El Último Cazador de Sombras 6 - Sin Vuelta Atrás
Los portales de Magnus eran cien
veces mejores que los de Alice, sólo había usado un portal del hada que le
sirviera de referencia, en contra del par que había usado más reciente y
frecuentemente con Magnus, pero Magnus era la persona más genial que nunca pudo
conocer y eso le valía puntos extras.
― Así que creo que me dio la
comida que Max no quiso, era bastante parecido a un puré.
Decía Alec adolescente mientras
atravesaba con Magnus el portal hacia Alicante.
― Maryse haría eso sin duda. ― Le
aseguró el brujo inspeccionando el lugar al que habían llegado ―. Sus hijos son
sus hijos sin importar de la dimensión de la que vengan.
Alec se encogió de hombros.
― Da igual, estaba deliciosa.
Magnus le sonrió.
― Ven aquí, dime. ¿En dónde
buscarías?
El rostro de Alec cambio a uno de
concentración, llevaba un traje de combate completo y armas que colgaban desde
su cinturón. El chico se acercó al brujo y dibujo una runa en su brazo.
― Concéntrate. ― Le sugirió Magnus ―. Y toma
el tiempo que necesites para…
― Es por ahí.
Alec se movió rápidamente y se
inclinó frente a un árbol.
― Por lo general las armerías
ocultas están en lugares sagrados esto es para que puedan ser protegidas y no
encontradas.
― Quizás es una excepción. ― Dijo
Alec sin hacer mucho caso de las palabras del brujo.
Magnus se quedó quieto dos pasos
detrás de él y cruzó sus brazos sobre su pecho observándole firmemente.
― De acuerdo, dime que tienes, cazador
de sombras.
Era un reto que no podía
rechazar, tampoco podía perder la oportunidad de impresionarlo.
Su runa ardía en su brazo, Alec,
su yo mayor, le había dicho que debía confiar en ellas, que de alguna manera
estas eran como un sexto sentido al que tenía que aprender a escuchar. En las
últimas semanas se había dado cuenta de que las runas eran la mejor arma de los
Nefilim, confiar en ellas le fue demasiado sencillo.
El tronco del árbol estaba frente
a él y comenzó a limpiar una parte con su mano, entonces lo miro, era una placa
de metal que se había perdido entre las muescas más definidas de la madera.
Pero Alec se encontró sin saber que hacer a continuación, miro atrás y Magnus
tenía toda su atención en él.
― Tu estela ― Le sugirió
amablemente.
El chico la tomó de nuevo y bastó
que la acercara a centímetros de la placa para que la runa angelical resaltara
del metal oxidado. Alec supo que algo se había desvanecido, un seguro que ahora
estaba desactivado. Levantó su mano y presionó la placa como si presionara un
botón, fue ruidosa la forma en la que una sección cuadrada del suelo a su lado
se derrumbó dejando ver una caja de metal.
Giró su mirada hacia Magnus esperando su
aprobación. El brujo le sonreía.
― Debo decir que estoy muy
impresionado.
Fue toda la aprobación que
necesitó, se movió hacia el agujero en el suelo y quitando dos oxidados seguros
abrió la caja, en ella había espadas, estelas y pergaminos.
― Es impresionante.
― Lo es. ― Dijo Magnus ―. Un
Cazador de Sombras puede descuidar sus buenos modales, pero nunca sus armas.
Alec rio.
― Lo que daría por tener algo así
en casa.
Magnus se acercó, colocó su mano
en el hombro del chico y le indico que debía retirarse.
― Lo tienes. ― Dijo mientras su
magia funcionaba alrededor de las armas, la caja y el agujero ―. Solo necesitas
saber buscar. Por eso estás teniendo esta lección. La tierra volvió a su lugar,
el mecanismo que Alec había descubierto en el árbol.
― Mientras tanto, ― dijo Magnus―
éstas se quedan aquí donde pertenecen. En ocasiones Alec olvidaba que Magnus lo
trataba como uno más de sus hijos.
El chico miro a su alrededor,
había estado muy concentrado en la tarea que no se había percatado del lugar en
donde estaban. Se sorprendió al darse cuenta de que cuando en Nueva York caía
nieve aquí había pasto verde y alto por todos lados, había un bosque a un par
de kilómetros e incluso una ciudad.
― Alicante. ― Dijo Alec
sorprendido.
― Las afueras de la ciudad ― Le
dijo Magnus.
― ¿Esas son las Torres Demonio?
¿Las que mantienen protegidas a la ciudad?
― Me sorprende que lo sepas en
tan poco tiempo, solo llevas una semana aquí.
― Isabelle es una maestra
estricta.
― Lo veo.
Alec siguió mirando alrededor.
¿Podemos?
― Lo lamento dulce Alec, pero no
podemos dejar que nadie te vea. Te traje aquí a cumplir el ejercicio porque no
podía imaginar llevarte a un lugar en donde no estuvieras protegido, pero no
nos acercaremos a la ciudad, lo lamento.
Alec lo entendió. Aun así, quiso tomar toda la
información que tuviera a su disposición.
¿Ese es un cementerio?
― Lo es, es ahí en donde se
entierran a los Cazadores que murieron en la ciudad. Alec no se atrevió a
preguntar ya que sabía que Magnus le negaría la petición, pero Magnus era un
sujeto demasiado amable y genial, y difícilmente le negaba algo a sus hijos.
Alec se aprovechó de eso y corrió hacia las pequeñas casas de mármol ordenadas simétricamente
a los costados de los pequeños caminos. Como lo imagino, Magnus no lo detuvo, Y
el chico solo lo hizo cuando estuvo lo suficientemente cerca para leer los
nombres tallados sobre las puertas.
Había flores blancas aquí y allá
sobre las lapidas y se acercó a una con nombre MIDWINTER no fue el apellido lo
que le llamo la atención, si no las palabras escritas debajo del nombre: AVE
ATQUE VALE. Se inclinó lo suficiente para pasar sus dedos por la palabra.
Magnus estaba ya cerca mirándole
con atención.
Alec repitió la palabra en un
murmullo mientras seguía el relieve con sus dedos.
― ¿Qué significa?
― “Saludo
y Despedida”. ― Le respondió Magnus con voz suave y con un tono melodioso ―. Es
parte de un poema de Catullus. Es lo que dicen los Cazadores de sombras en los
funerales o cuando alguien muere en el campo de batalla.
Magnus notó como esas palabras le
habían provocado profundo impacto, y Magnus era sabio y tenía algo a favor;
conocía a Alec mejor que nadie, aún en esa nueva versión, se quedó en silencio
esperando que encontrara su propio valor para hablar.
No tuvo que esperar mucho.
― La noche en la que murió mi
padre… ― Inicio el chico sin apartar la vista de las palabras gravadas ―. Esa
noche tuve un sueño, soñé que Hodge me tenía en brazos y que le decían estas
palabras a mi padre.
No era una escena difícil de
imaginar.
― Tu padre Hodge debió decirlas
para él.
― No, no fue papá…
― ¿Quién fue?
― Fue Valentine. Siempre creí que
había sido un sueño, ahora sé que no. Magnus le brindó apoyo poniendo su mano
en la espalda del chico.
― Eras demasiado pequeño como
para entenderlo, pero tu padre tuvo esas palabras aun cuando hayan sido de
Valentine, estoy seguro que por ese segundo Valentine supo que era digno de
recibirlas.
Alec se puso de pie, era el
momento de seguir y hacer cumplir la voluntad de su padre, estaba en esa otra
dimensión para lograr eso.
― ¿Volvemos? Mamá debe estar…
― Claro, pero antes quiero hacer
una última cosa.
El brujo siguió el camino por en
medio de las lapidas y monumentos. Alec pudo leer los nombres en todas ellas
con forme seguía al brujo con paso lento pero firme.
CARTWRIGHT, FAIRCHILD, HERONDALE, HIGHTOWER. Magnus se detuvo frente a… LIGHTWOOD.
“MAXWELL JOSEPH LIGHTWOOD TRUEBLOOD”
― Max ― Murmuró Alec acercándose ―. El hermano de
Izzy, Alec y Jace. Por él nombraron a Blueberry ¿cierto?
Magnus chasqueó sus dedos y retiró
cualquier imperfección que arruinara la sepultura, con un movimiento delicado
hizo que aparecieran flores blancas que rodearon la tumba.
― Alexander no ha venido desde
que Max llegó a nuestro hogar, creo que está esperando que Rafe y él tengan
edad suficiente para entenderlo.
Había pesar en su voz, Alec tenía
una semana con ellos y se había dado cuenta de que Max era un dolor muy grande
que mitigaban ayudándose unos a otros.
― ¿Lo conociste? ― Preguntó Alec
mientras tomaba un dulce desde su cinturón de Armas, el bebé Max, siempre
preocupado por los demás, se lo había dado y ahora solo podía dejarlo aquí como
una única ofrenda disponible, aun así, no creyó que pudiera tener algo mejor
para ofrecerle.
― No hubo tiempo. ― Le respondió
Magnus ―. Alexander me hizo la promesa de presentarme a toda su familia el
mismo día que él, más tarde, murió.
Alec cerró sus ojos pesadamente,
fue demasiado duro de escuchar.
― Lo lamento mucho.
― Yo igual, pero he aprendido a
conocerlo e incluso a amar su recuerdo a través de sus seres queridos, a través
de mi Alexander e incluso a través de mis hijos, un niño en tu vida es algo que
nunca podría explicar, es una magia nunca conocida y las sorpresas y
posibilidades que eso conlleva son infinitas. ― Observó la lápida y sonrió ―.
Nos hace sentir felices a pesar de los peligros y de la perdida profunda.
― ¿Eres feliz?
Magnus le miro con sus ojos de
gato cristalizados.
― Como nunca lo fui en
cuatrocientos años.
Era una verdad tan absoluta que
no quedo la duda a ni una sola de sus silabas.
― Ahora debemos regresar. ― Anunció
el brujo con un tono de voz más ligero ―. Que Maryse podría estar a punto de
aparecer y…
Alec levantó su mano.
― No digas más.
El brujo movió sus manos
ágilmente y apareció el vórtice multicolor del portal, ruidoso y tumultuoso
como lo era siempre.
― Sabes a donde ir. ― Le dijo
Magnus cediéndole el paso. Alec sabía lo que era esto: Una nueva prueba.
― No me quites la vista de encima.
― Le pidió Alec y saltó al portal. Magnus le siguió de inmediato.
* * *
Y ahí estaba, en el jardín del
instituto. Aterrizó con bastante destreza para ser el novato que realmente era.
Magnus apareció detrás de él.
― Te doy una calificación de
eficiente. Alec frunció el entrecejo.
― Es A, a de aprobado.
― No me pareció apropiado, nadie
te desaprobaría.
― Pero… No importa, gracias.
En uno de los estudios del
instituto se encontraron con Isabelle y Maryse jugando en el suelo con Max y
Rafe. Ambos niños corrieron a los brazos de su padre el brujo en cuanto le
miraron, ambos tenían apetito de golosinas.
― Iré a buscar a Jace y Alec ―
Anunció el chico al ver como toda la atención de los adultos se centraba en los
dos pequeños niños.
Nos hace sentir felices a pesar
de los peligros y de la perdida profunda.
No le fue difícil encontrarlos,
ellos eran parabatai, por ende, siempre podía asegurar que estaban juntos y
Jace era Jace podía asumir que estaba entrenando. Sus gritos de práctica se
escucharon al entrar desde el pasillo de la sala de entrenamiento. Alec aceleró
el paso para verles, le gustaba mucho verle entrenar, era lo mejor que había
visto en combate desde el día en el que su padre se enfrentó a Maia y en donde
pudo tomar su mejor movimiento, estaba acostumbrado a aprender imitando y Jace
y Alec, eran unos brillantes luchadores que tenían oro para ofrecer.
Entró a la sala en silencio y
comenzó a observarles intentando guardar en su memoria cada movimiento. Los
sonidos de las espadas eran impresionantes y fascinantes, ellos sonreían de
cuando en cuando sin dejar de mirarse y sin hablar, algo que hacían
frecuentemente Alec le decía “Cosas de Parabatai”.
En un momento ellos dejaron de
lado sus espadas y comenzaron una lucha cuerpo a cuerpo, Alec hizo todo cuanto
pudo, pero Jace terminó derrotándolo después de un tiempo.
― Que no te engañe. ― Dijo Jace
acercándose a él haciendo volar una botella de agua hacia su parabatai―. Su
verdadera fuerza está en su voluntad e inteligencia.
― No creo que eso sea un cumplido
― Dijo Alec moviendo su brazo para mitigar el dolor.
― Aun no estoy cansado. ― Continuo
Jace ―. ¿Mini Alec? ¿Vemos lo que tienes?
― ¡Jace! ― Le llamó su parabatai previniéndolo.
― No lo haré esforzase, aun no le
dan el alta, pero podemos hacer que comience a desoxidarse ― Le miró ―. ¿Qué
dices?
Alec solo movió su cabeza de
manera ansiosa, nada le gustaría más en ese momento que entrenar con Jace.
Ambos se movieron hacia el centro
de la gran habitación sobre las líneas dibujadas en el piso.
― No te limites, Alec. ― Le
aconsejo su otro yo ―. Y… Tómalo con calma, Jace ― Advirtió a su parabatai.
No usarían armas, fue una batalla
cuerpo a cuerpo en donde Alec terminaba en el suelo en cada ocasión, aun así,
Jace le indicaba la manera de salir de cada uno de los agarres.
Bien, bien hecho, lo haces bien.
Eran las palabras que salían de Jace, quizás eran sinceras, pero no ciertas,
Alec era increíblemente malo para luchar.
― ¡Oye! ― Le dijo el consecuente
Jace ―. Lo haces muy bien.
Entonces Alec enfureció, no
necesitaba ser experto en lucha para saber que era terrible.
Jace se acercó de nuevo y terminó
con un agarre a través del cuello del chico.
― Libérate golpeando mi rostro. ―
Le aconsejo.
Y Alec lo hizo, pero Jace nunca
se esperó lo que siguió a continuación, el golpe le había hecho marearse, no
recordaba haber recibido un golpe tan potente como ese, se recobró mientras
esquivaba la lluvia de puñetazos que Alec le ofrecía, pero uno de ellos le
alcanzo en el estómago.
Y Jace salió disparado hacia
atrás con demasiada fuerza que su cuerpo choco en la pared de concreto.
― ¡Oh, por el Ángel! ― Exclamó
Alec mayor desde la banca en donde miraba la pelea ―. ¡Jace! ¡¿Estas bien?!
Jace logró incorporarse con
dificultad para respirar y con su mano aun en la boca de su estómago.
― Estoy bien, no fue nada.
El joven Alec seguía teniendo su
puño cerrado y estirado en el aire sin moverse y con ojos desorbitados, tan
sorprendido como los otros dos hombres.
Alec corrió hacia su versión más
joven.
― ¿Qué fue eso? ¿Cómo hiciste
eso?
― No, no, yo no sé qué paso.
Jace estaba ahora recuperado,
pero con una línea de sangre asomándose por su nariz.
― Pasa que eres más fuerte de lo
que piensas, más fuerte que yo al parecer.
― Jace eso es imposible. ― Le
dijo Alec. Jace le dedicó una mirada de incredulidad.
― Alec, tú mismo lo viste. Salí
volando como una mariposa hacia la pared.
― Pero… Es imposible, tú tienes
sangre de ángel pura, nadie es más fuerte que
Jace sonrió, estaba tan impactado
y feliz por lo que acababa de pasar que nada de lo que su parabatai le dijera
mitigaría su emoción.
― Al parecer no, al parecer hay
alguien más fuerte, debe ser en parte por las runas, nunca antes habías usado
tantas y ahora… Esto es lo mejor que nos pudo pasar.
― Deja de hablar así, maldita
sea, pareces un lunático. ― Le reprendió Alec.
― Deja de maldecir, no te queda.
Ellos dejaron de discutir cuando
las puertas dobles de la sala de entrenamiento se abrieron para dejar ver a
Magnus, Clary y Catarina Loss.
― Lamentamos interrumpir su poca
ingeniosa diversión. ― Les dijo Magnus ―.
Pero necesitan revisar a Alec.
Los tres se comportaron como si
hubieran escondido una figurilla de porcelana rota a causa de una travesura,
fue Clary la única que advirtió la sangre de Jace en su nariz.
― ¿Quién te hizo eso?
― Alec ― Dijo rápidamente Jace
señalando a su parabatai. Eso era una mentira, pero técnicamente también era
una verdad.
― Debí suponer que no le darían
una semana de reposo como se los pedí. ― Dijo Catarina Loss girando de un lugar
a otro el rostro del chico con dos de sus dedos bajo su barbilla y mirando el
sudor y la agitación eminente de su joven paciente.
― Vayan los tres a limpiarse, los
esperaremos en la habitación de Alec para que le atiendan. ― Dijo Magnus
sabiendo que los tres necesitaban una ruta de escape rápida, sea lo que sea
hubiera pasado, Alec se lo contaría a la primera oportunidad.
Los tres se fueron a sus
habitaciones sin decir alguna otra palabra.
* * *
Era obediente, aun cuando sólo
quería salir de ahí y entrenar, sabía que nadie lo dejaría hacer eso hasta que
estuvieran cien por ciento seguros de que su cuerpo estaba por completo
recuperado. Se encontraba sentado muy quieto frente a un mar de miradas y
frente a Catarina Loss, ella movía su mano de un lado al otro frente a su
rostro, su semblante era serio y de concentración, Alec se había acostumbrado
muy rápidamente a ese tono azul cielo que era su piel. Le agradaba Catarina,
aun cuando ella había sido estricta los últimos días.
― De acuerdo. ― Dijo la bruja
bajando su mano ―. No siento algún daño colateral en él por el viaje a esta
dimensión, el veneno se ha drenado por completo y su sangre esta ya purificada.
¿Qué nos dices de sus huesos? ― Preguntó
Maryse.
¿Y su memoria? ― Quiso saber
Isabelle.
¿Su cabello? ― Preguntó Jace
preocupado y Alec soltó a reír ruidosamente.
Alec adulto golpeó el costado de
su parabatai haciendo que este se doblara aun riendo.
― Es un desastre, como siempre,
pero fuera de eso… Todo está muy bien.
La bruja dejó su pose seria y
estricta para revolver el cabello del adolescente.
― Cuando quieras puedes comenzar
a entrenar. Jace dio un paso al frente.
― Eso es lo que quería escuchar.
Alec mayor miro a Magnus decaído.
― ¿A qué se refiere con Como
siempre?
Magnus puso su mano sobre los
hombros de su amado. Su sonrisa fue cálida y encantadora
― Nada de lo que debas
preocuparte, cariño. Catarina sonrió a la pareja.
― De acuerdo, todos ustedes,
Cazadores de Sombras, ansiosos por romperse algún hueso, vayan a hacer sus
esperados preparativos, necesito hablar algo con Magnus ahora.
Jace puso su mano en el hombro de
su recién establecido alumno en combate.
― Ya sé que es lo primero que
debes saber.
Clary se movió rápidamente a lado
de Jace y le murmuro a Alec.
― Me asegurare de que no lo mate
por ti ― Y palmeó la espalda del hombre.
Alec se lo agradeció en silencio
mientras la habitación se vaciaba para que cada quien volviera a sus
actividades, solo un poco antes de que todos se reunieran en la sala de
entrenamiento a presenciar el ansiado entrenamiento físico.
Alec se inclinó un poco hacia
Magnus con una imagen un poco más liberada de tensión.
― Iré a revisar a Rafe y Max.
― Enseguida voy.
Entonces ambos brujos se quedaron
solos en la habitación.
Magnus observo a Alec cerrar la
puerta, le gustaba mucho mirarlo así, más tranquilo después de que algo le
hubiera estado perturbando.
― Lo que quieres decirme, ― comenzó
Magnus ―. ¿Es sobre el bloqueo que Alec tiene en su mente?
Catarina asintió la cabeza.
― Tenías razón, fui yo, yo puse
ese bloqueo en esa otra dimensión, eso no significa sin embargo que es algo
bueno.
― Dime, ¿Qué has encontrado?
― Lo ví, el recuerdo que está
bajo paredes mentales, pude entrar y ver lo que había.
Magnus se alteró un poco.
Catarina rápidamente levantó una
mano para tranquilizarlo.
― Él no. No pudo ver nada de lo
que yo, sigue a salvo y creo que debe seguir así. Magnus tomó aire con fuerza.
― Estoy listo, dime que es.
― No hay palabras para decirlo,
Magnus. Por favor, déjame mostrarte.
La pregunta fue pedida como si le
estuviera advirtiendo de una gran carga que estaba a punto de ser entregada.
Los corazones de los brujos son fuertes, se fortalecen a través de los siglos,
pero también son sensibles al dolor que año con año viven y dejan atrás. Y
Magnus tenía cuatro siglos de dolor dejado atrás.
― Hazlo, muéstrame.
La bruja le pidió que se sentara
antes de comenzar.
* * *
Era el turno de Isabelle.
Ciertamente Clary no había mirado
este entusiasmo por alguien desde Max y después desde Rafe. Jace e Isabelle
ahora se turnaban para pasar tiempo con este nuevo Lightwood.
― Usar el látigo es casi
instintivo. ― Dijo Isabelle haciendo que su brazalete se moviera a través de su
brazo para que después fuera el arma que había usado desde siempre ―. Debes
usarlo como si fuera una parte más de tu brazo, una extensión sin un límite de
alcance y fuerza.
― No sé, no sé si logre si quiera
hacer que funcione. ― Le dijo el chico con duda.
Isabelle no aceptaba ese tipo de
temor, si conocía a su hermano sabía que él solo debía intentarlo.
El látigo regresó a ser una joya
y fue colocada en el brazo desnudo del chico.
― Inténtalo. ― Lo animó.
Alec vio a la serpiente de cerca,
pero no se sentía como un arma, se sentía como una joya. Observó de regreso a
Isabelle decaído y completamente perdido.
Isabelle se movió demasiado
rápido, ella tenía una espada (No noto de donde salió) y se dirigió hacia él
para atacarle.
Alec abrió mucho los ojos y dio
un paso atrás levantando su mano, la espada había chocado en ella, pero el
brazalete había absorbido por completo el impacto y no le provocó ningún daño.
Alec miro a la espada intentando
arrancar la cabeza de la serpiente sin ningún éxito.
― Wow.
― No te distraigas ― Le grito
Jace y tuvo razón.
Lo siguiente que supo fue que
algo le había golpeado detrás de las rodillas y ahora estaba en el suelo. Pero
no era suficiente razón para detenerse, por lo menos no para Isabelle
Lightwood, ella se abalanzó de nuevo contra Alec, en esta ocasión el chico
logró tomar una daga y bloquear la espada, Isabelle sonrió un segundo,
retrocedió y antes de que diera de nuevo su avance hacia Alec, una fuerza
imposible le tomo de la pierna, sintió
la presión y la fuerza jalando y sacándola de balance, ella cayó al suelo en un
golpe pesado y duro.
Alec se puso de pie, una daga en
mano y el látigo extendido y casi vivo en la otra.
― No te distraigas. ― Le aconsejo
su pequeño hermano siendo un fanfarrón. Isabelle sonrió y se levantó feliz.
― Te está haciendo mucho daño
aprender de Jace.
― Quien hubiera dicho que la
pretensión también se podría transmitir. ― Dijo Simon mirando a Jace.
― Cállate o te mostrare un par de
cosas que seguramente te causen dolor.
Simon levantó su mano en
rendición. Clary sonreía mucho.
Alec miro de nuevo el látigo y le
tomó un segundo hacerlo volver a su brazo, ahora de nuevo era una joya.
― Lo ves, lo has logrado muy
rápido.
― Es increíble, nunca mire un
arma así, solo espadas y dagas y mi padre una vez uso unos discos que… ― Hizo
movimientos extraños con las manos ―. No sé qué eran.
― Hodge usaba Shakrams, un par. ―
Le dijo Jace que había comenzado a travesar la habitación hacia la pared con
todas las armas ahí dispuestas ―. Y un látigo es muy buena arma, pero quizás
quieras usar algo más, creo que podemos hacer este entrenamiento un poco más
interesante.
Jace volvió hacia Alec, sonreía
de manera traviesa y orgullosa cuando le entregó al chico arco y flechas.
* * *
Alec se encontraba sereno mirando
por la ventana del instituto, estaba en la habitación que siempre usaban Max y
Rafe cuando se quedaban, la habitación ya tenía mucho de sus hijos disperso por
aquí y allá, como sus dibujos pegados en los tapices viejos o los peluches y
cobijas favoritas de Max en el suelo. A Alec le gustaba mucho hacer dormir a
sus hijos, había aprendido un par de canciones de cuna en español y Rafe le
agradecía en su lengua natal por quedarse hasta que se durmiera.
Ellos tenían ya una hora
dormidos, y Alec no podía dejar de pensar en lo que había pasado ese día en la
sala de entrenamiento.
La puerta se abrió haciendo un
ruido chillante que le despertó de sus pensamientos, sus nervios se suavizaron
cuando vio los ojos de Magnus y su cuerpo anheló estar finalmente en sus
brazos.
― Perdón. ― Le dijo Alec
recibiendo un beso corto y suave de Magnus―. Ellos no pudieron esperarte.
Magnus se movió hacia el enredo
de piernas y cabello revuelto que eran sus dos hijos, el color entre ellos era
mágico y hermoso, besó una frente y una mejilla lo más suave que pudo para no
despertarles.
― No te preocupes, también tú has
caído como un tronco, el entrenamiento fue fructuoso, por lo menos eso escuché.
Alec cruzó los bazos sobre su
pecho y le sonrió a Magnus.
― Deja de llamarlo Tú, es confuso.
― Lo sé. He pensado en Mini Alec
o Alec bebé, quizás algo parecido.
Alec negó con la cabeza.
― Déjalo así entonces.
Había mucha naturalidad en
Magnus, cada vez se hacía más fácil solo acercarse a él y dejar que le abrazara
sólo por hacerlo. Alec había estado tan preocupado que dejó su cabeza descansar
en el hombro del brujo, entonces todo se convirtió en un mundo de
posibilidades.
― Pasó algo. ― Dijo Alec sin
apartarse de Magnus ―. Con Alec y Jace en el entrenamiento de hoy.
Magnus no habló, dejó que Alec le
dijera todo, su voz pasó de alarma a asombro conforme su relato avanzaba.
Magnus tenía su boca en la cabeza de su novio, podía oler el shampoo y sentir
su calidez, así como sus brazos fuertes y amables acariciando ligeramente su
espalda. Magnus jugaba con un mechón de cabello cuando Alec terminó de
contarle.
― Nunca había visto algo así ― Le
dijo buscando sus ojos ―. Es difícil que alguien enfrente a Jace, que lo haga
atravesar la habitación de un golpe es… Imposible.
Magnus le dejó ir para caminar
hacia la ventana y ver las luces de los automóviles muy por debajo de ambos.
― Quizás fue una descarga de
adrenalina, dices que Jace lo estaba sometiendo.
Alec asintió, pero no se veía
convencido con esa posibilidad.
― He visto descargas así antes,
esto fue diferente, fue como si hubiera usado magia, sé que es imposible, pero
te aseguro que el poder que uso no era normal, tampoco la forma en la que lo
uso.
Magnus llevó una mano a su
barbilla.
― ¿Crees que usa magia?
Alec negó con la cabeza.
― Era su propio poder, pero
echado afuera como una explosión y dirigida eficazmente. Nunca había visto a un
Cazador hacer algo así. Y nunca creí que pudiera ver como alguien le ganara así
a Jace, aún con su sangre de ángel, no pudo hacer nada en contra de Alec.
Magnus tomó la información en
silencio, sus ojos eran dos líneas pensativas.
― ¿Qué crees que signifique? ―
Quiso saber Alec.
Magnus tenía una teoría.
― Sabes cómo pienso ― Le
respondió tranquilamente―. Siempre he creído que la vida busca un equilibrio,
sin importar lo que ocurra intentara conseguir un balance. Creo que es cosa de
esa otra dimensión, en donde las personas están siendo asesinadas por demonios
y el último cazador lucha por la humanidad, como el ángel demanda, necesita más
ayuda de la necesaria, creo que por eso Alice intervino, creo que por ello él
está aquí y ¿por qué no creer que el ángel le concedió más poder porque lo
necesita más que cualquier otro?
― Los ángeles no intervienen.
― Lo hicieron una vez, ¿por qué
no lo harían de nuevo? Así como los demonios están invadiendo ese otro mundo,
no se puede mantener al genio dentro de la botella, los ángeles tienen que
interceder tarde o temprano antes de que pierdan ante los demonios… De nuevo.
Alec y Magnus se sentaron en el
piso al pie de la cama en donde sus hijos dormían con sus espaldas recargadas
en ella y sus manos entrelazadas.
― Eso significa entonces que esa
dimensión está peor de lo que imaginamos ― Alec levantó su cabeza para
reflexionar ―. Por lo menos tienen la ayuda del ángel, de una manera más
activa, quiero decir.
Magnus le observó, y el cazador
sabía lo que esa mirada y ese silencio significaban.
― No te quedes con nada. ― Pidió
Alec ―. Dime lo que piensas.
― Los ángeles no suelen ser
piadosos. Los cazadores de sombras son soldados en representación de ellos en
una lucha eterna. Pero con Alec es algo diferente, creo que Alec no es un
soldado, es más un arma, una que pueden usar, pero también desechar si es
fragmentada o corrompida.
Alec movió la cabeza con pesar.
― ¡Por el ángel! ― Murmuró al
imaginarse tan fría y cruel idea.
― Sí. ― Le respondió el brujo
presionando con mayor fuerza la mano de su amado ―. Exactamente… Por el ángel.
Alec movió su cuello en señal de
cansancio, pero el día estaba lejos de terminar, así como las noticias
impresionantes.
Magnus tomó la mano de Alec y la
llevó a sus labios para besarla tiernamente antes de hacer su confesión.
― También tengo algo que decirte,
debo admitir que pensé en no hacerlo.
Alec le miró con ojos acusantes.
― ¿Por qué harías algo así? Se
supone que no nos ocultamos nada, Magnus.
Magnus suspiró.
― Sólo sopesaba los pros y
contras de decírtelo, es quizás demasiada carga para ti y no te afectaría si no
lo supieras.
― ¿Y qué hay de ti? ¿Qué me dices
de la carga que estas llevando justo ahora? Y no quiero que hables de tu
experiencia o de cómo estás acostumbrado a llevar pesadas cargas tú solo.
Puedes tener cuatrocientos años, pero con respecto al matrimonio quizás sepa
mucho más que tú.
Magnus sonrió.
― Técnicamente no estamos
casados.
― No te escaparas de esto, Magnus
Bane.
El brujo se inclinó hacia Alec,
movió el cabello revuelto del hombre, ese que se sentía como ceda entre sus
dedos y que necesitaba acariciar cada noche para poder conciliar el sueño, le
miro a los ojos azules intensos y le besó.
― Ni si quiera pensaría en
intentarlo.
Llevar la carga entre dos siempre
sería una bendición, una que Magnus nunca esperó encontrar en nadie, no sería
quien arruinara nada tan bello como eso.
El brujo fue atento y amable,
buscó las palabras perfectas y su frágil corazón sacaba fuerza y temple desde
ese lugar oculto que era Alec.
El hombre movió su cabeza cuando
Magnus terminó su amargo relato, esa noche oscura llena de relámpagos, lluvia,
soledad y muerte, la historia de cómo ese pequeño cazador de sombras lo perdió
todo.
― Entonces es mejor así, no
debemos decirle, Magnus, no lo soportaría, por eso pusieron el bloqueo desde un
principio.
― Eso mismo pensamos Catarina y
yo. Alec, lo lamento tanto.
Alec se aferró a los brazos de
Magnus, la noticia de la muerte de su hermana, aun en otra dimensión era
aterradora y profundamente dolorosa.
― Debemos sentirnos afortunados
de que haya tenido a las personas adecuadas cerca para ayudarlo ― Dijo Alec en
la forma en la que intentas convencerte a ti mismo. ― Su padre y Catarina… Ellos
lo protegieron.
Magnus respondió con la cabeza.
Era una parte de Alec que amaba, tomar lo mejor de las peores situaciones e
buscar consuelo aun cuando no se pide.
― Lo ayudaremos, en todo cuanto
podamos, aun cuando tengamos que ir con él a esa terrible dimensión.
― ¿Crees que es posible?
― ¿Crees que hay algo imposible a
estas alturas?
― Creo que sin importar lo que
hagamos, todo seguirá recayendo en él. Y es difícil de imaginar.
Magnus seguía sosteniendo la mano
de Alec.
― Si te conocieras como yo,
verías que sin importar lo terrible de la situación, no hay nadie mejor que tú
para salir de ella. ¿No lo ha demostrado hasta ahora?
Alec respondió asintiendo con la
cabeza, podía imaginarse de muchas maneras, pero viviendo la vida que su otro
Alec tenía, no podría tener la fuerza de estar tan solo, de no tener familia o
no tener a Magnus. Se consoló a si mismo pensando en que Alec no sabía lo que
había perdido, no sabía que su vida estaba más fragmentada de lo que se
imaginaba, recordó esas palabras que él mismo le había dicho a su otro yo, en
ese momento las creía, no tenía por qué dudar ahora de ello, no tenía por qué
dudar de la fuerza de este pequeño guerrero valiente.
― No te preocupes, lo hará bien,
sé que no puede ser de otra manera. ― Le dijo Magnus animándolo.
Se quedaron ahí conversando al
pie de la cama en donde sus hijos eran un enredo adorable de extremidades. Se
fueron a la siguiente habitación y a la cama juntos, como lo habían hecho desde
hace años, imaginarse una forma diferente de vida era imposible para ambos.
Para el Alec de esta dimensión pensar en la vida de su otro yo más joven era
una pesadilla, saber si tenía la fuerza o no de vivir lo que él, era algo que
espero nunca comprobar.
* * *
A Alec le gustaba levantarse
temprano, cada día era una nueva oportunidad de aprender algo nuevo, y le
servía practicar cada movimiento un día antes enseñado siempre previo a iniciar
cada entrenamiento, así, cuando estuviera frente a su maestro Jace Herondale,
podría usarlo en su contra.
Alec vio a Robert Lightwood
atravesando el pasillo para entrar a su oficina, el chico le gritó sin pensar
en la idea de despertar a alguien y corrió hacia su padre, dejó que su pecho
chocara con el de él, quien rio nerviosamente al ver tan clara y emotiva demostración
de afecto, le recordó mucho a sus propios nietos al ver a sus padres llegar de
alguna misión, siempre les recibían con entusiasmo mágico, inocente y lleno de
amor puro.
Alec era muy parecido a esos dos
hermosos niños.
― ¿Qué haces despierto tan
temprano? ― Preguntó el hombre ―. También el buen descanso es importante para
un excelente entrenamiento. – Le dijo estrechándolo.
Alec movió la cabeza, ciertamente
no recordaba como solía interactuar con su padre.
― Cada momento bien aprovechado
es muy valioso, ¿no es así?
― Claro que lo es.
Alec seguía nervioso y ansioso.
― No te vi en los últimos dos
días ― Le dijo esperando una explicación.
― Estuve en Alicante, ejerzo ahí
como Inquisidor y aun cuando quiera estar aquí contigo todo el tiempo, no es
posible, espero lo entiendas. – Le dijo pidiendo comprensión.
― Claro, no te preocupes, pero
dime… ¿Qué es un inquisidor?
Robert le miro con desaprobación
tierna, como un cachorro que acaba de morder tus calcetines.
― Bueno… El inquisidor en un puesto
importante en La Clave, es como ser la mano derecha del Cónsul.
― ¡Vaya! Eso suena impresionante.
Robert le sonrió de una manera
triste.
― ¿Eso piensas? Yo solo sé que es
más trabajo del que se puede manejar.
― Nunca para ti ― Dijo Alec mayor
acercándose a ambos ―. Volviste pronto.
Robert y Alec se dieron la mano
mientras el adolescente observaba la manera cuidadosa en la que se trataban,
bastante extraño para su propio gusto.
― Si no voy frecuentemente al
Gard Jia podría venir aquí y no nos conviene, tenemos un par de niños que
mantener lejos de La Clave por ahora.
Alec se sintió aturdido.
― ¿Eso es por Rafe? ¿Te han dicho
algo?
Robert levantó sus manos.
― Te lo aseguro hijo, nadie ha
dicho nada malo de la adopción de Rafe y aun cuando La Clave no lo autorice,
nadie nos quitara a Rafael.
― No, porque nunca lo permitiré.
Fue como una advertencia, pero
¿por qué a su padre? no podía comprenderlo. Ahora su yo mayor se veía de mal
humor.
― Iré a ver a los niños ― Dijo
finalmente y le miró obligándose claramente a sonreír ― ¿Alec? ¿Vienes?
Negó con la cabeza.
― Quisiera ir con mi papá. ― Dijo
al tiempo que giraba hacia Alec mayor ―. Si no te molesta.
― Por supuesto que no, hijo. ―
respondía Robert por Alec mayor ― Vamos,
tendremos unas clases de La Ley.
La Ley era larga. Alcaica,
absurda e increíblemente aburrida, aun cuando había algunas cosas que le
parecieron interesantes, como la creación de los cazadores, los acuerdos y
algunas normas, la historia de los parabatai y de cómo debes elegir antes de
tener dieciocho años, le dijo que entre parabatai estaba prohibido enamorarse,
aunque se perdió un poco entre las mil y una prohibiciones que tenías solo por
el hecho de ser el último cazador de sombras. A pesar de todo eso, le gustaba
ver a su padre.
Los Instrumentos Mortales, el
país de los cazadores, el libro del ángel o libro Gris, entre otras cosas
comenzaron a ser parte de su conocimiento general.
Ambos pasaron la tarde juntos,
esa parte le fascino al joven cazador, lo que no le gustó fue que su padre lo
trataba como un cadete y no como su hijo. Para cuando los llamaron al almuerzo,
ya que el desayuno lo habían tomado ahí, Alec tenía en sus manos una copia del
libro gris y la promesa de que al siguiente día le entregarían una de El Códice
de Cazadores de Sombras.
― Te ves terrible. ― Dijo Jace
quien le observó al salir del estudio ―. ¿Robert no te dijo sobre los
descuentos que tenemos en las tiendas departamentales?
― Solo con la ropa negra, claro
está. ― Dijo Clary y ambos sonrieron en comunión.
A Alec no le pareció gracioso,
estaba demasiado abrumado con toda la información que solo podía pensar en ir a
su habitación y tomar apunte de todo antes de que olvidara algo importante.
Resopló desolado.
― Todo esto es una locura, yo… No
sé por dónde empezar.
Clary puso su mano en el hombro
del chico, fue raro que ella y Alec tuvieran casi la misma estatura.
― Tengo algo que quizás pueda
ayudarte, yo, como tú, llegue a este mundo cuando tenía dieciséis años, yo no
tuve las clases que tú has tenido ni maestros de re nombre maestros…
― Básicamente porque siempre
estábamos corriendo escapando de algo o alguien e intentando salvar el mundo ―
Dijo Jace con sus manos en las bolsas.
Clary golpeó un poco el hombro de
su novio.
― Fui aprendiendo sobre la
marcha, pero tenía conmigo el códice y amigos que me ayudaron en todo momento.
Creo que ahora debes tenerlo.
― Clary ― dijo Jace con cautela
―. No tienes que hacer eso, Alec puede tener su propio Códice.
― Pero no será como el mío, es
único ¿no es así?
― Y no tienes que renunciar a él.
― Pidió Jace nuevamente.
― No lo hago, quiero que lo
tenga, será La forma de que todos le ayudemos. ― Clary miro a Alec, estaba
sonriendo completamente segura de sus palabras ―. Será mi regalo para ti.
Alec se encogió de hombros, no
estaba seguro de lo que encontraría en lo que pensaba era solo un libro. Unas
horas más tarde entendió a lo que se refería Clary; además de las instrucciones
pobres y vacías de lo que parecía un manual de Boy scout, había arte y frases de
todos ellos, era un verdadero regalo que nunca podría agradecer.
Así como nunca podría olvidar lo
escrito por Magnus Bane en una de sus arrugadas hojas:
“Diecisiete razones son todas en las que pensé por las que alguien se
convierte en Cazador de Sombra. Ahora huye, pequeño Cazador de Sombras, y
aprende a matar cosas. Y se amable con los Subterráneos”.
Pasó toda la noche leyendo el regalo de Clary,
esperando ansioso esas anotaciones que habían hecho para ella y por ella misma.
Algunas cosas las entendió y otras no del todo, pero ahora podía estar casi
seguro de que no se perdería en la mayoría de conversaciones que tenían en el
instituto con respecto a todas esas normas que debían llevar.
Cayó dormido a eso de las dos de
la mañana, su consuelo fue recordar que era la hora recomendada para hacerlo
por Clary Fairchild en su códice.
Era una rutina bastante simple:
Desayuno.
Lectura o lenguajes (latín y
demoniaco, por lo general)
Bocadillos, normalmente llevados
por Isabelle y acompañados por dos pequeños inquietos que no se le separaban.
Clases de La Ley y tecnicismo del
orden policial que La Clave constituía. (Las odiaba)
Practica de armas (Conocerlas y
usarlas).
Lucha cuerpo a cuerpo y artes
marciales (Lo amaba).
Tiempo libre en donde solía hacer
preguntas sobre cosas del mundo de las sombras (No quería tiempo libre).
Hora de dormir (Se escabullía en
la sala de entrenamiento para seguir practicando lo aprendido)
Alec se quedaba dormido con el
códice en sus manos siempre hasta perder el conocimiento, no podía desperdiciar
un solo momento, era demasiado desperdicio desde su punto de vista.
Esta rutina o una mínima variante
de ella, la llevo durante un mes.
* * *
― La ley es dura, pero es la Ley
― Le repitió su padre una enésima vez.
Alec no quería ser irrespetuoso,
pero ciertamente la mayoría de las leyes de los cazadores de sombras le
parecían ridículas.
Alec esta vez no se quedó a
escucharlo más.
― Quizás. ― Dijo el chico
levantándose de su lugar, con tres tomos de demología y su apreciada copia del
códice entre sus brazos ―. Pero eso no significa que no sean absurdas.
― No te vayas.
― Debo entrenar, Jace me está
esperando.
― Te seguirá esperando ― La voz
de su padre era dura, como no la había escuchado antes ―. Te pueden parecer
frías, absurdas e incomprensibles, pero durante miles de años ha sido lo único
que nos ha mantenido a salvo.
― Las runas y las armas nos
mantienen a salvo.
― Contra los demonios, pero no
contra la otra cosa que podría acabar con los cazadores de sombras.
― ¿Y que es esa otra cosa?
― Otros cazadores, Alec, las
leyes están para que no nos matemos entre nosotros, debemos seguir las reglas
para que no ocurra lo que sabes.
― ¿Lo que sé?
― Lo que está pasando en tu
dimensión, matarse cazadores de sombras unos a otros.
Fue como si le hubiera golpeado,
Robert Lightwood no podía entender que hubiera hecho o dicho algo que pudiera
herir, pero difícilmente los padres saben el poder que tienen sobre sus hijos y
la intensidad del daño que pueden lograr con unas palabras, sin importar lo
simples que estas sean.
― ¿Puedo irme ahora? ― Preguntó
con voz plana y débil.
― Puedes. ― Indicó Robert y
observó a su hijo adolescente marcharse, él le había mirado como su ahora
adulto hijo lo había hecho en muchas ocasiones cuando le reclamaba algo que no
era en absoluto su culpa, por algo que no debía ser reclamado en lo absoluto.
No podía creer que lo hubiera
hecho mal. De nuevo.
* * *
No quería llorar, era ridículo
pensar en la simple idea, se llevó una mano a su boca para mitigar la
posibilidad, se estaba esforzando tanto en ello que no se dio cuenta de la
persona que se acercaba a él.
― ¿Alec? ― Le llamó su otro yo ―.
¿Estás bien? ¿Qué ocurre?
Alec se enderezó lo más rápido
que pudo y se tragó los sentimientos que llevaba en la piel. Pero no pudo
hablar, solo movió su cabeza.
Su otro yo era muy bueno leyendo
a los demás, era demasiado bueno para su fortuna.
― ¿Qué te dijo? ¿Qué te hizo?
Alec recobró la voz.
― ¿Por qué me haría algo?
Su yo mayor le miro
inspeccionándolo.
― Quizás no haya sido su
intención, pero… Puede hacer mucho daño con sus comentarios.
― ¿Eso te paso a ti? ¿Por eso tú
y él se tratan así?
El hombre le sonrió con tristeza.
― Ven ― Le sugirió ―. Hablemos en
otro lugar.
Ese lugar fue la terraza más alta
del instituto.
― Ya veo ― Le dijo Alec mayor
cuando el adolescente le contó lo que había ocurrido ―. No debió decir eso, él
no sabe lo que ocurrió en tu dimensión, además de que eso pudo haber pasado
aquí, solo que tuvimos más suerte.
― ¿Qué pasa entre tú y tu padre?
― Quiso saber sin rodeos Alec.
― Muchas cosas, yo te lo dije, no
siempre fui honesto conmigo, tuve que esconderme de muchas personas, una de
ellas era mi padre y cuando conocí a Magnus y me revelé ante todos, fue peor,
mi padre no me acepto. ― Sus ojos estaban con la mirada perdida, quizás mirando
hacia el pasado ―. Él no creía que un cazador de sombras gay fuese un verdadero
cazador. Me hizo a un lado para solo ignorarme y hacer como si no existiera, yo
no existía y así él no tenía un hijo gay.
― Oh por dios.
― Lo está intentando ― Continuó
Alec―. Él en verdad lo intenta y yo no puedo negar eso. Me pidió perdón, lo ha
hecho muchas veces y se comporta diferente, incluso a veces pienso que está
orgulloso de mi… Quizás.
― ¿Cómo podría no estarlo? ― Le
dijo el adolescente que cada vez se veía más como un joven mayor ―. Tienes una
hermosa familia, eres un hombre honorable, tu no ves la forma en la que todos
te miran, te he visto, Alec, la forma en la que tomas los problemas de todos y
los haces tuyos y como no desistes hasta arreglarlos. Yo quisiera… Nada podía
desear más que llegar a ser la mitad de hombre que eres tú.
Alec le sonrió tierna y
amablemente.
― Pero si eres todo yo, Alec.
Ambos explotaron en una
carcajada. Alec mayor recobró la compostura de a poco.
― Nuestro padre ha sufrido,
perdimos a Max y antes perdió a su parabatai.
― ¿Tenía un parabatai?
Alec asintió con la cabeza.
― Me confesó que su parabatai le
había dicho que lo amaba, lo amaba de una manera romántica.
― Creí que eso estaba prohibido.
A Alec le conmovió la forma en la
que el chico vio un problema por encima del hecho de que ambos eran hombres.
― Pero ese no era el conflicto de
mi padre…
Alec agachó la cabeza.
― Claro. ¿Qué pasó con ellos?
― Lo peor que podría pasar, ellos
se distanciaron, créeme, Alec, alejarte de tu parabatai es algo impensable, no
entiendo como tuvo la fuerza, mi corazón se marchitaría si no pudiera estar con
Jace nunca más.
― Debió ser terrible.
― No te cuento esto para que lo
disculpes, solo para que lo comprendas un poco más.
― Eres muy bueno con tu padre a
pesar de lo que te hizo.
― Es mi padre, lo amo por sobre a
todas las cosas y… Tampoco he sido muy amable con él, supongo que después de
todo me es difícil perdonar por completo.
― No creo que tenga algo de malo
que no bajes la guardia.
Alec mayor se sintió apoyado y
comprendido, así vio a su otro yo con un mejor semblante.
― Háblame de tu padre, ¿Cómo es
tu relación con él?
― No lo conocí mucho, tenía ocho
años cuando murió, recuerdo que siempre fue amable y se preocupaba de más,
justo como tú.
― Mmmhhh.
― Quisiera poder decirte más,
pero…
― ¿Y Hodge? ¿Cómo es contigo? ¿Le
has hablado de tus preferencias?
Alec adolescente le miro como si
le hubiera descubierto un secreto. Pero este era Alec, era su otro yo, más
fuerte, más bondadoso y más sabio.
― ¿Qué me delató? ¿La forma en la
que sigo a Magnus como un cachorro?
― No te culpo por eso, cualquiera
seguiría a Magnus hasta el mismo infierno… Literalmente. Pero no, no es eso,
fue otra cosa mucho más fuerte.
― ¿Qué cosa?
Alec le miró para esperar la
reacción tras su respuesta.
― Micah.
Y ahí estaba, ese remolino en su
estómago, había tomado demasiada fuerza de voluntad para no pensar en él ni en
la absurda necesidad de verle. Pero no podía negarlo más, no podía.
― Micah es mi mejor amigo.
― ¿Sabe de ti como un cazador de
sombras?
― No, claro que no.
― Entonces no es tu mejor amigo,
debes de pensar mejor lo que es para ti. Pero… Ese no es mi asunto y no quiero
que pienses que te obligo a algo, hablamos de tu padre… Háblame de él ¿Por qué
no le has dicho?
― No estoy seguro como
reaccionaria.
― Quisiera poder ayudarte.
― ¿Me estás diciendo que no
tienes todas las respuestas?
― Quisiera.
Pasaron horas antes de que los
dos bajaran de la terraza, para cuando lo hicieron ya era noche y se preparaban
para la cena. Cuando pasaron por la oficina de su padre, la puerta se abrió de
manera precipitada y Robert salió de ahí alterado.
― Alec, hijo, necesito decirte…
Yo… Perdóname.
El hombre con gran espalda y
brazos fuertes sujeto al chico colocando sus manos a sus costados.
― No debí decir lo que dije, yo
no…
― No te preocupes, en verdad,
todo está olvidado, yo no debí ser tan impertinente
El hombre se relajó y sacudió la
melena de su hijo adolescente.
― ¿Qué tanto hablaron ustedes
dos?
― No mucho, solo…
― Alec es un excelente consejero
― Dijo el adolescente.
Y ahí estaba Robert mirando a su
hijo adulto con lo que solo se podría describir como orgullo, estaba tan
orgulloso de Alec que no podía entender cómo es que este lo dudaba.
― Que podemos decir ― Dijo Robert
inflado de orgullo mirando a su hijo mayor―. Algunos nacen para ser excelentes
padres.
* * *
La cena fue amena como lo habían
sido las últimas semanas, todos se había acostumbrado tanto a mini Alec que se
hacía cada vez más difícil pensar en su regreso, cualquier conversación al
respecto era fácilmente evitada.
Presidente Miau había sido traído
al instituto ya que se habían movido ahí durante más tiempo de lo que el gato
podría soportar solo. Constantemente confundía el regazo de Alec adolescente
con el de Alec adulto, era confuso para él, pero Max siempre se encargaba de
hacerlo más fácil para el pobre animal, no lo dejaba libre el suficiente tiempo
para que este extrañara cualquier persona.
Jace, Alec y mini Alec se
levantaron para ir a la sala de entrenamiento una vez más, pero el timbre del
ascensor los detuvo.
Alice había vuelto a ellos como
lo había hecho antes; sin previo aviso.
― Aún no está listo, dijiste que
un par de meses ― Se adelantó Isabelle unos pasos frente al chico ―. Apenas ha
pasado uno.
― No estoy aquí para llevarlo de
regreso, aun no tengo la energía para hacerlo.
Isabelle se relajó.
― ¿Qué haces aquí, entonces?
― Isabelle. ― Le reprendió su
hermano mayor―. Eso no es amable.
― No espero amabilidad de ustedes, cazadores
de sombras. ― Dijo el hada con una sonrisa fría, fue extraño ver como su mirada
se quedaba quieta por un par de segundos en el pequeño Max Lightwood ―. Me
pidieron enviar un mensaje, estoy aquí para eso.
Clary y Simon habían visitado la tierra de las
hadas para preguntar sobre el tiempo que Alec tendría para hacer su
entrenamiento, después le visitaron de nuevo para que Alec pudiera ir a casa e
informar a su padre que estaba bien, eso fue claramente negado, pero las
negociaciones no pararon ahí, Clary le consiguió a Alec poder enviar un mensaje
a su casa.
― ¿Un mensaje? ― Preguntó Alec
preocupado ―. ¿Qué clase de mensaje?
― Uno en donde puedas advertir a
tu padre que estas con vida, no podemos dejar que llegue a pensar lo contrario.
― Claro ― La voz del chico fue
apagada.
― Debo advertir… ― dijo Alice
claramente incomoda por estar frente a tantos Cazadores―. Que esto retrasara
aún más mi recuperación, así que deben tomarlo en cuenta.
― Sí, sí. ― Dijo Isabelle
haciendo un gesto desdeñoso ―. Entendemos, ahora, Alec ¿Recuerdas la forma en
la que se escribe un mensaje de fuego?
El chico movió la cabeza.
― De acuerdo. ― Estuvo
entusiasmada Isabelle ―. Ahora harás lo mismo, pero no traces la runa de fuego,
a cambio le entregarás el mensaje a Alice para que pueda enviarlo con sus
habilidades.
Siguió sin hablar cuando todos se
movieron al estudio a buscar un pedazo de pergamino, cada vez era más sencillo
encontrar su estela en su cinturón de armas, sus botas o en cualquier lugar que
se le ocurriera ponerla, ahora sabía que siempre estaría ahí si la necesitaba.
Pero la sencilla tarea no lo fue
en realidad. Alec se quedó frente al papel sosteniendo su estela pensando en el
hecho de enviar un mensaje a su padre.
Fueron minutos antes de que
alguien hablara.
― ¿Quieres que te diga de nuevo
cómo hacer un mensaje de fuego? ― Preguntó Jace poniendo su mano en la espalda
del chico en señal de ánimo y apoyo.
― No ― Respondido Alec ―. Estoy
bien, yo sé hacerlo…
Más tiempo sin moverse, hasta que
su otro yo se compadeció. Se acercó al chico y se inclinó hacia él.
― No tiene que ser a tu padre. ―
Dijo sorprendiendo a todos ―. ¿Quizás a alguien más? Piensa en esa persona a la
que escribirle sea sencillo y también piensa en lo que quisieras decirle.
Se sorprendió al darse cuenta de
lo fácil que llegó a él el nombre de a quien escribiría y el mensaje que
enviaría.
― Bien ― Respondió Alec mayor al
ver la nueva actitud de su yo adolescente ―. Ahora escribe.
Su estela brilló y se movió
ágilmente por el papel, la hoja llegó a manos del hada y ésta sin decir algo
más tomo el papel y se fue a seguir con su recuperación.
― Ahora sabrán en casa que estas
bien. ― Dijo Alec.
― Sí. ― Respondió el adolescente
con la boca del estómago pulsando.
Nadie preguntó a quien le había
mandado el mensaje, sólo Alec se quedó repitiéndolo una y otra vez en su mente ese
mensaje que había escrito:
Micah:
Sigo
aquí, espérame, y por favor cuídalos por mí.
* * *
Fue como estar cayendo a un pozo
sin fondo, recordó esos sueños extraños en donde se despierta asustado y
saltando inconscientemente al sentir que en sueños caes en algún agujero. Pero
esta vez no se despertó, siguió cayendo y cayendo mirando líneas y manchas de
colores. Se quedó respirando con fuerza cuando la horrible idea le llegó a la
cabeza de que quizás eso no era un sueño. Cerró los ojos con fuerza obligándose
a sí mismo a despertar, cuando los abrió no caía más. Estaba en una casa, que
le parecía familiar, había tapices elegantes y muebles pesados de madera,
afuera, aun cuando no podía mirar, llovía, lo sabía por el ruido de las gotas
sonando en el techo de la mansión y la oscuridad, un relámpago le tomó por
sorpresa y le hizo saltar, si esto era un sueño entonces estaba experimentando
el estar dormido de una manera de inconciencia muy profunda.
― Despierta, despierta,
despierta. ― Se dijo a sí mismo mientras caminaba cuidadosamente hacia la
siguiente habitación.
Caminó muy poco antes de que una
niña se apareciera frente a él. Era Isabelle, sus ojos eran inconfundibles.
― ¿Izzy? ¿Qué…? ¿Qué hacemos
aquí?
Entonces algo lo golpeó, no de
una manera física, fueron imágenes, todas ellas pasaron frente a él por debajo
de sus parpados, una lluvia de rostros que aparecieron por menos de un segundo
cada una. Cuando las imágenes le liberaron él cayó al suelo de rodillas, no
había visto las imágenes con atención, pero había entendido el concepto, había
sido una lucha, alguien había muerto y alguien había huido. Levantó la mirada
para buscar a la pequeña Izzy, ahora ella tenía un conejo de felpa en sus
brazos. Alec respiraba con fuerza y sentía cómo su corazón se desbocaba, sus
manos estaban frías cómo el mismo hielo, estiró la mano para tocar a su pequeña
hermana, de alguna manera sabía que tenía que alcanzarla antes de que algo malo
pasara, pero no lo logró. Isabelle gritó y Alec con ella al ver cómo ésta desaparecía
a centímetros de sus dedos, nuevas imágenes más aterradoras, el rostro de su
madre, sangre y una manta ensangrentada en sus brazos, pero no lo soporto más,
se empujó a sí mismo a la conciencia y gritó el nombre de su hermana, lo había
entendido, en esa horrible pesadilla; Isabelle había muerto.
― ¡No! ¡No! ¡Izzy! ¡Izzy!
¡Isabelle!
Las cobijas estaban hechas un
nudo sobre su cama, claramente él había estado luchando mientras dormía. Se
llevó una mano a su rostro y sin siquiera intentar controlarlo, dejó que las
lágrimas surgieran, entre sollozos se quedó sentado esperando que alguien fuera
en su ayuda, quien sea, alguien, que fuera a verlo.
Sus ruegos fueron escuchados, su
puerta se abrió y gracias al ángel, Isabelle entró con su bata colocada a
medias y se abalanzó sobre la cama en donde Alec le había extendido los brazos.
― ¿Qué ocurre? ¿Qué te ha pasado?
― Le dijo la mujer acariciando el cabello y espalda del chico.
Pero Alec no podía hablar, se
aferró fuerte a ella y siguió llorando, nunca había llorado así, no que lo
recordara, aun cuando su padre había muerto, aun cuando a la siguiente mañana
debía afrontar su habitación vacía y la soledad desgarradora de no tenerlo más,
aun en esos terribles días y horribles noches, no lloró como lo estaba haciendo
en ese momento.
Poco a poco la habitación se
llenó con cada miembro de su familia.
Isabelle miraba a cada uno
pidiendo ayuda al no saber cómo hacer para que su joven hermano dejara de
llorar. Fue Magnus quien al final se acercó y conjuró la calma con magia, Alec
comenzó a respirar de manera más lenta y sus lágrimas dejaron de surgir
descontroladamente.
― Shh, shh ― Le dijo Isabelle
separándose un poco solo para buscar su rostro ―. Tranquilo, hermanito, estas a
salvo, dime, ¿qué ocurrió?
Alec parecía estar buscando su
propia voz.
― Una pesadilla, una horrible,
muy horrible… Tu… ¡Tu!
Isabelle tomó de nuevo su lugar
en los brazos del chico.
― No pasa nada, fue solo eso, fue
solo una pesadilla.
Alec mayor llegó a la habitación,
había un cÍrculo alrededor de su yo joven, él no había llegado de inmediato ya
que su primera reacción fue ir a la habitación de sus hijos. Ahora estaba
esperando saber que ocurría, llegó cuando Alec pudo decir que había soñado.
― Moriste, tu… Estabas en esa
enorme casa con eso conejo de felpa y… Moriste. Alec se llevó las manos al
rostro de nuevo ―. Fue lo más horrible que alguna vez sentí.
Jace se había unido a Isabelle al
consuelo del chico, Maryse y Robert se habían sentado en la cama para tocar al
pequeño que se miraba ahora más pequeño que nunca.
Alec y Magnus compartieron una
mirada, ambos tenían ese malestar acertado de que esto quizás no hubiera sido
un sueño, sino un recuerdo. Un doloroso e insoportable recuerdo.
Pensar en el hecho de que el
bloqueo se hubiera desvanecido era factible, Alec estaba ahora en otra
dimensión, lejos de la magia original que funcionaba en su memoria, no podría
ser otra cosa, pero entonces Magnus tendría que buscar la manera de
solucionarlo.
Tomó alrededor de dos horas
lograr que se volviera a dormir, la habitación se fue vaciando de a poco
quedando Isabelle, Alec y Magnus mirándole respirando pacíficamente mientras se
movía en la almohada.
― Vamos, Izzy. ― Le dijo su
hermano mayor ―. Dejemos que descanse ahora, Magnus podrá ayudarle mañana.
Isabelle no habló, respondió a su
hermano con un asentimiento sin dejar de mirar al adolescente. Dejaron la
habitación, pero en la cabeza de Isabelle se formó una idea, una a la que no
renunciaría, una a la que no podrían decir que no, nadie podría negarle si
quiera el intento, lo había decidido ya.
Le pasó por la cabeza con
demasiada fuerza la idea de que Alec no volviera. ¿Porque hacerlo? ¿Cuál sería
el caso? le pediría a su hermano menor, este que había venido de otra
dimensión, que no regresara, que se quedara con ellos, que se quedara con ella,
y así, ella podría protegerlo como nadie nunca lo hizo.
Así, Alec no volvería a tener
pesadillas y si las tuviera, ella podría correr por el pasillo para entrar a su
habitación y consolarlo.
* * *
Alice fue obligada a decirles
cuanto era el tiempo del que disponían para entrenar a Alec, ella renuente, ya
que no estaba segura de la respuesta y debido a que su naturaleza no le
permitía mentir, les dijo que se podría estimar cinco, quizás seis meses.
― Tardé menos que ese tiempo en
convertirme en una cazadora decente ― dijo Clary muy contenta a pesar de la
situación ―. Claramente Alec es un guerrero nato, seguro será mejor que yo en
la mitad del tiempo.
Jace y Alec compartieron una
mirada, aún no habían mencionado el incidente de fuerza que Alec había
demostrado, quizás no sería necesario hacerlo, hasta entonces podrían solo
seguir con el duro entrenamiento.
El pequeño Alec con unos tres centímetros
más de estatura pasó las medias tardes en el instituto leyendo a Max y Rafe,
era una terapia autoimpuesta por ambos niños y que era bienvenida para poder
relajarse antes de cada entrenamiento físico.
Escuchó la historia de amor de
Alec y Magnus de ellos mismos. Ellos se habían encargado de mantenerlo ocupado
escuchando una historia que al parecer le fascinaba, mientras que Magnus
trabajaba en el bloqueo mental de Alec, que por alguna razón se había
debilitado y le tomó a Magnus un par de semanas reconstruir lo que se había
perdido.
Había ido a Idris, Alicante e
incluso al Gard en varias ocasiones con su padre haciéndose pasar por el
sobrino lejano de este, obviamente el parecido familiar era indiscutible, nunca
se quedaba en una misma habitación por mucho tiempo o hablaba más de dos o tres
oraciones con alguien y a los conocidos cercanos de Alec adolescentes, los
evitaba. Fuera de la forma evasiva en la que se tenía que mover en la dimensión
de cuento de hadas, aprendió mucho del país originario de los cazadores, de sus
bosques y de sus torres demonio entre otras cosas, se hizo el apunte mental de
que debía regresar a Alicante en su propia dimensión. Le gustó ver la oficina
de su padre y la enorme pintura que colgaba sobre su chimenea en donde un
cazador de sombras de cabello negro con flecha y arco se cernía sobre rocas
sobre figuras vestidas de rojo, este decía LA BATALLA DE LA BURRE. Cuando Alec
le preguntó sobre el mural de exhibición Robert se jactó contándole sobre lo
que había pasado en esa batalla y como Alec se había convertido por primera vez
en un héroe de guerra. A Robert le gustaba hablar de su hijo, eso era obvio y
Alec se permitió robar un poco de ese afecto, quizás no era su dimensión,
quizás no era su padre, pero se sentía así y para él, que lo había perdido
todo, era lo mejor del mundo.
Las historias de batallas corrían
a cuenta de su padre, las familiares eran las favoritas de su madre, ella le
habló de como Max había llegado una tarde cualquiera, de cómo Alec había traído
a Rafe, el compromiso de Isabelle, los planes de boda, claro, la relación
tumultuosa que habían llevado Clary y Jace encontrando siempre de igual manera
un camino aún más tumultuoso de regreso el uno al otro. Habló de Simon, de
Clary y de Magnus y de cómo ellos habían llegado a cambiar la vida no solo de
sus hijos, sino de toda la familia, habló de Max, ese niño que perdió demasiado
pronto, pero nunca se quedó sin palabras, ella lo recordaba demasiado bien como
para que sus relatos no le provocaran un nudo en la garganta, muchas de las
historias las contó con uno de sus nietos en su regazo, ella se veía feliz y
hermosa, un ángel que había salido de su imaginación para materializarse, era
su madre, la conocía, ahora lo hacía y lo disfrutaba todo cuanto podía.
Entrenaba todos los días,
entrenaba muy duro, tanto que Alec y Jace dejaron de seguirle el ritmo, Alec se
encontraba en muchas ocasiones solo en la sala de entrenamiento luchando con el
aire, practicando lo que al parecer era su especialidad, el tiro con arco. Se
quedaba en las altas cornisas del instituto observando como Alec y Jace salían
a misiones casi a diario, ellos no lo dejaban ir, claro que no, él no tenía la
capacidad de hacerlo, no podía sentirse mal por eso, era algo natural que
quisieran protegerlo, pero en muchas ocasiones se encontró deseando ir, porque
ir seria de mejor provecho para él que quedarse ahí arriba mirándolos
marcharse.
Pero una tarde, después del
almuerzo y notando la forma extraña en la que ambos se comportaron, Alec fue
invitado a una misión con ellos.
― ¿En verdad? ― Repitió el chico
por tercera vez ―. ¿En verdad puedo ir con ustedes?
― No te estamos invitando a una
fiesta ― Le advirtió Jace ―. Es una misión, es peligrosa y necesitas ir
concentrado ¿Estás listo?
Alec sintió la necesidad de
saltar, pero ahora más que nunca tenía que aparentar madurez. Asintió firme y
seriamente.
Alec mayor apareció desde la sala
de armas con todo un arsenal, como un equipo nacido y no creado, ellos
comenzaron a pasar un arma tras otra sobre sus manos sin hablar, solo miradas
que Alec no entendía, pero claramente ellos sí. Su otro yo le miro y extendió
su mano hacia él para entregarle arco y flechas.
Alec los tomó sin pensarlo casi
por instinto.
― El códice dice que no puedo
esperar usar Arco y flecha en una misión al menos que sea bueno, realmente bueno.
― ¿En serio dice eso? ― Preguntó
Jace tomando un sensor y colocándolo en su cinturón de armas ―. No tenía idea.
Alec golpeó a su parabatai y
respondió a su yo menor.
― Lo dice porque se consideran
armas difíciles de manejar en una pelea real, es complejo, pero tú tienes
habilidad sobresaliente con el arco, te pondríamos en peligro si no dejáramos
que usaras la arma con la que eres más fuerte.
Alec no dijo nada, se sentía
agradecido por esas palabras y completamente extasiado por el cambio de su situación,
había dejado de mirarles desde la altura para convertirse ahora en su compañero
de misiones.
Jace era como otra persona, cambiaba
por completo cuando estaba fuera matado demonios, era un estratega nato y Alec
lo complementaba a la perfección, cuando llegaron a la fábrica abandonada en la
tercera avenida, ellos tenían ya un plan para abordar al nido de demonios
foraii, eran demonios no muy comunes y por alguna razón desconocida ellos
habían encontrado su paso desde su dimensión demoníaca para entrar a ésta y
crear estragos en el vecindario, eran demonios poderosos que debían ser
erradicados lo antes posibles.
― Clary y Simon están ya del otro
lado del edificio, ellos se encargarán de cualquiera que sea capaz de escapar
de nosotros.
Ambos Alec asintieron con
determinación, ellos tenían una forma de pararse muy similar, pensó Jace, pero
mientras en su parabatai había precaución, en su otro yo había una mirada de
ansiedad por asesinar y destruir.
Entraron al edificio, Alec no
esperaba que lo hicieran parte de la acción en esta primera misión, se había
hecho a la idea desde un principio de que, como en casa y en todo momento,
seria al que intentarían proteger o mantener alejado del peligro, aun así, no
podía quejarse bajo ninguna circunstancia de estar en donde estaba, aun cuando
el lugar parecía haber sido sacado de la peor pesadilla de alguien.
No fue silencioso, no hubo
misterio ni mucho menos tiempo de quedarse a reflexionar acerca del siguiente
paso. Los demonios parecieron haber olido la sangre de ángel y se les fueron en
torrentes hacia ellos para atacarlos. Jace y Alec les recibieron bien plantados
sobre sus pies, la espada de Jace era una de las cosas más veloces que jamás
miro, Alec había saltado hacia atrás sobre su propia cabeza para esquivar a uno
de ellos, una vez que estuvo de regreso en el piso sus flechas comenzaron a
destruir demonios, Alec adolescente se sintió mareado, todos los datos recién
recibidos de su actual instrucción estaban dando vueltas en su cabeza como un
remolino, supo que Alec podía destruir a los demonios por el material elegido
en las puntas de sus flechas y por las runas en ellas grabadas, menciono el
nombre de cada uno de los movimientos que Jace hacía, Alec mayor había usado su
estela para dibujar algo en la parte interior de su muñeca, conocía la runa,
sabia el nombre y su historia… ¡Deja de pensar! Fue un llamado auto infringido.
Fue como despertar, sabía todo aquello, ahora se trataba de ponerlo en
práctica.
Subió las escaleras de metal
oxidadas deteniéndose en el primer descanso, ahora eran dos ráfagas de flechas
que derrumbaban a los demonios mientras que Jace los terminaba certeramente en
el piso. Fue tan sencillo, y tan extraño, en ese segundo de batalla no pensó
más en su equipo de combate o en las marcas en sus brazos, por un momento solo
fue su cuerpo haciendo lo que debía. Haciendo aquello por lo que había nacido.
Se hizo parte del equipo
rápidamente, las largas horas de entrenamiento les había ayudado a conocerse,
conocer sus movimientos y crear un excelente equipo de combate.
Uno de los demonios miro a Alec
adolescente como si se le hubiera ocurrido alguna idea, aterrador pensar en el
hecho de que los demonios pudieran hacer tal cosa, voló sobre Alec para sacarlo
de balance, pero el chico se agachó en el momento perfecto para incorporarse de
nuevo después que el demonio hubiera pasado y una de sus flechas fue
perfectamente dirigida hacia la cabeza de éste y se enterró en la parte de
atrás del hueso perla y la carne negra, pero no cayó, siguió su vuelo hacia la
parte superior del edificio.
― ¡No dejes que escape! ― Le dijo
Jace y Alec corrió por las escaleras detrás de él.
Se pegó a la pared esperando a
que el demonio apareciera, le siguió por tres largos pasillos y al interior de
una habitación, fue tan solo por un segundo el tiempo en el que la idea de que
fuera una trampa le atravesó por la cabeza, pero este era un demonio menor, los
demonios menores no piensan, no crean planes y este demonio sólo quería escapar
de la amenaza, claro, no podía ser de otra forma. Al entrar a la habitación se
topó con la extraña imagen del demonio siendo destruido por alguien más. Las
cenizas se esparcieron por el lugar provocándole una tos ligera.
― ¿Quién eres? ― Exigió saber
Alec enderezando su espalda y apuntando su flecha al pecho del hombre.
El sujeto le observo inclinando
su cabeza. Sus ojos eran rojos, Alec tenía un temblor en su pecho, de alguna
manera supo que no era un brujo, era algo más, algo poderoso.
― ¿Dónde están los demás? ―
Preguntó el extraño ―. Los Nefilims no suelen luchar solos, son egocéntricos
pero cobardes, unos hipócritas.
La mente de Alec seguía buscando
una explicación a lo que tenía frente. Podía recordar las palabras de su
códice, las repetía mentalmente mientras escuchaba al hombre.
Los demonios mayores tienen
personalidad y una forma corpórea parecida a la humana…
― Demonio mayor. ― Se dijo a sí
mismo.
Detuvo su mente antes de que le
hiciera perder el control, si el sujeto era un demonio mayor, no necesitaba el
miedo en lo absoluto.
― ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién te
ha traído, cazador de sombras?
Alec levantó una ceja sin hablar.
― No seas ordinario. ― Le dijo el
sujeto ―. No me refiero a este edificio, me refiero, pequeño cazador, a esta
dimensión. Dime ¿en dónde está esa hada tramposa?
Alec meditaba dentro de su mente,
no tenía una idea de porque o como sabia sobre su visita en esa dimensión, pero
le sirvió que le hubiera preguntado, ese le servía para estar seguro de lo que
creía que era.
― Sí. ― Le dijo inesperadamente
el hombre ―. Soy lo que tu especie llama; un demonio mayor.
Y lee la mente.
No esperó más. La flecha de Alec
se incrusto en el hombro del sujeto, este movió su cabeza sin ningún tipo de
apuro y observó a la flecha, la tocó con uno de sus largos dedos y ahora miraba
Alec, tenían puntas afiladas en lugar de dedos.
― Necesitaras más que esto para
hacerme volver al vacío, niño del ángel. ― Tomó con sus manos la flecha y la
sacó sin hacer ningún tipo de expresión ―. Supongo que tu esfuerzo vale algo,
pero debes llamar a los tuyos si no quieres morir aquí, aunque sé que están
ocupados abajo.
La flecha fue arrojada a los pies
del chico.
― Sé que no hablaras conmigo…
Entonces te matare y sacaré las respuestas de tu muerto cerebro, será
exquisito.
Una flecha más. Se enterró cerca
del primer lugar, el demonio enfureció.
― Te dije: ¡Llama a los tuyos! –
Ordenó el demonio mayor.
El demonio levantó su mano y Alec
sintió una presión en su pecho. Sabia de esto, y aún más importante; sabia como
detenerlo, tomó su estela desde su cinturón de armas y dibujo la runa de
protección, era una runa poderosa, la más poderosa que había usado hasta el
momento, se sintió más fuerte y el efecto del demonio se había ido. Sonrió
complacido por esto, era un gran logro y el demonio quiso terminar con aquello
de una vez por todas.
― Tú lo quisiste, quédate solo y
muere, que desgracia para ti.
Alec saltó y usó la pared para
impulsarse y esquivar el ataque del hombre que tenía sus manos por delante, sus
manos eran más cuchillas filosas y dispuestas a rasgar y destruir. Alec llegó
al otro lado de la habitación, tomó dos dagas cortas y las arrojó al demonio
para que este fuera herido en ambos brazos, fue tanta la fuerza sobre humana,
como la que había demostrado en contra de Jace en sus entrenamientos, que el
hombre terminó incrustado en la pared como una mariposa siendo examinada dentro
de una colección con sus alas perforadas por alfileres
― No es posible, ― musito el
demonio con ojos como platos ―. ¿Qué eres?
Alec no dejó de mirarlo, había
demasiada seguridad y estaba demasiado enfocado como para dar paso a cualquier
duda.
― Para tu desgracia… ― Habló
finalmente Alec apuntando de nuevo hacia el hombre ―. Soy el único Cazador de
Sombras que puede y debe pelear solo.
La flecha voló y finalmente entró
en el lugar preciso entre la primera y la segunda herida, entonces el demonio
gritó y su cuerpo comenzó a convertirse en polvo y ceniza. Eso había sido todo,
Alec había matado a su primer demonio mayor, había sobrevivido y aún más; había
sido fácil, más de lo que alguna vez se imaginó.
* * *
Llegaron al instituto en una
sombra de victoria y gloria silenciosa. Todos habían regresado básicamente
ilesos. Alec había escuchado que los cazadores de sombras no se despedían al ir
a una misión, esto era porque para ellos su regreso era eminente. El regreso
entonces no tenía que ser diferente.
Jace y Clary se retiraron a su
habitación casi de inmediato, Magnus se encontraba en el estudio y Simon e
Isabelle brincaron a través de un portal hacia Idris, al parecer Simon era
solicitado ahí por un asunto sobre un nuevo recluta.
Alec nunca hacia nada sin antes
ir a ver a sus hijos, así que entró al estudio con Magnus para esperarlo y así
pudieran seguir conversando los tres, no estaba en lo absoluto cansado y si
intentaba ir a la cama en el estado de excitación en el que estaba seguramente
perdería la cabeza.
El brujo levantó la mirada por
encima de su libro para ponerla sobre él.
Le sonrió haciendo que Alec
pensara que algo ocurría.
― ¿Te interrumpo?
― En lo absoluto, pequeño Alec,
es solo que aún me parece extraordinario mirarte.
Alec podía decir lo mismo de él.
Metió su mano a uno de sus
bolsillos y sacó una pequeña botella que había tomado de los ingredientes de
Magnus, esta tenia un polvo de color azul. Lanzó el frasco hacia Magnus quien
lo atrapo con una mano.
― Dijiste que el veneno de Foraii
era muy valioso para la magia, espero haber tomado el suficiente, esa cosa no
duró mucho tiempo en el suelo.
― Santo Dios, esto es muy valioso
justo como tu lo dices, muchas gracias.
― No es nada, me gusta ayudar. ―
Dijo sonriendo.
Magnus le sonrió aun más.
― ¿Cómo te fue? Aun no escucho
los detalles.
― Eran muchos ― Respondió
secamente Alec.
Magnus dejo el frasco recién
entregado sobre el enorme escritorio de caoba.
― Alec nunca puede ocultarme nada, no entiendo
porque tú crees que eres diferente.
― Lo soy, soy muy diferente.
― En algunas cosas, pero… Vamos,
dime que ocurrió.
Alec siempre buscaba complacer a
Magnus, no estaba muy seguro de porqué o quizás era que no quería saberlo.
― He escuchado como llegaron a
ser una familia, dime, ¿Tu y Alec siempre fueron así? ― Quiso saber.
― ¿Así? ― Preguntó Magnus
buscando una mejor explicación.
― ¿Cuándo supieron que querían
ser padres?
Magnus rió en una carcajada.
― Supongo que yo lo supe cuando
lo supe.
Alec se encontró confundido.
Magnus se levantó de su silla y
camino hacia el carro de servicio para hacer una bebida.
Suspiró fuertemente antes de
responder.
― Esto se lo dije a Alec; Ser
padre es algo que nunca me imaginé ser, fue por completo una sorpresa, así como
lo fue el darme cuenta de que lo deseaba con todo mi corazón, quizás no, quizás
no era así, pero ahora se siente de esa forma. Estoy seguro de que Alec y yo
hubiéramos encontrado la felicidad plena el uno con el otro si nuestro destino
hubiera sido otro y no tuviéramos a nuestros hijos, pero, la felicidad que
tenemos ahora es mucho más maravillosa de la forma en la que es, incluso parece
un milagro. Y respondiendo a tu pregunta. Lo supe cuando noté que era lo que
Alec quería, cuando me di cuenta de que teníamos suficiente amor para incluso
amar a alguien más y convertirlo en parte de nosotros… Dos veces.
Alec se había quitado el cinturón
y lo había colocado en el piso lentamente y meditando las palabras del brujo.
No era bueno con las conversaciones serias, las odiaba.
― Estaba pensando en una
respuesta más como la fecha, pero gracias por el sermón.
Magnus rió de nuevo, si alguien
podía jugar ese juego era él. Se sentó sobre el sillón en la pequeña sala del
estudio con su trago, se miraba de lo más divertido.
― ¿Qué es lo que te preocupa, pequeño Alec?
― ¿Además de que me sigas llamando así? Creo
que todo, no sé si al volver a casa yo pueda seguir con este ritmo o con la
buena racha que estoy teniendo.
― ¿A qué te refieres?
Alec estaba sentado frente a
Magnus, le contó todo lo que había pasado, desde los demonios atacándoles, lo
que ocurrió cuando fue por su cuenta, lo que el demonio mayor le dijo hasta el
momento en el que tomó la muestra para Magnus.
― Fue muy fácil. ― Le dijo, pero
su voz se escuchaba apagada ―. Demasiado como para poder ser verdad.
― Evidentemente no dudas de lo
que pasó, dudas de que tú lo hayas provocado, no puedo negar que es
impresionante e incluso intimidante darse cuenta de que eres más poderoso de lo
que cualquiera piensa. Pero es lo que ocurrió, ese es tu poder y debes
aceptarlo antes de que este te domine.
― ¿Qué significa eso?
Magnus hizo una seña con su mano
para que lo olvidara.
― Lo que quiero decir es que siempre
has sido fuerte, tanto en cuerpo como en voluntad, solo que ahora eres más
efectivo. Algo que has logrado por tu esfuerzo, eres tan poderoso como tú lo
has logrado. Nadie te ha regalado nada, Alec. Estas encaminado terriblemente en este camino en donde no puedes hacer mas que mejorar. ― El brujo le miro con esa sonrisa que a Alec encantaba―. No hay vuelta atrás.
― ¿Estás seguro? Esta misión fue
fácil y…
Magnus dejó su trago en la mesa
del centro y buscó los ojos del chico.
― No lo fue, ninguna lo es, pero
en esta ocasión yo estaba tan preocupado, los sensores estaban a punto de
explotar por tan poderoso e inexplicable aumento, ahora sabemos porqué, ese demonio
mayor lo provocó, Jace y Alec necesitaban a alguien que los ayudara a volver a
casa.
El chico le miró con ojos enormes
y esperanzadores, mientras el brujo terminaba lo que quería decirle.
― Ellos te llevaron porque no
conocemos a otro cazador de sombras más poderoso que tú. Créeme cuando te digo
que ellos no te llevaron como una prueba o para que fueras a una misión que
desde un principio consideraban sencilla. Esto no es La Academia, Alec. Ellos
te llevaron porque en verdad necesitaban ayuda y eres el más fuerte que
conocen.
― Yo… No…
― Así que… Nos salvaste a todos
¿eh?
Alec entró al estudio para
compartir con ambos lo que había pasado en la misión, Magnus le dijo sobre su
historia del demonio mayor y cómo su otro yo lo había eliminado. Alec le
felicitó como seguro lo hubiera hecho con algunos de sus hijos. Confirmó lo que
Magnus había dicho sobre necesitarlo en esta que parecía ser una de las
misiones más riesgosas que habían tenido en el último año.
Aun cuando el tema se había
cambiado y Magnus había conjurado bocadillos para los tres, Alec seguía
aturdido, no por el hecho de que lo consideraban de una manera extraña más
fuerte que cualquiera de ellos. Fueron las palabras dichas por Magnus las que
le provocaron sentimientos oscuros, recordó una noche lluviosa en la que
intentó salvar una persona, y en donde no lo había logrado, recordó esos ojos
intensos y tristes mirándole antes de que se auto destruyera.
“No
puedes salvarlos a todos” le había dicho Susan antes de que ella
desapareciera. El contraste con lo que Magnus le dijo apenas unos minutos antes
era devastador, demasiado para soportarlo. Pero, ¿Cuál era la diferencia? Había
usada el mismo empeño, las mismas fuerzas desesperadas por ayudar. Se asustó al
darse cuenta de que quizás la diferencia radicaba en el hecho de que en esta
dimensión no estaba solo, no se había sentido solo ni un segundo desde que
había llegado.
Pero el tiempo se estaba
acabando, él tendría que volver a su mundo, tendría que volver a donde no había
opciones más que las de luchar solo. Y peor aún, una dimensión en donde Magnus
no estaba. Esa noche no pudo dormir pensando en la separación y el dolor que
esta le traería.
* * *
Las misiones siguieron, todas las
noches, cada noche ellos salían a cazar demonios, Alec seguía entrenando aun
cuando incluso había superado a Jace, algo que no creía posible, aun así,
perfeccionó lo que ya consideraban perfecto. Llegó el momento en el que ni Alec
ni Jace podían acompañarlo y salía solo a cazar, volvía sano y salvo después y
la tranquilidad de lo común se había hecho presente en el instituto. Era un
miembro más del equipo, un integrante de la familia, un niño amado más.
Pero el tiempo había llegado,
debía volver.
Isabelle y Alec estaban en la
sala de armas organizando el cinturón que se llevaría consigo, debía ser
perfecto ya que serían las únicas armas que tendría hasta que pudiera localizar
alguna armería oculta en su propia dimensión.
― ¿Crees que Alec se moleste si
me llevo este? ― Alec le mostró un arco con incrustaciones en plata y hierro,
nunca lo había visto usándolo, pero claramente era una especie de reliquia.
― Seguro lo envuelve para ti si
se lo pides. ― Respondió Isabelle extrañamente sombría.
― Lo haré entonces. ― Dijo el
chico y lo agregó a las armas que se unirían a su equipaje.
Alec observó a su hermana un par
de veces antes de hablar, había aprendido a conocerla bien.
― ¿Qué te pasa? Sé que esto no es
agradable, pero… Siento que quieres decirme algo.
― Así es.
― ¿Desde cuando tienes problemas
para eso, Izzy?
Isabelle respiró profundo, giro hacia
su pequeño hermano y colocó sus manos elegantes y llenas de joyas sobre los
hombros del chico.
― Porque quizás lo que te pida es
egoísta, pero aun así quiero serlo, no me importa ser egoísta si eso quiere
decir que no te perderé.
― No vas a perderme, aun cuando
me vaya tu y yo…
― De eso estoy segura, no voy a
perderte. Porque no te iras.
― ¿Qué?
No había duda en su rostro cuando
la chica se dirigió a su hermano.
― Quédate Alec, no regreses a tu
dimensión, no tienes por qué hacerlo, somos tu familia. Por mí, Alec, no te
vayas.
Por Isabelle Lightwood haría
cualquier cosa en el mundo. Se quedó mirando a eso ojos negros e intensos.
Esos ojos que esperaban una
respuesta. Su respuesta.
Continuara…
Ilustración:
@Neiara29
Beta:
@PitaGonzalezMe
Gracias
por leer y gracias por su paciencia. Espero lo hayan disfrutado.
Nos
leemos en los comentarios
♥♥♥
@MayGraciel♥
ResponderBorrarMay,
la forma en la que Alec adolescente configura su propia personalidad ante la dimensión de “Cuento de Hadas” en la que ahora ve cómo vive, me encanta porque a pesar de que es él mismo tiene su propia personalidad, miedo y entiende otra manera sus realidades y que sea más fuerte que los que cuidan de él no podría darle mejor perspectiva a la historia, porque genuinamente exploras al personaje desdoblando actitudes y carácter que sólo a través de tus ojos y las situaciones que inventas, podemos conocer. Amo a Izzy, es una egoísta pero como hermana mayor, la entiendo perfectamente.
Gracias por el cariño que le imprimes a cada capítulo. Sabes que soy tu fan pero ante todo tu amiga y te adoro hermosa.
Con amor, viendo como te levantas de todo:
Pita
Gracias por estar conmigo, gracias por el apoyo y por todo el tiempo que le dedicas a mis fics... Gracias! 💕💕💕
BorrarTE ADORO, gracias a ti por la confianza.
BorrarEres perfecta , esperaba este fic con desesperaciòn. Esperaremos hasta la proxima actualizacion ¡felicidades por tu trabajo!
ResponderBorrar¡Muchas gracias! ❤
BorrarMuchas gracias por el capitulo May 😍 como siempre la espera valió la pena, no sabes como esperaba la actualización y como siempre fue estupenda!! Ame cada párrafo y ahora esperaré ansiosamente el próximo capítulo! 🙌❤😭
ResponderBorrarMuchas Gracias, Mary. Siempre cuento con tu apoyo 🙏💕
BorrarFue genial ver como nuestro Alec se vuelve cada ves más fuerte es algo super especial, gracias por esta historia tan maravillosa
ResponderBorrarGracias a ti por leer ❤❤❤
BorrarEres increíble, tus historias son muy buenas sigue así vas a ser grande😉, siempre vale la pena esperar tus actualizaciones!!!!
ResponderBorrarGracias por leer y por tu paciencia 😄💕💕💕
BorrarFntastico ¡¡¡¡¡¡ fue estuendo leer tu historia, amé el capítulo, Alec... el pequeño Alec es un amor, me encanta esa conexión que tiene con Magnus a pesar de estar en otra dimensión, estoy emocionadisima por saber que sera de él en su dimensión... loq ue pasara con Micah y como conocera a su Magnus¡¡¡¡¡¡ Esperaba este capítulo de manera deseperante¡¡ siempre es un privilegio leerte <3
ResponderBorrarQue alegría leer que te gusto, también estoy emocionada por que lean lo que se viene para Alec, Magnus, Micah, Maia y Raphael 😚💕
BorrarMuchas gracias por tu comentario y gracias por leer ❤❤❤
Es un placer leer los capítulos, me encanta como desarrollas los personajes y la historia.
ResponderBorrarEstaré ansiosa esperando tu actualización
Dioss estaba ansiosa por el nuevo capitulo, simplemente fantástico no puedo dejar de leerla.
ResponderBorrarMe gusta mucho que sin darse cuenta Alec pequeño le esta agarrando afecto a Magnus como quiere su aprobación y busca complacerlo, el miedo de que Magnus no este en su Dimensión ya quiero que vuelva se que cuando este de vuelta inevitablemente buscara a Magnus.
Ya quiero ver cuando se encuentren Alec pequeño con el Magnus de su dimensión así como tambien con Micah , aunque también me llama la atención la rara relación entre el Magnus de la otro dimensión con Bartholomew.
También estoy ansiosa y emocionada por que lean lo que viene para todos ellos, Magnus de esta dimensión es un personaje un poco triste y quizás arranque algunas lagrimas, en cuanto a Micah y los demás tomaran un poco mas de importancia en la trama, espero lograrlo.
BorrarBat es un buen amigo no solo para Magnus, también para todos los que le rodean en la isla.
Muchas gracias por leer, espero y el siguiente capitulo también sea de tu agrado.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarMe a encantado May, como siempre maravillosa, cada capítulo en vdd que a válido la esprra, estoy súper emocionada cómo va ser el encuentro entre Alec y Magnus, ya que el el pie que está solo en su dimensión, pero Magnus si está ahí... Me encanta la trama que le das a la gistoris, sigue así May, siempre seré tu fiel seguidora. Y sabes que te admiro mucho.😘😘😘😘
ResponderBorrarGracias linda, siempre he contado con tu apoyo, muchas gracias!! <3 <3
BorrarBuenas! Cómo siempre ha sido genial el poder tener nuevo capítulo, es como empezar a comer y que te quiten el plato antes de tiempo.
ResponderBorrarMay agradezco el esfuerzo y el mimo con el que tratas a los personajes, dándoles sus tiempos y momentos importantes.
Con ganas del proxumo!
Dolores
Gracias por leer, Dolores.
BorrarSon personajes que merecen mucho mimo y todos tienen su propia historia por contar, sé que esperan mas Malec, pero me gusta crear historias ricas y los personajes son una de las partes mas importantes, ya la trama prácticamente se escribe sola si tus personajes estan bien defininidos jajaja en conclusión: Espero no estar aburriéndolos por la falta de Malec xD
Siempre has sido maravillosa escribiendo, me encantan tus fic y quiero decir que, veo te gusta mucho hacer sufrir a tus fans jajaja.
ResponderBorrarEs que, Micah salió en uno de los fics anteriores, antes cazador y ahora humano, no es la misma situación, pero, realmente creo que incluso ahora espero ver más Malec, ¿Por qué? Pues en si, Micah no podrá tanto como Magnus, no es por comparar, son personalidades y personas distintas, pero el mundo de las Sombras tendrá que volver a lo que era o ser destruido por los mismos que participan en el grupo de agentes de Micah.
Considero que Alec acabará.... Con cualquiera de los dos jajaja, de verdad, no me sorprendería que acabe con Micah, está atraído fervientemente por él, empero... Algo me huele raro entre ellos, no los secretos que mantuvieron, es algo más profundo.
Con Magnus parece distinto, me parece que al conocer a Isabell no es mera coincidencia, no es sólo cadualidad, es, quizas, una pequeña esperanza.
En fin, respecto a los viajes en el tiempo.... Fue precioso ver a Alec mini y Alec interactuar, igual que con los demás cazadores, aprender todo lo que puede. La idea, es genial, ayudarse a sí mismo y ser ayudado por los que serán sus más cercanos.
¡Ya quiero ver el siguiente capítulo!
Jajajaja No me gusta hacerlos sufrir, solo me gusta crear reacciones y pues, el drama se me da. disculpas por eso.
BorrarMe alegra que veas a Micah y Magnus como personajes con un mismo nivel de importancia, considerando que Micah es un personaje creado por mi. Magnus es y sera siempre el otro protagonista en este fic, me enfoque mucho en Alec pero eso en adelante cambiara porque es tiempo de que Magnus revele mas de sus tristes y oscuros secretos.
Tenia tanto miedo de que el tema del viaje a otra dimensión fuese tomado mal, cuando lo planeas suena bien, pero una vez que lo planteas te entran las dudas, pero todo resulto bien, al parecer. veremos.
Muchas gracias por leer, por tu comentario y por la paciencia.
Y, perdona, eres muy buena escribiendo, quiero seguirte leyendo, pero no puedo evitarlo, soy... De quedarme con las parejas que más amo.
ResponderBorrarNo se si te importa o no, espero sea una crítica constructiva.
Jajajaja yo no mire una critica por ningún lado, y tenme un poco de fé, este es un fic Malec y te haré gritar (Espero) con tanto amor que se viene ;D
BorrarMay May May
ResponderBorrarPorque me dejas así, esa respuesta me está matando, esperare con ancias el siguiente capitulo y como siempre digo y pienso ESCRIBES INCREIBLE ❤ En serio soy tu fan.
P.d Hay alguna posibilidad de que Alec adulto y Magnus, conozcan a Micah ¿? Porque en serio pagaría por esa escena.
BorrarTe hago un dibujo bello :3
¿Dibujo bello? Tengo una debilidad por los dibujos en realidad, podemos hablar de negocios tu y yo ;D
BorrarSPOILER ALERT!!
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Si lo harán ;D
Cha Cha Cha!!! Qué pasará ahora cuál secuál sera la respuesta. Mai me encantó el capítulo siempre vale la pena la larga espera. Dos la mejor.
ResponderBorrarGracias por la paciencia, Roo.
BorrarMuchas gracias por leer!!
Estoy deseando saber como continua, me mata la curiosidad de como ese Alec y el Magnus de su dimension se conocen, y que sucedera.
ResponderBorrarCuándo actualizaras? Besos
ResponderBorrar