Te Encontrare (Final)
Cuando los Lightwood
llegaron apresuradamente a la sala de armas donde se supone debieran estar sus
hijos, se encontraron con un lugar completamente vacío, la Señora Carter miro
con terror que incluso Gwen había desaparecido.
-Ellos no. Es decir,
¿Creen que fueron a la empresa de mi padre?
-Por supuesto que
fueron, -dijo Maryse mirando a Robert tomando armas de la pared y colocándolas
con determinación en su cinturón.
-Al igual que
nosotros iremos. –Dijo el Señor Lightwood.
-Mandare un mensaje a
La Clave. –Dijo Maryse apresurada, su esposo asintió hacia ella. –Margaret,
necesito la ubicación exacta de ese lugar.
La Señora Carter
asintió, -¿Los traerán de vuelta? ¿A ambos? ¿A mis…? ¿A ambos?
-No podemos perder más
tiempo. –Maryse y La Señora Carter se quedaron en el salón de Armas hablando
sobre la dirección de la empresa. Robert se dirigió al lobby al haber escuchado
el timbre y al ascensor funcionar. El hermano Enoch estaba recibiendo a Jem y
Tessa que surgían del ascensor.
-¿Paso algo?
–Pregunto alterado Robert.
-Traemos información
importante. –Dijo Jem. –Del Laberinto Espiral.
Robert los miro sin
pronunciar palabras dejando que su expresión lo dijera todo, y lo hizo.
-Creemos saber el
propósito de Alexander Carter.
-¿El chico brujo?
–Pregunto Maryse que bajaba de las escaleras con Margaret a su lado.
-No. –Dijo Tessa. –Su
abuelo.
-Mi padre está
muerto. –Dijo Margaret.
-Pero no su
organización y al parecer tampoco su propósito.
Jem informo a los
presentes acerca de sus descubrimientos en los archivos del Laberinto Espiral,
de cómo Alexander Carter había propuesto a la organización Pandemonium acerca
de un hechizo, un hechizo confiado a él por un demonio, un hechizo capaz de
controlar mentes en masa sin importar su especie.
-¿Controlar mentes? –Pregunto
Maryse incrédula. –¿Algo así puede ser posible?
-Los brujos y hadas
manipulan mentes.
-Mentes débiles,
mundanas.
-¿Qué clase de poder
podría ser alcanzado si la persona incorrecta controla la mente de miles o
millones de mundanos? –Dijo Robert Reflexivo.
-La información llego
al laberinto hace muchos años, cuando Alexander Carter era joven, el Laberinto
no reacciono debido a que nada pudo ser confirmado. Alexander se esfumo de su
visión y las amenazas nunca fueron cumplidas. –Explico Tessa.
-No tiene mucho
sentido entonces.
-Tampoco el ritual.
–Dijo Jem. –Intentamos buscar alguna conexión con Alec en todo esto pero no
llegamos a ningún lado. El ritual requiere de un par de almas conectadas, no
estamos seguros si por sangre o afecto, por ambos tal vez, estas almas deben
ser ofrecidas a un demonio manipulador. El resto es confuso, nada claro en
realidad.
-Las escrituras
sugieren hermanos, gemelos, para que el ritual resulte. –Tessa se encogió de
hombros. Sabía que no mucha de la información tenía sentido.
-¿El enlace parabatai
de Jace y Alec? –Sugirió Maryse.
-¿Atacar
deliberadamente a dos miembros de La Clave? –Pensó Robert en voz alta. –Los
demonios no lo hacen, suelen ser más astutos, trabajar con bajo perfil. Además,
el demonio lanzo toda la responsabilidad a Magnus, se lo dijo, una venganza a
nombre de su señor.
-Estamos en donde
mismo. –Dijo Maryse.
-No creo eso.
–Margaret había permanecido en silencio por bastante tiempo. –Gemelos. –Dijo.
–Mi hermana y yo éramos gemelas idénticas.
-¿Recuerda algo
acerca de esto, su padre le conto algo?
-La última vez que lo
mire nos ofreció hacerse cargo de nuestros hijos, quería que se los
entregáramos. –Suspiro. –Como si eso fuera posible.
-¿Sus hijos?
–Pregunto Jem.
-La niña de mi
hermana y mi hijo. Los quería y… -Sacudió su cabeza. –Pero mi hijo está muerto
ahora, aun si lo quisiera, él no podría tenerlo.
-Es ahí donde podría
entrar Alec. –Dijo Jem sombríamente.
Robert se puso en
movimiento de inmediato, -Esperen los refuerzos. –Dijo a su esposa, -iré ahí de
inmediato.
-Robert –Llamo Maryse
a su esposo.
Robert se detuvo para
tomarla de los hombros. –No dejare que nada le pase, no lo perderemos de nuevo.
La situación de ambos
había sido precaria desde la muerte de Max, incluso antes de eso, pero
independientemente de lo que sentían el uno por el otro, los unía algo mucho
más fuerte e importante, el amor de ambos por sus hijos.
*
* * * *
Tú
me encontraste a mí.
Había dicho Magnus y
estaban de acuerdo, había sido Alec quien había llegado aquella tarde al
Apartamento de Magnus, pese a todos los desesperados intentos de Magnus por
encontrarlo.
-Alexander. –Murmuro
Magnus. Alec le dedico su mirada de preocupación, esa mirada que solo Alec
podía brindarle. –Mi Alec. –Dijo y se inclinó para besarlo, fue un beso
intenso, apasionado, como el primero en mucho tiempo. Alec se aferró a su
espalda y Magnus a su cuello y se quedaron ahí sin pensar o hacer nada más que
besarse. Besarse sin aliento y con todas sus fuerzas. Esto fue hasta que Magnus
tuvo que ayudar a Alec a mantenerse en pie.
-¡Alec! –Dijo el
brujo sosteniéndolo. -¿Qué pasa?
Sus amigos ya se
habían acercado.
-El demonio, amenazó
con matarme antes de ser quien era. -Alec llevo una mano a su cabeza. –Parece
que no bromeaba.
-Nunca lo hago.
Los Cazadores se
pusieron de pie y en guardia en menos de un segundo, las espadas se hicieron
brillar alejando la oscuridad del lugar, Alec intento ponerse en pie pero
Magnus no se lo permitió.
-No te muevas –Le
dijo al chico en sus brazos.
-Puedo defenderme.
–Dijo Alec apartando a Magnus y poniéndose de pie.
Magnus lo observo con
una ráfaga de orgullo y temor en su pecho.
-Mis recuerdos han
vuelto. –Dijo Alec encarando al demonio. -¿Qué quieres ahora?
-Estamos ahora solo
para cumplir lo que hemos dicho en el pasado. –Dijo el demonio Belcebú
tranquilamente. –Has recobrado tus recuerdos, ahora debes morir.
-¿Las palabras no
mueren con quienes las pronuncian? –Pregunto Isabelle mirándose peligrosa y
furiosa, ella miro hacia Jace esperando complicidad.
Jace sonrió, una
sonrisa lobuna, tenaz y asesina. –Has resuelto el problema hermana. –Dijo y se
abalanzo contra el demonio.
La respiración de
Alec se detuvo, siempre se detenía ese segundo antes en que Jace o su hermana
se abalanzaban a una lucha y después recordó lo normatividad en el asunto, y se
tranquilizó hasta donde le fue posible. Jace lo estaba haciendo bien, muy bien,
Isabelle se movió alrededor de la batalla cuidando la espalda de Jace, Clary y
Simon permanecieron cerca de Alec, ellos parecían estarlo vigilando, Alec no
quería ser vigilado, quería proteger y ayudar como siempre lo había hecho. Se movió
velozmente como una sombra entre los parabatai
y consiguió un Angulo perfecto, levanto su arco y dejo volar una flecha que
cruzo entre Isabelle y Jace, y se enterró en el pecho del demonio. El demonio
se detuvo de su actual movimiento y miro fijamente hacia Alec mientras la
flecha se convertía en ceniza. El demonio levanto su mano en la dirección de
Alec, y Alec dejo caer su arco, su mano se aferró a su pecho, era claro que no
podía respirar.
-Sigues con vida solo
porque así lo quiero. –Dijo el demonio mientras Alec caía sobre sus rodillas.
–No intentes aprovecharte de ello.
Magnus estaba a lado
de Alec que luchaba desesperadamente por aire. -¡Mátenlo! –Grito el brujo y
ahora el demonio se enfrentó a cuatro furiosos Cazadores de Sombras.
Alec sujeto el brazo
de Magnus, El brujo entendió que le pedía ayuda. Magnus coloco su mano en su
pecho y la magia comenzó a envolverlo y aliviarlo, poco a poco sintió como el
aire regresaba a sus pulmones. Respiro profundo finalmente. -¿Por qué no lo
hace? –Dijo Alec. -¿Por qué no me mata?
-Eso no importa.
-Sé que realmente no
crees eso.
Magnus ayudo a Alec a
ponerse en pie. –Tal vez, pero entonces sabes cuál es mi prioridad ahora.
-Me has mantenido
vivo las últimas semanas. –Dijo Alec mirando hacia la lucha que mantenían sus
amigos y hermanos. -¿Por qué fallarías ahora?
-No fui yo Alec, Tu
mismo, tu fuerza, tu…
-Créeme Magnus.
–Dijo. -Fuiste tú. -Alec beso la mejilla del brujo rápidamente, un beso dulce y
tortuoso a la vez, para después lanzarse hacia la batalla sin que Magnus
pudiera hacer nada para evitarlo.
Jace miro a Alec, y
sabia como solo los parabatai podían
hacerlo cuales serían sus movimientos, Alec se deslizo sobre sus rodillas y
paso entre Jace y su hermana para quedar a centímetros del ya atareado demonio,
la flecha se incrusto con tanta fuerza de nuevo en su pecho que el demonio giro
con la potencia del choque, cayendo a unos metros de distancia.
Isabelle no espero y
arremetió contra el demonio en el suelo, su látigo se levantó en el aire con
toda la intención de caer sobre el demonio y partirlo en dos, en ese momento
cuando todos pensaron que lo habían logrado, que esto se terminaría con un
demonio partido en dos, el látigo de Isabelle fue violentamente repelido por
una fuerza azul que se interpuso entre el demonio y el mortal ataque, la
energía era tan familiar que inevitablemente los chicos miraron hacia Magnus.
-Imposible. –Dijo el
brujo y poco después el responsable salió de entre la oscuridad.
El látigo de Isabelle
regreso a su muñeca e Isabelle retrocedió en guardia con los ojos muy abiertos.
Y Alec miro al mismo
chico que estaba al lado de Gwen en esa fotografía en el escritorio de
Alexander Carter. El cabello castaño en su cabeza mirando en todas direcciones,
la sonrisa se había ido, una expresión dura e ilegible la había suplantado, los
ojos eran los mismos, su marca de demonio, pero no brillaban y habían aros
oscuros de bajo.
-Por el Ángel. –Dijo
Simon expresando lo que había en la mente de los seis chicos, tal vez no de
manera literal tratándose de Magnus pero la idea era la misma.
El silencio por el
desconcierto se sintió como una eternidad.
-¿Son ellos?
–Pregunto Alex dirigiéndose hacia sus espaldas en donde una extraña figura
comenzaba a acercarse.
El hombre tenía un
traje, usaba un bastón y Alec lo reconoció enseguida. -¿Abuelo? –Murmuro y
Magnus entrecerró sus ojos en su dirección al escucharlo hablar como si fuera
Alex Carter.
-Lo son. –Dijo el
anciano Carter respondiendo a la pregunta que Alex le había hecho. –Ellos son
Cazadores de Sombras, los responsables de que el mundo que conocías terminara.
-¡¿Qué?! –Dijeron en
unísono los Cazadores.
-No me importa el
mundo. –Dijo Alex, -Solo una persona y si ustedes son los responsables de su
muerte, entonces ustedes deben morir también.
Solo
una persona. Alec supo de inmediato a quien se
refería. Gwen. –No está muerta. –Dijo
Alec. –Te están engañando Alex, tienes que venir con nosotros.
Alex miro a Alec como
si este fuera el más desagradable criminal. –Con ustedes a ningún lado, los
matare aquí y ahora.
El Anciano Carter
miro hacia Alec. –No se supone que debas estar aquí.
-Tu tampoco.
Belcebú se incorporó
de nuevo. Las miradas entre los Cazadores y Magnus armaron el plan en un
segundo. Jace, Clary, Simon e Isabelle seguirían con el intento por matar a
Belcebú, Alec se adentró a una batalla contra Alex y Magnus confronto al
anciano Carter el cual consiente de sus limitaciones intento alejarse de las
batallas.
-¿Qué estás haciendo?
–Pregunto Magnus al anciano. -¿Por qué le haces esto a tu familia?
-Mi familia será
inmensa cuando logre mi cometido.
-¿Y cuál es ese?
-Poder, poder
inimaginable, poder sobre los mundanos, subterráneos y Cazadores de Sombras.
Magnus había visto
muchas veces esto, un mundano con la visión y el conocimiento del mundo de las
sombras, con poder y ego suficientemente alto como para pensar que podía
gobernar el mundo. Magnus cerró los ojos por un momento con cansancio. -¿Y cómo
se supone que lograras eso?
La boca del anciano
se torció en una sonrisa escalofriante y fría. –Eres un brujo, debes conocer el
ritual.
-¿Qué ritual?
-Gemina Anima –Dijo el anciano sintiéndose orgullosos.
-Ese no es un ritual,
es una ofrenda, un sacrificio inhumano, cobarde y egoísta.
-Sabía que lo
conocerías. –Sonrió con descaro Carter.
-¿Pretendes
sacrificar las almas de tus propios nietos?
-No de ambos. –Dijo
el anciano, -Necesito a Alex para que alimente el mundo de nuestro señor
Asmodeus.
Magnus intento con
desesperación hacer encajar las palabras de alguna manera que tuvieran sentido.
El anciano dejo salir una carcajada burlándose del claro intento de Magnus por
hacer eso.
-Eres antiguo brujo
pero no lo suficientemente sabio.
Magnus se cansó de la
arrogancia del viejo y con su magia arrebato el bastón de su mano haciendo que
el rostro del viejo cambiara, claramente lo necesitaba para seguir en pie.
-¿Se supone que esto
debe asustarme? Te conocemos Magnus Bane, poderoso pero limitado por tu propia
bondad, por tu incomprensible amor hacia los mundanos, hacia tu especie, hacia
los Cazadores de Sombras, es quizás por tu falta de malicia que no logras ver
claramente mi plan.
-¿Por qué no intentas
iluminarme?
-Tan claro como
tenerlo frente a ti. –El anciano movió su mano apuntando hacia la batalla que
había entre Alec y Alex. Magnus los miro claramente, Alec estaba en modo de
defensa, intentando convencer al joven brujo. Aun así, Magnus siguió sin
comprender las intenciones del anciano.
-Se necesitan dos
almas como las de estos primos. –Explico el anciano, -Unidas en vida y muerte,
pero uno de ellos era tan valioso en otro propósito que tuve que crear una
tercera parte. ¿Te has dado cuenta ya brujo? Tu Ángel recobro sus pensamientos
mas no olvido los de Alex. Los recuerdos de mi nieto siguen en su mente, sus
emociones, su afecto… su amor hacia su prima.
Y Magnus sintió un
golpe en su pecho, ahí estaba, la razón de todo ello. Era Alec, era Alec el
alma gemela y unida de Gwen y era él quien sería sacrificado junto con ella.
Mientras que Alex sería utilizado como combustible para Edom.
-No te dejare. –Dijo
Magnus mortalmente. –No los tocaras.
El anciano sonrió
victorioso, -Tengo a dos de ellos ya en mis manos, solo resta…
Alec está ahí, está
luchando, -Dijo Magnus. –No lo tienes, y no lo…
-Pero si me refería a
él. –Dijo y Magnus se helo. –Solo falta él.
-Gwen. –Dijo el brujo
con terror.
*
* * * *
-Tal vez deberíamos
subir. –Dijo Gwen levantándose del escalón frente al elevador.
-Magnus dijo que
estaríamos a salvo aquí. Si vamos y estropeamos todo, bueno…
-¿Cómo podríamos
estropear cualquier cosa? Por si no lo has notado somos tan importantes como
una zanahoria en este momento.
-Gwen. –Dijo Nico
notando su estado de ánimo.
-Es solo que…
Gwen no termino su
frase, el elevador para su sorpresa estaba en funcionamiento, los tres chicos
miraron hacia la pantalla digital sobre él y a los números en descenso, alguien
bajaba. Cuando el marcador índico su piso Gwen respiro profundo esperando ver a
Alex saliendo de ahí, nunca se imaginó que una horda de sujetos en traje de
oficina se abalanzarían contra ellos para al parecer raptarlos. Nico intento de
inmediato mantenerlos a raya, y lo hacía bastante bien, una docena de mundanos
no podían contra un vampiro. Johanna y Gwen permanecieron detrás de Nico atentas
a cualquier ataque de los extraños.
-Soy Gwen Carter.
–Grito la chica. –Mi abuelo es…
-Sabemos quién eres.
–Dijo uno de ellos. -Es tu abuelo quien te quiere.
Gwen no tuvo tiempo
de pensar en lo que el extraño dijo, las puertas del ascensor se abrieron de
nuevo y otra docena de hombres se acercaron a ellos amenazantemente.
Nico se preocupó, no
podía poner las manos en todos, por lo menos no al mismo tiempo. Nico miro
hacia Gwen y después hacia el elevador. Gwen entendió el plan y miro a Johanna
con la esperanza de que lo haya entendido también. La chica asintió, todo
estaba listo, Nico los distraía mientras que ellas tomaban el elevador como
trinchera. Nico brinco sobre uno de ellos quitando la atención de ambas chicas.
Al momento de llegar al elevador y presionar el botón para que se abriera,
Johanna y Gwen no tuvieron más opción que quedarse paradas con manos en alto.
Otra docena de hombres desbordaron del ascensor. Ambas chicas fueron sujetadas.
-¡Gwen! –Grito Nico
en el mismo instante en que algo le impidió moverse, eran cadenas, cadenas que
sujetaron sus brazos, Nico intento liberarse pero al parecer no eran cadenas
ordinarias, no podía romperlas. Nico observo impotente como un sujeto golpeaba
a Johanna haciéndole perder el conocimiento. Ambos gritaron su nombre pero no
sirvió de mucho. Después otro de ellos dirigió su atención en Gwen.
-¿Vienes con nosotros
o hacemos pequeños pedazos de vampiro?
Gwen dejo de luchar y
su captor la empujo hacia el ascensor. –Tu abuelo se alegrara de verte. –Le dijo
y Gwen solo pensó que estaba demente. Nico siguió con su lucha inútil mirando
como las puertas del ascensor se cerraban con Gwen dentro.
En ese momento un
zumbido cortó el aire y un artefacto extraño, peligroso y de cierta forma
mortalmente hermoso se quedó atorado entre ambas puertas del ascenso evitando
que se cerraran y que iniciara su marcha a cualquier otro piso.
Gwen dio un paso
atrás al ver el artefacto con miedo pero después de verlo con más detenimiento
pudo notar las runas trazadas en el material, esta era un arma de Cazadores de
Sombras.
Cuando Nico miro
hacia la entrada de donde había venido el chakram,
miro al joven Cazador de Sombras, miro a Jem acompañado del Señor
Lightwood, el cual guardo su espada y tomo una daga de su cinturón, una daga
sin desenfundar, al parecer no tenía intención de herir a nadie, por lo menos
no de muerte. Ambos Cazadores lucharon incansables contra los sujetos, Jem se dirigió
a Nico y con uno de los chakran que
aun colgaban de su cinturón destrozo las cadenas que mantenían preso al
vampiro. –Revisa a tu amiga. –Le dijo a Nico y este obedeció, Johanna estaba
lastimada, un gran golpe estaba en su rostro por debajo de su pómulo, pero su
respiración parecía firme y constante. Nico miro como Jem se movió hacia el ascensor,
golpeo al custodio de Gwen y le ofreció su mano a la chica para que saliera de
ahí.
-Manténganse juntos.
–Dijo Jem a los chicos cuando los reunió junto a su amiga inconsciente.
Y Gwen no pudo evitar
pensar en Alec, en esas justas palabras que había pronunciado antes de
marcharse, marcharse al lugar de donde habían llegado todos estos hombres
peligrosos y…
-Estará bien. –Dijo
Nico leyendo los pensamientos de Gwen. –Esta con sus amigos, nunca dejaran que
lo lastimen.
Gwen asintió en
silencio, quito cabello del rostro de Johanna mientras observaba la batalla de
Jem y Robert Lightwood.
*
* * * *
Alec nunca se había
enfrentado a un brujo, los brujos difícilmente se metían en problemas, siempre
astutos, sabios, si lo hacían, los Cazadores de Sombras no se enteraban de
ello.
Alec recordó la
ocasión en que intento enseñar combate cuerpo a cuerpo a Magnus, lecciones que
Magnus difícilmente había tomado en serio, y las cual habían terminado con
ambos besándose en el suelo del salón de armas del instituto, después de ese
grato pero inesperado final fue el turno de Magnus, intento devolverle el favor
enseñándole la manera de defenderse de un brujo.
-Sus
manos. –Dijo Magnus arrojando un rayo de luz hacia Alec, el cual esquivo muy
apenas. –Siempre mira las manos de un brujo. Te dirán hacia donde dirigirá su
ataque.
Las manos de Alex
ahora tenían toda la atención de Alec. Alex estaba comenzando a perder la
paciencia con el escurridizo chico.
-¿Es así como
combaten los legendarios Cazadores de Demonios? –Dijo Alex molesto. –Pareces un
chiste.
Alec sabía que Alex
difícilmente tenia practica con su magia, por lo menos no a combatir con ella y
miro claramente un agujero en su defensa, Alec esquivo una más de sus saetas
azules y se escurrió hasta tomar a Alex por la espalda, Alec aplico una llave
sin mucha fuerza para apresar sus manos. Alex maldijo y comenzó a intentar
zafarse sin mucho éxito.
-Debes calmarte.
–Dijo Alec. –Debes dejar explicarte, necesito decirte la verdad.
-Púdrete Cazador de
Sombras, no me interesa oír nada de lo que tengas que decirme.
-¿Ni si quiera por
ella? ¿Ni siquiera por Gwen?
Algo dentro de Alex
se encendió, dolor, furia, perdida. -¡No te atrevas a decir su nombre! –Grito y
Alec se quejó de la magia que recorrió el cuerpo de Alex haciéndole daño.
-Ella no está muerta.
–Replico Alec. –No tengo idea de lo que tu abuelo te dijo, pero te mintió.
Alex se concentró y
más energía rodeo su cuerpo haciendo que Alec tuviera que considerar la idea de
soltarlo. Y la imagen de Gwen volvió a su mente, su rostro al saber a su primo
muerto, sus lágrimas, su grito desgarrador y Alec se revitalizo haciendo más
firme su agarre.
-Gwen está en casa,
ella…
-¿Qué? ¿Esta esperándome?
–Dijo y Alec reconoció el dolor en su pronunciación. Alex tomo el momento de
debilidad de Alec, uso su magia para levantarlo del suelo y pasarlo por sobre
su propia espalda, Alec se liberó en el aire y callo sobre las puntas de sus
pies usando sus manos de soporte. Alex pareció decepcionado, no esperaba que el
Cazador fuera tan hábil.
Alec se incorporó, no
intento sujetarlo de nuevo. –Ella no te espera, por lo menos no a ti, ella
también piensa que estás muerto.
-Que conveniente.
–Dijo el brujo y sobre las palmas en sus manos dos poderosas fogatas de energía
se formaron.
Alec se preparó.
–Debe haber algo que te haga creerme. –Dijo Alec. –Debe haber algo que te haga
ver la verdad.
-Solo quiero matarte.
–Dijo casi con cansancio. Alec pensó que tal vez era él mismo quien quería
morir.
Alec levanto sus
manos por enfrente de él. –Te sientes así porque piensas que la perdiste, pero
no es así, Alex puedes volver con ella, por favor. –Dijo Alec en una sincera
petición. –Vuelve con ella.
Alec noto un momento
de vulnerabilidad, una sombra en su rostro que le decía que realmente quería
creerle. –Siempre pensé, -Dijo Alec. -Porque ella me lo decía, que me
necesitaba para estar bien, pero ahora me doy cuenta de que yo… de que TU, la
necesitas mucho más.
-¿Por qué hablas como
si la conocieras?
-Lo hago, Ese
demonio. –Dijo Alec y señalo a Belcebú, mirándose en problemas por los
Cazadores de Sombras. –Puso todos tus recuerdos en mi mente, alejando los míos,
este último año viví mi vida siendo tú, con…
Alec salto hacia un
lado, Alex había lanzado un ataque inesperado en su dirección. Fallo, pero Alex
reinicio el fuego en sus palmas. –¿Que tan estúpido me crees como para pensar
en que podría siquiera creer en esa absurda historia?
-¿Absurdo? –Dijo Alec
poniéndose en pie. -¿Esto te parece absurdo? –Alec abrió sus manos para que
Alex mirara a su alrededor, al lugar en donde estaban, una dimensión diferente
a la suya.
Alec no pudo más que
sentir compasión por Alex, por un chico que creía haber perdido todo cuanto
amaba y sin tener nada a que aferrarse a su propia vida. –Absurdo es pensar que
no quieres volver con Gwen, Nico y Johanna.
Johanna
El fuego azul en las
manos de Alex se extinguió. -¿Cómo?... ¿Cómo sabes de ellos?
-Sé muchas cosas
Alex, demasiadas. –Alec señalo a su propia cabeza. –Las largas noches
interminables de Mario Kart. El baile
de victoria de Nico después de que según él, me venció en Call Of Duty, Call of
Duty, por favor, nadie me… nadie te vence en Call Of Duty. Pero es tu mejor
amigo, solo se lo permites a él.
Alex rio, una risa
débil pero sincera, casi un suspiro.
-Y Johanna. –Continuo
Alec, si seguía con estos recuerdos los usaría a su favor. –Como siempre
terminaba golpeando el teclado al jugar Diablo. Siempre le dijiste que lo
odiabas pero en realidad te parecía…
-Sexi. –Dijo Alex
derrotado.
-Y su cabello, como
te recuerda a Luisa Lane –Esto último lo dijeron ambos chicos a coro.
-Estas son cosas que
solo tú puedes saber. ¿Cómo explicas que lo sepa?
Alex miro hacia su
abuelo, hablando con unos de los chicos que había acompañado a los Cazadores de
Sombras y después hacia la otra dirección en donde Belcebú se encontraba.
-No sé. –Dijo Alex
llevando ambas manos a su cabeza.
-Gwen te enseño a
tratar con esto. –Dijo Alec. –Pon las cosas en una balanza.
Era verdad Gwen lo
decía: Pon las cosas en una balanza y
veras todo con mas claridad.
-Vamos Alex. –Dijo
Alec. –No tienes ya nada que perder, más todo por ganar.
Alex miro hacia Alec
y por primera vez miro a un joven sincero y seguro que no intentaba más que
ayudarlo, no lo conocía, pero su rostro le decía que tan honesto era.
Alex tomo aire con
fuerza.
*
* * * *
Clary estaba
terminando de trazar runas sobre las flechas de Simon, como parabatai habían aprendido a combinar
sus más fuertes habilidades. Simon tenso las flechas en su arco y estas volaron
hacia Belcebú, pasando a lado de Jace e Isabelle que luchaban cuerpo a cuerpo
con el demonio. Varias de las flechas de Simon llegaron a su objetivo y
provocaron daño, el demonio maldijo y regreso el ataque con dolorosos
despliegues de energía.
Jace recordaba aquel día
en el que se enfrentaron por primera vez a Belcebú en donde no podían tocarlo,
como pelear con humo, esto era diferente, esta al parecer era su dimensión y a
pesar de que aquí era más poderoso también dejaba de ser indestructible y Jace
aprovecharía esa ventaja, Jace mataría a este demonio sin importar que.
Los chicos se
reagruparon –Podría solo tratarse de mi pesimismo. Dijo Simon. –Pero creo que
no estamos progresando.
-Pesimismo. –Dijo
Jace. –Esto apenas inicio. –Jace se abalanzo de nuevo contra el demonio el cual
puso toda su atención en el chico que salto frente a él con su espada en alto,
lo miro con tanta a tención que noto la sonrisa que se formó en sus labios y
Belcebú no tuvo tiempo de reaccionar, esto había sido una distracción para que
Isabelle atacara, antes de que Jace llegara al suelo el demonio se miró sujeto
de su brazo por el firme látigo de Isabelle, sin uno de sus brazos para moverse
Clary y Simon corrieron hacia el demonio para atravesarlo con sus dagas, el
demonio abrió mucho los ojos al notar el súbito cambio en la situación pero no
se dio por vencido el demonio dejo que ambos chicos se acercaran lo suficiente
para después arremeter contra ambos , levanto uno de sus brazos e hizo que
ambos volaran sin control para después caer violentamente al suelo.
El demonio se movió
hacia Jace el cual miraba hacia Clary en el suelo, para cuando recobro el
sentido de alerta fue tarde, Belcebú golpeo a Jace en el rostro haciéndole
balancearse sin control hacia atrás fue entonces que Isabelle salto hacia el
demonio y con su látigo logro hacer que este retrocediera, Isabelle no se
detuvo, tomo una daga de su cinturón de armas y la lanzo hacia el rostro de
Belcebú, este la esquivo y cuando tuvo a la chica suficientemente cerca estiro
su mano hacia ella, Isabelle se retorció a centímetros por encima del suelo
mientras el demonio la tomaba salvajemente del cuello, la Cazadora intentaba
desesperadamente liberarse propinando matadas al cuerpo de Belcebú, sin embargo
como si se tratase de la mejor broma, el demonio reía con victoria mirando a
Isabelle luchando por aire. En ese momento una gran cantidad de energía choco
contra el pecho de Belcebú, Isabelle cayó al suelo tosiendo y gimiendo, su mano
fue llevada a su cuello, antes de que el demonio se recuperara e intentara
arremeter en su contra de nuevo, una espada seráfica brillo imponente por
encima de él, Belcebú se apartó y observo como la espada chocaba salvajemente
contra el suelo haciendo desprender de ella destellos salvajes en todas
direcciones, Belcebú tenía los ojos muy abiertos al ver a Alec tras ese fallido
pero mortal ataque. Alec se olvidó de su ataque, el chico tomo a su hermana y
la aparto ayudándola por los hombros a que se alejara del demonio. Simon
respiro de nuevo y se acercó a ella. Clary que estaba apenas recuperándose miro
hacia Alex con sus manos extendidas hacia Belcebú, listo para atacar de nuevo.
-¿Alec? –Pregunto la
chica a su amigo.
-Esta de nuestro
lado. –Respondió Alec y miro hacia Alex. –Gracias. –Dijo sincero.
Alex miro al grupo,
Jace inspeccionando el rostro de Clary con delicadeza, Simon y Alec
inspeccionando cada movimiento de Isabelle mientras la chica refunfuñaba y le
fue imposible no pensar en Gwen, Nico y Johanna, en todas esas ocasiones en las
que se necesitaron y defendieron unos a otros. Alex aparto la mirada con dolor,
hasta donde sabia ese mundo había terminado y con él, todas aquellas personas
que alguna vez había amado.
-¿Qué estás haciendo?
–Pregunto Belcebú a Alex sacándolo de sus pensamientos. -¿Lucharas a favor de
quienes destruyeron tu mundo?
Los ojos de Alex se
intensificaron. -¿Eres un demonio? –Pregunto sin rodeos.
Belcebú rio
escalofriantemente. –Lo soy. –Dijo y noto la expresión de desprecio en Alex.
–Belcebú rio escandalosamente. –No te atrevas a menospreciarme, ¿No lo sabes
niño? Mi sangre corre en ti, eres parte de mí y yo de ti. Perteneces al
infierno, un ser sin alma.
-¿Qué? –Pregunto Alex
sinceramente confundido. -¿Qué significa eso?
-Significa
sencillamente que soy tu padre.
Alex no tomo sus
palabras al instante. –No. –Dijo –Tengo un padre, no puedes engañarme con eso.
Belcebú rio el doble
de fuerte. –Engañarte dices, has sido engañado toda tu vida, tu madre te
engaño, tu abuelo, yo y ahora te engañas a ti mismo. Esto es demasiado cómico
como para poder soportar.
Belcebú seguía riendo
cuando Alex miro hacia Alec en el suelo a lado de su hermana. Busco su rostro
implorando una respuesta, Alec se la otorgo y el mundo de Alex nuevamente se
vino abajo.
Alex grito dejando
escapar una nube de energía azul de todo su cuerpo mientras caía de rodillas
sobre el frio piso, ambas manos en su rostro y con las imágenes de su padre,
aquel que había creído su padre, antes solo podía pensar en que lo había perdido
junto al resto de los demás, pero ahora pensaba en que no podías perder a
alguien que nunca habías tenido, su adorado padre no lo era, no tenía nada de
él en si mismo para sentirlo cerca nunca más.
-Por favor -Dijo
Belcebú -Me aburres con tus lloriqueos.
-¡Déjalo Tranquilo! –Exigió
Clary. –Está sufriendo por tu culpa, eres…
-No puede. –Dijo el
demonio. –No puedes sufrir cuando no tienes un alma.
-Eso no es verdad.
–Dijo Alec tranquilamente dirigiéndose al chico a su lado no al demonio.
–Tienes un alma y que el demonio sea tu padre no tiene nada que ver contigo.
Eres Alexander Carter. Eres un subterráneo poderoso, no permitas que el origen
de tu nacimiento te haga odiarte a ti mismo, no tienes culpa en ello. Pero…
-Alec se acercó más al chico, de alguna manera al verlo ahí, desolado y roto le
hizo querer intentar componerlo. –Alex, tienes tanto por lo que luchar, tu
familia que te ama sin importar lo que eres. Te aman por ser quien eres, ellos
te esperan, debes luchar para volver con ellos.
-¿Lo juras? –Dijo
Alex sus ojos oscuros se fijaron en los azules de Alec que se sintió extrañado
tras su pregunta. -¿Juras que Gwen está viva? ¿Qué está bien?
-Por el Ángel. –Dijo
Alec. –Gwen está viva, cuando la deje estaba bien pero si él –Dijo y señalo al
demonio. –Sigue existiendo eso cambiara.
Alex se levantó con
fuerzas renovadas. –Habrá que hacer algo al respecto. –Dijo y Alec vio el chico
arrogante que él mismo había sido alguna vez.
Alec miro hacia su
grupo y todos asintieron en su dirección, ahora tenían oportunidades aumentadas
para derrotarlo. Belcebú también lo noto.
-Tu desagradable creatura.
–Dijo mostrando sus dientes a Alec. –Has acelerado tu final. –El demonio
pareció concentrarse por un segundo y Alec cayó al suelo como si todas sus
fuerzas hubieran sido succionadas en un segundo.
Jace se congelo y
toco su runa parabatai, por un segundo sintió dolor y el peor pensamiento cruzo
por su cabeza, su respiración se aceleró, al ver a su hermano inmóvil en el
suelo, se armó de valor y descubrió su runa para verla, seguía ahí. Alec seguía
con vida, pero podía sentir como le costaba trabajo mantenerse así.
-¡¿Qué le hiciste?! –Exigió
Isabelle llevando la cabeza de su hermano a su regazo.
-Nada que no hubiera
planeado desde un principio. –Dijo el demonio tranquilamente.
*
* * * *
-Gwen está a salvo.
–Dijo Magnus intentando verse seguro. –No podrás tenerla.
-En este momento un
centenar de mis hombres están trayendo a mi nieta a mí, a donde pertenece.
-A su muerte querrás
decir.
-Los sacrificios
deben hacerse todo el tiempo, ¿No deberías tu saber mejor que nadie eso?
-Los sacrificios solo
son valiosos si se hacen por un bien superior.
-Bien, mal, bondad,
desprecio. ¿Sabemos en realidad la diferencia?
-La sabrías. –Dijo
Magnus. –Si tuvieras la capacidad, tú la sabrías. Algunas personas solo la
ignoran para intentar convencerse de que sus actos no son tan terribles como en
realidad lo son. Engañarse a sí mismo es una de las más antiguas formas de la
estupidez.
-Te preguntare de
nuevo si me crees estúpido cuando este el mundo a mis pies.
Magnus soltó un
suspiro, como una sutil sonrisa. –Eres un mundano.
El rostro del anciano
se convulsiono con rabia. En ese momento ambos escucharon como Belcebú gritaba,
Al fijar su mirada al otro extremo del lugar ambos miraron como Alex había
lanzado una gran cantidad de energía en su contra, Belcebú estaba frente a los
Cazadores de Sombras y ahora también frente a Alex quien acababa de atacarlo.
-Un mundano al que se
le están acabando los aliados. –Dijo Magnus con satisfacción.
-Los mundanos siempre
hemos sido subestimados por los de su raza, por Cazadores de Sombras, parece
que olvidan, ¿No fue acaso un mundano quien casi destruye a los Nephilim una
vez? Tú debes conocerlo Magnus Bane, tú estabas ahí. Su nombre, si no me
equivoco era Mortmain ¿No es así?
Mortmain.
Y con ese nombre llegaron a él recuerdos en su mayoría terroríficos, aquella
época dolorosa, recordó a Will, Jem y Tessa, Tessa.
-De Mortmain recuerdo
muy poco. –Mintió Magnus. –Pero hay algo de Mortmain que recuerdo muy, pero muy
bien. –El rostro de Magnus cambio a una sonrisa hiriente. –Recuerdo su final,
recuerdo como fue tomado por el ángel y aplastado hasta que su cuerpo fue
convertido en una gelatina de sangre escarlata y huesos blancos. –Magnus seguía
sonriendo mientras el anciano lo miraba con rabia y ojos desorbitados. –Algunas
cosas en verdad valen mantenerlas en la memoria.
-¡¿Qué
le hiciste?!
Magnus guio su mirada
hacia el grito de Isabelle, la situación al otro lado de la habitación había
tomado otro rumbo, para Magnus el peor de ellos, su corazón se aceleró al ver a
Alec en el suelo, Isabelle desesperada llamándolo para hacerlo reaccionar pero
Alec no lo hacía, Alec no se movía.
-¿Quién ríe ahora
brujo? –Dijo el anciano cuando Magnus corrió hacia Alec.
*
* * * *
Alec se quejó en los
brazos de su hermana. –No resistirá mucho. –Dijo Isabelle hacia Jace que estaba
parado a su lado con una expresión de hierro en su rostro. –Las runas no le
están ayudando.
-Sé cómo solucionar
esto. –Dijo Jace y camino hacia Belcebú. Clary y Simon no dudaron en seguirlo,
los Cazadores de Sombras se miraban decididos y furiosos.
Alex se acercó a
Isabelle. -¿Esta? –Dijo temeroso y por primera vez Izzy noto lo joven que era.
-No. –Dijo Isabelle,
ella distraídamente acaricio un mechón de su cabello, después aparto la mano
rápidamente, no haría eso, no se despediría de su hermano. –Estará bien. –Dijo
y Alex presintió que se lo dijo a sí misma.
En ese momento una
figura ágil apareció entre ellos. Isabelle miro hacia Magnus. –Su corazón. –Le
dijo. –Apenas puedo sentirlo.
Magnus tomo a Alec
uno de sus largos brazos le sujeto del cuello y parte de la espalda, con sus
dedos toco levemente su mejilla. Alex miro muy atento como pequeños rayos de
energía azul viajaban de sus dedos al rostro del chico inconsciente.
-Vamos. –Dijo Magnus.
–Vamos Alec.
Alex aparto la mirada
de las tres personas en el suelo para dirigirla hacia el anciano que había
comenzado a caminar con la rapidez que sus años le permitían hacia la salida,
escapando cobardemente. Y Alex recordó como su abuelo le había dicho que nada
había del otro lado de la puerta, que los Cazadores de Sombras habían llevado
su guerra a tal nivel que habían acabado con la humanidad. Alex se sintió
estúpido por haberle creído, por no haber insistido en ver ese supuesto mundo
destruido. Ahora no había duda, su abuelo mentía y el chico en el suelo, el que
luchaba por mantenerse con vida, tenía razón.
Magnus siguió con el
mismo procedimiento uno, tal vez dos interminables minutos más, Alec no
reaccionaba.
-Puedo ayudar. –Dijo
Alex acercándose. –Puedo hacerlo también.
-No. –Dijo Magnus.
–Guarda tu energía, la necesitaras.
-¿Para qué?
–Cuestiono el chico, pero no hubo respuesta, Alec finalmente abrió los ojos y
Alex miro como Isabelle cerraba los suyos por un segundo, seguramente
agradeciendo.
Magnus tomo aire
finalmente, su mirada no podía apartarse del rostro de Alec, no dijo nada, solo
contemplo la sonrisa que Alec le dedico, débil y frágil, como todo en él en
este momento.
-No. –Dijo Magnus
convincente. –No lo hagas, no se te ocurra despedirte.
Alec quiso decirle
que no lo hacía, que nunca lo haría, que no se daría por vencido, pero en
ocasiones Magnus parecía conocerlo más que si mismo y no quería mentirle. Así
que no dijo nada. Alec se incorporó lentamente mirando hacia la batalla de Jace
y los demás.
-Es muy poderoso.
–Dijo Alec débilmente.
-Encontraremos la
manera. –Dijo Magnus y miro a Alex.
-No. –Dijo Alec –No
puede, es muy joven, no controla sus poderes.
-Tendrá que hacerlo.
–Dijo Magnus e inicio la explicación sobre el ritual que su abuelo quería
hacer.
-En este momento el
anciano Carter podría estar en busca de la chica.
-Gwen. –Dijeron a
coro ambos Alexanders.
Alec se miraba
sinceramente angustiado. –No puedes permitir que pase. –Le dijo al joven brujo.
-¿Qué hago? –dijo
decidido. –Díganme que hacer.
-Esta dimensión es el
hogar de Belcebú, lo hace fuerte pero a ti también, tu sangre puede hacer que
la energía de este lugar este a tu disposición.
Alex lo miro como si
Magnus hubiera hablado en otro idioma. –Necesito que seas mucho más práctico.
–Aconsejo Alex con un toque de histeria. -¿En dónde consigo la espada sagrada
para derrotar al chico malo? Por lo general es así de fácil.
-Este no es un
videojuego. –Magnus intentada no ser brusco con el joven brujo pero en sus
brazos estaba la razón por lo que lo hacía. –Y lo que buscas esta en tu sangre,
de ti depende salvar a Gwen.
-Por favor. –Dijo
Alec sentándose un poco apoyado en Magnus. –No dejes que la lastime.
Los
recuerdos de mi nieto siguen en su mente, sus emociones, su afecto… su amor
hacia su prima.
Recordó Magnus. Alec
simplemente no podía evitar sentirse preocupado por Gwen, aun había amor en él
para la chica extraña.
Era muy poco lo que
Alex sabia de este chico, pero la manera en la que hablaba de Gwen le provocaba
confianza, era una forma muy familiar de escuchar hablar de Gwen, asi hablaban
Nico, y Johanna de ella. Así hablaba él mismo de su prima.
Los chicos dirigieron
sus miradas a la batalla después de escuchar el grito de dolor de Simon.
Isabelle estaba de pie frente al chico, interponiéndose entre él y el demonio.
Magnus sujeto fuerte a Alec, ahora era una ventaja que se encontrara débil, de
cualquier otra forma no hubiera habido poder que le impidiera ir a la ayuda de
su hermana.
-Todo está perdido,
niños del Ángel ¿Por qué no se rinden? ¿Acaso no lo ven? Con el hecho de que
esos dos estén aquí, -Dijo el demonio señalando a Alec y Alex –Están bajo mi
poder. Solo hace falta la tercera parte para completar el ritual, y el mundo
que conocen… Bueno, seguramente cambiara.
Alex miro a Magnus
-¿Tercera parte? ¿Gwen?
-Seguramente el
anciano esta ahora intentando llegar a ella. –Dijo Magnus y se miraba
frustrado. –Tendremos que confiar en que Nico pueda protegerlas.
El demonio rio
escandalosamente. –El vampiro no podrá con el ejercito del anciano, todo está
escrito, dos almas unidas entregadas a nuestro señor de las tinieblas. Y su
mundo…
-¡No! –Exclamo Alex.
–La perdí una vez, no la perderé de nuevo. –Alex no se había dado cuenta que
había energía a su alrededor, todo su cuerpo parecía arder en energía azul, tal
y como lo hacía su necesidad por proteger a su prima.
Alex inicio su
trayecto hacia el demonio, Belcebú lo observo acercándose y Magnus miro un
destello de asombro, terror tal vez.
Jace que había sido
el que permaneció un poco más entero después de la salvaje batalla, se apartó
del camino del joven brujo y al sentirlo cuando Alex pasó junto a él sintió un
calor sofocante. Alex ardía en poder.
-No puedes… -Comenzó
Belcebú pero Alex lo hizo callar con una onda de magia azul que hizo salir de
la palma de su mano. La energía choco contra el demonio y este se tambaleo sin
poder evitarlo.
-Puedo y lo hare.
–Dijo el brujo, lo que había dicho Magnus era verdad, sentía su sangre arder y
su poder surgiendo como nunca lo había sentido. –Esto se acabó para ti –Alex
levanto una mano al cielo, y Magnus supo lo que estaba haciendo, estaba
invocando todo el poder de la dimensión, estaba usando su sangre para llamarla
y la dimensión entera lo obedecía, tal y como lo hacía con Belcebú pero Belcebú
no tenía las motivaciones que tenía Alex, Belcebú no podía ser más fuerte que
el chico que luchaba por quien amaba.
-Insolente eres niño.
–Dijo el demonio. -¿Acaso no recuerdas? Soy tu…
-No jugaras esa carta
conmigo. –Dijo Alex con una sonrisa triunfante. –No me importa. –Alex bajo su
mano y toda la energía que había reunido fue directo hacia Belcebú, y el
demonio grito, un grito desgarrador que hizo vibrar el ambiente.
-Lo lograra. –Dijo
Alec en los brazos de Magnus. –Puedo sentir como el demonio pierde poder.
Esto no hizo sentir
mejor a Magnus, si Alec podía sentirlo, solo significaba que su alma estaba ya
ligada al demonio, y que Alex debía destruirlo de una vez.
Un remolino se formó
alrededor del demonio, era bastante claro como dos fuerzas luchaban entre sí,
los chicos apenas podían distinguir ambos cuerpos en medio de la batalla de
poder.
Jace se acercó a su
hermano aun en el suelo junto a Magnus. Pareció cerciorar su condición y
después se dirigió al brujo -¿Hay algo que podamos hacer? –Pregunto. –No
podemos dejarlo solo contra el demonio.
-Ya lo hicieron.
–Dijo Magnus. –Lo debilitaron, esperemos y haya sido lo suficiente.
-¡Miren! –Dijo Simon,
la energía estaba disminuyendo, esperaron en silencio expectantes y poco a poco
ambas figuras fueron apareciendo entre la nubosidad.
El escenario era
impactante y alentador, Alex estaba en pie respirando agitadamente, agotado
hasta el límite, mientras que Belcebú se encontraba en el suelo, su rostro
reflejándose en la oscuridad del piso. El demonio no se movía, poco a poco los
chicos comenzaron a acercarse, incluso Alec que había recuperado parte de su
energía gracias a una Runa trazada en su brazo por Clary.
Alex giro hacia el
grupo detrás de él. –Lo logramos –Dijo y el chico se permitió sonreír.
Pero Belcebú abrió
los ojos súbitamente, su mirada dirigida a una sola persona. Magnus miro la
escalofriante sonrisa que se formó en el rostro del demonio. Isabelle reacciono
y se lanzó hacia el chico frente a ellos, ella había quitado del camino a Alex
antes de que el poder de Belcebú lo alcanzara. Ambos chicos cayeron
violentamente fuera de su alcance.
El resto de Cazadores
de Sombras logro hacer lo mismo, pero para ellos no había peligro
significativo, claramente el demonio había enfocado su poder destructivo en una
sola persona. Alec levanto sus manos, preparándose para el impacto pero no
contaba con Magnus quien había envuelto una red de energía a su alrededor, la
magia envolvía tanto a Alec como a Magnus, una cúpula azul de poder.
-¿Magnus? –Dijo Alec
al brujo.
Magnus quien tenía
sus manos levantadas frente a él. Giro hacia el chico. -¿En verdad creíste que
dejaría que te lastimara de nuevo?
Alec trago con
fuerza. –Debes saber que eres completamente impredecible.
Eso arranco una
sonrisa del brujo. –No siempre para ti ¿Cierto?
-Magnus –Dijo Alec
acercándose al brujo. –Es suficiente, quita la magia, tu energía…
-No. –Lo interrumpió
el brujo. –Puedo con esto, puedo protegerte y matarlo.
-Eso te destruirá.
Por favor. Encontraremos la manera.
-La encontré, esta es
la manera.
-¿Sacrificándote? No
es tu estilo Magnus Bane.
Magnus rio de nuevo
ignorando a Alec. Toda su energía se estaba concentrando en sus manos frente a
él, mientras seguían rodeados de más magia.
Alec se acercó a
Magnus lo suficiente para hacer que el brujo se estremeciera. -¿Recuerdas lo
que dijiste en nuestra primera cita?
-Era diferente
Alexander, trabajar en equipo era la mejor opción entonces.
-Lo era. Y ahora lo
es también, pero no es a eso a lo que me refería. –Alec vio la duda en Magnus.
–Me alentaste… Dijiste que lo haría bien sin mis hermanos. En esa ocasión creíste
en mí y gracias a ti creí en mí mismo. Ahora te pido que hagas lo mismo. Confía
en mí. No soy tan débil.
-Eres el más fuerte
que conozco.
Alec se acercó tanto
al brujo que Magnus logro sentir su anhelado aliento en su rostro, a la altura
de su mandíbula.
Alec bajo sus labios
al cuello de Magnus y lo beso intensa y lentamente. Después subió su rostro
solo un poco. –No dejes que nos separen. –Susurro en su oído.
Y Magnus cerró los
ojos dolorosamente.
*
* * * *
Las cosas no habían salido
exactamente como hubiera querido. Pero el anciano Carter aun pensaba en que no
todo estaba perdido, si lograba convencer a Gwen quizás… Las puertas del
elevador se abrieron y se impactó al ver a Cazadores de Sombras salir de ahí,
de inmediato lo sujetaron, el anciano protesto pero uno de los recién llegados
se colocó frente a él. El hombre alto lo miro inquisitivamente con ojos azules
oscurecidos, Carter nunca había tratado con Cazadores de Sombras, había
permanecido alejado de ellos para bien de sus propios negocios, se preguntó si
acaso esa había sido la diferencia entre lograr su cometido o haber fracasado.
-Alexander Carter.
–Dijo Robert Lightwood con voz mortal, el anciano podía ver detrás de él a los
demás Cazadores inspeccionando la habitación. –Estas bajo custodia de La Clave
hasta que el consejo decida tu castigo.
El anciano apretó su mandíbula,
todo había terminado, todo por cuanto había esperado a lo largo de gran parte
de su vida y ahora solo tenía que ver como los Cazadores de Sombras frustraban
todos sus planes. Toda una vida desperdiciada. Toda su vida desperdiciada.
-¿Dónde está mi hijo?
–Pregunto Robert sacando a Carter de sus propios pensamientos. -¿Dónde están?
-Ellos están por ahí,
pero no importa lo que hagan, no podrán contra el demonio. Y en cuanto a su
hijo, la última vez que lo mire luchaba de una manera poca alentadora por su
propia vida. –El anciano sonrió.
Robert no hizo caso a
sus provocaciones, solicito que se lo llevaran, sabía que de ahora en adelante
al anciano solo le quedaba pagar por sus crímenes.
Jem se acercó a
Robert y ambos miraron como se llevaban al anciano. –Están confirmando el
edificio. –Dijo Jem. -¿Qué haremos ahora inquisidor?
Robert dirigió su
mirada hacia la gran puerta abovedada. –Iremos por ellos. –Dijo con decisión
poco antes de que la gran puerta se abriera, al parecer alguien estaba a punto
de atravesar desde el otro lado.
*
* * * *
Los Cazadores de
Sombras, el joven brujo y Belcebú observaban hacia el poderoso campo de energía
que Magnus había formado alrededor de Alec y sí mismo, ambos chicos dentro se
miraban en forma borrosa y oscura. Nadie fuera sabía lo que ocurría dentro.
-Parece que el brujo está
jugando su última carta. –Dijo Belcebú tranquilo desde el otro lado de la
habitación –El tonto sacrificara su vida para salvar la de su amante, que
absurdo…
Hubo un ruido
ensordecedor y después silencio, algo ocurría desde dentro de la cúpula azul,
esta brillo y antes de que Belcebú pudiera terminar su frase una flecha salió
desde dentro para dirigirse hacia el pecho del demonio, no era una flecha
ordinaria, esta estaba envuelta en magia azul, antes de que llegara a su
objetivo la energía cayó como una cortina dejando ver a Alec y Magnus, Alec con
su arco levantado había dejado volar la flecha que había encontrado su camino
velozmente hacia el cuerpo de Belcebú, Era como si la energía de la burbuja se
hubiera movido integrándose a la flecha que Alec había lanzado. El demonio
grito y miro hacia su propio cuerpo, la flecha se había incrustado casi por
completo y la energía que traía se estaba envolviendo ahora en su cuerpo, era
doloroso. Belcebú tenía los ojos muy abiertos cuando levanto la mirada y distinguió
a Alec mirándose invencible con Magnus a su lado, la mano del brujo estaba en
el hombro del Cazador de Sombras, así había sido como había llenado de Magia la
flecha que había lanzado y que ahora estaba quemando el pecho del demonio.
-Imposible. –Dijo el
demonio mientras caía sobre sus rodillas. –Nunca nadie había hecho algo así.
-Has aprendido y
visto algo nuevo demonio. –Dijo Magnus. –Un excelente regalo antes de que
desaparezcas.
-¿Quién dice que eso
pasara? –Dijo Belcebú y se incorporó de nueva cuenta con mucha dificultad.
Jace fue el primero
en avanzar.
-DETENTE –Advirtió
Magnus.
Jace no entendió lo
alterado del brujo, sin embargo obedeció. –Está débil, -Dijo. –Hicieron todo el
trabajo, solo tenemos que darle el último golpe.
-No. –Dijo Magnus, su
respiración se había acelerado. –No lo digo por él.
Alec no había mirado
esa expresión en el rostro de Magnus, no desde…
-¡Jace retrocede!
–Exclamo Alec cuando se dio cuenta del porqué de la actitud de Magnus.
-Un excelente consejo
a tu parabatai Hijo del Ángel. –La
voz que surgió desde atrás de Belcebú helo la sangre de los seis chicos, había
sido tiempo desde que la habían escuchado, pero era una voz que nunca ninguno
de ellos olvidaría.
Alec se colocó frente
a Magnus instintivamente, necesitaba protegerlo de él, de Asmodeus.
Ahí estaba de nuevo
el hombre alto y pálido, vestido de blanco, con sus dientes pequeños y afilados
y con sus ojos de gato, no iguales a los de Magnus, los de Magnus siempre
reflejaban humanidad, bondad, alegría, todo cuanto había en él, los ojos de
Asmodeus no reflejaban nada, vacío interminable y aterrador.
-Mi amo, -Exclamo
Belcebú con agonia -Mi señor. Esta aquí, los matara, tomara sus jóvenes vidas y
entonces…
Belcebú no termino su
frase, el demonio se convirtió en cenizas en un segundo dejando detrás de él su
propio rastro en fino y oscuro polvo y el eco de un grito desesperado.
Los Cazadores de
Sombras se alertaron, Alex estaba en estado de Shock tras ver como con un leve
movimiento casi imperceptible del demonio recién llegado, Belcebú había
desaparecido convirtiéndose en ceniza.
Isabelle se movió
frente a Simon tal y como Alec lo había hecho con Magnus, Jace y Clary habían
tomado la misma postura, sus rostros se habían convertido en hierro, no había
miedo, solo convicción, convicción en proteger a aquellos que amaban.
Asmodeus miro la
escena divertido. –Los Nephilim son conocidos por no cambiar en absoluto. –Dijo
el demonio. –Pero esta escena es absurdamente familiar.
-¿Qué es lo que
quieres padre?
-En realidad fui
llamado aquí con la promesa de un obsequio, una ofrenda al parecer, una de
ellas ayudaría a mi reino a abastecerse de energía.
-Atrás niño. –Dijo
Isabelle y Alex obedeció, moviéndose detrás de todos ellos. De alguna manera
este sujeto le causaba demasiado miedo.
-Pero veo que han
logrado frustrar esos planes, estoy impresionado, debo decir.
-No, no lo estás.
-Dijo Magnus.
-Debo darles crédito
niños. –El demonio levanto su mano para señalar a Simon. –Veo que consiguieron
recuperar a su amado mundano.
-Y se quedara para
siempre. –Amenazo Isabelle.
-Dios en el infierno.
–Dijo Asmodeus. –Cuanta intensidad innecesaria.
-Dí de una buena vez
que es lo que quieres demonio. –Magnus hablaba enojado. –No nos hagas perder
más tiempo.
-El tiempo es
importante ¿Cierto hijo? –Asmodeus sonrió victorioso, no importaba lo orgulloso
que fuera Magnus, siempre lograba herirlo profundamente. –No quiero nada, como
dije fui llamado con promesas que veo no se cumplirán, así que…
-¿Nos dejaras
tranquilos y ya? –Pregunto Alec.
-Eso nunca. –La voz
de Asmodeus había cambiado, era toda seriedad. –Tienen un castigo en espera,
los demonios no olvidamos, solo esperamos el momento apropiado para que el
castigo sea el mejor.
-¿Esperaras a que
seamos ancianos para hacernos pagar? –Dijo Jace, -¿qué victoria habrá en ello?
-Dudo en que nos
volvamos a ver Cazadores de Sombras, mi castigo no será para ustedes, si no
para sus futuras generaciones, vivirán con ello y es así como inicia mi
castigo. Llámenla una inesperada pero segura maldición.
Jace se miraba
frustrado, el demonio había iniciado su castigo y simplemente no podía hacer
nada para cambiarlo. No sería él quien se enfrentara a él después de todo.
Los demonios sabemos
esperar, ya lo descubrirán. –Asmodeus fijo su mirada en Alec -¿No es así
pequeño Cazador de Sombras?
Alec no titubeo.
–Acabas de decir que no volveremos a verte.
El demonio ladeo su
cabeza, su mirada fría y pensativa se congelo en Alec y Magnus, Alec se había
apoderado de la mano de Magnus y lo sujetaba con mucha fuerza, Asmodeus noto la
intensidad que mantenía en ese agarre.
Mostro sus dientes
afilados en una sonrisa escalofriante. –Algo me dice que tú y yo nos
encontraremos de nuevo pequeño Cazador de Sombras.
Magnus aplico mucha más
fuerza en la mano de Alec, y con esto Asmodeus desapareció frente a ellos.
Los jóvenes se
mantuvieron en silencio por un momento intentando asimilar lo recién ocurrido.
Isabelle giro hacia
Simon, había lágrimas en su ojos, al parecer recién dejadas fluir, rodeo a
Simon con sus brazos por su cuello. –No te llevo. –Dijo suspirando.
-Oh Izzy –Exclamo
Simon y la acogió como una pequeña niña necesitada de consuelo.
Jace se acercó a
Clary para hacer lo mismo.
Alec sintió la fresca
mano de Magnus sobre su mejilla para hacer girar su mirada hacia él, Magnus no
se detuvo, guio el rostro de Alec directo a sus labios y Alec lo beso, lo beso
como nunca lo había hecho y la sensación de alivio y felicidad poco a poco fue
inundándolo, ahí estaba besando a Magnus con todos sus recuerdos recobrados, y
listos para volver a casa, percibió como el brujo se estremeció en sus brazos, al
parecer Magnus sentía lo mismo.
Los brazos de Alec
eran firmes en su espalda y sus labios feroces en los suyos, Magnus podía
sentir a Alec en su totalidad, ahí estaba su amado Cazador de Sombras con toda
su vitalidad devuelta.
Magnus se separó para
ver el rostro de Alec y pese al lugar donde aún se encontraban, se atrevió a sonreír,
había tanta esperanza en esa sonrisa que Alec de inmediato se contagió de ella
y sonrió de igual manera. Sus labios no pudieron estar mucho tiempo más
separados y se unieron de nuevo, eufóricos y apasionados.
-Vamos ¿es en serio?
–Alex estaba parada a unos cuantos pasos de las tres parejas. –Busquen una habitación.
Isabelle sonrió al
chico como se le sonríe a un hermano menor. -¿estás enojado porque nadie te
abraza a ti?
Alex le hizo un gesto,
como los niños lo hacen para acentuar su disgusto.
-No deberías. –Dijo
Alec. –Muchos están esperando por ti.
*
* * * *
Por lo menos una
docena de Cazadores se pusieron en guardia al notar la gran puerta siendo
abierta, después de unos segundos se relajaron al ver a los chicos salir de
ahí, solos.
Robert respiro con
alivio al ver a sus hijos y se apresuró a ellos, miro de Jace a Isabelle y se dirigió
hacia Alec. Lo tomo firmemente por ambos brazos y fijo sus ojos en los de su
hijo, al parecer estaba buscando alguna especie de daño, Alec se sintió extraño
pero parecía que la preocupación de Robert era genuina.
-Estoy bien. –Dijo el
chico. –Recuerdo todo de nuevo.
Robert lo soltó. –No
sabes lo feliz que me hace escuchar eso Alexander.
Alec asintió a su
padre.
*
* * * *
Las puertas del
elevador se abrieron Gwen distinguió de inmediato a los jóvenes Cazadores de
Sombras, miro a Magnus y justo a su lado a Alec. Gwen correo hacia él de
inmediato.
Alec la miro
acercándose, una sensación de alegría lo envolvió, dejo que la chica chocara en
su pecho y se aferrara a él. –Volviste. –Dijo Gwen.
Alec suspiro, tomo a
la chica por ambos brazos y la aparto amable pero firmemente. Gwen le miro intrigada.
-¿Qué pasa? –Dijo pero de inmediato se dio cuenta. –Oh no. –Dijo aterrada. –No
me recuerdas.
-Te recuerdo. –Dijo
Alec. –Pero no soy quien tú crees.
-Lo sé. –Dijo Gwen y
Alec sintió un desgarre en su corazón al ver su expresión. -Tus ojos cambiaron,
no hay nada de Alex en ti, Se fue. Desapareció.
-Gwen. –Dijo Alec y
el ¿sonrió? –Alguien quiere verte. –Alec se apartó un poco para que la chica
mirara al joven que estaba parado muy quieto frente a las puertas del ascensor.
Y el mundo de Gwen
cobro vida nuevamente.
E
P I L O G O
Ambos Alexander se
encontraban en la sala de espera del hospital donde trabajaba Catarina, Alec
usaba un Glamour y Alex utilizaba su magia para no ser notado por los mundanos
que estaban siendo extrañamente molestados por el chico.
-Se supone que no
debes usar tu magia de esa manera. Podría reprenderte por hacerlo, lo sabes.
-Y se supone que
debería de estar camino al Laberinto Espiral para aprender a usar mi magia…
-Alec hizo señal de comillas con sus dedos. –Correctamente. Pero Magnus y tú
hicieron hasta lo imposible para que eso no sucediera. No vas a reprenderme, no
podrías.
-Le dije a Magnus que
estábamos malcriándote, pero no escucho.
-No hables como si
fueras mucho mayor que yo, no es así.
-Mentalmente soy como
veinte años mayor que tú.
Alex hizo de nuevo
una mueca infantil, Alec no podía enojarse con el joven brujo.
-Incluso Magnus se
ofreció de maestro. –Dijo Alex en un tono reflexivo.
-Y lo rechazaste. Le
tomo a su ego como dos horas volver a la normalidad.
Alex rio. –No es el
maestro adecuado para el uso que le quiero dar a mi magia.
-Lo sé y es
increíble.
-¿Qué es increíble?
–Pregunto Alex desafiante.
Alec seguía teniendo
suficiente en su cabeza de los recuerdos de Alex como para no darse cuenta de
la actitud del chico. –Si tienes algo que decirme, será mejor que lo hagas
ahora, no estoy seguro de poder seguir soportando tu arrogancia.
Alex miro un poco a
su lado, intentando buscar las palabras. Al parecer no tuvo que esforzarse
demasiado.
-¿Dormiste con mi novia?
Alec bufo. –¿Si no ha dormido contigo, Porque lo haría
conmigo?
-Oh, eso fue muy bajo Lightwood.
-Tú iniciaste.
-Eso habla de su lealtad.
-Eso habla de lo lista que es.
La mano de Alex formo una bola de energía roja.
–Te recuerdo que hago magia. –Dijo el chico amenazante.
-Te recuerdo que se lidiar perfectamente con la
magia.
Alex rio y la energía se disipo. –Eso es verdad.
-Tienes toda tu vida para hacer realidad tu propio
Manga Shojo con Johanna.
-Toda su vida, -Aclaro Alex con pesar. Y ahí
estaba una parte más que Alex debía aprender, comprender y aceptar, la
inmortalidad era excitante y aterradora al mismo tiempo, más para alguien que tenía
relaciones tan entrañables como las tenía Alex. –¿Cómo? –Pregunto el chico dudoso. -Ya sabes ¿Cómo superaste el pensar que algún día,
no podrán estar más juntos?
Alec entendió que a
pesar de ser tan joven, Alex estaba tan enamorado que le era imposible no
pensar en la dolorosa despedida. –Esperanza –Dijo Alec firmemente. –Nunca he
perdido la esperanza.
En ese momento
Catarina apareció en la sala de espera, les hizo una seña prudente a ambos
chicos para que la siguieran y los guio a un consultorio vacío, en donde seria
libre de hablar sin ser tachada de lunática por hablar con la nada.
-¿Y bien? –Dijo la
enfermera cerrando la puerta. -¿Qué mente manipulare hoy?
-Ninguna dijo Alex
-Hoy no. –Concordó
Alec. Catarina y Magnus habían pasada las últimas semanas modificando la mente más
que nada de los familiares de Alex para que lograran recordarlo, recordar al
verdadero, incluso Magnus le había mostrado a Alex como hacerlo por si solo,
por si algún día se topaba con un cabo suelto. Los brujos habían mentido al
consejo sobre Gwen y Johanna y de sus conocimientos del mundo de las sombras,
no les quitarían sus recuerdos siempre y cuando se mantuvieran alejadas del
peligro. Alec sabía que eso iba a ser imposible pero también creyó que estarían
más seguras con los conocimientos que sin ellos, después de todo nunca se
alejarían de Alex. Todo parecía estar cayendo en su lugar lentamente pero lo
hacía.
-¿Entonces en que puedo
ayudar?
-Alex rechazo a
Magnus como tutor. –Dijo Alec y Catarina soltó a reír.
-Dios mío, ¿El está
bien?
-Lo superara –Dijo
Alec divertido.
Catarina miro al
joven brujo. -¿Puedo saber porque hiciste eso?
Alex miro hacia Alec
que le dedico un asentimiento de cabeza. Díselo.
-Me gustaría que
fueras tú mi tutora. –Dijo el chico dudoso. –Quiero ser como tú, usar mi magia
para curar.
Catarina miro
suspicaz al chico, en verdad no se esperaba esto. –Es difícil. –Dijo la bruja.
–Trae grandes satisfacciones y todo, pero hay ocasiones en las que tu magia no
es suficiente, hay ocasiones en las que simplemente no puedes ayudar. Es como
estar en la línea que divide la vida y la muerte y sin saber en qué lado estarás
cada mañana.
Alex levanto su
barbilla con ese toque de arrogancia que lo caracterizaba. –Yo puedo. –Dijo y
Catarina vio la fuerza en el joven brujo.
-Sí. –Dijo la bruja.
–Claro que puedes.
*
* * * *
Alec retrocedía,
blandiendo su espada mientras Jace atacaba de manera magistral a su parabatai,
Jace intento barrer a Alec y este apenas logro mantenerse en pie moviéndose
hacia un lado, en dos segundos Jace estaba de nuevo encima de él sin darle
oportunidad siquiera de respirar, Alec intento mantenerse firme, no seguir
huyendo, Jace ataco con tanta fuerza que la espada de Alec salió dispara de su
mano cayendo a unos metros de él, Alec ahora sin arma esquivaba las estocadas
de su hermano intentando llegar a su arma, en un giro que hizo en el aire logro
caer cerca de ella pero antes de que la tomara Jace le impidió levantarla con
su propia espada, la fuerza en el intento hizo que Alec perdiera el equilibrio
y callera de espalda, Jace coloco su espada en el cuello de Alec, todo había
terminado.
-Eso estuvo muy bien.
–Dijo Jace sonriendo. Ambos chicos respiraban con agitación.
Alec tomo la mano que
su parabatai le extendía para que se pusiera de pie. -¿Bien para quién? Soy un
asco.
-Fue un año
Alexander, de no entrenar de vivir como mundano. –Jace le sonrió de nuevo. Ahora estas aquí. –Un par de semanas entrenando
como ahora y volverás a ser el mismo.
-Si tú lo dices.
–Murmuro Alec.
Clary se acercó a
ambos. –Te prometo Alec que intentare crear una runa para que logres derrotar a
Jace.
Jace jalo
cariñosamente el mechón de cabello que se había soltado de su chongo.
-¿Cómo la llamaras?
–Inquirió Alec sonriendo. –¿Runa para
derrotar a Jace?
-Ese nombre es un
poco largo pero es adecuado, lo voy a considerar.
-Se nos acabó nuestra
reserva de agua. –Grito Simon desde el otro lado de la sala de entrenamiento.
Él e Isabelle estaban sentados en el suelo solo siendo espectadores.
-¿Por qué no vas por más?
–Contesto Jace también gritando.
-No. –Dijo Simon. –No
me encuentro de ánimo.
Jace suspiro por
paciencia y miro a Clary. –Tu parabatai es…
-Adorable. –Se apresuró
a decir la chica. –Lo sé.
Jace rodo los ojos al
cielo. –Iré por agua. –El cazador no se fue sin antes presionar el hombro de su
parabatai. En los últimos días lo hacía con mucha frecuencia.
Clary se acercó un
poco más a Alec. -¿Dónde está Magnus? –Pregunto en verdad intrigada, había sido
bastante clara la forma en la que no lo dejaba solo en lo absoluto.
-Oh Clary, apenas
conseguí que se quedara a atender sus asuntos y que dejara que viniera solo,
por favor, no lo invoques.
-Es comprensible ¿No lo
crees?
-Eso creo, pase lo
mismo cuando Sebastian se lo llevo, mi incertidumbre duro mucho menos pero, es
horrible, lo digo también por Jace.
-Pero todo volvió a
la normalidad ¿No es así? –En ese momento Izzy y Simon se unieron a ellos.
-En su totalidad.
–Dijo Alec. –Aún tengo estos recuerdos que no me pertenecen y que son extraño y
algo inútiles. Es decir ¿Para que quisiera un Cazador de Sombras saber que
tienes que conseguir los ciento sesenta fragmentos para tener disponible el
final secreto de Final Fantasy ocho?
Los ojos de Clary y
Simon se abrieron. –repite eso. –Dijo Clary.
-¡Escribe eso!
–Exclamo Simon.
Isabelle se miraba
confundida y Alec negó con la cabeza. –No quiero olvidarme de Gwen y ellos,
pero tampoco quiero recuerdos que no son míos.
-¿Catarina no puede
ayudarte con eso?
-Tal vez puede pero
Magnus no se lo permite.
Los tres chicos se
quedaron en silencio asombrados.
-Magnus piensa que mi
cerebro ha pasado por demasiado en el último año, no quiere que algo salga mal.
–Alec se encogió de hombros. –Supongo que sus temores deben tener alguna razón
pero…
-Espera un poco a que
se dé cuenta de que estas fuera de peligro, creo que por sí solo entenderá.
Magnus es muy sabio. –Dijo Clary.
-Debemos hablar de
cosas mucha más importantes –Dijo Isabelle. –Recuerden que tenemos que
organizar una boda.
Hubo un destello de
emoción en el pecho de Alec y distraídamente toco en su dedo el anillo que
había recuperado recientemente, el anillo que Magnus le había dado para sellar
su compromiso.
-Magnus me hablo de
una ceremonia, -Dijo el chico. -Una que hacen entre brujos para unirse,
comprometerse por el tiempo en el que su amor perdure. –Alec se encogió de
hombros. –Le prometí no dejarlo nunca, también le dije que una boda mundana
sería suficiente. Sé, siempre he sabido que no puedo ofrecer algo más, pero
ahora, ahora se siente como si esa promesa simplemente no fuera suficiente. Así
que… hare cualquier cosa que me una a Magnus de cualquier forma posible.
Clary no podía creer
el rumbo tan adecuado que había tomado la conversación, era como si todo al
final de cuentas hubiera estado listo para salir como debiera. Clary respiro
profundo y sonrió.
-Eso es muy
considerado –Dijo Clary y se miraba entusiasmada –Pueden hacer dos ceremonia,
una en la que los brujos crean y otra en la que creas tú.
Simon la miro
suspicaz. -¿De que estas hablando? Sabes que eso es imposible.
-¿No has pasado
suficiente tiempo entre criaturas extrañas como para saber que en nuestro mundo
nada es imposible? –Dijo la chica
brillando. Y miro hacia el mayor de los Cazadores de Sombras. –Alec. –Dijo
misteriosa. -Tengo que contarte algo.
*
* * * *
Alec abrió la puerta
del departamento y noto como Magnus apareció desde el estudio caminando hacia
él a pasos largos y con la gracia felina que le caracterizaba. –Alexander,
debiste llamar, estaba por ir por ti.
-Algo que es
absurdamente innecesario.
Magnus quito el
abrigo de Alec y lo colgó a un lado de la entrada. –Para ti tal vez, para mi
completamente necesario. –Magnus pasó su mano por el cabello del Nephilim,
llego a su cuello y lo halo de ahí para acercarlo a su pecho. Hundió su rostro
en el cabello de Alec respirando profundamente para percibir su aroma. –Nunca
nada volverá a ser innecesario.
-Debes parar con eso,
la última vez que fui a acompañar a Alex con Catarina prácticamente tuve que
amenazarte para que dejaras que fuera solo. –Alec suspiro. -¿Desde cuando eres
tan sobreprotector?
-Alexander.
-Puedo entender que,
es decir, lo recién ocurrido no es para menos, pero, debes poner de tu parte. O
de lo contrario nunca podremos recuperar nuestras vidas, no completamente.
-Eso es muy cierto.
-He pasado suficiente
tiempo contigo como para poder aparentar ser sabio.
-Eres sabio, más de
lo que piensas.
Magnus se apodero de
los labios de Alec con los suyos, Alec dejó de respirar para aferrarse al brujo
plenamente, Magnus movió sus manos del cuello a la espalda del chico para
apartar la camiseta colar sus manos por debajo, sintiendo la piel fría y suave.
Alec se separó para respirar y sus labios probaron el cuello del brujo. –Te
amo. –Dijo en su oído y Magnus se estremeció, eran muy pocas las veces que Alec
lo decía. Era impresionante como siempre encontraba la manera y el tiempo
perfecto para hacerlo.
Magnus busco sus ojos
azules y brillantes. –También te amo. –Dijo y pego su frente con la de él.
Se quedaron así por
un momento antes de que Magnus se separara solo un poco. –Preparare la cena.
–Dijo sonriendo.
Ambos se dirigieron a
la cocina, Alec decidió que tal vez necesitaba una Iratze más para sentirse
completamente recuperado del exhaustivo entrenamiento.
-¿Pasta? –Inquirió
Magnus.
-Claro. –Dijo Alec y
agrego: -Si pones mantequilla y salsa de tomate a derretir en el microondas
obtienes una salsa bastante buena.
Magnus dejo lo que
hacía para dedicarle una mirada extraña al chico.
Alec se encogió de
hombros. –Sí. También odio estos conocimientos absurdos.
Magnus se enderezo y
siguió en su tarea. –Llamaremos a Catarina después de la cena. –Dijo secamente.
-¿Para que?
Magnus sonrió. –Para
sacar esos conocimientos absurdos de tu cabeza.
-Dijiste que…
-Sé lo que dije pero,
Alec tienes razón. Si dejo que los temores nos gobiernen nunca recuperaremos
nuestras vidas. Y no hay nada que quiera más que eso.
Alec sonrió.
–Gracias. –Dijo sencillamente.
*
* * * *
Por un momento pensé
que me habían dejado tranquila con estos asuntos. –Catarina vestía una filipina
con trenes de colores en ella. –Sigo siendo muy ingenua supongo.
-¿Ingenua tú? –Magnus
levanto sus manos arrepintiéndose de lo que acababa de decir. –No importa,
escucha, necesito saber si piensas que es una buena idea.
-Lo pienso. –Dijo
Catarina. –Esos recuerdos fueron plantados por un demonio, ahora el demonio
está muerto pero, pienso que lo mejor para Alec es que los quitemos de su mente
junto con lo que sea que quede del poder de Belcebú en él.
-¿Puedes borrar los
recuerdos de Alex sin que olvide lo que ocurrió? Es decir, no quisiera tener
una laguna mental de un año.
-Ese sería la
cuestión, pienso que puedo retirar todos aquellos recuerdos que te fueron
implantados, pero no puedo asegurar lo que quede, Alec en esos recuerdos esta
Gwen y los demás.
-¿Dices que los
olvidare? ¿Olvidare a Gwen?
-Muy seguramente,
ella no existía en tu vida hasta hace un año. Lo siento.
Alec tomo asiento
lentamente sobre una de los sillones de la sala de estar, Magnus miro como esto
lo había afectado, y lo estaba seriamente considerando.
Miro sus propias
manos y después de un momento de silencio levanto su cabeza. –Debe ser mutuo
entonces. –Dijo a los brujos que lo observaban de pie frente a él. –No es justo
que me olvide de ella y ella siga recordándome, incluso preocupándose de mí. Si
voy a olvidarla lo justo es que ella me olvide también.
-Cariño –Dijo Magnus
con pesar.
-Es así como debe de
ser, ella tiene a su primo y yo los tengo a todos ustedes, ambos estaremos
bien.
Magnus y Catarina se
miraron y luego a Alec. –De acuerdo, -Dijo la bruja. –Comencemos. Magnus
necesitare que me ayudes a retener los recuerdos de ese día, tú estabas ahí, servirás
de barrera para no eliminarlos, intentaremos que recuerdes lo que te paso, no
podemos quitarte eso.
Las manos de ambos
brujos brillaron con magia Magnus fue el primero en acercarla a la cien del
chico, antes de que lo tocara Alec sujeto su mano.
-¿La mantendrás a
salvo? –Pregunto con ojos preocupados.
Magnus le sonrió.
–Por su puesto. –Dijo. –Siempre.
-Cierra tus ojos
Alec. –Dijo Catarina. –Te sentirás mejor cuando despiertes.
*
* * * *
Alec
no recordaba la última vez que se sintió tan tranquilo como ahora, caminaba por
la orilla del lago Lyn, el bosque Brocelind se cernía frente a él, hermoso y
radiante.
-¡Alec!
–Escucho que lo llamaban y en un segundo supo de quien se trataba, giro para
encontrarse con su hermano el cual corría desmesuradamente en su dirección.
El
corazón de Alec saltaba salvaje en su pecho mientras miraba a Max correr hacia
él. El pequeño extendió sus brazos y Alec lo atrapo del salto que había hecho
antes de llegar a él.
Alec
lo levanto. Max seguía siendo un niño de nueve años, pequeño para su edad pero
grande para los brazos, pero Alec era suficientemente fuerte como para sostenerlo.
Lo sostuvo firmemente mientras que Max anclaba sus dos piernas alrededor de su
hermano.
¡Volviste!
–Exclamo Max.
-Lo
hice. –Respondió Alec. Y miro a los ojos felices de su tierno hermano.
–Gracias. Gracias por quedarte conmigo todo el tiempo. Max, nunca me
abandonaste.
-Nunca.
–Dijo Max sonriendo, desbordando entusiasmo. –Nunca te deje, y nunca Alec,
nunca te dejare.
Nunca
te dejare. –Fue lo último que escucho del pequeño antes de que su voz, su
imagen y la sensación de tenerlo entre sus brazos desapareciera lentamente.
Alec
abrió los ojos, su respiración se cortó por un momento al darse cuenta de que
estaba despierto, ahora estaba despierto, ahora estaba de regreso en un mundo
donde Max no estaba. Respiro profundo obligándose a sí mismo a calmarse, a ser
fuerte. Una lagrima rodo involuntariamente por su mejilla, antes de que callera
sobre la almohada. Magnus quien había estado a su lado despierto, examinando
cada uno de sus movimientos, la detuvo gentilmente con uno de sus dedos y la
aparto del rostro de Alec.
-¿Alec?
–Pregunto Magnus angustiado. Alec solo lo miro y no tuvo que decir más. Magnus
había leído todo en su rostro.
Max.
-Oh mi
Alec. –Dijo y acogió a Alec en sus brazos con mucha fuerza para no separarse de
él en toda la noche.
* * * * *
Magnus se
había levantado antes, había llamado a Alex para explicarle lo que habían
tenido que hacer con la mente de Alec, Magnus le pidió que hiciera lo mismo con
Gwen, era lo justo, hacia lo había querido Alec y ahora muy seguramente Alex
estaba haciendo lo que le habían pedido.
Un
pequeño ruido despertó al brujo de sus pensamientos, Alec había despertado y se
acercaba a él.
-Creí que
dormirías más. –Dijo Magnus abrazando al Cazador.
-Siento
como si hubiera dormido una semana entera.
-¿Cómo te
sientes? –Cuestiono Magnus con una sombra de preocupación en su rostro.
-Muy
bien. –Dijo Alec sincero. –Mejor que nunca, ¿Raro?
-No. Qué
alivio.
-Finalmente
ciento que todo está como antes, como debiera de ser.
Magnus
sonrió -¿Qué haremos con tanta paz? ¿Ahora qué quieres hacer?
Los ojos de Alec
resplandecieron, sujeto a Magnus por la solapa de la suave bata que aun llevaba
puesta. –Quisiera llamar a todos quienes nos importan, reunirlos, y casarme
contigo ahora mismo, antes de que cualquier otra cosa pase.
Magnus soltó una
delicada carcajada. -¿Harías eso?
Alec y Magnus
hablaban en los labios del otro, besos cortos e intensos -Por supuesto,
Isabelle seguramente me mate después pero no me importa, no me importa las
fiestas o las decoraciones, solo quiero pertenecerte y que tú me pertenezcas a
mí. Podemos llamar a Jia, estoy seguro que a la Cónsul no le molestara actuar
como testigo.
La adrenalina de la más
impactante aventura realizada en toda su vida estaba inundando el cuerpo de
Magnus, no estaba seguro si estaba haciendo bien ocultando su propia emoción.
–La ceremonia de la que te hable, necesito por lo menos un día para hacer los
preparativos y dudo que la Cónsul se preste para una ceremonia mundana, sin
mencionar la urgencia. –Magnus lucia fascinado con la idea, aun siendo tan
descabellada.
-No hablo de eso.
–Dijo Alec. –Hablo de una boda aprobada, una boda de Cazadores de Sombras.
-¿Ah sí? –Dijo Magnus
probando los labios de su amado. -¿Y Quién colocara las marcas en ti, Jace?
Sabes que los brujos no hacen runas.
-No. –Dijo Alec con
exagerado desprecio. –Jace no. –Magnus y Alec rieron. Alec acerco aún más a
Magnus a su cuerpo rodeándolo con sus brazos fuertes. Suspiro. –Si tan solo
tuviéramos una amiga que fuera capaz de crear runas. –Dijo y Magnus dejo de
respirar. –Ya sabes, una runa que pueda ser colocada sobre un subterráneo y
trazada por uno y que signifique la unión, la unión del matrimonio. Magnus
–Dijo Alec exagerando su cuestionamiento. -¿Conoces a alguien así?
-¿Alec? ¿Qué estás
diciendo?
El chico sonrió
resplandeciente. –No hay más escusas Magnus Bane. –Dijo mirando los
impresionantes ojos dorados verdoso de Magnus. -Esta noche marcare tu pecho, tú
marcaras el mío, y finalmente por el nombre del angel, nos convertiremos en
uno. Llevaras una marca que te habrá unido a mí siempre, para siempre.
Las palabras flotaron
en el aire sin ser dichas. Estará la
marca en tu pecho acompañándote para siempre aunque yo no lo este.
-Siempre. –Reafirmo
Magnus.
*
* * * *
Esa tarde las notas
mágicas y los mensajes de fuego llegaron a diferentes partes del mundo, desde
Nueva York hasta Londres, de Idris hasta el laberinto espiral, en diferentes
institutos nephilims y los clubes del submundo.
La cita era en el Salón
de los Acuerdos en donde se llevan a cabo la mayoría de las bodas de Cazadores,
en donde Alec había besado a Magnus por primera vez plenamente sin miedos
frente a todo el mundo.
Isabelle se encargó
muy bien de la decoración improvisada, pero había muchos brujos, así que
realmente no fue difícil. Los padres de Alec se encargaron de que su hijo no
vistiera de otro color, el Cazador de Sombras vestía correctamente de un dorado
que no opacaba ni el brillo de su sonrisa o sus ojos. Magnus llevaba también
dorado, pero eso era solo porque simplemente lucia fabuloso en ese color.
Jace como siempre, a
lado de Alec, Catarina al de Magnus.
Las palabras fueron
dichas, la mano de Alec fue firme al trazar la runa en el corazón de Magnus. La
mano de Magnus tembló por un segundo, pero solo hasta que vio el rostro de Alec
y todo aquel nerviosismo se esfumo, se fue tan lejos y tan rápido que pareció
que nunca hubiera existido. Trazo la runa, la primera runa del ángel que
trazaba, la última que haría y que estaría con él para siempre.
Los nuevos esposos se
besaron, los presentes aplaudieron y esa noche maravillosa, perpetua y mágica,
nada fue imposible.
FIN
MayGraciela \*-*/
Lo
logramos!! Llegamos al final de esta increíble aventura, y los incluyo chicos
porque sin ustedes esto nunca hubiera sucedido, no les voy a mentir, no fue
fácil y ustedes debieron haberse dado cuenta, fue un poco más complicado al
intentar actualizar en tiempos, otra razón para agradecerles toda su paciencia,
su cariño y el ánimo que me hicieron llegar con sus comentarios. La última
parte fue un plus, en realidad no creí que me atreviera a escribir sobre algo
de lo que en realidad no tengo idea, como es una boda de Cazadores de Sombras,
pero se lo ganaron a pulso, espero no haberlos decepcionado.
¿Que
sigue ahora? No tengo idea, pero seguro lo descubrirán conmigo. Muchas gracias
a todos y nos estamos leyendo :D