Ciudad de Cristal *Malec
“Ciudad
de Cristal * Malec”
Sinopsis
Alec y Magnus no pueden y no quieren
seguir escondiendo sus sentimientos. Fanfiction ubicado en Ciudad de Cristal
desde la perspectiva de Malec después de aquel extraordinario suceso en
El Salón de los Acuerdos.
CIUDAD
DE CRISTAL (Malec)
“El
rostro de Alec se ilumino.
-Allí
esta Magnus -Dijo él, y se fue sin mirar atrás, abriéndose camino entre la
multitud hacia el lugar donde estaba el alto brujo.
La
sorpresa de Magnus mientras Alec se aproximaba a él era visible incluso desde
la distancia.”
Ciudad de Cristal, Cassandra Clare
Libro
tres de la saga Instrumentos Mortales.
El
salón de los Acuerdos
Magnus
no podía dejar de mirar a los hermosos ojos azules del Cazador de Sombras. Había
demasiadas personas a su alrededor y nunca se imaginó que se le acercaría en
este lugar.
Pero
Alec caminaba seguro hacia él y le sonrió, estaba completamente uniformado, con
un cinturón del que pendían múltiples armas. Llevaba un arco sujeto a la
espalda, como era casi siempre, sin embargo, se miraba diferente noto Magnus.
―Hola.
―dijo el chico sencillamente cuando estuvo frente al brujo.
―Alexander,
¿Todo está bien? ¿Necesitas algo? ―Magnus le pregunto sinceramente, si Alec
necesitara algo haría lo que fuera para dárselo.
Alec
abrió la boca para comenzar a hablar con el brujo, pero fue interrumpido por la
muchedumbre a su alrededor; hadas, Cazadores y hombres lobos pasando entre
ellos. El chico frunció el ceño y miro a su alrededor, con determinación tomo a
Magnus del brazo y lo arrastro con él fuera de la multitud. Se detuvo cuando
considero que estaban suficientemente apartados para hablar con tranquilidad.
―
¿Por qué me secuestras, Lightwood? ―pregunto divertido el brujo.
―Quiero
preguntarte si te gustaría ser mi compañero en la batalla.
Magnus
parpadeo, esto era diferente, muy nuevo para no asombrarse.
Su
mirada cambio de divertida a una llena de ternura.
―Te
lo dije, Alec, estoy aquí solo por una persona, y no veo una mejor forma de
protegerlo que siendo tu compañero.
―Uhm,
esa persona… quiero decir, ¿Estás hablando de mí?
Magnus
no pudo evitar sonreír, sabía que cuando Alec hacia este tipo de preguntas lo
hacía en serio, siempre actuaba como si él nunca fuera a ser la prioridad de
nadie.
―Estúpido
Nephilim.
Alec
rodo los ojos ya que Magnus se miraba irritadamente divertido.
―Sí,
eso ya me lo dijiste ―le dijo bruscamente como solo sabía ser―. Y también
dijiste que me amabas.
Alec
se congelo casi instantáneamente al escucharse, nuevamente su boca lo
traicionaba, soy muy bueno para ponerme
en ridículo pensó, miro a Magnus y no podía negar que el brujo se miraba
incluso más sorprendido.
―Lo
dije. ―confirmo. Sus ojos de gato miraban fijamente al azul de los del Cazador―.
Porque es la verdad.
Alec
respiro profundo, no se había dado cuenta que se le había ido el aliento. Bajo
la mirada y alcanzo su estela desde su cinturón, tomo el brazo del brujo de
manera muy natural, Magnus llevaba un largo abrigo abotonado hasta el cuello, y
su cabello que normalmente estaba en punta ahora estaba peinado hacia atrás,
todo en Magnus le era muy familiar y se sintió oscuramente orgulloso de ello.
Comenzó a trazar la runa en la mano del brujo, su cabello caía hacia enfrente
tapando sus ojos.
Al
terminar guardo su estela y sin soltar la mano del brujo paso sus dedos por la
runa recién creada provocando un cosquilleo en la piel sensible de Magnus.
―
¿Te ha dolido? ―pregunto Alec mirando finalmente al rostro del brujo.
―No
realmente. ―Magnus cada vez estaba más y más extrañado del comportamiento de
Alec, había demasiada gente alrededor de ambos como para que tomara de esta
manera su mano. Siempre había sido en extremo temeroso y reservado con respecto
a su comportamiento al estar juntos en público, este Alec se notaba muy
diferente a lo que Magnus se había tenido que acostumbrar.
Y
las sorpresas estaban lejos de acabar. El Cazador de Sombras soltó la mano de
Magnus solo para colocar sus brazos alrededor del brujo y levantar la cabeza lo
suficiente para alcanzar sus labios.
Alec
lo estaba besando, besándolo frente a Cazadores y submundos.
La
gente a su alrededor miraba asombrada el espectáculo y los murmullos no se
hicieron esperar. Magnus estaba en estado de shock y parado ahí con los suaves
labios de Alec sobre los suyos, miro hacia el otro lado de la habitación donde
sabia se encontraban los padres del chico.
Maryse
y Robert Lightwood los miraban fijamente. Magnus noto con claridad como la
madre de Alec se llevaba una mano a la boca. Después de un momento y de un beso
que, pensó Magnus pudo ver sido increíble si no hubiera estado tan preocupado
por buscar personas en la habitación, Alec separo sus labios, pero no sus
brazos estos siguieron alrededor de Magnus.
Alec
observo al brujo.
―
¿Estás bien? Te ves… preocupado.
―No
soy yo el que debe preocuparte ―dijo―. ¿Qué haces, Alexander?
―Nada
malo pienso ―le dijo el Cazador acercándose nuevamente a los labios de Magnus―.
Solo estoy besando a mi novio.
En
esta ocasión El Gran Brujo de Brooklyn correspondió al abrazo y correspondió al
beso. Ahí, frente a todo el mundo, uno de los más anhelados deseos de Magnus se
estaba cumpliendo. Se había terminado el andar por ahí a escondidas, y se
sintió muy arrepentido de haber pensado que Alec nunca tendría el valor de
reconocer su relación. Pero ahí estaba; haciendo a un lado sus miedos y
aceptando con valentía lo que seguramente sería una vida conflictuada debido a
la manera en que los Cazadores de Sombras eran tan cerrados con este tipo de
cosas. Aun así, en este momento lo único que le importaba era el disfrutar de
Alec, disfrutarlo de la manera en la que siempre quiso hacerlo; sin más
mentiras ni escondites. Mi novio,
recordó Magnus y sujeto a Alec con mucha más fuerza.
Ciertamente
ninguno de los dos tenía la intención de soltar al otro, podrían estar rodeados
por una multitud, pero eso no importaba en absoluto, se encontraban perdidos en
los labios del otro. Después de un buen rato sus labios por fin se separaron lo
suficiente para mirarse a los ojos, ambos se encontraban respirando con cierta
dificultad. Tanto Magnus como Alec rieron abiertamente para después soltarse,
al parecer se dieron cuenta de que este no era precisamente el mejor lugar ni
el mejor momento para hacer ese tipo de demostraciones de afecto.
―Bien
―dijo Magnus aclarando su garganta―. Debemos ir a la plaza, tengo que hacer un
portal.
La
determinación en los ojos de Alec se acentuó y caminaron hacia la plaza con una
muchedumbre de Cazadores y Subterráneos.
Alec
se sentía el más valiente del mundo y Magnus el más poderoso, saber si era a
causa de la runa Alianza era difícil, aun así, ellos estaban juntos y de esa
misma forma caminaron sin temor hacia la batalla.
Llanura
de Brocelind
Al
llegar a la plaza, Alec noto que se habían formado pequeños grupos de combate los
cuales intentaban organizarse, muchos cazadores de Sombras daban algunos
consejos y compartían diversos conocimientos a los subterráneos para optimizar
su seguridad.
Alec
y Magnus se unieron al grupo en donde se encontraban los padres de Alec,
también Luke, Jocelyn y los Penhallow. Todos con sus respectivas parejas de
combate. Se hallaban cerca del centro de la plaza y escuchaban atentamente las
instrucciones que el padre de Alec les estaba dando.
Magnus
se inclinó hacia Alec.
―Iré
al final de la plaza para hacer el portal.
Alec
asintió hacia Magnus y se levantó un poco sobre sus pies para alcanzar sus
labios, fue un beso muy corto, pero hizo que el corazón de Magnus diera un
brinco en su pecho.
―Te
veré ahí ―le dijo a Magnus y miro como se alejaba perdiéndose entre la
multitud.
Cuando
el brujo desapareció del alcance de su vista se giró de nuevo hacia su grupo,
fue ahí que se dio cuenta de la atención que su madre fijaba en él, Alec no le
sostuvo la mirada lo suficiente como para descubrir si estaba enojada, furiosa
o quizás ambas. Sintió como el rubor tomaba no solo sus mejillas si no su
rostro por completo.
―Intentaremos
mantener nuestra formación a cada momento ―decía su padre en voz alta para ser
escuchado―. Cuidar mutuamente nuestras espaldas será la clave de la victoria ya
que no sabemos el número al que nos enfrentamos.
Comentarios
de aceptación se hicieron escuchar entre el grupo. Al parecer todo estaba
listo, solo bastaba esperar la media noche para que Valentine liberara a su
ejército demoniaco.
Maryse
se acercó a su hijo.
― ¿Y bien?
―
¿Qué? ―pregunto automáticamente Alec.
―Sabes
muy bien Que Alexander ―su padre se
les había unido.
Alec
se movió incomodo sobre sus pies, le había temido desesperadamente a este
momento y ahora lo tenía de frente, en forma de severos ojos azules. Pero ya no
había vuelta atrás y, no quería volver atrás.
―Les
debo una explicación y se las daré, pero…
―
¿Dónde está Magnus? ―pregunto casualmente Luke al joven Cazador de Sombras.
¡Por el Ángel Luke! Muchas gracias, pensó
Alec. Movió su cabeza hacia el final de la plaza indicándole a Luke hacia dónde
mirar. Se visualizaba claramente el brillo vibrante del portal.
―Bien,
entonces hay que acercarnos. ―le dijo Luke a todos en el pequeño grupo.
Alec
miro hacia sus padres los cuales empezaron a caminar hacia el portal, al
parecer habían renunciado a la idea de la explicación inmediata de su hijo.
Alec se mantuvo detrás del grupo, sabía que tendría que enfrentar a sus padres
tarde o temprano, pero necesitaba tiempo para pensar en lo que les iba a decir,
no era que eso realmente fuera a mejorar las cosas, pero tal vez podría no
empeorarlas.
El
portal era considerablemente más grande de lo que Alec estaba acostumbrado a
ver, observo con atención a través de él y pudo distinguir un llano con hierba
crecida, una gran colina con elevaciones en ella y piedras negras de distintos
tamaños, algunas bastante imponentes, estaba exhorto en el paisaje y no noto
que su novio se le acercaba.
―
¿Impresionado? ―pregunto Magnus con una sonrisa traviesa.
―Debí
imaginar que intentabas lucirte ―Alec sonrió, últimamente lo hacía con mucha
más frecuencia.
―
Eso depende, ¿Funciono?
Alec
no dejo su sonrisa, no podía hacerlo.
―Claro.
–Alec señalo el portal―. Es muy impresionante y, ¿Cómo está tu energía?
―No
debes preocuparte por eso ―Magnus levanto sus manos y dejo salir múltiples
rayos de luz azul a manera de demostración, giraron alrededor de Alec haciéndole
sentir un leve cosquilleo―. Soy el Gran Brujo de Brooklyn y este tipo de tareas
son muy fáciles para mi magnifica persona.
Y
nuevamente Alec sonrió.
―Por
cierto ―comenzó Magnus, su voz un poco más seria―. Isabelle me solicito un
rastreo hacia Jace y un portal, dijo que tú querías que lo hiciera.
Alec
lo miro asombrado y abrió la boca para desmentir a su hermana, pero no tuvo
oportunidad.
Una
voz se elevó en el ambiente.
― ¡Miren! ¡Han llegado! ¡Los demonios de Valentine
han llegado!
Magnus
y Alec observaron hacia el portal y a través de él, lograron vislumbrar que
efectivamente un gran número de creaturas se apoderaban de la llanura.
Cazadores y Submundos comenzaron a cruzar el portal, Magnus escuchaba de entre
la multitud comentarios como: Aun no es
media noche, No cumplió su palabra, Que podríamos esperar de Valentine.
La
adrenalina se apodero del brujo e inconscientemente sus manos se rodearon de un
aura azul, no pudo evitar notar como el grupo conformado por los padres de Alec
y los demás se colocaban frente a ellos.
―Alexander
―llamo Robert a su hijo―. Detrás mío.
Alec
asintió con determinación. Magnus observo con fascinación como los ojos de Alec
se oscurecían y noto una leve curva en las comisuras de su boca, Alec no era
del tipo temerario como lo era Jace, pero aun así era un Cazador de Sombras y
la droga de la batalla lo llamaba como a todos los suyos.
El
brujo noto los ojos azules de su novio ahora puestos sobre él. Alec coloco sus
manos a cada lado del rostro de Magnus y lo acerco a él para besarlo en los
labios por un muy breve momento.
―No
te alejes ―le dijo el Cazador de Sombras.
Magnus
sonrió de manera traviesa.
―Nunca,
Alexander.
Ambos
corrieron hacia el portal.
La formación de su
improvisado grupo era clara; La pareja que formaban Luke y Jocelyn, y la de
Robert y el Hombre Lobo se encontraban al frente, en la siguiente línea el
matrimonio Penhallow con sus respectivas parejas, un hada y un brujo, a ambos
lados de Magnus y Alec, y Maryse Lightwood con el hada que la acompañaba justo
detrás de ellos. Ciertamente, pensó Magnus, la posición que tenían él y Alec
era la más favorable, al parecer intentaban proteger al joven Cazador de
Sombras, no era exactamente que lo necesitara, pero dedujo que los Nephilim
tenían sus prioridades hacia los más jóvenes en medio de las batallas, Magnus
no podía negar que esto le causaba cierto placer, cualquier cosa que le ayudara
a mantener a Alec a salvo era bienvenido.
Ambos
estaban espalda con espalda, Alec blandía su espada seráfica con destreza
imponente mientras que Magnus arrojaba rayos de luz azul certeros a cada
criatura que miraba, debía admitir que podía sentir sus movimientos más
controlados y diestros, al parecer la runa que hacia compartir las habilidades
de Cazador de Sombras estaba haciendo efecto.
La
batalla era brutal, no era mucho lo que Magnus podía ver, a lo lejos solo se
podían distinguir espadas brillantes, ruidos agudos, sangre, icor y cuerpos
caídos, hasta ahora no había manera de saber quién saldría victorioso. Miro a
su alrededor y se percató que su grupo estaba intacto, al parecer los demonios
estaban cediendo ya que se encontró sin a quien enfrentar por unos segundos, lo
que le dio tiempo de poner mayor atención hacia Alec que estaba terminando de
despachar a dos demonios de aspecto repulsivo, una vez hubo terminado noto que
Alec miro hacia el cielo, siguió su mirada y se percató de lo que su novio
miraba: Demonios se desplazaban con total libertad a través del cielo causando
daño a los Cazadores y submundos en tierra sin que ellos tuvieran el poder de contratacar.
Alec
abandono su espada y tomo su arco, comenzó a lanzar flechas al aire haciendo
caer a las criaturas y poniéndolas al alcance de guerreros en tierra para su
salida de esta dimensión. Estaba completamente concentrado en cada uno de sus
blancos que no noto al demonio que logro penetrar la formación y se dirigía
directamente hacia él.
Magnus
no dudo y corrió hacia Alec con la intención de interceptar al agresor, se asombró
él mismo de su velocidad. Velocidad de
Cazador pensó ya que en un segundo estaba detrás de Alec esperando al
demonio, tomo una daga del cinturón del chico y la lanzo hacia la criatura, la
daga serafina hizo lo suyo y del demonio solo quedaban cenizas esparcidas en el
aire.
Alec miro a Magnus.
―Gracias ―dijo a su
novio.
Y regreso a enfocarse
en el cielo.
Los
demonios inteligentemente se habían alejado del Nephilim, pero esto no detuvo a
Alec, sin parar a pensarlo corrió fuera de la segura formación.
― ¡Alexander! ―grito su
padre, pero el joven Cazador hizo caso omiso.
Subió
a un montículo formado por rocas enormes y logro tener una mejor percepción de
sus blancos.
Magnus
corrió tras él. Al pie de las rocas sobre las que se encontraba Alec y en donde
aún estaba rodeado por muchos demonios, Magnus se puso en acción para eliminar
al mayor número posible y observo dos cosas: una. que otros Cazadores al ver la
acción de Alec la cual resulto ser muy efectiva, subieron de igual manera a
terrenos altos para exterminar a los demonios volantes. Y la segunda cosa que
noto es que la nueva ubicación de su novio no era la más apropiada para su
seguridad.
―Estas
algo expuesto ahí ¿No lo crees, Alexander?
Alec
no quito la mirada del cielo, seguía lanzando flechas con maquinada destreza,
cada una de ellas dando en el blanco derrumbando una creatura, Alec respondió
al brujo de manera distraída.
―Para
eso te tengo a ti, mi amor.
Para
ese entonces su grupo original los había alcanzado, Magnus se dirigió a Luke
que se miraba eufórico y cansado al mismo tiempo.
―
¿Escuchaste? –pregunto emocionado al Hombre lobo con una radiante sonrisa―. Soy
su amor.
Luke
no pudo evitar sonreír al brujo al ver su entusiasmo. Había conocido a Magnus
desde hacía tanto, mirándolo siempre constante y sin cambios, por primera vez
lo miro como un joven enamorado y no como el centenario Alto Brujo. Le gusto
esta nueva visión.
―
¡Alexander, detrás de ti! ―Robert advirtió a su hijo.
Magnus
levanto la vista hacia Alec y se percató de como por su espalda se acercaba un
demonio. El chico giro ágilmente para estar de frente a su atacante, ya que no
iba a tener tiempo de lanzar una flecha decidió descartar su arco e intentar
tomar alguna otra arma de su cinturón. Pero al final no tuvo tiempo de hacerlo,
sus manos a medio camino quedaron expuestas ante el demonio.
Pero
no hubo daño, el demonio volador choco estruendosamente contra una pared de
energía de color azul proveniente de las manos del mismo Alec, esto hizo que el
demonio desapareciera frente al chico convirtiéndose en cenizas. Frente al
asombro de todos quienes observaban, Alec miro a sus manos con incredulidad y
luego a Magnus.
―
¡¿Viste eso?!
Magnus
sintió como su respiración volvía a él.
―Por
el ángel, eso estuvo cerca― dijo Maryse Lightwood a nadie en particular.
―
¿Puedes por favor bajar de ahí ya? ―pregunto Magnus intentando sonar calmado y
severo al mismo tiempo.
El
pequeño equipo se reagrupo ya que al parecer la batalla había terminado, los
demonios habían sido exterminados casi en su totalidad y los que huyeron serian
perseguidos. No hubo gritos de victoria, había demasiadas bajas como para dar
paso a ese tipo de goce.
Habría
tiempo para celebraciones, ahora, solo había luto en todas direcciones.
Los
Cazadores empezaron a trazar Iratzes
sobre sus heridas y a organizarse para recuperar los cuerpos de sus hermanos
caídos.
Magnus
miro a su alrededor, pero no podía encontrar a Alec por ningún lado, solo lo
había perdido de vista por un momento. Luke miro la angustia en su rostro.
―Detrás
de las rocas. ―dijo el padrastro de Clary al brujo―. Lo mire bajar por ese
lado.
Magnus
se apresuró a rodear el montículo de piedras en donde encontró a Alec sobre la
hierba, sus manos cubriendo su rostro y se encontraba respirando agitadamente.
Magnus corrió hacia él.
―
¿Qué es? ¿Qué pasa? ―pregunto desesperadamente a su novio―. ¿Estás herido?
Alec, déjame ver.
―Jace.
―dijo Alec sin sentido para Magnus―. No soy yo, es Jace. Se ha roto, el lazo
que nos une, está roto.
Magnus
tardo un segundo en reaccionar a esa noticia.
―Tu
runa, Alec. Muéstrame tu runa parabatai.
Alec
tomo la mano de Magnus.
―No,
por favor ―suplico―. Aun no, no quiero verla.
Magnus
sintió que su corazón se estremecía, no quería volver a ver a Alec destrozado,
ahora por la pérdida de su parabatai.
―Entonces
no la miraremos ―dijo comprensivo―. Ven, hay que regresar, buscaremos a Jace.
Alec
se puso de pie, pero no camino, en su lugar se aferró a los brazos de Magnus,
era como si incluso caminar le provocara dolor.
―Todo estará bien ―murmuro
al chico en sus brazos.
Alec
se soltó de Magnus.
–Debemos
darnos prisa. –Su voz y sus ojos estaban sin vida.
Magnus
se dio cuenta de que algo en él estaba cambiado, ¿Seria así? Si Jace realmente
había muerto, ¿Alec nunca más volvería a ser el mismo? Magnus había pensado en
varias ocasiones y más desde que se dio cuenta de lo mucho que le importaba
Alec, acerca del fuerte lazo que tenía con Jace, no fue la mejor noticia saber
que Jace era el parabatai de Alec,
debía admitir, ya que Jace era imprudente hacia su persona, temerario y
extrañamente enamorado de la idea de morir. Mientras que Alec era un chico más
sensato y consciente. Sabía que al ser lastimado era lo mismo que lastimar a
sus hermanos y padres, intentaba mantenerse a salvo no por bien propio si no
por el de quienes le querían. Era una de las muchas formas que Alec tenía de
proteger a sus seres queridos.
Al
regresar al salón de los acuerdos en donde se había improvisado un centro
médico para atender a los heridos, Aline se apresuró hacia Alec y Magnus.
―Por
fin los encuentro ―dijo dirigiéndose a ambos―. Isabelle me pidió que decirte
que Jace está en el hospital. Esta estable, pero inconsciente. Isabelle quiere
que te encuentres con ellos ahí.
Alec
no dijo palabra, miro a Magnus reflejando su alivio, el brujo entrelazo su mano
con la de él reafirmando su apoyo. Aline noto el gesto y recordó mirándolos
besándose en el salón de los acuerdos demostrando que Alec era muy valiente. ¿Podría yo llegar a ser igual de valiente? Pensó
Aline.
―Iremos
ahí enseguida entonces. –Dijo Magnus dulcemente a su novio.
Alec
asintió. Está vivo pensó y coloco su
mano cerca de su clavícula donde se encontraba su runa parabatai, aun no quería verla, necesitaba primero mirar a Jace y
asegurarse de que había sido un error.
Juntos
se dirigieron al hospital.
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Alec
no había podido pasar mucho tiempo con Magnus en estos días. Estaba muy
solicitado para componer las cosas en el salón de los acuerdos y la plaza del
ángel, y también con Jace en el hospital asegurándose de que todo anduviera
bien con él, aunque esto último, pensó, probablemente lo hacía más por él mismo
que por Jace.
Tampoco
había hablado con sus padres de su relación con Magnus, al parecer se habían
resignado o simplemente no querían hablar de ello y Alec decidió que no sería
él el que sacaría el tema.
Miraba
por la ventana de su habitación hacia la plaza del Ángel, se estaban realizando
los preparativos para festejar la victoria de hace unos días y la unión de
Cazadores y Submundos, pudo notar que los adornos, así como sillas y mesas
aparecían de repente. Magnus pensó el
muchacho y se sintió algo horrorizado al darse cuenta de lo que el solo
pensamiento del brujo provocaba en él.
Tenía
sentimientos fuertemente encontrados, era inevitable pensar en su pequeño
hermano, el cual no volvería a ver y en Hodge, su mentor de toda la vida, ambos
muertos a manos de la misma persona. Sabía que los echaría de menos toda su
vida y que nada podría llenar el hueco que habían dejado, y pensó en Jace que
en este momento probablemente estaba en el funeral de su padre. Su corazón
empezó a cubrirse de una niebla negra de tristeza y melancolía, era inevitable,
las cosas habían cambiado para siempre. Frente a él algo en la plaza sucedía,
de la nada apareció un bosque de árboles enormes que se levantaban justo en el
centro como un adorno de flores sobre una mesa elegantemente arreglada, la
imagen rosaba en lo insólito incluso para él que era un Cazador se Sombras y
difícilmente se impresionaba. Alec miro con atención el rastro de Magia azul
que se desvanecía lentamente, cuando sorpresivamente una hoja de papel apareció
frente a él y aterrizo en su mano. Alec leyó su contenido.
¿Impresionado?
No
pudo contener su sonrisa y su emoción. Su corazón se aceleró y miro de nuevo
hacia el enorme bosque a la distancia. Extrañamente se dio cuenta de que a
pesar de la perdida tan grande que llevaría durante toda su vida. Se sentía
feliz.
* * *
Magnus
se encontraba en el mini bosque justo en el centro de la plaza. El cielo ya
estaba oscurecido, pero todo estaba iluminado con múltiples colores, el
ambiente ya era de fiesta para Cazadores y Submundos.
―Gracias
por decirme esto, Magnus. ―le dijo su amiga Tessa con sus característicos ojos
serios―. Sabes lo que significa para mí.
―Creí
importante que supieras que la línea de descendencia de Will y tuya no había
terminado con Stephen.
―No
te imaginas lo feliz que estoy. –su sonrisa era llena de melancolía pensó
Magnus―. Se lo contare a Jem, se pondrá feliz también.
―En
lo que cabe, supongo. No me imagino a un Hermano Silencioso brincar de
felicidad.
―Magnus.
―llamo Tessa a modo de reproche―. No es gracioso y además ¿Por qué estás tan
inquieto? ¿Estás buscando a alguien?
El
rostro de Magnus se ilumino al mirar hacia la plaza.
―A
él ―respondió a Tessa señalando con un gesto hacia la dirección de donde se
acercaba Alec y sus amigos.
Tessa
sonrió.
―Te
dejo entonces, Cuídate mucho por favor, Magnus.
―Adiós,
Señorita Grey. ―dijo el brujo amablemente con una reverencia recordando viejos
y amados tiempos, para después caminar hacia su novio y los otros, sus amigos.
Magnus
atrapo la sonrisa encantadora de Alec, y se sintió como un adolescente mirando
a su primer gran amor.
―Bonito chaleco ―le dijo Alec aun con su sonrisa.
― ¿Te gustaría uno igual a este? En el color que tu
prefieras, desde luego.
―En realidad no me interesa la ropa ―declaro Alec.
―Y eso me encanta de ti. Aunque también me
encantarías si tuvieras, un traje de diseño. ¿Qué me dices?
Alec resoplo y Magnus se inclinó hacia Clary para
indicarle en donde encontraría a Jace.
Magnus
regreso hacia Alec y lo rodeo con sus brazos, el chico agradeció el gesto,
había deseado abrazar a Magnus todo el día.
El
brujo hablo cerca de su oído.
―Te
extrañe, Lightwood.
Alec
respiro hondo con su rostro en el cuello de Magnus, el aroma a sándalo presente
y dejo que su olor inundara sus pulmones.
El resto de los chicos
comenzaron a caminar adentrándose en la plaza entre mesas y bancos. Alec y
Magnus los siguieron caminando muy juntos el uno del otro, llegaron al centro
de la plaza muy cerca del bosque imponente con sus árboles casi de la misma
altura que las Torres Demonio, adornados con múltiples luces de colores, Alec
miro los árboles y recordó la hoja que Magnus le había hecho llegar.
―
¿Cómo supiste que estaba mirando?
―No
lo sabía ―admitió el brujo―. Pero intente hacerlos con suficiente altura como
para asegurar que los vieras desde donde estuvieras.
―Lo
lograste. Estoy impresionado.
Magnus
tomo al Cazador de Sombras de nuevo entre sus brazos.
―No
digas a nadie ―pidió a su novio―. Los hice solo para ti.
―Guardare
tu secreto, puedes confiar en mi ―hablo Alec ahora en los labios del brujo.
Después
de caminar un rato consiguieron una mesa cerca de la esquina de la plaza.
Magnus y Alec hablaban muy cerca.
― ¡Estas aquí!
Ambos
giraron sus miradas hacia Isabelle la cual corrió hacia Clary y Jace que se
acercaban, al parecer les estaba ofreciendo una bebida que ninguno de los dos
tenía intención de aceptar.
― ¿Marrón? –Isabelle hizo una mueca.
―El marrón es un color varonil ―dijo Jace y miro
hacia su parabatai―. Alec lo lleva.
Alec bajo la mirada a su suéter.
―Era negro ―dijo―. Pero luego se destiño.
―Podrías arreglarlo con una cinta de lentejuelas ―sugirió
Magnus, ofreciéndole una bebida azul y centellante―. Es solo una idea.
―Resiste el impulso, Alec ―dijo Simón―. Te parecería
a Olivia Newton en “Xanadu”.
―Hay cosas peores ―observo Magnus.
Alec
estaba bastante confundido, Magnus se acercó a él.
―En
realidad me gusta tu manera de vestir. Eres realmente adorable.
―No
considero que realmente tenga una manera
de vestir. ―dijo Alec a su novio.
Magnus
sonrió y puso su mano sobre la de él.
Alec
miro más allá de Magnus y distinguió entre la multitud a sus padres. Se levantó
aun con la mano del brujo sobre la suya y miro fijamente a sus ojos de gato que
lo miraban de regreso con duda.
―
¿Caminas conmigo? ―pregunto Alec.
―Con
gusto ―contesto complacido Magnus―. ¿De nuevo me secuestras? No es que me queje,
la última vez fue muy favorable.
Alec
sonrió, Magnus tenía una gran habilidad para hacerlo reír.
Caminaron
por la plaza, en algún momento Magnus sintió la tensión en Alec.
―
¿Me dirás lo que pasa?
Alec
respiro con fuerza antes de responder.
―Hicimos
un trato, ¿Recuerdas?
Magnus
pensó en el pasado y recordó ese día, en esta misma plaza cuando le confesó en
su muy particular forma que lo amaba. Se detuvo deteniéndolo a él también y
miro de frente al chico.
―Muchas
emociones en estos pocos días ―dijo a Alec y puso su mano sobre su mejilla―. No
me importaría si dejaras eso para después.
Alec
sabía que lo decía en serio, Magnus siempre intentaba complacerlo, pero el
chico lo hacía porque realmente quería, se sentía emocionado por primera vez de
confesar sus sentimientos.
―No,
Bane ―dijo Alec y sonaba incluso divertido―. No lo intentes, no te zafaras de
esto.
Magnus
sonrió.
―No planeaba hacerlo.
Alec
busco a sus padres entre la multitud, seguían en el mismo lugar.
―Vamos
―dijo al brujo y comenzó a caminar hacia ellos con la determinación presente en
su rostro.
Conforme
se acercaban a sus padres comenzaron a llegar ciertas dudas, como si realmente
sería capaz de hacer esto, su mente traidora empezó a imaginar los peores
escenarios y ciertamente eso no ayudaba en absoluto, se dio cuenta de que no
había pensado siquiera en que iba a decirles o como lo haría. Su corazón se
empezó a acelerar y cuando sintió que sus piernas se detendrían antes de
acercarse más a sus padres; Magnus Bane presiono con mayor fuerza su mano,
mucha fuerza pensó Alec y de inmediato como si Magnus hubiera activado un
interruptor, las dudas y el miedo desaparecieron, miro al brujo ¿Cómo era posible que una persona pudiera
lograr estos efectos en él? Porque es
Magnus se contestó así mismo.
Alec
sonrió abiertamente al brujo y el rostro de Magnus se relajó.
Finalmente,
al frente se encontró con las miradas de Maryse y Robert Lightwood.
―Padre,
Madre ―comenzó Alec―. Quiero presentarles oficialmente a Magnus Bane, mi novio.
Magnus
puso una mano sobre su espalda y la otra la estiro hacia sus ahora suegros, era
todo un modelo de decoro, primero estrecho la mano de Maryse y después la de
Robert Lightwood.
―Es
un placer al fin conocerlos formalmente―. Magnus puso la mejor de sus sonrisas.
―Espero
que sus intenciones hacia nuestro hijo ―dijo Robert Lightwood con voz severa y
abruptamente―. No sean del tipo… recreativo, Señor Bane.
―Padre
―advirtió con cautela Alec.
―Le
aseguro, Señor Lightwood –Magnus intento sonar lo más sincero posible―. Que mis
intenciones hacia su hijo son en absoluto serias. Y pretendo demostrarlo.
―Oh
bueno confiaremos en ti entonces. Y esto es en realidad una sorpresa. ―confeso
Maryse mientras colocaba su mano a través de los hombros de Alec―. Pero me da
gusto ver que quieren hacer las cosas como se debe.
Robert
miro la desilusión en el rostro de su hijo e intento redimirse.
―Me
disculpo por mi comentario, Magnus, pero espero y puedas entender que esta es
una situación complicada. Sin embargo, no hay mejor juicio para mí que el de mi
hijo, y sé que si está contigo es porque eres una buena persona. Intentare
confiar en eso.
―Lo
es –confirmo Alec con tono un poco desafiante. Se colocó al lado de Magnus el
cual agradeció silenciosamente el gesto.
―Entonces
no hay por qué preocuparnos. ―dijo Maryse e incluso sonrió.
―Vamos
–dijo Alec a su novio para después asentir hacia sus padres en modo de
despedida. –Nos vemos luego.
―Con
permiso. –Magnus sonrió y deliberadamente tomo la mano de Alec.
Se
encaminaron de regreso hacia donde se encontraban sus amigos. Magnus podría
jurar que si volteaba hacia los Lightwood lo estarían fulminando con la mirada,
algo que desde luego no le quitaría el sueño, hacía tiempo que había dejado de
importarle lo que los demás pensaban de él, sin embargo, no pudo negar que si a
él le importara de alguna manera el tipo de relación que Magnus podría tener
con sus padres, probablemente se desviviría para complacerlos, lo que más le
importaba en el mundo era el hacer feliz a Alec.
―Eso
no salió tan mal, ¿o sí? ―pregunto el Nefilim.
―Para
nada, creo que de hecho salió bastante bien.
Ambos
se miraron y rieron abiertamente como si hubieran realizado una travesura en
complicidad. Aunque probablemente era más bien un deshago de nervios para
ambos.
Visualizaron
a sus amigos a la distancia, estaban sentados en grupo a lo largo de un muro,
evidentemente esperando el espectáculo de fuegos artificiales, habían sido unas
semanas muy intensas, pensó Magnus, pero ahora todo parecía estar tranquilo, su
corazón se lleno de esperanza al pensar en estas palabras, ahora todo es
perfecto y todo estará bien.
―Estoy
pensando muy seriamente en unas vacaciones. –dijo casual Magnus.
―Las
mereces ―dijo Alec sin mirar al brujo, pensar en una despedida ahora no era
nada grato―. Te voy a extrañar.
Magnus
jalo sin delicadeza a Alec de la misma mano de la que lo sujetaba poniéndolo
frente a él, sus brazos lo rodearon, solo tenía que inclinar un poco la cabeza
hacia abajo para ver a los impresionantes ojos azules del Cazador de Sombras.
―
¿De verdad crees que me iría sin ti?
―Bueno,
es que… -Alec de verdad no esperaba esta reacción.
―
¿Qué? ¿Los Cazadores de Sombras no tienen vacaciones nunca? –dijo suspicaz
Magnus―. ¿Hay algo que te impida viajar conmigo?
Alec
lo considero, al parecer esto se había convertido en una invitación seria.
–No,
no lo creo, no en realidad. ―dijo a su novio. Él lo pensó aun cuando no quiso
hacerlo demasiado, finalmente sonrió―. ¿Cuándo nos vamos?
―Así
se habla.
Un
estruendo los hizo voltear al cielo, los fuegos artificiales habían comenzado,
eran bastante asombrosos pensó Alec. Magnus miro al Nephilim y noto que su
mirada y su rostro eran más bien tristes, sabía en lo que estaba pensando: Max.
―
¿Estás bien?
―Es
solo que… ―dijo Alec aun mirando al cielo―. Le hubieran encantado.
Magnus
beso su frente, no había nada que pudiera decirle que calmara su dolor, pero
Alec se había convertido en su mundo y no se quedaría quieto mirándolo sufrir, había
decidido que haría lo que fuera para hacerlo sentir mejor.
Los
labios de Magnus dejaron su frente y se posaron en uno de sus pómulos, sus
dulces, cortos y lentos besos continuaron hacia la nariz, en donde Alec soltó
una leve risa nerviosa, beso su mejilla, la comisura de sus labios y la parte
baja de su mandíbula, la mano del brujo estaba bajo la barbilla del Cazador, se
separó un poco para mirar su rostro, el rostro de un ángel, uno muy hermoso,
pensó. Alec tenía sus ojos cerrados, pero al no volver a sentir los labios del
brujo los abrió.
Magnus
perdió el aliento al ver al azul brillante en el iris del muchacho, eran claros
como el cielo en las mañanas y se miró a él mismo reflejado en ellos, deseo
tatuar esa imagen para siempre en su mente, deseo verse reflejado en esos
hermosos ojos para siempre.
Alec miraba extrañado
el rostro de su novio. Esa mirada de
nuevo, pensó y también creía que tal vez debía decirle algo lindo o
romántico, tal vez era uno de esos momentos que ambos recordarían para siempre,
pero él era Alec y se resignó a simplemente no poder decir palabra como casi
siempre, pero no contaba con su boca, la cual parecía tener en muchas ocasiones
vida propia y la que siempre iba por delante de él.
―También
te amo –le dijo al brujo para asombro de ambos―. Perdón, es lo que debí haberte
respondido aquel día en la plaza.
Magnus
acerco al Cazador de Sombras colocando su mano tras su cabeza, y sus labios se
fusionaron, Alec se aferró a él y de nuevo eran ellos dos, solos en el mundo.
Magnus no pudo evitar pensar en el pasado, un pasado largo y tortuoso que lo
perseguiría hacia sus días futuros. Futuro,
pensó y su corazón se llenó de ilusión ya que en su porvenir solo podría ver
felicidad, felicidad real y desmedida gracias a Alec.
Alec
estaba perdido en los labios del brujo, se sentía libre y feliz en brazos de su
novio y la única preocupación era el mantener a Magnus así de cerca el mayor
tiempo posible. Se sentía extraño, hacía tiempo que había pensado que el amor
simplemente no era para él. No era algo que realmente estuviera buscando ya que
sabía que con el amor vendría probablemente la desilusión de sus padres. Y se
encontró pensando en que sería de él sin Magnus, en este momento su vida sin el
brujo era inconcebible, este tipo de pensamientos y sentimientos eran
completamente nuevos para él. Nunca se había enamorado y ahora lo sabía, porque
eso era lo que pasaba con él, estaba completa y absolutamente enamorado de
Magnus Bane.
Los
fuegos artificiales terminaron seguidos de aplausos y jubilo de la multitud a
su alrededor, pero ninguno de los dos intento deshacer su abrazo, siguieron
disfrutando de los labios del otro, sin pensar en nada más que en el amor que
se tenían el uno hacia el otro.
Un
amor verdadero que perduraría por la eternidad.
MayGraciela ♥
♥
Gracias por leer ♥
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Maravilloso, simplemente encantador, ame esta frase: "estaba completa y absolutamente enamorado de magnus bane" adoro esta pareja, no recuerdo haber leído esto antes asi que es la ñrimera vez que lo leo, Gracias por compartir estos maravillosos renglones, adoro a MALEC
ResponderBorrarSiempre creí que algo había faltado en el libro original (respecto a la relación de Alec y Magnus) ahora puedo decir que me siento completa. Es bueno saber que hay personas con los mismos intereses solo que, con mucha mas facilidad de escribir hermosos sucesos. Gracias por compartirlo con nosotr@s, me ha gustado mucho la parte el la que Magnus le dice a Luke "escuchaste, soy su amor" jaja que lindo ^-^ -By Mahô
ResponderBorrarPor favor!! Que lindo!!! Solo una cosa... Pone el padrastro de Clary refiriéndose a Luke... Eso pasa en el último libro ��
ResponderBorrarPor lo demás ha sido, únicamente, espectacular.
Es maravilloso. También sentía que algo así faltaba en el libro y esto me ha encantado. Muy bella pareja!
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