Guerra Fría 12 - Pesadilla
La cabalgata al reino
hada fue tranquila, Alec aun mantenía en su cabeza el rostro de Magnus, con sus
ojos cerrados, inconsciente en el regazo de Isabelle. Perdóname, volveré. Le había dicho y aun así no podía quitar ese
momento de su mente con un terrible sentimiento de culpa.
Cruzaron las fronteras,
su caballo comenzó a ser lento debido al terreno dificil. Necesitaba despejar
la mente, no era momento de pensar en ello, de pensar en Magnus. Nunca había
sido bueno para decirle a su mente que hacer.
- Tiene muchas armas. –
Le Dijo Gwyllion con sospecha. – No es lo que se espera de una reunión
diplomática.
- Las armas no
significan nada, si no se les da un uso. – Dijo Alec mordazmente.
- ¿No confía en
nosotros, joven Cónsul?
- No.
Gwyllion sonrió, hubo un
gesto que Alec no entendió, no le dio más importancia y siguió con su duro
camino, no paso demasiado antes de que el palacio apareciera ante ellos con sus
grandes muros de roca y cubiertos con plantas y flores, un espectáculo
impresionante y hermoso.
- ¿Los niños están
aquí? – Pregunto Alec de inmediato al bajar de su caballo.
No obtuvo ninguna
respuesta, se tomó un momento para acariciar a su caballo. – Bien hecho. – Le
dijo en un susurro. – Quédate cerca, por favor.
Los caballos de los
Cazadores de Sombras no eran comunes, tenían una forma diferente de actuar, los
Cazadores les trataban como un guerrero más, porque, como ellos, también iban a
las batallas.
- Por aquí. – Le dijo
Gwyllion señalando la enorme entrada.
Alec no dudo y entro a
grandes pasos subiendo las escaleras, el sonido de sus botas retumbo en el
interior, este no se miraba muy diferente al exterior, había vegetación por
todo el lugar, parecía más una cueva enorme que un palacio. Alec se adentró aún
más siguiendo la línea de guerreros a los costados. Gwyllion estaba detrás de
él. y se detuvo de pronto ya que Alec lo había hecho inesperadamente. El
Cazador aparto la toga de Cónsul color escarlata con runas doradas para que
esta quedara como una capa, sus armas brillaron en todo su cuerpo y al
reiniciar su paso, se escuchaban los ecos de ellas en toda la habitación. No
había duda en su semblante. Gwyllion entendió de inmediato el porqué de su acto
al ver a sus guerreros hadas con incertidumbre en sus rostros, el poderoso
Cazador de Sombras había logrado intimidarlos.
Gwyllion maldijo una
vez más a Alec y continuo detrás de él hasta llegar en presencia de la reina.
El trono estaba hecho
por huesos de diferentes animales, detrás había una pared de flores que combinaban
con el cabello de la reina. Ella vestía un largo vestido blando, a su lado
estaba una mesa de aspecto rudimentario, con fruta y cuencos en forma de copas,
el contenido era desconocido, pero de uno de ellos se alcanzaba a distinguir un
resplandor rojo.
La reina se puso de
pie. – Joven Cónsul. – Canto la reina con una sonrisa. – El gusto que me da tenerlo
en mi presencia es in narrable.
Las hadas no podían
mentir, el instinto de Alec se encendió. – Sabe porque estoy aquí, su majestad.
– Dijo Alec intentando imitar a su
parabatai en su tono de voz. – Son dos mis motivos y espero llevar a cabo
ambos lo antes posible, si su majestad está de acuerdo.
- No debe ver
inconveniente. – Respondió la hada con amabilidad. – Me gustaría hablar primero
con usted.
- Son muchos los
pueblos hadas que se han acercado a La Clave para…
- ¿Pedir clemencia? –
Interrumpió la reina a Alec. – Son débiles, sin orgullo de su raza.
- No habrá raza de la
que sentirse orgulloso, si su pueblo no regresa al cobijo de Los Acuerdos.
- Tan generosos. – Dijo
la reina con ironía. – Los Cazadores de Sombras son y serán siempre nuestros
salvadores.
- Su pueblo puede
salvarse a sí mismo. Si demuestran su lealtad, podremos hacer que el reino
Seelie se salve. No es necesario, su majestad, tener tantas perdidas.
- Las perdidas futuras
no son siempre importantes. – Dijo la Reina con un ademan desdeñoso. – Las
pérdidas que están en el pasado, en cambio. Se convierten con el paso del
tiempo en pesos cada vez mayores, muchas veces difíciles de seguir cargando.
- Su majestad. – Dijo
Alec. – espero no ofenderla, pero no estoy aquí para hablar del pasado. El
futuro, el futuro de su reino es que debe ser salvado.
- Pero si es por el
pasado por el que estamos aquí. ¿Recuerda, joven Cónsul? La primera vez que
estuvo en mi presencia ¿O la última?
- Recuerdo. – Dijo Alec
intentando descifrar lo que la Reina quería comunicar.
- Le debo una disculpa,
entonces. – la Reina se sentó en su majestuoso trono. – Por esa pequeña
travesura en nuestro primer encuentro.
Alec recordó, recordó
ver sus manos y como estas estaban agrietadas por la edad, recordó su
respiración acelerada al impacto del cruel glamour que la reina había puesto en
él. Mírate, Alexander Lightwood. Te doy
un vistazo de ti mismo en unos sesenta años ¿Qué dirá de tu belleza entonces tu
brujo amante? Las palabras de esa ocasión a veces retumbaban en sus
pesadillas, incluso ahora, después de más de catorce años. Afortunadamente ese
sentimiento de pérdida se había alejado de él hacia bastante tiempo, había sido
Magnus quien en su día a día le había demostrado que pensar en eso era inútil,
le había enseñado que, sin importar lo que ocurriera en un futuro, nada
cambiaria, estarían juntos para siempre. Le había tomado tiempo, pero Magnus le
había dado la confianza suficiente para creer en sus palabras, para vivir en
paz y sin ningún miedo a su lado, Magnus le había dado la fuerza y ahora más
que nunca necesitaba la fuerza de Magnus.
Alec sonrió
tranquilamente, dejando a Seelie descompuesta. – Esta todo perdonado. – Le dijo
el Cónsul. – El pasado, pasado es.
La Reina intento
inútilmente sonreír, al parecer no había logrado dañar las emociones de Alec. –
Eres bueno perdonando. Niño arquero.
- Estar enojado es una
pérdida de tiempo. – Le dijo repitiendo las palabras que una vez le dijo
Magnus, su sabio Magnus.
- Debo admitir, que
quizás exagere en aquella ocasión. Mírese. – Le dijo señalándolo de pies a
cabeza. – Más de una década ha pasado y usted parecer ser más hermoso que
aquella vez. Su amante debe estar más que complacido.
Hubo una risa secreta
que nació dentro de Alec al pensar en la posible respuesta de Magnus a ese
comentario, también, se imaginó que la respuesta no sería de la más apropiada.
– No sé nada sobre eso. – Dijo Alec aun tranquilo. – Tendrá que preguntárselo
usted misma. Alguna vez.
Alguna
vez. era muy posible cuando de dos seres eternos se
hablaba.
- Seria encantador. –
Dijo la Reina en un tono molesto.
Alec tuvo suficiente de
juegos. – Quiero ver a los niños. – Demando.
- Por su puesto. – Dijo
la Reina y se puso en pie, camino hacia una de las grandes ventanas de la
habitación y aparto una gran cortina, un pedazo de tela pesado del mismo color
que el tronco de un árbol. – Vea, joven Cónsul. Vea lo que sucede con ellos y
con sus guerreros.
Alec camino con alerta,
pero con paso seguro hacia la ventana que resplandecía, en un principio no
podía ver más que colores sin forma moviéndose de un lugar a otro, poco a poco
la imagen fue cobrando forma y sentido, lamentablemente lo que miro ahí fue
causa de angustia y sufrimiento. Era noche aun, el lugar le era más que
familiar, era el instituto de Idris, a través del desastre que eran los
jardines, pudo ver el edificio principal dentro de lo que parecía ser una jaula
de energía mágica, está, seguro estaba protegiendo a lo que estuviera dentro.
Alec reconoció la magia de inmediato. Magnus.
Pensó sin decirlo, busco en la imagen y entre la clara batalla que estaba
dándose lugar en los jardines, ahí miro a su hijo, junto a Nathan y Will, ellos
combatiendo, defendiendo el instituto de las hadas.
- ¿Qué es esto? –
Reclamo Alec. - Un premeditado ataque al instituto es…
- ¿Contra la Ley? No se
trata de tus sagradas leyes, Cazador de Sombras, se trata de mi venganza y de
tu dolor. – La Reina se regocijaba hablándole de cerca y lentamente, caminando
a su alrededor mientras Alec miraba los feroces ataques. – Se trata de nuestro último
encuentro, en donde me arrebataste alguien muy valioso.
Alec no podía o no quería
escuchar nada, toda su atención estaba en lo que pasaba, en como los Cazadores
estaban siendo superados en número. Ellos serían derrotados, no tenían
oportunidad contra ese número de atacantes hadas.
- Dime ahora. – Dijo La
Reina. - ¿Sigues sin estar enojado, Cazador?
Antes de que todo
acabara y de que las esperanzas de Alec se derrumbaran, luz azul apareció, una
figura brillante cubierta en fuego azul mágico se movió entre los atacantes
haciéndoles caer. – Magnus. – Dijo Alec y la Reina miro a la imagen también,
extrañada por el alivio que atravesó el rostro de Alec.
Ambos miraron como el
brujo se apodero de la situación, como este estaba convirtiendo en cenizas a
las hadas que atacaban el instituto. Fue poco el tiempo que paso antes de que
Alec se preocupara. Detente. Le
gritaba con agonía desde su interior, el poder le estaba consumiendo, estaba
consumiendo a Magnus. Por favor, detente.
Magnus no podía escucharle, sin importar el esfuerzo por ocultar su sufrimiento
al ver a Magnus sin control, la reina lo noto enseguida.
- Ahora veras
desaparecer algo valioso para ti. No pude haberlo planeado mejor.
Alec no pudo más. Giro
para salir e ir con Magnus, el primero en interponerse fue Gwyllion. – Apártate
– Pidió Alec en voz baja.
– La Reina no le ha
permitido…
- ¡A un lado! – Grito
Alec y Gwyllion dio un paso atrás.
El hada se compuso lo más
rápido que pudo. – No iras a ningún lado, Cazador de Sombras.
- Eres nuestro
prisionero. – Anuncio la Reina con una sonrisa.
Alec no podía pensar en
otra cosa que no fuera Magnus y en llegar a tiempo para ayudarle. – Para eso. –
Dijo el Cónsul. – Tienen primero que lograr apresarme.
Alec tomo de inmediato
su arco y flecha, el primer blanco fue Gwyllion quien cobardemente tomo a uno
de sus soldados para cubrir la flecha que iba directo a su corazón y que
termino en el corazón del escudo humano que uso. Con agilidad, Alec rodo en el
suelo, dejando atrás su capa, deja volar flechas, todas ellas llegaron a un blanco,
su objetivo por ahora era no dejar que le rodearan, detrás de él, en su trono,
la reina miraba con diversión. Un hada se acercó brincando para llegar a Alec,
este hizo que dos flechas pararan su avance.
- ¡¿Qué están haciendo?!
– Grito con cólera Gwyllion. – ¡Deténganlo de una vez!
No importaba el número
de combatientes, Alec les hizo caer con una flecha en su pecho. Cuando las
flechas se habían terminado, tomo su espada larga y continuo con su avance,
barriendo y cortando con quienes intentaban detenerlo. Llegar a Magnus era todo
lo que le importaba, no había poder humano que lo detuviera, no ahora. Se
encontraba concentrado en sus atacantes cuerpo a cuerpo cuando escucho un
zumbido familiar cortando el aire, para cuando se percató de donde provenía,
era tarde, por desgracia no pudo esquivar con suficiente tiempo y una flecha se
clavó sobre su hombro, después otra en su lado derecho del pecho que hizo que
soltara su espada, levanto la mirada y desde la distancia Gwyllion había
disparado para detenerle y darle la ventaja a sus guerreros. La que tomaron de
inmediato, fue golpeado cruelmente y sin piedad.
- No lo maten. – Pidió
la Reina. – Aun no.
Gwyllion se acercó a
Alec que estaba en el suelo. - ¿Ahora te consideras un prisionero, Cazador de
Sombras?
El hada no lo vio
venir, Alec se incorporó lo suficiente y con la velocidad necesaria para tomar
una daga de su cinturón y arremeter contra el hada, la daga corto un costado de
su estómago. Gwyllion grito por el ardor de la herida.
- ¡Maldito! – Dijo y
levanto su espada.
- ¡Vivo he dicho! –
Grito la reina desde su trono.
Gwyllion se detuvo, se
tragó su coraje y golpeo a Alec ferozmente haciendo que este cayera con su
rostro pegado al duro y frio suelo.
Alec no podía ver más
que sangre a través de sus parpados, su sangre. – Magnus. – Murmuro antes de
perder la conciencia.
*
* * * *
Sus ojos ardían, pero
se esforzó para abrirlos a pesar del dolor, sus brazos estaban incapacitados
para moverse, poco a poco la imagen se fue aclarando frente a él. Alec miro a
su alrededor, seguía en el reino hada sin ninguna duda, en una especie de
mazmorra, las paredes eran todas de piedras apiladas, había luz que entraba de
una pequeña ventana y por los marcos abiertos de la pesada puerta de madera.
Había enredaderas que llegaban desde el techo, dos de ellas eran las que le
apresaban los brazos, estaba con las mismas ropas con las que había llegado
ahí, ahora tenían sangre y estaban rotas de donde las lianas le tomaban los
brazos, también había sangre ahí a causa de la presión que ejercían sobre su
piel. Alec jalo de sus brazos para intentar liberarse, levanto la cabeza
apretando los ojos debido al dolor que le provoco este acto, entre más intentaba
liberarse, mas era la fuerza que aplicaban las lianas a sus brazos, hubo líneas
de sangre nuevas que aparecieron y rodaron hacia el suelo.
Seguir intentándolo
podía dar dos resultados; liberarse o perder ambos miembros, no pudo decidir ya
que la puerta se abrió y la Reina apareció, ella caminaba como si flotara sobre
el suelo, hermosa y tenebrosa al mismo tiempo.
- Espero que disfrute
el Cónsul de nuestra hospitalidad.
- Espero y entiendas
que acabas de declarar abiertamente una guerra. – La voz de Alec sonaba
desgastada, no está seguro de cuánto tiempo había pasado desde que llego ahí,
el tiempo en el reino hada funcionaba de una manera diferente, podrían haber
pasado horas, pero en realidad, en su mundo, pudieron haber sido minutos. La
peor incertidumbre que le abordaba, a pesar de su terrible situación, era
Magnus, solo quería saber que estaba bien y que su impresionante derroche de
poder no le había perjudicado. - ¿Por qué sigo vivo? – Pregunto Alec sin
rodeos.
- Tu tacto se ha
esfumado, Niño Arquero. ¿Se debe a la desesperación?
- Quizás sea por mi
falta de paciencia a tus juegos tontos. – El hada que acompañaba a la reina se
acercó, este parecía más un trol que una bella hada. Toco en una de las paredes
una de las lianas y los brazos de Alec dolieron como si estos fueran a dejar su
cuerpo. Alec se quejó, después de la tortura, levanto la cabeza hacia ambas
hadas. - ¿Sin ofender? – Dijo Alec débilmente.
La Reina hizo un sonido
de molestia. – Veo que, tantos años compartiendo con el elocuente Magnus Bane,
te han afectado. Hablas como él.
- No me ofenderé. –
Dijo Alec retando la paciencia de la reina.
- Tu voluntad es mucha.
Tendremos que hacer que eso cambie. – La reina hizo un gesto a su acompañante
indicándole algo.
La criatura se movió
obediente y de nueva cuenta toco una de las lianas sobre la pared. Hubo
movimiento detrás de Alec, pero su incapacidad para moverse no le permitió
saber de qué se trataba, unos segundos después, lo sintió. Un latigazo llego a
él haciéndole colapsarse del dolor, después otro y después uno más, las lianas
ahora servían de soporte para tolerar los golpes. Después de varios latigazos
la reina hizo parar al troll.
- ¿Qué dices ahora,
Cazador de Sombras? ¿Alguna frase ingeniosa que quieras decir?
El cuerpo de Alec
estaba temblando por el dolor y por la fuerza que había necesitado para
soportar el castigo. A duras penas logro levantar la mirada, intento decir
algo, algo que Jace o Magnus hubieran dicho. – La falta de creatividad me desilusiona.
– Dijo en un hilo de voz sarcástico y débil. – Los latigazos en la espalda eran
algo predecibles.
El rostro de la reina
se torció en un gesto de furia. Después se miró como se obligaba a adoptar la compostura
de nuevo. – Si creatividad es lo que quiere. – Dijo e indico nuevamente al troll
por una tarea más. La criatura obediente se acercó a una pequeña mesa que
estaba en la esquina de la habitación.
- El reino hada
disfruta de una muy variada vegetación. – Explico la reina conversacional. -
Hay plantas curativas, medicinales, venenosas. – Ella miro a los ojos azules de
Alec. – Las venenosas son interesantes, usted lo sabe, joven Cónsul. Algunas
afectan los sentidos, otras la memoria, otras juegan con tu mente haciendo que
te atrapen en sueños o pesadillas que parecen reales.
El troll estaba
concentrado en una mezcla verde que coloco en un recipiente y que observaba
mientras se acercaba a Alec, no había forma de que se imaginara lo que estaban
por hacerle.
- Deseaba creatividad.
– Dijo la reina con tranquilidad. – Lo menos que anhelo es decepcionarlo, Cónsul.
El troll llego a Alec y
ayudado por las lianas logro llegar a uno de sus brazos, vertió la sustancia
sobre una de sus marcas y Alec grito. La sustancia estaba quemando y haciendo
que la piel se abriera, la runa no era más runa, ahora en su lugar había un
pedazo abierto de carne.
- Si mezclas las
hiervas indicadas, obtienes algo como esto. – hablo la reina con voz alta para
ser escuchada por sobre los gritos de Alec. – El veneno perfecto para borrar
sus sagradas marcas, permanecerán sobre su cuerpo, claro, solo el tiempo que
tarden en cerrar las heridas.
- Hermoso. – Dijo el Troll
al ver su obra. – Es como si las runas estuvieran hechas con sangre.
La reina no podía verse
más complacida. – Los dejo entonces. – Anuncio detrás de un suspiro de
satisfacción. – Recuerda quitar todas las runas, todas y cada una, deja la que
crea el enlace con Jace Herondale de último turno, dar un poco de esperanza
para después arrancarla, es otra forma de castigo.
La reina se acercó y
acaricio la mejilla de Alec, un Alec que apenas podía mantenerse despierto por
el dolor. – Te veo pronto, pequeño niño arquero. – La reina salió de la celda y
mientras caminaba se regocijo una vez más al oír los gritos agonizantes de Alec
Lightwood a través de las paredes empedradas.
*
* * * *
Tenía que ser rápido, tenía
que ser lo más veloz que alguna vez fue, estar de nuevo en el reino Seelie y de
nuevo completamente solo no era la mejor situación, pero era la única que tenía,
era la mejor y hasta ahora la única posibilidad de llegar a Alec.
Edrian seguía corriendo
a través de la pesada vegetación, sabía dónde estaba palacio, y no
desperdiciaría un paso hacia otra dirección. Había deseado poder traer un
caballo, pero Vladimir le informo que sería inútil, que la magia colocada en
las fronteras no le permitiría el paso, a nadie, solo a él. Sus armas sonaban
con su movimiento, la runa de velocidad y resistencia ardían en sus brazos
mientras continuaba con su paso. Le había pedido a Max que avisara a los demás,
que, si rompían las fronteras, tendrían que buscarlos en ese mismo camino, la
esperanza de conseguir refuerzos era muy escasa y optimista, Edrian se permitió
ser optimista.
Se topó con guardias de
palacio, su runa de visión le permitió percatarse de ellos con suficiente
tiempo para esconderse, los soldados caminaron muy cerca de él, Edrian se preparó
tomando la empuñadura de su espada con mucha fuerza. Mostrarla no fue
necesario, los guardias comenzaron a alejarse, El Cazador respiro con alivio y
se relajó, entre los árboles y a la distancia, escucho a los mismos guardias
hablar sobre el prisionero y las mazmorras de bajo de palacio. Ahora Edrian
había tomado nuevas fuerzas, prisionero.
No era lo que necesitaba escuchar. Se alarmo por Alec y su bienestar, el tiempo
se convirtió en su peor enemigo y aun sabiendo por cálculo sobre sus
posibilidades e incluso las de Alec, no dudo más, continuo su camino hacia
palacio y las mazmorras.
*
* * * *
- Su majestad. – Dijo
el Troll al ver a la Reina entrando de nuevo a la celda en donde Alec se
encontraba.
- No esperaba encontrar
este lugar tan silencioso. – Dijo Seelie con decepción al ver a Alec inconsciente,
ahora sin camisa, las runas que estaban en sus brazos, pecho, estomago e
incluso espalda, no estaban más, eran solo una sombra de rojo escarlata, la
sangre goteaba de todo su cuerpo hacia el suelo. Su cabeza caía sobre su pecho
en donde brillaba un cristal azul que colgaba de su cuello.
- El dolor hizo que se
desmayara. – Dijo la detestable criatura. – Puedo hacer una poción para
mantenerlo despierto, Si su majestad lo pide.
La Reina lo considero.
Antes de que tomara la sádica decisión, un guardia entro a la celda.
- Su majestad. – Llamo
con alarma. – Hay un intruso.
La Reina que traía
consigo a su vasallo, estiro la mano hacia él y este le entrego un espejo. La
Reina paso su mano por el reflejo y lo vio. Vio a Edrian corriendo hábilmente
entre la maleza no muy lejos de palacio.
La Reina sonrió. – De
todas las posibilidades. – Dijo para sí misma. – La menos probable fue la que prevaleció.
– Ella miro a Alec inconsciente y la sangre que cubría gran parte de la celda.
– Tu brujo amante no debe estar muy contento. – Se acercó un poco más para
observar y analizar sus propios pensamientos. - ¿Sera que tu brujo no está
buscándote? – ella rio triunfante por la idea.
- Podemos capturarlo,
su majestad, está solo, podemos traerlo aquí y que viva la misma suerte que su
representante.
- No. – Dijo la Reina
conversacional. – No, déjenlo. Dejen que llegue aquí. Dejen que crea que ayudo
a su Cónsul.
- ¿Los dejara ir, Su
Majestad?
Los ojos de Seelie
brillaban por la emoción del juego que creaba en su cabeza. – Sí y No. – Dijo
divertida. Ella miro al Troll. – Hay peores cosas que el castigo físico ¿No es
así?
El Troll entendió
enseguida y se puso en el acto a crear la poción que la Reina quería le dieran
a Alec.
- Retiraremos a los
guardias entonces. – Dijo el guerrero.
- Quiero que lo dejen
llegar, más quiero que intenten detenerlos cuando pretendan escapar. Si
traspasan las fronteras, serán libres, si no, era el destino que murieran aquí
¿Está entendido?
- ¿Tomara el riesgo, su
majestad? – Pregunto el Troll. – Si ellos escapan, habrá perdido su oportunidad
de venganza.
Seelie miro el
contenido del recipiente en las manos del Troll. – Como dije, hay cosas peores
que el castigo. Si sobrevive, aun tendrá que enfrentarse a sus peores
pesadillas. Estaré satisfecha con eso.
El Troll dio a Alec la
sustancia, ahora de un color rojo.
La Reina se acercó a
Alec y con su larga mano levanto el rostro del Cónsul, incluso ahora pudo
percatarse de sus largas pestañas, sus pómulos resaltados y su piel, ahora un
poco más pálida de lo que era siempre, la belleza de Alec no se opacó. – La
belleza es también muerte – murmuro. – Sin duda lo es. – Ella suspiro. – Te veré
después, Pequeño Niño Arquero. Si logras salir de mis terrenos.
*
* * * *
Edrian estaba oculto
tras unas enormes piedras, había llegado no solo a los jardines de palacio, si
no a la parte trasera del mismo, frente a él se encontraba la tenebrosa entrada
a los calabozos, todo había sido muy rápido y hasta ahora sencillo, sin contar
el esfuerzo que hizo para llegar ahí. Todo había ido mejor de lo que esperaba.
Hubo una chispa de duda en su mente, pero no tenía el tiempo de caer en dudas,
si el ángel le había sonreído, no podía perder el tiempo. Trazo una runa más de
velocidad, resistencia y fuerza. Tomo un largo respiro y salió de su escondite,
atravesó el enorme jardín y entro a las mazmorras. La suerte le sonrió incluso
dentro de la edificación, no había un solo guardia a la vista. Era raro, era
extraño hasta la medula que no hubiera ningún equipo de soldados resguardando
al Cónsul.
Siguió su camino
lentamente, entonces, a través de la reja de una de las puertas, lo vio. Edrian
uso la runa de Abierto para tirar de sus bisagras la puerta. Al entrar tuvo que
componerse lo más que pudo, frente a él se encontraba Alec, en la peor
situación jamás imaginada, sin equipo, sin armas, bañado en sangre y sudor.
Edrian pidió fuerza de su interior para no perder el control, se llenó de furia
al ver lo que le habían hecho. Tomo una daga y rápidamente libero sus brazos
soltando las lianas que lo sostenían, sin ese apoyo, Alec se derrumbó cayendo
sobre Edrian, ahora Edrian estaba cubierto en la sangre de Alec. lo tomo con cuidado,
le fue difícil encontrar un área en su cuerpo del cual sujetarlo y no lastimar
alguna herida. Tomo su estela, miro el cuerpo cubierto en sangre y trazo una Iratze en el único lugar disponible sin
herida, el cuello. La runa pareció haber hecho efecto de inmediato ya que Alec
abrió los ojos.
- Magnus. - Dijo
débilmente.
- No, Alec soy Edrian.
- Edrian. – Dijo Alec
con debilidad y desesperación. – Por favor, Magnus ¿El… está bien?
- Magnus está bien –
Dijo Edrian molesto por lo absurdo de la situación. - ¿Por qué te preocupas por
él ahora?
- Dile… por favor,
dile…
- No. – Dijo Edrian firmemente.
– Sé lo dirás tú, así que por favor resiste. Por favor, Alec, no te mueras.
No era seguro que Alec
hubiera escuchado lo último ya que se había desmayado de nuevo. Edrian se obligó
de nueva cuenta a salir del shock al ver la condición de Alec. No había tiempo
de nada. Miro a su alrededor y tirado en el suelo encontró la camisa y la túnica
del Cónsul. La tomo y cubrió el cuerpo de Alec con ella, eso evitaría que tocara
directamente las heridas abiertas al intentar llevarlo fuera. Trazo una, dos Iratzes en los lugares disponibles, se incorporó
y paso el brazo de Alec con dificultad por su cuello. Alec era corpulento, alto
y por lo tanto bastante pesado, el esfuerzo por llevarlo cuando estaba inconsciente
era agotador a cada paso. Pero no había otra opción.
Atravesaron los
pasillos del calabozo, subir al exterior a través de las escaleras fue
infinitamente difícil, a pesar de eso. Edrian no soltó a Alec ni una sola vez.
La luz del día llego a
ellos, Edrian sabía que en el reino hada el tiempo transcurría diferente. Esperó
que esta vez corriera a su favor y que los refuerzos estuvieran llegando. El
panorama empeoro cundo cinco guerreros en sus caballos se les acercaban desde
el cielo.
- Y ahora aparecen. –
Maldijo Edrian quien apresuro el paso, no era suficiente, no alcanzaría a
perderse en el bosque. La situación empeoro mucho más cuando Edrian perdió el
equilibrio debido al agotamiento. Ambos cayeron ferozmente al suelo.
El golpe hizo que Alec
abriera los ojos. – Magnus. – Murmuro una vez más.
– Lo siento. – Dijo Edrian a un casi inconsciente
Alec. – No poder llevarte con ellos. - En ese momento, en el que todo parecía
perdido, el caballo en el que Alec había llegado a palacio apareció brincando
unos arbustos ágilmente para lograr llegar a ellos.
- ¡Por el ángel! –
Exclamo Edrian. – Alguien nos cuida.
El caballo obediente y
tratando de ayudar se inclinó para que a Edrian, sin perder tiempo, se le
facilitara subir al cónsul, Edrian subió junto con Alec y sin más espera,
salieron en dirección al bosque y la única salida que les dejaría marcharse del
reino Seelie.
*
* * * *
Clary seguía inclinada
muy cerca de su esposo, la preocupación era más que evidente en ella.
- Estoy bien. – Dijo
Jace sin mirarla. – No son mis heridas. – Dijo desgarrando el corazón de Magnus
al escucharlo. Jace había seguido gritando por bastante tiempo hasta que el
dolor ceso, la runa no había desaparecido, pero sabía que nada estaba bien con
Alec. Ahora sentado en el suelo con su espalda recargado en un árbol, se sentía
agotado y todos le miraban de cuando en cuando.
Helen lo intento una
vez más, las piedras que seguía colocando una y otra vez en el pentagrama
seguían sin reaccionar a la energía de la barrera. Hubo un ruido ensordecedor
que les hizo a todos voltear, una luz roja apareció de los cristales, choco con
la barrera y después volvió a ellos haciendo que se esparcieran por todo el
lugar.
Helen lleco sus manos a
su cabeza. - ¡Esto no puede ser! – Dijo sin paciencia. - ¡No puede!
Aline llego a su esposa
y le susurro palabras de aliento. Magnus podía ver claramente el tremendo
esfuerzo que, aun después de tantos fracasos. Seguía intentando.
- Es suficiente. – Dijo
Magnus y coloco una mano sobre las barreras.
Isabelle se acercó
rápidamente y sujeto el brazo de Magnus. - ¿Qué crees que haces?
- Abriré las barreras,
prepárense.
Isabelle aparto la mano
de Magnus de la barrera y se colocó frente a él. - ¿A costa de qué? – Pregunto
Isabelle desafiante. Ella se acercó al brujo y le miro a los ojos. – Morirás si
usas de esa forma tu magia. No creas que no lo sabemos.
- Ustedes lo saben, yo
lo sé. Ahora, apártate y deja hacer lo que debo hacer.
- No. – Dijo Isabelle.
– No te voy a perder, Magnus. Así como tampoco perderé a Alec.
- Le están torturando.
– Dijo el brujo con labios apretados, como si las palabras rasgaran su
garganta.
- Lo sé. – Una lagrima
rodo por la mejilla de Isabelle. – pero ¿Qué crees que pase con mi hermano
cuando vuelva y se dé cuenta de que no estás? – Isabelle coloco sus manos a los
costados de Magnus. – Entonces tú lo mataras de tristeza.
- Isabelle. – Inicio
Magnus con desesperación. – Tu no…
- ¡Papá!
Magnus perdió todo
interés en Isabelle y se acercó a su hijo, quien había atravesado un portal
junto a Will y Nathan.
- ¡Maxwell! – Dijo
Magnus cuando tomo los brazos de su hijo. - ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo se les
ocurre?
- Papá, escúchame,
tengo que decirte…
- No, no. Esto no puede
seguir pasando – Magnus levanto la mirada en busca de alguien que le explicara
lo que ocurría. Max seguía intentando que su padre le escuchara - ¿Dónde
demonios esta Edrian?
- ¡En el reino Seelie!
– Grito y Magnus le miro sorprendido.
- ¿Qué has dicho?
- Es lo que intento
decirte, papá.
Magnus solo pudo
mirarlo con asombro, mientras su mente procesaba lo que ocurría.
- Vladimir está vivo. –
Explico Nathan con voz tranquila. – Sobrevivió gracias a Edrian y ahora ha
vuelto a pagar su deuda. Le pago a Edrian dejándole entrar al reino Seelie.
- Dicen que…
- Fue por papá. – Dijo
Max con respiración agitada. – Nos pidió que viniéramos a avisarles, está solo
y necesitara ayuda. Quiere que los encuentren por el mismo camino por donde se marchó.
- Pero no podemos… -
Dijo Magnus sin muchas ganas de hacerle entender a su hijo que no habían podido
romper las barreras.
- Si Edrian entro. –
Dijo Helen con energía renovada, al ver una posibilidad en las nuevas noticias.
– Podemos intentar. Es como si se hubiera creado una fisura, en esa parte la energía
es débil por la recién puerta abierta.
- No perdamos más
tiempo. – Dijo Jace levantándose con ayuda de Clary. – Vayamos ahí.
- Magnus esta débil
para crear un portal. – Dijo Clary en advertencia.
Magnus coloco sus manos
en los hombros de su hijo. - ¿Podrías ayudarnos? – Pregunto al joven brujo.
Max sonrió con
determinación.
*
* * * *
Edrian estaba haciendo
un sobre esfuerzo para mantener el cuerpo de Alec en el caballo, era como
llevar un peso muerto, no dejar que cayera, y no caer el mismo era una tarea
que a cada galope se convertia en una tortura, todo su cuerpo ardía por el
esfuerzo, el caballo, a pesar no tener prácticamente ningún conductor, parecía
entender que debía correr con toda la velocidad que le era posible.
Los arbustos les golpeaban
sin piedad, pero ese era el menor de sus problemas, los guerreros hadas estaban
acercándose muy rápidamente a ellos. La situación empeoro cuando sus flechas
comenzaron a pasar por sus francos, como cometas esperando llegar a su
objetivo. La suerte no les sonrió por mucho tiempo, Edrian grito en el momento
en el que sintió el desgarre en su brazo izquierdo, le habían dado, y aun peor,
el golpe había hecho que ambos cayeran del caballo violentamente.
Edrian se sintió
mareada, demasiado fuera de sí como para actuar rápido, en medio del
agotamiento y debido al panorama tan poco alentador, pudo ver imágenes, como
fotografías en diapositivas pasando de bajo de sus parpados, recordó el primer día
que miro a Vanessa, miro a ambos jugando en los jardines del instituto de
Alemania, recordó su cabello, sus manos y sus labios, la miro con la pequeña
Aurora en sus brazos y se obligó a sí mismo a abrir los ojos.
Estiro su mano para
alcanzar a Alec, hubo temor en él por un momento, al pensar en que Alec no lo
hubiera logrado. Respiro profundo cuando este abrió los ojos por un segundo. Y
con un hilo de voz pronuncio el nombre de Magnus. Edrian miro al caballo
regresando a buscarlos y tomando fuerza de flaqueza puso en pie a Alec. – Si. –
Le dijo con esfuerzo. – Te entiendo, ahora te entiendo.
Consiguió que ambos
subieran de nuevo al caballo, Edrian cada vez estaba más preocupado por Alec ya
que la túnica que había colocado para cubrir sus heridas estaba ahora empapada
en sangre. El temor más grande había llegado a él.
No había forma de que
Alec lo lograra.
Sacudió la cabeza
alejando el pensamiento, no era el momento de pensar en ello, Alec era fuerte y
merecía llegar con su familia. Lo sujeto con más fuerza aun a pesar del dolor
de su nueva herida y dejo que su caballo les acercara a las fronteras.
Edrian respiro un poco
cuando, entre los arbustos, se abrió la imagen de las barreras. Habían llegado.
- Bien. – dijo Edrian a
sí mismo, con el cuerpo de Alec recargado en su pecho y completamente agotado.
– Ahora solo necesitamos llegar sin convertirnos en alfileteros.
*
* * * *
Cuando atravesaron el
portal para llegar al lugar por donde Edrian había partido, Nessie y Vladimir
estaban esperándoles.
- ¿Alguna señal de
ellos? – Pregunto de inmediato Magnus, quien se miraba, en opinión de Nessie,
con mejor semblante que la última vez que lo vio.
- Nada. – Dijo la
Cazadora. – Pero no ha pasado mucho tiempo, en realidad…
- El tiempo no importa.
– Dijo Nathan. – No cuando se están en el reino Seelie.
- Eso es cierto. – apoyo
Jace a Nathan. – Podrían ya estar viniendo.
Helen no espero y de
inmediato busco el lugar apropiado para intentar romper las guardas. El ruido
de caballos alerto a todos, desde La Academia habían llegado Cazadores de
Sombras a ayudar.
- Me tome la libertad.
– Dijo Vanessa. – De pedir refuerzos.
- Bien hecho. – Le dijo
Simon fácilmente. – Los necesitaremos si acaso…
- ¡Ahí! – Dijo Will
señalando con su mano y haciendo que todos miraran en esa dirección. - ¡Son
ellos!
La esperanza de Magnus
se miró nublada al darse cuenta de la situación, por lo menos diez guerreros
estaban disparando sus flechas hacia ellos desde el aire.
- ¡Prepárense para
atacarlos en el aire! – Grito Jace, lo que significaba que debían ser los
arqueros quienes intervinieran.
Hubo un resplandor. -
¡Ahora! – Dijo Helen. – Esta abierto.
Los arqueros corrieron,
todos y cada uno de ellos, Magnus Bane dio un paso hacia el ahora campo de combate,
pero Max lo sujeto de la chaqueta. – Esta vez no. – le dijo al empujarlo hacia
atrás mientras él atravesó con su arco y flechas ya preparadas hacia la batalla.
Entonces Magnus no
podía moverse. No lograba entender lo que estaba pasando con su cuerpo, no era
magia, por lo menos no la magia que conocía. Pero fuera lo que fuera, lo estaba
manteniendo lejos del peligro, sin darle ninguna oportunidad de acercarse.
Todos estaban intentando ayudar en la batalla, estaban tan concentrados en
ello, que no se dieron cuenta del pequeño Will, que había trazado una runa en
el aire detrás del brujo.
Nathan intento correr
detrás de Max, pero Clary sujeto su brazo impidiéndole llegar a él.
Las hadas lanzaron una
ráfaga más de flechas, una de ellas se incrusto en el caballo haciendo que
Edrian y Alec cayeran junto con él, rodando en el suelo violentamente por la velocidad
abruptamente detenida. Magnus miro impotente como Edrian no perdió un segundo,
llego a Alec una vez más, y una vez más coloco todo su peso alrededor de sus
hombros para seguir avanzando. Los arqueros Cazadores de Sombras dispararon al
aire tras las ordenes de Jace, incluso Max, cada flecha llego a un objetivo
haciendo que los guerreros Seelies cayeran de sus caballos. Ahora estaba
despejado por aire y los Cazadores se movieron tácticamente para formar un
escudo humano que protegió a Alec en el resto del trayecto fuera del Reino
Seelie. Ahora estaban ambos del otro lado.
Edrian y Alec cayeron al
suelo, Nessie corrió hacia Edrian para ayudarle. – ¡Por el ángel! – Dijo la
Cazadora. – Estas… Estas muy herido.
- No. – Dijo Edrian
intentando tomar grandes bocanadas de aire. – No, no es mi sangre.
La energía que había
mantenido a Magnus inmóvil desapareció y este sin pensar en nada más se
arrodillo al lado de Alec, le tomo para girarlo y se percató de que sus manos
estaban ahora cubiertas de sangre. Y retiro la túnica. Magnus había mirado
prácticamente todo, pero nada lo había preparado para el sentimiento que le
embargo, su respiración se aceleró, fue como caer en un abismo en donde no
existía sonido alguno, su vista se nublo, esto no podía estar pasando, este no
podía ser el cuerpo de Alec, de su Alec. Las heridas en donde antes estaban las
runas seguían abiertas, escucho los gritos de su hermana, los de Clary, tomo
voluntad de algún lugar dentro de él, un lugar del que, incluso él, no era consiente
para aceptar lo que veía y comenzar a ayudarlo. Sus manos brillaron en azul y
sin querer perder más tiempo las coloco sobre el cuerpo de Alec.
Max se
abalanzo al suelo para estar cerca de su padre.
Se quedó en
silencio, no podía pronunciar palabra, solo se quedó mirando el rostro de su
padre ya que no podía ver a su cuerpo. Fue hasta que Alec abrió los ojos que
Max le llamo.
- Papá – Le
dijo llorando.
Alec le vio y
con la poca fuerza que tenía, la que Magnus estaba ayudando a restablecer,
subió su mano al rostro de su hijo. – Max. – Murmuro Alec. – Hijo… recuerdo… recuerdo la primera vez que te vi,
la… primera vez que me miraste y… la primera vez que te cargué.
- No, no, no,
papá. No lo hagas, no hables así. Por favor – Había lagrimas cruzando el rostro
de Max. – No hables así.
- Me tomo un
segundo… - Continuo Alec forzando las palabras con prisa, con miedo de no poder
decir a su hijo lo que quería en sus últimos momentos. – Un segundo en mis
brazos para saber que te quería… que te quería para siempre a mi lado.
- ¡No! ¡No!
¡Papá! – Grito Max. Después levanto la mirada para dirigirse a Magnus, un grito
de desesperación y suplica a su padre brujo para que le salvara. - ¡Ayúdalo!
¡Por favor! ¡Ayúdalo!
Alec miro a
Magnus. – Magnus… mi amor. – Dijo con un hilo de voz cada vez más débil. –
Juntos… Tú y él… para siempre. – Alec tosió y la camisa de Magnus se manchó aún
más con su sangre, el rostro de Magnus era una máscara de concentración, sus
manos nunca habían brillando con tanta magnitud. – Te… amo… yo… – Alec se
esforzó para tocar el rostro de Magnus.
Magnus atrapo
la mano de Alec y la beso. – También te amo. – Le dijo con calma. – Pero ahora
debes dormir, duerme, mi amor y despierta cuando tu cuerpo te deje. Sin dolor.
Sin miedos. Tu energía concentra en curarte. – Magnus se inclinó aún más para
hablar en el oído de Alec. – Toma mi fuerza. – Dijo en un murmullo terminando
el encantamiento con un aura azul saliendo como aliento de su boca y entrando
en el oído de su amado sellando el conjuro. – Toma mi fuerza. – Repitió.
Alec cerró los ojos y durmió.
* * * * *
La habitación del Cónsul
en el Basilias, el hospital de Idris, se había convertido rápidamente en una
especie de campamento, cada uno de los miembros de la familia de Alec,
incluidos los Herondale y los Lovelaces, se habían establecido en la
habitación, salían y entraban del lugar de acuerdo a las necesidades de cada
uno, todos se habían quedado a dormir ahí en más de una ocasión.
Todo había sido calma
en los últimos días, como si la ciudad completa estuviera a la expectativa de
la recuperación de Alec. Además de la llegada de los subterráneos a la capital.
Edrian había sido el encargado, solicitado por el consejo, para recibir y
establecer comunicaciones con todos ellos.
- Esperaba poder volver
a Idris y visitar a Alec. – Dijo Rosemary caminando por los pasillos del Basilias
siguiendo a Edrian quien le estaba guiando. – No esperaba que fuera en el
hospital.
Llegaron a la puerta
del cuarto de Alec y toda su familia. Edrian se tomó un segundo para mirar a la
bruja. – La habitación es un desastre. – Le dijo en forma de advertencia.
Rose sonrió al Cazador.
– Conozco a las tres familias. – Le dijo despreocupada. – Sé lo desastrosos que
pueden llegar a ser.
Edrian estuvo de
acuerdo con eso. Antes de que llamara a la puerta para poder entrar. Una voz
desde el fondo del pasillo les detuvo.
- ¿Rose? – Pregunto
Isabelle – Rosemary ¿Eres tú?
Rose paso de Edrian y
camino hacia Isabelle y Clary quienes estaban, al parecer trayendo comida para
toda la familia. Rose e Isabelle se abrazaron con mucha efusividad, después
hizo lo mismo con Clary.
- Por el ángel. – Dijo
la pelirroja. – Que gusto que estés aquí.
Rosemary mantenía
sujeta una mano de cada mujer. – Lamento tanto no haber venido antes, no
esperaba que la situación fuera tan delicada.
- Alec había logrado
mantener las cosas en una balanza, frágil balanza, pero ahora.
- Los Acuerdos podrían
no volver ayudar al Reino Seelie. – Dijo Rose entendiendo por completo la
situación.
Isabelle aparto los
pensamientos rápidamente. – No hablemos de eso, por ahora. – Dijo con una débil
sonrisa. – A Alec le dará mucho gusto verte.
- ¿Despertó ya? –
Pregunto Edrian de inmediato.
Isabelle se miró
apenada. – No, lo lamento Edrian, aun no despierta. – Hubo desilusión en el
rostro del Cazador. – Pero lo hará pronto, de eso estoy segura.
- Por su puesto. – Dijo
Rose. – Alec es fuerte. Despertara pronto.
La escena dentro de la
habitación era conmovedora y devastadora al mismo tiempo, sobre la cama estaba,
naturalmente Alec, dormido y con vendajes cubriendo todo su cuerpo. A su lado
estaba Magnus Bane, estaba acostado y como él, también dormía, sus cabezas
estaban juntas y sus manos unidas, de su agarre se percibía un resplandor azul,
claramente Magnus seguía curando a Alec. Del otro lado estaba Max, con su
cabeza sobre el pecho de su padre, el joven brujo también dormía
tranquilamente. A la altura de los pies de la cama, con su rostro entre sus
brazos, pero recargado sobre las piernas de Alec, dormía Jace.
En la pequeña sala que
estaba en la misma habitación del otro lado, sobre uno de los sofás estaba
Simon, quien vigilaba a Charlie y los gemelos. Él se levantó al ver a Rose, le
saludo con un abrazo y un beso en la mejilla.
- Bienvenida. – Dijo el
Decano de la Academia.
- ¿Cuánto tiempo llevan
así? – Pregunto Rose.
– No se han apartado ni
un momento.
Rose se acercó a
Magnus, movió su hombro con cuidado para despertarle. Magnus parpadeo y le
sonrió a su amiga.
- Magnus. – Le dijo
ella preocupada. – Alec está estable. – Le dijo murmurando para no despertar a
Max y Jace. – Puedes soltarlo.
- Estoy bien, Rose.
Puedo seguir así por más tiempo.
- Ciertamente no. –
Dijo la bruja. – Tu energía ahora es incluso más baja que la de Alec. Lo sabes.
Todos en la habitación
compartieron miradas de asombro y preocupación, Incluso Edrian ya que eso era
algo que nunca se pudieron imaginar.
Magnus suspiro. –
Aguafiestas como siempre, Rose.
- Lo sé. – Dijo
Rosemary sonriendo, coloco su mano sobre las manos de Alec y Magnus. – Puedes soltarlo,
estará bien, lo prometo.
Rosemary se apartó un
poco, Magnus levanto la mano que mantenía sujeta, beso por encima del vendaje
de la herida que dejo el lugar donde antes estaba la runa de Clarividencia.
Después coloco la mano cuidadosamente al costado de Alec y aparto la suya. Lo
difícil que le fue lograr eso era evidente para todos en la habitación. Clary
intento no dejar salir las lágrimas, respiro profundo para hacerlo.
- De acuerdo. – Dijo
animadamente. – Ven acá, tienes que comer algo. – cuidadosamente también
despertó a su esposo e Isabelle llamo a Max para que lo hiciera también.
Max abrazo a Rose en
cuanto se dio cuenta de ella.
- ¿Cómo van tus
heridas? – Magnus se dirigió a Edrian quien estaba claramente sorprendido por
la pregunta.
- Hm… bien. Estoy
recuperándome.
- Me alegra escuchar
eso. – Dijo Magnus tranquilamente. Edrian no estaba seguro de cómo reaccionar a
la nueva actitud de Magnus y decidió ser eficiente y técnico como siempre lo
era.
- Magnus. – le llamo
antes de que este se alejara. – Hay subterráneos llegando de muchas partes del
mundo y los lugares de alojamiento están algo escasos. Me preguntaba si está
bien que Rosemary y su familia se quedaran en la casa del Cónsul.
- No queremos causar
molestias. – Dijo Rose, que estaba con sus manos sobre el cuerpo de Alec, al
parecer revisando su estado. – podremos encontrar algún lugar, mi esposo tiene
propiedades cerca de aquí.
- No lo hacen. – Dijo
Magnus y miro a Edrian. – Me parece bien. Por favor ¿Puedes encargarte de que
estén cómodos?
- Claro. – Dijo Edrian
sin más. – Con permiso. – Dijo secamente y salió de la habitación.
Al cerrar la puerta
detrás de él, tuvo una repentina ráfaga de odio por Magnus, la forma amable en
la que ahora le trataba era como un insulto para él, se sentía mil veces peor
que la vieja actitud, en donde claramente no lo toleraba. Si Magnus actuaba de
esa manera quizás pensaba que salvar a Alec había sido por su propio bien, sin
duda había pensado en todos, menos en él. Había pensado en Alec, en Max, en el
bien común de todos en el reino de las sombras, no en Magnus, no en él.
- Edrian. – Escucho el
cazador que le llamaban, Era Magnus quien había salido de la habitación. -
¿Puedo hablar contigo? Sé que tienes mucho que hacer, será solo un momento.
Edrian considero la
idea de golpear a Magnus para recuperar su odio y que las cosas fueran como
debieran ser.
- Edrian. – Dijo Magnus
- Gracias.
-No te atrevas a…
- ¡Escucha! Esto es una
mierda, lo sé. Pero eso no cambia el hecho de que te debo la vida de Alec y con
eso mi propia vida. Y la de mi hijo. – El Cazador de Sombras bajo su guardia
por un momento. - Edrian, muchas gracias.
Y todo el odio y rencor
que pudo haber sentido por Magnus se esfumo, tan rápido y con él, un gran peso
sobre sus hombros.
- Ve con Alec. – Le
dijo tranquila y amablemente. - Te necesita.
-Nos necesita a ambos.
– Dijo Magnus con dolor y sorprendiendo a Edrian.
- No. – Edrian miro a
los ojos de Magnus, era tiempo de ser sinceros. – Crees que está confundido,
pero no es así. Estuve con él cuando pensó que moriría y sus pensamientos
fueron a una sola persona. Una y otra vez, solo mencionaba tu nombre. Solo
quería llegar a tu lado. Para Alec no hay nadie más y nunca lo habrá.
La sorpresa en el
rostro de Magnus fue reveladora.
Edrian rio, no con
malicia si no con sorpresa. – No lo conoces tan bien ¿Eh, brujo? – Edrian
parecía, por primera vez para Magnus, tranquilo y relajado. – Parece que Alec
Lightwood nunca dejara de sorprendernos.
Por primera vez y bajo
toda nula probabilidad, Magnus Bane estuvo de acuerdo con Edrian Whitelaw.
*
* * * *
Cuando Magnus volvió a
la habitación, miro a Rosemary aun concentrando poder sobre Alec. Magnus busco
a su hijo en la habitación, verlo últimamente siempre era desgarrador, como su
padre, no era bueno ocultando sus emociones, verlo preocupado era doloroso. Sus
ojos azules estaban fijos en su padre, sus parpados se miraban pesados y
cansados, incluso su piel azul se miraba de un azul más pálido de lo normal.
- Max. – llamo Clary
adivinando los pensamientos de Magnus. - ¿Podrías ir por Will? Esta abajo con
Nathan, deben tener hambre, ambos.
Dejar la habitación de
su padre no estaba por cerca en las posibilidades de Max, antes de que se
negara rotundamente a salir, Rosemary le miro sonriendo. – Tu padre se recupera
rápidamente. Debes salir y tomar un poco de aire para que te vea con mejor
semblante.
- Debes querer ver a
Nathan. – Dijo Magnus intentando persuadirlo.
Claro que quería verlo.
En el último par de días solo lo había mirado por fragmentos de minutos, cuando
subía a comer, en un par de ocasiones había subido cuando estaba dormido.
- De acuerdo. – Dijo
Max finalmente. – ¿Abi está aquí? – Pregunto por Abigail, la hija de Rose.
– Esta abajo con su
padre.
Max se levantó, se
acercó a Magnus para que este besara su frente y camino pesadamente hacia la
puerta, antes de salir miro de nuevo a su padre aun dormido.
Fue en el instante en
que Max cerró la puerta que Magnus se acercó a Alec y Rosemary. - ¿Qué ocurre?
– Pregunto enseguida.
- Sigues siendo un
experto en leer a la gente, Magnus.
- Rose.
- No quise decir nada
con Max aquí. Pero, algo anda mal.
*
* * * *
Max cerro sus ojos con
fuerza y tallo su rostro en el momento que la luz del sol llego a su cara.
- Tómalo con calma. –
Dijo Will desde el primer escalón de la entrada del hospital. – Bienvenido al
mundo exterior.
Max sonrió y Will se levantó
para abrazarlo. – Dicen que se pondrá bien. – Dijo Max de inmediato.
- No lo dude ni por un
momento. – Dijo E=Will con su siempre resplandeciente sonrisa. – Mira quien
vino a vernos.
Abigail, hija de
Rosemary se levantó de la escalera para ir a abrazar a Max. – Me da gusto
escuchar eso, Max. – Dijo la niña de la misma edad que Will. – Madre y Padre
vinieron en cuanto escucharon la noticia.
- ella está ayudando.
- Eso es muy… - Abigail
se quedó en silencio a mitad de la oración, ella estaba en lo más alto de la
escalinata y la plaza del ángel estaba frente a ella. Ella había mirado a
hadas, a cazadores de sombras, todos hermosos en sus diferentes formas. Nunca
había mirado algo que se pareciera al chico que estaba acercándose a ellos.
- ¿Abi? – Le llamo Will
consternado. - ¿Estas bien?
- El chico abnegado,
dispuesto a dar todo por el bienestar de su doncella en problemas. – Dijo en un
largo suspiro.
- ¿Que? – Preguntaron a
misma voz Max y Will.
- Es hermoso. – Dijo y
señalo hacia el chico de cabello rojo cereza con semblante preocupado que se
les acercaba.
Will y Max siguieron
esa dirección, Will rio a carcajadas, Max comenzó a bajar las escaleras para
llegar a él.
- ¿Doncella? – Dijo
Will riendo. – Más bien brujo de piel azul.
Tanto Nathan como Max
aceleraron el paso y no se detuvieron hasta que se tocaron el uno al otro.
Nathan apreso el rostro de Max, sin detenimientos lo acerco para besarlo, Max
se aferró a la chaqueta de Nathan y correspondió al beso con la euforia del
momento.
- ¿Sabes que es mejor
que el Manga Shojo? – Pregunto
Abigail con ojos brillando.
Will movió los hombros.
- Yaoi. – Respondió Abi mientras que Will la persuadía de no tomar
fotografías a la emotiva escena.
*
* * * *
- ¿De qué hablas? –
Pregunto Magnus.
Rosemary mantenía su
mirada fija en Alec. – Ya debería haber despertado, su sueño es profundo, fuera
de lo normal.
- Esta débil. – Dijo
Jace acercándose a su parabatai.
- ¿Sientes algo? –
Pregunto la bruja al Cazador. - ¿Algo fuera de lo común?
Jace coloco su mano
sobre la pierna de Alec, mirándole fijamente mientras razonaba su respuesta. – No
podría decir que se siente normal. Es como si algo intentara atraernos a un
estado de aturdimiento. Solo cuando estoy dormido la sensación se aleja ¿Eso
tiene sentido?
Magnus y Rose
compartieron una mirada, ambos eran brujos y ambos estaban, por desgracia,
conscientes de las artimañas de las que las hadas eran capaces de hacer.
- Creo, Magnus. – Dijo
Rose. – Que deberemos ayudar a Alec un poco más.
*
* * * *
Fue una sensación
conocida y extraña, pero más que eso, anhelada. Alec sintió una caricia en el
dorso de su mano, lo que hizo que abriera los ojos con rapidez, se incorporó
hasta sentarse, no había dolor, solo un extraño aturdimiento, poco a poco su
visión fue enfocándose y lo que vio fue desconcertante. Era el departamento en
Greenpoint, su casa en Brooklyn.
- Esta bien. – Le dijo
Magnus entrando a su rango de visión. – Tranquilo, todo está bien.
- ¿Magnus? – Pregunto
con voz baja. – Por el ángel ¿Eres tú? – Alec arrojo sus brazos alrededor de
Magnus. El brujo dejo que le abrazara y a su vez, respondió con otro abrazo. –
Estas aquí ¿Cómo es posible?
Magnus busco su rostro.
– No tienes que preocuparte por nada, nunca más. Estas a salvo, Alec, estas en
casa.
- Creí que… yo en
verdad pensé que no volvería a verte.
- También me asuste,
pero todo paso ya. Estamos juntos finalmente, estamos bien.
- Magnus, yo lo siento
tanto. Por todo, por…
- Shhh, está bien. No
tienes que decir nada. – Magnus acaricio tiernamente el rostro de Alec. – Ahora
todo está bien, mi amor.
Alec sonrió con alivio.
Y se acercó buscando sus labios. Magnus le beso mientras le acercaba fuertemente
a él. – Te amo. – Dijo el brujo en sus labios. Hasta ahora Alec no había estado
consiente de lo mucho que extrañaba a Magnus, a sus labios.
- Te amo. – Repitió
Alec en un suspiro, después de un momento eufórico pego su frente a la de él. –
Te eche tanto de menos.
Magnus le siguió
mirando con todo el amor que sus ojos brillantes le ofrecían. – Descansa. –
Dijo el brujo haciendo que Alec volviera a su almohada.
- ¿Descansar? – Dijo
Alec con un repentino sentido de alarma. – No, Magnus debemos volver a Idris,
las hadas…
- No. – Dijo Magnus
tajantemente. – No, eso no pasara. No volveremos ahí, no es seguro.
- Magnus, soy el Cónsul,
no tenemos opción.
El brujo retiro cabello
del rostro de Alec. – Sé que eres el Cónsul. – Dijo tranquilamente. – Pero
tienes que aceptar que tu desempeño como tal, ha dejado mucho que desear.
- ¿Que?
- La situación con las
hadas es ahora peor. – Dijo Magnus sin ninguna duda. – Que te hayan elegido
cónsul fue un error.
- ¿Eso crees? – Dijo
Alec, no estaba molesto, era Magnus quien se lo estaba diciendo, era sabio y
alguien que debía ser escuchado.
- No solo yo lo creo. –
Dijo el brujo. – El Consejo, tu familia. – Magnus se acercó un poco más y tomo
las manos del Cazador. – Nadie te culpa, eres joven, pero es importante que
aceptes la verdad, que te retires antes de que las cosas empeoren aún más y que
sea…
- Mi culpa.
Magnus beso la frente
de Alec. – Sabia que lo entenderías.
Entenderlo no era la
palabra más exacta para describir sus sentimientos en ese momento, Alec nunca
había presumido ser un dirigente notable, intentaba hacer todo cuanto le era
posible hacer, por las minorías que eran más solicitadas de ayuda, intentaba
que cada día a cargo valiera la pena y marcara una diferencia, evitar la guerra
con las hadas a todo precio, el instituto de Idris, la unión de los
subterráneos con los Cazadores y el fortalecimiento de Los Acuerdos para que
beneficiaran verdaderamente a los subterráneos, eran cosas que había hecho
realidad, no era ciego, esas habían sido cosas importantes, quizás si estaba
equivocado y su esfuerzo simplemente no era suficiente.
- Aun así. – Dijo Alec.
- Debemos volver.
Magnus suspiro. –
Créeme, cariño. El Gard esta mejor sin ti ahí.
Alec busco el rostro de
Magnus, era su Magnus, sus ojos su voz, todo en él le era familiar. Magnus
sonrió. – No te preocupes por eso ahora. Descansa. Iré a preparar algo de
comer.
Alec se quedó en
silencio y con un vacío en su estómago, mirando como Magnus salía de la
habitación.
*
* * * *
Incluso después de que
Magnus le había pedido que descansara un poco más, Alec no encontró razones
para quedarse en cama, ciertamente no tenía ninguna herida y se había sentido
aturdido al intentar recordar lo que había ocurrido en el reino hada, no
importaba el esfuerzo, no lograba recordar nada. Salió de la habitación, en la
cocina estaba Magnus y su hijo Max, estaba sentado en un banco alto jugando con
una fruta en la encimera de la cocina.
- Max. – Llamo Alec y
su hijo salto de la silla para correr a los brazos de su padre. – Por el ángel,
hijo.
- Papá. – Le dijo Max.
– Te extrañe, que gusto que estés de vuelta.
- También te extrañe
Blueberry. – Alec beso el cabello desordenado de su hijo.
- Que líos han hecho ustedes
dos. – Dijo Max en un reclamo inofensivo. – La próxima vez, por favor,
recuerden que están enamorados.
Alec rió.
- Por lo menos finjan
que lo están. – Dijo Max.
Y la sonrisa de Alec se
borró. - ¿Qué has dicho?
- Lo intentaremos. –
Dijo Magnus sonriendo tranquilamente.
- Magnus. – Dijo Alec
con molestia. Y miro a su hijo. - ¿Fingir? ¿Por qué dices algo así?
- No le hagas caso. –
Dijo Magnus desde el otro lado de la cocina, aun concentrado en su tarea. – Ya
sabes lo que tu hijo piensa del amor.
- Y lo sostengo. – Dijo
Max.
- No… - Alec estaba a
cada segundo más confundido. – No sé de qué hablan. Max, estás enamorado, hasta
donde sé.
Max le disparo una
mirada de incredulidad a su padre. - ¿Yo? ¿Enamorado? Para nada, no soy
estúpido, soy inmortal, el amor no es para nosotros, basta con verlos a ustedes
para saber que no vale la pena el sacrificio.
Las palabras de su hijo
no tenían ningún sentido para Alec. - ¿A qué te refieres? ¿Qué significa?
- Significa que no
estoy enamorado y que nunca lo estaré, nunca.
- Pero…
- Tengo tarea, papá. –
Dijo Max y comenzó a caminar hacia su habitación. – Los veo en la cena.
Alec miro a Magnus. - ¿Tú
sabias eso?
- También tu ¿No lo
recuerdas?
- Ciertamente, no estoy
seguro de nada ahora.
Magnus rió y se acercó
a él. – Dale tiempo, has pasado por mucho en este par de días. Las cosas
volverán a la normalidad poco a poco.
- Eso espero. – Dijo
Alec. – Lo que me recuerda… Tenemos una conversación pendiente, sobre Edrian.
- ¿Qué sobre él? – Dijo
Magnus y aún estaba sonriendo.
- Magnus, lo que yo
intentaba decirte en aquella ocasión, era que… que no hay nadie a parte de ti,
ni en mi corazón ni en…
Magnus le abrazo
fuertemente sin dejar terminarle. – Lo sé – Le dijo comprensivo. – Alec, soy yo
el que te debe una disculpa. Nunca debí tratarte así. Es solo que… Al verte con
él, el pensar en que pudieras amarle, yo… - Magnus busco el rostro de Alec. –
Te amo tanto, que te preferiría muerto antes que verte con alguien más.
Tras esas palabras los
brazos de Magnus se convirtieron en veneno, uno del que quería alejarse de
inmediato. - ¿Qué acabas de decir? Magnus, sé que estás enojado, pero eso no
significa que debas decirme eso y…
Magnus lo sujeto de
nuevo. – Debes entenderme ¿Acaso no me amas como para comprenderlo?
- Nunca podría
comprender algo así. – Dijo Alec intentando alejarse.
Magnus no lo dejo,
había agonía en su voz al intentar hacer entender a Alec. – El amor que siento
por ti es absoluto, es más fuerte de lo que alguna vez en cuatrocientos años
sentí. No lo entiendes por qué no eres como yo, no eres alguien que tendrá que
perder a su amado en algún momento.
Alec mordió su labio. –
Se supone que no hablaríamos de eso en…
- Mucho, mucho tiempo,
entonces, comprende, por favor.
El remordimiento
siempre conocido volvió a Alec y dejo que Magnus le abrazara de nuevo.
- Gracias a dios que
decidiste quedarte con nosotros. – Dijo Magnus con su rostro en el cabello de
Alec. – Odiaría tener que destruirte.
Alec cerró los ojos con
fuerza, por alguna razón no sentía ni dolor, ni rabia hacia Magnus y sus
crueles palabras. Alec solo se sintió vacío por dentro.
*
* * * *
Alec había pasado una
mala noche, no solo porque podía oír en su cabeza las terribles palabras que Magnus
le había dicho. También por que había tenido una pesadilla, en ella había
mirado las fronteras del Reino Seelie rotas, había sido testigo impotente de
una sádica guerra en donde los Cazadores de Sombras habían asesinado a todas
las hadas que se les enfrentaron. El panorama había sido sangriento y
traumante, una tragedia que se sintió muy real y dolorosa.
Salió de la cama con precaución
para no despertar a Magnus y se dirigió a la sala de estar, ahí estaba Max.
- Hola, papá. – Le dijo
al verle.
- Max. Creo que debemos
hablar, hijo.
- ¿De qué? – Dijo con
sincera curiosidad y bajando el libro que leía a sus piernas.
- Son tantas cosas. –
Dijo. Había tanto que quería preguntar, que no estaba seguro de donde comenzar.
Aun así, dejo que sus palabras fluyeran. – Lo que dijiste ayer, el asunto sobre
el amor ¿En verdad crees eso? Me sorprendió la forma en la que lo dijiste.
- ¿En verdad es
importante? Es decir, Tengo una eternidad para descubrirlo y... – Max miro a su
padre. - ¡Pero, claro! – Dijo como si se hubiera revelado algo ante sus ojos. –
Quieres saberlo ahora, porque quizás no puedas verlo en el futuro. Perdón. –
Dijo el joven brujo sin mucho interés, volviendo al libro en sus manos. – A
veces olvido que estarás como un pequeño recuerdo en mi vida. ¿Es todo lo que
querías preguntarme? – Max cambio la página sin ver a su padre.
Alec estaba tan agotado
física y mentalmente, era como estar en una pesadilla, las dos personas que más
amaba están torturándole de la manera más cruel posible. Pero había algo en su
cabeza que le decía que todo era normal, que siempre había sido así.
- El Reino Seelie. –
Dijo Alec. - ¿Cómo volvieron? Es decir ¿Will y Nathan están bien?
Max le miro como si su
padre hubiera hablado en otro idioma. – Todo está bien, mi padre te lo dijo.
- Eso no es lo que
pregunte, Max.
Max se levantó del
sillón. – Iré a mi cuarto. – Anuncio sin más. Camino unos pasos y se giró para
ver a su padre quien estaba en un estado de ansiedad claro. – papá. – Le dijo.
- ¿Quién es Nathan?
Alec se incorporó en un
movimiento brusco, su respiración era agitada, su pecho subía y bajaba
violentamente. No tardo mucho tiempo para que se quejara, todo su cuerpo ardía,
todo su cuerpo estaba cubierto con vendajes, los que estaban en su pecho tenían
manchas oscuras de sangre.
- Esta bien, Esta bien.
- Le dijo Rosemary para intentar calmarlo. – Alec has despertado, ahora estas
despierto.
- ¿Dónde estoy? –
Pregunto el cazador, su cabello estaba pegado a su frente por el sudor. -
¿Donde?
- Estas en el Basilias.
– Le dijo Jace acercándose. – Alec estas en…
- Idris. – Repitió
Alec. Eso estaba bien, pensó Alec, eso tenía más sentido.
- Alec. – Le llamo
Rosemary como se le habla a alguien que intentan sacar de un estado de shock
severo. – Escúchame, estabas bajo un encantamiento, quizás un veneno, algo que
no te permitía despertar, pero ahora estas despierto y necesitamos que te
calmes, nos mires y nos digas que va mal.
- Me duele. – Dijo Alec
en voz baja. No podía pensar en otra cosa debido al intenso dolor que plagaba
todo su cuerpo.
Sin pensarlo Magnus
hizo brillar sus manos y las acerco para intentar curar el dolor, todo paso muy
rápido.
Te preferiría muerto que verte con alguien más.
Odiaría
tener que destruirte.
Alec se movió con la
agilidad de un guerrero sin importarle el daño que podía causarse a sí mismo
por las heridas aun abiertas y golpeo las manos de Magnus para alejarlas. - ¡No
te acerques! – Le exigió. - ¡Aléjate de mí!
Continuara…
Recupérense
un poco de la impresión, porque necesito desearles a todos ustedes un Feliz
Año Nuevo 2017. Este es mi regalo, el que, a pesar del sombrío contenido de este capítulo,
está lleno de buenos deseos. Quiero agradecerles por todo el apoyo, este año
con ustedes fue increíble y espero el siguiente sea mejor y que se queden
conmigo por mucho tiempo más =D
¡FELICIDADES
A TODOS!
Ustedes
se preguntaras ¿Quién es Rosemary? Alguno de ustedes ya lo saben, para los que
no, les dejo el link de este increíble fanfiction, hecho por Neiara, a quien
sin duda si conocen xD
Fue
tarde hermosa pero aquí está tu regalo ¡Feliz Cumpleaños!
@MayGraciel♥
Hay Mayra Graciela! No se si reirme o llorar, no se amarte por actualizar u odiarte por tanto drama y más sufrimiento que le provocaras a Magnus y a mi... Yo creo que haré las segundas cosas! <|3 :'(
ResponderBorrarEn fin.. Edrian mi amor!! :3 ya tiene mi corazón, solo espero que no haga alguna estupidez o ses idiota con Magnus para que vuelva a odiarlo! Que se quede con Nessi y se amen hasta el fin por siempre y se queden con Aurora :3
Alec! :'( Maldita reina!!! (Perdón por la palabra) solo espero que Magnus o Alec o Jace la maten de la forma más dolorosa posible, o que la hagan sufrir hasta el fin de los tiempos!! La odio, ella me hace incluso querer un poco a Camille!! Maldita! Malditaaa!! Quiero que sufraaa!! JAJAJAJA *mucha risa de maniaca *
MAY! NO ME PIDAS QUE NO TE EXIJA UNA RAPIDA ACTUALIZACIÓN !! ESTO TERMINA CON MIS NERVIOS Y SABES QUE NO MANEJO BIEN EL ESTRES! (quizá una actualización como regalo de reyes?? :3 poooorfaaa no tardes mucho:'( )
Y DE VERDAD MERECEMOS UN FINAL ESPECTACULAR DESPUES DE TODO LO QUE ESTR FIC NO HA HECHO SENTIR. :'(
FELIZ AÑO NUEVO! :') te quiero! :)
¡Te quiero! ♡♡♡
BorrarMe encanto y el que incorporaras rosemary fue un gran toque espero con ansias la actualizacion
ResponderBorrarwowww! volo mi cabez que tortura dolorosa diossss sentía el dolor de alec en mi cuerpo.. soy del club de #noaedrianheroe , pero se revindico...y no se metio en el medio penso en nessie asi que estuvo bien ..hacer las paces con magnus estuvo bien ,,me gusto
ResponderBorrardespue de ver sufrieminto de alec.. leer q estab con su familia dije siiiiiiiiii por fin y al final eso? alec miedo a magnus como pudistes !!!! quiero empezar mejor 2017 no hagas sufrir mas es hasta ahora tu fic mas trsite quiero un final de colores (boda)!!! por faaaaaaaaa y muerte a la reina Seelie
pd: cuantos capitulos quedan tortura ?? jejjejeje
feliz año mil besos nos vemos por twiter ...
pregun... veremos un enfretamiento ..con todo contra la reina ..magnus, alec y flia contra ella di que siii porfis!!!
ResponderBorrarno puedo con esto, eso fue doloroso se me salían las lagrimas casi sentía el dolor de alec, por el ángel!! no creo aguantar mucho, por favor actualiza pronto, no creo soportarlo. No hagas por favor que alec le tenga miedo a magnus después de todo esto necesitamos MALEC POR FAVOR.
ResponderBorrarcon base a edrian esta bien ya no lo odio, aun así no me gusta pero agradezco lo que hizo por alec y merece ser feliz con nessi y a la reina selie le deseo el peor sufrimiento de la historia y el mundo.
ojala actualices pronto. FELIZ AÑO NUEVO!!!
Por dios may asi mataras del corazon a magnus! dios mi corazon tampoco puede con tanto!
ResponderBorrarMe encanto el capitulo fue genial ...es como lo imagine Alec haciendole ver a Magnus que nunca más podrán estar juntos y obligándolo a encontrar a alguien que si pueda amarlo y hacerlo Feliz.
ResponderBorrarEspero con ansias tu próximo capítulo aunque este seria un buen final ;-)
No puede ser������ Mi corazón!! Ahora que les estas haciendo a mis bebés?! Estoy llorando. La ultima parte me mató. Por favor espero que se solucione���� Por otro lado, al parecer ahora me cae bien Edrian otra vez, y Abi es genial��. Por favor necesito una actualización pronto, se que sufriré, pero también lo hago al esperar. No puedo con tanto dolor������
ResponderBorrarAl final Edrian lo comprendió y nosotras también, debes saber que antes lo despreciamos porque sentimos que peligraba Magnus pero al final nos dimos cuenta que Alec también sufría, ambos fueron tontos y Edrian debió intentar comprender que Alexander nunca podría amar a alguien más. Tal vez vimos a Edrian como villano al principio, me acongojaba la idea que destruya todo lo que ellos habían forjado pero me gustó su determinaciónombre por ayudar finalmente más que por intentar hacerse con Alec que ahora que lo noto todos tienen errores, incluso los nefilim. Gracias por actualizar, casi mas lloro y Seelie... A ti si te odio maldita hada, ella si que no es como Sebastian que al menos se supo era un simple cazador sometido a pasar la vida sin poder controlarse. Te esperamos.
ResponderBorrarYa nee~
May...
ResponderBorrarMe vas a matar.. justo ahora que está todo perdonado haces a Alec un traumado... basta de que sufran.. ya me duele mas a mi.. espero la actualización. . Bexos
MAYYYYY ....!!!! estoy llorando !! me han pasado muchas cosas malas desde que inicio el año 😭😭💔 y esto está destruyendo mi corazón 😭😭 debes actualizar pronto sino lo haces moriré 😭😭......Si no lo haces por el dia de Reyes hazlo como regalo por mi cumpleaños 18 porfa te lo ruego 😭😭👉👈💔
ResponderBorrarBasicamente me he dado cuenta que sigo este fic desde sus inicios, lo leo.... lo abandono unos meses para volver y echarme el maratón de capitulos que se jutan para volver al mismo letargo.
ResponderBorrarTengo pocas palabras que expresen algo distinto a otros comentarios, más que decir que siempre vuelvo aquí porque es todo un placer el leerte, amo con locura Malec así que sabrás cuánto me haz hecho sufrir estos ultimos capitulos xD me encanta y siempre me tendrás aquí apoyándote y leyendo todo lo que nos traigas, aunque no me veas jajajaja
Excelente fic, excelente historia, excelentes personajes, excelente narrativa, dios voy a Morir, felicidades por ir creando semejante obra, la disfruto como no tienes idea, muchas gracias por tu esfuerzo!!
Feliz año May que esté lleno de mucha dicha y nuevos capitulos jajajaja hasta la próxima!🎉🎉🎉🎉💕🎉💕🎉🙌🏻
No nos puedes dejar con este suspenso, me estas matando de la peor manera posible y casi estoy entrando en fase de depresión ಥ⌣ಥ haste cargo de eso.
ResponderBorrar¡No tenias que haberlo dejado de esa menera! Casi me da un ataque cardiaco \(;´□`)/ y mi hermana solo se ríe de mi...
En verdad me encanta tu historia, como son los personajes y la menta en que desenvuelven en la narración pero no tenías que jugar con nuestros, me clérigo, con mi sentimiento, estaré en esta fase de negación por un mes completo o hasta que actualices nuevamente... Mejor me suicido y termino con esto jajaja pero como quiero saber que pasa mejor no
Vamos!! Hace rato lo leí , pero cada vez que entro espero ver la actualización, enserio me estoy muriendo , no puedo más.Me alegra que ahora esté bien Alec, pero me siento triste por el último párrafo , yo sé que se resolverá y espero si sea, te lo vuelvo a decir , NO PUEDO MAS 😥😥😥😥 quiero ver el final ya. Enserio han sudo muchos capítulos de dolor y sufrimiento. Pero muy buen trabajo
ResponderBorrarMe dejan siempre sin palabras. Muchas gracias por todo y deben saber que guardo cada uno de sus comentarios xD
ResponderBorrarLos quiero con todo el corazón. Muchas gracias a todos ❤
NO! NADA DE "ALÉJATE DE MI" CTM, AMENSE Y FOLLEN FELICES! >:D ejem, Max! Mi bebé! Estaba cansado! Mi vida! Sufrí con este capítulo ;-; pero es completamente perfecto que no puedo dejar de leerlo
ResponderBorrarAlguien sabe cuando va actualizar may
ResponderBorrarMAY, no doy más de que no actualices :cc por favor, danos algo, lo que sea, te lo pido :c
ResponderBorrarMe tienes con el alma en el puño DX estoy segura que te regocijas con nuestro sufrimiento y desesperación,actualiza porfavor... Como finalizaste el capítulo, creeme... Me esta dando una crisis nerviosa (╯︵╰,) no tenías que haberlo terminado así, enserio que no debiste... Con eso no de juega... Te ruego que actualices, se que falta poco pero la angustia no me deja esperar más
ResponderBorrarMayyyuu es febrero y nadaaa sufrimossss
ResponderBorrarMay, por favor, aunque sea un capítulo corto :c
ResponderBorrar😭😭😭😭
ResponderBorrarNo se porque presiento que vas a publicar a final de mes 😭😭😭😭 y eso no es justo, me tienes prácticamente de los nervios...
ResponderBorrarIgual te quiero pero presiento que te Regocijas con nuestro dolor X'D
Porfavor actualiza, me estoy muriendo de la curiosidad. Necesito saber que va a pasar entre Magnus y Alec. No quiero ver a mi bebe Magnus sufrir. Chequeo todos los días la pagina para ver si hay un capítulo nuevo. Espero que haya uno pronto. Me encantan tus historias, gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderBorrarBuena suerte y que dios te bendiga.
HOLA, HACE POCO COMENCE A LEER ESTOS MARAVILLOSOS CAPITULOS , PERO NO HE LOGRADO PODER CONSEGUIRLOS TODOS PARA LEERLOS, ME PUEDEN INDICAR COMO BUSCARLOS
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