Guerra Fría 12 - Pesadilla

La cabalgata al reino hada fue tranquila, Alec aun mantenía en su cabeza el rostro de Magnus, con sus ojos cerrados, inconsciente en el regazo de Isabelle. Perdóname, volveré. Le había dicho y aun así no podía quitar ese momento de su mente con un terrible sentimiento de culpa.

Cruzaron las fronteras, su caballo comenzó a ser lento debido al terreno dificil. Necesitaba despejar la mente, no era momento de pensar en ello, de pensar en Magnus. Nunca había sido bueno para decirle a su mente que hacer.

- Tiene muchas armas. – Le Dijo Gwyllion con sospecha. – No es lo que se espera de una reunión diplomática.

- Las armas no significan nada, si no se les da un uso. – Dijo Alec mordazmente.

- ¿No confía en nosotros, joven Cónsul?

- No.

Gwyllion sonrió, hubo un gesto que Alec no entendió, no le dio más importancia y siguió con su duro camino, no paso demasiado antes de que el palacio apareciera ante ellos con sus grandes muros de roca y cubiertos con plantas y flores, un espectáculo impresionante y hermoso.

- ¿Los niños están aquí? – Pregunto Alec de inmediato al bajar de su caballo.

No obtuvo ninguna respuesta, se tomó un momento para acariciar a su caballo. – Bien hecho. – Le dijo en un susurro. – Quédate cerca, por favor.

Los caballos de los Cazadores de Sombras no eran comunes, tenían una forma diferente de actuar, los Cazadores les trataban como un guerrero más, porque, como ellos, también iban a las batallas.

- Por aquí. – Le dijo Gwyllion señalando la enorme entrada.

Alec no dudo y entro a grandes pasos subiendo las escaleras, el sonido de sus botas retumbo en el interior, este no se miraba muy diferente al exterior, había vegetación por todo el lugar, parecía más una cueva enorme que un palacio. Alec se adentró aún más siguiendo la línea de guerreros a los costados. Gwyllion estaba detrás de él. y se detuvo de pronto ya que Alec lo había hecho inesperadamente. El Cazador aparto la toga de Cónsul color escarlata con runas doradas para que esta quedara como una capa, sus armas brillaron en todo su cuerpo y al reiniciar su paso, se escuchaban los ecos de ellas en toda la habitación. No había duda en su semblante. Gwyllion entendió de inmediato el porqué de su acto al ver a sus guerreros hadas con incertidumbre en sus rostros, el poderoso Cazador de Sombras había logrado intimidarlos.

Gwyllion maldijo una vez más a Alec y continuo detrás de él hasta llegar en presencia de la reina.

El trono estaba hecho por huesos de diferentes animales, detrás había una pared de flores que combinaban con el cabello de la reina. Ella vestía un largo vestido blando, a su lado estaba una mesa de aspecto rudimentario, con fruta y cuencos en forma de copas, el contenido era desconocido, pero de uno de ellos se alcanzaba a distinguir un resplandor rojo.

La reina se puso de pie. – Joven Cónsul. – Canto la reina con una sonrisa. – El gusto que me da tenerlo en mi presencia es in narrable.

Las hadas no podían mentir, el instinto de Alec se encendió. – Sabe porque estoy aquí, su majestad. – Dijo Alec intentando imitar a su parabatai en su tono de voz. – Son dos mis motivos y espero llevar a cabo ambos lo antes posible, si su majestad está de acuerdo.

- No debe ver inconveniente. – Respondió la hada con amabilidad. – Me gustaría hablar primero con usted.

- Son muchos los pueblos hadas que se han acercado a La Clave para…

- ¿Pedir clemencia? – Interrumpió la reina a Alec. – Son débiles, sin orgullo de su raza.

- No habrá raza de la que sentirse orgulloso, si su pueblo no regresa al cobijo de Los Acuerdos.

- Tan generosos. – Dijo la reina con ironía. – Los Cazadores de Sombras son y serán siempre nuestros salvadores.

- Su pueblo puede salvarse a sí mismo. Si demuestran su lealtad, podremos hacer que el reino Seelie se salve. No es necesario, su majestad, tener tantas perdidas.

- Las perdidas futuras no son siempre importantes. – Dijo la Reina con un ademan desdeñoso. – Las pérdidas que están en el pasado, en cambio. Se convierten con el paso del tiempo en pesos cada vez mayores, muchas veces difíciles de seguir cargando.

- Su majestad. – Dijo Alec. – espero no ofenderla, pero no estoy aquí para hablar del pasado. El futuro, el futuro de su reino es que debe ser salvado.

- Pero si es por el pasado por el que estamos aquí. ¿Recuerda, joven Cónsul? La primera vez que estuvo en mi presencia ¿O la última?

- Recuerdo. – Dijo Alec intentando descifrar lo que la Reina quería comunicar.

- Le debo una disculpa, entonces. – la Reina se sentó en su majestuoso trono. – Por esa pequeña travesura en nuestro primer encuentro.

Alec recordó, recordó ver sus manos y como estas estaban agrietadas por la edad, recordó su respiración acelerada al impacto del cruel glamour que la reina había puesto en él. Mírate, Alexander Lightwood. Te doy un vistazo de ti mismo en unos sesenta años ¿Qué dirá de tu belleza entonces tu brujo amante? Las palabras de esa ocasión a veces retumbaban en sus pesadillas, incluso ahora, después de más de catorce años. Afortunadamente ese sentimiento de pérdida se había alejado de él hacia bastante tiempo, había sido Magnus quien en su día a día le había demostrado que pensar en eso era inútil, le había enseñado que, sin importar lo que ocurriera en un futuro, nada cambiaria, estarían juntos para siempre. Le había tomado tiempo, pero Magnus le había dado la confianza suficiente para creer en sus palabras, para vivir en paz y sin ningún miedo a su lado, Magnus le había dado la fuerza y ahora más que nunca necesitaba la fuerza de Magnus.

Alec sonrió tranquilamente, dejando a Seelie descompuesta. – Esta todo perdonado. – Le dijo el Cónsul. – El pasado, pasado es.

La Reina intento inútilmente sonreír, al parecer no había logrado dañar las emociones de Alec. – Eres bueno perdonando. Niño arquero.

- Estar enojado es una pérdida de tiempo. – Le dijo repitiendo las palabras que una vez le dijo Magnus, su sabio Magnus.

- Debo admitir, que quizás exagere en aquella ocasión. Mírese. – Le dijo señalándolo de pies a cabeza. – Más de una década ha pasado y usted parecer ser más hermoso que aquella vez. Su amante debe estar más que complacido.

Hubo una risa secreta que nació dentro de Alec al pensar en la posible respuesta de Magnus a ese comentario, también, se imaginó que la respuesta no sería de la más apropiada. – No sé nada sobre eso. – Dijo Alec aun tranquilo. – Tendrá que preguntárselo usted misma. Alguna vez.

Alguna vez. era muy posible cuando de dos seres eternos se hablaba.

- Seria encantador. – Dijo la Reina en un tono molesto.

Alec tuvo suficiente de juegos. – Quiero ver a los niños. – Demando.

- Por su puesto. – Dijo la Reina y se puso en pie, camino hacia una de las grandes ventanas de la habitación y aparto una gran cortina, un pedazo de tela pesado del mismo color que el tronco de un árbol. – Vea, joven Cónsul. Vea lo que sucede con ellos y con sus guerreros.

Alec camino con alerta, pero con paso seguro hacia la ventana que resplandecía, en un principio no podía ver más que colores sin forma moviéndose de un lugar a otro, poco a poco la imagen fue cobrando forma y sentido, lamentablemente lo que miro ahí fue causa de angustia y sufrimiento. Era noche aun, el lugar le era más que familiar, era el instituto de Idris, a través del desastre que eran los jardines, pudo ver el edificio principal dentro de lo que parecía ser una jaula de energía mágica, está, seguro estaba protegiendo a lo que estuviera dentro. Alec reconoció la magia de inmediato. Magnus. Pensó sin decirlo, busco en la imagen y entre la clara batalla que estaba dándose lugar en los jardines, ahí miro a su hijo, junto a Nathan y Will, ellos combatiendo, defendiendo el instituto de las hadas.

- ¿Qué es esto? – Reclamo Alec. - Un premeditado ataque al instituto es…

- ¿Contra la Ley? No se trata de tus sagradas leyes, Cazador de Sombras, se trata de mi venganza y de tu dolor. – La Reina se regocijaba hablándole de cerca y lentamente, caminando a su alrededor mientras Alec miraba los feroces ataques. – Se trata de nuestro último encuentro, en donde me arrebataste alguien muy valioso.

Alec no podía o no quería escuchar nada, toda su atención estaba en lo que pasaba, en como los Cazadores estaban siendo superados en número. Ellos serían derrotados, no tenían oportunidad contra ese número de atacantes hadas.

- Dime ahora. – Dijo La Reina. - ¿Sigues sin estar enojado, Cazador?

Antes de que todo acabara y de que las esperanzas de Alec se derrumbaran, luz azul apareció, una figura brillante cubierta en fuego azul mágico se movió entre los atacantes haciéndoles caer. – Magnus. – Dijo Alec y la Reina miro a la imagen también, extrañada por el alivio que atravesó el rostro de Alec.

Ambos miraron como el brujo se apodero de la situación, como este estaba convirtiendo en cenizas a las hadas que atacaban el instituto. Fue poco el tiempo que paso antes de que Alec se preocupara. Detente. Le gritaba con agonía desde su interior, el poder le estaba consumiendo, estaba consumiendo a Magnus. Por favor, detente. Magnus no podía escucharle, sin importar el esfuerzo por ocultar su sufrimiento al ver a Magnus sin control, la reina lo noto enseguida.

- Ahora veras desaparecer algo valioso para ti. No pude haberlo planeado mejor.

Alec no pudo más. Giro para salir e ir con Magnus, el primero en interponerse fue Gwyllion. – Apártate – Pidió Alec en voz baja.

– La Reina no le ha permitido…

- ¡A un lado! – Grito Alec y Gwyllion dio un paso atrás.

El hada se compuso lo más rápido que pudo. – No iras a ningún lado, Cazador de Sombras.

- Eres nuestro prisionero. – Anuncio la Reina con una sonrisa.

Alec no podía pensar en otra cosa que no fuera Magnus y en llegar a tiempo para ayudarle. – Para eso. – Dijo el Cónsul. – Tienen primero que lograr apresarme.

Alec tomo de inmediato su arco y flecha, el primer blanco fue Gwyllion quien cobardemente tomo a uno de sus soldados para cubrir la flecha que iba directo a su corazón y que termino en el corazón del escudo humano que uso. Con agilidad, Alec rodo en el suelo, dejando atrás su capa, deja volar flechas, todas ellas llegaron a un blanco, su objetivo por ahora era no dejar que le rodearan, detrás de él, en su trono, la reina miraba con diversión. Un hada se acercó brincando para llegar a Alec, este hizo que dos flechas pararan su avance.

- ¡¿Qué están haciendo?! – Grito con cólera Gwyllion. – ¡Deténganlo de una vez!

No importaba el número de combatientes, Alec les hizo caer con una flecha en su pecho. Cuando las flechas se habían terminado, tomo su espada larga y continuo con su avance, barriendo y cortando con quienes intentaban detenerlo. Llegar a Magnus era todo lo que le importaba, no había poder humano que lo detuviera, no ahora. Se encontraba concentrado en sus atacantes cuerpo a cuerpo cuando escucho un zumbido familiar cortando el aire, para cuando se percató de donde provenía, era tarde, por desgracia no pudo esquivar con suficiente tiempo y una flecha se clavó sobre su hombro, después otra en su lado derecho del pecho que hizo que soltara su espada, levanto la mirada y desde la distancia Gwyllion había disparado para detenerle y darle la ventaja a sus guerreros. La que tomaron de inmediato, fue golpeado cruelmente y sin piedad.

- No lo maten. – Pidió la Reina. – Aun no.

Gwyllion se acercó a Alec que estaba en el suelo. - ¿Ahora te consideras un prisionero, Cazador de Sombras?

El hada no lo vio venir, Alec se incorporó lo suficiente y con la velocidad necesaria para tomar una daga de su cinturón y arremeter contra el hada, la daga corto un costado de su estómago. Gwyllion grito por el ardor de la herida.

- ¡Maldito! – Dijo y levanto su espada.

- ¡Vivo he dicho! – Grito la reina desde su trono.

Gwyllion se detuvo, se tragó su coraje y golpeo a Alec ferozmente haciendo que este cayera con su rostro pegado al duro y frio suelo.

Alec no podía ver más que sangre a través de sus parpados, su sangre. – Magnus. – Murmuro antes de perder la conciencia.

* * * * *

Sus ojos ardían, pero se esforzó para abrirlos a pesar del dolor, sus brazos estaban incapacitados para moverse, poco a poco la imagen se fue aclarando frente a él. Alec miro a su alrededor, seguía en el reino hada sin ninguna duda, en una especie de mazmorra, las paredes eran todas de piedras apiladas, había luz que entraba de una pequeña ventana y por los marcos abiertos de la pesada puerta de madera. Había enredaderas que llegaban desde el techo, dos de ellas eran las que le apresaban los brazos, estaba con las mismas ropas con las que había llegado ahí, ahora tenían sangre y estaban rotas de donde las lianas le tomaban los brazos, también había sangre ahí a causa de la presión que ejercían sobre su piel. Alec jalo de sus brazos para intentar liberarse, levanto la cabeza apretando los ojos debido al dolor que le provoco este acto, entre más intentaba liberarse, mas era la fuerza que aplicaban las lianas a sus brazos, hubo líneas de sangre nuevas que aparecieron y rodaron hacia el suelo.

Seguir intentándolo podía dar dos resultados; liberarse o perder ambos miembros, no pudo decidir ya que la puerta se abrió y la Reina apareció, ella caminaba como si flotara sobre el suelo, hermosa y tenebrosa al mismo tiempo.

- Espero que disfrute el Cónsul de nuestra hospitalidad.

- Espero y entiendas que acabas de declarar abiertamente una guerra. – La voz de Alec sonaba desgastada, no está seguro de cuánto tiempo había pasado desde que llego ahí, el tiempo en el reino hada funcionaba de una manera diferente, podrían haber pasado horas, pero en realidad, en su mundo, pudieron haber sido minutos. La peor incertidumbre que le abordaba, a pesar de su terrible situación, era Magnus, solo quería saber que estaba bien y que su impresionante derroche de poder no le había perjudicado. - ¿Por qué sigo vivo? – Pregunto Alec sin rodeos.

- Tu tacto se ha esfumado, Niño Arquero. ¿Se debe a la desesperación?

- Quizás sea por mi falta de paciencia a tus juegos tontos. – El hada que acompañaba a la reina se acercó, este parecía más un trol que una bella hada. Toco en una de las paredes una de las lianas y los brazos de Alec dolieron como si estos fueran a dejar su cuerpo. Alec se quejó, después de la tortura, levanto la cabeza hacia ambas hadas. - ¿Sin ofender? – Dijo Alec débilmente.

La Reina hizo un sonido de molestia. – Veo que, tantos años compartiendo con el elocuente Magnus Bane, te han afectado. Hablas como él.

- No me ofenderé. – Dijo Alec retando la paciencia de la reina.

- Tu voluntad es mucha. Tendremos que hacer que eso cambie. – La reina hizo un gesto a su acompañante indicándole algo.

La criatura se movió obediente y de nueva cuenta toco una de las lianas sobre la pared. Hubo movimiento detrás de Alec, pero su incapacidad para moverse no le permitió saber de qué se trataba, unos segundos después, lo sintió. Un latigazo llego a él haciéndole colapsarse del dolor, después otro y después uno más, las lianas ahora servían de soporte para tolerar los golpes. Después de varios latigazos la reina hizo parar al troll.

- ¿Qué dices ahora, Cazador de Sombras? ¿Alguna frase ingeniosa que quieras decir?

El cuerpo de Alec estaba temblando por el dolor y por la fuerza que había necesitado para soportar el castigo. A duras penas logro levantar la mirada, intento decir algo, algo que Jace o Magnus hubieran dicho. – La falta de creatividad me desilusiona. – Dijo en un hilo de voz sarcástico y débil. – Los latigazos en la espalda eran algo predecibles.

El rostro de la reina se torció en un gesto de furia. Después se miró como se obligaba a adoptar la compostura de nuevo. – Si creatividad es lo que quiere. – Dijo e indico nuevamente al troll por una tarea más. La criatura obediente se acercó a una pequeña mesa que estaba en la esquina de la habitación.

- El reino hada disfruta de una muy variada vegetación. – Explico la reina conversacional. - Hay plantas curativas, medicinales, venenosas. – Ella miro a los ojos azules de Alec. – Las venenosas son interesantes, usted lo sabe, joven Cónsul. Algunas afectan los sentidos, otras la memoria, otras juegan con tu mente haciendo que te atrapen en sueños o pesadillas que parecen reales.

El troll estaba concentrado en una mezcla verde que coloco en un recipiente y que observaba mientras se acercaba a Alec, no había forma de que se imaginara lo que estaban por hacerle.

- Deseaba creatividad. – Dijo la reina con tranquilidad. – Lo menos que anhelo es decepcionarlo, Cónsul.

El troll llego a Alec y ayudado por las lianas logro llegar a uno de sus brazos, vertió la sustancia sobre una de sus marcas y Alec grito. La sustancia estaba quemando y haciendo que la piel se abriera, la runa no era más runa, ahora en su lugar había un pedazo abierto de carne.

- Si mezclas las hiervas indicadas, obtienes algo como esto. – hablo la reina con voz alta para ser escuchada por sobre los gritos de Alec. – El veneno perfecto para borrar sus sagradas marcas, permanecerán sobre su cuerpo, claro, solo el tiempo que tarden en cerrar las heridas.

- Hermoso. – Dijo el Troll al ver su obra. – Es como si las runas estuvieran hechas con sangre.

La reina no podía verse más complacida. – Los dejo entonces. – Anuncio detrás de un suspiro de satisfacción. – Recuerda quitar todas las runas, todas y cada una, deja la que crea el enlace con Jace Herondale de último turno, dar un poco de esperanza para después arrancarla, es otra forma de castigo.

La reina se acercó y acaricio la mejilla de Alec, un Alec que apenas podía mantenerse despierto por el dolor. – Te veo pronto, pequeño niño arquero. – La reina salió de la celda y mientras caminaba se regocijo una vez más al oír los gritos agonizantes de Alec Lightwood a través de las paredes empedradas.

* * * * *

Tenía que ser rápido, tenía que ser lo más veloz que alguna vez fue, estar de nuevo en el reino Seelie y de nuevo completamente solo no era la mejor situación, pero era la única que tenía, era la mejor y hasta ahora la única posibilidad de llegar a Alec.

Edrian seguía corriendo a través de la pesada vegetación, sabía dónde estaba palacio, y no desperdiciaría un paso hacia otra dirección. Había deseado poder traer un caballo, pero Vladimir le informo que sería inútil, que la magia colocada en las fronteras no le permitiría el paso, a nadie, solo a él. Sus armas sonaban con su movimiento, la runa de velocidad y resistencia ardían en sus brazos mientras continuaba con su paso. Le había pedido a Max que avisara a los demás, que, si rompían las fronteras, tendrían que buscarlos en ese mismo camino, la esperanza de conseguir refuerzos era muy escasa y optimista, Edrian se permitió ser optimista.

Se topó con guardias de palacio, su runa de visión le permitió percatarse de ellos con suficiente tiempo para esconderse, los soldados caminaron muy cerca de él, Edrian se preparó tomando la empuñadura de su espada con mucha fuerza. Mostrarla no fue necesario, los guardias comenzaron a alejarse, El Cazador respiro con alivio y se relajó, entre los árboles y a la distancia, escucho a los mismos guardias hablar sobre el prisionero y las mazmorras de bajo de palacio. Ahora Edrian había tomado nuevas fuerzas, prisionero. No era lo que necesitaba escuchar. Se alarmo por Alec y su bienestar, el tiempo se convirtió en su peor enemigo y aun sabiendo por cálculo sobre sus posibilidades e incluso las de Alec, no dudo más, continuo su camino hacia palacio y las mazmorras.

* * * * *

- Su majestad. – Dijo el Troll al ver a la Reina entrando de nuevo a la celda en donde Alec se encontraba.

- No esperaba encontrar este lugar tan silencioso. – Dijo Seelie con decepción al ver a Alec inconsciente, ahora sin camisa, las runas que estaban en sus brazos, pecho, estomago e incluso espalda, no estaban más, eran solo una sombra de rojo escarlata, la sangre goteaba de todo su cuerpo hacia el suelo. Su cabeza caía sobre su pecho en donde brillaba un cristal azul que colgaba de su cuello.

- El dolor hizo que se desmayara. – Dijo la detestable criatura. – Puedo hacer una poción para mantenerlo despierto, Si su majestad lo pide.

La Reina lo considero. Antes de que tomara la sádica decisión, un guardia entro a la celda.

- Su majestad. – Llamo con alarma. – Hay un intruso.

La Reina que traía consigo a su vasallo, estiro la mano hacia él y este le entrego un espejo. La Reina paso su mano por el reflejo y lo vio. Vio a Edrian corriendo hábilmente entre la maleza no muy lejos de palacio.

La Reina sonrió. – De todas las posibilidades. – Dijo para sí misma. – La menos probable fue la que prevaleció. – Ella miro a Alec inconsciente y la sangre que cubría gran parte de la celda. – Tu brujo amante no debe estar muy contento. – Se acercó un poco más para observar y analizar sus propios pensamientos. - ¿Sera que tu brujo no está buscándote? – ella rio triunfante por la idea.

- Podemos capturarlo, su majestad, está solo, podemos traerlo aquí y que viva la misma suerte que su representante.

- No. – Dijo la Reina conversacional. – No, déjenlo. Dejen que llegue aquí. Dejen que crea que ayudo a su Cónsul.

- ¿Los dejara ir, Su Majestad?

Los ojos de Seelie brillaban por la emoción del juego que creaba en su cabeza. – Sí y No. – Dijo divertida. Ella miro al Troll. – Hay peores cosas que el castigo físico ¿No es así?

El Troll entendió enseguida y se puso en el acto a crear la poción que la Reina quería le dieran a Alec.

- Retiraremos a los guardias entonces. – Dijo el guerrero.

- Quiero que lo dejen llegar, más quiero que intenten detenerlos cuando pretendan escapar. Si traspasan las fronteras, serán libres, si no, era el destino que murieran aquí ¿Está entendido?

- ¿Tomara el riesgo, su majestad? – Pregunto el Troll. – Si ellos escapan, habrá perdido su oportunidad de venganza.

Seelie miro el contenido del recipiente en las manos del Troll. – Como dije, hay cosas peores que el castigo. Si sobrevive, aun tendrá que enfrentarse a sus peores pesadillas. Estaré satisfecha con eso.

El Troll dio a Alec la sustancia, ahora de un color rojo.

La Reina se acercó a Alec y con su larga mano levanto el rostro del Cónsul, incluso ahora pudo percatarse de sus largas pestañas, sus pómulos resaltados y su piel, ahora un poco más pálida de lo que era siempre, la belleza de Alec no se opacó. – La belleza es también muerte – murmuro. – Sin duda lo es. – Ella suspiro. – Te veré después, Pequeño Niño Arquero. Si logras salir de mis terrenos.

* * * * *

Edrian estaba oculto tras unas enormes piedras, había llegado no solo a los jardines de palacio, si no a la parte trasera del mismo, frente a él se encontraba la tenebrosa entrada a los calabozos, todo había sido muy rápido y hasta ahora sencillo, sin contar el esfuerzo que hizo para llegar ahí. Todo había ido mejor de lo que esperaba. Hubo una chispa de duda en su mente, pero no tenía el tiempo de caer en dudas, si el ángel le había sonreído, no podía perder el tiempo. Trazo una runa más de velocidad, resistencia y fuerza. Tomo un largo respiro y salió de su escondite, atravesó el enorme jardín y entro a las mazmorras. La suerte le sonrió incluso dentro de la edificación, no había un solo guardia a la vista. Era raro, era extraño hasta la medula que no hubiera ningún equipo de soldados resguardando al Cónsul.

Siguió su camino lentamente, entonces, a través de la reja de una de las puertas, lo vio. Edrian uso la runa de Abierto para tirar de sus bisagras la puerta. Al entrar tuvo que componerse lo más que pudo, frente a él se encontraba Alec, en la peor situación jamás imaginada, sin equipo, sin armas, bañado en sangre y sudor. Edrian pidió fuerza de su interior para no perder el control, se llenó de furia al ver lo que le habían hecho. Tomo una daga y rápidamente libero sus brazos soltando las lianas que lo sostenían, sin ese apoyo, Alec se derrumbó cayendo sobre Edrian, ahora Edrian estaba cubierto en la sangre de Alec. lo tomo con cuidado, le fue difícil encontrar un área en su cuerpo del cual sujetarlo y no lastimar alguna herida. Tomo su estela, miro el cuerpo cubierto en sangre y trazo una Iratze en el único lugar disponible sin herida, el cuello. La runa pareció haber hecho efecto de inmediato ya que Alec abrió los ojos.

- Magnus. - Dijo débilmente.

- No, Alec soy Edrian.

- Edrian. – Dijo Alec con debilidad y desesperación. – Por favor, Magnus ¿El… está bien?

- Magnus está bien – Dijo Edrian molesto por lo absurdo de la situación. - ¿Por qué te preocupas por él ahora?

- Dile… por favor, dile…

- No. – Dijo Edrian firmemente. – Sé lo dirás tú, así que por favor resiste. Por favor, Alec, no te mueras.

No era seguro que Alec hubiera escuchado lo último ya que se había desmayado de nuevo. Edrian se obligó de nueva cuenta a salir del shock al ver la condición de Alec. No había tiempo de nada. Miro a su alrededor y tirado en el suelo encontró la camisa y la túnica del Cónsul. La tomo y cubrió el cuerpo de Alec con ella, eso evitaría que tocara directamente las heridas abiertas al intentar llevarlo fuera. Trazo una, dos Iratzes en los lugares disponibles, se incorporó y paso el brazo de Alec con dificultad por su cuello. Alec era corpulento, alto y por lo tanto bastante pesado, el esfuerzo por llevarlo cuando estaba inconsciente era agotador a cada paso. Pero no había otra opción.

Atravesaron los pasillos del calabozo, subir al exterior a través de las escaleras fue infinitamente difícil, a pesar de eso. Edrian no soltó a Alec ni una sola vez.

La luz del día llego a ellos, Edrian sabía que en el reino hada el tiempo transcurría diferente. Esperó que esta vez corriera a su favor y que los refuerzos estuvieran llegando. El panorama empeoro cundo cinco guerreros en sus caballos se les acercaban desde el cielo.

- Y ahora aparecen. – Maldijo Edrian quien apresuro el paso, no era suficiente, no alcanzaría a perderse en el bosque. La situación empeoro mucho más cuando Edrian perdió el equilibrio debido al agotamiento. Ambos cayeron ferozmente al suelo.

El golpe hizo que Alec abriera los ojos. – Magnus. – Murmuro una vez más.

 – Lo siento. – Dijo Edrian a un casi inconsciente Alec. – No poder llevarte con ellos. - En ese momento, en el que todo parecía perdido, el caballo en el que Alec había llegado a palacio apareció brincando unos arbustos ágilmente para lograr llegar a ellos.

- ¡Por el ángel! – Exclamo Edrian. – Alguien nos cuida.

El caballo obediente y tratando de ayudar se inclinó para que a Edrian, sin perder tiempo, se le facilitara subir al cónsul, Edrian subió junto con Alec y sin más espera, salieron en dirección al bosque y la única salida que les dejaría marcharse del reino Seelie.

* * * * *

Clary seguía inclinada muy cerca de su esposo, la preocupación era más que evidente en ella.

- Estoy bien. – Dijo Jace sin mirarla. – No son mis heridas. – Dijo desgarrando el corazón de Magnus al escucharlo. Jace había seguido gritando por bastante tiempo hasta que el dolor ceso, la runa no había desaparecido, pero sabía que nada estaba bien con Alec. Ahora sentado en el suelo con su espalda recargado en un árbol, se sentía agotado y todos le miraban de cuando en cuando.

Helen lo intento una vez más, las piedras que seguía colocando una y otra vez en el pentagrama seguían sin reaccionar a la energía de la barrera. Hubo un ruido ensordecedor que les hizo a todos voltear, una luz roja apareció de los cristales, choco con la barrera y después volvió a ellos haciendo que se esparcieran por todo el lugar.

Helen lleco sus manos a su cabeza. - ¡Esto no puede ser! – Dijo sin paciencia. - ¡No puede!

Aline llego a su esposa y le susurro palabras de aliento. Magnus podía ver claramente el tremendo esfuerzo que, aun después de tantos fracasos. Seguía intentando.

- Es suficiente. – Dijo Magnus y coloco una mano sobre las barreras.

Isabelle se acercó rápidamente y sujeto el brazo de Magnus. - ¿Qué crees que haces?

- Abriré las barreras, prepárense.

Isabelle aparto la mano de Magnus de la barrera y se colocó frente a él. - ¿A costa de qué? – Pregunto Isabelle desafiante. Ella se acercó al brujo y le miro a los ojos. – Morirás si usas de esa forma tu magia. No creas que no lo sabemos.

- Ustedes lo saben, yo lo sé. Ahora, apártate y deja hacer lo que debo hacer.

- No. – Dijo Isabelle. – No te voy a perder, Magnus. Así como tampoco perderé a Alec.

- Le están torturando. – Dijo el brujo con labios apretados, como si las palabras rasgaran su garganta.

- Lo sé. – Una lagrima rodo por la mejilla de Isabelle. – pero ¿Qué crees que pase con mi hermano cuando vuelva y se dé cuenta de que no estás? – Isabelle coloco sus manos a los costados de Magnus. – Entonces tú lo mataras de tristeza.

- Isabelle. – Inicio Magnus con desesperación. – Tu no…

- ¡Papá!

Magnus perdió todo interés en Isabelle y se acercó a su hijo, quien había atravesado un portal junto a Will y Nathan.

- ¡Maxwell! – Dijo Magnus cuando tomo los brazos de su hijo. - ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo se les ocurre?

- Papá, escúchame, tengo que decirte…

- No, no. Esto no puede seguir pasando – Magnus levanto la mirada en busca de alguien que le explicara lo que ocurría. Max seguía intentando que su padre le escuchara - ¿Dónde demonios esta Edrian?

- ¡En el reino Seelie! – Grito y Magnus le miro sorprendido.

- ¿Qué has dicho?

- Es lo que intento decirte, papá.

Magnus solo pudo mirarlo con asombro, mientras su mente procesaba lo que ocurría.

- Vladimir está vivo. – Explico Nathan con voz tranquila. – Sobrevivió gracias a Edrian y ahora ha vuelto a pagar su deuda. Le pago a Edrian dejándole entrar al reino Seelie.

- Dicen que…

- Fue por papá. – Dijo Max con respiración agitada. – Nos pidió que viniéramos a avisarles, está solo y necesitara ayuda. Quiere que los encuentren por el mismo camino por donde se marchó.

- Pero no podemos… - Dijo Magnus sin muchas ganas de hacerle entender a su hijo que no habían podido romper las barreras.

- Si Edrian entro. – Dijo Helen con energía renovada, al ver una posibilidad en las nuevas noticias. – Podemos intentar. Es como si se hubiera creado una fisura, en esa parte la energía es débil por la recién puerta abierta.

- No perdamos más tiempo. – Dijo Jace levantándose con ayuda de Clary. – Vayamos ahí.

- Magnus esta débil para crear un portal. – Dijo Clary en advertencia.

Magnus coloco sus manos en los hombros de su hijo. - ¿Podrías ayudarnos? – Pregunto al joven brujo.

Max sonrió con determinación.

* * * * *

Edrian estaba haciendo un sobre esfuerzo para mantener el cuerpo de Alec en el caballo, era como llevar un peso muerto, no dejar que cayera, y no caer el mismo era una tarea que a cada galope se convertia en una tortura, todo su cuerpo ardía por el esfuerzo, el caballo, a pesar no tener prácticamente ningún conductor, parecía entender que debía correr con toda la velocidad que le era posible.

Los arbustos les golpeaban sin piedad, pero ese era el menor de sus problemas, los guerreros hadas estaban acercándose muy rápidamente a ellos. La situación empeoro cuando sus flechas comenzaron a pasar por sus francos, como cometas esperando llegar a su objetivo. La suerte no les sonrió por mucho tiempo, Edrian grito en el momento en el que sintió el desgarre en su brazo izquierdo, le habían dado, y aun peor, el golpe había hecho que ambos cayeran del caballo violentamente.

Edrian se sintió mareada, demasiado fuera de sí como para actuar rápido, en medio del agotamiento y debido al panorama tan poco alentador, pudo ver imágenes, como fotografías en diapositivas pasando de bajo de sus parpados, recordó el primer día que miro a Vanessa, miro a ambos jugando en los jardines del instituto de Alemania, recordó su cabello, sus manos y sus labios, la miro con la pequeña Aurora en sus brazos y se obligó a sí mismo a abrir los ojos.

Estiro su mano para alcanzar a Alec, hubo temor en él por un momento, al pensar en que Alec no lo hubiera logrado. Respiro profundo cuando este abrió los ojos por un segundo. Y con un hilo de voz pronuncio el nombre de Magnus. Edrian miro al caballo regresando a buscarlos y tomando fuerza de flaqueza puso en pie a Alec. – Si. – Le dijo con esfuerzo. – Te entiendo, ahora te entiendo.

Consiguió que ambos subieran de nuevo al caballo, Edrian cada vez estaba más preocupado por Alec ya que la túnica que había colocado para cubrir sus heridas estaba ahora empapada en sangre. El temor más grande había llegado a él.

No había forma de que Alec lo lograra.

Sacudió la cabeza alejando el pensamiento, no era el momento de pensar en ello, Alec era fuerte y merecía llegar con su familia. Lo sujeto con más fuerza aun a pesar del dolor de su nueva herida y dejo que su caballo les acercara a las fronteras.

Edrian respiro un poco cuando, entre los arbustos, se abrió la imagen de las barreras. Habían llegado.

- Bien. – dijo Edrian a sí mismo, con el cuerpo de Alec recargado en su pecho y completamente agotado. – Ahora solo necesitamos llegar sin convertirnos en alfileteros.

* * * * *

Cuando atravesaron el portal para llegar al lugar por donde Edrian había partido, Nessie y Vladimir estaban esperándoles.

- ¿Alguna señal de ellos? – Pregunto de inmediato Magnus, quien se miraba, en opinión de Nessie, con mejor semblante que la última vez que lo vio.

- Nada. – Dijo la Cazadora. – Pero no ha pasado mucho tiempo, en realidad…

- El tiempo no importa. – Dijo Nathan. – No cuando se están en el reino Seelie.

- Eso es cierto. – apoyo Jace a Nathan. – Podrían ya estar viniendo.

Helen no espero y de inmediato busco el lugar apropiado para intentar romper las guardas. El ruido de caballos alerto a todos, desde La Academia habían llegado Cazadores de Sombras a ayudar.

- Me tome la libertad. – Dijo Vanessa. – De pedir refuerzos.

- Bien hecho. – Le dijo Simon fácilmente. – Los necesitaremos si acaso…

- ¡Ahí! – Dijo Will señalando con su mano y haciendo que todos miraran en esa dirección. - ¡Son ellos!

La esperanza de Magnus se miró nublada al darse cuenta de la situación, por lo menos diez guerreros estaban disparando sus flechas hacia ellos desde el aire.

- ¡Prepárense para atacarlos en el aire! – Grito Jace, lo que significaba que debían ser los arqueros quienes intervinieran.

Hubo un resplandor. - ¡Ahora! – Dijo Helen. – Esta abierto.

Los arqueros corrieron, todos y cada uno de ellos, Magnus Bane dio un paso hacia el ahora campo de combate, pero Max lo sujeto de la chaqueta. – Esta vez no. – le dijo al empujarlo hacia atrás mientras él atravesó con su arco y flechas ya preparadas hacia la batalla.

Entonces Magnus no podía moverse. No lograba entender lo que estaba pasando con su cuerpo, no era magia, por lo menos no la magia que conocía. Pero fuera lo que fuera, lo estaba manteniendo lejos del peligro, sin darle ninguna oportunidad de acercarse. Todos estaban intentando ayudar en la batalla, estaban tan concentrados en ello, que no se dieron cuenta del pequeño Will, que había trazado una runa en el aire detrás del brujo.

Nathan intento correr detrás de Max, pero Clary sujeto su brazo impidiéndole llegar a él.

Las hadas lanzaron una ráfaga más de flechas, una de ellas se incrusto en el caballo haciendo que Edrian y Alec cayeran junto con él, rodando en el suelo violentamente por la velocidad abruptamente detenida. Magnus miro impotente como Edrian no perdió un segundo, llego a Alec una vez más, y una vez más coloco todo su peso alrededor de sus hombros para seguir avanzando. Los arqueros Cazadores de Sombras dispararon al aire tras las ordenes de Jace, incluso Max, cada flecha llego a un objetivo haciendo que los guerreros Seelies cayeran de sus caballos. Ahora estaba despejado por aire y los Cazadores se movieron tácticamente para formar un escudo humano que protegió a Alec en el resto del trayecto fuera del Reino Seelie. Ahora estaban ambos del otro lado.

Edrian y Alec cayeron al suelo, Nessie corrió hacia Edrian para ayudarle. – ¡Por el ángel! – Dijo la Cazadora. – Estas… Estas muy herido.

- No. – Dijo Edrian intentando tomar grandes bocanadas de aire. – No, no es mi sangre.

La energía que había mantenido a Magnus inmóvil desapareció y este sin pensar en nada más se arrodillo al lado de Alec, le tomo para girarlo y se percató de que sus manos estaban ahora cubiertas de sangre. Y retiro la túnica. Magnus había mirado prácticamente todo, pero nada lo había preparado para el sentimiento que le embargo, su respiración se aceleró, fue como caer en un abismo en donde no existía sonido alguno, su vista se nublo, esto no podía estar pasando, este no podía ser el cuerpo de Alec, de su Alec. Las heridas en donde antes estaban las runas seguían abiertas, escucho los gritos de su hermana, los de Clary, tomo voluntad de algún lugar dentro de él, un lugar del que, incluso él, no era consiente para aceptar lo que veía y comenzar a ayudarlo. Sus manos brillaron en azul y sin querer perder más tiempo las coloco sobre el cuerpo de Alec.

Max se abalanzo al suelo para estar cerca de su padre.

Se quedó en silencio, no podía pronunciar palabra, solo se quedó mirando el rostro de su padre ya que no podía ver a su cuerpo. Fue hasta que Alec abrió los ojos que Max le llamo.

- Papá – Le dijo llorando.

Alec le vio y con la poca fuerza que tenía, la que Magnus estaba ayudando a restablecer, subió su mano al rostro de su hijo. – Max. – Murmuro Alec. – Hijo…  recuerdo… recuerdo la primera vez que te vi, la… primera vez que me miraste y… la primera vez que te cargué.

- No, no, no, papá. No lo hagas, no hables así. Por favor – Había lagrimas cruzando el rostro de Max. – No hables así.

- Me tomo un segundo… - Continuo Alec forzando las palabras con prisa, con miedo de no poder decir a su hijo lo que quería en sus últimos momentos. – Un segundo en mis brazos para saber que te quería… que te quería para siempre a mi lado.

- ¡No! ¡No! ¡Papá! – Grito Max. Después levanto la mirada para dirigirse a Magnus, un grito de desesperación y suplica a su padre brujo para que le salvara. - ¡Ayúdalo! ¡Por favor! ¡Ayúdalo!

Alec miro a Magnus. – Magnus… mi amor. – Dijo con un hilo de voz cada vez más débil. – Juntos… Tú y él… para siempre. – Alec tosió y la camisa de Magnus se manchó aún más con su sangre, el rostro de Magnus era una máscara de concentración, sus manos nunca habían brillando con tanta magnitud. – Te… amo… yo… – Alec se esforzó para tocar el rostro de Magnus.

Magnus atrapo la mano de Alec y la beso. – También te amo. – Le dijo con calma. – Pero ahora debes dormir, duerme, mi amor y despierta cuando tu cuerpo te deje. Sin dolor. Sin miedos. Tu energía concentra en curarte. – Magnus se inclinó aún más para hablar en el oído de Alec. – Toma mi fuerza. – Dijo en un murmullo terminando el encantamiento con un aura azul saliendo como aliento de su boca y entrando en el oído de su amado sellando el conjuro. – Toma mi fuerza. – Repitió.

Alec cerró los ojos y durmió.




 * * * * * 


La habitación del Cónsul en el Basilias, el hospital de Idris, se había convertido rápidamente en una especie de campamento, cada uno de los miembros de la familia de Alec, incluidos los Herondale y los Lovelaces, se habían establecido en la habitación, salían y entraban del lugar de acuerdo a las necesidades de cada uno, todos se habían quedado a dormir ahí en más de una ocasión.

Todo había sido calma en los últimos días, como si la ciudad completa estuviera a la expectativa de la recuperación de Alec. Además de la llegada de los subterráneos a la capital. Edrian había sido el encargado, solicitado por el consejo, para recibir y establecer comunicaciones con todos ellos.

- Esperaba poder volver a Idris y visitar a Alec. – Dijo Rosemary caminando por los pasillos del Basilias siguiendo a Edrian quien le estaba guiando. – No esperaba que fuera en el hospital.

Llegaron a la puerta del cuarto de Alec y toda su familia. Edrian se tomó un segundo para mirar a la bruja. – La habitación es un desastre. – Le dijo en forma de advertencia.

Rose sonrió al Cazador. – Conozco a las tres familias. – Le dijo despreocupada. – Sé lo desastrosos que pueden llegar a ser.

Edrian estuvo de acuerdo con eso. Antes de que llamara a la puerta para poder entrar. Una voz desde el fondo del pasillo les detuvo.

- ¿Rose? – Pregunto Isabelle – Rosemary ¿Eres tú?

Rose paso de Edrian y camino hacia Isabelle y Clary quienes estaban, al parecer trayendo comida para toda la familia. Rose e Isabelle se abrazaron con mucha efusividad, después hizo lo mismo con Clary.

- Por el ángel. – Dijo la pelirroja. – Que gusto que estés aquí.

Rosemary mantenía sujeta una mano de cada mujer. – Lamento tanto no haber venido antes, no esperaba que la situación fuera tan delicada.

- Alec había logrado mantener las cosas en una balanza, frágil balanza, pero ahora.

- Los Acuerdos podrían no volver ayudar al Reino Seelie. – Dijo Rose entendiendo por completo la situación.

Isabelle aparto los pensamientos rápidamente. – No hablemos de eso, por ahora. – Dijo con una débil sonrisa. – A Alec le dará mucho gusto verte.

- ¿Despertó ya? – Pregunto Edrian de inmediato.

Isabelle se miró apenada. – No, lo lamento Edrian, aun no despierta. – Hubo desilusión en el rostro del Cazador. – Pero lo hará pronto, de eso estoy segura.

- Por su puesto. – Dijo Rose. – Alec es fuerte. Despertara pronto.

La escena dentro de la habitación era conmovedora y devastadora al mismo tiempo, sobre la cama estaba, naturalmente Alec, dormido y con vendajes cubriendo todo su cuerpo. A su lado estaba Magnus Bane, estaba acostado y como él, también dormía, sus cabezas estaban juntas y sus manos unidas, de su agarre se percibía un resplandor azul, claramente Magnus seguía curando a Alec. Del otro lado estaba Max, con su cabeza sobre el pecho de su padre, el joven brujo también dormía tranquilamente. A la altura de los pies de la cama, con su rostro entre sus brazos, pero recargado sobre las piernas de Alec, dormía Jace.

En la pequeña sala que estaba en la misma habitación del otro lado, sobre uno de los sofás estaba Simon, quien vigilaba a Charlie y los gemelos. Él se levantó al ver a Rose, le saludo con un abrazo y un beso en la mejilla.

- Bienvenida. – Dijo el Decano de la Academia.

- ¿Cuánto tiempo llevan así? – Pregunto Rose.

– No se han apartado ni un momento.

Rose se acercó a Magnus, movió su hombro con cuidado para despertarle. Magnus parpadeo y le sonrió a su amiga.

- Magnus. – Le dijo ella preocupada. – Alec está estable. – Le dijo murmurando para no despertar a Max y Jace. – Puedes soltarlo.

- Estoy bien, Rose. Puedo seguir así por más tiempo.

- Ciertamente no. – Dijo la bruja. – Tu energía ahora es incluso más baja que la de Alec. Lo sabes.

Todos en la habitación compartieron miradas de asombro y preocupación, Incluso Edrian ya que eso era algo que nunca se pudieron imaginar.

Magnus suspiro. – Aguafiestas como siempre, Rose.

- Lo sé. – Dijo Rosemary sonriendo, coloco su mano sobre las manos de Alec y Magnus. – Puedes soltarlo, estará bien, lo prometo.

Rosemary se apartó un poco, Magnus levanto la mano que mantenía sujeta, beso por encima del vendaje de la herida que dejo el lugar donde antes estaba la runa de Clarividencia. Después coloco la mano cuidadosamente al costado de Alec y aparto la suya. Lo difícil que le fue lograr eso era evidente para todos en la habitación. Clary intento no dejar salir las lágrimas, respiro profundo para hacerlo.

- De acuerdo. – Dijo animadamente. – Ven acá, tienes que comer algo. – cuidadosamente también despertó a su esposo e Isabelle llamo a Max para que lo hiciera también.

Max abrazo a Rose en cuanto se dio cuenta de ella.

- ¿Cómo van tus heridas? – Magnus se dirigió a Edrian quien estaba claramente sorprendido por la pregunta.

- Hm… bien. Estoy recuperándome.

- Me alegra escuchar eso. – Dijo Magnus tranquilamente. Edrian no estaba seguro de cómo reaccionar a la nueva actitud de Magnus y decidió ser eficiente y técnico como siempre lo era.

- Magnus. – le llamo antes de que este se alejara. – Hay subterráneos llegando de muchas partes del mundo y los lugares de alojamiento están algo escasos. Me preguntaba si está bien que Rosemary y su familia se quedaran en la casa del Cónsul.

- No queremos causar molestias. – Dijo Rose, que estaba con sus manos sobre el cuerpo de Alec, al parecer revisando su estado. – podremos encontrar algún lugar, mi esposo tiene propiedades cerca de aquí.

- No lo hacen. – Dijo Magnus y miro a Edrian. – Me parece bien. Por favor ¿Puedes encargarte de que estén cómodos?

- Claro. – Dijo Edrian sin más. – Con permiso. – Dijo secamente y salió de la habitación.

Al cerrar la puerta detrás de él, tuvo una repentina ráfaga de odio por Magnus, la forma amable en la que ahora le trataba era como un insulto para él, se sentía mil veces peor que la vieja actitud, en donde claramente no lo toleraba. Si Magnus actuaba de esa manera quizás pensaba que salvar a Alec había sido por su propio bien, sin duda había pensado en todos, menos en él. Había pensado en Alec, en Max, en el bien común de todos en el reino de las sombras, no en Magnus, no en él.

- Edrian. – Escucho el cazador que le llamaban, Era Magnus quien había salido de la habitación. - ¿Puedo hablar contigo? Sé que tienes mucho que hacer, será solo un momento.

Edrian considero la idea de golpear a Magnus para recuperar su odio y que las cosas fueran como debieran ser.

- Edrian. – Dijo Magnus - Gracias.

-No te atrevas a…

- ¡Escucha! Esto es una mierda, lo sé. Pero eso no cambia el hecho de que te debo la vida de Alec y con eso mi propia vida. Y la de mi hijo. – El Cazador de Sombras bajo su guardia por un momento. - Edrian, muchas gracias.

Y todo el odio y rencor que pudo haber sentido por Magnus se esfumo, tan rápido y con él, un gran peso sobre sus hombros.

- Ve con Alec. – Le dijo tranquila y amablemente. - Te necesita.

-Nos necesita a ambos. – Dijo Magnus con dolor y sorprendiendo a Edrian.

- No. – Edrian miro a los ojos de Magnus, era tiempo de ser sinceros. – Crees que está confundido, pero no es así. Estuve con él cuando pensó que moriría y sus pensamientos fueron a una sola persona. Una y otra vez, solo mencionaba tu nombre. Solo quería llegar a tu lado. Para Alec no hay nadie más y nunca lo habrá.

La sorpresa en el rostro de Magnus fue reveladora.

Edrian rio, no con malicia si no con sorpresa. – No lo conoces tan bien ¿Eh, brujo? – Edrian parecía, por primera vez para Magnus, tranquilo y relajado. – Parece que Alec Lightwood nunca dejara de sorprendernos.

Por primera vez y bajo toda nula probabilidad, Magnus Bane estuvo de acuerdo con Edrian Whitelaw.

* * * * *

Cuando Magnus volvió a la habitación, miro a Rosemary aun concentrando poder sobre Alec. Magnus busco a su hijo en la habitación, verlo últimamente siempre era desgarrador, como su padre, no era bueno ocultando sus emociones, verlo preocupado era doloroso. Sus ojos azules estaban fijos en su padre, sus parpados se miraban pesados y cansados, incluso su piel azul se miraba de un azul más pálido de lo normal.

- Max. – llamo Clary adivinando los pensamientos de Magnus. - ¿Podrías ir por Will? Esta abajo con Nathan, deben tener hambre, ambos.

Dejar la habitación de su padre no estaba por cerca en las posibilidades de Max, antes de que se negara rotundamente a salir, Rosemary le miro sonriendo. – Tu padre se recupera rápidamente. Debes salir y tomar un poco de aire para que te vea con mejor semblante.

- Debes querer ver a Nathan. – Dijo Magnus intentando persuadirlo.

Claro que quería verlo. En el último par de días solo lo había mirado por fragmentos de minutos, cuando subía a comer, en un par de ocasiones había subido cuando estaba dormido.

- De acuerdo. – Dijo Max finalmente. – ¿Abi está aquí? – Pregunto por Abigail, la hija de Rose.

– Esta abajo con su padre.

Max se levantó, se acercó a Magnus para que este besara su frente y camino pesadamente hacia la puerta, antes de salir miro de nuevo a su padre aun dormido.

Fue en el instante en que Max cerró la puerta que Magnus se acercó a Alec y Rosemary. - ¿Qué ocurre? – Pregunto enseguida.

- Sigues siendo un experto en leer a la gente, Magnus.

- Rose.

- No quise decir nada con Max aquí. Pero, algo anda mal.

* * * * *

Max cerro sus ojos con fuerza y tallo su rostro en el momento que la luz del sol llego a su cara.

- Tómalo con calma. – Dijo Will desde el primer escalón de la entrada del hospital. – Bienvenido al mundo exterior.

Max sonrió y Will se levantó para abrazarlo. – Dicen que se pondrá bien. – Dijo Max de inmediato.

- No lo dude ni por un momento. – Dijo E=Will con su siempre resplandeciente sonrisa. – Mira quien vino a vernos.

Abigail, hija de Rosemary se levantó de la escalera para ir a abrazar a Max. – Me da gusto escuchar eso, Max. – Dijo la niña de la misma edad que Will. – Madre y Padre vinieron en cuanto escucharon la noticia.

- ella está ayudando.


- Eso es muy… - Abigail se quedó en silencio a mitad de la oración, ella estaba en lo más alto de la escalinata y la plaza del ángel estaba frente a ella. Ella había mirado a hadas, a cazadores de sombras, todos hermosos en sus diferentes formas. Nunca había mirado algo que se pareciera al chico que estaba acercándose a ellos.

- ¿Abi? – Le llamo Will consternado. - ¿Estas bien?

- El chico abnegado, dispuesto a dar todo por el bienestar de su doncella en problemas. – Dijo en un largo suspiro.

- ¿Que? – Preguntaron a misma voz Max y Will.

- Es hermoso. – Dijo y señalo hacia el chico de cabello rojo cereza con semblante preocupado que se les acercaba.

Will y Max siguieron esa dirección, Will rio a carcajadas, Max comenzó a bajar las escaleras para llegar a él.

- ¿Doncella? – Dijo Will riendo. – Más bien brujo de piel azul.

Tanto Nathan como Max aceleraron el paso y no se detuvieron hasta que se tocaron el uno al otro. Nathan apreso el rostro de Max, sin detenimientos lo acerco para besarlo, Max se aferró a la chaqueta de Nathan y correspondió al beso con la euforia del momento.

- ¿Sabes que es mejor que el Manga Shojo? – Pregunto Abigail con ojos brillando.

Will movió los hombros.

- Yaoi. – Respondió Abi mientras que Will la persuadía de no tomar fotografías a la emotiva escena.

* * * * *

- ¿De qué hablas? – Pregunto Magnus.

Rosemary mantenía su mirada fija en Alec. – Ya debería haber despertado, su sueño es profundo, fuera de lo normal.

- Esta débil. – Dijo Jace acercándose a su parabatai.

- ¿Sientes algo? – Pregunto la bruja al Cazador. - ¿Algo fuera de lo común?

Jace coloco su mano sobre la pierna de Alec, mirándole fijamente mientras razonaba su respuesta. – No podría decir que se siente normal. Es como si algo intentara atraernos a un estado de aturdimiento. Solo cuando estoy dormido la sensación se aleja ¿Eso tiene sentido?

Magnus y Rose compartieron una mirada, ambos eran brujos y ambos estaban, por desgracia, conscientes de las artimañas de las que las hadas eran capaces de hacer.

- Creo, Magnus. – Dijo Rose. – Que deberemos ayudar a Alec un poco más.

* * * * *

Fue una sensación conocida y extraña, pero más que eso, anhelada. Alec sintió una caricia en el dorso de su mano, lo que hizo que abriera los ojos con rapidez, se incorporó hasta sentarse, no había dolor, solo un extraño aturdimiento, poco a poco su visión fue enfocándose y lo que vio fue desconcertante. Era el departamento en Greenpoint, su casa en Brooklyn.

- Esta bien. – Le dijo Magnus entrando a su rango de visión. – Tranquilo, todo está bien.

- ¿Magnus? – Pregunto con voz baja. – Por el ángel ¿Eres tú? – Alec arrojo sus brazos alrededor de Magnus. El brujo dejo que le abrazara y a su vez, respondió con otro abrazo. – Estas aquí ¿Cómo es posible?

Magnus busco su rostro. – No tienes que preocuparte por nada, nunca más. Estas a salvo, Alec, estas en casa.

- Creí que… yo en verdad pensé que no volvería a verte.

- También me asuste, pero todo paso ya. Estamos juntos finalmente, estamos bien.

- Magnus, yo lo siento tanto. Por todo, por…

- Shhh, está bien. No tienes que decir nada. – Magnus acaricio tiernamente el rostro de Alec. – Ahora todo está bien, mi amor.

Alec sonrió con alivio. Y se acercó buscando sus labios. Magnus le beso mientras le acercaba fuertemente a él. – Te amo. – Dijo el brujo en sus labios. Hasta ahora Alec no había estado consiente de lo mucho que extrañaba a Magnus, a sus labios.

- Te amo. – Repitió Alec en un suspiro, después de un momento eufórico pego su frente a la de él. – Te eche tanto de menos.

Magnus le siguió mirando con todo el amor que sus ojos brillantes le ofrecían. – Descansa. – Dijo el brujo haciendo que Alec volviera a su almohada.

- ¿Descansar? – Dijo Alec con un repentino sentido de alarma. – No, Magnus debemos volver a Idris, las hadas…

- No. – Dijo Magnus tajantemente. – No, eso no pasara. No volveremos ahí, no es seguro.

- Magnus, soy el Cónsul, no tenemos opción.

El brujo retiro cabello del rostro de Alec. – Sé que eres el Cónsul. – Dijo tranquilamente. – Pero tienes que aceptar que tu desempeño como tal, ha dejado mucho que desear.

- ¿Que?

- La situación con las hadas es ahora peor. – Dijo Magnus sin ninguna duda. – Que te hayan elegido cónsul fue un error.

- ¿Eso crees? – Dijo Alec, no estaba molesto, era Magnus quien se lo estaba diciendo, era sabio y alguien que debía ser escuchado.

- No solo yo lo creo. – Dijo el brujo. – El Consejo, tu familia. – Magnus se acercó un poco más y tomo las manos del Cazador. – Nadie te culpa, eres joven, pero es importante que aceptes la verdad, que te retires antes de que las cosas empeoren aún más y que sea…

- Mi culpa.

Magnus beso la frente de Alec. – Sabia que lo entenderías.

Entenderlo no era la palabra más exacta para describir sus sentimientos en ese momento, Alec nunca había presumido ser un dirigente notable, intentaba hacer todo cuanto le era posible hacer, por las minorías que eran más solicitadas de ayuda, intentaba que cada día a cargo valiera la pena y marcara una diferencia, evitar la guerra con las hadas a todo precio, el instituto de Idris, la unión de los subterráneos con los Cazadores y el fortalecimiento de Los Acuerdos para que beneficiaran verdaderamente a los subterráneos, eran cosas que había hecho realidad, no era ciego, esas habían sido cosas importantes, quizás si estaba equivocado y su esfuerzo simplemente no era suficiente.

- Aun así. – Dijo Alec. - Debemos volver.

Magnus suspiro. – Créeme, cariño. El Gard esta mejor sin ti ahí.

Alec busco el rostro de Magnus, era su Magnus, sus ojos su voz, todo en él le era familiar. Magnus sonrió. – No te preocupes por eso ahora. Descansa. Iré a preparar algo de comer.

Alec se quedó en silencio y con un vacío en su estómago, mirando como Magnus salía de la habitación.

* * * * *

Incluso después de que Magnus le había pedido que descansara un poco más, Alec no encontró razones para quedarse en cama, ciertamente no tenía ninguna herida y se había sentido aturdido al intentar recordar lo que había ocurrido en el reino hada, no importaba el esfuerzo, no lograba recordar nada. Salió de la habitación, en la cocina estaba Magnus y su hijo Max, estaba sentado en un banco alto jugando con una fruta en la encimera de la cocina.

- Max. – Llamo Alec y su hijo salto de la silla para correr a los brazos de su padre. – Por el ángel, hijo.

- Papá. – Le dijo Max. – Te extrañe, que gusto que estés de vuelta.

- También te extrañe Blueberry. – Alec beso el cabello desordenado de su hijo.

- Que líos han hecho ustedes dos. – Dijo Max en un reclamo inofensivo. – La próxima vez, por favor, recuerden que están enamorados.

Alec rió.

- Por lo menos finjan que lo están. – Dijo Max.

Y la sonrisa de Alec se borró. - ¿Qué has dicho?

- Lo intentaremos. – Dijo Magnus sonriendo tranquilamente.

- Magnus. – Dijo Alec con molestia. Y miro a su hijo. - ¿Fingir? ¿Por qué dices algo así?

- No le hagas caso. – Dijo Magnus desde el otro lado de la cocina, aun concentrado en su tarea. – Ya sabes lo que tu hijo piensa del amor.

- Y lo sostengo. – Dijo Max.

- No… - Alec estaba a cada segundo más confundido. – No sé de qué hablan. Max, estás enamorado, hasta donde sé.

Max le disparo una mirada de incredulidad a su padre. - ¿Yo? ¿Enamorado? Para nada, no soy estúpido, soy inmortal, el amor no es para nosotros, basta con verlos a ustedes para saber que no vale la pena el sacrificio.

Las palabras de su hijo no tenían ningún sentido para Alec. - ¿A qué te refieres? ¿Qué significa?

- Significa que no estoy enamorado y que nunca lo estaré, nunca.

- Pero…

- Tengo tarea, papá. – Dijo Max y comenzó a caminar hacia su habitación. – Los veo en la cena.

Alec miro a Magnus. - ¿Tú sabias eso?

- También tu ¿No lo recuerdas?

- Ciertamente, no estoy seguro de nada ahora.

Magnus rió y se acercó a él. – Dale tiempo, has pasado por mucho en este par de días. Las cosas volverán a la normalidad poco a poco.

- Eso espero. – Dijo Alec. – Lo que me recuerda… Tenemos una conversación pendiente, sobre Edrian.

- ¿Qué sobre él? – Dijo Magnus y aún estaba sonriendo.

- Magnus, lo que yo intentaba decirte en aquella ocasión, era que… que no hay nadie a parte de ti, ni en mi corazón ni en…

Magnus le abrazo fuertemente sin dejar terminarle. – Lo sé – Le dijo comprensivo. – Alec, soy yo el que te debe una disculpa. Nunca debí tratarte así. Es solo que… Al verte con él, el pensar en que pudieras amarle, yo… - Magnus busco el rostro de Alec. – Te amo tanto, que te preferiría muerto antes que verte con alguien más.

Tras esas palabras los brazos de Magnus se convirtieron en veneno, uno del que quería alejarse de inmediato. - ¿Qué acabas de decir? Magnus, sé que estás enojado, pero eso no significa que debas decirme eso y…

Magnus lo sujeto de nuevo. – Debes entenderme ¿Acaso no me amas como para comprenderlo?

- Nunca podría comprender algo así. – Dijo Alec intentando alejarse.

Magnus no lo dejo, había agonía en su voz al intentar hacer entender a Alec. – El amor que siento por ti es absoluto, es más fuerte de lo que alguna vez en cuatrocientos años sentí. No lo entiendes por qué no eres como yo, no eres alguien que tendrá que perder a su amado en algún momento.

Alec mordió su labio. – Se supone que no hablaríamos de eso en…

- Mucho, mucho tiempo, entonces, comprende, por favor.

El remordimiento siempre conocido volvió a Alec y dejo que Magnus le abrazara de nuevo.

- Gracias a dios que decidiste quedarte con nosotros. – Dijo Magnus con su rostro en el cabello de Alec. – Odiaría tener que destruirte.

Alec cerró los ojos con fuerza, por alguna razón no sentía ni dolor, ni rabia hacia Magnus y sus crueles palabras. Alec solo se sintió vacío por dentro.

* * * * *

Alec había pasado una mala noche, no solo porque podía oír en su cabeza las terribles palabras que Magnus le había dicho. También por que había tenido una pesadilla, en ella había mirado las fronteras del Reino Seelie rotas, había sido testigo impotente de una sádica guerra en donde los Cazadores de Sombras habían asesinado a todas las hadas que se les enfrentaron. El panorama había sido sangriento y traumante, una tragedia que se sintió muy real y dolorosa.

Salió de la cama con precaución para no despertar a Magnus y se dirigió a la sala de estar, ahí estaba Max.

- Hola, papá. – Le dijo al verle.

- Max. Creo que debemos hablar, hijo.

- ¿De qué? – Dijo con sincera curiosidad y bajando el libro que leía a sus piernas.

- Son tantas cosas. – Dijo. Había tanto que quería preguntar, que no estaba seguro de donde comenzar. Aun así, dejo que sus palabras fluyeran. – Lo que dijiste ayer, el asunto sobre el amor ¿En verdad crees eso? Me sorprendió la forma en la que lo dijiste.

- ¿En verdad es importante? Es decir, Tengo una eternidad para descubrirlo y... – Max miro a su padre. - ¡Pero, claro! – Dijo como si se hubiera revelado algo ante sus ojos. – Quieres saberlo ahora, porque quizás no puedas verlo en el futuro. Perdón. – Dijo el joven brujo sin mucho interés, volviendo al libro en sus manos. – A veces olvido que estarás como un pequeño recuerdo en mi vida. ¿Es todo lo que querías preguntarme? – Max cambio la página sin ver a su padre.

Alec estaba tan agotado física y mentalmente, era como estar en una pesadilla, las dos personas que más amaba están torturándole de la manera más cruel posible. Pero había algo en su cabeza que le decía que todo era normal, que siempre había sido así.

- El Reino Seelie. – Dijo Alec. - ¿Cómo volvieron? Es decir ¿Will y Nathan están bien?

Max le miro como si su padre hubiera hablado en otro idioma. – Todo está bien, mi padre te lo dijo.

- Eso no es lo que pregunte, Max.

Max se levantó del sillón. – Iré a mi cuarto. – Anuncio sin más. Camino unos pasos y se giró para ver a su padre quien estaba en un estado de ansiedad claro. – papá. – Le dijo. - ¿Quién es Nathan?

Alec se incorporó en un movimiento brusco, su respiración era agitada, su pecho subía y bajaba violentamente. No tardo mucho tiempo para que se quejara, todo su cuerpo ardía, todo su cuerpo estaba cubierto con vendajes, los que estaban en su pecho tenían manchas oscuras de sangre.

- Esta bien, Esta bien. - Le dijo Rosemary para intentar calmarlo. – Alec has despertado, ahora estas despierto.

- ¿Dónde estoy? – Pregunto el cazador, su cabello estaba pegado a su frente por el sudor. - ¿Donde?

- Estas en el Basilias. – Le dijo Jace acercándose. – Alec estas en…

- Idris. – Repitió Alec. Eso estaba bien, pensó Alec, eso tenía más sentido.

- Alec. – Le llamo Rosemary como se le habla a alguien que intentan sacar de un estado de shock severo. – Escúchame, estabas bajo un encantamiento, quizás un veneno, algo que no te permitía despertar, pero ahora estas despierto y necesitamos que te calmes, nos mires y nos digas que va mal.

- Me duele. – Dijo Alec en voz baja. No podía pensar en otra cosa debido al intenso dolor que plagaba todo su cuerpo.

Sin pensarlo Magnus hizo brillar sus manos y las acerco para intentar curar el dolor, todo paso muy rápido.

Te preferiría muerto que verte con alguien más.

Odiaría tener que destruirte.

Alec se movió con la agilidad de un guerrero sin importarle el daño que podía causarse a sí mismo por las heridas aun abiertas y golpeo las manos de Magnus para alejarlas. - ¡No te acerques! – Le exigió. - ¡Aléjate de mí!

Continuara…

Recupérense un poco de la impresión, porque necesito desearles a todos ustedes un Feliz Año Nuevo 2017. Este es mi regalo, el que, a pesar del sombrío contenido de este capítulo, está lleno de buenos deseos. Quiero agradecerles por todo el apoyo, este año con ustedes fue increíble y espero el siguiente sea mejor y que se queden conmigo por mucho tiempo más =D

¡FELICIDADES A TODOS!

Ustedes se preguntaras ¿Quién es Rosemary? Alguno de ustedes ya lo saben, para los que no, les dejo el link de este increíble fanfiction, hecho por Neiara, a quien sin duda si conocen xD




Fue tarde hermosa pero aquí está tu regalo ¡Feliz Cumpleaños!

@MayGraciel



Comentarios

  1. Hay Mayra Graciela!  No se si reirme o llorar, no se amarte por actualizar u odiarte por tanto drama y más sufrimiento que le provocaras a Magnus y a mi... Yo creo que haré las segundas cosas!  <|3 :'(

    En fin..  Edrian mi amor!!  :3 ya tiene mi corazón, solo espero que no haga alguna estupidez o ses idiota con Magnus para que vuelva a odiarlo!  Que se quede con Nessi y se amen hasta el fin por siempre y se queden con Aurora :3

    Alec! :'( Maldita reina!!! (Perdón por la palabra)  solo espero que Magnus o Alec o Jace la maten de la forma más dolorosa posible, o que la hagan sufrir hasta el fin de los tiempos!! La odio, ella me hace incluso querer un poco a Camille!! Maldita! Malditaaa!!  Quiero que sufraaa!!  JAJAJAJA *mucha risa de maniaca *

    MAY!  NO ME PIDAS QUE NO TE EXIJA UNA RAPIDA ACTUALIZACIÓN !! ESTO TERMINA CON MIS NERVIOS Y SABES QUE NO MANEJO BIEN EL ESTRES!  (quizá una actualización como regalo de reyes??  :3 poooorfaaa no tardes mucho:'( ) 

    Y DE VERDAD MERECEMOS UN FINAL ESPECTACULAR DESPUES DE TODO LO QUE ESTR FIC NO HA HECHO SENTIR.  :'(

    FELIZ AÑO NUEVO!  :') te quiero! :)

    ResponderBorrar
  2. Me encanto y el que incorporaras rosemary fue un gran toque espero con ansias la actualizacion

    ResponderBorrar
  3. wowww! volo mi cabez que tortura dolorosa diossss sentía el dolor de alec en mi cuerpo.. soy del club de #noaedrianheroe , pero se revindico...y no se metio en el medio penso en nessie asi que estuvo bien ..hacer las paces con magnus estuvo bien ,,me gusto
    despue de ver sufrieminto de alec.. leer q estab con su familia dije siiiiiiiiii por fin y al final eso? alec miedo a magnus como pudistes !!!! quiero empezar mejor 2017 no hagas sufrir mas es hasta ahora tu fic mas trsite quiero un final de colores (boda)!!! por faaaaaaaaa y muerte a la reina Seelie
    pd: cuantos capitulos quedan tortura ?? jejjejeje
    feliz año mil besos nos vemos por twiter ...

    ResponderBorrar
  4. pregun... veremos un enfretamiento ..con todo contra la reina ..magnus, alec y flia contra ella di que siii porfis!!!

    ResponderBorrar
  5. no puedo con esto, eso fue doloroso se me salían las lagrimas casi sentía el dolor de alec, por el ángel!! no creo aguantar mucho, por favor actualiza pronto, no creo soportarlo. No hagas por favor que alec le tenga miedo a magnus después de todo esto necesitamos MALEC POR FAVOR.
    con base a edrian esta bien ya no lo odio, aun así no me gusta pero agradezco lo que hizo por alec y merece ser feliz con nessi y a la reina selie le deseo el peor sufrimiento de la historia y el mundo.
    ojala actualices pronto. FELIZ AÑO NUEVO!!!

    ResponderBorrar
  6. Por dios may asi mataras del corazon a magnus! dios mi corazon tampoco puede con tanto!

    ResponderBorrar
  7. Me encanto el capitulo fue genial ...es como lo imagine Alec haciendole ver a Magnus que nunca más podrán estar juntos y obligándolo a encontrar a alguien que si pueda amarlo y hacerlo Feliz.
    Espero con ansias tu próximo capítulo aunque este seria un buen final ;-)

    ResponderBorrar
  8. No puede ser������ Mi corazón!! Ahora que les estas haciendo a mis bebés?! Estoy llorando. La ultima parte me mató. Por favor espero que se solucione���� Por otro lado, al parecer ahora me cae bien Edrian otra vez, y Abi es genial��. Por favor necesito una actualización pronto, se que sufriré, pero también lo hago al esperar. No puedo con tanto dolor������

    ResponderBorrar
  9. Al final Edrian lo comprendió y nosotras también, debes saber que antes lo despreciamos porque sentimos que peligraba Magnus pero al final nos dimos cuenta que Alec también sufría, ambos fueron tontos y Edrian debió intentar comprender que Alexander nunca podría amar a alguien más. Tal vez vimos a Edrian como villano al principio, me acongojaba la idea que destruya todo lo que ellos habían forjado pero me gustó su determinaciónombre por ayudar finalmente más que por intentar hacerse con Alec que ahora que lo noto todos tienen errores, incluso los nefilim. Gracias por actualizar, casi mas lloro y Seelie... A ti si te odio maldita hada, ella si que no es como Sebastian que al menos se supo era un simple cazador sometido a pasar la vida sin poder controlarse. Te esperamos.

    Ya nee~

    ResponderBorrar
  10. May...
    Me vas a matar.. justo ahora que está todo perdonado haces a Alec un traumado... basta de que sufran.. ya me duele mas a mi.. espero la actualización. . Bexos

    ResponderBorrar
  11. MAYYYYY ....!!!! estoy llorando !! me han pasado muchas cosas malas desde que inicio el año 😭😭💔 y esto está destruyendo mi corazón 😭😭 debes actualizar pronto sino lo haces moriré 😭😭......Si no lo haces por el dia de Reyes hazlo como regalo por mi cumpleaños 18 porfa te lo ruego 😭😭👉👈💔

    ResponderBorrar
  12. Basicamente me he dado cuenta que sigo este fic desde sus inicios, lo leo.... lo abandono unos meses para volver y echarme el maratón de capitulos que se jutan para volver al mismo letargo.

    Tengo pocas palabras que expresen algo distinto a otros comentarios, más que decir que siempre vuelvo aquí porque es todo un placer el leerte, amo con locura Malec así que sabrás cuánto me haz hecho sufrir estos ultimos capitulos xD me encanta y siempre me tendrás aquí apoyándote y leyendo todo lo que nos traigas, aunque no me veas jajajaja
    Excelente fic, excelente historia, excelentes personajes, excelente narrativa, dios voy a Morir, felicidades por ir creando semejante obra, la disfruto como no tienes idea, muchas gracias por tu esfuerzo!!

    Feliz año May que esté lleno de mucha dicha y nuevos capitulos jajajaja hasta la próxima!🎉🎉🎉🎉💕🎉💕🎉🙌🏻

    ResponderBorrar
  13. No nos puedes dejar con este suspenso, me estas matando de la peor manera posible y casi estoy entrando en fase de depresión ಥ⌣ಥ haste cargo de eso.

    ¡No tenias que haberlo dejado de esa menera! Casi me da un ataque cardiaco \(;´□`)/ y mi hermana solo se ríe de mi...

    En verdad me encanta tu historia, como son los personajes y la menta en que desenvuelven en la narración pero no tenías que jugar con nuestros, me clérigo, con mi sentimiento, estaré en esta fase de negación por un mes completo o hasta que actualices nuevamente... Mejor me suicido y termino con esto jajaja pero como quiero saber que pasa mejor no

    ResponderBorrar
  14. Vamos!! Hace rato lo leí , pero cada vez que entro espero ver la actualización, enserio me estoy muriendo , no puedo más.Me alegra que ahora esté bien Alec, pero me siento triste por el último párrafo , yo sé que se resolverá y espero si sea, te lo vuelvo a decir , NO PUEDO MAS 😥😥😥😥 quiero ver el final ya. Enserio han sudo muchos capítulos de dolor y sufrimiento. Pero muy buen trabajo

    ResponderBorrar
  15. Me dejan siempre sin palabras. Muchas gracias por todo y deben saber que guardo cada uno de sus comentarios xD

    Los quiero con todo el corazón. Muchas gracias a todos ❤

    ResponderBorrar
  16. NO! NADA DE "ALÉJATE DE MI" CTM, AMENSE Y FOLLEN FELICES! >:D ejem, Max! Mi bebé! Estaba cansado! Mi vida! Sufrí con este capítulo ;-; pero es completamente perfecto que no puedo dejar de leerlo

    ResponderBorrar
  17. Alguien sabe cuando va actualizar may

    ResponderBorrar
  18. MAY, no doy más de que no actualices :cc por favor, danos algo, lo que sea, te lo pido :c

    ResponderBorrar
  19. Me tienes con el alma en el puño DX estoy segura que te regocijas con nuestro sufrimiento y desesperación,actualiza porfavor... Como finalizaste el capítulo, creeme... Me esta dando una crisis nerviosa (╯︵╰,) no tenías que haberlo terminado así, enserio que no debiste... Con eso no de juega... Te ruego que actualices, se que falta poco pero la angustia no me deja esperar más

    ResponderBorrar
  20. Mayyyuu es febrero y nadaaa sufrimossss

    ResponderBorrar
  21. May, por favor, aunque sea un capítulo corto :c

    ResponderBorrar
  22. No se porque presiento que vas a publicar a final de mes 😭😭😭😭 y eso no es justo, me tienes prácticamente de los nervios...

    Igual te quiero pero presiento que te Regocijas con nuestro dolor X'D

    ResponderBorrar
  23. Porfavor actualiza, me estoy muriendo de la curiosidad. Necesito saber que va a pasar entre Magnus y Alec. No quiero ver a mi bebe Magnus sufrir. Chequeo todos los días la pagina para ver si hay un capítulo nuevo. Espero que haya uno pronto. Me encantan tus historias, gracias por compartirlo con nosotros.

    Buena suerte y que dios te bendiga.

    ResponderBorrar
  24. HOLA, HACE POCO COMENCE A LEER ESTOS MARAVILLOSOS CAPITULOS , PERO NO HE LOGRADO PODER CONSEGUIRLOS TODOS PARA LEERLOS, ME PUEDEN INDICAR COMO BUSCARLOS

    ResponderBorrar

Publicar un comentario