Prologo - El Ultimo Cazador de Sombras

¡Es mi cumpleaños!
Y como ya es tradición quiere celebrar compartiendo con ustedes este nuevo proyecto, espero y lo reciban con el amor y el odio con el que han recibido los anteriores, gracias a todos por seguir conmigo, gracias por leerme y espero lo disfruten.



Sinopsis: Alec Lightwood, un joven adolescente de la ciudad de Nueva York. El único cazador de Sombras, una raza guerrera que desapareció después de la batalla del Circulo y de que Valentine Morgenstern hubiera cumplido su cometido de sublevar e intentar extinguir a los subterráneos.
Sin Acuerdos y sin Cazadores de Sombras, el último de ellos lucha noche a noche para proteger a los humanos y además mantenerse con vida, esto último siendo lo más complicado.


Prologo

La noche había llegado a Alicante, Maryse Lightwood caminaba de una lugar a otro frente a la gran ventana de la sala principal, sabía que era una noche importante, sabía que El Circulo se levantaría, que tomaría el control de Gard y de La Clave, todo había sido planeado cuidadosamente por Valentine, el genio y brillante Valentine Morgenstern, su líder, el elegido al que seguía sin ninguna duda incluso hacia la misma muerte, Maryse estaba convencida de que lo seguían a la victoria y gloria de los de su especie. Odiaba esto, odiaba tener que quedarse en casa cuando sus compañeros estaban en batalla. Ella no había podido anticipar que su amiga Jocelyn Morgenstern no iba a poder ayudarla en esta ocasión y quedarse como lo hacía normalmente al cuidado de sus dos pequeños niños.

¿Mamá? ―la suave voz de su hijo le despertó inesperadamente―. Izzy está llorando.

Maryse se movió hacia su pequeño con aturdimiento, ella había estado muy exhorta en sus pensamientos que no había escuchado el llanto de su bebé en la habitación del segundo piso.

Levanto a su hijo en brazos.

Perdóname ―le pidió al niño de seis años con solemnidad―. Sé que no te gusta verla llorar.

Caminaron juntos en una ola de besos para mejorar el ánimo del pequeño, Alec llevaba una camiseta que le quedaba muy grande, un pijama improvisada por él mismo.

Que horrible camisa, hijo.

Me gusta ―se quejó el pequeño de ojos azules.

¿Me ayudas a traer la botella de tu hermana?

Alec salto de los brazos de su mamá y corrió hacia la cocina para conseguir el alimento de su hermanita, le gustaba hacer estas cosas, su padre le había dicho que era ahora el hermano mayor y que de ahora en más tenía que ver por el bien de su hermana, era algo que se había tomado muy en serio. Una vez Alec había tenido un gato que amo como a nada en el mundo, lo llevaba a todos lados y se preocupaba por él como no lo hacía ni por sí mismo, nunca amo a nada como a ese gato, eso hasta que miro los ojos negros de su hermana, hasta que ella le sonrió y estiro su pequeña mano hacia él, entonces entendió lo que era realmente amar a alguien más que a sí mismo.

Entro brincando hacia la habitación en donde su madre mantenía a su hermana en brazos, la pequeña le recibió con una sonrisa e intento alcanzarlo de inmediato.

Quédate quieto ―pidió su mamá―. O no tomara su leche.

Llego la lluvia mientras los dos niños jugaban en la enorme cama de sus padres, ella les miraba con un temor ajeno, no sabía lo que estaba pasando en el Gard y eso la ponía nerviosa, Alec consiguió que su hermana se durmiera y él bostezo.

A la cama, pequeño ―le dijo Maryse.

Se había quedado dormido durante el trayecto a su habitación en el hombro de su mamá, como una voz a través del agua escucho la canción de cuna y pudo sentir las caricias de sus suaves manos a través de su cabello, el sueño profundo llego poco a poco.

No tuvo noción del tiempo que transcurrió después de que se quedó dormido, pero fue despertado abruptamente por un golpe fuerte que le hizo incorporarse en su cama.

¡Izzy! ―le llamo y sin ningún miedo más que el que tenía por su hermana, se levantó y corrió descalzo con su camiseta grande a través del pasillo para entrar al cuarto de Isabelle. La pequeña estaba parada en su cuna mirando hacia la puerta― Shh, shh ―dijo Alec imitando a su madre―. No te asustes, Izzy.

No podía tomarla, así que ambos se miraron entre los barrotes delgados de la cuna y se tomaron las manos esperando a que su madre fuera a buscarlos. Isabelle lloro al escuchar un trueno.

Alec tomo uno de sus muñecos, un conejo blanco con nariz rosa. ―Mira, mira, el conejo, mira como brinca.

La distracción de Alec funciono porque Isabelle dejo de llorar para intentar alcanzar al conejo blanco.

¡Alexander! ―su madre había entrado por fin a la habitación―. Cariño, estas aquí.

Lo tomo en brazos y lo subió a la cama para vestirlo con la ropa que tenía en las manos, la había tomado de la recamara del niño al ir a buscarlo. Zapatos, pantalón, suéter y un abrigo pesado para protegerlo, parecía alistarlo para salir.

¡Maryse deprisa! ―Robert Lightwood había entrado a la habitación.

Papá ―le llamo Alec y Robert se le acerco tomando el lugar de Maryse.

Está bien, Alexander ―le beso la coronilla de la cabeza respirando el aroma a bebé que Alec aun despedía―. Papá está aquí.

No lo entiendo Robert ―exigió Maryse, mientras envolvía a Isabelle en una manta gruesa―. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué debemos irnos? ¿Dónde está Valentine?

El rostro de Robert Lightwood se tensó.

Nos equivocamos, Maryse ―le dijo con horror―. No, no debimos seguirlo, él… él es un monstruo.

¡Es nuestro amigo! ―Maryse encaro a su esposo― ¿Por qué ahora lo traicionas?

¡Él nos traiciono! ―Robert levanto a su hijo en brazos―. Nos mintió, Maryse. Sus ideales no eran ciertos, no lucho por nosotros, lucho por él y por su ambición de controlarnos, nos utilizó.

¿Por qué dices algo así? ―la forma en la que su voz surgió le hacía ver al hombre que temía por la respuesta.

Nos mintió, no tomo prisioneros al Consejo, él… los asesino.

No.

Sin ninguna duda, derramo sangre Nephilim para… ―era como si las palabras le rasparan la garganta al salir―. Tomó la Copa Mortal, sus aliados ahora son demonios.

No, no… ¡No!

Debemos sacar a nuestros hijos de aquí antes de que… ―lo siguiente no pudo pronunciarlo.

¿Antes de que?

Antes de que venga por todos nosotros ―, Hodge Sterkwather entro a la habitación, tenía su espada desfundada y su rostro manchado con sangre, ¿Su sangre? ―. Está loco de poder.

¿Eso es icor? ―pregunto Maryse.

Tiene un ejército de demonios que lo obedecen, está masacrando a subterráneos ―la respiración del hombre era fuerte―. Y a Cazadores de Sombras que se interponen por igual.

No puede ―aseguro Maryse―. Las torres demonio nos protegen.

Logro desactivarlas de algún modo. ―murmuro Hodge con la mandíbula apretada.

Por el ángel, ¿Cómo pudo?

Debemos salir de aquí ―dijo Robert tomando con mayor fuerza a su hijo.

¿Como? ―pregunto Hodge―. No habrá brujo dispuesto a abrir un portal para nosotros.

Viajaremos en caballo hasta la frontera y después usaremos transporte mundano, tenemos que alejarnos lo más que podamos, y lo más rápido posible.

Esto no puede ser ―Maryse se acercó a su esposo―. Déjame hablar con él, estoy segura de que…

No, no te acercaras a él, quizás es difícil para ti creernos, porque no estuviste ahí, pero, se transformó, su máscara cayo y dejo ver al monstruo, me negué a atravesar el corazón de Penhallow, me llamo traidor y después de asesinarlo juro que me daría caza, a mí y a mi familia.

Dios mío ―Maryse presiono a su bebé con más fuerza en su pecho.

Debemos poner a salvo a nuestros hijos, después pensaremos en arreglar todo esto.

Maryse asintió y se echó al hombro la maleta con las cosas de Isabelle.

Los tres adultos con los dos niños se dirigieron a la salida, sus instintos se encendieron.

Están aquí ―dijo Hodge y murmuro a su espada para hacerla brillar.

Robert miro a su amigo

No son demonios.

No ―la voz proveniente de la silueta parada en la entrada era inconfundible ―. No somos demonios.

Valentine ―murmuro Maryse y camino hacia él.

¡No te le acerques! ―le advirtió su esposo sin moverse, quería tomar a su esposa, pero la idea de acercar al niño que tenía en sus brazos al monstruo que había creído su amigo, era impensable―. Maryse ¡Aléjate de él!

Valentine, ¿Qué… que ocurrió? ¿Qué has hecho?

Los ojos del hombre se fijaron en los de ella que seguían esperanzadores e ingenuos.

Mi adorada Maryse. Sucedió que debes elegir, dime ¿Me sigues aun?

Maryse giro su rostro a su esposo quien mantenía en sus brazos a su hijo sin querer acercarse. Hodge detrás de él con su espada desfundada, pero sin ninguna intención de atacar. Nos mintió. había dicho su esposo, pero ella no podía y no quería aceptarlo.

Miro de nuevo a los ojos de su amigo y líder.

Yo… ―una sombra detrás de él se presentó, un guardaespaldas oscuro con ojos violeta. Demonio. pensó y dio un paso atrás―. Si eres aliado de los demonios ―le dijo la mujer―. No. No Valentine, no te sigo.

Los ojos de Valentine entristecieron.

Temía que dijeras eso ―con la velocidad de una serpiente, el brillo de su espada se alzó y atravesó el pecho de la mujer. Había una manta blanca que sostenía fuertemente cerca de su corazón, en ella había envuelto a su bebe, el blanco se volvió rojo demasiado rápido y el dolor no le hizo soltar a su hija que no lloraba, la pequeña no se movía y Maryse no podía mirar.

Robert se había movido hacia ellas dejando a Alec en brazos de Hodge, logro tomar el cuerpo de su esposa con su hija en brazos antes de que llegaran ambas al suelo.

No la veas ―le pidió la mujer, y Robert sabia a lo que se refería. No veas a nuestra bebé muerta ―. Lo siento.

Los ojos de Maryse se cerraron al morir y sus brazos se aferraron aún más al pequeño cuerpo en su pecho.

Robert levanto la mirada enrojecida de ira para terminar con Valentine, pero este se había ido, el ruido llego a ellos demasiado rápido, gritos de Cazadores de Sombras, los corceles de las hadas en los cielos, los aullidos de los lobos en los bosques buscando venganza, los vampiros moviéndose entre las sombras para defenderse de los demonios y el poder de los brujos haciendo que Alicante pareciera una zona de guerra, nada alejado de la realidad, esta era una guerra y Robert y su pequeño hijo estaban justo en medio.

¡Valentine! ―llamo Robert exigiendo que se mostrara, pero antes de que saliera en su búsqueda Hodge sujeto su brazo.

Recuerda, tu hijo, debes protegerlo.

Robert despertó de su ira y miro a los ojos azules de su hijo que miraba fijamente a su madre y su hermana en el suelo preguntándose cuando se levantarían de ahí.

No, no ―Robert tomo a Alec y tapo sus ojos―. Por el Ángel, Alec, no mires.

Izzy ―dijo el pequeño intentando apartar la mano de su rostro―. Izzy… ¡Izz!

Un poder azul voló por encima de su casa y destruyo las ventanas exteriores.

No hay tiempo, debemos irnos ―le dijo Hodge con el temor real de que se negara.

Robert pego su rostro a la cabeza de su hijo, miro a su esposa e hija en el piso y tomo la decisión.

Vámonos.

Los caballos galoparon toda la noche alejándose del olor a muerte que rápidamente desprendía Alicante. El lugar que alguna vez fue su hogar y el lugar más seguro en el que pudieran estar, ahora, no era más que un lugar de muerte.

* * *

Alec no le hacía fácil el trabajo a su padre, no comía, no dormía y le golpeaba cada vez que podía, el niño pasaba del llanto al odio demasiado rápido, Robert sabía que era desesperación por ser tan pequeño y no entender lo que pasaba, no durmió en el tren, ni en el barco que les llevo a otro continente. Alejarnos lo más que podamos. No durmió cuando su padre había anunciado su nuevo hogar, el pequeño solo le gritaba y repetía una y otra vez la misma palabra, la que a su padre le torturaba y carcomía el pecho.

Izzy, Izz… ¡Izzy!

Habían llegado a Nueva York después de una semana en donde se instalaron en un edificio de apartamentos mundanos, habían ido a templos e iglesias a vaciar los alijos de armas y resguardarlos en un lugar que pudieran serles útiles en caso de que les encontraran, la vida mundana era simple para ambos adultos, no para el niño que se aferraba al conejo blanco de nariz rosa y se despertaba a media noche gritando el nombre de su hermana. Fue tanto el desgaste que cayó enfermo un mes después.

No lo hare Hodge, Alec es fuerte, superara esto.

Míralo ―exigió el hombre, ambos vistiendo como los más ordinarios mundanos―. Si no lo haces, miraras morir a tu hijo.

No puedo hacer eso ―los ojos duros de Robert se habían vuelto de cristal―. No puedo quitarle los recuerdos de su hermana, él la ama y sus recuerdos son todo lo que le queda de ella.

Está muriendo, Robert, está muriendo de tristeza ―Hodge se acercó a su amigo y coloco sus manos sobre sus hombros―. Piensa en Maryse, ella no querría que lo dejaras morir. Tu hija está muerta, pero tu hijo… tu hijo no y…

Aun cuando quisiera hacerlo, no hay brujo dispuesto ayudar a un Cazador de Sombras, todos ellos nos quieren muertos ―Robert paso su mano por la frente mojada de su hijo, mirando como sus ojos papaloteaban por debajo de sus parpados por la fiebre―. Y no los culpo.

No todos ―dijo Hodge con un poco de tranquilidad―. Debemos llevarlo al hospital.

* * *

Apesta a sangre de Ángel ―dijo la mujer con glamour que poco a poco se fue desvaneciendo dejando ver su piel azul y cabello blanco―. Y no lo digo como un cumplido.

Necesitamos ayuda ―dijo Hodge ignorándole.

¿Y a quien le sorprende? ―Catarina Loss era una de las pocas brujas que no había estado en el enfrentamiento en Alicante, ella había permanecido en Nueva York y poco tiempo después los rumores y noticias llegaron a ella encendiendo su desprecio por Valentine y en general, por todos los Cazadores de Sombras―. No me interesa ayudarlos ¿No tienen suficientes estelas con ustedes?

Esto no lo podemos curar con una estela ―dijo Robert con voz débil, él y Hodge se movieron a un lado para dejar ver al niño que se movía inquieto en la camilla, sudando y murmurando a consecuencia de la fiebre.

¿Qué le han hecho? ―pregunto la bruja acercándose y colocando su mano preocupada en la frente del niño. Se movió de inmediato en la habitación, coloco una aguja en su pequeño brazo para que una sustancia goteante entrara en su cuerpo.

¿Qué es? ―pregunto Robert.

Le ayudara con la fiebre ―la enfermera comenzó a hacer preguntas a los dos hombres sobre la condición del niño, el tiempo en el que había estado así y como había llegado a ese estado.

Los corazones de los nephilim son frágiles ―murmuro la bruja al escuchar la historia de Alec.

Puedes ayudarlo ¿cierto? ―pregunto Hodge.

¿Estás ciego, Cazador de Sombras? Es lo que hago.

No se refiere solo a su cuerpo ― el rostro de Robert parecía ser otro para Hodge, como si lo hubieran deshecho y moldeado en este Robert angustiado y débil.

Catarina le miro.

No puedo curarlo de su tristeza, si es eso lo que propones.

Pero puedes quitar lo que la provoca ―dijo Hodge.

Catarina entendió, pero no se sintió tranquila en lo absoluto.

Jugar con la mente es… delicado. ¿quieres arriesgar a tu hijo?

Quiero que viva.

Y Catarina también lo quería, no quería ver una muerte más, mucho menos de un niño, aun cuando se trataba de un Cazador de Sombras que quizás crecería para dar caza a los suyos, el mundo estaba lleno de malas bromas, pero las posibilidades eran siempre esperanzadoras, eso se lo había dicho un amigo hacia un siglo, antes de que la fe de ese amigo se perdiera por completo.

Catarina asintió e hizo todas las advertencias que debía, Robert le dijo que solo quería que el recuerdo de la bebé desapareciera, que dejara intacto todo lo demás, la noche en la que escaparon, Valentine e incluso la muerte de su madre.

Horas después volvieron con Alec en brazos y este durmió toda la noche, a la mañana siguiente no hubo gritos y comió como si no lo hubiera hecho en semanas, ciertamente así había sido. Robert se sentó a su lado y le dijo que podía preguntarle lo que quisiera. Alec le hablo de la noche en la que habían perdido a su madre, todo era exacto, pero nunca menciono a su hermana.

Mamá sujetaba algo en los brazos ―dijo Alec mientras tomaba su leche―. ¿Qué era?

De alguna manera no recordaba lo que era, pero sí que era muy importante.

Robert acaricio el cabello de su hijo.

No lo recuerdo ―dijo débilmente.

Alec le miro con esa mirada de protección que solo le había dedicado a su pequeña hermana alguna vez.

Yo tampoco ―movió su cabeza en un gesto que decía que quizás no importaba y siguió comiendo, así como, a lado de su padre, siguió con su vida.

* * *

¿Cuándo vas a marcarme? ―Alec observaba a su padre e intentaba imitar los movimientos de entrenamiento con su espada.

Robert Lightwood miro a su hijo y sonrió. Ambos estaban en la azotea del edificio en donde vivían, un lugar tranquilo en donde entrenaban todas las tardes sin temor de ser notados por los mundanos.

Tienes ocho años, Alexander. Es peligroso marcarte a esta edad.

¿A qué edad fuiste marcado?

Tenía diez años, hijo.

¿Y no crees que lo soporte?

Robert Lightwood se detuvo en pleno movimiento, miro al niño y se acercó a su hijo, tenía toda la atención del niño por su súbito cambio de actitud y este le sonrió.

Eres capaz de soportarlo todo, hijo. Pero no es necesario arriesgarnos.

― “Vivimos en tiempos peligrosos” eso le dijiste a tío Hodge.

Peligrosos para él y para mí, eres un niño y no debes preocuparte de nada, Hodge y yo te protegeremos.

Alec aparto las manos de su padre.

No quiero ser protegido, quiero ayudar ¡Quiero matar a quien mato a mamá!

¡Silencio! ―le exigió su padre―. No mataras a nadie, no serás un Cazador de Sombras, serás un chico normal y tendrás una vida normal.

¡Soy un Cazador de Sombras!

Robert busco paciencia desde el fondo de su pecho para hablarle a su pequeño.

Alec, escucha, antes no teníamos opción, era seguir nuestra misión o ser despojados de nuestras runas, pero eso se acabó, no hay Clave y no hay Consejo que nos obligue a luchar.

Pero debemos hacerlo, debemos proteger a las personas.

A la única persona que debes proteger es a ti mismo ―los ojos de Robert fueron severos―. No seguiré discutiendo contigo al respecto, Alexander, te entreno para que puedas mantenerte a salvo, no para que intentes ser temerario e inicies una batalla que no podrás ganar ―suspiro―. No hay Cazadores de Sombras, hijo, todos están cayendo bajo la espada de Valentine.

Robert entrego a su hijo una daga.

Ahora, intenta embestirme y…

Alec no se quedó a escuchar lo que su padre intento enseñarle, tiro la daga a sus pies y se alejó corriendo hacia el interior del edificio.

Robert Lightwood se quedó mirando al niño alejarse mientras pasaba su mano por su negro cabello con desesperación, los ojos azules de su hijo habían reflejado la clara decepción, le había dicho que no había más Cazadores de Sombras, Robert sabía que eso era un error.

¿A quién engaño? ―se preguntó en un murmullo―. Eres un excelente Cazador de Sombras… y eso es demasiado aterrador.

* * *

Robert miraba por la ventana mientras el autobús escolar se detenía frente al edificio para dejar subir a su hijo y a otros niños de la calle de su misma edad. Alec había protestado en ir a la escuela mundana, había pedido ser instruido en casa como lo hubieran hecho si vivieran aun en Alicante, su padre le explico que debía tener una vida mundana para poder ocultarse de los demonios y de Valentine. Alec le grito que no quería ocultarse y se había ido a su habitación sin hablarle hasta el día siguiente.

El autobús se puso en marcha, Robert miro como Hodge levantaba su mano para despedir al niño tres pisos abajo. Intercepto a su amigo antes de que entrara a su propio departamento, en la puerta de enfrente.

¿Sigue molesto? ―pregunto Robert.

Hodge se giró y le miro con una sonrisa débil.

Creo que estará molesto toda su vida.

No lo culpo. Pensó Robert.

Robert ―le despertó Hodge―. No creo que podamos quedarnos mucho tiempo aquí.

¿Que?

Movió su cabeza indicándole que le acompañara dentro del departamento, su lugar era un poco menos hogareño, ciertamente no necesitaba esforzarse por hacer sentir cómodo a nadie, no como Robert quien tenía un niño de ocho años al que intentaba criar como un mundano y no como un Cazador de Sombras.

Esta mañana me di cuenta ―Hodge mantenía un alijo con armas y de ahí tomo un sensor que ayudaba a los Cazadores a medir la presencia demoniaca, el medidor estaba brincando sin control―. La actividad está aumentando como espuma.

Robert miro el sensor.

El instituto cayo meses después de que llegáramos aquí, no hay quien se enfrente a los demonios ―explico el hombre algo que ambos ya sabían―. Eso es en todo el mundo, Robert. Mande un mensaje de fuego a parís y…

¡¿Un mensaje de fuego?! Hodge ¿Has perdido la cabeza? Valentine puede rastrearnos con eso y…

¡Lo sé! Pero lo hice con ayuda de Catarina, ella también quería saber que tan mal está la situación, y lo que descubrimos fue… Robert no hay instituto en pie o en funcionamiento en estos momentos.

Eso es imposible, no pudieron caer todos.

No hay resistencia, nadie está enfrentando a Valentine y a su ejército demoniaco.

Robert se acercó al alijo y tomo una daga, la observo con cuidado pasando su dedo por la planicie de la hoja, meditando y pensando profundamente, debía tomar una decisión, no por él, por Alec. A lo largo de su entrenamiento se le había enseñado a fragmentar los problemas, a planificar y dar un paso a la vez para solucionarlos, ahora lo que ponía en inmediato peligro a su hijo eran los demonios, miro el sensor y tomo una decisión.

Prepárate ―dijo a su amigo―. Esta noche iremos a cazar.

Y así lo hicieron, todas las noches después de que Alec iba a dormir Robert marcaba su puerta y cada ventana con runas de protección, también habían tenido un trato con Catarina Loss para que mantuviera hechizos en Alec que le avisaban cuando este estaba en peligro. Entonces ambos salían a dar caza a los demonios que se acercaban a su zona. Volvían apenas salía el sol, cuando Alec iba a la escuela Robert dormía, al volver tenían ambos días cotidianos, se comenzó a dar cuenta de que la escuela mundana le estaba cambiando, ahora hablaba de dibujos animados e historietas, había ido a fiestas de cumpleaños y estaba comenzando a aceptar su nueva vida olvidando la primera, la de un guerrero nacido con una misión sagrada.

Los días pasaron, así como las semanas, noche tras noche salían a destruir amenazas demoniacas mientras Alec dormía en el apartamento, eso hasta que no lo hizo más.

* * *

Robert y Hodge caminaban con lentitud y con la guardia encendida en los oscuros túneles del subterráneo. Los periódicos habían disparado una alerta con una ola de desapariciones en esa estación y ambos estaban seguros del tipo de criaturas que encontrarían ahí. Aceleraron el paso al escuchar los movimientos y los ruidos guturales de alas. Con señas del tipo militar se pusieron de acuerdo para realizar la emboscada, al llegar a una de las líneas abandonadas y solo iluminada por las luces mágicas y las espadas seráficas, el demonio se abalanzo hacia ellos sin darles tiempo de nada. Robert empujo a Hodge para quitarlo del camino y que las garras del demonio no le alcanzaran, cayó al suelo y se levantó de inmediato para interceptar a la criatura y separar su cabeza del cuerpo, el demonio se fue de esta dimensión con un grito de dolor que inundo los oídos de ambos cazadores.

Eso fue sencillo ―dijo Hodge acercándose a Robert.

Demasiado ―Robert levanto el sensor por el terrible presentimiento que le inundaba, su instinto no está nada equivocado, el sensor se movió con violencia ―. No ha terminado.

¿En dónde están?

Giraron con sus espaldas pegadas y sus dagas levantadas, Robert Lightwood levanto su luz mágica al techo y se quedó sin aliento, había una masa moviéndose por lo largo del túnel, era fácil darse cuenta de que esa masa era un conjunto inmenso de demonios esperando ser despertados.

Por el ángel ―murmuro Robert―. Debemos salir de aquí.

Estoy de acuerdo.

Lo que paso a continuación fue demasiado rápido, uno de los demonios había despertado al oler las cenizas y su hocico les gruño haciendo que sus oídos temblaran, entonces ellos estaban corriendo por sus vidas hacia la salida del túnel. Se agacharon y giraron sus espadas en varias ocasiones para librarse de los demonios que habían intentado tomarlos o atravesarlos con sus colas en forma de punta.

¡No te detengas! ―grito Robert sin aliento.

¡No lo lograremos! ―respondió Hodge.

Robert había llegado a esa misma conclusión apenas unos segundos antes, entonces ¿Qué caso tenia seguir corriendo?, lo único que lograrían seria llevar a los demonios a las vías más transitadas, y hacia los mundanos.

Se detuvo para luchar, Hodge le siguió sin un claro convencimiento, pero no abandonaría a su amigo.

Antes de que la mancha negra con múltiples ojos negros que eran los demonios les alcanzaran, un resplandor azul se interpuso entre ellos y las temibles amenazas, los demonios que lograron tocar la magia azul se habían convertido en cenizas de inmediato.

¿Qué están esperando, nephilims? ¿Una invitación?

La voz provenía de un joven de cabello negro, un brujo sin duda al que le brillaban los ojos en la oscuridad, ojos de gato verde dorado. Estaba parado frente a una puerta difícil de vislumbrar si estabas desesperadamente corriendo por tu vida, sus manos estaban levantadas.

Robert y Hodge se movieron hacia él y le pasaron de largo, Hodge desapareció tras la puerta y Robert espero para observar el siguiente movimiento del brujo. La luz se intensifico y como si se tratara de lava hirviendo, el escudo azul se movió hacia los demonios convirtiéndolos a todos en cenizas.

Robert estaba asombrado hasta el punto de no moverse, no hasta que el brujo lo tomo del brazo y lo jalo hacia la puerta.

Larguémonos, Cazador de Sombras. Mi magia no termino con todos ellos.

Subieron un par de pisos por lo que parecía ser una escalera de personal, en unos minutos estaban en la estación clausurada de Green Point.

Gracias ―dijo Robert al brujo recuperando el aliento―. Eso fue impresionante.

Lo sé.

Robert lo observo por un momento, la forma de hablar y la manera firme de moverse, le hacían ver como un adolescente engreído y además enojado con el mundo. Robert sabía lo que era estar enojado con el mundo.

Fue una suerte que nos hayas encontrado y ayudado.

El brujo soltó un resoplido.

Claro que no fue suerte, tonto Cazador de Sombras, vine aquí a buscarlos, tenemos que hablar.

Hodge y Robert compartieron una mirada.

¿Hablar sobre qué? ―pregunto Robert.

Sé quién eres ―advirtió Hodge―. Catarina nos habló de ti, Magnus Bane, Gran Brujo de Brooklyn.

Intentan darme ese título ―el joven con abrigo purpura y brillo es su cabello miro a sus manos con indiferencia, dejando ver que estar ahí, con ellos en particular era algo en verdad desagradable para él―. Pero no podría ser Gran Brujo de Brooklyn, sin Brooklyn ¿cierto? Y a este ritmo, la ciudad desaparecerá en meses.

¿Y piensas que podemos ayudar a evitarlo? Quizás no lo has notado, pero solo somos dos cazadores de Sombras, hay nidos como el que miramos esparcidos en la ciudad, y cada vez hay más ―Robert guardo su espada y trazo una Iratze en su brazo.

Parece que eres tu ―dijo Magnus―, el que no se ha dado cuenta de que son los únicos que están luchando.

De nuevo ambos Cazadores compartieron una mirada.

Magnus los detestaba cada vez más.

¿Acaso todos los Cazadores de Sombras son así? ―pregunto con ironía en su voz―. Me estoy cansando de todos ustedes.

Robert dio un paso al frente.

¿Has hablado con otros Cazadores de Sombras?

Magnus acomodo su chaqueta y miro a Robert analizándolo. Sonrió, una sonrisa falsa y fría.

No exactamente, como sea. Estoy aquí porque tengo una oferta que podría interesarles.

El brujo Magnus Bane quien para Robert no se miraba mayor de diecisiete años, con un extraño atuendo y un peinado en punta hablaba como el más diplomático de los hombres, su inteligencia y astucia se percibieron de inmediato, quizás se miraba como un adolescente, pero seguramente era un ser centenario. Les hablo severamente y sin equivocaciones sobre el pequeño contingente que había logrado unir, un conjunto de brujos, vampiros, hombres lobo y una o dos hadas que estaban dispuestos a olvidar sus diferencias para mantener a los demonios al margen de sus familias, clanes y manadas.

¿Por qué lo hacen? ―pregunto Robert―. La masacre en Alicante fue culpa de los Cazadores de Sombras.

¿Crees que no lo sabemos? ―fue como si hubieran arrojado combustible a una pequeña llama que intentaba salir del brujo a través de sus ojos―. Si por mi fuera los convertiría en ceniza a todos ustedes junto a su sangre angelical y su maldita sagrada misión. Una vergüenza para el cielo y sus enviados que se creen superiores a todo ser en la tierra, ¿Vinieron a salvarnos? Preferible hubiera sido que nos dejaran en nuestra miseria entonces.

Hodge agacho la mirada, pero Robert la sostuvo firmemente, era verdad, se arrepentía de haber seguido a Valentine, no podía cambiar su pasado, no podía borrar sus errores, pero podía intentar corregirlos.

¿Qué quieres de nosotros, brujo?

Lo único que pueden ofrecer: Sus habilidades, sus armas, y sus marcas mágicas. Lucharemos contra los demonios y queremos que ustedes lo hagan con nosotros.

¿Esto es una tregua? ―pregunto Robert, no podía estar seguro de poder confiar en un subterráneo y menos en uno que parecía odiarlos incluso antes de Valentine.

Magnus rio con odio.

¿Preocupado por tu pellejo, Cazador de Sombras?

Desde hace tiempo que solo respiro por una persona, y no, no es por mí mismo.

La expresión de Magnus le dijo que en realidad no le interesaban sus motivos.

Reuniré a los representantes de cada facción del submundo, los convoque en La Luna del Cazador mañana por la noche, son los únicos Cazadores de Sombras activos y ellos los quieren de su lado.

¿Ellos? ―pregunto Hodge―. ¿Tú no?

Claro que no ―aceptó sin remordimiento Magnus Bane―. Los quisiera a todos ustedes muertos, pero entonces no sería tan diferente de lo que es Valentine, Irónico, ¿cierto?

Lo pensaremos ―dijo Hodge y Robert le miro sin entender a lo que refería.

El joven brujo metió las manos a los bolsillos y se giró para alejarse.

Eso es justo ―les dijo mientras se marchaba―. Pero si deciden no ayudar, no se olviden de largarse de aquí entonces, no los quiero en mi ciudad siendo completamente inútiles. Y por cierto… no estamos solos.

Magnus giro, les miro a los ojos y con un chasquido desapareció frente a ellos con demasiada velocidad dejando solo un pequeño rastro azul de magia.

¡Wow! ―dijo Alec apareciendo desde atrás de una montaña de metal y escombros ―. No sabía que los brujos podían hacer eso.

¡Alec! ¡Alexander Gideon Lightwood! ¿Qué demonios haces aquí?

Iras, ¿Cierto, padre? Les ayudaras a matar a Valentine.

Odiaba seguir matando las ilusiones de su hijo, pero no tenía ninguna otra opción. Robert se acercó a su hijo y bajo a su altura colocando una rodilla en el suelo.

Ellos no quieren eso, hijo. Solo quieren mantener a salvo a sus familias.

Les ayudaran entonces ¿cierto?

¿Cómo nos encontraste, enano? ―pregunto Hodge intentando cambiar el tema.

El pequeño niño mordió su labio y levanto la manga de su suéter en donde estaba dibujadas un conjunto de runas; Poder Angelical, Silencioso y Rastreo.

¿Cómo pudiste hacer esto? ―pregunto su padre débilmente sin poder apartar la mirada de la piel pálida de su hijo―. No sabes el peligro en el que te has puesto.

¿En dónde conseguiste la estela? ―Hodge se miraba molesto, aún más que Robert.

En tu apartamento hay un alijo con armas, la tome de ahí.

Robert se puso de pie y tomo a su hijo en brazos.

Debemos irnos de aquí.

¡No me cargues! ¡no soy un bebé! ―protesto Alec quien solo recibió una mirada severa de su padre. Alec se resignó, dejo de moverse y protestar para recargar su mejilla en el hombro de Robert.

Esa noche Robert se quedó sentado a la orilla de la cama de su hijo, observándolo dormir tranquilamente, mirando las marcas en su brazo, las que aun con esfuerzo no pudo evitar que aparecieran en la piel de Alec. Se dio cuenta que sin importar lo que hiciera no podía negar a su hijo su origen, enojarse con él por algo que debía hacer, algo que se le había dicho desde que tuvo entendimiento era injusto, la vida ya había sido demasiada injusta con este pequeño.

Podemos arreglarlo todo por la mañana e irnos de aquí a medio día ―Hodge estaba recargado en el marco de la puerta.

Robert puso un dedo atravesando sus labios pidiéndole que bajara la voz, subió la cobija de Alec hacia sus hombros y salió discreto hacia la sala cerrando la puerta de la habitación del niño detrás de él.

¿Quieres irte?

¿Tenemos opción? Ese brujo nos aborrece, no podemos confiar en él ―explico Hodge.

Es honesto y tiene motivos para odiarnos. Prefiero que nos aborrezca y saber que esperar de él, que vivir engañado escuchando dulces palabras de un maniático asesino.

No fue nuestra culpa.

¿En verdad te sientes mejor repitiéndote esa basura? ―reclamo Robert perdiendo la paciencia.

Robert, estoy de tu lado.

¡Porque no tienes opción!

El silencio se estableció entre ambos. Hodge conocía a su amigo, sabia por todo lo que había pasado y ahora la angustia que atravesaba por mantener a su hijo seguro. Observo como pasaba su mano por todo su cabello con desesperación.

Perdóname, no quise…

Lo que le dijiste a ese brujo ―comenzó Hodge―. Solo respirar por alguien más. ¿Por qué piensas que conmigo es diferente? Tuve una oportunidad en Alicante de elegir, mientras luchaba a lado de Valentine, ese segundo en el que algo me dijo que no hacíamos lo correcto, ese instante en el que el tiempo se detuvo y me exigía que debía elegir, a mí me tomo más que a ti ―dijo como si en cierta forma le avergonzara―. Tu habías salido de ahí antes, pero lo hice, tomé la decisión y te seguí. Y no voy a cambiarla, no voy a traicionarte y hare lo mejor para tu hijo porque sé que de ese modo hare lo mejor para ti.

No tienes que hacerlo, no tienes que seguirnos, no soy Valentine.

Gracias al Ángel que no. Pero quiero seguirte, porque sé que no te detendrás hasta hacer algo que remedie todo este desastre, entonces quizás pueda estar tranquilo conmigo mismo. Déjame ayudarlos.

Robert se sentó en la mesa, se miraba agotado aun cuando Hodge sabía que no lo estaba, sus dedos jugaban con la estela que había encontrado en la mochila de Alec.

Tal vez estaba equivocado ―dijo Robert―. Quizás entrenarlo y mantenerlo fuerte sea la mejor manera de que este a salvo.

Por lo menos la mejor forma de mantenerlo vigilando, tu hijo es extraordinario, nunca supe de un Cazador que haya sido marcado tan joven.

Las circunstancias lo han hecho más fuerte.

¿Adaptación? ¿Eso quieres decir? No somos los últimos Cazadores de Sombras, no puede ser.

También me gusta pensar así, pero… cada día es más difícil de creerlo, si hubiera Cazadores allá fuera, ellos debieron haber intentado algo contra Valentine. Es lo que he estado esperando todo este tiempo.

Pero esta podría ser nuestra oportunidad.

¿Los subterráneos? Nadie querrá ir contra Valentine.

No ahora, pero quizás después, cuando se forme un frente más unido y fuerte.

Cazábamos subterráneos por órdenes de Valentine. ―dijo Robert con su mandíbula apretada.

Eran infractores.

¿Lo eran?

Hodge trago con fuerza.

Es lo que nos decía Valentine, no había forma de que…

Pudimos habernos negado y no lo hicimos, nos creíamos superiores a ellos y eso nos convierte en algo muy parecido a Valentine.

¿Qué estás diciendo? ― pregunto Hodge mirándole fijamente.

Que no llevare a nadie a una guerra que no se puede ganar, les debo a los subterráneos e intentare pagar, hare esto por ellos, no por venganza, mi venganza ―Robert miro al techo del apartamento, sus ojos azules mirando hacia aquella noche en la que perdió parte de su ser―. Es la mejor forma de honrar la memoria de Maryse y de mi pequeña.

Hodge se sorprendió, desde que habían escapado de Alicante aquella noche, Robert no había mencionado a su esposa e hija muertas, había pensado que era por Alec, ahora creía que la verdadera razón caía en que le era demasiado difícil hacerlo.

Ayudar a los subterráneos y entrenar a Alec. Ese es el plan entonces ―medito Hodge.

Así es, sencillo ¿cierto?

Con ese chico Magnus Bane siempre vigilándonos, claro, pan comido ―dijo sarcástico Hodge.

Robert se inclinó hacia adelanto con una expresión reflexiva.

Viste lo que hizo con esos demonios y la forma en la que desapareció, no es normal, es un brujo mucho más poderoso de lo que alguna vez vimos.

Eso es bueno, si estamos en su equipo, quiero decir.

Pero es justo a lo que Valentine le teme, los subterráneos unidos y siendo extraordinariamente poderosos.

Elimina lo que está a su paso ―dijo Hodge―. Si nos mantenemos al margen…

¿Tenemos otra opción? ―Robert se levantó de la mesa―. Ahora ve a tu apartamento para que descanses, parece que será un día largo.

Y uno excelente para Alec, tu decisión lo hará feliz.

Ver a mi hijo feliz es todo lo que quiero ―dijo Robert, pero no sonrió, el temor de no verlo nunca así era demasiado real y le aterraba.

Robert despidió a Hodge y antes de ir a su propia habitación abrió la puerta del cuarto de Alec, una mirada para estar seguro de que todo iba bien. Una mirada antes de que saliera el sol y ambos iniciaran una nueva y diferente vida; la de ser los últimos Cazadores de Sombras.

* * *

Alec abrió los ojos cuando el brillante sol alcanzo su rostro, camino hacia el baño y se sorprendió al no ver su uniforme escolar listo. Salió de su cuarto caminando en calcetines hacia la cocina y tallando uno de sus ojos, su padre estaba ahí con Hodge.

No me despertaste, es tarde para la escuela.

Eso es porque a partir de hoy no iras a la escuela, por lo menos no a la mundana ―le comunico Robert de pie frente a su hijo.

¿Que? ― los ojos adormilados de Alec finalmente se abrieron con magnitud.

A partir de hoy estudiaras en casa como lo hubieras hecho si viviéramos aun en Idris, y aprenderás todo lo que debes saber sobre demología y combate.

Entre otras cosas ―dijo Hodge estirando una mano hacia el niño que mantenía un rostro sorprendido, para entregarle una estela.

Alec la tomo lentamente y miro a su padre.

¿Qué pasa?

Serás un Cazador de Sombras, es lo mejor para mantenerte seguro. Incluso hable con la directora del plantel, en realidad no quiero a mundanos tocando mi puerta preguntando por tu bienestar.

Les llaman Servicios Sociales ―informo Hodge.

¿Esto es verdad? ―pregunto Alec.

Lo es, hijo. Cámbiate y después del desayuno comenzaremos, tendrás horarios, quiero disciplina, la misma que aspiraría si estuviéramos en Alicante, entendido soldado.

¡Si, señor!

Robert sonrió.

Ve, Alec.

El niño volvió por el pasillo a su habitación corriendo entusiasmado, ambos adultos le miraron irse.

Es lo mejor ―dijo Hodge a Robert―. Las cosas irán mejorando de ahora en más, ya lo veras.

Mucho depende de lo que pase esta noche ―Robert no se miraba en lo absoluto tranquilo―. Todo depende de lo que pase esta noche ―Corrigió.

* * *

Robert y Alec habían pasado toda la tarde entrenando, ahora y a pesar de las dudas de su padre, trazo la runa de recuperación de energía en el brazo del niño quien había comenzado a bostezar.

Terminó de dibujar y le miró.

¿Te dolió? ―pregunto Robert con curiosidad―. Cuando te marcaste por primera vez ¿Fue doloroso?

Alec pensó su respuesta un poco.

No, quizás fue porque estaba más preocupado porque te dieras cuenta y me castigaras.

Sigo considerándolo ―dijo Robert jalando el desordenado cabello de su hijo ―Seguramente tu madre te hubiera asesinado.

Ella hubiera escondido mejor la estela ―se burló Alec.

Robert soltó una carcajada.

Eso es cierto, hijo. Era la mejor en seguridad.

Tú no eres tan terrible, lo estás haciendo bien.

¿Eso crees?

El niño jugaba nervioso con su estela y movió su mano de un lado a otro; Mas o menos.

Eso fue halagador, Alec.

Ambos jugaron un poco a alcanzarse el cabello del otro para revolverlo.

La extrañas ¿cierto? Se te nota en los ojos ―le dijo Alec con demasiada inocencia.

Cada día. Pero te tengo a ti.

Quisiera tener una fotografía ―le dijo Alec con la cabeza gacha―. Siento que la estoy olvidando.

Robert le tomo y le abrazo por la espalda.

Mira al cielo Alec y piensa en mamá.

Si.

¿Recuerdas sus ojos?

Azules, como los míos.

¿Y su cabello?

Negro, como el mío.

¿Cómo era esa canción que te cantaba al dormir?

La dulce voz del pequeño comenzó a pronunciar las palabras siguiendo la melodía, era una canción en francés que sabía de memoria, la canto sin ningún esfuerzo, no solo la tenía grabada en la memoria, también en el corazón.

Robert había cerrado los ojos para escucharlo cantar, se sentía como si Alec en realidad le estuviera consolando, pego su rostro al hombro de su hijo y comenzó a percibir el dulce aroma que desprendía, sintiendo su pequeño cuerpo entre sus brazos lo presiono con mayor fuerza, sintió su calor y el latido de su corazón, recordó a este mismo niño en sus brazos siendo un bebé, la emoción de haberlo cargado por primera vez y recordó a esa otra pequeña que alguna vez ambos amaron. Como si el resto del mundo hubiera desaparecido; Alec siguió cantando, supo que su padre estaba llorando al sentir la humedad en su hombro, lo dejo, después de todo conocía el sentimiento, de vez en cuando también lloraba en la noche, buscando un rostro de ojos azules y cabello negro entre las estrellas.

* * *

La Luna del Cazador era un bar en pleno Manhattan que había sido un tipo de club exclusivo para licántropos, ahora parecía ser unos de los pocos lugares en donde podías llegar corriendo pidiendo ayuda si algún demonio intentaba tragar tus entrañas. Nunca sabias a quien encontrarías ahí dentro, pero podías estar seguro, si eras subterráneo y alguien te perseguía, que podrías encontrar apoyo ahí dentro.

El bar estaba oculto tras un pequeño jardín así que los mundanos difícilmente entraban para pedir indicaciones o una cerveza, la cual no conseguiría sin antes ser víctima de algún Encantus o Glamour para mantener protegida la clandestinidad de este improvisado refugio para subterráneos.

Esta noche estaba vacío, por lo menos en perspectiva, Magnus Bane había convocado a los líderes para reunirse ahí y debatir alguna estrategia para mantener al margen los ataques demoniacos que rápidamente estaban terminando con la ciudad.

¿Crees que aparezcan? ―pregunto Catarina acercándose a la mesa en donde Magnus estudiaba pergaminos antiguos.

Magnus siempre estaba estudiando o practicando algún nuevo ritual, para él, lo más importante era el poder, entre más poder tuvieras, mayores tus posibilidades de mantenerte vivo y mantener a salvo a los que te importaban.

No lo sé, pero tampoco serán nuestro problema si no aparecen.

¿A qué te refieres?

No voy a dejar que se quedan en Nueva York si no nos ayudan, los detesto demasiado.

Magnus ―le llamo su amiga aprensiva―. Recuerda que llevan con ellos a…

A ese niño que se te ha metido en la cabeza, ¿en verdad no te das cuenta que solo te usan? Te has convertido en su enfermera personal.

Yo lo he querido así, Alec es especial.

Alec ―dijo de manera extraña, como si pronunciara el nombre de una cosa y no de una persona―. Es un Cazador de sombras, ¿Quieres cariño y lealtad? Encuentra un cachorro.

Eres demasiado duro.

Y tu demasiado blanda, son el enemigo, Cata. No olvides eso.

¿Y porque los quieres aquí?

Porque podemos hacer con ellos lo mismo que han estado haciendo con nuestra gente desde hace cientos de años: Usarlos.

En ocasiones me aterra tu manera de pensar.

¿En verdad? ―pregunto Magnus sinceramente curioso y como si le hubieran halagado―. ¿Crees que Valentine sienta lo mismo?

Catarina se quedó a lado de su amigo escuchando los planes que tenía si aparecían los Cazadores de Sombras, también los planes si no lo hacían, cada palabra le llenaba de temor y le hacían desear que ellos aparecieran.

* * *

Tenías razón, Alec ―dijo Hodge aterrizando en la entrada del bar junto a Robert y Alexander―. Eso fue rápido.

Hay menos obstáculos por los techos y hay una visión más extensa ―contesto el pequeño.

Alec, como su padre y Hodge estaba equipado por completo para una batalla, había armas colgando desde su cintura y había más marcas en su cuerpo que en otras ocasiones.

Brillante como siempre ―dijo Robert revolviendo el cabello negro del niño.

Me adelantare ―Hodge abrió la puerta del bar y entro dejando a Alec y Robert fuera.

¿Todo está bien? ―pregunto Alec al notar el comportamiento de Hodge.

Solo quería darte esto ―Robert extendió su mano hacia su hijo su palma estaba abierta frente a su rostro y en medio había un anillo con grabados de fuego alrededor.

¿Un anillo familiar?

Tú anillo familiar ―corrigió Robert―. Si vas a presentarte como un Cazador de Sombras, debes de hacerlo bien.

Creí que se otorgaba en la ceremonia de marcación.

Así es, pero tú ya fuiste marcado, dos años antes, y sin ceremonia, pero tus primeras marcas fueron puestas ya, así que también debes tener esto.

Alec sonrió con fascinación y tomo el anillo, había escuchado que tenían una magia especial que hacía que encajara perfectamente en el dedo de su portador, lo que significaba que sin importar lo que el niño creciera, el anillo lo haría con él.

Gracias ―le dijo a su padre sintiendo los relieves del anillo con sus pequeños dedos.

¿Listo? ―pregunto Robert animándolo a entrar.

Alec movió la cabeza firmemente y de la misma manera entro al edificio.

* * *

Hablando de cachorros ―dijo Magnus mientras se acercaba a los Cazadores de Sombras y poniendo una mirada severa sobre Alec Lightwood ― ¿Trajeron al suyo?

Alec se rio, su inocencia era mucha como para sentirse ofendido por el comentario, Catarina pudo distinguir unos ojos asombrados y una mueca diferente en Magnus, como la sombra alejada de una diminuta sonrisa en respuesta al niño.

Querías a todos los cazadores de Sombras de Nueva York, aquí nos tienes a todos ―no hubo amabilidad en la voz de Robert.

Magnus puso los ojos en blanco.

Espero y sean útiles ―les dijo e hizo una seña con su mano para que entraran y se sentaran en una de las mesas cuadradas y largas.

Alec levanto tímidamente su mano para saludar a Catarina que estaba a unos metros de él a lado de otros subterráneos que les miraban atentos y expectantes.

Sobre la mesa había mapas de la ciudad dibujados en ellos, líneas de colores, limitaciones de áreas, había símbolos que para Alec fueron claros de entender; Luna para los lobos, estrella para los vampiros, una hoja para las hadas, un libro para los brujos y la runa angelical para los Cazadores de Sombras.

El brujo Magnus Bane comenzó a hablarles sobre la importancia de mantener un frente unido contra los demonios, de cómo no podían permitir que ellos se apoderaran de la ciudad.

Tus ideas son buenas ―le dijo Robert―. Pero luchar con demonios en pleno día, podemos tener glamures que nos ocultan de los mundanos, los lobos o las hadas no, ellos nos descubrirían.

¿Y eso importa? ―pregunto Magnus―. Sé que para los nephilim es importante mantenerse en la clandestinidad, pero esto ya está mucho más lejos de eso, a este ritmo y con el nivel de alarma que se vive en la ciudad, los mundanos no pueden permanecer alejados de todo esto.

¿Dices que deben saber de la existencia de los demonios? ―Hodge no podía entender porque eso podría ayudar a su causa.

Son las principales víctimas, creo que tarde o temprano se darán cuenta de que algo los está asesinando, no tenemos la capacidad de protegerlos a todos. Valentine tiene a todas sus entidades libres por todo el planeta, ellos asesinan sin miramientos.

No poder proteger a los mundanos fue algo que hizo estremecer a Alec, su deber siempre fue ese y escuchar que no tenía la capacidad de hacerlo fue devastador.

Robert miro a Alec, era un hábito adquirido, cada vez que necesitaba calma, alivio o incluso reflexión, miraba a su hijo para encontrarlo en el rostro inocente de su pequeño.

Supongo que tienes razón, será inevitable eventualmente ―dijo finalmente.

Así que necesitamos toda ventaja que podamos adquirir, la luz del sol es una, y muy poderosa ―explico el brujo.

Robert escucho con más entendimiento a Magnus, ahora se daba cuenta de que seguía mirando el mundo como siempre, con las reglas de los Cazadores de Sombras, pero todo eso se había acabado, no había más Clave ni Acuerdos, ellos eran ahora la resistencia en una guerra contra los opresores y los demonios que solo intentaban convertir el mundo en desolación y cenizas.

Magnus Bane había asimilado mucho más rápido que cualquiera la visión de este nuevo mundo, su inteligencia, certeza y sabiduría era lo que necesitaban para derrotar a los demonios, incluso para derrotar a Valentine. Magnus era un líder nato, el verdadero líder que nunca tuvo, siempre deseo y que creyó haber encontrado en Valentine.

Su conversación se hizo dinámica y muy eficiente enseguida, dos estrategas trazando los mejores planes de ataque y defensa, Robert cada vez estaba más convencido de que esta había sido la elección correcta, sería mucho más sencillo mantener a Alec a salvo, su hijo sería un soldado en una guerra interminable, pero había nacido para eso.

Los subterráneos alrededor se habían relajado y atentos escuchaban los planes de ambos, eso hasta que la paz fue abruptamente cortada por un ruido proveniente desde arriba de sus cabezas.

Todos miraron arriba y después entre ellos.

Están en la azotea ―informo un joven de piel oscura, licántropo.

Supongo que ha llegado el momento de probar si esta asociación funcionara, Cazador de Sombras. ―Magnus extendió su mano hacia Robert Lightwood.

Robert la estrecho con seguridad.

Bien, Magnus Bane, será mejor que seas tan inteligente como pareces ser.

Hubo duda en el rostro del brujo

Hodge y Robert compartieron una mirada y sonrieron.

Parece ser tan joven como aparenta, después de todo. Vamos.

Salieron en grupos, Magnus y los cazadores fueron por la parte de atrás, había comenzado a llover, pero aun así el olor a demonio no se ocultaba, Alec tenía su sensor en la mano.

Es por allá ―dijo señalando hacia el techo del edificio a un lado.

Hay ataques por toda la ciudad ―dijo Catarina―. La actividad está fuera de control, se concentran en diferentes puntos.

Lo puedo sentir ―Magnus tenía sus manos envueltas en magia azul―. Parece que Valentine está planeando algo.

Subieron con habilidad hacia la dirección a la que Alec había apuntado y un pequeño contingente de hadas y lobos les siguieron, rápidamente se miraron en medio de una lucha contra demonios shax y dranonairs.

Alec estaba en medio de su padre y de Hodge, su habilidad le dejo acabar con dos demonios fácilmente, aun así, no podía dejar la seguridad del halo de visión de su padre y tío, una orden estricta que debía obedecer a no ser que quisiera quedarse en casa las siguientes noches. Alec podía observar la escena con mucha claridad ya que no tenía oponente como los demás guerreros, se percató de algo brillando en el suelo en medio de todos ellos, se acercó y lo pudo ver; alguien había dibujado un pentagrama, no era del tipo de invocación, el poco dialecto de demología que sabía le hizo darse cuenta que era un llamado, una especie de encantamiento que les hacía permanecer ahí.

Las preguntas se formaron en la pequeña cabeza del niño ¿Por qué alguien quisiera mantenerlos en un solo lugar?

La respuesta llego como un golpe.

¡Es una trampa! ―grito, pero los combatientes a su alrededor no podían prestarle la atención que necesitaba.

Su descubrimiento fue fácilmente notado unos segundos después, cuando los demonios se elevaron por sobre sus cabezas, alejándose de su alcance, les miraron suspendidos en el cielo sin hacer otra cosa más que mirarlos.

¿Qué diablos? ―se preguntó Magnus Bane y busco el rostro de Catarina por una respuesta.

Catarina, así como todos los presentes estaban igual de consternados.

Me preguntaba cuando iban a aparecer ―la voz que floto en el viento les sorprendió a todos, hizo que la piel de Hodge se erizara y que Robert aferrara con mucha más fuerza su espada en su puño ―Mis ataques demoniacos funcionaron haciéndoles salir de su escondite.

¡¿Quién es el que se esconde?! ―grito a la nada Magnus Bane.

Su provocación dio resultado, apareciendo desde la puerta del edificio estaba Valentine Morgenstern, quien camino hacia los subterráneos y los tres Cazadores de Sombras, estaba acompañado por otro puñado de guerreros del ángel, todos ellos con la runa del circulo en su cuello.

Alec ―murmuro Robert llamando a su hijo para que se acercara a él y se alejara de la amenaza.

El niño obedecía a su padre casi por instinto todo el tiempo, esta vez se quedó mirando al hombre que había asesinado a su madre, le miro de pies a cabeza, cada rasgo, cada gesto, algún día se adentraría a la misión de buscarlo y matarlo, necesitaba grabarlo en su memoria a la perfección.

¡Alec! ―le llamo nuevamente su padre despertándole, y finalmente lo hizo; camino hacia él.

Tu hijo es un guerrero ahora ―comento Valentine mirando al pequeño ―Sé lo que es entrenar a un Cazador de Sombras desde la raíz, lo moldeas, y creas a tu conveniencia al guerrero perfecto.

Por supuesto que sabes lo que es crear guerreros a tu conveniencia, manipular y engañar para que hagan el trabajo sucio que no quieres hacer tu mismo.

La sonrisa de Valentine fue perfecta, un ángel hermoso con ojos de maldad. Magnus Bane sabia lo peligroso que eso podía ser y el poder malvado que una criatura bella podía tener.

Vamos, Robert ―dijo de manera casual y divertida―. Tú sabias, sabias todo lo que ocurría y no hiciste nada.

Hodge miro a Robert esperando una explicación a eso, pero la mirada azul del hombre no dejo el rostro de Valentine.

Yo no… ―su voz fue rasposa al intentar hablar―. Estaba enojado, confundido.

Tu parabatai ―le confirmo Valentine―. Sé lo que sentiste en esos días, tu dolor te segó ―El hombre miro al cielo como si buscara a alguien, cuando bajo la mirada sus ojos eran por completo negros y había venas oscuras marcando su cuello y parte de su rostro―. El mío también me traiciono.

Valentine tenía mucho más control sobre los demonios de lo que Magnus había imaginado, estos dejaron de estar quietos y se abalanzaron contra todos los que estaban en la azotea dejando tranquilos a los miembros del círculo. Las venas pintadas en su rostro le hicieron darse cuenta de que el Cazador de Sombras había ido más allá de toda lógica, se había inyectado sangre de demonio y tenía el poder de controlarlos a voluntad.

¿Cual demonio? ―murmuro Magnus mientras se adentraba a la batalla―. ¿Quién de los ángeles infernales tiene la capacidad de darte tanto poder?

La batalla fue violenta y sucia, había icor demoniaco saltando de un lado a otro, sobre los rostros de los combatientes y peor aún, sobre la costosa ropa de Magnus. Alec había derribado a dos demonios, antes de haber llegado hacia donde estaba su padre. Una criatura de largas alas extendidas se colocó frente al niño, Robert grito por él, pero Alec no se distrajo, el demonio estiro su cuello para alcanzar con sus afilados dientes el cuerpo del niño, pero Alec era rápido, fuerte, pero sobretodo, pequeño. Brinco hacia enfrente girando en el suelo y pasando entre las patas deformes de la criatura. Solo basto que levantara su espada para que el filo abriera el cuerpo oscuro y el icor y las entrañas estuvieran expuestas antes de que explotara en fuego y dejara en esta dimensión solo cenizas.

En su último giro Alec extendió sus pies y con su mano detuvo su movimiento, se miraba no como un niño, si no como un felino peligroso y dispuesto a atacar de nuevo en cualquier momento.

Robert le miro con fascinación y le sonrió, había demasiado orgullo en su mirada.

Los ojos afilados de Alec se relajaron después del ataque y encontraron los de Robert, eso lo había hecho bien y su padre le había observado, quizás ahora le tendría más confianza, quizás ahora le enseñaría cosas más avanzadas de Cazadores de Sombras y lo miraría como un compañero en el campo de batalla y no como algo que debe ser protegido.

Ambos se seguían sonriendo cuando…

Los ojos de Robert se abrieron con asombro acompañados de una convulsión extraña, unos segundos después, de los labios a los que solo les quedaba la sombra de la sonrisa, surgió en borbotones sangre espesa. Entonces todo ruido se alejó de Alec, observo como la sombra que se le había acercado a su padre por la espalda, retiraba la espada que le había atravesado el pecho, grito por Robert y corrió, no hacia la sombra, corrió hacia su padre y le tomo de la mano cuando este había caído al suelo.

No, no, papá, papá, por favor…

Valentine se alejó de Robert limpiando la espada en su pantalón y observando su abominable acto con orgullo. Quería que todos lo vieran, así que ordeno a los demonios que se alejaran de nuevo dejando una paz aparente y escalofriante en esa azotea.

El llamado en sollozos de Alec llamo la atención de los subterráneos y de Hodge.

¡Por el ángel! ―exclamo y se acercó a Robert sin pensarlo para trazar iratzes que desaparecían apenas eran dibujadas.

Era inevitable ―dijo Valentine―. No podía dejar que un Lightwood quisiera hacerse el héroe, toda la familia es peligrosa.

Catarina tenía una mano en su boca, ella había intentado salir corriendo hacia el Cazador de Sombras, pero Magnus le había detenido, al mirarle este movió la cabeza. Ya no hay nada que hacer por él, arriesgar su vida por un cazador de sombras era innecesario desde el punto de vista de Magnus, para Catarina valía la pena si en cambio podía dejar unidos a padre e hijo.

¡¿Qué has hecho?! ―exigió Hodge―. ¿Por qué? ¿No te has cansado aun de matar a tu gente?

No son mi gente si no están de mi lado, y no merecen vivir si están en mi camino.

¡No estamos en tu camino! ―dijo el Cazador de Sombras con desesperación― ¡Ellos sí! ―grito señalando a Magnus y al resto de los subterráneos―. ¡Mátalos a ellos y déjanos en paz!

La furia en Magnus fue visible a través de sus puños apretados y que se envolvían en fuego azul inquieto, pensando en convertir en cenizas a este último hijo del ángel corrompido.

Valentine dejo libre una escalofriante carcajada.

Tu siempre cambiante lealtad es de admirarse. Eres detestable, Hodge.

Val ―le dijo aclamando por su lastima―. Valentine, por favor.

Recibe un consejo de mi parte, despide a tu amigo.

La atención de Hodge volvió a Robert, que tenía su mano contra la mejilla húmeda de Alec.

Su voz era demasiado débil como para que alguien además de Alec escuchara todo lo que le había estado diciendo a su hijo.

Serás un extraordinario Cazador de Sombras ―le dijo antes de toser sangre.

Alec seguía suplicando que no le dejara.

Robert busco el rostro de Hodge.

Promete… prométeme que le hablaras de ella cuando esté listo…

Robert.

¡Promételo!

Hodge asintió con la cabeza.

No la voy a olvidar ―dijo el pequeño con desesperación―. No olvidare a mamá.

La mejilla de Alec estaba manchada con la sangre de su padre.

Claro que no. Sé que no lo harás.

¡Papá!

Robert presiono con mayor fuerza el rostro de su hijo.

No dejes… Nunca dejes de luchar, Alexander… Nunca, hijo mío… Nunca te rindas.

Alec pudo ver en su padre una sonrisa antes de que sus ojos se cerraran para siempre.

Alec grito y lloro en el pecho de su padre durante poco tiempo, Valentine abrió la boca haciendo que la furia del niño explotara.

Ese ―dijo divertido ―Fue el peor consejo que pudo haberte dado.

Los miembros del circulo rieron.

Nunca dejes de luchar.

Alec dejo de llorar, tomo su espada y corrió hacia Valentine apuntando a su corazón.

Magnus no dejo pasar la oportunidad, extendió su mano hacia atrás y un portal apareció.

¿Qué estás haciendo? ―pregunto Catarina.

Dando una ruta de escape.

Los subterráneos no dudaron y saltaron hacia el portal para alejarse del temible controlador de demonios.

Valentine golpeo el rostro de Alec y este salió disparado hacia atrás cayendo al suelo. Hodge le llamo, pero el niño estaba lejos de pensar si quiera en detenerse.

Con un jadeo de rabia se incorporó de nuevo dirigiéndose nuevamente hacia Valentine, Hodge se interpuso, pero Alec era demasiado hábil, rodo por el suelo y pateo la rodilla del Cazador para que se doblara, una vez fuera de combate, su objetivo se hizo claro: La garganta de Valentine.

Pero no logro alcanzarla, Hodge no se rindió y golpeo la nuca del niño haciendo que este cayera inconsciente en sus brazos, se aferró a él con fuerza.

Perdóname ―le susurró al oído mientras lo levantaba.

Catarina dio un paso al frente; hacia Alec, pero Magnus la tomo del brazo, el brillo del portal seguía detrás de ellos.

No podemos irnos ―le dijo al brujo―. Magnus, no puedes abandonarlo.

Las palabras de Catarina no tenían ningún sentido para él.

Claro que puedo y lo hare, es un Cazador de Sombras, es como todos los suyos, déjalos Cata, que sigan matándose entre ellos.

Valentine levanto una mano indicando a sus guerreros que fueran por ambos brujos, basto que Magnus levantara uno de sus dedos para que toda la cuadrilla saliera desprendida del suelo y cayera varios metros atrás.

¡Repulsivo brujo! ―aspecto con desprecio.

¿Repulsivo? ― le pregunto después de haber esparcido a sus guerreros por toda la azotea―. Matas a los tuyos.

Valentine no se miró en lo absoluto ofendido.

¿Tu proteges a los tuyos? ¿En verdad crees que los podrás mantener a salvo?

Los mantendré lejos de ti ―Magnus le apunto al rostro con su dedo enjoyado―. Si te acercas a mi gente, te hare cenizas.

Catarina miro el rostro de Alec mientras caminaba hacia atrás jalada por Magnus, el cual ni siquiera se tomó la molestia de girar su mirada de nuevo hacia el pequeño Cazador de Sombras inconsciente antes de saltar y desaparecer en el portal. Mátense entre ustedes, pensó Magnus.

Valentine seguía mirando hacia el lugar en donde había estado el portal, lo que había hecho ese brujo le había dejado inquieto, ese brujo se había convertido en un problema que debía atender después.

Giro su mirada ahora hacia Hodge con el niño en brazos.

Robert era una amenaza y no podía dejar que viviera ―dijo en una forma de justificarse―. No era mi intención que lo mirara.

Pero el fin deseado justifica los medios ¿No es así? ―Hodge se aferraba a Alec como si de alguna forma él fuera quien lo salvaría.

Valentine se acercó al cuerpo de Robert Lightwood.

Ave atque vale, viejo amigo.

No merece recibir la despedida de ti, no eres digno.

Los guerreros del circulo estaban apenas recuperándose del maltrato merecido recibido de marte de Magnus. Valentine caminaba alrededor de Hodge y Alec, analizando y pensando en lo que haría con ellos.

Las hermanas de hierro ―dijo conversando―. Ellas me enfrentaron en Alicante después de que ustedes y los demás traidores huyeron, y después de que había matado a todos los subterráneos que habían querido confrontarme.

¿Qué les hiciste? ―pregunto Hodge con abominación.

¿Hacerles? Apenas pudimos salir de ahí con vida, cuando llame a los refuerzos demoniacos ellas se habían ido dejándome una clara advertencia.

Hodge le miro, había escuchado historias de las herreras del adamas, las que forjaban cada arma de los Cazadores de Sombras, cada historia fantástica, pero con un toque de verdad que inspiraban a los Cazadores en entrenamiento, descubrir que todas ellas podían ser verdad, las Hermanas se enfrentaron a Valentine y este tuvo que huir por su ataque, era esperanzador y aterrador al mismo tiempo.

Ellas me dejaron saber claramente ―continua Valentine―. Que no harán nada en mi contra, pero que, si pisaba la Ciudadela, ellas me matarían. ―sonrió―. Sabemos de ante mano que no es una amenaza vacía.

El rostro de Hodge cambio a uno de decepción, era claro que ni ellas ni los hermanos silenciosos se adentrarían a una batalla contra Valentine, o cualquier otro.

Ellas recogieron los cuerpos de los nuestros, ―Hodge no se había dado cuenta de lo cerca que Valentine se encontraba de ambos, hasta que sintió como tocaba el cabello del niño―. Les hicieron honores, les quemaron y unieron sus cenizas a la Ciudad de Hueso. Dile al niño Lightwood que su padre tendrá una tumba en la necrópolis a lado de la de su madre.

La mirada de Hodge lo busco.

¿Quieres…? ¿Quiere decir qué?

Los dejare vivir, es mi manera de compensarle por su perdida

Por haberle quitado todo, querrás decir ―Hodge miraba la situación perdida.

La vida de los guerreros del ángel nunca ha sido sencilla ―comento Valentine.

Dilo de una vez, Val ¿Cuál es el precio por nuestras vidas?

Valentine sonrió.

Ninguna.

Hodge le miro desafiante.

¿Pero?

Pero… si vuelvo a ver una espada en la mano de ese niño ―Valentine levanto su espada y la coloco en la garganta de Hodge haciendo que una línea de sangre surgiera desde su piel―. Los matare a ambos.

Los soldados se habían curado con runas, Valentine se había alejado de ellos y poco después desaparecieron entre los techos de los edificios, ¿Cuál sería su misión aun en la ciudad? Eso no lo sabía y ciertamente no le importaba, ahora tenía que sacar a Alec de ahí, debía abandonar el cuerpo de su amigo con la esperanza de que las hermanas de hierro siguieran con su misión de fortalecer la Ciudad de Hueso y vinieran por él, le dieran un funeral y los honores que merecía.

Se levantó con Alec en sus brazos, la voz de Valentine retumbando en su cabeza. Los matare a ambos. Entonces, debía encontrar la manera de quitar los pensamientos de batalla en Alec, debía apagar su fuego de defender, de ser quien era, de proteger a los humanos, de hacer lo que había nacido para hacer. Que dejara de ser un Cazador de Sombras para seguir viviendo, se preguntó si para este pequeño guerrero al que se le había arrebatado todo, esa vida era eso: vivir.

* * *

Dos años antes

El mensaje llego a la Ciudadela rápidamente: Valentine Morgenstern, líder del Circulo, uno de los jóvenes Cazadores más prometedores de la generación, se había alzado en contra de La Clave y en contra de los subterráneos que se habían reunido en el Gard para firmar los Acuerdos.

En ese preciso momento la guerra se había desatado en Alicante, los fieles miembros del Circulo seguían a Valentine y los demás, fueron asesinados o habían huido.

En seiscientos años, las Hermanas de hierro no habían abandonado la Ciudadela, pero su deber les llamo, debían defender lo que quedaba de los mandatos del ángel. Se enfrentaron con valentía ante los nephilims corrompidos con falsos ideales y a los demonios que habían entrado a la tierra sagrada. Después de derrotarlos y de activar de nuevo las torres demonios, Valentine no tuvo más opción que retirarse con los miembros del Circulo, al regresar para un contraataque las torres brillantes no le permitieron entrar al país de los Cazadores de Sombras.

La ciudad estaba desierta, las hermanas de hierro junto a los Hermanos Silenciosos se encontraban juntando los cuerpos de los guerreros caídos, habían formado equipos para entrar a las casas vacías en busca de sobrevivientes, algo que no habían encontrado desde que habían llegado.

La hermana Magdalena y la hermana Gertrud entraron con precaución a la mansión que se encontraba a horillas del lago que cruzaba toda la ciudad, tenía un jardín grande y se sintieron sobrecogidas al notar los artículos que obviamente eran utilizados para el cuidado de un bebé, tomaron aire antes de entrar, normalmente las casas olían a muerte, a pesar de que la batalla no había tenido un par de horas de haberse suscitado, la muerte tenía una presencia fuerte en el ambiente, sobre todo cuando se habían roto promesas sagradas, ambas se preparaban precisamente para eso. Al entrar pisaron cristal roto, había oscuridad y señales de una batalla, ellas habían entrado por la parte trasera de la casa, la hermana Magdalena observo una muñeca de trapo tirada en el suelo, siguió de largo y entro a lo que parecía ser un estudio, había luz entrando por el ventanal que iluminaba las paredes, se movió alrededor del escritorio y miro la fotografía de dos niños, uno de ellos era un bebé, sobre el marco había dos nombres grabados con dorado: Isabelle Sophia y Alexander Gideon Lightwood, ella pidió al ángel por las almas de esos dos pequeños ahora desaparecidos y… entonces escucho un llanto. Se quedó quieta por un segundo, era, para su razón, lógico que su mente le estaba jugando una cruel broma al ver los objetos de bebé y este retrato, pero lo escucho de nuevo y en esta ocasión su compañera salió desde la otra habitación con la misma incertidumbre.

¿Has escuchado eso, hermana Magdalena?

Se quedaron mirándose una a la otra y lo escucharon de nuevo, ninguna de las dos se quedó quieta en esta ocasión, salieron de la habitación y comenzaron una búsqueda desesperada, La Hermana Gertrud hizo una señal a su compañera, ambas levantaron sus espadas y caminaron lentamente hacia el misterioso cuerpo en el suelo, estaba cerca de la entrada principal, había un movimiento y después el llanto de nuevo. Ellas se acercaron corriendo y vieron el pequeño rostro con su boca muy abierta emitiendo el llanto, La hermana Magdalena se inclinó, pero se detuvo un poco al ver la sangre que cubría casi por completo su manta.

¿Esta herida? ―pregunto La Hermana Gertrud.

La hermana de Hierro, aparto con cuidado los brazos de la mujer que sostenía al bebé, su movilidad estaba cerca de entrar en un endurecimiento pos morten. Observo con cuidado.

Si ―respondió a la pregunta―. Pero no es de gravedad, el arma cruzo entre su brazo y su costado, el agarre firme de su madre evito que se desangrara.

La hermana Magdalena corto un pedazo de sus largas togas para remplazar la manta ensangrentada y levantar a la bebé.

Debemos llevarla de inmediato con un Hermano Silencioso.

En ese momento se les unió La hermana Cleophas.

¡Por el ángel! ―expreso al ver a la bebé―. ¿Qué ocurrió aquí?

La madre está muerta ―explico La Hermana Magdalena―. Debieron haberla dado por muerta a ella también y se marcharon sin llevarla.

¿Quién pudo haberla abandonado? ―pregunto con horror Gertrud.

Eso no importa ya ―contesto Hermana Cleophas con dureza e indignación extendiendo sus brazos al pedir que le fuera entregada la niña―. Quien sea que la haya abandonado, no es más su familia.

Magdalena entrego a la bebé observando como La Hermana Cleophas la llevaba a la presencia de un Hermano Silencioso. Regreso su mirada a la mujer en el suelo, pronuncio las palabras de despedida y coloco sus manos en su pecho entrelazando sus dedos en una posición de descanso. Después de pensarlo por un momento, tomo el anillo familiar de la mujer para guardarlo en su cinturón de armas.

Isabelle Sophia Lightwood ―murmuro como si quisiera guardar ese nombre en su memoria.

¿Por qué has hecho eso, Hermana Magdalena? ―pregunto Gertrud.

Porque algún día ella preguntara, entonces prefiero darle un símbolo familiar y un nombre al que aferrarse, a no tener nada para darle y que se sienta vacía.

Hermana Gertrud conocía el buen corazón y la inteligencia de su compañera.

¿Esta es otra de tus conjeturas acertadas hacia el futuro?

Eso me temo, Hermana. Lamentablemente el futuro parece ser oscuro, no solo para esa bebé, sino para todos nosotros.

Que el ángel nos cuide.

Que el ángel nos cuide ―. Concordó La Hermana Magdalena.




@MayGraciel



Espero de corazón que lo hayan disfrutado, muchas gracias por leerme, actualizare pronto para que conozcan el futuro de Alec y Magnus, pero por favor díganme que les pareció.

¡Gracias por todo, chicos!
¡Nos Leemos En Los Comentarios!



Comentarios

  1. OMG!!! Enserio extrañaba leerte.
    Me encantó, como siempre te luciste, me dejaste ultra enganchada. ( como si fuera novedad 😁) Izzy esta viva!!! No estas solito Alec!
    Moriré lentamente mientras espero por la continuación 😭 😄😄

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    1. Y FELIZ CUMPLEAÑOOOOOOSSS!!! Celebremos un año más contigo y estas grandes historias. 🎈🎉🎊🎈🎉🎊🎉

      Felicitame a tus padres, hicieron un estupendo trabajo 😄

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    2. Jajajaja Gracias, le pasare a mis padres tu mensaje 😁

      Y gracias por seguir leyendome 😍😘

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  2. May!!! Me encantooo gracias por seguir dándonos estas bellas historias, gracias por compartir esta gran don que tienes. FELIZ CUMPLEAÑOS 🎉🎉🎁🎂🎂🎂
    Atte. Roo

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  3. Wao May, me encanto. Voy sufrir esperando cada capitulo.

    Feliz cumple hermosa, el regalo deberia ser para ti y tu nos das esto <3
    Muchas felicidades en tu día, bendiciones y que dios te regale muchisimos años mas de vida.

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    1. Muchas gracias, y sus comentarios son un excelente regalo 😍😘😘😘

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  4. wow estuvo wow genial fabuloso quiero saber mas de alec de magnus de izzy y el cambia lealtad de hodge extrañaba leer tus historias y feliz cumple

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  5. AHFJIFKFJGJ Apenas empieza y ya me estoy muriendo😭❤❤ me encanta la historia, esperare a que actualizes😍

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  6. Mi hermosa May, que te digo pues antes que nada Feliz Cumpleaños que te la estés pasando super y mucho éxito en tus proyectos. Dios te bendiga siempre, eres una gran persona. Eres una mujer admirable.

    Y pues wow la vdd cada que leo algo tuyo quiero más y y más y más y más, así que esperaré anciosamente la actualización, Yupi esto está súper buenísimo.

    Felicidades May😍😍😍😘😘😘😘😘

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    1. Muchas gracias mi hermosa Sandy! Como siempre tus palabras me animan, gracias 😍😘😘😘

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  7. May!! De nuevo feliz cumpleaños!! 🎂🎂🎂🎁🎁🎁 Muchas bendiciones para ti 😙❤ No sabes como me ha encantado la historia!! Hasta llore 😭 extrañaba tanto leerte y como siempre llegas con otra genial!! Maravillosa!! Hermosa y dolorosa historia!! La amoooo!! Estare colgada del techo de mi casa esperando la siguiente actualización 😄 Muchas gracias May ❤❤❤❤

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    1. Gracias a ti por leer, por favor no sufras por la actualización 😅😍😘

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  8. Y estamos de vuelta! He esperado tanto tiempo por una historia nueva, gracias. Muchas felicidades. Espero ansiosa por la siguiente parte. :D

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  9. Me gusto mucho. Esperó por mas 🙌🙌 pinche magnus como dejaste a mi alec 😭😭

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  10. muchas felicidades, eres un genio, escribes fenomenal. Tengo que decir que tu obra me a echo sonrreir y llorar. un abrazo con cariño desde España

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    1. Un abrazo para ti hasta España 😍😍😍 y gracias tambien por leerme.

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  11. Feliz cumple atrasadoo jajaja XD
    Que emoción ya estaba ansiando una nueva historia, gracias me encanta como escribes!

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  12. May!!!!! Sólo pase a ver el Blog y me encuentro con una nueva historia, soy tan feliz!!! la leere como todas tus historias y la incluir en mi biblioteca una vez que la termines :) Feliz cumple atrasado ♡♡♡

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  13. hola estoy deseando seguir leyendo, escribes fenomenal. muchas felicidades, te deseo todo lomejor. besos desde españa

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  14. Que dias actualizaras?
    Me encanta como escribes, ya quiero saber que va a pasar😶
    Esperare con ansias la actualizacion.
    Gracias por traernos buenas historias 😊😊😊😊

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  15. Actualitza actualiza actualiza actualiza actualizaaaaaaaaa
    Actualitzaaaaaaa
    Omg

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  16. hola esotoy deseando seguir leyendo, cuando sale el proximo capitulo gracias

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  17. Esta semana actualizo, espero conseguirlo a mas tardar este martes.

    Gracias a todos por leerme y sobretodo por su paciencia :D

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    1. Hoy es martes ������������

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    2. Feliz cumpleaños atrasadisímo jaja

      Y feliz año nuevooo , muy buena la historia me atrapo por completo tenía ganas de leer algo bueno y como siempre tu no me decepcionas!

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