Te Encontrare Cap 13
El
aire en los pulmones de Alec dolía con cada exhalación. Ahí, frente a él estaba
de nuevo y Alec no podía moverse.
-Max
–Lo llamo. y su cuerpo lo obedeció finalmente al dar un paso hacia el pequeño.
Se congelo al ver que Max se alejó dando un paso atrás. -¿Qué sucede? –Pregunto
angustiado.
-Tú
no eres mi hermano. –Dijo Max acusando a Alec.
-¿Qué
estás diciendo? Claro que lo soy. Mírame. Soy tu hermano. Max ven. –Dijo y
extendió su mano.
-Mi
hermano nunca se comportaría así, mi hermano seria inteligente y les diría a
todos los que el demonio le está haciendo.
-Max.
–Dijo Alec sacudiendo la cabeza. –No lo encuentran, no pueden salvarme. No
puedo hacerles eso.
Max
miro a Alec con frialdad. Demasiado duro como para soportarlo.
-Max
–Llamo de nuevo Alec y sus rodillas cayeron al suelo. –Por favor, ven –Alec
extendió sus brazos hacia su hermano.
Max
negó con la cabeza. –¡No! No hasta que me pruebes que eres Alec.
-¿Cómo
hago eso? –Dijo Alec con dolor.
-Sálvate.
–Exigió Max. –No te dejes vencer.
-No
puedo.
-Entonces
no eres un Lightwood.
-¡MAX!
–Grito Alec mientras miraba como el pequeño se alejaba de él corriendo.
Desapareciendo en la oscuridad.
*
* * * *
Alec se sentó en su
cama de un sobresalto. Su respiración estaba muy agitada, podía sentir su
camiseta mojada por el sudor. Era un remolino de emociones, todas girando en su
pecho sin dejarlo respirar, angustia, miedo, coraje, confusión, necesitaba
sacarlo, necesitaba terminar con ello. Sintió la necesidad de gritar…
-Wow, wow. –Dijo
Magnus mirando a Alec. -¿Qué pasa?
Alec se percató de
Magnus y se sintió aliviado en un segundo. –Magnus. –Dijo en un suspiro
mientras lo tomaba con fuerza del abrigo para acercarlo. –Estas aquí.
Magnus lo abrazo con
igual fuerza aun sin salir de su asombro. -¿Qué pasa? –Pregunto al percatarse
de la forma en la que temblaba en sus brazos.
-Una pesadilla. –Dijo
Alec en el cuello de Magnus. –Max… él…
-Shus –Susurro Magnus
en el oído de Alec como si este fuera un niño, mientras acariciaba su cabello
–Todo está bien, estas despierto ahora.
El Cazador se aferró
a sus brazos por bastante tiempo más.
Alec se separó tan
solo un poco para mirar a los increíbles y hermosos ojos de Magnus que lucían
preocupados ahora. Y llevó su mano hacia el cuello del brujo, acariciando el
costado de su rostro y bajando hasta su hombro. Alec, con Magnus así de cerca
no se sentía como un niño para nada.
-Bésame. –Le pidió.
–Magnus, bésame.
Magnus perdió el
aliento. Se precipitó hacia los labios de su amado. Alec lo tomo con mucha más
fuerza, la cercanía que tenían ahora no era suficiente ni tampoco los besos
ansiosos y desesperados.
-Magnus. –Dijo Alec
haciéndole una petición al brujo, una hermosa e irrefutable petición.
Como si se tratase de
un arrebato, Magnus aparto las mantas para abrirse camino dentro, con Alec,
quedando sobre su regazo, sus piernas alrededor de Alec, mientras recibía ayuda
del chico para deshacerse del abrigo el cual cayó al suelo junto con la
camiseta de él.
Alec se percató
ligeramente de la magia que flotaba entre ellos, cada vez más familiar a sus
ojos. Se preguntó cuánto tiempo se tendría que pasar con una persona para que
algo distintivo de él, pareciera un aspecto propio. Se percató de una manera
mucho más fiel, de cómo el resto de sus ropas se habían ido, por completo.
Sentir a Magnus así,
desinhibido y con más seguridad que con la que había estado la última vez que
estuvieron solos en el apartamento, era algo nuevo y fascinante. Sus manos
recorrían su espalda libremente como si supiera que le pertenecía, Alec no
podía pensar en que fuera de otra manera.
Las manos de Magnus
estaban anidadas en su cuello para sostener su cabeza en donde tenía que estar,
sus labios eufóricos y apasionados.
Magnus tenía el
control por completo y Alec se sentía encantado por ello.
Sus labios se
separaron, Alec estuvo a punto de protestar antes de sentir las manos de Magnus
aferrándose fuertemente a sus hombros para luego percatarse de cómo Magnus
dejaba que entrara en él. Alec ahogo un grito en el suave pecho de Magnus
mientras este levantaba su rostro al techo y dejaba surgir una exhalación
fuerte, tan fuerte que quizás fue escuchada en gran parte del instituto. De eso
se enterarían después.
Sentirse dentro de
Magnus era hermoso y enloquecedor, cada movimiento dirigido por el brujo a su
propio paso y voluntad le hacían estremecerse y desear más. Magnus acelero los
movimientos, Alec dijo su nombre mostrándole su adoración, y se aferró a él tan
fuerte como le fue posible.
Alec acaricio. Beso y
probo todo cuanto le era posible y tenía a su alcance de la piel del brujo,
trazo con sus manos cada una de las finas líneas del cuerpo de Magnus, mientras
el brujo seguía moviéndose a placer sobre él. Alec tenía sus ojos cerrados
cuando sintió el tirón que hizo Magnus en su cabello obligándolo a subir la
mirada a su altura, frente a frente sus ojos se encontraron, Magnus pudo ver lo
oscurecido de sus ojos azules, llenos de pasión y en el silencio del momento
los labios de Magnus formaron una perfecta y encantadora sonrisa. Alec se
perdió en ella, si le sonrió en respuesta o no, no lo sabía, solo necesitaba
probar, probar esa sonrisa con sus labios.
No estaba consciente
del tiempo que duro ese beso, solo de Magnus.
De la maravilla de su ritmo perfecto que lo hacía subir al cielo, tocar
las nubes suaves y hermosas como Magnus mismo.
Alec enterró sus
dedos en la cadera del brujo, probo con su lengua su cuello. Alec gimió con fuerza
y no pudo más. Se desplomo hacia las almohadas detrás de él y Magnus lo siguió,
sus cuerpos alineados tan unidos de todas las maneras posibles se dejaron
llevar juntos al éxtasis, gritando y aferrándose a lo que les fuera posible,
fueron el pilar uno del otro…
Hubo silencio,
tranquilo y reconfortante. Alec aun respirando agitado bajo su rostro para
buscar el de Magnus que ya lo miraba con gracia, con su barbilla pegada a su
pecho. Alec sonrió, acaricio la mejilla del brujo y dijo:
-Te necesitaba.
Magnus sonrió
travieso -Se notó.
Alec ahogo una
carcajada. –Debo agradecer entonces, por preocuparte en atender mis
necesidades.
Magnus suspiro con exageración.
–De esto se trata una relación. –Dijo honorablemente. –De hacer ciertos
sacrificios por quien amas.
Magnus no resistió
más su propio juego y rio abiertamente. –Así que aquí estaré para seguir
sacrificándome por ti.
-Te lo agradezco.
–Dijo Alec entre risas.
Alec cerró su ojos
con fuera. –Seguramente nos escucharon en todo el instituto.
Magnus entrecerró un
poco su mirada hacia el chico. –Cada vez te escuchas más como tú mismo. –Dijo
reflexivo al notar la preocupación del chico. –Pero no tienes de que
preocuparte. Sin sonidos. Una de las ventajas de ser mi novio, Lightwood.
-Prometido. –Corrigió
Alec.
El pecho de Magnus
casi explota de afecto. –Eso es verdad. –Dijo conmovido. –Mi Alec. Mi
prometido. –Magnus subió a los labios de Alec. Se besaron ardiente y
eufóricamente con todas sus emociones girando entre ellos.
Alec se separó para
tomar aire. –Magnus. –Susurro.
-Lo sé. –Dijo el
brujo. –También te eche de menos.
*
* * * *
Alec despertó con la
luz del sol en su rostro. Se incorporó tallando sus ojos. La manta rodo sobre
su estómago desnudo, de inmediato se dio cuenta de Magnus que dormía
pacíficamente a su lado, extendió su mano para acariciar su cabello, Magnus se
movió ligeramente pero era evidente que no se despertaría próximamente. Alec
sonrió ante su imagen.
El chico se abrazó a
sus propias piernas. No podía quitar el sueño de Max de su mente. Sálvate. Le había dicho y se preguntó si
había una manera de hacer eso. No paso mucho tiempo antes de que recordara lo
que había sucedido la pasada mañana, cuando había ido a hablar con su madre y
esta le había confesado, de cierta manera, que siempre había sabido lo del
demonio. Alec escondió su rostro en sus piernas. ¿Qué tanto sabias? Se preguntó.
-¿Cómo te sientes?
–Magnus lo sorprendió.
Alec giro hacia él y sonrió.
–Bien. –Dijo lo mejor que pudo.
Magnus lo jalo de su
brazo desnudo para que se recostara. Sus rostros quedaron uno frente al otro.
-Me asustaste. –Dijo
Magnus. –Te desmayaste en casa de Los Carter y no despertaste hasta ayer en la
noche. Los Hermanos silenciosos no sabían que te había pasado y tampoco yo note
nada malo en ti. Simplemente no despertabas.
-¿Dónde está?
–Pregunto el chico con tristeza.
-Maryse y Robert la
interrogaron, o por lo menos eso intentaron, ella no dejo de llorar en ningún
momento, la tienen bajo custodia en una de las habitaciones, necesitaban
esperar a que se calmara.
-¿No les ha dicho
nada? –Dijo Alec con sincero asombro.
-No. –Dijo Magnus.
–Estoy empezando a sospechar que tus padres no tardaren en pedirme un método
mágico para hacerla hablar. –El brujo tallo su rostro.
Alec no dijo nada.
-No tienes por qué
preocuparte. –Dijo el brujo enredando su mano en el cabello de Alec. –La Clave
se encargara de ella.
Alec asintió. Pero el
no preocuparse era una petición
imposible en ese momento.
Alec y Magnus salieron
de la habitación. Magnus se las había ingeniado con su magia para hacerse de un
nuevo conjunto extravagante. Mientras que Alec estaba vistiendo un traje
completo de Cazador de Sombras. –Cualquiera pensaría que esta ropa seria
incomoda. –Dijo Alec moviendo sus brazos en círculos.
Magnus se acercó a
él. –Yo pondría un par de lentejuelas plateadas. –Dijo el brujo mientras
acomodaba una de las correas de la equipacion. –Pero Los Cazadores de Sombras
nunca han apreciado la importancia de la moda. Alec rio y Magnus se inclinó a
besarlo. En ese momento Jace aparecía por el pasillo, de inmediato camino hacia
ellos.
-Estaba por
llamarlos. –Dijo el chico.
-Siempre inoportuno.
–Dijo Magnus.
-Te recuerdo que este
no es tu apartamento…
Magnus levanto la mano
y una pequeña bola de fuego azul se formó en su palma.
Jace cambio su
actitud en un segundo –Pero eso no significa que no puedas sentirte como en
casa, por favor Magnus, recibe nuestra hospitalidad.
Alec ahogo una risa,
la magia de la mano de Magnus se esfumo. –Te lo agradezco. –Dijo Magnus
sencillamente.
A Alec le pareció muy
extraño ver a Jace intimidado por algo o alguien. Se pregunto acerca de la
magia de Magnus y que tan poderoso podría ser.
Los chicos observaron
a Maryse y Robert Lightwood en compañía de un hermano silencioso. Alec lo reconoció,
era el hermano Enoch. Robert siguió su camino con el Hermano Enoch hacia el
final del pasillo. Maryse se acercó a ellos.
-¿Cómo te sientes?
–Pregunto a su hijo.
Alec no quito la
mirada de la habitación en donde había entrado su padre.
-¿Ella esta ahí?
–Pregunto como si su madre no hubiera hablado.
Maryse asintió.
-¿Les dijo ya algo?
–Pregunto Jace.
-Nada. –Dijo Maryse.
–Solo pide hablar con su hijo.
Alec dio un paso
atrás. –No quiero verla. –Dijo de inmediato.
-Y no lo harás. –Dijo
Maryse. –No volverá a cercarse a ti.
Jace no había
escuchado ese tono sobreprotector desde que eran niños.
-Encontraremos la
manera de que nos diga todo lo que sabe. –Maryse miro por un segundo hacia
Magnus. Al brujo no le sorprendió.
*
* * * *
Alec apenas toco el
desayuno que Maryse había preparado para ellos. Él miraba fijamente a su plato
y movía los alimentos de un lado a otro del mismo.
-Inténtalo. –Pidió
Magnus.
Alec lo hizo lo mejor
que pudo.
Después del desayuno
caminaron de nuevo hacia la habitación de la Señora Carter. Maryse les informo
que no había progreso, y reitero su interés en ver a Alec.
Esta vez, Isabelle
protesto en su nombre.
Alec y Magnus estaban
sentados en el suelo, en el pasillo fuera de la habitación en donde estaban Los
Lightwoods interrogando a La Señora Carter, Jace estaba frente a ellos,
recargado sobre la pared con un pie arriba, sus brazos cruzados sobre su pecho.
Miraba algo entretenido como Alec tenía en su poder la mano de Magnus y tallaba
con sobre interés una de sus uñas intentando quitar el esmalte desgastado.
Magnus lo estaba dejando, suponiendo que eso sería mejor que verlo caminar de
un lado a otro frente a ellos. Algo que extrañaba de Alec era la serenidad que
le recorría aun en momentos de ansiedad.
Otro problema era que
a Magnus no le gustaba estar en el suelo, era incómodo y no tenía doce años.
-Cariño. –Dijo Magnus recuperando su mano y comenzando a levantarse con
dificultad, se sentía entumecido. –Deberás de buscar algo más que hacer.
Alec dejo ir la mano de Magnus decepcionado, estaba a punto de terminar con
esa uña. El chico echo su cabeza atrás. –Mataría por tener mi PSP. –Dijo. Jace y Magnus se miraron y
se encogieron de hombros, no tenían idea de lo que hablaba.
-En realidad no tenemos que estar aquí. –Dijo Jace. –Podemos hacer algo de
mayor provecho en la sala de entrenamiento.
-¿Tienes un problema, cierto, Cazador de Sombras? –Dijo Magnus y Jace solo
le dedico un rostro aburrido.
-Definitivamente será mejor que estar aquí sin hacer nada. –Dijo Jace en su
propia defensa.
Magnus abrió la boca para responder.
-De acuerdo. –Dijo Alec dejando las intenciones del brujo a medias. –Es
verdad, aquí no estamos haciendo nada.
Alec se levantó con mucha facilidad. Caminaron hacia la sala de
entrenamiento. Al llegar al filo de las escaleras principales. Se percataron de
una visión muy improbable. Isabelle y Simon habían salido del elevador
acompañados por Gwen.
Gwen.
Alec bajo las escaleras tan rápido como pudo. La chica apenas lo miro y
corrió hacia él para abrazarlo.
-Hola. –Dijo Alec con entusiasmo. Apenas se percató de la expresión de Gwen,
su actitud cambio. -¿Qué pasa? ¿Qué paso?
-Nada por suerte. –Dijo Isabelle acercándose.
-¿De qué hablas? –Alec se miraba cada vez más ansioso. Busco el rostro de
Gwen pidiendo una explicación.
Ella suspiro. –Estaba esperando la llamada de mi tío, cuando me di cuenta
de un auto que estaciono frente a casa. Espere a que llamaran a la puerta pero
no lo hicieron, los sujetos que salieron del vehículo, solo se quedaron ahí
mirando hacia la casa, después llego otro auto, y luego otro…
-¿Qué? ¿Quiénes eran? ¿Qué querían?
-No lo sé. Yo… Me asuste, Salí por la puerta trasera y cuando uno de ellos
me miro, me sujeto, me dijo que tenía que ir con ellos.
-Dios mío. –Exclamo Alec.
-Fue entonces que Isabelle y Simon aparecieron. Ellos dejaron inconscientes
a todos ellos y me trajeron aquí.
Alec miro a su hermana. –Gracias. –Le dijo.
Isabelle le sonrió. –No agradezcas. –Dijo sencillamente. –Me debes y me
cobrare. –Dijo sonando petulante y encantadora al mismo tiempo.
-Si por su puesto.
-Supongo que no se quedaron a averiguar quiénes eran. –Indago Magnus.
-No hizo falta. –Dijo Simon. –Los vehículos tenían el símbolo de
Pandemónium en los costados.
No hubo ninguna señal de asombro. Alec tallo sus ojos con desesperación.
Magnus se acercó preocupado y floto su espalda.
-Luces terrible. –Dijo Gwen sin apartar sus ojos de los de Alec. –En verdad,
te vez enfermo.
Era verdad, Alec tenía unas grandes lunas negras bajo sus ojos, sus pómulos
resaltaban un poco más por la delgadez de su rostro y su piel lucia más pálida
de lo normal.
-Estoy bien. –Mintió Alec. –Papá. ¿El?
-Salió. Tú lo sabes, se va cada mitad de mes.
-Por lo menos por tres días. –Dijo Alec. –Cuando regrese… -Alec paso ambas
manos por su cabello con frustración.
-Basta. –Dijo Jace. –No son tu problema ahora.
Gwen bajo la mirada, era verdad, ella lo sabía así que no dijo nada. Sin
embargo Jace no fue insensible ante ella. Se mordió el labio con
arrepentimiento.
-Debes entenderlo. –Dijo Jace con amabilidad. Gwen se sorprendió, Jace se
miraba todo el tiempo como un ser indestructible, fuerte y feroz. Ahora le
hablaba mirándose vulnerable. –Alec es mi familia, más cercano que un hermano,
debo anteponer su seguridad, protegerlo, por lo menos hasta que sea capaz de
protegerse el mismo de nuevo.
Gwen asintió lentamente.
-Pero eso no significa que no te ayudaremos, -Continuo Jace. –Somos
Cazadores de Sombras y debemos proteger a los mundanos.
Proteger. La palabra hizo eco en la mente de Alec, llenándolo de
una ansiedad abrumadora. Es hora. Le
dijo una voz en su cabeza. Debes
protegerlos. Era un sonido conocido, demasiado familiar para no darse
cuenta, era su propia voz, era él mismo. Era Alec, que había sido empujado y
escondido en lo más profundo de su ser, cubierto por recuerdos falsos y ajenos.
Pero que seguía ahí, intentando salir desesperadamente para poder proteger a
quienes amaba.
Algo se encendió dentro de él, el miedo que se había anidado en su pecho
desde hace ya bastante tiempo, fue remplazado por coraje. Respiro hondo. –Eso
hare. –Le dijo a nadie y giro para caminar hacia las enormes escaleras.
-Alexander –Llamo Magnus pero Alec no se detuvo, continuo su camino hasta
la puerta de la habitación en donde la Señora Carter se encontraba.
* * * * *
-Alexander. –Dijo Maryse cuando miro a Alec dentro de la habitación. -Sal
de aquí ahora.
Alec miro más allá de su madre y vio los ojos de La Señora Carter fijarse
en él como alfileres.
-Si necesita verme para que hable. –Dijo Alec. Y Maryse lo dudo.
Fue entonces que una figura atravesó la habitación entre ellos.
-¡Tia! –Exclamo Gwen y se colocó de rodillas frente a la mujer, que estaba
en una silla, justo en medio de la habitación, una energía blanca apresaba sus
muñecas. –Mi niña. –Dijo la mujer en cuanto miro a Gwen, Ella acerco sus manos
apresadas para acariciar el rostro de la niña.
Gwen miro de inmediato a sus esposas mágicas. –Tranquila. –Dijo la mujer.
–No me lastiman.
-Al menos que intente escapar. –Dijo Robert severo.
La mujer lo ignoro y ladeo la cabeza para ver a Alec, Maryse se había
apartado un poco. Alec también la miraba intensamente.
Los ojos de La Señora Carter se estrecharon. –Debes de pensar lo peor de mí.
–Dijo, pero Alec permaneció en silencio. –Hace un par de noches soñé con un
chico. ¿Sabes? –Continuo. Ella miro a Gwen por un momento. –Tan parecido a ti
linda, que… -Volvió a ver a Alec. –Su cabello castaño, sus ojos extraños]k,o
pero hermosos, intensos y traviesos. –Las lágrimas surgieron de sus ojos, gotas
enormes que corrían por su rostro. La respiración de Alec se aceleró, si no
hubiera sido por Magnus que había entrado al igual que Jace y los demás, tal
vez no hubiera sido capaz de resistirlo. Alec no lo había mirado pero sabía que
estaba ahí, parado detrás de él. Lo sentía.
-Yo no… -Continuo la mujer. –Yo no sabía que no eras él. –Dijo para
sorpresa de todos. –Te perdí, intente recuperarte, ese era el trato. Recuperar
a mi hijo. Y no me importo el precio, ¿Cómo podría? Solo te quería de vuelta.
-¿Me perdiste? –Pregunto Alec con voz segura. Técnico, intentando averiguar
más.
-No estoy del todo segura. –Confeso la mujer. –Son recuerdos nublados,
incompletos. Pero. Esa noche, Esa noche la recuerdo bien. Yo hablaba con tu tía
por teléfono, Mi hermana y su esposo se habían ofrecido a ir por ti para
traerte a casa del campamento. ¿Lo recuerdas? Estabas tan emocionado, habías
planeado ir ahí durante semanas… -La voz de la mujer se apagó considerablemente
a notar el rostro inexpresivo de Alec. –Ella me dijo que dormías en el asiento
trasero del auto, fue entonces que escuche, otro auto acercarse, llovía… y
después… no hubo más respuesta.
Isabelle fijo sus ojos en Gwen que tenía su rostro pegado a la rodilla de
su tía, acababa de revivir la muerte de sus padres.
Las autoridades aún no nos entregaban los cuerpos cuando esa misma noche,
Belcebú. –Dijo La señora Carter de una manera tan natural que hizo que Alec se
estremeciera. –él se presentó ante mí y me dijo que podía traerte de regreso.
Él es tu padre. –Dijo y Alec sintió el peso de las palabras como bloques
cayendo sobre él. –Cuando piensas en un padre y su hijo, piensas en un lazo
inquebrantable, algo que los une inevitablemente. –La señora Carter pareciera
estar viendo directamente hacia ese momento. Ella soltó una risa amarga. –Y me
engaño de nuevo, justo como aquella noche en que llego a mí con la forma de mi
esposo y… y… Le creí. Olvide que era un demonio. Olvide que son incapaces de sentir
ninguna especie de sentimiento incluso por sus hijos. –Era casi tangible el
desprecio en la voz de la mujer. -Pero cumplió. Al día siguiente tú estabas en
el hospital, tú seguías con vida y mis recuerdos de él, de mi hijo. Fueron remplazados con tuyos.
-¿Es capaz de contactar a Belcebú? –Pregunto Robert.
-No. –Dijo la mujer. – Antes de esa noche. Solo se presentó a mi cuando
Alex nació. Cuando me di cuenta que era especial.
Especial. Pensó Magnus, no diferente o extraño, si no especial,
como una madre amorosa llama a su hijo cuando a pesar de ver una parte no
humana en él. Decide amarlo por sobre todo. Magnus odio a Belcebú, eran raros
los brujos con suficiente fortuna como para nacer en una familia que lo
aceptaría, suficiente tenía con ser hijo de quien era, como para que además,
viniera a arrebatarle lo mejor que podría pasarle en su vida.
-Miro la desesperación en mí aquella noche, miro la posibilidad de crear un
engaño a la perfección. –La mujer miro a Alec. –No sé. –Dijo con pesadez. –No
sé, porque te eligió a ti. No sé por qué no solo me devolvió a mi hijo.
-Porque lo necesitaba. –Dijo Magnus para sorpresa de todos. –Necesitaba al
chico para fortalecer el reino de su amo.
-¿Dónde está? –Pregunto la mujer. -¿Dónde está mi hijo?
Magnus no aparto la mirada de la de la mujer, pero guardo silencio. Gwen se
aferró más al regazo de su tía, ella podía sentir los sollozos que salían de la
chica.
-No. –Dijo ella. Levanto la cabeza y grito, un sonido desgarrador que
penetro la medula de Alec, Alec que miraba el sufrimiento de la persona que
amaba como solo puedes amar a una madre.
Isabelle miro hacia Alec pensando en que en cualquier momento se
abalanzaría hacia la mujer para consolarla. Por el contrario, Alec busco a
Magnus y se aferró a su hombro. Magnus lo sujeto e Isabelle respiro tranquila.
El hermano Enoch se acercó a la mujer y con un movimiento de su estela la
energía que apresaba sus muñecas desapareció. La mujer tomo a la chica en sus
brazos y ambas se aferraron la una a la otra para llorar por quienes habían
perdido.
La habitación permaneció en silencio por mucho tiempo. Fue hasta que La
Señora Carter soltó un poco a Gwen, ella limpio sus lágrimas, en un segundo
Alec miro a la mujer fuerte, decidida. La misma que siempre había estado en sus
recuerdos.
-Las Empresas Carter. –Dijo ella. –La empresa de mi padre, es un edificio
en La Quinta avenida. –Ella miro a Gwen, cariñosamente tomo su rostro entre sus
manos. –Tú sabes dónde, puedes guiarlos ahí.
-Nos dijiste que no fuéramos ahí nunca. –Dijo Alec y la mujer lo miro con
demasiada ternura. –Es cierto, pero, creo que ahí es donde encontraran al
demonio.
-¿Cómo es eso posible? –Pregunto Robert.
La mujer miro de nuevo a Alec. –La oficina de tu abuelo, la bóveda.
Alec movió la cabeza de inmediato, sabía exactamente lo que le decía. –No
es lo que aparenta, es… una puerta, no sé cómo explicarlo, te lleva a un lugar
diferente, he visto salir cosas horribles de ahí.
-Un portal. –Dijo Magnus.
-No lo sé. –Confeso la mujer. –Pero es lo único que tengo.
Ella miro a Gwen. –Es lo único con lo que podemos ayudarlos.
-¿Y por qué? –Pregunto Isabelle. -¿Por qué nos está ayudando?
-Porque lo quiero muerto. –Dijo La señora Carter mortalmente. –Quiero que
lo conviertan en cenizas, como él convirtió en cenizas a mi hijo.
* * * * *
Los chicos caminaron lentamente por el pasillo, todo lo que en esa
habitación había ocurrido aun corría por sus mentes, como un cuento difícil de
creer.
Simon y Clary hablaban en voz baja, Simon poniéndola al corriente de lo
recién ocurrido.
-¿Cuándo iremos ahí? –Pregunto Jace a Maryse.
Ello lo miro con duda y Jace entendió que lo que le iba a decir no le iba a
gustar. –Debo informar antes a La Clave. –Dijo Maryse. –Es una empresa mundana,
no podemos solo llegar e irrumpir, las Leyes también los protegen.
-Si podemos –Dijo Jace ansioso. –Te aseguro que podemos.
Esperaremos a que la autorización llegue de La Clave. –Dijo Maryse
intentando sonar firme. -¿Escuchaste Jace?
Jace se alejó de su madre adoptiva sin decir más para alcanzar a sus
amigos, mientras ella volvía con La Señora Carter.
Seguían intentando asimilar lo ocurrido en silencio. Alec caminaba más
lento de lo normal, una de sus manos estaba recorriendo la pared mientras
avanzaba, pareciera que estuviera sosteniéndose.
-Debemos conseguirte algo de comer. –Dijo Magnus. –Te vez muy débil.
Alec le miro sonriendo. Movió su cabeza. –Si así eres ahora. –Dijo mientras
golpeaba el hombro de Magnus. –¿Cómo serás cuando nos casemos?
Ansiedad inundo el pecho de Magnus. –Alec –Comenzó y Alec supo que algo no
andaba bien. –Tengo que hablarte de algo.
-¿Te estas arrepintiendo de casarte conmigo? ¿Es por mi traje? Podemos
ponerle las lentejuelas que mencionaste.
Magnus rio con demasiada ternura al igual que todos en el pasillo.
-No. –Continúo lentamente. –Nosotros no… No hemos podido resolver el
problema de nuestra boda.
-¿Problema? en
nuestro mundo tu… tú ni siquiera puedes casarte con Magnus. Recordó.
–Oh. –Dijo.
-Eres un Cazador de Sombras.
–Dijo Magnus. –No hay una ceremonia en la que un Cazador de Sombras y un
Subterráneo puedan unirse en matrimonio. La Clave no lo reconoce.
Magnus tenía la mano
de Alec sujeta con mucha fuerza. –Yo lo siento…
-¿Y eso importa?
–Dijo Alec asombrando a todos. –Es decir, La Clave no me dirá a quien puedo
amar o no, Yo te amo. Eso no lo va a cambiar nada, podría casarme contigo ahora
mismo debajo de un árbol, eso no lo reconocerá La Clave pero significaría TODO
para nosotros.
Magnus cerró los ojos
tratando de que sus emociones se calmaran. Era como un dejavu, palabras muy
parecidas habían surgido de Alec cuando él mismo había mencionado con mucha
naturalidad y simplicidad que ellos deberían casarse. Sabes que es imposible. Le había dicho Magnus. Creí que Imposible no estaba en tu vocabulario, le había dicho Alec
en respuesta sonriendo y con ojos determinados. Poco tiempo después Magnus le
había dado el anillo como señal de esperanza para lograr casarse.
Alec levanto su mano
hacia el rostro del brujo. Acaricio lentamente su mejilla. –No me importa La
Clave. Solo me importa lo que signifique para ti.
Magnus sujeto a Alec
por ambos brazos y se aferró a él ocultando su rostro en su cuello.
Clary observo la
escena conmovida, Jace la había tomado de la mano. Significaría TODO para nosotros. Eso era todo lo que debía
importar, Lo que significara para ellos, cada uno de los subterráneos tenían
sus propias ceremonias, La Clave no las reconocía porque ellos no eran
Cazadores de Sombras, pero eso no significaba que no eran tan validas como
cualquiera de las ceremonias que los Nefilims hacían. Pero Alec es un Cazador de Sombras. Era absurdo
pensar en que no podía casarse con la persona que amaba solo porque
esencialmente no eran la misma especie. Si tan solo hubiera una manera de
hacer, de obligar a La Clave para que reconociera su unión, ellos quienes
habían pasado por tanto, ellos que merecían ser felices y reconocidos por su
amor. Fue entonces que la miro, esa manera irrefutable, La Clave no podía negar
las runas del Ángel, Clary era capaz de crearlas y la miro tan firme y poderosa
en su mente. Su muñeca se movia en el aire a su costado dibujándola
distraídamente. Miro un conjunto de líneas, como una flecha, como las flechas
siempre precisas de Alec envuelta en un círculo, como la magia de Magnus cuando
lo protegía, se formaron unidas en una imagen integrada, y ahí estaba, la runa
de matrimonio entre Cazadores de Sombras y Subterráneos.
Clary llevo una mano
a su boca asombrada por lo que acababa de ocurrir y lágrimas surgieron de su
rostro. Jace la miro medio sonriendo, medio asombrado. -¿Estas bien? –Dijo.
Clary seco con
velocidad las lágrimas y se recompuso lo mejor que pudo. –Lo estoy. –Dijo.
Magnus soltó a Alec
solo un poco para mirar a Clary con una ceja levantada.
-¿Lo ves? –Dijo Alec
divertido. –Hacemos llorar. ¡Nuestro amor es épico!
Todos rieron.
*
* * * *
-Pero no fue ese
demonio superior. –Dijo La Señora Carter. –Fue Belcebú quien hizo todo esto.
-Para satisfacer a su
amo. –Dijo Robert.
Maryse y Robert le
habían explicado como Alec había sido arrebatado de ellos por Belcebú y como
ellos nunca habían conocido a su hijo.
-Belcebú entrego a su
propio hijo a un demonio superior. –Dijo la mujer sombríamente.
-Y se llevó al
nuestro para tomar venganza. –Dijo Maryse.
La Señora Carter miro
a su sobrina, muy quieta parada cerca de ella. -¿Por qué no vas con tu primo?
–Le dijo en un modo en que los adultos le dicen a los niños que esta no era una
conversación para ellos. Gwen miro a Los Lightwood y luego a su tía.
-No lo llamo Mi Primo. –Dijo ella. –Ya no.
La Señora Carter le
dedico una sonrisa triste. –Lo vi mirándote. Te quiere cerca a pesar de todo.
Gwen no pudo refutar
eso y salió de la habitación.
-¿Por qué lo dejo con
vida? –Pregunto La Señora Carter.
Maryse y Robert se
miraron. –Sabemos cómo se siente. -Dijo Maryse. –Perder un hijo es…
-No lo dije por eso.
–Dijo La Señora Carter. –Es extraño. ¿Por qué lo quiere aún con vida?
Los ojos de Robert se
estrecharon con terror. –No lo quiere. –Dijo.
*
* * * *
-No tengo hambre.
–Protesto Alec por quinta vez a Magnus que intentaba que comiera una especie de
sopa. Ambos estaban sentados en una banca en la sala de armas, Jace estaba
frente a ellos haciendo gestos desagradables hacia el recipiente en la mano de
Alec.
-No es comida, es
medicina.
-Es sopa. –Dijeron a
coro Jace y Alec.
¿Y
ahora son parabatai? Pensó Magnus dejando salir aire de su
boca.
-Te vez enfermo, sin
energía, no puedes seguir así. –Dijo Magnus levantando un poco la voz.
-Podemos arreglarlo.
–Dijo Jace sacando su estela.
Alec lo miro y sonrió
complacido al mismo tiempo que estiraba su brazo en dirección a su parabatai. -¿Lo ves? Sin sopas.
Magnus chasqueo los
dedos y el plato con sopa desapareció en el instante. Igual que la paciencia
del brujo.
-Así podrás entrenar
más con nosotros. –Dijo Jace mientras trazaba la runa que brindaba energía.
-¿Crees que está en
condiciones de entrenar? –Dijo Magnus molesto.
-Pronto lo estará.
-Jace. Deja de
molestar a Magnus. –Dijo Clary desde sus espaldas, ella, Simon e Isabelle
estaban haciendo combates en turno.
-En realidad es
Magnus el que…
Alec pateo a Jace en
la pantorrilla.
-No está siendo
comprensivo. –Dijo al final. –Listo. –Presumió Jace.
Alec se levantó y
miro a su nueva marca con extrañeza.
-¿Todo bien?
–Pregunto Magnus.
-No… No recuerdo que
doliera tanto.
Jace soltó un bufido.
–Una runa nunca te provoco dolor.
Alec se tambaleo
hacia atrás.
-¿Alexander? –Magnus
lo sujeto de ambos brazos.
-Algo esta… está mal.
–Dijo Alec antes de desvanecerse en los brazos de Magnus.
-¡Alec! –Llamaron
todos a su alrededor.
-¿Magnus que ocurrió?
–Pregunto Jace mientras el brujo colocaba a Alec amablemente en el suelo,
usando su mano para sostener su cabeza. Pequeños rayos de luz azul se movían de
su mano al rostro de Alec. Había mucha concentración en su rostro.
-No lo sé. –Dijo después
de un momento.
Clary trazo una
iratze en la piel de Alec pero no parecía resultar.
Gwen entro en ese
momento en la habitación. -¡Dios! –Dijo mirando a Alec en el suelo. –No puede
ser, no puede matarlo.
-¡¿De que estas
hablando?! –Exigió Jace.
Gwen miro a todos a
su alrededor. Ella estaba en el suelo junto a Alec. –Sus padres y mi tía
estaban conversando sobre el demonio, mi tía me dijo que me fuera, pero me
quede a escucharlos detrás de la puerta. Ellos piensan que el demonio matara a
Alex. Después de eso corrí aquí. ¿Es verdad? ¿Puede hacerle daño?
-Puede. –Dijo Magnus,
su expresión era dura, como no la había mirado Clary nunca.
Jace se puso de pie.
–Tomen sus armas, todas las que puedan. –Dijo mirando a su grupo.
Isabelle fue la
primera en moverse, Simon pudo leer claramente su rostro. No perderé a mi hermano.
Los Cazadores se
reagruparon después de un momento mientras Magnus y Gwen permanecían a lado de
Alec.
-¿Ahora qué? –Dijo
Clary.
-Iremos a Las
Empresas Carter. –Dijo Jace.
-Se… se supone que
deben esperar. –Todos se precipitaron de nuevo al suelo, Alec había despertado.
-¿Cómo te sientes?
–Pregunto Magnus.
Alec no respondió,
solo tallo su rostro.
-No hay tiempo que
perder. –Dijo Jace.
-Necesitamos
averiguar exactamente en donde es. –Dijo Simon.
-Ella sabe. –Dijo
Jace mirando a Gwen.
La chica asintió de
inmediato, se miraba decidida.
-Magnus, lleva a Alec
a su departamento, ahí estarán seguros.
-No. –Dijo Alec en
protesta. Alec ya estaba sobre sus piernas con ayuda de Magnus y Gwen.
–Necesitan a Magnus, debe ir con ustedes.
-No te dejare. –Dijo
Magnus.
-No tienes que
hacerlo. –Dijo el chico. –Iré con ustedes.
-Eso es tan absurdo.
–Dijo Magnus.
-¿Lo es? –Inquirió
Jace. –Piénsalo, de nada sirve dejarlo aquí, si de cualquier modo el culpable
puede alcanzarlo.
-No pueden hacer nada
para evitarlo. –Dijo Alec. Él miraba a Magnus y entendió que ese había sido el
porqué de su silencio. Ese algo que
le estaba ocultando.
-Prefiero tenerlo
cerca que no tenerlo si algo sucede. –Dijo Jace.
Magnus cerró los ojos
con fuerza.
-Preferiría no tener
que quedarme solo. –Dijo Alec débilmente, muy cerca del oído de Magnus.
-Nunca. –Dijo el
brujo y beso con fuerza su frente.
Clary se sorprendió
al ver el destello de su nueva Runa parpadeando ante ella, una rápida imagen
clara.
-Decidido entonces.
–Dijo Jace. –Todos listos, iremos a cazar.
Continuara…
MayGraciela♥
Nuuuuu D: no mueras Alec ;w; shoro may, no le hagas esto. Yo quero que viva u.u pobre Magnus, debe sentirse fatal pero ese Alec tonto que no se quiere svar por no preocupar a los demas D:
ResponderBorrarDense prisa cazadores ;w;
Oh por el Angel. No lo puedo creer
ResponderBorrarESTOY LLORANDO
LLORO MUCHO CON TU FIC...
AMI TU FIC...
SIGUE PORFAVOR
BESOS
¡Por fin! Amo tus capítulos <3 cada vez hay más Malec feels ¡y es tan lindo!
ResponderBorrarAgg bueno ahora tendrán que matar a Belcebú, recuperar los recuerdos completos de Alec, lograr que se casen (que prácticamente con la runa de Clary ya es posible) y hacer inmortal a Alec para que vivan felices por siempre :D
Oh por cierto, la última runa que vio Clary ¿era para eso? ¿para darle inmortalidad a Alec? Porque si es así en serio podría gritar djsjdhgukxkk
¡Sigue la historia pronto por favor!
Oh...por Raziel!!!!
ResponderBorrarTienes que continuar ahora mismo! Es tu culpa por escribir fics tan buenos. :3
Y malec...directo a los feels *-*
Soy tu fan may.
Sigue la pronto !
Te aamoooo!! Seguiloooo y gracias por no dejar la hermosa historia a la mitad como hacen otros
ResponderBorrarAPENAS EL SÁBADO DESCUBRÍ TU PAG. Y QUIERO DECIRTE QUE ME ENCANTO, PERO SOBRE TODO QUIERO AGRADECERTE.
ResponderBorrarCREO QUE NO ES FÁCIL O POR LO MENOS PARA MI NO SERIA FÁCIL ESCRIBIR COMO TU LO HACES, ME ENCANTO Y CRÉEME ME TIENES FASCINADA, ESPERO PUEDAS SEGUIR ESCRIBIENDO.
CUENTA CONMIGO PARA SEGUIRTE.