Guerra Fría I - Pequeño Niño Arquero
CAPITULO I
Pequeño Niño Arquero
- ¿Listo? - Pregunto
Nathan frente a Max, sus ojos verdes fijos en los azules del brujo.
Max asintió con
determinación.
Los labios de Nathan se
curvaron en una sonrisa. - Intenta no desaparecer tanto esta vez.
Max sonrió. - No
prometo nada.
Un segundo después el
joven brujo se envolvió así mismo con un casi imperceptible manto de magia, su
cuerpo desprendía un tenue brillo azul.
Max miro a Nathan y
este se encogió de hombros. - Diviértete, Bane.
Y Max dejo el suelo con
insólita velocidad, su cuerpo despego ferozmente hacia el cielo, Nathan corrió
hacia su confiable amigo corcel, en un salto ágil y con gracia le monto. - Vamos.
- Le dijo al caballo divertido. - No dejes que nos gane esta vez.
El corcel relincho y se
precipitó a gran velocidad hacia las nubes detrás del brujo.
Max se percató de sus
nuevos acompañantes aéreos y lo tomo como un reto, su velocidad aumento al
doble haciendo que Nathan presionara a su caballo para alcanzarlo, Max subió y subió
sin disminuir la velocidad, su cuerpo brillante atravesó una prolongación de
nubes en donde se perdió de la vista de Nathan, cuando este entro y salió de la
nube se topó con Max parado en el viento, Nathan se sorprendió y tuvo que
forzar a su caballo a detenerse en seco, Nathan tuvo que sujetar con fuerza la
rienda para no caer después de la detención abrupta.
Max se rio de ese
último movimiento no tan grácil de su amigo. - Lo siento, - Le dijo. - Pero
creo que esto es algo que deberíamos ver.
La visión del horizonte
era deslumbrante, espectacular en el sentido de belleza absoluta, el sol naranja
en su totalidad redondo parecía estar a unos cuantos metros de ellos, las nubes
parecían estar hechas de un dorado opaco que creaba la ilusión de islas, islas
flotantes, perecía una imagen de otro mundo, Nathan lo noto.
- Impresionante. -Dijo
hipnotizado por la imagen.
- ¿Nunca habías visto
algo como esto? -Pregunto Max curioso.
- No.
- Has volado un tercio
de tu vida. - Dijo Max señalando a Blanco, su caballo. - ¿Por qué?
- Nunca había
necesitado subir tanto. - Dijo en un tono que sonaba a reproche.
- No creo que se
necesite una excusa para hacerlo cuando puedes
hacerlo.
- ¿Eso te lo enseño
Magnus Bane?
Max rio.
- Tal vez un incentivo.
- Dijo Nathan, sus voces sonaban claras sin ningún esfuerzo a pesar de la
altura. - Y hasta ahora encontré uno.
Max no aparto su mirada
del sol frente a ellos, sabía que si dirigía su vista hacia Nathan este le
estaría dedicando aquella mirada que le hacía subir la sangre a la cabeza. Max
no quería eso, no necesitaba eso, ahora necesitaba mantener la concentración en
su magia para seguir manteniéndose en el aire.
Además, Nathan no perdía
la oportunidad para coquetear con él, esa mirada había estado desde hace dos
años cuando se conocieron, seguiría ahí en muchas ocasiones más.
Aunque tenía que darle
crédito, la idea de Te seguiré a donde
sea era bastante romántica, usada en muchos comics y mangas, que era el
único conocimiento que Max tenía con respecto al amor.
Max rio internamente
por sus pensamientos. - Que lastima. -Dijo finalmente mirando a su amigo,
confiado en que su comentario le había desvanecido su mirada audaz. - Que te
sea imposible alcanzar tu incentivo.
El cuerpo de Max
desapareció de nuevo en la nube, por un segundo y solo un segundo Nathan se
aterro, pensando que Max había caído, la realidad era que Max había iniciado el
cruel juego de Soy más rápido que tú.
Nathan suspiro e hizo
que Blanco siguiera al brujo. Nathan miraba un par de metros por detrás de Max
como este realizaba diferentes maniobras de vuelo, siempre dejando un rastro
azul, un cometa en la tierra y en pleno día. Una visión única.
Max inicio nuevamente
su descenso desmesurado, Nathan le siguió de cerca mientras notaba el cambio,
su estela azul disminuía y sus movimientos no eran tan controlados como hacía
unos minutos. Nathan se alarmo y acelero su velocidad hacia Max, el caballo y
el hada llegaron al brujo a tiempo para que Nathan tomara del brazo de Max y
evitar que se desplomara a cientos de metros del suelo.
Nathan sujeto a Max con
brazo fuerte, hábilmente logro subirlo lo suficiente para que Max montara junto
a él a Blanco.
- ¡Se supone que debes
saber cuándo tu magia se agotara! -Reprendió Nathan a Max, el hada no había
soltado su mano temeroso de que si lo hiciera Max no lograra mantenerse por sus
propios medios sobre el caballo.
- Al parecer tengo aun
problemas de cálculo. - Dijo Max con su cabeza en la espalda de Nathan.
- Creo que más
apropiado es llamarlo un problema de necedad.
Max golpeo sin fuerza
la espalda de su amigo. - No necesito tu experta opinión, - La voz de Max era
débil, sin energía.
Nathan rio. - Pero si
mi sabio consejo y definitivamente necesitas volver a casa.
- Eso no es sabio,
-Protesto Max con toda la fuerza que le quedaba. - Es un recordatorio. Sabes
que debo ir a casa, Will viene hoy.
Ambos chicos regresaron
a la seguridad del suelo, Max salto con firmeza de Blanco.
- Puedo llevarte a
casa. - Le ofreció Nathan por no estar muy seguro de la condición de Max.
Un sentimiento de culpa
atravesó a Max, le hubiera gustado mucho poder llevar a Nathan a su casa, hablarles
a sus padres del genial amigo que Will y él compartían, pero Max sabía que, si
quería mantener la amistad de Nathan, tendría que ocultarlo de sus
sobreprotectores padres.
- Estoy bien. - Le dijo
Max. - Gracias.
- ¿Gracias por
ofrecerme a llevarte a casa? ¿o gracias por salvar tu vida?
Max le miro ofendido. -
No salvaste mi vida.
Las cejas rojas y definidas
de Nathan se dispararon hacia su frente. - ¿Disculpa? ¿Estuvimos allá arriba
juntos hace unos minutos?
- En realidad no estaba
en peligro de morir. -Confirmo Max.
- ¿Oh no? Curioso,
porque mire exactamente lo contrario.
- Deje energía
suficiente para… amortiguar mi caída. - El brujo dijo esto haciendo una seña
peculiar con su mano. Como formando una ola con ella.
- Amortiguar. - Repitió Nathan en una carcajada. - ¿Es esa otra de
las magníficas técnicas de magia que los brujos poseen?
- Si. -Dijo Max
altanero. - Yo la invente. - Max golpeo con suficiente fuerza el hombro de su
amigo para que este perdiera un poco el equilibrio.
Nathan no dejo de reír
mientras Max recuperaba su arco y flechas del suelo.
- ¿Vendrás con Will?
-Dijo Nathan con ojos brillando de tanto reír.
- Como si no lo
supieras.
- ¿Cuánto tiempo se quedará?
Max le miro, como si la
respuesta a eso le llenara de satisfacción. -Por bastante tiempo, mi tío dejo
en pausa la dirección del instituto para venir ayudar a mi padre.
- Eso es muy amable de
su parte.
- Es lo que los parabatai hacen. -Dijo Max
sencillamente.
- Debes sentirte más
tranquilo ¿cierto? Ser Cónsul no debe ser nada fácil. Podría ser incluso
peligroso.
Max comenzó a caminar
lentamente hacia su casa en donde sabía que su padre brujo lo estaría esperando
para recibir a Will y su familia. Hacía dos años que ellos habían ido a vivir a
Idris para que su padre recibiera el cargo de Cónsul, le fue inevitable pensar
en ese día, cuando les miro hablándolo en la cocina del apartamento de Brooklyn
mientras el fingía leer en la sala. Los miraba con atención por encima del
libro abierto frente a su rostro.
-
No puedo pedirte que vayas conmigo. - Dijo su padre cazador. Sus ojos azules
angustiados y sinceros como siempre.
-
No necesitas pedírmelo. - Respondió su padre brujo con una delicada sonrisa. - Voy
a donde tú vayas, eso es un hecho natural.
Eso
no pareció calmar a su padre Nefilim. - Este es tu hogar.
Su
padre brujo se acercó a su amado y llevo su mano a su rostro para acariciar
lentamente su pómulo. La mirada hacia él fue intensa y absolutamente sincera. -
Mi hogar eres tú. - Le dijo y le beso.
Max
decidió darles un poco de privacidad, ocultó su sonrisa detrás de su libro. No
había retomado su lectura cuando el libro salió disparado inesperadamente de
sus manos, dejando una estela azul y colocándose cuidadosamente sobre el mueble
a su lado.
Al
ver hacia sus padres les noto mirándole con diversión. - También lo eres tú. - Le
dijo su padre brujo, - Sé que escuchaste todo así que ve a tu habitación. - Magnus
tomo la mano de Alec con fuerza. - Es hora de empacar.
Habían pasado dos años
en los que su padre había sido un Cónsul muy dedicado, ya que había habido
ocasiones incluso en las que no lo había mirado por días, Max no entendía muy
bien lo que implicaba ser Cónsul, fuera de lo aprendido en teoría todo al
respecto sonaba ceremonial, no más que un requisito en la ley Nefilim.
Max resoplo ante el
comentario de su amigo que lo miraba aun con detenimiento. - Ser Cónsul debe
ser el trabajo más aburrido del mundo. - Dijo antes de alejarse.
*
* * * *
Los caballos
disminuyeron su velocidad, la entrada a la que se dirigían estaba cerca y
alguien ahí les estaría esperando.
- Algunas cosas nunca
cambian. - Dijo Jace. - ¿Hueles ese musgo?
Sus dos acompañantes
asintieron en su dirección, tanto Jace como el tercer individuo vestían con
largas túnicas negras, las capuchas de ellas les cubrían su cabeza y mantenían
ocultos sus rostros, había runas trazadas en el material de color rojo. Los
tres jinetes vestían con atuendos similares, sin embargo, la túnica de uno de
ellos no era negra, era roja y sus runas negras, el rojo era el color de los
acuerdos, de las ceremonias, era el color del Cónsul.
El olor a musgo fue
rápidamente justificado, sus caballos comenzaron a tener problemas al
encontrarse en una poco agradable maleza que cubría las pezuñas de los
animales.
- Genial. -Se quejó
Jace. Al momento de bajar de su caballo. - Es asqueroso.
- Deberás soportarlo. -
Dijo Alec mientras bajaba también de su caballo, su tercer acompañante se había
acercado a sostener la rienda de su caballo para que bajara con mayor
facilidad. A Alec le había costado acostumbrarse a este tipo de tratos, en
realidad no le gustaban. Pero había hecho un trato con su fiel compañero, haría
ese tipo de comportamientos ceremoniales solo cuando se requirieran, Alec creo
una nota mental para recordar decirle que frente a Jace, su parabatai, no eran necesarios.
- Aquí no hay nadie. -
Señalo Jace mirando a Edrian de una manera acusadora.
Edrian no pareció
amedrentarse por Jace y se acercó a la entrada hacia uno de los reinos de las
hadas, cubierta por plantas que caían de los árboles, llena de flores
multicolores, una visión fuera de lugar con respecto al resto del paisaje
pantanoso.
- No debe tardar. -Dijo
el joven seguro, este saco su estela y comenzó a trazar la runa de velocidad y
silencio. Edrian era un cazador listo para todo en todo momento.
Jace dedico una mirada
más acusadora pero ahora hacia Alec. Este pareció estar esperando una
explicación.
Alec se encogió de
hombros. - Debes creerle, si dice que no tarda es porque así será.
Jace rodo los ojos,
ninguna de la actitud, ni la de Jace ni la de Edrian le sorprendió, les conocía
a ambos y sabía que solo debía dejarlos que se conocieran más.
Edrian había sido la
mano derecha de Alec desde hacía dos años cuando se había convertido en Cónsul.
Jace se había unido hacía apenas unas horas para tomar el puesto que a su
opinión le correspondía. Alec nunca había estado más de acuerdo con él. Sin
contar que había llegado en el mejor momento.
Los tres Cazadores se
tensaron al ver la luz que se acercaba a ellos a través de la entrada cubierta
en flores.
El sujeto que apareció
frente a ellos llevaba una armadura en color plata, su cabello era azul y corría
debajo de sus hombros, en una de sus manos había una antorcha con fuego azul y
en la otra, bajo su brazo sostenía lo que parecía ser un casco. Y sobre su
cintura colgaba una espada.
Les miro fríamente. - Se
me ha permitido dar paso solo al representante de la ley Nefilim. - Dijo el
hada. - El resto de ustedes deberá…
- El Cónsul no ira a
ningún lugar sin su escolta. - Dijo Edrian, con voz firme y fuerte
sorprendiendo a Jace. - ¿Darás el mensaje o nos estás haciendo perder el
tiempo?
El hada pareció haber
gruñido al joven. - ¿Intentas entrar a los terrenos de las hadas bajos tus
propios términos, Cazador de Sombras?
- Sí. -Dijo el chico
sin ninguna duda, a Jace le gustaba cada vez más este muchacho.
- Debes poner cuidado
en tus palabras…
- Debes tu dejar libre
nuestro paso. - Dijo Alec con voz firme. - Ha sido tu señor quien convoco a
esta reunión, suficiente hacemos los Nefilim aceptando.
Edrian levanto su
espada hacia el cuello del hada. - No nos hagas perder más tiempo.
Jace pensó que Alec le
detendría en cualquier momento, su sorpresa fue que no lo hizo.
La respiración del hada
se aceleró, su mirada viajo de quien le amenazaba a Alec, buscando su ayuda,
pero se topó con una mirada fría, Alec no le ayudaría, nadie lo haría.
El hada opto por no
seguir haciéndose el valiente y asintió con su cabeza. Edrian retiro la espada
de su cuello e inicio su camino detrás del hada. Jace y Alec le siguieron.
Las paredes eran
rocosas y secas una idea completamente inversa al exterior, los tres Cazadores
sabían que podían estar en cualquier parte del mundo a partir de ahí.
Llegaron a lo que
parecía ser un campo improvisado de alojamiento, no había techo sobre ellos,
pero si algunos muebles acomodados de una manera poca lógica. Las piedras
mágicas no fueron necesitadas cuando llegaron ahí.
- Alexander Lightwood.
-Canto uno de los Hadas que habían caminado hacia ellos, miraba a Alec con
curiosidad, y al parecer quería verle de cerca.
Jace y Edrian se
movieron un paso frente a Alec, era muy claro que no permitirían que se le
acercara más.
El Hada rio y levanto
sus manos. - Solo intentaba saludar al Cónsul. - Dijo – Un Cónsul especial, he
escuchado.
- ¿Me llamaste aquí
para ver lo especial que realmente podría ser? - Dijo Alec adelantándose a su
escolta. - La pérdida de tiempo es irreparable.
- Nadie mejor que tu
debe saber el valor del tiempo y aún más cuando es perdido ¿Cierto, Cazador de
Sombras?
El hada esperaba que
Alec se alterara, por supuesto que su situación era bien sabida por todos en el
submundo, el Cazador, amante de Magnus Bane, quien criaba a un hijo brujo a su
lado y que ahora era Cónsul.
Quien envejecería y
moriría sin que su amado inmortal pudiera seguirlo.
Alec sonrió
tranquilamente, dio media vuelta e inicio su retirada.
Fue el Hada quien se
altero realmente. - ¡Espera! - Le dijo y Alec se detuvo. Mas no hizo ningún
otro movimiento. -Joven Cónsul, lamento haber desperdiciado su tiempo. - La voz
del Hada fue clara, pero había algo en ella que le hizo parecer a Jace que en
realidad podría ser tan joven como se miraba.
Alec giro a él. - El
reino de las Hadas perecerá. - Dijo tomando por sorpresa a todos. -Lo hará sin
la ayuda de los Cazadores de Sombras. Intento evitarlo, - Dijo sincero y
firmemente. - Creí que ambicionarías lo mismo.
- Lo hago. - Dijo el
Hada levantando la cabeza.
- Deja entonces de
hacerme pensar lo contrario.
- Cazador…
- Y más importante. - Dijo
Edrian. - Es el Cónsul y te dirigirás a él como tal.
Al parecer a Edrian no le importaba para nada
lastimar el orgullo del Hada.
- Cónsul. - Corrigió el
Hada. - Si es verdad que intenta ayudar, tal y como los rumores dicen a través
de los reinos, necesito una prueba de ello.
- Estamos aquí. - Dijo
Alec. - ¿Cuántas visitas de Cazadores de Sombras has tenido desde entonces?
El hada cerro sus puños
con frustración. -Ninguna -Dijo con voz mortal. -Rogamos por su ayuda hace unos
meses en su tiempo y ellos no vinieron, los demonios mataron a la mitad de
nuestras familias y nadie vino a ayudar.
- Las hadas también son
guerreros. - Dijo Edrian.
- Guerreros tomados a
la defensa de una Reina que no se preocupa más que por su propio bienestar. Una
reina que…
En ese momento un
zumbido atravesó el ambiente, una flecha se incrustó en la espalda del chico
que hablaba con Alec, sus amigos se pusieron en guardia, al levantar la vista
Alec vio al causante, había sido un hada, un hada acababa de lastimar a uno de
los suyos. El atacante grito en un idioma antiguo, Alec le reconoció en un
momento Traidor había reclamado y
este inicio su huida, todo paso en unos segundos, la espada en la mano de Jace
estaba brillando y lista para arremeter contra el grupo de hadas que se
acercaban a ellos peligrosamente.
Edrian se movió
enseguida frente a Alec su espada en mano y la determinación en sus ojos.
Alec se tomó unos
segundos en ver la situación, primero. los gurreros hadas recién aparecidos se
adentraron en una batalla con quienes Alec había venido a reunirse, todos ellos
hadas, pero con diferentes claras intenciones. Segundo. No eran rivales para
quienes les atacaban, la verdadera edad de las hadas siempre era difícil de
deducir, el tiempo en su reino no era como el tiempo en cualquier otro lugar,
sin embargo, Alec miro en un segundo que estas hadas eran jóvenes, realmente
jóvenes y sin practica en el combate. Y quienes morirían si no hacían algo.
Alec toco la espalda de
Edrian quien en un segundo entendió, levanto su toga y dejo libre arco y flecha
para Alec.
- Debemos ayudarlos.
-Dijo Alec dejando a lado su vestimenta roja, la cual lucia ahora como una capa
color escarlata, dejando ver el equipo de Cazador debajo y colocando sus
flechas en la espalda.
- Debemos protegerte.
-Dijo Jace como si intentara entrar en razón a su parabatai.
- No soy yo quien
necesita protección. - Dijo Alec y se adentró a la batalla justo en el momento
en el que un hada estaba por brindar un golpe certero a un chico con cabello
verde, la espada seráfica de Alec brillaba y choco contra la del hada haciendo
que el lugar se detuviera por el impacto. Los jóvenes hadas observaron y
retomaron nuevas fuerzas, no era necesario huir, no era necesario rendirse,
tenían que luchar y tenían que ganar, la batalla tomo en un segundo un nuevo
rumbo.
Jace sonrió fríamente.
- ¿Y ahora decide ser imprudente?
- ¿Estás diciendo que
hubo un tiempo en el que no era imprudente? - Cuestiono Edrian casi con la
misma diversión.
- Oh te hablare de esos
bellos tiempos más tarde. - Dijo Jace moviéndose a lado de Alec para luchar a
su lado.
*
* * * *
El brillo del portal
fue visible desde la lejanía, Max acelero su paso para llegar a donde su padre,
que tenía sus manos extendidas frente a la brillante luz azul.
- Pensé que no contaría
con tu apreciable compañía. - Dijo Magnus sonriendo. - ¿Dónde te has metido?
- Por ahí. - Dijo Max
sencillamente, la ilusión en un rostro era abrumadora.
Magnus adentro su mano
enjoyada en el halo de cabello revuelto de su hijo. En un segundo después los
pequeños Lightwood y Herondale saltaron del portal a los brazos de Max
haciéndolo caer.
Sus padres les
siguieron. Clary, Isabelle y Simon llegaron a ellos con un notable cargamento
de equipaje.
- Magnus -Exclamo Clary
y le abrazo.
- Gusto en verles.
-Dijo Magnus pareciendo el más formal de los hombres. - ¿Dónde está Jace?
- Decidió iniciar su
primer día desde temprano. - Dijo Clary. - Llego a Idris hace horas. Está en el
Gard con Alec.
Los hombros de Magnus
parecieron haberse relajado casi imperceptiblemente, la idea de Jace a lado de
Alec era mucho mejor que la idea de Alec sin Jace.
La maraña de niños
rodaba colina abajo, la primavera estaba en pleno resplandor y el pasto era
tibio y suave. Max y Will tenían una batalla en el suelo mientras Charlie
Herondale y Gabriel Lightwood seguían las precisas ordenes de Cecily Lightwood
de como derrotar a ambos mientras estaban distraídos, eran mucho más pequeños,
pero eran tres y aprovecharían la ventaja, ella les guiaba desde un punto focal
alejado, una niña lista.
- Realmente no los
esperaba. - Dijo Magnus a Izzy y Simon.
Simon se liberó del
equipaje que estaba cargando y el cual pensó Magnus no hubiera podido levantar
si no contara con la fuerza de Cazador de Sombras.
- Jace siguió a su parabatai, yo hice lo mismo. - Dijo
tranquilamente.
Pero aún más natural
fue la voz de Clary al ver a Magnus. - Somos una familia Magnus, ¿No lo has notado?
- Dijo la mujer divertida.
Magnus le miro
conmovido su boca se curvo en una sonrisa natural y traviesa. - Si galletita,
lo he notado.
*
* * * *
Nathan descendió a gran
velocidad, hacia unos minutos que había entrado a territorio de hadas y era
ahora seguro descender, Blanco llego al suelo como si en él hubiera estado todo
el tiempo.
- Bien. - Le dijo
Nathan inclinándose cerca de su oreja.
Nathan bajo de Blanco y
tomando sus riendas lo guio a los establos, le libero de ellas y Blanco galopo
libre hacia el lago que corría del otro lado de la valla, acceder al agua era
fácil para el caballo por encima de ella. Nathan le miro sonriendo.
- Le estaba esperando
príncipe. - Le dijo Vladimir, su guardaespaldas asignado, a Nathan le insultaba
profundamente tener niñero a su edad. Acompañante
había dicho su madre tras sus quejas, No importaba el nombre, Nathan odiaba su
cargo, no odiaba a Vladimir, él amaba a Vladimir, era lo más cercano a un
hermano que tenía y había aprendido a valorar eso.
- No me llames
príncipe. - Pidió Nathan.
- Es lo que es.
- No.
- Su madre es una
Reina, eso lo convierte a usted en un princi…
- Y mi padre fue un
asesino, - Dijo Nathan sin emoción - ¿En qué me convierte eso?
La postura ceremonial
de Vladimir cambio a una que reflejaba comprensión. El hada coloco sus manos
sobre los hombros de Nathan. -Eso te convierte en Nathan Morgenstern una de las
familias más prestigiada de Cazadores de Sombras, y lo que tu padre o abuelo
hicieron no tiene nada que ver contigo.
- Mentira. -Dijo Nathan
irónicamente ya que Nathan podía mentir, sin embargo, Vladimir no. - Tiene todo
que ver conmigo, hay gente que si supiera de mi existencia no dudaría en
asesinarme.
- Y hay quienes darían
la vida por ti aun sin conocerte solo por ser quien eres.
- ¿Eh?
Vladimir rio. - Eres
joven Nath. Aun te falta mucho por descubrir del mundo y de ti mismo.
Nathan suspiro -Toda mi
vida a tu lado y aun no logro entenderte por completo. - El chico inicio su
camino hacia el interior de su hogar. Una enorme fortaleza en baldosas cubierto
en arbustos y flores, el cielo en su hogar era de un purpura brillante,
Vladimir le explicaba que eran las protecciones, las mismas que dejaban a los
intrusos como los Cazadores de Sombras fuera y sin poder acercarse sin sentir
el poder de la tierra protegida.
Nathan camino seguido
por Vladimir por el gran salón hasta las grandes puertas al lado derecho del
edificio, entro sin anunciarse y en ella encontró a su madre. No estaba sentada
en un trono como era casi siempre, ya que el trono se encontraba en el gran
salón principal, este más bien era una sala de juntas en donde había un
pronunciado lugar de la reina y otros más alrededor de una mesa en donde los
consejeros de su madre discutían de sus asuntos, Nathan rara vez tenía que ver
con ellos, rara vez se enteraba de la mayoría de ellos.
Su madre le miro, sonrió
y camino hacia él, moviéndose como si flotara en el suelo, una gracia de hada
que Nathan difícilmente podía imitar. - Mi adorado. -Dijo la reina poniendo sus
manos a ambos lados del rostro de su hijo. - Ha sido larga tu ausencia, ¿Puedo
preguntar cuál fue la causa de eso?
Nathan estaba
tranquilo. - Estaba con mis amigos ¿Recuerdas la conversación sobre ellos?
- Brujos. - Dijo la
reina. - Me parece extraña tu elección, sin embargo, eres el príncipe, no puedo
prohibirte a esos placeres infantiles.
Nathan había tomado el
don de la mentira a su favor, su madre sabia de sus amigos, pero no sabía que
uno de ellos era Will Herondale, un Cazador de Sombras, incluso que era su
familia en sangre, con Max no podía haber tanto problema, siempre y cuando no
se enterara que vivía como el hijo de otro Cazador de Sombras. Nathan se sentía
orgulloso por haber sabido mantener oculta su amistad con ellos. Estaba muy
seguro de que su madre no tenía idea de ellos. Nathan era ingenuo.
Siempre intentaba tener
un perfil bajo para su madre. - Placeres de niño. - Dijo. -Exactamente eso.
- Vete. - Ordeno la
reina. - Tengo algunos asuntos que atender con Vladimir. -La reina no tenía
ningún problema en demandar cualquier cosa a cualquier persona, beso a su hijo
en la mejilla y le dejo ir.
Vladimir permaneció
inmóvil y sobre su rodilla como había estado desde que entro al salón.
- Dime. - Dijo la reina
cuando las grandes puertas se cerraron detrás de Nathan. - ¿Mi hijo ha hecho
buen trabajo? ¿Esos hijos de Nephilim le quieren?
- Cada vez más, su
majestad. - Dijo Vladimir sin poder mentir.
- Necesito que lo amen.
- La reina camino hacia su sillón cubierto en rosas. - Que confíen en él.
Necesito que lo sigan sin preguntar.
- Pueden llegar a
amarlo fácil y rápidamente, tal vez lo hagan ya.
- Me complace
escucharlo. Me complace saber que ellos pueden seguir a mi hijo ciegamente
hacia su propia muerte, guiados por el amor hacia él. Usar el amor para
destruir siempre ha sido una de las más hermosas poesías. - La reina lucia
ampliamente complacida. - Puedo confiar entonces también en que no se percató
del ataque a las hadas rebeldes.
- No debe estar
preocupada, Mi Señora. - Dijo Vladimir. - El príncipe vive alejado de esa
información. No tiene idea de lo que ocurre más allá de los terrenos del
castillo.
La Reina rio
satisfecha. En ese momento las grandes puertas se abrieron nuevamente dando
paso desordenado a dos hadas guerreros, dos sobrevivientes.
- ¿Qué Significa esto?
- Exigió la reina.
Los guerreros quienes
caminaban a tropiezos uno sostenido del otro se inclinaron hacia su reina. - Nos
derrotaron. - Dijo uno de ellos. - Nos vencieron en combate, Mi Señora.
La Reina se dirigió a
Vladimir - Avisa a mi corte, y por ninguna circunstancia permitas que mi hijo
se entere de esto. Tu vida está en juego, recuérdalo siempre.
Vladimir inclino su
cabeza y salió de la habitación intentando ocultar la satisfacción de la
mencionada derrota.
*
* * * *
- Son solo unos niños.
- Dijo la Reina sin alterarse, pero con voz mortal. - Unos rebeldes sin ninguna
especie de adiestramiento. ¿Cómo es posible que no hayan podido abatirlos?
- Tuvieron ayuda. - Dijo
uno de los guerreros el cual tenía una venda con hojas de bajo sujetos a su
hombro. - Cazadores de Sombras.
- Imposible. - Dijo
quien parecía el más anciano de la corte. -Los Nefilim no ayudan al pueblo de
las hadas.
- Su Majestad. - Llamo
el otro guerrero con aun rastros de sangre que había estado corriendo de su
cabeza a través de su rostro. - No se trataban de Cazadores ordinarios, uno de
ellos vestía de rojo, el color de las ceremonias, lo llamaron Cónsul en
repetidas ocasiones.
- Un nuevo Cónsul sin
duda. - Expreso otro integrante de la corte. -La última vez se trataba de una
mujer. Esto es un infortunio, si el Cónsul ayudo a estos rebeldes, todos los
Nefilim lo harán, la Guerra Fría a terminado. Habrá nuevos acuerdos para el
reino de las hadas, no son más nuestros enemigos.
La Reina se levantó de
su asiento, - Muéstrenme - Exigió. - Quiero verlo por mí misma.
El más anciano de ellos
tomo el espejo de su Majestad y se lo entrego, la reina paso su mano por el
borde y una imagen procedida del pasado comenzó a vislumbrarse a través de él,
y la reina lo vio, vio esos rostros conocidos, primero al inolvidable Jace
Herondale y a su lado aquel a quien llamaron Cónsul, los ojos de la reina se
abrieron, y para sorpresa de todos en esa enorme sala, la reina sonrió,
escalofriante y satisfactoria sonrisa que hacía ver su rostro no hermoso si no
cruel, su verdadero rostro expuesto en ese momento.
- Pequeño niño arquero.
- Dijo La reina al ver la imagen de Alec al estar luchando feroz contra sus
guerreros hadas. Su voz anhelante, con desprecio y sed de venganza. Las hadas
eran rencorosas y nadie más rencorosa que su propia reina - He esperado largo
tiempo para que entres de nueva cuenta en mi camino.
Continuara…
MayGraciela♥
Amé por completo el capitulo...
ResponderBorrarEspero con muchas ansias su continuación...
Lo ame!!!
ResponderBorrarAaah! Esperare la continuación !!!!! ��
Lo ame!!! gracias Gracias gracias
ResponderBorrarP.D: no mates a Alec... No lo soportaría, tus fics me gustan más que el libro... Se sentiría como si de verdad hubiera muerto
Intentare no matar a Alec, lo prometo XD
BorrarPor dios, como odio a Seelie .w. y Nathan e.e yo sabía que había gato encerrado ¡Corren peligro! Y Max si está enamoradito ¡No es justo -3_
ResponderBorrar- !
Está genial aun así ^^
Estara ya enamorado? Pobre, va a sufrir, jaja no es cierto 😁
BorrarComo siempre ame tu historia desde el comienzo... Ya queria que siguieras con la historia de Nathan y Max <3 Voy a estar esperando actualización!
ResponderBorrarEsta mujer odia a Alec por que mato a Merliorn ¿ a que si? xD jajaja
ResponderBorrarme encantooo! <3, esta genial, como todos tus fics <3 <3 , ...me gusta el nathan y max <3 esta canon, por favor no mates a alec TnT, estare esperando con ansias la actualizacion :D
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarComo Nathan y Max acaben juntos a mi me da algo. No lo podría soportar, no me gusta nada Nathan
ResponderBorrarAun no lo conocemos bien, no se debe juzga a alguien solo por saber de donde proviene.. Al menos yo prefiero leer todo al final y dar mi opinion sobre que pienso de la apreja si es que se llega a dar.
BorrarComo Nathan y Max acaben juntos a mi me da algo. No lo podría soportar, no me gusta nada Nathan
ResponderBorrarEstoy de acuerdo no solo por que no me guste Nathan si no por que no me gusta que Max sea gay, es como decir que todos los hijos de padres gay van a serlo. aparte que Nathan es muy parecido a MI AMADO Magnus todo coqueto mientras Max es muy parecido a Alec es como si la historia se repitiera sobre otro esenario
ResponderBorrarQue este con Nathan no significa que sea Gay, tiene 14 años aun no esta consciente de su propia sexualidad, Puede que ahora termine con el y en 10 años se enamore de una chica... creo que primero debemos ver como se desarrolla antes de juzgar de que si Max es gay o no.
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