Mundo Invertido 3 - Mal Sueño

―Esto podría ser tan sencillo ―dijo Camille con su mano empuñando la daga cerca del cuello de Alec. El chico tenía la mirada perdida y no se veía en lo absoluto asustado o consiente de lo que pasaba―. Pero serás útil para un fin mayor.

Camille apartó la daga y movió su mano haciendo que Alec despertara de su trance.

― ¿Camille? ―Preguntó apenas volvió en sí―, ¿Qué haces aquí? ―Alec volteó en todas direcciones―. ¿Cómo llegue aquí?

―En ocasiones eres cómico, Alexander.

―Camille, Escucha. ―Alec sujetó los costados de la mujer mientras ella seguía mirándose divertida―. Tienes que decirme qué pasa. ¿Quién es De Quincey?

― Oh, Alexander, es un ser terrible, un monstruo que no tiene ningún respeto por la vida humana.

―Eso escuché, pero entonces… ¿Tienes algo que ver con él?

―Me temo que sí, Alexander. Fui su mano derecha hace más de un siglo y ahora, quiere que vuelva serlo.

Alec la soltó y dio un paso atrás mirándole con recelo.

―Oh, no, no querido, no tienes por qué tener miedo, nunca aceptaría volver a su lado, he venido aquí para ocultarme de él. Debes creerme ―Camille movió su mano atrapando la vista de Alec―. Me crees ¿cierto?

―Claro que te creo. ―Dijo Alec sincero―. Siempre te voy agradecer por lo que hiciste por Magnus.

―Es Magnus quien me preocupa ahora.

― ¿Por qué? ―Preguntó Alec angustiado.

―De Quincey intentará reclutarlo como lo intenta conmigo.

―Magnus es poderoso, puede cuidarse, no dejará que se acerque

―Camille mostró a Alec la daga―. Aun así, quiero darte esto.

― ¡Dios mío! ―Dijo Alec. ―Camille, ¿De dónde has sacado eso? ―

El chico tomó la daga con cuidado y de igual forma comenzó a pasar sus dedos por el filo y los grabados en su mango.

―Es hermosa ―Dijo de manera distraída.

La mujer se quedó observando con mucha atención como Alec examinaba la daga, ella estaba esperando que esta se iluminara.

―Es tuya. ―Dijo la vampira con decisión, pronunciando esto para que las palabras tuvieran un efecto en el poder de la sangre de Alec―. Ahora te pertenece y debes llevarla contigo todo el tiempo, es la única manera en la que podrías permanecer a salvo.

― ¿Mia? ―Preguntó el chico―. ¿En verdad me la das?

―Es solo tuya, Alec, tuya.

Alec sintió como la daga le llamaba, le llamó tan profundamente que se asustó cortando el estado hipnótico que estaba teniendo y finalmente despertando a la realidad.

―Gracias, es muy bonita, se nota que es una antigüedad valiosa. Camille se veía profundamente decepcionada.

―Lo es, por favor cuídala mucho y mantenla cerca.

―Ira directo a mi pared –Anunció el chico alegremente.
Pero Camille no podía aceptar eso, levantó su mano y atrapó la mirada de Alec para repetir su orden.

―Mantenla cerca, siempre llévala contigo.
Los ojos de Alec se oscurecieron al repetir la petición. Camille sonrió y le dedicó una última mirada que reflejaba claramente desprecio. Se marchó antes del que el chico despertara del Encantus.


* * *


El hotel Dumont era el más lujoso de su área, se había instalado hacia doscientos años y se había convertido en el más exclusivo, sólo un grupo de personas selectas lograban hospedarse ahí, la vida nocturna era lo que lo mantenía en el círculo más alto. A Camille le gustaba la belleza del lugar, mas no la modernidad que había adoptado, no encontraba sentido alguno el hospedar mundanos, no hasta que entendió que los servían de alimento a los vampiros que iban llegando de a poco congregados por De Quincey. Mientras los vampiros los mantuvieran vivos, ellos podían seguir alimentándose de los ingenuos humanos.

El último piso del hotel se aprovechaba como guarida para todos los hijos de la noche, mientras que los huéspedes disfrutaban su estadía común en el hotel, los vampiros se refugiaban en la seguridad del último piso, con sus ventanas cubiertas y guardias que custodiaban sus sueños.
Camille había llegado ahí esa madrugada y ahora se dirigía al penthouse a dar el reporte a su líder.

Los custodios de la entrada le dejaron entrar en cuanto se paró frente a ellos, la habitación estaba iluminada con electricidad por completo, en las grandes ventanas había pesadas cortinas y persianas que se manipulaban de manera electrónica, Camille tenía que dar un punto a favor a la tecnología en ese aspecto.

De Quincey levantó la mirada desde su pesado escritorio para ver a la vampira acercándose.

― ¿Qué ha sucedido?, ¿lo conseguiste? Camille inclinó su cabeza.

―Lo lamento, señor. La daga no se encendió. El chico es un mundano después de todo.

―Por ahora. ―Dijo el vampiro, sus ojos negros antinaturales brillaron bajo las luces brillantes de las lámparas―. Ese demonio lo reconoció como un Nefilim, sólo necesitamos despertar su sangre angelical.
Camille actuaba como la más obediente recluta.

―Indíqueme qué es lo que quiere que haga, señor, con guste lo complaceré.

―Mantente cerca, cuando lo veas preciso, llévalo al extremo, asesina a alguien cercano, los Nefilim siempre han sido apasionados. Eso seguro lo despertara.

Camille puso su mano sobre su pecho en forma de despedida al mismo tiempo que se inclinaba.

―Eso hare, mi señor.

―Vete ahora, descansa y despierta a ese Nefilim por mí.

Camille sonrió, ella salió del lujoso departamento para ir al propio.
Poco tiempo después, desde su habitación, pidió un servicio a la habitación con el encargo más explícito de que una camarera en particular le llevara la orden, ella no ordenó comida, pero Camille estaba hambrienta y necesitaba alimentarse.


* * *


Era un día normal en casa de los Lightwood, todos comían en la gran mesa del comedor, sus padres estaban ahí, también sus mejores amigos incluso el hermano de Clary había vuelto de Londres y ella no podía estar más contenta. Izzy comentaba alegremente todo cuanto había preparado para tener lista la comida que ahora todos disfrutaban. Alec observaba un tanto aturdido la feliz escena, entonces sintió una mano tomando la suya tiernamente, al girar pudo ver los ojos de Magnus, esos hermosos ojos de gato que le impresionaban y que amaba cada día más.

― Magnus ―Dijo como si no hubiera mirado desde hacía mucho tiempo, era tanta su emoción que le tomó darse cuenta de que Magnus no tenía un glamour puesto sobre él―. ¡Magnus! Tus ojos ¡Los miraran!

Magnus le sonrió tranquilamente.

―No importa, todos saben quién soy y también saben quién eres tú, somos libres, Alec.

Alec no comprendió esas palabras, pero no tuvo oportunidad de pedir una explicación, su padre, al otro lado de la mesa interrumpió su carcajada para hablarle.

―Dime hijo, ¿cuándo tramitaras tu matricula en la escuela de arte? Estoy ansioso por verte ahí.
Alec parpadeó.

― ¿Escuela de arte?, ¿de qué hablas? Jace le lanzó un trozo de pan a la cabeza.

―Cabeza hueca. ―Le reclamó―. Tu nueva aspiración, la actuación, ¿recuerdas? Alec miró con miedo de nuevo a su padre.

―Yo nunca podría estudiar algo así, no es algo que vaya con el negocio familiar.

Hubo silencio y después una ruidosa carcajada al unísono de parte de toda su familia.

― ¿De qué hablas hijo? No seas absurdo, lo único que me importa es que seas feliz.

Su padre le restó importancia a su comentario y regresó a la amena conversación que tenía con su esposa, la madre de Alec se veía con la misma felicidad que todos en la mesa.

Alec buscó la mirada de Magnus.

― ¿Escuchaste eso? Es increíble.

Magnus sonrió y levantó su mano para acariciar el rostro de Alec dulcemente.

―Te amo, Alec Lightwood.

La alegría de Alec no pudo ser contenida, Magnus acababa de decir esas palabras que tanto había esperado. Le tomó de las manos para hacérselo saber, pero algo en su mente despertó.

¿Por qué ahora es tan fácil? ¿Por qué todo es tan perfecto?

Alec volteó hacia sus padres y hacia el hermano de Clary; Jonathan.

― ¿Cuándo volvieron? No logro recordarlo. Nadie respondió, solo se quedaron inmóviles.

Las luces se fueron, la oscuridad le rodeó como si por unos segundos hubiera cerrado los ojos, al volver la iluminación, la mesa estaba vacía, toda su familia se había ido, desaparecido por completo.
       
Alec se puso de pie, su corazón se aceleró, así como lo hizo su respiración.

― ¡¿En dónde están?! ¡¿Dónde están?!

Podía sentir la angustia creciendo y arremolinándose en su garganta.

― ¡Magnus! ¡Izzy! ¡Jace! ¡¿Jace, en dónde estás?!

Entonces la luz que iluminaba la brillante habitación comenzó a desaparecer, era como si el día se estuviera convirtiendo en noche a una velocidad acelerada. Se acercó a la ventana, pudo ver como el cielo pasó del blanco brillante, al naranja opaco y después al negro absoluto. Alec pensó en la posibilidad de un eclipse. Siguió mirando hasta que el sol desapareció por completo, entonces hubo ruido afuera y salió corriendo a la calle esperanzado en encontrar de nuevo a su familia.

Parecía una zona de guerra, había personas corriendo de un lugar a otro y otras corriendo detrás de ellas. ¿Estaban peleando?

Hubo fuego y gritos rodeándolo en unos segundos.

― ¿Qué pasó? ―Se preguntó sin lograr entender nada de lo que ocurría a su alrededor―. ¿Qué está pasando?

Entonces entre todo el caos su mirada se posó sobre dos personas frente a él, estaban las dos en la calle, un sujeto inclinado sobre alguien herido, alguien que mantenía firmemente entre sus brazos como si intentara protegerla.

Alec se acercó lentamente.

― ¿Todo está bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Ella está bien?

Fue como si hubiera asustado a un animal, la persona giro hacia Alec mostrando su rostro, este estaba cubierto de sangre que escurría desde su rostro al suelo, lucia como un verdadero animal salvaje, incluso le gruño haciendo que Alec gritara por la impresión. El sujeto desagradable soltó a su víctima y corrió al parecer en busca de la siguiente. Alec le observó saltando entre los coches abandonados y se dio cuenta de que no era el único que estaba haciendo esos, la calle estaba llena de víctimas y victimarios, era una verdadera película de terror lo que estaba sucediendo.
Alec regresó su atención a la chica en el suelo, se acercó y su terror fue peor al darse cuenta de lo familiar que era su rostro, la tomó en sus brazos y comenzó a llamarla por su nombre.

Desesperación era todo lo que sentía en ese momento.

―Por Dios, por Dios ¿Qué te ha hecho? Izzy, Isabelle, despierta por favor
¡despierta!

Isabelle no despertó, ella estaba inmóvil con sus ojos abiertos y aterrados, pero sin vida, se desangró en los brazos de su hermano mientras él seguía gritando su nombre.


* * *


― ¡Despierta! ―gritó Alec al saltar de la cama.

Él nunca se había sentido tan aliviado de despertar en toda su vida, y nunca se había sentido tan aterrado, no desde que casi había perdido a Magnus en aquella fabrica frente aquel demonio.

Alec respiró pesadamente llevando sus manos a su rostro.

―No puedo con tanto. Es una locura.

― ¿Alec? ―Le llamó Magnus acercándose tímidamente a la cama―. ¿Estás bien? ¿Tuviste una pesadilla?

Alec no respondió, seguía aturdido por el mal sueño, pero recordó lo que había pasado la noche anterior.

― ¿Acabas de llegar?

―Necesitaba caminar y pensar.

Alec se levantó incomodando a los dos gatos de Magnus que habían sido quienes le acompañaron toda la noche. Buscó su ropa, tenía una cantidad decente de cosas en el departamento de Magnus, las suficientes como para quedarse a dormir y poder iniciar su día normalmente.

― ¿Tenías que caminar toda la noche? Te esperé hasta tarde. Pudiste haber llamado, estaba muy preocupado.

Magnus se sentó a la horilla de la cama.

― ¿Se te olvida que soy un brujo?

Alec estaba completamente vestido ahora.

― ¿Y a ti que no eres el único subterráneo que existe? ¿No te das cuenta de que no estas a salvo?

Magnus se puso de pie, se acercó a Alec con lentitud, cerciorándose de que Alec lo quisiera cerca. Sin importar lo que hiciera, Alec no podía darle la confianza que deseaba.

― ¿Estás bien? Te siento extraño.

Su novio levantó la mirada de manera pretenciosa y segura. Le recordó a esa primera vez que lo vio en aquella fiesta; jactancioso y seductor.

―Estoy bien. Es solo que… Me preocupé.

Magnus buscó la mano de Alec para tomarla tímidamente.

―No lo hagas, quizás lo parezca, pero no soy tan indefenso.
Alec mantuvo su mirada en la mano de Magnus, había estado esperando ese momento para hablar con su novio.

―Se sinceró ―Pidió el chico con voz débil―. ¿En verdad no crees que Camille pudiera lastimar a Clary?

Magnus soltó a Alec como si él le hubiera ofendido.

―Lo creo, creo en Camille, ella nunca haría algo así. Confió en ella ciegamente.

Alec no pudo evitar sentirse aprensivo por ese comentario, un poco débil como para llamarlo celos, no quería llamarlo así.

―Creo en Lily, la conozco desde…

―No la conoces desde hace siglos, no como yo a Camille.

―Pero…

―No seguiré cuestionando a Camille ni su amistad, por nadie.

Alec no pudo evitar incluirse en ese ‘nadie’ y los sintió, despertando en su pecho y queriendo escapar por su garganta: Celos. Pero era Alec Lightwood, él no sentía celos, él los provocaba.

No tuvo ninguna respuesta para decir y no lo hizo.

Se precipito hacia Magnus, atrapando su rostro entre sus manos y acercándolo ferozmente a él. Lo besó fuerte y profundamente. Magnus respondió al beso con la misma intensidad sintiendo como su estómago bailaba en su interior casi dolorosamente.

La mano de Magnus buscó sin pensar la piel de Alec por debajo de la camisa, Alec sintió como el deseo le estaba consumiendo. Antes de que nada más le importara y se dejara caer sobre la cama junto a Magnus, junto toda la voluntad existente en él y le dejó ir, sin mirar atrás salió del apartamento con sus libros y su chaqueta como lastre.

Magnus sacudió la cabeza y tocó sus propios labios. Esas sensaciones eran insólitas, había estado tan reprimido durante tanto tiempo que ahora, al igual que su magia… Estaba conociendo sensaciones que no sabía que tenía.

Era algo demasiado extraordinario e inexplicable, una maravilla que la vida le había obsequiado, pero aun así no pudo ignorar las pesadumbres que llegaron con el sentimiento, algo estaba mal, lo sentía, lo sentía de la forma en la que la magia le prevenía de los malos presagios. De alguna manera misteriosa pero profunda; sentía que estaba perdiendo a Alec.


* * *


Pero Alec no fue a la facultad ese día, había rogado a Clary para que se escapara con él y que ambos tuvieran un ya obligado día de compras. La pequeña pelirroja había protestado, pero su amigo no aceptaba un no como respuesta, eso, más la idea de pasar tiempo con Alec, lograron convencerla.

Alec estacionó su extravagante auto cerca de la entrada que Clary le había indicado en la Academia de Arte. Estaba contestando algunos mensajes de Jace e Izzy mientras esperaba, recargado en su auto las miradas de chicos y chicas caían sobre él. Algo a lo que estaba muy acostumbrado.

Clary apareció como un conejillo alegre, vistiendo como la artista desalineada que era.

―Lista. Muero por comprar un par de lienzos y acuarelas nuevas. Alec besó su mejilla.

―Primero ropa.
Antes de que ambos entraran al auto, la multitud que hacía fila en uno de los edificios cercanos le llamó la atención.

― ¿Qué pasa ahí? Hay mucha gente. ―Quiso saber Alec. Clary observó en esa dirección.

―Oh, es la Facultad de Actuación, hoy es el examen de ingreso, que es más como una audición, supongo que eso lo mantiene interesante.

Alec tragó saliva con fuerza recordando su pesadilla.

― ¿Cuándo tramitaras tu matricula en la escuela de arte? Estoy ansioso por verte ahí.
―Tu nueva aspiración, la actuación ¿recuerdas?

Clary tronó los dedos frente al rostro de Alec.

― ¿Estás bien? ¿Acaso viste un fantasma?

Alec no quería pensar en su pesadilla, tampoco en la idea de que Clary podría estar en peligro. Aun cuando quizás esa era la razón por la que había insistido para pasar el día con ella.

―Estoy bien, es solo una casualidad.

― ¿Qué casualidad?


―Olvídalo, vamos ya, nada mejor para los malos días que las compras.

Clary rio.
―Tu lema.

Fue muy corto el tiempo en el que Alec realmente pudo sentirse distraído, pero el tener a Clary cerca y vigilada lo valía todo para él en ese momento.

Clary había perdido el interés en la ropa y se había acomodado sobre un taburete para hacer bocetos, observaba a Alec mientras se probaba una y otra prenda sin ser capaz de decidirse.
La chica le dio los toques finales a su dibujo, uso el color azul para resaltar los ojos de Alec, lo único de color en la hoja.

―Maldición ―Se quejó la chica admirando su obra―. Te envidio, no importa lo que te pruebes, todo te queda bien, eres más bonito que yo.

Alec no pudo evitar reír, miro a su amiga a través del reflejo.

―Lo soy.

Ambos estaban riendo cuando Alec dejó de lado el abrigo que se estaba probando y que no había llenado sus expectativas para acercarse a Clary.

―Wow, que buen dibujo. Pero ¿Por qué se ve triste? Clary arrancó la hoja punteada y se la dio a Alec.

―No lo sé, dímelo tú. Alec soltó un bufido.

―No estoy triste, estoy bien.

Clary suspiró, ella se acercó a Alec y recargó su cabeza en el firme hombro de su amigo.

― ¿Recuerdas aquella vez en la que planeamos el viaje a la granja? Tu querías que Jace fuera con nosotros, pero no querías que lo mal interpretara porque tenías una especie de fascinación por él.

―Teníamos doce años. Clary lo ignoro.

―No tenías el valor para invitarlo hasta que él enojado te reclamó por qué no lo habías hecho.

― ¿Podrías llegar al punto? Muero de hambre. Clary le golpeó débilmente.

―Eres trasparente, no para todos, pero si para quienes te conocen y, quienes te conocen te aman. Haz las cuentas.

Clary y Alec observaron el dibujo por más tiempo. Clary tocó con sus dedos los ojos tristes de la imagen.

―No puedes ocultarme nada así que te preguntare de nuevo: ¿Qué te pasa?

Creo que algo muy malo va a pasar en el planeta, un vampiro lunático está detrás de ti, pero no tengo la fuerza para defenderte, además de que mi novio sigue enamorado de su legendaria ex con la que, por cierto, no podría competir.

Suspiró.

―Nop, nada ―Dijo finalmente Alec Lightwood. Clary torció su boca en señal de desaprobación.

―Como quieras, pero debes saber lo que les pasa a los mentirosos…

―Les crece la nariz, ¡que susto! ―Rio débilmente Alec.

―No. Son víctimas del sermón colectivo.

―Tu no harías eso.

―Lo haré ―Respondió Clary, tomó su teléfono presionando la pantalla con practica y decisión―. Justo ahora estoy convocando a una reunión urgente en Java Jace.

Alec no quería enfrentarse a las preguntas de sus amigos, pero si moría por un café.

―Está bien ―Dijo sin ningún temor de las amenazas de Clary―. ¿Qué es lo peor que podría pasar?


* * *


Ahí estaba; con las miradas fijas de sus amigos sobre él. Aun cuando la tarde había llegado con un aire fresco y renovador, no se sentía con ánimos de estar fuera. Fue afortunado cuando se dio cuenta de que realmente los únicos interesados en él eran Clary y Jace, quien se había quitado su mandil de servicio para sentarse un momento con ellos.

―Habla. ―Pidió el rubio.

Alec vio por encima del hombro de su hermana.

―Creo que el color marrón es mejor, queda con las encimeras de la cocina y como su departamento es de estilo abierto…

Isabelle, quien no le había puesto atención lo miró para agradecerle, ella y Simon estaban comenzando a elegir muebles nuevos para el salón principal, una forma de hacer cosas en pareja, una de esas cosas que hacen las parejas seguras. No quiso pensar en la idea de hacerlo alguna vez con Magnus, no quiso pensar tampoco en Magnus.

―Deja de ignorarnos, amigo. En verdad me preocupas.

Alec tomó con gracia su café.

― ¿Te preocupo?, ¿por qué?

Jace conocía a Alec lo suficiente como para saber que estaba fingiendo desinterés.

―Estas triste, deprimido o algo. ¿Peleaste con Magnus?

―No.

― ¿Todo está bien entre ustedes?

No.

―Si.

Era muy extraño ver un mal humor en Jace, pero claramente la actitud de Alec le molestaba, su rostro lo dijo antes de que se acercara un poco más para comenzar a hablarle de manera más severa.

―Escúchame bien, Alec…

― ¡Mira Alec! ―Dijo Isabelle sin darse cuenta de que interrumpía a Jace―. ¡Es Maia!

La chica saludó a Maia y al grupo que venía con ella a la distancia y mientras tomaban otra mesa en el jardín de Java Jace. Maia saludó casi con la misma alegría a Isabelle levantando su mano.

Jace respiró hondo buscando paciencia.

―Ahora vuelvo ―Anuncio antes de ir a atender a los nuevos comensales.

Simon era uno de los mejores amigos de Jace, a ellos les gustaba conversar en cada momento así que se levantó para seguirlo hasta el troque que servía de cocina.

Maia se acercó a la mesa de Isabelle, Clary y Alec.

―Me alegra verlos ―Dijo con la serenidad que le caracterizaba. Los tres chicos le sonrieron.

―No sabía que también frecuentabas este lugar ―Comentó Alec recordando no haber visto a Maia antes ahí.

―Recién me lo han recomendado, espero y sus crepas sean lo que dicen o estaré decepcionada.

―No te decepcionaras ―Dijo Clary orgullosa de su novio.

Maia miro a Alec.

― ¿Podría hablar contigo? Es sobre un nuevo evento que quisiera me ayudaras a organizar.

Alec se apresuró a levantarse.

―Claro. ―Miró a su hermana y amiga―. Ahora vuelvo, chicas.

Los dos caminaron unos pasos fuera de las sombrillas que estaban acomodadas sobre el pasto.

―Dime que es sobre Calabozos y Dragones, tengo un par de ideas reservadas para eso.

El rostro de Maia fue severo.

―Lily me envió junto a mis compañeros, somos la escolta oficial de Clary. La vigilaremos hasta que nos enteremos de lo que De Quincey planea.

Había olvidado al vampiro, había olvidado a Lily, había olvidado el peligro por unos minutos, pero ahora estaba ahí, de frente y esperando por él.

Alec talló su rostro.

―Sé que no eres un vampiro, así que…

―Soy un lobo ―Le informó Maia con seriedad―. Miembro de la manada de Nueva York.

¿Manadas? ¿Manada de Nueva York? ¿Cuántas manadas hay?

Alec aceptó que no tendría las respuestas a eso de manera sencilla y asimiló la información tranquilamente.

―Debiste habérmelo dicho, solo por ¿tacto? Maia rio.

― ¿Habría una forma en la que tú me hubieras creído?

Ambos chicos se quedaron observándose mutuamente.

―No, claro que no, aun ahora que lo he visto, me es difícil creerlo. Maia palmeó el hombro de Alec.

―Tranquilo, te iras acostumbrando a nosotros, mientras tanto, usaremos el evento como una excusa para poder estar junto a ustedes.

―Por supuesto, es una excelente idea.
Maia podía sentir los nervios de Alec crepitando dentro de él, podía percibir la ansiedad e incluso el cansancio. Se compadeció del chico que siempre se había distinguido como una estrella de rock, segura y brillante en cada momento.

―No te preocupes, no vamos a dejar que nada le pase. ―Le dijo firme y con cariño.

Alec confiaba en Lily y también en Maia, sin importar lo que Magnus dijera, ellas eran sus amigas, podía entender por qué se habían mantenido ocultas, pero ahora que las cosas se habían complicado, estaban con él sin importarles si quiera su propia seguridad, eso hacían los amigos, aun cuando eran centenarios o no.

―Lo sé. ―Dijo Alec― Gracias.

La tarde transcurrió tranquila y amena, llegó la noche y la hora de cerrar con ella. Pero los amigos estaban lejos de querer dejar de estar juntos.

―Vayamos al club ―Dijo Clary en brazos de Jace―. Hace tanto que no salimos.

―Estoy dentro. ―Respondió Jace.

―Me parece buena idea. ―Secundó Simon e Isabelle le sonrió con emoción aceptando la propuesta.

Maia había dejado a sus amigos para unirse a ellos.

―Espero me dejen acompañarlos. Isabelle la tomó del brazo.

―Por su puesto. ―Después miro a su hermano―. Llamarás a Magnus ¿cierto?

Alec negó con la cabeza.

―Está ocupado y prefiero no molestarlo.

Isabelle difícilmente era intrépida, pero sus hermanos eran su más grande móvil para cualquier cosa. Ella se levantó ferozmente.

―Nada de eso, Alec Lightwood. Iremos a su departamento y le invitarás personalmente.

―Buscaremos unas flores en el camino ―Se unió a la tarea Maia.
Al parecer la decisión había sido tomada y el grupo se dividió en dos. Alec se las ingenió para acercarse a Maia en el camino a su auto.

― ¿No deberías ir con Clary? ― Murmuró asegurándose de que Isabelle no le escuchara.

Maia tocó el hombro del chico.

―Lily no está preocupada solo por Clary, ella me pidió que no me despegara de ti, pero no te preocupes, Clary está protegida por los dos mejores lobos de la manada.

Alec suspiró, no podía entender cuando en su mundo esas palabras tenían que ser tomadas como una señal de no preocupación.

―Está bien ―Dijo sin ánimos.

―Intenta pasarla bien esta noche, ¿de acuerdo? Créeme, Alec, tener la visión no es tan terrible.

Alec respondió con la cabeza mintiendo en algo que parecía ser imposible para él.

Izzy buscaba en su teléfono, como siempre lo hacía cada vez que tenía oportunidad sobre recomendaciones, en esta ocasión, una florería abierta a esa hora.

El auto de Alec se movía entre las luces y las angostas calles del este acercándose a la Avenida Manhattan. Maia asomaba su cabeza desde la parte trasera para dar indicaciones sobre cómo evitar el tránsito.

―Podemos solo llamarle y pedirle que esté listo y…

― ¡No! ―Dijeron al unísono Isabelle y Maia.

―Harán las paces hoy –dijo Isabelle con ese toque mandón que pocas veces surgía de ella―. Dijiste que no estaban mal, pero te conozco, están mal y hoy lo arreglan.

―Estoy de acuerdo. ―Dijo Maia.

Alec estaba a punto de protestar cuando sintió un jalón en el avance de su coche. Después un ruido extraño y por último el motor actuaba como si estuviera a punto de apagarse.
― ¡Maldición! ―Dijo Alec e inicio su lento y molesto avance hacia la cera de la calle.

Entonces el motor se apagó y no volvió a encender.

―Esto es demasiado extraño. ―Dijo Alec―. Acaban de afinarlo y, aun así, nunca había fallado.

― ¿Nunca? ―Preguntó Maia.

Alec contestó con su cabeza mientras tomaba su teléfono para llamar al servicio de carretera.

Isabelle no parecía en lo absoluto preocupada por la contingencia, por el contrario, ella saltó del auto hacia el negocio que estaba frente a ellos.

― ¡Florería! ―Anunció alegremente mientras corría hacia la entrada―. ¡Qué casualidad!, esto es suerte.

Todo parecía estar pasando demasiado rápido como para que Maia pudiera pensar en todo de la forma que le hubiera gustado.

―Demasiada suerte y casualidad para mi gusto ―Dijo la chica mientras salió del coche detrás de Isabelle.


* * *


―Tengo lo que buscas ―Respondió el encargado de la florería a la ilusionada chica―. Ven conmigo, están en el refrigerador, así me indicas cuáles prefieres.

Isabelle sonrió y comenzó a seguir al encargado; un hombre grande con un pesado mandil de cuero.

―Wow, wow. ¿A dónde vas? ―Preguntó Maia a Isabelle. Isabelle no entendía la actitud de su amiga.

―Atrás, tienen las flores favoritas de Magnus ¿no es genial?

Maia respiró profundo y miro afuera a través del cristal y de todos los carteles en ella amontonadas. Alec estaba dentro del auto con su teléfono al oído y documentos en sus manos, ocupadamente respondiendo todo lo que la aseguradora le estuviera pidiendo. Pero ella no podía dejar atrás la terrible sensación de que algo estaba mal.

―Yo iré ―Dijo Maia finalmente―. Quédate aquí, espera a Alec.

Isabelle se encogió de hombros por el extraño comportamiento, pero obedeció.

―Lo que digas.

Maia caminó hacia la parte trasera del negocio, sus sentidos se encendieron, sin poder entender del todo el porqué. Una mirada rápida a su alrededor le bastó, un paso y notó una mancha cerca de la vidriera, dos pasos y la fuente, al tercer paso, pudo ver el cuerpo tumbado sin vida detrás del mostrados, con su brazo caído al costado y las marcas de los colmillos en su muñeca.

Maia levantó la mirada y el vampiro que era el encargado le sonreía bestialmente.

― ¡Corre! ―Gritó Maia a Isabelle antes de que se adentrara a la batalla con el vampiro.

Isabelle corrió afuera en busca de la ayuda de su hermano con la terrible idea de que eso era un asalto. Ella gritó y Alec dejó todo lo que hacía para ir hacia ella. Isabelle le contó entre gritos lo que ocurría dentro de la florería, pero Isabelle no sabía lo que realmente estaba sucediendo, le bastó a Alec mirar rápidamente al interior del local para descubrir la verdad; Maia estaba luchando con un vampiro y ella parecía estar ganando.

Regresó a su auto rápidamente para tomar su mochila en donde tenía lo único que podría usar como arma. La idea de que la daga se la hubiera dado Camille llegó su mente con una incomodidad que tuvo que dejar ir. Justo ahora, cualquier ayuda era bien recibida.

―Escúchame. ―Le dijo Alec tomando por los dos brazos a su hermana―. Tenemos que irnos de aquí.

― ¿Dejarla? No podemos dejarla…

Isabelle protestaba mientras su hermano la llevaba a rastras hacia la calle principal, la casa de Magnus no estaba lejos; una cuadra y unas cuantas casas delante de ellos, pero Alec se detuvo aun forcejeando con Isabelle para observar a su alrededor, las calles estaban imposiblemente vacías.

― ¿Qué ocurre? ―Se dijo a sí mismo en un murmullo y tomó su teléfono con una mano mientras la otra seguía tomando fuertemente a Isabelle.

Intentó llamar a Magnus, pero antes de que lo lograra el teléfono dejó su mano y se estrelló contra una de las paredes de ladrillo, los pedazos cayeron al piso como si este hubiera sido de porcelana.

― ¿Qué pretendes? ― Preguntó la mujer que salió de las sombras―. No necesitamos a nadie más, Alexander, estamos aquí los que debemos estar.

Alec se colocó frente a su hermana.

― ¿Camille? ¿Qué haces? ¿Qué ocurre?

Camille se movió como una pantera acechando a su presa, lenta y firmemente.

― ¿Dónde está la daga que te he dado?, ¿no consideras que es momento ideal para usarla?

Alec metió su mano a la mochila que colgaba a través de su pecho e hizo aparecer la daga. Sin importar lo que pasara, aun cuando sabía que era inútil, enfrentaría a Camille para salvar a su hermana.

Isabelle podía notar el temor de Alec, ella se había pegado a su brazo por instinto, de alguna manera le temía a esa misteriosa mujer.

― ¿Qué han hecho? ¿En dónde están las personas? ―Preguntó Alec intentando entender lo que ocurría.

Camille le sonrió tenebrosamente.

―Los vampiros solemos ser muy persuasivos, no temas, están seguros en sus hogares. ―Una prolongada pausa―. Por ahora.

Alec dio dos pasos atrás cuando la vampira se había acercado a ellos.

― ¿Qué?... ―Tartamudeo―. ¿Qué haces? Dímelo ya.

Camille vio a la daga.

―No la has despertado. ―Su voz era amable, pero en sus ojos había fuego―. Necesito que la actives, ¡AHORA!

Alec e Isabelle cayeron juntos hacia el frio concreto.

― ¿Quién es ella, Alec? ―Preguntó la chica temblando.

Entonces la atención del vampiro se posó sobre la chica de enormes gafas.

―Creo que es verdad, a final de cuentas, necesitas un incentivo más poderoso.

Alec se levantó aun intentando alejarse de ella y aún más importante: mantener a Isabelle alejada.

Levantó la daga apuntando hacia Camille sin tener ninguna idea de lo que hacía realmente.

―No sé lo que intentas o lo que quieres con nosotros, pero no lo hagas, si lo haces, Magnus nunca te perdonara.

Camille se detuvo e inclino su cabeza, ella sonrió con un gesto de piedad fingida.

―Alexander ―Dijo aleccionando―. Sin importar lo mucho que se amen, eres mortal, nunca lo entenderías realmente.

Camille continuó su avance y Alec se adelantó a ella para intentar proteger a su hermana. Camille movió su mano sin mucho esfuerzo tocando a Alec lanzándolo hacia una de las vitrinas de los locales, su cuerpo y el vidrio chocaron haciendo que el ruido inundara los oídos de Isabelle, ella gritó por su hermano e intentó llegar a él. Solo pudo acercarse y verlo tirado en el piso con la sangre y el afilado vidrio a su alrededor.

 Gritó de nuevo por él, pero Camille la tomo del cuello.

―Se supone que debe ver cómo te asesino ― Le explicó la mujer levantando a la chica del piso―. Creo que me esforcé de más, pero ese chico es una piedra terrible en mi camino. ―Miro a Isabelle fríamente mientras ella jadeaba por aire―. Ahora debo pensar si el matarte vale la pena.

Isabelle estaba peleando contra ella inútilmente y esforzándose para conseguir el aire que le estaba siendo cortado. La vampiro tomó la decisión y levantó su mano atrapando los ojos llorosos de Isabelle.

―No le dirás a nadie que me viste, esto fue una situación fortuita, un desafortunado robo sin propósito.

Las manos de Isabelle cayeron a sus costados mientras sus pies tocaron de nuevo el piso, sus ojos estaban perdidos cuando aceptó la orden con su cabeza.

Camille desapareció con la velocidad que le caracterizaba, muy poco tiempo antes de que Maia apareciera desde la florería para ayudarles. Ambas chicas corrieron hacia Alec que estaba lentamente levantándose.
El chico no podía moverse, pero con la poca fuerza que le quedaba abrazó a Isabelle protectoramente.

― ¿Te lastimo? Dime, por favor.


―No, Alec, estoy bien, el sujeto te empujó y después se fue, seguro por miedo a que la policía llegara.

Alec no entendió las palabras de su hermana.

― ¿Qué sujeto? ―Quiso saber―. ¿De quién hablas?


Isabelle tocó una de las heridas que el vidrio había dejado en el rostro de Alec.

―El que nos atacó a Maia y a mí, el que intentaste detener.

―Pero… ―Alec buscó el rostro de Maia para encontrar una respuesta que tuviera más sentido―. ¿De qué sujeto habla? Fue Camille, ella…

― ¿Quién es Camille? ―Preguntó Isabelle sinceramente consternada.

Alec movió su cabeza.

―La viste ¿cierto, Maia? Tú la viste.

Maia le ayudó a levantarse, mientras la chica estaba lastimada, Alec tenía una condición que parecía aún más grave, había sangre en sus ropa y terribles cortes en sus brazos y rostro.

―Lo lamento, Alec, no vi a Camille, solo al… ―Pensó mejor sus palabras al referirse al vampiro con el que había luchado―. Al hombre que me atacó en la florería.

Isabelle se preocupó más por el estado de su hermano ya que estaba claramente confundido.

―Debemos ir al hospital, llamaré a Magnus.

Pero no hizo falta, el rostro de Magnus casi deforme por la angustia apareció en la calle y en un segundo estaba sobre ellos y sobre Alec con sus manos en el rostro del chico examinándolo.

― ¡Santo Dios, por Dios!, ¿Qué fue lo que te paso? ¿Qué paso?

―Camille. ―dijo Alec débilmente―. Fue Camille.

Fue como si alguien hubiera golpeado a Magnus con un camión.

― ¿Cómo pudo hacer algo así? ―Murmuró en un profundo lamento.

A Isabelle no le parecía correcto lo que pasaba.


―No, Alec. Te lo dije, fue un hombre.

Magnus ayudó a Alec a salir de la tienda con cuidado para que los vidrios no causaran más daño.

― ¿Estás segura de eso? ¿viste quien hizo esto? Isabelle movió su cabeza con firmeza.

―Maia y yo, estaba en la florería y…

― ¡No! ―Dijo Alec mientras era dejado en la banqueta―. Fue ella, fue Camille ¿Por qué no se lo dicen?

―Basta Alexander ―dijo Magnus haciendo que sus manos sanaran sus heridas, era bastante difícil hacerlo mientras además escondía su magia de las dos chicas―. Tu acusación no tiene razón de ser.

― ¿Por qué mentiría con algo así? Estoy diciendo la verdad. Ella dijo que quería hacerle daño a Isabelle y que yo debía verlo, dijo que era un incentivo para…


― ¡Basta! ―Exigió el brujo dejando a Alec en un impactante silencio―. No entiendo tu actitud y el propósito de tu acusación infundada. Deja a Camille fuera de esto.

Alec dejó que su cuerpo se recargara aún más sobre la pared, el dolor repentinamente se había ido, quizás por la magia de Magnus, la que lograba ver con demasiada claridad, se sentía tan herido, de una forma en la que no tenía nada que ver con sus cortes y el golpe, se sintió vacío y solo, aun con Magnus ayudándole desesperadamente como lo hacía, hubiera cambiado eso por una sola mirada de fe en él. Pero era imposible, Magnus tenia fe, pero no en él, nunca la tendría en él como la tenía en Camille.

Maia e Isabelle se habían alejado un poco en espera de la ambulancia, pero Alec solo tenía ojos para Magnus y su rostro de furia.

― ¿Tanto la amas? ―Preguntó.

Magnus levantó la mirada, Alec siempre había pensado en sus ojos como una braza, una que siempre brillaba con la suficiente fuerza como para mantenerse cálido, ahora, sus ojos eran dos hielos que lo fulminaban hasta los huesos.

Magnus no lo saco de su error, ya que no lo había. Tampoco se notó sorprendido por la pregunta.

―Eres mortal. ―Le dijo con voz de hierro―. Nunca lo entenderías.

Sin importar lo mucho que se amen, eres mortal, nunca lo entenderías realmente.

Él podría amar a un inmortal y hacerlo con toda su alma, nunca se imaginó que la infinidad sería como un contenedor insaciable. Nunca se imaginó que un inmortal no podría amarlo de regreso.

Ambos inmortales tenían razón; Alec no podía entenderlo.



Continuará…






♥♥♥

Sé que ha pasado muchísimo tiempo para una actualización de este fic, aun así, espero lo hayan disfrutado y les aseguro que no volveré a abandonarlo.

Gracias a todos por su paciencia, pero sobre todo…
¡Gracias por leer! ♥


Ilustración de @Neiara29 (¿No es hermosa? ♥)
Beta: @PitaGonzalezMe ♥

¡Nos leemos en los comentarios!
@MayGraciela♥








Comentarios

  1. Además de que las personalidades de Alec, Magnus e Izzy son extremadamente diferentes en esta dimensión, una de las cosas que más amo de que escribas es que nos das situaciones a profundidad que la historia canon o la serie no nos pudieron dar.

    Sé que Mundo Invertido empezó como un One Shot y no sé si le diste vida o el fic te dijo que aún tenía más para darte, pero estoy profundamente enganchada a cada idea que albergas, no dejes de nutrirla hermosa, que amo la vida que estos personajes viven a través de tus ojos.

    Es extraño ver a Camille como la numero dos… Pero no me molesta pensando que, para variar, ella debería ensuciarse las manos. Me encanta ver ese lado protector de Alec hacia alguien que no es de la familia y no puedo esperar a ver como Clary cobra más importancia, yo sé que es un blog de fanfics de Malec, pero que explores gran parte de trama siguiendo un poco más la vida de los otros personajes, me parece MÁS interesante y me mantendrá a mí y a TODAS más al pendiente y con más ganas de ver tus actualizaciones.

    No importa que te tome tiempo, gracias por tu trabajo, tu paciencia, tu tiempo y el amor que imprimes en cada línea que nos das.
    Te adoro, hermosa y estoy ansiosa por ver la dinamiza de Izzy, Clary, Simón y Jace en esta historia.

    Con amor:

    Pita.

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  2. Es impresionante la manera como narra tus historias; nos envuelve en los personajes y sus emociones.
    Felicitaciones!
    Parabéns pelo belo trabalho.

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  3. Te odio tanto Camille!! 😠😭 Magnus no te dejes engañar por la bruja de Camille! Siempre arruinando mi Malec 😭😭😭😭

    Que felicidad que hayas retomado de nuevo la historia 🙌 como simpre es un gusto enorme para mí leerte porque escribes de maravilla 😍 esperaré como siempre con muchas ansias y alegría tus actualizaciones porque me dejas siempre con la intriga y con ganas de más 😂

    Muchas gracias May 😙❤

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  4. De verdad pensé que no volverías, me encanto eres excelente y de todas esta es la mejor versión de ellos, por favor actualiza pronto. Se te extraña y como siempre me dejaste llorando y con la idea de que Magnus y Alec no deben estar juntos

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  5. Aunque tardes en actualizar yo seguiré esperando, por favor no dejes esta historia sin terminarla.

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  6. Vamos quiero saber que pasa .. n9 me dejes c9n la duda ..

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  7. Habrá continuación? Está genial la historia !!

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  8. súper gracias por el capítulo, aunque veo problemas en el futuro espero que todo salga bien con malec

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