.
Robert
levanto la mirada enrojecida de ira para terminar con Valentine, pero
este se había ido, el ruido llego a ellos demasiado rápido, gritos
de Cazadores de Sombras, los corceles de las hadas en los cielos, los
aullidos de los lobos en los bosques buscando venganza, los vampiros
moviéndose entre las sombras para defenderse de los demonios y el
poder de los brujos haciendo que Alicante pareciera una zona de
guerra, nada alejado de la realidad, esta era una guerra y Robert y
su pequeño hijo estaban justo en medio.
―
¡Valentine!
―llamo Robert exigiendo que se mostrara, pero antes de que saliera
en su búsqueda Hodge sujeto su brazo.
―Recuerda,
tu hijo, debes protegerlo.
Robert
despertó de su ira y miro a los ojos azules de su hijo que miraba
fijamente a su madre y su hermana en el suelo preguntándose cuando
se levantarían de ahí.
―No,
no ―Robert tomo a Alec y tapo sus ojos―. Por el Ángel, Alec, no
mires.
―Izzy
―dijo el pequeño intentando apartar la mano de su rostro―. Izzy…
¡Izz!
Un
poder azul voló por encima de su casa y destruyo las ventanas
exteriores.
―No
hay tiempo, debemos irnos ―le dijo Hodge con el temor real de que
se negara.
Robert
pego su rostro a la cabeza de su hijo, miro a su esposa e hija en el
piso y tomo la decisión.
―Vámonos.
Los
caballos galoparon toda la noche alejándose del olor a muerte que
rápidamente desprendía Alicante. El lugar que alguna vez fue su
hogar y el lugar más seguro en el que pudieran estar, ahora, no era
más que un lugar de muerte.
*
* *
Alec
no le hacía fácil el trabajo a su padre, no comía, no dormía y le
golpeaba cada vez que podía, el niño pasaba del llanto al odio
demasiado rápido, Robert sabía que era desesperación por ser tan
pequeño y no entender lo que pasaba, no durmió en el tren, ni en el
barco que les llevo a otro continente. Alejarnos
lo más que podamos.
No durmió cuando su padre había anunciado su nuevo hogar, el
pequeño solo le gritaba y repetía una y otra vez la misma palabra,
la que a su padre le torturaba y carcomía el pecho.
―Izzy,
Izz… ¡Izzy!
Habían
llegado a Nueva York después de una semana en donde se instalaron en
un edificio de apartamentos mundanos, habían ido a templos e
iglesias a vaciar los alijos de armas y resguardarlos en un lugar que
pudieran serles útiles en caso de que les encontraran, la vida
mundana era simple para ambos adultos, no para el niño que se
aferraba al conejo blanco de nariz rosa y se despertaba a media noche
gritando el nombre de su hermana. Fue tanto el desgaste que cayó
enfermo un mes después.
―No
lo hare Hodge, Alec es fuerte, superara esto.
―Míralo
―exigió el hombre, ambos vistiendo como los más ordinarios
mundanos―. Si no lo haces, miraras morir a tu hijo.
―No
puedo hacer eso ―los ojos duros de Robert se habían vuelto de
cristal―. No puedo quitarle los recuerdos de su hermana, él la ama
y sus recuerdos son todo lo que le queda de ella.
―Está
muriendo, Robert, está muriendo de tristeza ―Hodge se acercó a su
amigo y coloco sus manos sobre sus hombros―. Piensa en Maryse, ella
no querría que lo dejaras morir. Tu hija está muerta, pero tu hijo…
tu hijo no y…
―Aun
cuando quisiera hacerlo, no hay brujo dispuesto ayudar a un Cazador
de Sombras, todos ellos nos quieren muertos ―Robert paso su mano
por la frente mojada de su hijo, mirando como sus ojos papaloteaban
por debajo de sus parpados por la fiebre―. Y no los culpo.
―No
todos ―dijo Hodge con un poco de tranquilidad―. Debemos llevarlo
al hospital.
*
* *
―Apesta
a sangre de Ángel ―dijo la mujer con glamour que poco a poco se
fue desvaneciendo dejando ver su piel azul y cabello blanco―. Y no
lo digo como un cumplido.
―Necesitamos
ayuda ―dijo Hodge ignorándole.
―
¿Y a quien le
sorprende? ―Catarina Loss era una de las pocas brujas que no había
estado en el enfrentamiento en Alicante, ella había permanecido en
Nueva York y poco tiempo después los rumores y noticias llegaron a
ella encendiendo su desprecio por Valentine y en general, por todos
los Cazadores de Sombras―. No me interesa ayudarlos ¿No tienen
suficientes estelas con ustedes?
―Esto
no lo podemos curar con una estela ―dijo Robert con voz débil, él
y Hodge se movieron a un lado para dejar ver al niño que se movía
inquieto en la camilla, sudando y murmurando a consecuencia de la
fiebre.
―
¿Qué le han
hecho? ―pregunto la bruja acercándose y colocando su mano
preocupada en la frente del niño. Se movió de inmediato en la
habitación, coloco una aguja en su pequeño brazo para que una
sustancia goteante entrara en su cuerpo.
―
¿Qué es?
―pregunto Robert.
―Le
ayudara con la fiebre ―la enfermera comenzó a hacer preguntas a
los dos hombres sobre la condición del niño, el tiempo en el que
había estado así y como había llegado a ese estado.
―Los
corazones de los nephilim son frágiles ―murmuro la bruja al
escuchar la historia de Alec.
―Puedes
ayudarlo ¿cierto? ―pregunto Hodge.
―
¿Estás ciego,
Cazador de Sombras? Es lo que hago.
―
No se refiere solo
a su cuerpo ― el rostro de Robert parecía ser otro para Hodge,
como si lo hubieran deshecho y moldeado en este Robert angustiado y
débil.
Catarina
le miro.
―No
puedo curarlo de su tristeza, si es eso lo que propones.
―Pero
puedes quitar lo que la provoca ―dijo Hodge.
Catarina
entendió, pero no se sintió tranquila en lo absoluto.
―Jugar
con la mente es… delicado. ¿quieres arriesgar a tu hijo?
―Quiero
que viva.
Y
Catarina también lo quería, no quería ver una muerte más, mucho
menos de un niño, aun cuando se trataba de un Cazador de Sombras que
quizás crecería para dar caza a los suyos, el mundo estaba lleno de
malas bromas, pero las posibilidades eran siempre esperanzadoras, eso
se lo había dicho un amigo hacia un siglo, antes de que la fe de ese
amigo se perdiera por completo.
Catarina
asintió e hizo todas las advertencias que debía, Robert le dijo que
solo quería que el recuerdo de la bebé desapareciera, que dejara
intacto todo lo demás, la noche en la que escaparon, Valentine e
incluso la muerte de su madre.
Horas
después volvieron con Alec en brazos y este durmió toda la noche, a
la mañana siguiente no hubo gritos y comió como si no lo hubiera
hecho en semanas, ciertamente así había sido. Robert se sentó a su
lado y le dijo que podía preguntarle lo que quisiera. Alec le hablo
de la noche en la que habían perdido a su madre, todo era exacto,
pero nunca menciono a su hermana.
―Mamá
sujetaba algo en los brazos ―dijo Alec mientras tomaba su leche―.
¿Qué era?
De
alguna manera no recordaba lo que era, pero sí que era muy
importante.
Robert
acaricio el cabello de su hijo.
―No
lo recuerdo ―dijo débilmente.
Alec
le miro con esa mirada de protección que solo le había dedicado a
su pequeña hermana alguna vez.
―Yo
tampoco ―movió su cabeza en un gesto que decía que quizás no
importaba y siguió comiendo, así como, a lado de su padre, siguió
con su vida.
*
* *
―
¿Cuándo vas a
marcarme? ―Alec observaba a su padre e intentaba imitar los
movimientos de entrenamiento con su espada.
Robert
Lightwood miro a su hijo y sonrió. Ambos estaban en la azotea del
edificio en donde vivían, un lugar tranquilo en donde entrenaban
todas las tardes sin temor de ser notados por los mundanos.
―Tienes
ocho años, Alexander. Es peligroso marcarte a esta edad.
―
¿A qué edad
fuiste marcado?
―Tenía
diez años, hijo.
―
¿Y no crees que
lo soporte?
Robert
Lightwood se detuvo en pleno movimiento, miro al niño y se acercó a
su hijo, tenía toda la atención del niño por su súbito cambio de
actitud y este le sonrió.
―Eres
capaz de soportarlo todo, hijo. Pero no es necesario arriesgarnos.
―
“Vivimos en
tiempos peligrosos” eso le dijiste a tío Hodge.
―Peligrosos
para él y para mí, eres un niño y no debes preocuparte de nada,
Hodge y yo te protegeremos.
Alec
aparto las manos de su padre.
―No
quiero ser protegido, quiero ayudar ¡Quiero matar a quien mato a
mamá!
―
¡Silencio! ―le
exigió su padre―. No mataras a nadie, no serás un Cazador de
Sombras, serás un chico normal y tendrás una vida normal.
―
¡Soy un Cazador
de Sombras!
Robert
busco paciencia desde el fondo de su pecho para hablarle a su
pequeño.
―Alec,
escucha, antes no teníamos opción, era seguir nuestra misión o ser
despojados de nuestras runas, pero eso se acabó, no hay Clave y no
hay Consejo que nos obligue a luchar.
―Pero
debemos hacerlo, debemos proteger a las personas.
―A
la única persona que debes proteger es a ti mismo ―los ojos de
Robert fueron severos―. No seguiré discutiendo contigo al
respecto, Alexander, te entreno para que puedas mantenerte a salvo,
no para que intentes ser temerario e inicies una batalla que no
podrás ganar ―suspiro―. No hay Cazadores de Sombras, hijo, todos
están cayendo bajo la espada de Valentine.
Robert
entrego a su hijo una daga.
―Ahora,
intenta embestirme y…
Alec
no se quedó a escuchar lo que su padre intento enseñarle, tiro la
daga a sus pies y se alejó corriendo hacia el interior del edificio.
Robert
Lightwood se quedó mirando al niño alejarse mientras pasaba su mano
por su negro cabello con desesperación, los ojos azules de su hijo
habían reflejado la clara decepción, le había dicho que no había
más Cazadores de Sombras, Robert sabía que eso era un error.
―
¿A quién engaño?
―se preguntó en un murmullo―. Eres un excelente Cazador de
Sombras… y eso es demasiado aterrador.
*
* *
Robert
miraba por la ventana mientras el autobús escolar se detenía frente
al edificio para dejar subir a su hijo y a otros niños de la calle
de su misma edad. Alec había protestado en ir a la escuela mundana,
había pedido ser instruido en casa como lo hubieran hecho si
vivieran aun en Alicante, su padre le explico que debía tener una
vida mundana para poder ocultarse de los demonios y de Valentine.
Alec le grito que no quería ocultarse y se había ido a su
habitación sin hablarle hasta el día siguiente.
El
autobús se puso en marcha, Robert miro como Hodge levantaba su mano
para despedir al niño tres pisos abajo. Intercepto a su amigo antes
de que entrara a su propio departamento, en la puerta de enfrente.
―
¿Sigue molesto?
―pregunto Robert.
Hodge
se giró y le miro con una sonrisa débil.
―Creo
que estará molesto toda su vida.
No
lo culpo.
Pensó Robert.
―Robert
―le despertó Hodge―. No creo que podamos quedarnos mucho tiempo
aquí.
―
¿Que?
Movió
su cabeza indicándole que le acompañara dentro del departamento, su
lugar era un poco menos hogareño, ciertamente no necesitaba
esforzarse por hacer sentir cómodo a nadie, no como Robert quien
tenía un niño de ocho años al que intentaba criar como un mundano
y no como un Cazador de Sombras.
―Esta
mañana me di cuenta ―Hodge mantenía un alijo con armas y de ahí
tomo un sensor que ayudaba a los Cazadores a medir la presencia
demoniaca, el medidor estaba brincando sin control―. La actividad
está aumentando como espuma.
Robert
miro el sensor.
―El
instituto cayo meses después de que llegáramos aquí, no hay quien
se enfrente a los demonios ―explico el hombre algo que ambos ya
sabían―. Eso es en todo el mundo, Robert. Mande un mensaje de
fuego a parís y…
―
¡¿Un mensaje de
fuego?! Hodge ¿Has perdido la cabeza? Valentine puede rastrearnos
con eso y…
―
¡Lo sé! Pero lo
hice con ayuda de Catarina, ella también quería saber que tan mal
está la situación, y lo que descubrimos fue… Robert no hay
instituto en pie o en funcionamiento en estos momentos.
―Eso
es imposible, no pudieron caer todos.
―No
hay resistencia, nadie está enfrentando a Valentine y a su ejército
demoniaco.
Robert
se acercó al alijo y tomo una daga, la observo con cuidado pasando
su dedo por la planicie de la hoja, meditando y pensando
profundamente, debía tomar una decisión, no por él, por Alec. A lo
largo de su entrenamiento se le había enseñado a fragmentar los
problemas, a planificar y dar un paso a la vez para solucionarlos,
ahora lo que ponía en inmediato peligro a su hijo eran los demonios,
miro el sensor y tomo una decisión.
―Prepárate
―dijo a su amigo―. Esta noche iremos a cazar.
Y
así lo hicieron, todas las noches después de que Alec iba a dormir
Robert marcaba su puerta y cada ventana con runas de protección,
también habían tenido un trato con Catarina Loss para que
mantuviera hechizos en Alec que le avisaban cuando este estaba en
peligro. Entonces ambos salían a dar caza a los demonios que se
acercaban a su zona. Volvían apenas salía el sol, cuando Alec iba a
la escuela Robert dormía, al volver tenían ambos días cotidianos,
se comenzó a dar cuenta de que la escuela mundana le estaba
cambiando, ahora hablaba de dibujos animados e historietas, había
ido a fiestas de cumpleaños y estaba comenzando a aceptar su nueva
vida olvidando la primera, la de un guerrero nacido con una misión
sagrada.
Los
días pasaron, así como las semanas, noche tras noche salían a
destruir amenazas demoniacas mientras Alec dormía en el apartamento,
eso hasta que no lo hizo más.
*
* *
Robert
y Hodge caminaban con lentitud y con la guardia encendida en los
oscuros túneles del subterráneo. Los periódicos habían disparado
una alerta con una ola de desapariciones en esa estación y ambos
estaban seguros del tipo de criaturas que encontrarían ahí.
Aceleraron el paso al escuchar los movimientos y los ruidos guturales
de alas. Con señas del tipo militar se pusieron de acuerdo para
realizar la emboscada, al llegar a una de las líneas abandonadas y
solo iluminada por las luces mágicas y las espadas seráficas, el
demonio se abalanzo hacia ellos sin darles tiempo de nada. Robert
empujo a Hodge para quitarlo del camino y que las garras del demonio
no le alcanzaran, cayó al suelo y se levantó de inmediato para
interceptar a la criatura y separar su cabeza del cuerpo, el demonio
se fue de esta dimensión con un grito de dolor que inundo los oídos
de ambos cazadores.
―Eso
fue sencillo ―dijo Hodge acercándose a Robert.
―Demasiado
―Robert levanto el sensor por el terrible presentimiento que le
inundaba, su instinto no está nada equivocado, el sensor se movió
con violencia ―. No ha terminado.
―
¿En dónde están?
Giraron
con sus espaldas pegadas y sus dagas levantadas, Robert Lightwood
levanto su luz mágica al techo y se quedó sin aliento, había una
masa moviéndose por lo largo del túnel, era fácil darse cuenta de
que esa masa era un conjunto inmenso de demonios esperando ser
despertados.
―
Por el ángel
―murmuro Robert―. Debemos salir de aquí.
―Estoy
de acuerdo.
Lo
que paso a continuación fue demasiado rápido, uno de los demonios
había despertado al oler las cenizas y su hocico les gruño haciendo
que sus oídos temblaran, entonces ellos estaban corriendo por sus
vidas hacia la salida del túnel. Se agacharon y giraron sus espadas
en varias ocasiones para librarse de los demonios que habían
intentado tomarlos o atravesarlos con sus colas en forma de punta.
―
¡No te detengas!
―grito Robert sin aliento.
―
¡No lo
lograremos! ―respondió Hodge.
Robert
había llegado a esa misma conclusión apenas unos segundos antes,
entonces ¿Qué caso tenia seguir corriendo?, lo único que lograrían
seria llevar a los demonios a las vías más transitadas, y hacia los
mundanos.
Se
detuvo para luchar, Hodge le siguió sin un claro convencimiento,
pero no abandonaría a su amigo.
Antes
de que la mancha negra con múltiples ojos negros que eran los
demonios les alcanzaran, un resplandor azul se interpuso entre ellos
y las temibles amenazas, los demonios que lograron tocar la magia
azul se habían convertido en cenizas de inmediato.
―
¿Qué están
esperando, nephilims? ¿Una invitación?
La
voz provenía de un joven de cabello negro, un brujo sin duda al que
le brillaban los ojos en la oscuridad, ojos de gato verde dorado.
Estaba parado frente a una puerta difícil de vislumbrar si estabas
desesperadamente corriendo por tu vida, sus manos estaban levantadas.
Robert
y Hodge se movieron hacia él y le pasaron de largo, Hodge
desapareció tras la puerta y Robert espero para observar el
siguiente movimiento del brujo. La luz se intensifico y como si se
tratara de lava hirviendo, el escudo azul se movió hacia los
demonios convirtiéndolos a todos en cenizas.
Robert
estaba asombrado hasta el punto de no moverse, no hasta que el brujo
lo tomo del brazo y lo jalo hacia la puerta.
―Larguémonos,
Cazador de Sombras. Mi magia no termino con todos ellos.
Subieron
un par de pisos por lo que parecía ser una escalera de personal, en
unos minutos estaban en la estación clausurada de Green Point.
―Gracias
―dijo Robert al brujo recuperando el aliento―. Eso fue
impresionante.
―Lo
sé.
Robert
lo observo por un momento, la forma de hablar y la manera firme de
moverse, le hacían ver como un adolescente engreído y además
enojado con el mundo. Robert sabía lo que era estar enojado con el
mundo.
―Fue
una suerte que nos hayas encontrado y ayudado.
El
brujo soltó un resoplido.
―Claro
que no fue suerte, tonto Cazador de Sombras, vine aquí a buscarlos,
tenemos que hablar.
Hodge
y Robert compartieron una mirada.
―
¿Hablar sobre
qué? ―pregunto Robert.
―Sé
quién eres ―advirtió Hodge―. Catarina nos habló de ti, Magnus
Bane, Gran Brujo de Brooklyn.
―Intentan
darme ese título ―el joven con abrigo purpura y brillo es su
cabello miro a sus manos con indiferencia, dejando ver que estar ahí,
con ellos en particular era algo en verdad desagradable para él―.
Pero no podría ser Gran Brujo de Brooklyn, sin Brooklyn ¿cierto? Y
a este ritmo, la ciudad desaparecerá en meses.
―
¿Y piensas que
podemos ayudar a evitarlo? Quizás no lo has notado, pero solo somos
dos cazadores de Sombras, hay nidos como el que miramos esparcidos en
la ciudad, y cada vez hay más ―Robert guardo su espada y trazo una
Iratze en su brazo.
―Parece
que eres tu ―dijo Magnus―, el que no se ha dado cuenta de que son
los únicos que están luchando.
De
nuevo ambos Cazadores compartieron una mirada.
Magnus
los detestaba cada vez más.
―
¿Acaso todos los
Cazadores de Sombras son así? ―pregunto con ironía en su voz―.
Me estoy cansando de todos ustedes.
Robert
dio un paso al frente.
―
¿Has hablado con
otros Cazadores de Sombras?
Magnus
acomodo su chaqueta y miro a Robert analizándolo. Sonrió, una
sonrisa falsa y fría.
―No
exactamente, como sea. Estoy aquí porque tengo una oferta que podría
interesarles.
El
brujo Magnus Bane quien para Robert no se miraba mayor de diecisiete
años, con un extraño atuendo y un peinado en punta hablaba como el
más diplomático de los hombres, su inteligencia y astucia se
percibieron de inmediato, quizás se miraba como un adolescente, pero
seguramente era un ser centenario. Les hablo severamente y sin
equivocaciones sobre el pequeño contingente que había logrado unir,
un conjunto de brujos, vampiros, hombres lobo y una o dos hadas que
estaban dispuestos a olvidar sus diferencias para mantener a los
demonios al margen de sus familias, clanes y manadas.
―
¿Por qué lo
hacen? ―pregunto Robert―. La masacre en Alicante fue culpa de los
Cazadores de Sombras.
―
¿Crees que no lo
sabemos? ―fue como si hubieran arrojado combustible a una pequeña
llama que intentaba salir del brujo a través de sus ojos―. Si por
mi fuera los convertiría en ceniza a todos ustedes junto a su sangre
angelical y su maldita sagrada misión. Una vergüenza para el cielo
y sus enviados que se creen superiores a todo ser en la tierra,
¿Vinieron a salvarnos? Preferible hubiera sido que nos dejaran en
nuestra miseria entonces.
Hodge
agacho la mirada, pero Robert la sostuvo firmemente, era verdad, se
arrepentía de haber seguido a Valentine, no podía cambiar su
pasado, no podía borrar sus errores, pero podía intentar
corregirlos.
―
¿Qué quieres de
nosotros, brujo?
―Lo
único que pueden ofrecer: Sus habilidades, sus armas, y sus marcas
mágicas. Lucharemos contra los demonios y queremos que ustedes lo
hagan con nosotros.
―
¿Esto es una
tregua? ―pregunto Robert, no podía estar seguro de poder confiar
en un subterráneo y menos en uno que parecía odiarlos incluso antes
de Valentine.
Magnus
rio con odio.
―
¿Preocupado por
tu pellejo, Cazador de Sombras?
―Desde
hace tiempo que solo respiro por una persona, y no, no es por mí
mismo.
La
expresión de Magnus le dijo que en realidad no le interesaban sus
motivos.
―Reuniré
a los representantes de cada facción del submundo, los convoque en
La Luna del Cazador mañana por la noche, son los únicos Cazadores
de Sombras activos y ellos los quieren de su lado.
―
¿Ellos? ―pregunto
Hodge―. ¿Tú no?
―Claro
que no ―aceptó sin remordimiento Magnus Bane―. Los quisiera a
todos ustedes muertos, pero entonces no sería tan diferente de lo
que es Valentine, Irónico, ¿cierto?
―Lo
pensaremos ―dijo Hodge y Robert le miro sin entender a lo que
refería.
El
joven brujo metió las manos a los bolsillos y se giró para
alejarse.
―Eso
es justo ―les dijo mientras se marchaba―. Pero si deciden no
ayudar, no se olviden de largarse de aquí entonces, no los quiero en
mi ciudad siendo completamente inútiles. Y por cierto… no estamos
solos.
Magnus
giro, les miro a los ojos y con un chasquido desapareció frente a
ellos con demasiada velocidad dejando solo un pequeño rastro azul de
magia.
―
¡Wow! ―dijo
Alec apareciendo desde atrás de una montaña de metal y escombros ―.
No sabía que los brujos podían hacer eso.
―
¡Alec! ¡Alexander
Gideon Lightwood! ¿Qué demonios haces aquí?
―Iras,
¿Cierto, padre? Les ayudaras a matar a Valentine.
Odiaba
seguir matando las ilusiones de su hijo, pero no tenía ninguna otra
opción. Robert se acercó a su hijo y bajo a su altura colocando una
rodilla en el suelo.
―Ellos
no quieren eso, hijo. Solo quieren mantener a salvo a sus familias.
―Les
ayudaran entonces ¿cierto?
―
¿Cómo nos
encontraste, enano? ―pregunto Hodge intentando cambiar el tema.
El
pequeño niño mordió su labio y levanto la manga de su suéter en
donde estaba dibujadas un conjunto de runas; Poder Angelical,
Silencioso y Rastreo.
―
¿Cómo pudiste
hacer esto? ―pregunto su padre débilmente sin poder apartar la
mirada de la piel pálida de su hijo―. No sabes el peligro en el
que te has puesto.
―
¿En dónde
conseguiste la estela? ―Hodge se miraba molesto, aún más que
Robert.
―En
tu apartamento hay un alijo con armas, la tome de ahí.
Robert
se puso de pie y tomo a su hijo en brazos.
―Debemos
irnos de aquí.
―
¡No me cargues!
¡no soy un bebé! ―protesto Alec quien solo recibió una mirada
severa de su padre. Alec se resignó, dejo de moverse y protestar
para recargar su mejilla en el hombro de Robert.
Esa
noche Robert se quedó sentado a la orilla de la cama de su hijo,
observándolo dormir tranquilamente, mirando las marcas en su brazo,
las que aun con esfuerzo no pudo evitar que aparecieran en la piel de
Alec. Se dio cuenta que sin importar lo que hiciera no podía negar a
su hijo su origen, enojarse con él por algo que debía hacer, algo
que se le había dicho desde que tuvo entendimiento era injusto, la
vida ya había sido demasiada injusta con este pequeño.
―Podemos
arreglarlo todo por la mañana e irnos de aquí a medio día ―Hodge
estaba recargado en el marco de la puerta.
Robert
puso un dedo atravesando sus labios pidiéndole que bajara la voz,
subió la cobija de Alec hacia sus hombros y salió discreto hacia la
sala cerrando la puerta de la habitación del niño detrás de él.
―
¿Quieres irte?
―
¿Tenemos opción?
Ese brujo nos aborrece, no podemos confiar en él ―explico Hodge.
―Es
honesto y tiene motivos para odiarnos. Prefiero que nos aborrezca y
saber que esperar de él, que vivir engañado escuchando dulces
palabras de un maniático asesino.
―No
fue nuestra culpa.
―
¿En verdad te
sientes mejor repitiéndote esa basura? ―reclamo Robert perdiendo
la paciencia.
―Robert,
estoy de tu lado.
―
¡Porque no tienes
opción!
El
silencio se estableció entre ambos. Hodge conocía a su amigo, sabia
por todo lo que había pasado y ahora la angustia que atravesaba por
mantener a su hijo seguro. Observo como pasaba su mano por todo su
cabello con desesperación.
―Perdóname,
no quise…
―Lo
que le dijiste a ese brujo ―comenzó Hodge―. Solo respirar por
alguien más. ¿Por qué piensas que conmigo es diferente? Tuve una
oportunidad en Alicante de elegir, mientras luchaba a lado de
Valentine, ese segundo en el que algo me dijo que no hacíamos lo
correcto, ese instante en el que el tiempo se detuvo y me exigía que
debía elegir, a mí me tomo más que a ti ―dijo como si en cierta
forma le avergonzara―. Tu habías salido de ahí antes, pero lo
hice, tomé la decisión y te seguí. Y no voy a cambiarla, no voy a
traicionarte y hare lo mejor para tu hijo porque sé que de ese modo
hare lo mejor para ti.
―No
tienes que hacerlo, no tienes que seguirnos, no soy Valentine.
―Gracias
al Ángel que no. Pero quiero seguirte, porque sé que no te
detendrás hasta hacer algo que remedie todo este desastre, entonces
quizás pueda estar tranquilo conmigo mismo. Déjame ayudarlos.
Robert
se sentó en la mesa, se miraba agotado aun cuando Hodge sabía que
no lo estaba, sus dedos jugaban con la estela que había encontrado
en la mochila de Alec.
―Tal
vez estaba equivocado ―dijo Robert―. Quizás entrenarlo y
mantenerlo fuerte sea la mejor manera de que este a salvo.
―Por
lo menos la mejor forma de mantenerlo vigilando, tu hijo es
extraordinario, nunca supe de un Cazador que haya sido marcado tan
joven.
―Las
circunstancias lo han hecho más fuerte.
―
¿Adaptación?
¿Eso quieres decir? No somos los últimos Cazadores de Sombras, no
puede ser.
―También
me gusta pensar así, pero… cada día es más difícil de creerlo,
si hubiera Cazadores allá fuera, ellos debieron haber intentado algo
contra Valentine. Es lo que he estado esperando todo este tiempo.
―Pero
esta podría ser nuestra oportunidad.
―
¿Los
subterráneos? Nadie querrá ir contra Valentine.
―No
ahora, pero quizás después, cuando se forme un frente más unido y
fuerte.
―Cazábamos
subterráneos por órdenes de Valentine. ―dijo Robert con su
mandíbula apretada.
―Eran
infractores.
―
¿Lo eran?
Hodge
trago con fuerza.
―Es
lo que nos decía Valentine, no había forma de que…
―Pudimos
habernos negado y no lo hicimos, nos creíamos superiores a ellos y
eso nos convierte en algo muy parecido a Valentine.
―
¿Qué estás
diciendo? ― pregunto Hodge mirándole fijamente.
―Que
no llevare a nadie a una guerra que no se puede ganar, les debo a los
subterráneos e intentare pagar, hare esto por ellos, no por
venganza, mi venganza ―Robert miro al techo del apartamento, sus
ojos azules mirando hacia aquella noche en la que perdió parte de su
ser―. Es la mejor forma de honrar la memoria de Maryse y de mi
pequeña.
Hodge
se sorprendió, desde que habían escapado de Alicante aquella noche,
Robert no había mencionado a su esposa e hija muertas, había
pensado que era por Alec, ahora creía que la verdadera razón caía
en que le era demasiado difícil hacerlo.
―Ayudar
a los subterráneos y entrenar a Alec. Ese es el plan entonces
―medito Hodge.
―Así
es, sencillo ¿cierto?
―Con
ese chico Magnus Bane siempre vigilándonos, claro, pan comido ―dijo
sarcástico Hodge.
Robert
se inclinó hacia adelanto con una expresión reflexiva.
―Viste
lo que hizo con esos demonios y la forma en la que desapareció, no
es normal, es un brujo mucho más poderoso de lo que alguna vez
vimos.
―Eso
es bueno, si estamos en su equipo, quiero decir.
―Pero
es justo a lo que Valentine le teme, los subterráneos unidos y
siendo extraordinariamente poderosos.
―Elimina
lo que está a su paso ―dijo Hodge―. Si nos mantenemos al margen…
―
¿Tenemos otra
opción? ―Robert se levantó de la mesa―. Ahora ve a tu
apartamento para que descanses, parece que será un día largo.
―Y
uno excelente para Alec, tu decisión lo hará feliz.
―Ver
a mi hijo feliz es todo lo que quiero ―dijo Robert, pero no sonrió,
el temor de no verlo nunca así era demasiado real y le aterraba.
Robert
despidió a Hodge y antes de ir a su propia habitación abrió la
puerta del cuarto de Alec, una mirada para estar seguro de que todo
iba bien. Una mirada antes de que saliera el sol y ambos iniciaran
una nueva y diferente vida; la de ser los últimos Cazadores de
Sombras.
*
* *
Alec
abrió los ojos cuando el brillante sol alcanzo su rostro, camino
hacia el baño y se sorprendió al no ver su uniforme escolar listo.
Salió de su cuarto caminando en calcetines hacia la cocina y
tallando uno de sus ojos, su padre estaba ahí con Hodge.
―No
me despertaste, es tarde para la escuela.
―Eso
es porque a partir de hoy no iras a la escuela, por lo menos no a la
mundana ―le comunico Robert de pie frente a su hijo.
―
¿Que? ― los
ojos adormilados de Alec finalmente se abrieron con magnitud.
―A
partir de hoy estudiaras en casa como lo hubieras hecho si viviéramos
aun en Idris, y aprenderás todo lo que debes saber sobre demología
y combate.
―Entre
otras cosas ―dijo Hodge estirando una mano hacia el niño que
mantenía un rostro sorprendido, para entregarle una estela.
Alec
la tomo lentamente y miro a su padre.
―
¿Qué pasa?
―Serás
un Cazador de Sombras, es lo mejor para mantenerte seguro. Incluso
hable con la directora del plantel, en realidad no quiero a mundanos
tocando mi puerta preguntando por tu bienestar.
―Les
llaman Servicios Sociales ―informo Hodge.
―
¿Esto es verdad?
―pregunto Alec.
―Lo
es, hijo. Cámbiate y después del desayuno comenzaremos, tendrás
horarios, quiero disciplina, la misma que aspiraría si estuviéramos
en Alicante, entendido soldado.
―
¡Si, señor!
Robert
sonrió.
―Ve,
Alec.
El
niño volvió por el pasillo a su habitación corriendo entusiasmado,
ambos adultos le miraron irse.
―Es
lo mejor ―dijo Hodge a Robert―. Las cosas irán mejorando de
ahora en más, ya lo veras.
―Mucho
depende de lo que pase esta noche ―Robert no se miraba en lo
absoluto tranquilo―. Todo
depende de lo que pase esta noche ―Corrigió.
*
* *
Robert
y Alec habían pasado toda la tarde entrenando, ahora y a pesar de
las dudas de su padre, trazo la runa de recuperación de energía en
el brazo del niño quien había comenzado a bostezar.
Terminó
de dibujar y le miró.
―
¿Te dolió?
―pregunto Robert con curiosidad―. Cuando te marcaste por primera
vez ¿Fue doloroso?
Alec
pensó su respuesta un poco.
―No,
quizás fue porque estaba más preocupado porque te dieras cuenta y
me castigaras.
―Sigo
considerándolo ―dijo Robert jalando el desordenado cabello de su
hijo ―Seguramente tu madre te hubiera asesinado.
―Ella
hubiera escondido mejor la estela ―se burló Alec.
Robert
soltó una carcajada.
―Eso
es cierto, hijo. Era la mejor en seguridad.
―Tú
no eres tan terrible, lo estás haciendo bien.
―
¿Eso crees?
El
niño jugaba nervioso con su estela y movió su mano de un lado a
otro; Mas
o menos.
―Eso
fue halagador, Alec.
Ambos
jugaron un poco a alcanzarse el cabello del otro para revolverlo.
―La
extrañas ¿cierto? Se te nota en los ojos ―le dijo Alec con
demasiada inocencia.
―Cada
día. Pero te tengo a ti.
―Quisiera
tener una fotografía ―le dijo Alec con la cabeza gacha―. Siento
que la estoy olvidando.
Robert
le tomo y le abrazo por la espalda.
―Mira
al cielo Alec y piensa en mamá.
―Si.
―
¿Recuerdas sus
ojos?
―Azules,
como los míos.
―
¿Y su cabello?
―Negro,
como el mío.
―
¿Cómo era esa
canción que te cantaba al dormir?
La
dulce voz del pequeño comenzó a pronunciar las palabras siguiendo
la melodía, era una canción en francés que sabía de memoria, la
canto sin ningún esfuerzo, no solo la tenía grabada en la memoria,
también en el corazón.
Robert
había cerrado los ojos para escucharlo cantar, se sentía como si
Alec en realidad le estuviera consolando, pego su rostro al hombro de
su hijo y comenzó a percibir el dulce aroma que desprendía,
sintiendo su pequeño cuerpo entre sus brazos lo presiono con mayor
fuerza, sintió su calor y el latido de su corazón, recordó a este
mismo niño en sus brazos siendo un bebé, la emoción de haberlo
cargado por primera vez y recordó a esa otra pequeña que alguna vez
ambos amaron. Como si el resto del mundo hubiera desaparecido; Alec
siguió cantando, supo que su padre estaba llorando al sentir la
humedad en su hombro, lo dejo, después de todo conocía el
sentimiento, de vez en cuando también lloraba en la noche, buscando
un rostro de ojos azules y cabello negro entre las estrellas.
*
* *
La
Luna del Cazador era un bar en pleno Manhattan que había sido un
tipo de club exclusivo para licántropos, ahora parecía ser unos de
los pocos lugares en donde podías llegar corriendo pidiendo ayuda si
algún demonio intentaba tragar tus entrañas. Nunca sabias a quien
encontrarías ahí dentro, pero podías estar seguro, si eras
subterráneo y alguien te perseguía, que podrías encontrar apoyo
ahí dentro.
El
bar estaba oculto tras un pequeño jardín así que los mundanos
difícilmente entraban para pedir indicaciones o una cerveza, la cual
no conseguiría sin antes ser víctima de algún Encantus o Glamour
para mantener protegida la clandestinidad de este improvisado refugio
para subterráneos.
Esta
noche estaba vacío, por lo menos en perspectiva, Magnus Bane había
convocado a los líderes para reunirse ahí y debatir alguna
estrategia para mantener al margen los ataques demoniacos que
rápidamente estaban terminando con la ciudad.
―
¿Crees que
aparezcan? ―pregunto Catarina acercándose a la mesa en donde
Magnus estudiaba pergaminos antiguos.
Magnus
siempre estaba estudiando o practicando algún nuevo ritual, para él,
lo más importante era el poder, entre más poder tuvieras, mayores
tus posibilidades de mantenerte vivo y mantener a salvo a los que te
importaban.
―No
lo sé, pero tampoco serán nuestro problema si no aparecen.
―
¿A qué te
refieres?
―No
voy a dejar que se quedan en Nueva York si no nos ayudan, los detesto
demasiado.
―Magnus
―le llamo su amiga aprensiva―. Recuerda que llevan con ellos a…
―A
ese niño que se te ha metido en la cabeza, ¿en verdad no te das
cuenta que solo te usan? Te has convertido en su enfermera personal.
―Yo
lo he querido así, Alec es especial.
―Alec
―dijo de manera extraña, como si pronunciara el nombre de una cosa
y no de una persona―. Es un Cazador de sombras, ¿Quieres cariño y
lealtad? Encuentra un cachorro.
―Eres
demasiado duro.
―Y
tu demasiado blanda, son el enemigo, Cata. No olvides eso.
―
¿Y porque los
quieres aquí?
―
Porque podemos
hacer con ellos lo mismo que han estado haciendo con nuestra gente
desde hace cientos de años: Usarlos.
―En
ocasiones me aterra tu manera de pensar.
―
¿En verdad?
―pregunto Magnus sinceramente curioso y como si le hubieran
halagado―. ¿Crees que Valentine sienta lo mismo?
Catarina
se quedó a lado de su amigo escuchando los planes que tenía si
aparecían los Cazadores de Sombras, también los planes si no lo
hacían, cada palabra le llenaba de temor y le hacían desear que
ellos aparecieran.
*
* *
―Tenías
razón, Alec ―dijo Hodge aterrizando en la entrada del bar junto a
Robert y Alexander―. Eso fue rápido.
―Hay
menos obstáculos por los techos y hay una visión más extensa
―contesto el pequeño.
Alec,
como su padre y Hodge estaba equipado por completo para una batalla,
había armas colgando desde su cintura y había más marcas en su
cuerpo que en otras ocasiones.
―Brillante
como siempre ―dijo Robert revolviendo el cabello negro del niño.
―Me
adelantare ―Hodge abrió la puerta del bar y entro dejando a Alec y
Robert fuera.
―
¿Todo está bien?
―pregunto Alec al notar el comportamiento de Hodge.
―Solo
quería darte esto ―Robert extendió su mano hacia su hijo su palma
estaba abierta frente a su rostro y en medio había un anillo con
grabados de fuego alrededor.
―
¿Un anillo
familiar?
―
Tú anillo
familiar ―corrigió Robert―. Si vas a presentarte como un Cazador
de Sombras, debes de hacerlo bien.
―
Creí que se
otorgaba en la ceremonia de marcación.
―Así
es, pero tú ya fuiste marcado, dos años antes, y sin ceremonia,
pero tus primeras marcas fueron puestas ya, así que también debes
tener esto.
Alec
sonrió con fascinación y tomo el anillo, había escuchado que
tenían una magia especial que hacía que encajara perfectamente en
el dedo de su portador, lo que significaba que sin importar lo que el
niño creciera, el anillo lo haría con él.
―Gracias ―le
dijo a su padre sintiendo los relieves del anillo con sus pequeños
dedos.
―
¿Listo? ―pregunto
Robert animándolo a entrar.
Alec
movió la cabeza firmemente y de la misma manera entro al edificio.
*
* *
―Hablando
de cachorros ―dijo Magnus mientras se acercaba a los Cazadores de
Sombras y poniendo una mirada severa sobre Alec Lightwood ―
¿Trajeron al suyo?
Alec
se rio, su inocencia era mucha como para sentirse ofendido por el
comentario, Catarina pudo distinguir unos ojos asombrados y una mueca
diferente en Magnus, como la sombra alejada de una diminuta sonrisa
en respuesta al niño.
―Querías
a todos los cazadores de Sombras de Nueva York, aquí nos tienes a
todos ―no hubo amabilidad en la voz de Robert.
Magnus
puso los ojos en blanco.
―Espero
y sean útiles ―les dijo e hizo una seña con su mano para que
entraran y se sentaran en una de las mesas cuadradas y largas.
Alec
levanto tímidamente su mano para saludar a Catarina que estaba a
unos metros de él a lado de otros subterráneos que les miraban
atentos y expectantes.
Sobre
la mesa había mapas de la ciudad dibujados en ellos, líneas de
colores, limitaciones de áreas, había símbolos que para Alec
fueron claros de entender; Luna para los lobos, estrella para los
vampiros, una hoja para las hadas, un libro para los brujos y la runa
angelical para los Cazadores de Sombras.
El
brujo Magnus Bane comenzó a hablarles sobre la importancia de
mantener un frente unido contra los demonios, de cómo no podían
permitir que ellos se apoderaran de la ciudad.
―Tus
ideas son buenas ―le dijo Robert―. Pero luchar con demonios en
pleno día, podemos tener glamures que nos ocultan de los mundanos,
los lobos o las hadas no, ellos nos descubrirían.
―
¿Y eso importa?
―pregunto Magnus―. Sé que para los nephilim es importante
mantenerse en la clandestinidad, pero esto ya está mucho más lejos
de eso, a este ritmo y con el nivel de alarma que se vive en la
ciudad, los mundanos no pueden permanecer alejados de todo esto.
―
¿Dices que deben
saber de la existencia de los demonios? ―Hodge no podía entender
porque eso podría ayudar a su causa.
―Son
las principales víctimas, creo que tarde o temprano se darán cuenta
de que algo los está asesinando, no tenemos la capacidad de
protegerlos a todos. Valentine tiene a todas sus entidades libres por
todo el planeta, ellos asesinan sin miramientos.
No
poder proteger a los mundanos fue algo que hizo estremecer a Alec, su
deber siempre fue ese y escuchar que no tenía la capacidad de
hacerlo fue devastador.
Robert
miro a Alec, era un hábito adquirido, cada vez que necesitaba calma,
alivio o incluso reflexión, miraba a su hijo para encontrarlo en el
rostro inocente de su pequeño.
―Supongo
que tienes razón, será inevitable eventualmente ―dijo finalmente.
―Así
que necesitamos toda ventaja que podamos adquirir, la luz del sol es
una, y muy poderosa ―explico el brujo.
Robert
escucho con más entendimiento a Magnus, ahora se daba cuenta de que
seguía mirando el mundo como siempre, con las reglas de los
Cazadores de Sombras, pero todo eso se había acabado, no había más
Clave ni Acuerdos, ellos eran ahora la resistencia en una guerra
contra los opresores y los demonios que solo intentaban convertir el
mundo en desolación y cenizas.
Magnus
Bane había asimilado mucho más rápido que cualquiera la visión de
este nuevo mundo, su inteligencia, certeza y sabiduría era lo que
necesitaban para derrotar a los demonios, incluso para derrotar a
Valentine. Magnus era un líder nato, el verdadero líder que nunca
tuvo, siempre deseo y que creyó haber encontrado en Valentine.
Su
conversación se hizo dinámica y muy eficiente enseguida, dos
estrategas trazando los mejores planes de ataque y defensa, Robert
cada vez estaba más convencido de que esta había sido la elección
correcta, sería mucho más sencillo mantener a Alec a salvo, su hijo
sería un soldado en una guerra interminable, pero había nacido para
eso.
Los
subterráneos alrededor se habían relajado y atentos escuchaban los
planes de ambos, eso hasta que la paz fue abruptamente cortada por un
ruido proveniente desde arriba de sus cabezas.
Todos
miraron arriba y después entre ellos.
―Están
en la azotea ―informo un joven de piel oscura, licántropo.
―Supongo
que ha llegado el momento de probar si esta asociación funcionara,
Cazador de Sombras. ―Magnus extendió su mano hacia Robert
Lightwood.
Robert
la estrecho con seguridad.
―Bien,
Magnus Bane, será mejor que seas tan inteligente como pareces ser.
Hubo
duda en el rostro del brujo
Hodge
y Robert compartieron una mirada y sonrieron.
―Parece
ser tan joven como aparenta, después de todo. Vamos.
Salieron
en grupos, Magnus y los cazadores fueron por la parte de atrás,
había comenzado a llover, pero aun así el olor a demonio no se
ocultaba, Alec tenía su sensor en la mano.
―Es
por allá ―dijo señalando hacia el techo del edificio a un lado.
―Hay
ataques por toda la ciudad ―dijo Catarina―. La actividad está
fuera de control, se concentran en diferentes puntos.
―Lo
puedo sentir ―Magnus tenía sus manos envueltas en magia azul―.
Parece que Valentine está planeando algo.
Subieron
con habilidad hacia la dirección a la que Alec había apuntado y un
pequeño contingente de hadas y lobos les siguieron, rápidamente se
miraron en medio de una lucha contra demonios shax y dranonairs.
Alec
estaba en medio de su padre y de Hodge, su habilidad le dejo acabar
con dos demonios fácilmente, aun así, no podía dejar la seguridad
del halo de visión de su padre y tío, una orden estricta que debía
obedecer a no ser que quisiera quedarse en casa las siguientes
noches. Alec podía observar la escena con mucha claridad ya que no
tenía oponente como los demás guerreros, se percató de algo
brillando en el suelo en medio de todos ellos, se acercó y lo pudo
ver; alguien había dibujado un pentagrama, no era del tipo de
invocación, el poco dialecto de demología que sabía le hizo darse
cuenta que era un llamado, una especie de encantamiento que les hacía
permanecer ahí.
Las
preguntas se formaron en la pequeña cabeza del niño ¿Por qué
alguien quisiera mantenerlos en un solo lugar?
La
respuesta llego como un golpe.
―
¡Es una trampa!
―grito, pero los combatientes a su alrededor no podían prestarle
la atención que necesitaba.
Su
descubrimiento fue fácilmente notado unos segundos después, cuando
los demonios se elevaron por sobre sus cabezas, alejándose de su
alcance, les miraron suspendidos en el cielo sin hacer otra cosa más
que mirarlos.
―
¿Qué diablos?
―se preguntó Magnus Bane y busco el rostro de Catarina por una
respuesta.
Catarina,
así como todos los presentes estaban igual de consternados.
―
Me preguntaba
cuando iban a aparecer ―la voz que floto en el viento les
sorprendió a todos, hizo que la piel de Hodge se erizara y que
Robert aferrara con mucha más fuerza su espada en su puño ―Mis
ataques demoniacos funcionaron haciéndoles salir de su escondite.
―
¡¿Quién es el
que se esconde?! ―grito a la nada Magnus Bane.
Su
provocación dio resultado, apareciendo desde la puerta del edificio
estaba Valentine Morgenstern, quien camino hacia los subterráneos y
los tres Cazadores de Sombras, estaba acompañado por otro puñado de
guerreros del ángel, todos ellos con la runa del circulo en su
cuello.
―Alec
―murmuro Robert llamando a su hijo para que se acercara a él y se
alejara de la amenaza.
El
niño obedecía a su padre casi por instinto todo el tiempo, esta vez
se quedó mirando al hombre que había asesinado a su madre, le miro
de pies a cabeza, cada rasgo, cada gesto, algún día se adentraría
a la misión de buscarlo y matarlo, necesitaba grabarlo en su memoria
a la perfección.
―
¡Alec! ―le
llamo nuevamente su padre despertándole, y finalmente lo hizo;
camino hacia él.
―Tu
hijo es un guerrero ahora ―comento Valentine mirando al pequeño
―Sé lo que es entrenar a un Cazador de Sombras desde la raíz, lo
moldeas, y creas a tu conveniencia al guerrero perfecto.
―Por
supuesto que sabes lo que es crear guerreros a tu conveniencia,
manipular y engañar para que hagan el trabajo sucio que no quieres
hacer tu mismo.
La
sonrisa de Valentine fue perfecta, un ángel hermoso con ojos de
maldad. Magnus Bane sabia lo peligroso que eso podía ser y el poder
malvado que una criatura bella podía tener.
―Vamos,
Robert ―dijo de manera casual y divertida―. Tú sabias, sabias
todo lo que ocurría y no hiciste nada.
Hodge
miro a Robert esperando una explicación a eso, pero la mirada azul
del hombre no dejo el rostro de Valentine.
―Yo
no… ―su voz fue rasposa al intentar hablar―. Estaba enojado,
confundido.
―Tu
parabatai
―le confirmo Valentine―. Sé lo que sentiste en esos días, tu
dolor te segó ―El hombre miro al cielo como si buscara a alguien,
cuando bajo la mirada sus ojos eran por completo negros y había
venas oscuras marcando su cuello y parte de su rostro―. El mío
también me traiciono.
Valentine
tenía mucho más control sobre los demonios de lo que Magnus había
imaginado, estos dejaron de estar quietos y se abalanzaron contra
todos los que estaban en la azotea dejando tranquilos a los miembros
del círculo. Las venas pintadas en su rostro le hicieron darse
cuenta de que el Cazador de Sombras había ido más allá de toda
lógica, se había inyectado sangre de demonio y tenía el poder de
controlarlos a voluntad.
―
¿Cual demonio?
―murmuro Magnus mientras se adentraba a la batalla―. ¿Quién de
los ángeles infernales tiene la capacidad de darte tanto poder?
La
batalla fue violenta y sucia, había icor demoniaco saltando de un
lado a otro, sobre los rostros de los combatientes y peor aún, sobre
la costosa ropa de Magnus. Alec había derribado a dos demonios,
antes de haber llegado hacia donde estaba su padre. Una criatura de
largas alas extendidas se colocó frente al niño, Robert grito por
él, pero Alec no se distrajo, el demonio estiro su cuello para
alcanzar con sus afilados dientes el cuerpo del niño, pero Alec era
rápido, fuerte, pero sobretodo, pequeño. Brinco hacia enfrente
girando en el suelo y pasando entre las patas deformes de la
criatura. Solo basto que levantara su espada para que el filo abriera
el cuerpo oscuro y el icor y las entrañas estuvieran expuestas antes
de que explotara en fuego y dejara en esta dimensión solo cenizas.
En
su último giro Alec extendió sus pies y con su mano detuvo su
movimiento, se miraba no como un niño, si no como un felino
peligroso y dispuesto a atacar de nuevo en cualquier momento.
Robert
le miro con fascinación y le sonrió, había demasiado orgullo en su
mirada.
Los
ojos afilados de Alec se relajaron después del ataque y encontraron
los de Robert, eso lo había hecho bien y su padre le había
observado, quizás ahora le tendría más confianza, quizás ahora le
enseñaría cosas más avanzadas de Cazadores de Sombras y lo miraría
como un compañero en el campo de batalla y no como algo que debe ser
protegido.
Ambos
se seguían sonriendo cuando…
Los
ojos de Robert se abrieron con asombro acompañados de una convulsión
extraña, unos segundos después, de los labios a los que solo les
quedaba la sombra de la sonrisa, surgió en borbotones sangre espesa.
Entonces todo ruido se alejó de Alec, observo como la sombra que se
le había acercado a su padre por la espalda, retiraba la espada que
le había atravesado el pecho, grito por Robert y corrió, no hacia
la sombra, corrió hacia su padre y le tomo de la mano cuando este
había caído al suelo.
―No,
no, papá, papá, por favor…
Valentine
se alejó de Robert limpiando la espada en su pantalón y observando
su abominable acto con orgullo. Quería que todos lo vieran, así que
ordeno a los demonios que se alejaran de nuevo dejando una paz
aparente y escalofriante en esa azotea.
El
llamado en sollozos de Alec llamo la atención de los subterráneos y
de Hodge.
―
¡Por el ángel!
―exclamo y se acercó a Robert sin pensarlo para trazar iratzes que
desaparecían apenas eran dibujadas.
―Era
inevitable ―dijo Valentine―. No podía dejar que un Lightwood
quisiera hacerse el héroe, toda la familia es peligrosa.
Catarina
tenía una mano en su boca, ella había intentado salir corriendo
hacia el Cazador de Sombras, pero Magnus le había detenido, al
mirarle este movió la cabeza. Ya
no hay nada que hacer por él,
arriesgar su vida por un cazador de sombras era innecesario desde el
punto de vista de Magnus, para Catarina valía la pena si en cambio
podía dejar unidos a padre e hijo.
―
¡¿Qué has
hecho?! ―exigió Hodge―. ¿Por qué? ¿No te has cansado aun de
matar a tu gente?
―No
son mi gente si no están de mi lado, y no merecen vivir si están en
mi camino.
―
¡No estamos en tu
camino! ―dijo el Cazador de Sombras con desesperación― ¡Ellos
sí! ―grito señalando a Magnus y al resto de los subterráneos―.
¡Mátalos a ellos y déjanos en paz!
La
furia en Magnus fue visible a través de sus puños apretados y que
se envolvían en fuego azul inquieto, pensando en convertir en
cenizas a este último hijo del ángel corrompido.
Valentine
dejo libre una escalofriante carcajada.
―Tu
siempre cambiante lealtad es de admirarse. Eres detestable, Hodge.
―Val
―le dijo aclamando por su lastima―. Valentine, por favor.
―Recibe
un consejo de mi parte, despide a tu amigo.
La
atención de Hodge volvió a Robert, que tenía su mano contra la
mejilla húmeda de Alec.
Su
voz era demasiado débil como para que alguien además de Alec
escuchara todo lo que le había estado diciendo a su hijo.
―Serás
un extraordinario Cazador de Sombras ―le dijo antes de toser
sangre.
Alec
seguía suplicando que no le dejara.
Robert
busco el rostro de Hodge.
―Promete…
prométeme que le hablaras de ella
cuando esté listo…
―Robert.
―
¡Promételo!
Hodge
asintió con la cabeza.
―No
la voy a olvidar ―dijo el pequeño con desesperación―. No
olvidare a mamá.
La
mejilla de Alec estaba manchada con la sangre de su padre.
―Claro
que no. Sé que no lo harás.
―
¡Papá!
Robert
presiono con mayor fuerza el rostro de su hijo.
―No
dejes… Nunca dejes de luchar, Alexander… Nunca, hijo mío…
Nunca te rindas.
Alec
pudo ver en su padre una sonrisa antes de que sus ojos se cerraran
para siempre.
Alec
grito y lloro en el pecho de su padre durante poco tiempo, Valentine
abrió la boca haciendo que la furia del niño explotara.
―Ese
―dijo divertido ―Fue el peor consejo que pudo haberte dado.
Los
miembros del circulo rieron.
Nunca
dejes de luchar.
Alec
dejo de llorar, tomo su espada y corrió hacia Valentine apuntando a
su corazón.
Magnus
no dejo pasar la oportunidad, extendió su mano hacia atrás y un
portal apareció.
―
¿Qué estás
haciendo? ―pregunto Catarina.
―Dando
una ruta de escape.
Los
subterráneos no dudaron y saltaron hacia el portal para alejarse del
temible controlador de demonios.
Valentine
golpeo el rostro de Alec y este salió disparado hacia atrás cayendo
al suelo. Hodge le llamo, pero el niño estaba lejos de pensar si
quiera en detenerse.
Con
un jadeo de rabia se incorporó de nuevo dirigiéndose nuevamente
hacia Valentine, Hodge se interpuso, pero Alec era demasiado hábil,
rodo por el suelo y pateo la rodilla del Cazador para que se doblara,
una vez fuera de combate, su objetivo se hizo claro: La garganta de
Valentine.
Pero
no logro alcanzarla, Hodge no se rindió y golpeo la nuca del niño
haciendo que este cayera inconsciente en sus brazos, se aferró a él
con fuerza.
―Perdóname
―le susurró al oído mientras lo levantaba.
Catarina
dio un paso al frente; hacia Alec, pero Magnus la tomo del brazo, el
brillo del portal seguía detrás de ellos.
―No
podemos irnos ―le dijo al brujo―. Magnus, no puedes abandonarlo.
Las
palabras de Catarina no tenían ningún sentido para él.
―Claro
que puedo y lo hare, es un Cazador de Sombras, es como todos los
suyos, déjalos Cata, que sigan matándose entre ellos.
Valentine
levanto una mano indicando a sus guerreros que fueran por ambos
brujos, basto que Magnus levantara uno de sus dedos para que toda la
cuadrilla saliera desprendida del suelo y cayera varios metros atrás.
―
¡Repulsivo brujo!
―aspecto con desprecio.
―
¿Repulsivo? ―
le pregunto después de haber esparcido a sus guerreros por toda la
azotea―. Matas a los tuyos.
Valentine
no se miró en lo absoluto ofendido.
―
¿Tu proteges a
los tuyos? ¿En verdad crees que los podrás mantener a salvo?
―Los
mantendré lejos de ti ―Magnus le apunto al rostro con su dedo
enjoyado―. Si te acercas a mi gente, te hare cenizas.
Catarina
miro el rostro de Alec mientras caminaba hacia atrás jalada por
Magnus, el cual ni siquiera se tomó la molestia de girar su mirada
de nuevo hacia el pequeño Cazador de Sombras inconsciente antes de
saltar y desaparecer en el portal. Mátense
entre ustedes,
pensó Magnus.
Valentine
seguía mirando hacia el lugar en donde había estado el portal, lo
que había hecho ese brujo le había dejado inquieto, ese brujo se
había convertido en un problema que debía atender después.
Giro
su mirada ahora hacia Hodge con el niño en brazos.
―Robert
era una amenaza y no podía dejar que viviera ―dijo en una forma de
justificarse―. No era mi intención que lo mirara.
―Pero
el fin deseado justifica los medios ¿No es así? ―Hodge se
aferraba a Alec como si de alguna forma él fuera quien lo salvaría.
Valentine
se acercó al cuerpo de Robert Lightwood.
―Ave
atque vale, viejo amigo.
―No
merece recibir la despedida de ti, no eres digno.
Los
guerreros del circulo estaban apenas recuperándose del maltrato
merecido recibido de marte de Magnus. Valentine caminaba alrededor de
Hodge y Alec, analizando y pensando en lo que haría con ellos.
―Las
hermanas de hierro ―dijo conversando―. Ellas me enfrentaron en
Alicante después de que ustedes y los demás traidores huyeron, y
después de que había matado a todos los subterráneos que habían
querido confrontarme.
―
¿Qué les
hiciste? ―pregunto Hodge con abominación.
―
¿Hacerles? Apenas
pudimos salir de ahí con vida, cuando llame a los refuerzos
demoniacos ellas se habían ido dejándome una clara advertencia.
Hodge
le miro, había escuchado historias de las herreras del adamas, las
que forjaban cada arma de los Cazadores de Sombras, cada historia
fantástica, pero con un toque de verdad que inspiraban a los
Cazadores en entrenamiento, descubrir que todas ellas podían ser
verdad, las Hermanas se enfrentaron a Valentine y este tuvo que huir
por su ataque, era esperanzador y aterrador al mismo tiempo.
―Ellas
me dejaron saber claramente ―continua Valentine―. Que no harán
nada en mi contra, pero que, si pisaba la Ciudadela, ellas me
matarían. ―sonrió―. Sabemos de ante mano que no es una amenaza
vacía.
El
rostro de Hodge cambio a uno de decepción, era claro que ni ellas ni
los hermanos silenciosos se adentrarían a una batalla contra
Valentine, o cualquier otro.
―Ellas
recogieron los cuerpos de los nuestros, ―Hodge no se había dado
cuenta de lo cerca que Valentine se encontraba de ambos, hasta que
sintió como tocaba el cabello del niño―. Les hicieron honores,
les quemaron y unieron sus cenizas a la Ciudad de Hueso. Dile al niño
Lightwood que su padre tendrá una tumba en la necrópolis a lado de
la de su madre.
La
mirada de Hodge lo busco.
―
¿Quieres…?
¿Quiere decir qué?
―Los
dejare vivir, es mi manera de compensarle por su perdida
―Por
haberle quitado todo, querrás decir ―Hodge miraba la situación
perdida.
―La
vida de los guerreros del ángel nunca ha sido sencilla ―comento
Valentine.
―Dilo
de una vez, Val ¿Cuál es el precio por nuestras vidas?
Valentine
sonrió.
―Ninguna.
Hodge
le miro desafiante.
―
¿Pero?
―Pero…
si vuelvo a ver una espada en la mano de ese niño ―Valentine
levanto su espada y la coloco en la garganta de Hodge haciendo que
una línea de sangre surgiera desde su piel―. Los matare a ambos.
Los
soldados se habían curado con runas, Valentine se había alejado de
ellos y poco después desaparecieron entre los techos de los
edificios, ¿Cuál sería su misión aun en la ciudad? Eso no lo
sabía y ciertamente no le importaba, ahora tenía que sacar a Alec
de ahí, debía abandonar el cuerpo de su amigo con la esperanza de
que las hermanas de hierro siguieran con su misión de fortalecer la
Ciudad de Hueso y vinieran por él, le dieran un funeral y los
honores que merecía.
Se
levantó con Alec en sus brazos, la voz de Valentine retumbando en su
cabeza. Los
matare a ambos.
Entonces, debía encontrar la manera de quitar los pensamientos de
batalla en Alec, debía apagar su fuego de defender, de ser quien
era, de proteger a los humanos, de hacer lo que había nacido para
hacer. Que dejara de ser un Cazador de Sombras para seguir viviendo,
se preguntó si para este pequeño guerrero al que se le había
arrebatado todo, esa vida era eso: vivir.
*
* *
Dos
años antes
El
mensaje llego a la Ciudadela rápidamente: Valentine Morgenstern,
líder del Circulo, uno de los jóvenes Cazadores más prometedores
de la generación, se había alzado en contra de La Clave y en contra
de los subterráneos que se habían reunido en el Gard para firmar
los Acuerdos.
En
ese preciso momento la guerra se había desatado en Alicante, los
fieles miembros del Circulo seguían a Valentine y los demás, fueron
asesinados o habían huido.
En
seiscientos años, las Hermanas de hierro no habían abandonado la
Ciudadela, pero su deber les llamo, debían defender lo que quedaba
de los mandatos del ángel. Se enfrentaron con valentía ante los
nephilims corrompidos con falsos ideales y a los demonios que habían
entrado a la tierra sagrada. Después de derrotarlos y de activar de
nuevo las torres demonios, Valentine no tuvo más opción que
retirarse con los miembros del Circulo, al regresar para un
contraataque las torres brillantes no le permitieron entrar al país
de los Cazadores de Sombras.
La
ciudad estaba desierta, las hermanas de hierro junto a los Hermanos
Silenciosos se encontraban juntando los cuerpos de los guerreros
caídos, habían formado equipos para entrar a las casas vacías en
busca de sobrevivientes, algo que no habían encontrado desde que
habían llegado.
La
hermana Magdalena y la hermana Gertrud entraron con precaución a la
mansión que se encontraba a horillas del lago que cruzaba toda la
ciudad, tenía un jardín grande y se sintieron sobrecogidas al notar
los artículos que obviamente eran utilizados para el cuidado de un
bebé, tomaron aire antes de entrar, normalmente las casas olían a
muerte, a pesar de que la batalla no había tenido un par de horas de
haberse suscitado, la muerte tenía una presencia fuerte en el
ambiente, sobre todo cuando se habían roto promesas sagradas, ambas
se preparaban precisamente para eso. Al entrar pisaron cristal roto,
había oscuridad y señales de una batalla, ellas habían entrado por
la parte trasera de la casa, la hermana Magdalena observo una muñeca
de trapo tirada en el suelo, siguió de largo y entro a lo que
parecía ser un estudio, había luz entrando por el ventanal que
iluminaba las paredes, se movió alrededor del escritorio y miro la
fotografía de dos niños, uno de ellos era un bebé, sobre el marco
había dos nombres grabados con dorado: Isabelle Sophia y Alexander
Gideon Lightwood, ella pidió al ángel por las almas de esos dos
pequeños ahora desaparecidos y… entonces escucho un llanto. Se
quedó quieta por un segundo, era, para su razón, lógico que su
mente le estaba jugando una cruel broma al ver los objetos de bebé y
este retrato, pero lo escucho de nuevo y en esta ocasión su
compañera salió desde la otra habitación con la misma
incertidumbre.
―
¿Has escuchado
eso, hermana Magdalena?
Se
quedaron mirándose una a la otra y lo escucharon de nuevo, ninguna
de las dos se quedó quieta en esta ocasión, salieron de la
habitación y comenzaron una búsqueda desesperada, La Hermana
Gertrud hizo una señal a su compañera, ambas levantaron sus espadas
y caminaron lentamente hacia el misterioso cuerpo en el suelo, estaba
cerca de la entrada principal, había un movimiento y después el
llanto de nuevo. Ellas se acercaron corriendo y vieron el pequeño
rostro con su boca muy abierta emitiendo el llanto, La hermana
Magdalena se inclinó, pero se detuvo un poco al ver la sangre que
cubría casi por completo su manta.
―
¿Esta herida?
―pregunto La Hermana Gertrud.
La
hermana de Hierro, aparto con cuidado los brazos de la mujer que
sostenía al bebé, su movilidad estaba cerca de entrar en un
endurecimiento pos morten. Observo con cuidado.
―Si
―respondió a la pregunta―. Pero no es de gravedad, el arma cruzo
entre su brazo y su costado, el agarre firme de su madre evito que se
desangrara.
La
hermana Magdalena corto un pedazo de sus largas togas para remplazar
la manta ensangrentada y levantar a la bebé.
―Debemos
llevarla de inmediato con un Hermano Silencioso.
En
ese momento se les unió La hermana Cleophas.
―
¡Por el ángel!
―expreso al ver a la bebé―. ¿Qué ocurrió aquí?
―La
madre está muerta ―explico La Hermana Magdalena―. Debieron
haberla dado por muerta a ella también y se marcharon sin llevarla.
―
¿Quién pudo
haberla abandonado? ―pregunto con horror Gertrud.
―Eso
no importa ya ―contesto Hermana Cleophas con dureza e indignación
extendiendo sus brazos al pedir que le fuera entregada la niña―.
Quien sea que la haya abandonado, no es más su familia.
Magdalena
entrego a la bebé observando como La Hermana Cleophas la llevaba a
la presencia de un Hermano Silencioso. Regreso su mirada a la mujer
en el suelo, pronuncio las palabras de despedida y coloco sus manos
en su pecho entrelazando sus dedos en una posición de descanso.
Después de pensarlo por un momento, tomo el anillo familiar de la
mujer para guardarlo en su cinturón de armas.
―Isabelle
Sophia Lightwood ―murmuro como si quisiera guardar ese nombre en su
memoria.
―
¿Por qué has
hecho eso, Hermana Magdalena? ―pregunto Gertrud.
―Porque
algún día ella preguntara, entonces prefiero darle un símbolo
familiar y un nombre al que aferrarse, a no tener nada para darle y
que se sienta vacía.
Hermana
Gertrud conocía el buen corazón y la inteligencia de su compañera.
―
¿Esta es otra de
tus conjeturas acertadas hacia el futuro?
―Eso
me temo, Hermana. Lamentablemente el futuro parece ser oscuro, no
solo para esa bebé, sino para todos nosotros.
―Que
el ángel nos cuide.
―Que
el ángel nos cuide ―. Concordó La Hermana Magdalena.
@MayGraciel♥
Espero
de corazón que lo hayan disfrutado, muchas gracias por leerme,
actualizare pronto para que conozcan el futuro de Alec y Magnus, pero
por favor díganme que les pareció.
¡Gracias
por todo, chicos!
Muchas felicidades por tu cumpleaños May.
ResponderBorrarOMG!!! Enserio extrañaba leerte.
ResponderBorrarMe encantó, como siempre te luciste, me dejaste ultra enganchada. ( como si fuera novedad 😁) Izzy esta viva!!! No estas solito Alec!
Moriré lentamente mientras espero por la continuación 😭 😄😄
Y FELIZ CUMPLEAÑOOOOOOSSS!!! Celebremos un año más contigo y estas grandes historias. 🎈🎉🎊🎈🎉🎊🎉
BorrarFelicitame a tus padres, hicieron un estupendo trabajo 😄
Jajajaja Gracias, le pasare a mis padres tu mensaje 😁
BorrarY gracias por seguir leyendome 😍😘
May!!! Me encantooo gracias por seguir dándonos estas bellas historias, gracias por compartir esta gran don que tienes. FELIZ CUMPLEAÑOS 🎉🎉🎁🎂🎂🎂
ResponderBorrarAtte. Roo
Gracias a ti, Roo por leerme 😘😘😘
BorrarWao May, me encanto. Voy sufrir esperando cada capitulo.
ResponderBorrarFeliz cumple hermosa, el regalo deberia ser para ti y tu nos das esto <3
Muchas felicidades en tu día, bendiciones y que dios te regale muchisimos años mas de vida.
Muchas gracias, y sus comentarios son un excelente regalo 😍😘😘😘
Borrarwow estuvo wow genial fabuloso quiero saber mas de alec de magnus de izzy y el cambia lealtad de hodge extrañaba leer tus historias y feliz cumple
ResponderBorrarAHFJIFKFJGJ Apenas empieza y ya me estoy muriendo😭❤❤ me encanta la historia, esperare a que actualizes😍
ResponderBorrarMi hermosa May, que te digo pues antes que nada Feliz Cumpleaños que te la estés pasando super y mucho éxito en tus proyectos. Dios te bendiga siempre, eres una gran persona. Eres una mujer admirable.
ResponderBorrarY pues wow la vdd cada que leo algo tuyo quiero más y y más y más y más, así que esperaré anciosamente la actualización, Yupi esto está súper buenísimo.
Felicidades May😍😍😍😘😘😘😘😘
Muchas gracias mi hermosa Sandy! Como siempre tus palabras me animan, gracias 😍😘😘😘
BorrarMay!! De nuevo feliz cumpleaños!! 🎂🎂🎂🎁🎁🎁 Muchas bendiciones para ti 😙❤ No sabes como me ha encantado la historia!! Hasta llore 😭 extrañaba tanto leerte y como siempre llegas con otra genial!! Maravillosa!! Hermosa y dolorosa historia!! La amoooo!! Estare colgada del techo de mi casa esperando la siguiente actualización 😄 Muchas gracias May ❤❤❤❤
ResponderBorrarGracias a ti por leer, por favor no sufras por la actualización 😅😍😘
BorrarY estamos de vuelta! He esperado tanto tiempo por una historia nueva, gracias. Muchas felicidades. Espero ansiosa por la siguiente parte. :D
ResponderBorrarEstamos de vuelta! Muchas gracias!
BorrarMe gusto mucho. Esperó por mas 🙌🙌 pinche magnus como dejaste a mi alec 😭😭
ResponderBorrarmuchas felicidades, eres un genio, escribes fenomenal. Tengo que decir que tu obra me a echo sonrreir y llorar. un abrazo con cariño desde España
ResponderBorrarUn abrazo para ti hasta España 😍😍😍 y gracias tambien por leerme.
BorrarFeliz cumple atrasadoo jajaja XD
ResponderBorrarQue emoción ya estaba ansiando una nueva historia, gracias me encanta como escribes!
May!!!!! Sólo pase a ver el Blog y me encuentro con una nueva historia, soy tan feliz!!! la leere como todas tus historias y la incluir en mi biblioteca una vez que la termines :) Feliz cumple atrasado ♡♡♡
ResponderBorrarhola estoy deseando seguir leyendo, escribes fenomenal. muchas felicidades, te deseo todo lomejor. besos desde españa
ResponderBorrarCuando actualizaras?
ResponderBorrarQue dias actualizaras?
ResponderBorrarMe encanta como escribes, ya quiero saber que va a pasar😶
Esperare con ansias la actualizacion.
Gracias por traernos buenas historias 😊😊😊😊
Actualitza actualiza actualiza actualiza actualizaaaaaaaaa
ResponderBorrarActualitzaaaaaaa
Omg
Actualizaaaaaaaaa
ResponderBorrarActualizaaaaaaaaa
ResponderBorrarhola esotoy deseando seguir leyendo, cuando sale el proximo capitulo gracias
ResponderBorrarEsta semana actualizo, espero conseguirlo a mas tardar este martes.
ResponderBorrarGracias a todos por leerme y sobretodo por su paciencia :D
Hoy es martes ������������
BorrarFeliz cumpleaños atrasadisímo jaja
BorrarY feliz año nuevooo , muy buena la historia me atrapo por completo tenía ganas de leer algo bueno y como siempre tu no me decepcionas!