CoHF *Malec Parte 12 (Final)
Para
cuando Alec y los demás llegaron a Alicante ya habían pasado dos días, sus
padres que habían permanecido ahí les habían pedido que fueran, ya que Robert
Lightwood sería nombrado Inquisidor. La ceremonia de nombramiento fue mucho más
sencilla de lo que normalmente seria, así lo había querido Robert ya que la
prioridad en La Clave era capturar a Sebastian Morgenstern y por lo tanto
también del Inquisidor, solo asistieron La Cónsul, los representantes de los
diferentes reinos: Luke, Anselm Nightshade y representando a los Hijos de
Lilith, Magnus Bane, también un par de Hermanos Silenciosos y por supuesto su
familia. Una vez terminada la ceremonia La Cónsul llamo a retirarse y aconsejo
a Robert que no pasara por alto la celebración de su nombramiento, una cena en
familia sería una buena forma de hacerlo, había dicho Jia a Robert.
Isabelle
lanzo un bufido ante el comentario de La Cónsul. -¿Y ahora pretenden que
actuemos como una perfecta familia feliz?
Sus
hermanos no respondieron. –Vamos –Dijo Jace y se dirigieron a la salida.
Magnus
se quedo un tiempo más para conversar con Luke sobre el posible nuevo
movimiento que Sebastian podría dar, pero no llegaron a nada concreto, se
dirigían a la salida cuando Magnus sintió una fuerte mano sujetar su muñeca, este
se dio la vuelta y miro a Robert Lightwood, este no lo miraba a él si no a su
mano y se miraba por completo desconcertado.
Magnus
era muy conocido por tener sus dedos siempre enjoyados por todo tipo de
anillos, pero en esta ocasión su mano izquierda solo portaba uno; el anillo
Lightwood.
-¿Por
qué tienes ese anillo? –Pregunto Robert al brujo sin soltar su muñeca.
La
sala estaba ahora vacía a excepción de ellos dos. Magnus entrecerró los ojos
hacia Robert. –¿No lo sabes?
-Alexander
es un niño. –Dijo Robert levantando un poco la voz. –No entiende lo que algo
así significa.
Magnus
se soltó del agarre de Robert un tanto brusco pero no le importo. –Entiendo que
consideres a Alec un niño, es tu hijo y los padres suelen hacer eso. Pero estoy
muy seguro de que sabe perfectamente lo que significa.
Magnus
comenzó a caminar hacia la salida, le parecía absurda la aptitud de Robert,
cuando la manera de tratar a su hijo dejaba mucho que desear.
-¿Y
tú? –Dijo Robert a Magnus haciendo que se detuviera y mirara hacia él. -¿Sabes
lo que significa Magnus Bane?
-Lo
sé -Dijo Magnus.
-Eso
espero, por tu bien brujo, espero y así sea.
Magnus
siguió su camino por completo desconcertado, al llegar al pasillo ahí estaba
Alec con sus hermanos y amigos, se sintió mucho mejor al verlo acercándose, se
tomaron de las manos justo en el mismo instante en que Robert salía de la sala,
pero Alec no las aparto.
-Alexander
–Dijo Robert con voz autoritaria mientras pasaba a lado de ellos. –Tu madre te
dejo a cargo del instituto en nuestra ausencia, ven conmigo, quiero un informe
de lo ocurrido ahí estos días.
Clary
sintió a Jace tensarse por completo, era muy claro que Robert intentaba alejar
a Alec del lado de Magnus. Todos esperaron la reacción de Alec.
-Hay
un informe en tu escritorio en este momento. –Dijo Alec tranquilamente. –Lo
deje ahí esta mañana.
Todos
se sorprendieron y Jace miro una sonrisa colarse en los duros labios de Robert,
se miraba oscuramente complacido por la eficiencia de Alec y no podía
ocultarlo.
-Bien
–Dijo dirigiéndose a la salida. –Ahora por favor intenten no meterse en
problemas.
-¿Cuándo
hiciste un informe? –Pregunto Isabelle después de salir de su asombro, cuando
su padre había dejado el edificio.
-No
necesito dos horas para estar listo en las mañanas. –Dijo Alec y miraba de Jace
a Isabelle. –Tuve tiempo de sobra para hacerlo mientras los esperaba.
-Necesitas
tiempo para mirarte así. –Isabelle señalo hacia sí misma con satisfacción.
Nuevamente
todos rieron, era una sensación extraña, estar todos juntos y bien, eran buenos
tiempos con mucha incertidumbre, necesitaban saber que haría Sebastian o cuando
vendría por ellos.
-Necesito
ir a casa. –Dijo Clary. –Luke solo me permitió quedarme unos minutos. –Clary
miro a Jace. –Le dije que me acompañarías de vuelta.
-No
podría ser de otra manera. –Jace sonrió a su novia.
-Mamá
organizo una cena para celebrar el nombramiento de nuestro padre. –Dijo
Isabelle algo fastidiada por tan solo mencionarlo. –Debemos estar ahí.
–Isabelle miraba a Alec y Jace.
-Llevare
a Clary y regresare en cuanto pueda. –Aclaro Jace. Después miro a Simón.
–Supongo que tú vienes con nosotros, ¿Cierto?
-Sabes
que no puedo estar mucho tiempo sin ti.
-Me
gustaría que vinieras con nosotros. –Isabelle miro a Simón. –Pero…
-¿Qué?
¿Crees que al Inquisidor le moleste la
presencia de los dos novios subterráneos de sus hijos? –Magnus estaba detrás de
Alec y tenía sus manos atravesando el pecho de su novio, lo presiono contra el
suyo, su cabeza inclinada justo a la altura del oído de Alec. –Tengo el traje
perfecto para la ocasión, dos piezas, un diseño atigrado, una exquisita
pañoleta marrón complementado con un peinado mohicano.
-Oh
dios. –Dijo Alec seguido de un “Auch” ya que Magnus lo reprendió con una
mordida en el lóbulo de su oreja.
Todos
rieron nuevamente, Jace, Clary y Simón se despidieron en la entrada del Gard.
Para después dirigirse hacia la casa que fuera de la hermana de Luke.
Magnus
se coloco frente a Alec, este solo tenía que levantar un poco su cabeza para
alcanzar los labios del brujo.
-Te
veo pronto. –Dijo Magnus dulcemente después de separarse de Alec.
Isabelle
miro a Magnus alejándose y después a Alec mirándolo, el cual sintió la feroz
mirada de su hermana.
-¿Qué?
–Pregunto Alec.
-¿Se
comportaran así todo el tiempo?
-¿De
qué hablas?
-De
ustedes dos. –Isabelle se noto reflexiva mientras miraba a Magnus alejándose, y
aun así mirar hacia atrás para dedicarle una mirada más a su novio. –Son como
planetas. Planetas en sus orbitas sin poder, o en su caso, sin querer alejarse.
Muy intenso. ¿No lo crees?
-¿Crees
que eso es malo?
-Es
raro. –Confeso Isabelle. –Verte así, es raro.
Alec
se quedo en silencio intentando entender lo que su hermana quería decirle.
Antes de que hablara de nuevo, Isabelle aclaro su punto.
-Es
para siempre, ¿Cierto?
-No
estoy seguro de lo que eso significa para nosotros. –Alec no aparto la mirada
de Magnus hasta que se perdió en la lejanía. –Estaré con él tanto como me lo
permita.
-Alec…
-Estaré
bien Isabelle, ambos lo estaremos y me refiero a ti con Simón. –Alec sonrió a
su hermana, esa sonrisa de hermano mayor sobre protector. –Eres un poco más
joven que yo, pero creo que ya te diste cuenta de que tu y Simón…
-Cállate,
no quiero escucharlo.
Alec
amplio mas su sonrisa. –Se que a ti nunca te perturbara el tema Mortal-Inmortal
como lo hizo conmigo, así que…
-No
me interesa eso. Pero, Simón, él, no quería ser un vampiro, lo odia y quiero
que sea feliz.
-Debes
ayudarlo.
Isabelle
movió su cabeza mirándose sobrepasada. –Basta, suficiente de cursilerías.
-Tú
empezaste, con esa cosa de los planetas, ¿Desde cuándo eres tan poética?
-Soy
un artista de las palabras hermanito y no fue cursi, fue una forma técnica de explicarlo.
-Pues
el amor es como todas las ciencias, una vez que entiendes la esencia de ellas,
es fácil.
-Solo
tú, Solo tu hermano puedes comparar el amor con una ciencia.
-Pero…
-Cierra
ya la boca, debemos ir con nuestros padres.
-“Planetas
en sus orbitas sin poder alejarse” ¿he? Espera a que Magnus lo escuche.
Isabelle
le dedico una mirada asesina a su hermano, el cual se sintió agradecido de que
estas realmente no pudieran lastimarlo.
*
* * * *
Alec
había terminado de vestirse esperaba a Jace ya que no había regresado. Estaba
sentado en el asiento de la ventana de su habitación, escribiendo mensajes sobre
ella con su estela, los mensajes eran respondidos de inmediato, las palabras
aparecían dejando un rastro de polvo azul muy familiar. Una escritura delgada y
estilizada. Alec escucho que llamaban a su puerta.
Debo irme, es hora de
la cena.
Suerte
con eso. Te veo a media noche en la cabaña de Fell, ¿Qué dices?
Ahí
estaré.
Te amo dulzura.
No
me llames así… También te amo.
No
hubo mas respuesta y las marcas en la ventana que Alec había formado con su
estela desaparecieron de inmediato. Salió al pasillo y ahí estaba su hermana
esperándolo, vistiendo espectacular como siempre.
-¿Listo
para la obra de teatro?
-Solo
no seas muy dura. –Dijo Alec, ambos comenzaron a caminar por el pasillo. –Como
sea se gano este nombramiento.
Isabelle
rodo los ojos al techo. –Lo intentare, pero si algo pasa espero contar con tu
apoyo.
-Ese
siempre lo tendrás hermana.
Ambos
caminaron hacia el comedor pero antes de abrir la puerta Isabelle indico a su
hermano que se detuviera con un ademan y se llevo un dedo a su boca para que
guardara silencio. Isabelle coloco su oído contra la enorme puerta de madera.
-¡Isabelle!
–Reprendió Alec a su hermana. –No debes escuchar detrás de las puertas.
-Mira
quién habla. –Isabelle recordó la vez que Alec le había hablado de Camille y
como había escuchado gran parte de la conversación de Magnus con ella a través
de la puerta del Santuario.
-Esto
es diferente. –Se defendió Alec. –Son nuestros padres.
Isabelle
nuevamente rodo los ojos al techo y pensó que el día en que su hermano fuera
director del instituto las cosas serian muy pero muy aburridas.
-¿Cambiarias
de opinión si te digo que escuche ser mencionado el nombre de Magnus?
Alec
cambio su rostro a sorpresa y pego su oído a la gran puerta. –No se escucha
nada. –Reclamo el chico.
-Simón
me dijo que para escuchar a través de las puertas debes colocar un vaso, o algo
así.
Alec
soltó un bufido. –Simón es un mundano. –Alec tomo su estela y trazo una runa en
su muñeca después coloco su mano sobre la puerta, las voces de sus padres
comenzaron a colarse en su mente, con su otra mano tomo la de su hermana, miro
como esta cerraba los ojos y comenzaba a escuchar.
*
* * * *
-Sabes
lo que hizo por Alexander, por nuestro hijo. –Maryse estaba claramente
intentado contener su voz.
-Eso
lo sé, ¿Crees que no sé algo así?
-De
nada sirve saberlo o sentirlo, si no lo dices.
-No
es fácil, para nada es sencillo, Maryse tú no tienes idea de lo que Alexander
hizo.
-¿Lo
dices por su anillo?
-Así
es, ¿Viste a Magnus portándolo?
-No.
Pero Alexander me dijo.
Robert
se quedo congelado. -¿Te dijo?
-Si
Robert, ellos me dicen ese tipo de cosas y lo harían contigo si tan solo
estuvieras dispuesto a escuchar sin que ellos piensen que los desapruebas por
completo.
-Amo
a mis hijos, solo quiero lo mejor para ellos, para los tres.
*
* * * *
-¿Qué
hacen ahí ustedes dos? –Jace se acerco a ellos en el corredor. -¿No les dijeron
que ese tipo de comportamiento es terriblemente muy mal visto? ¡Por Dios! ¿Qué
clase de educación recibieron?
-¡Shhh!
–Susurro Isabelle, -Están hablando del anillo en la mano de Magnus.
Jace
abrió los ojos como dos enormes platos y se abalanzo contra las manos sujetas
de sus hermanos. –Oh eso no me lo pierdo.
Alec
le dedico una clara mirada de desaprobación. ¿Cuándo su vida se había hecho tan
complicada? Y aun más con la atención de demasiadas personas para su gusto.
Jace solo lo ignoro y cerrando los ojos comenzó a escuchar las voces claras en
la otra habitación.
*
* * * *
-Es
solo que, son tan jóvenes como para estar así de enamorados, mira a Jace y
Clarissa pasando todos esos peligros y Alexander, solo dios sabe lo que
hicieron para recuperar a Magnus.
-Debes
dejar que decidan, que tomen sus
propias decisiones, que se equivoquen
y que retomen el camino correcto. ¿No es eso lo que tus padres te enseñaron?
¿Lo que la familia Lightwood predica? El terrible final que tuvo uno de tus
ancestros pero que fue redimido por generaciones de inmutables y respetados
descendientes, incluido tú…
-Y
mis hijos –Dijo Robert, su mirada mucho más suave y su postura relajada.
–Agradeceré a Magnus por lo que hizo y hablare con nuestros hijos en cuanto me
sea posible.
-Sé
que lo harás –Dijo comprensiva Maryse. –Y en cuanto a Isabelle y ese chico Simón…
Isabelle
se alerto de inmediato detrás de la puerta y decidió que no quería escuchar
nada que sus padres pudieran decir de ella y Simón, tramposamente llamo de
inmediato a la puerta. Sus hermanos la miraron mientras ella solo entraba al
comedor sintiéndose victoriosa.
La
cena fue mucho más tranquila de lo que se pudieron haber imaginado, fue
entretenida e incluso divertida cuando Maryse le hablo a sus hijos de cómo
Michael Wayland y su padre se habían metido en problemas por hacer apuestas con
unos caballeros hadas. Hubo mucha conversación y nada de reclamos o sombras de
culpa entre ellos.
*
* * * *
Magnus
abrió la puerta, ahí estaba Alec con su cara enrojecida a causa del frio, era
media noche y llevaba un abrigo bastante pronunciado, su arco y flechas
colgaban de su espalda como siempre, de inmediato Magnus le sonrió y lo tomo
del saco para meterlo a la casa. Casi instantáneamente sintió el calor
inundándolo, el fuego azul que surgía de la chimenea era muy reconfortante
necesitaba calor y estaba agradecido por sentirlo nuevamente y enseguida se dio
cuenta que Magnus estaba ansioso de dárselo.
-Me
quedare toda la noche, -Dijo Alec entre los fervientes labios de Magnus. –No
tienes que apresurarte.
-Cállate
Lightwood. –El arco cayó al suelo apenas cruzo la puerta, Magnus ya había
quitado el abrigo de Alec y estaba con sus manos sobre la hebilla de su
cinturón o eso intento, Alec llevaba consigo muchas armas. -¿Vas a una guerra
dulzura?
-Te
dije que no me llamaras así. –Alec sentía como Magnus lo arrastraba hacia la
cama despojándolo de su cinturón de armas.
-Y
yo te dije que seguiría con él. –Magnus se dejo caer sobre la cama y tiro a
Alec hacia él, este colapso sobre Magnus, sus bocas aun unidas ansiosas de
sentir más.
Magnus
dejo los labios de su novio para bajar a su cuello y con su lengua sentir la
piel suave y fría de Alec.
-Se
ve mucho mejor. –Dijo Magnus refiriéndose a la marca casi invisible ahora en el
cuello de Alec.
Alec
dejo salir un gemido al sentir la mordida de Magnus en su cuello, pero aun así
no se alejo ni un milímetro de él, por el contrario, sus brazos lo rodearon con
fuerza y determinación. Tal vez no necesitaban apresurarse pero lo querían y lo
estaban demostrando.
Magnus
ya no tenía su camiseta cuando Alec bajo a su pecho para besarlo, el brujo
tenía sus dedos envueltos en el cabello de Alec. Sus ojos cerrados disfrutando
el momento cuando inesperadamente Alec levanto su cabeza alejando sus labios de
él.
-¿Oíste
eso? –Dijo Alec.
Magnus
odio la habilidad de Alec para desconcentrarse.
-Hace
viento afuera. –Dijo Magnus jalando a Alec para que volviera ahora a sus
labios.
Alec
regreso a Magnus pero no fue por mucho tiempo, nuevamente se alejo, había una
ventana que miraba hacia afuera muy cerca de ellos y Alec estiro su cuello
hacia ella. –Algo pasa. –Dijo, su respiración era fuerte por su actual
actividad pero había seriedad en su voz.
A
Magnus no le importaba lo que pasaba en el mundo en este momento y pozo sus
labios en el estirado cuello de su novio para obligarlo a concentrarse en lo
único que quería que se concentrara. –Hace viento, ya te lo dije. –Las manos de
Magnus comenzaron a apartar la camiseta de Alec ansiosamente cuando este las
tomo y las coloco firmemente a sus costados por encima de su cabeza
reteniéndolas contra las almohadas.
-¡Wow!
–Dijo Magnus sonriendo pero su sonrisa se fugo cuando se dio cuenta de que este
no había sido un acto de lubricidad y pasión, Alec lo había sujetado porque en
verdad quería que se detuviera, ni siquiera lo miraba a él ahí debajo de su
cuerpo, su mirada estaba fija en la ventana hacia afuera y lejos.
-De
verdad algo está pasando. –Alec no apartaba la mirada de la ventana y Magnus la
subió para ver lo que lo estaba alarmando. Había luz, una luz naranja que
definitivamente no debería estar ahí.
-¿Qué
demonios? –Dijo Magnus mientras Alec se ponía de pie y levantaba su cinturón de
armas del suelo.
Alec
salió de la cabaña y miro el cielo, había demasiado viento, como si
inesperadamente una tormenta los hubiera alcanzado, su mirada siguió el
resplandor irregular color naranja y se quedo inmóvil al mirar algo que estaba
formándose en el cielo, tapando por completo las estrellas, eso tan raro hacia
parecer la noche como un amanecer de un color extraño e innatural.
Magnus
salió de la cabaña colocándose la camiseta. -¿Esta sobre Alicante? –Pregunto
con duda al ver la extraña actividad en el cielo.
-No
–Dijo Alec. –Está sobre Brocelind, en la llanura tal vez.
Magnus
se acerco a Alec cuando ambos miraron a las torres demonio cambiar de color
llamando a los Cazadores de Sombras a la guerra.
-Hare
un portal a tu casa. –Dijo Magnus antecediéndose a la preocupación que sabia
Alec sentía hacia su familia.
-No
–Dijo con determinación. –Debemos ir a la plaza del Ángel, estarán ahí.
-¿Estás
seguro de eso? ¿No quieres cerciorar primero tu casa?
-Están
en la Plaza. Lo sé. Ni Jace ni mi padre e incluso Isabelle se quedarían
quietos. –Alec miro hacia Magnus, este estaba vistiendo solo su camiseta, una
de sus manos sujetaba su propio codo, hacia mucho frio.
Alec
entro a la cabaña y regreso con su abrigo en las manos, lo coloco sobre los
hombros de Magnus. –Estoy bien –Dijo el brujo claramente conmovido por lo que
Alec estaba haciendo.
-Podemos
estar bien los dos. -Alec rio a Magnus, esa sonrisa que iluminaba todo su
rostro. Tomo su estela y dibujo la runa que le ayudaba a mantener el calor de
su cuerpo. –Debemos irnos ya.
Magnus
abrió el portal y en un segundo estaban en plena plaza del Ángel.
-Por
acá. –Dijo Alec y tomo la muñeca de Magnus para comenzar a moverse entre la
multitud.
No
paso mucho tiempo cuando entre los cientos de rostros Alec encontró a quienes
estaba buscando.
-Te
lo dije. –Dijo Jace a Isabelle cuando Alec los alcanzo. Isabelle sabía que
tener un parabatai era algo especial,
pero pensó en que quizás nunca dejaría de sorprenderse la manera tan
impresionante de sentirse mutuamente.
-Bien
pero y ahora que hacemos, no tenemos idea de lo que es eso. –Isabelle señalo al
cielo.
-Debemos
acercarnos, -Dijo Jace sin rodeos. –Es la manera más lógica de averiguar que
es.
-Y
también la más peligrosa. –Aclaro Alec y luego suspiro. –Pero tienes razón, nos
acercaremos a través del bosque, sea lo que sea esa cosa, no debemos exponernos
a campo abierto.
Clary,
Jace, Isabelle, Simón, Magnus y Alec corrían entre los árboles, se las habían
ingeniado para salir de la vista de sus padres y los demás Cazadores de
Sombras, necesitaban ser sigilosos y no lo lograrían si se convertían en una
muchedumbre.
-¿Qué
es esto? –Pregunto Isabelle siguiendo a Alec y Jace que iban a la cabeza y
sintiendo la pesadez en el aire.
-Niebla
demoniaca. –Dijo Magnus.
Jace
y Alec se detuvieron antes de salir por completo del bosque, seguidos por los
demás, hasta ahora no se habían encontrado con ningún demonio, lo que hacía a
la situación en verdad intrigante.
Ocultos
en la línea de arboles con la llanura despejada frente a ellos pudieron ver lo
que estaba en el cielo: Un vórtice de color negro, nubes de color turbio se arremolinaban
a su alrededor, lo más impresionante era el color naranja del cielo.
Todos miraban expectantes hacia el vórtice en
el cielo.
-¿Qué
demonios está esperando? –La voz de Magnus fue fría, todos sabían a lo que se
refería, no podía pasar otra cosa, estaban esperando a los demonios surgir de
él.
Y
paso. Un sinfín de criaturas se dio paso a través del vórtice y caían al suelo
en la llanura, las espadas seráficas de los chicos se encendieron pero antes de
que se abalanzaran al inicio de la batalla pudieron observar como de unos de
los riscos que rodeaban la llanura una mancha negra surgió y se abalanzo contra
los demonios en tierra, fue hasta que uno a uno fueron cayendo que se
percataron de que la mancha eran cientos de flechas que cubrieron el cielo y
habían volado para atacar.
-Los
arqueros. –Informo Jace viéndose complacido de que su ataque había traído muy
buenos resultados.
-Se
han organizado –Dijo Alec. –Debemos unirnos a ellos.
Los
seis chicos se dirigieron hacia el risco y ahí se encontraba ya Jia y Robert
dando órdenes de ataque, así como Luke, Jocelyn y cientos de Cazadores de
Sombras, Los arqueros seguían haciendo volar flechas hacia tierra al momento de
ver cualquier movimiento entre las cenizas que habían quedado de su ataque
inicial.
-¿Crees
que haya terminado? –Pregunto Alec a Magnus al ver la poca actividad demoniaca.
Magnus
miro nuevamente hacia el cielo. –Esa cosa sigue ahí.
No
tuvo que decir más, sabía que la alarma seguía hasta que supieran de qué se
trataba lo que se cernía sobre ellos y lograran desaparecerlo.
Alec
miraba a su padre dando instrucciones a los diferentes grupos cuando un
estruendo los hizo a todos estremecerse, rugidos, alaridos, gritos y todo tipo
sonidos escalofriantes se escucharon a su alrededor, al parecer surgiendo del
vórtice, al fijar la mirada sobre él lo peor sucedió. Como si se tratase de un
enjambre que hubiera sido despertado, demonios comenzaron a darse paso hacia la
llanura. Cada Cazador de Sombras ahí se congelo y miraba fijamente hacia la
lejanía donde más y más criaturas surgían del agujero en el cielo.
-No
es posible. –Robert Lightwood se miraba en verdad desconcertado.
No les ganaremos. No
podremos con ellos. Los comentarios no se
hicieron esperar estaban a punto de entregarse a una batalla perdida.
Alec
miro hacia sus hermanos, miro como Isabelle se aferraba al brazo de Simón, por
primera vez temerosa, Jace sujeto a Clary de la mano y esta coloco su frente en
su hombro, observo a sus padres acercarse y mirarse tristemente y Jia dar una
mirada hacia donde se encontraba Aline con Helen, todos parecían estar
despidiéndose. Alec dirigió su atención a Magnus.
-Magnus.
–Dijo con voz baja.
Magnus
lo miro y se alarmo. –No. –Le dijo firmemente. –No lo hagas, no te despidas.
Alec
sonrió. –No planeaba hacerlo. –Era verdad, lo que tenía intención de decir era
absolutamente lo contrario. –Sé que es imposible, -Dijo tímido. –Pero si
hubiera una manera, es decir, alguna forma de que pudiéramos…
-¿Alec?
–Magnus se acerco al chico que estaba claramente encontrando las palabras
perdidas en su mente llenas de pena, intento ayudarlo sujetando sus manos.
Alec
respiro profundo y dejo que las palabras salieran finalmente con precipitacion.
-Si hubiera una manera de que tú y yo pudiéramos casarnos, algo que fuera real,
que significara algo verdadero para mí. Tu. ¿Lo harías? ¿Te… casarías conmigo?
Cientos
de años vinieron a Magnus en respectiva en ese momento, había creído y se había
obligado a sí mismo a pensar que la felicidad no era para él o no en su
totalidad, todo lo que era bueno y pleno no era duradero o eterno como él lo
era, no había un Feliz para siempre
para él, lo sabía y lo había aceptado, hasta ahora. Ahora que miraba la
determinación en los ojos azules de Alec, nada había cambiado, él era inmortal
y Alec mortal pero aun así Alexander le abrió un mundo nuevo, un mundo donde
todo a partir de ahora seria nuevo y renovador, estaba dispuesto a hacerlo
eterno, sin importar lo que eso significara para ellos, solo necesitaba fe y
Alec la tenía, Tenia la fe que ambos necesitaban.
-Claro…
Por… Por supuesto que sí. Alec. Nada me gustaría más. Y lo haremos, Alexander
encontraremos la manera. Yo…
-Tendremos
que dejarlo para después. –Dijo Alec haciendo que Magnus saliera de un
maravilloso aturdimiento y asombro. –Debemos sobrevivir primero.
Magnus
no pudo evitar sonreír a pesar de la muy pesimista situación. Alec tenía una
maravillosa forma de sorprenderlo y llenarlo de esperanza –Bien, -Dijo sobrepasado en un suspiro. –Será después.
Las
espadas seráficas brillaron, los arqueros nuevamente lanzaron una ráfaga de
flechas que ayudaron pero en poca medida, los demonios les sobrepasaban tal vez
cien veces en número.
Los
primeros Cazadores se lanzaron hacia la batalla.
-¿Logro
abrir un portal al Pandemónium? –Pregunto Jace.
-No
–Dijo Magnus. –No tiene ese poder, lo escuche hablando con… Asmodeus sobre eso
y este le negó la ayuda. –Todos miraron a Magnus incluso Robert. –Si es un
portal, es en esta dimensión.
-¿Es
posible que haya ese número de demonios en esta dimensión? –Pregunto Robert a
Magnus.
-No
en un solo lugar.
-No
tiene ningún sentido, -Dijo Robert. –Evidentemente encontró la manera.
-¿Magnus?
–Alec uso el tono de voz que le hacía saber que era hora de decir lo que
pensaba y sabía.
-Creo
que es una invocación y los está liberando.
-¿No
se necesita un pentagrama para eso? –Pregunto Isabelle.
-Así
es. –Dijo Magnus. –Debemos encontrar el pentagrama y terminar con el enlace.
-¿Cómo
haremos eso? –Clary pregunto desconcertada.
-Magnus
puede. –Dijo Alec y miro a su novio. –La magia, puedes sentirla, ¿Cierto?
-Así
es –Dijo Magnus mirándose complacido por el acertado comentario de Alec. –Es
una magia muy oscura y poderosa. Está en el bosque.
-Entonces
deben ir haya y encontrarlo. –Robert se miro más seguro, por lo menos ahora había
una posibilidad.
-No
puedes enviarlos. –Dijo Maryse. –Son menores, ni siquiera deberían de estar
aquí.
-Entonces
iremos Magnus y yo. –Dijo Alec.
-¡No!
–Protestaron Jace e Isabelle, a nadie le extraño.
-Irán
todos. –Dijo Robert. –Y permanecerán juntos.
-Robert…
-Maryse no podía creer lo que escuchaba.
-Alexander
y Jace deben permanecer unidos, son más fuertes así. –Robert tomo aire al
parecer lo que estaba a punto de decir le costaba trabajo pronunciarlo. –Todos
son más fuertes estando juntos. Nos lo han demostrado.
-Pero
ustedes… -Dijo Isabelle se miraba preocupada. –Necesitan ayuda aquí, son
demasiados.
En
ese momento saltaron de detrás de ellos un sinfín de lobos y vampiros que al
parecer habían venido a unirse a la batalla en contra de los demonios, Alec
reconoció a Jack el chico que les había ayudado a buscar a Magnus. Raphael
apareció corriendo en compañía de sus aliados vampiros miro de soslayo a Magnus
antes de comenzar su lucha contra el primer demonio destrozándolo con sus
garras.
Los
chicos no habían despertado de su asombro pero Robert los obligo.
-¡Váyanse
ahora!
Dejar
a sus padres era muy difícil pero en este momento era necesario para salvar cuántas
vidas sean posibles. Corrieron de nuevo hacia el bosque abriéndose paso entre
los demonios que ya los estaban rodeando, nuevamente Jace y Alec lideraban al
grupo, la espada de Jace y el arco de Alec eran una muy buena forma de sacar
del camino a los demonios que se abalanzaban contra ellos.
-¿Por
dónde? –Pregunto Jace a Magnus.
Magnus
no respondió, de sus manos surgió una niebla azul que paso a través de su formación
adelantándose a ellos para mostrarles el camino. Jace sonrió complacido y
siguieron avanzando, con forme mas se alejaban de la llanura los demonios
disminuyeron.
-Ahí
adelante. –Advirtió Jace y aceleraron el paso, se vislumbraba un brillo frente
a ellos pero eso no fue lo que más les impresiono. Ahí al pie del enorme
pentagrama se encontraba Sebastian.
Sebastian
los miro y sonrió maliciosamente. –No pensé que me encontraran tan fácilmente,
-miro a Magnus con desprecio. –Eso supongo te lo debo a ti, ¿Cierto brujo?
Alec
se movió inconscientemente frente a Magnus para protegerlo de las amenazas de
Sebastian. Este solo se burlo.
-Siguen
protegiéndose entre ustedes, como si eso fuera a cambiar algo.
-Nunca
lo sabrás. –Dijo Jace sombríamente. –No veo a nadie intentando protegerte. No
tienes idea de lo que eso significa.
-¿Cómo
ustedes protegieron a su muy amado hermano menor?
-¡No
te atrevas a mencionar a Max! ¡Desgraciado hijo de puta! –Isabelle dejo libre
su látigo y corrió hacia Sebastian sin pensarlo. Sus hermanos la siguieron
uniéndose a la batalla.
Magnus
no perdió el tiempo y aprovecho la distracción de Sebastian para acercarse al
pentagrama y comenzar con la tarea de cerrarlo, se quedo un momento de pie
mirando a lo que se cernía sobre él y entendió que Sebastian había creado un
portal sobre el pentagrama para enviar a los demonios a la llanura. Magnus
escuchaba la violenta batalla pero ahora no era buena idea prestar atención a
ello, necesitaba terminar con la masiva invocación y cerrar el portal lo antes
posible. Levanto sus manos las cuales estaban rodeadas de magia azul y poderosa,
comenzó con sus más poderosos encantamientos de sellado, en medio de uno de sus
canticos y con toda su concentración en ello, algo inesperadamente lo golpeo
con tanta fuerza que lo hizo volar hacia atrás, alejándolo del pentagrama.
Al
levantar la miraba pudo ver a lo lejos a Sebastian con su atención puesta en él
y una mano levantada en su dirección, Sebastian había adquirido poder de lanzar
energía a través de sus manos y con ella había atacado a Magnus para evitar que
terminara con su misión.
Alec
miro esto con rabia y lanzo una ráfaga de flechas hacia Sebastian este esquivo
la mayoría pero se jacto de su poder al tomar una de ellas antes de que lo
alcanzara con su mano y romperla en dos para después tirarla al suelo.
Sebastian
estaba sonriendo. –Tu brujo morirá hoy aquí. ¿Lo sabes?
-Solo
uno morirá hoy aquí. –Dijo Jace levantándose del suelo, todos habían sido
brutalmente reprendidos por Sebastian y estaban incorporándose de nuevo. –Y será
el único que no me agrada.
Jace
corrió hacia Sebastian para renovar su ataque. Alec miro hacia Magnus que
estaba incorporándose nuevamente y con un asentimiento de cabeza entendió que
lo volvería a intentar, estaba en ellos cinco que Sebastian no volviera a
evitarlo.
Sebastian
estaba usando todo su poder en contra de los chicos los cuales hacían todo lo
posible para lograr herirlo, Sebastian solo los apartaba con energía o haciendo
levitar sus armas en su contra, no importaba que fueran cinco contra él, el
poder era superior y completamente nuevo para los Nephilim y Simón.
-Esto
no está funcionando. –Dijo Simón limpiando sangre de la comisura de su boca.
-Necesitamos
darle tiempo. –Dijo Alec y miro hacia Magnus concentrado en el pentagrama.
-Decirlo
es fácil. –Simón dedico una risa resignada a Alec. Este se levanto nuevamente y
miro como Jace e Isabelle unían fuerzas para intentar herir a Sebastian pero
sin éxito, ambos Cazadores de Sobras salieron disparados hacia atrás
violentamente por la energía de Sebastian y como si se tratara de una
competencia de relevos, Simón y Alec se unieron a la lucha, Simón se concentro
en el cuello de Sebastian cuando este evito la flecha que Alec le había
arrojado pero Sebastian sujeto la mano de Simón con sus garras expuestas a unos
centímetros de su objetivo, sonrió al vampiro maliciosamente pero la sonrisa se
esfumo al momento en que una daga corto el aire y se inserto en su pecho, Sebastian
miro hacia sí mismo y después hacia adelante en donde a unos metros se
encontraba Clary aun con su mano extendida y una sonrisa triunfante. Todos en
la expectativa observaron como Sebastian soltaba sin ningún interés a Simón y
tomaba la daga en su pecho la cual retiro y arrojo a los pies de Clary.
-Solo
tú. –Dijo Sebastian con tranquilidad desconcertante. –Solo tu hermana podrías
lastimarme.
-Y
te matara. –Jace tomo nuevamente su espada y con energía renovada se abalanzo
contra Sebastian, ahora sabían que no era invencible y no dejarían la batalla
por ningún motivo.
Pero
como si lo recién ocurrido hubiera sido un interruptor que despertó lo más
oscuro del Cazador de Sobras, arremetió contra los chicos de la manera más
brutal y sanguinaria, alcanzo a Jace por su espalda para colocar la espada
seráfica a través de su cuello y dar un rodillazo tan fuerte que hizo que Jace
escupiera sangre, Jace no había terminado de caer al suelo cuando Sebastian se
dirigió hacia Alec quien no tuvo tiempo de reaccionar, antes de que levantara
su arco Sebastian logro arrebatarle una de sus flechas e incrustarla en su
hombro, muy cerca de su corazón, Alec soltó un grito lastimero y supo que
Sebastian había fallado por tan solo unos centímetros a su propósito de
matarlo. Isabelle corrió hacia su hermano solo para ser interceptada por
Sebastian y recibir una patada despiadada en la boca de su estomago, Isabelle
perdió el aire por completo y se desplomo al suelo sin poder evitarlo, el
siguiente en la línea de ataque del Cazador de Sobras fue Simón que intento
nuevamente herirlo con sus garras pero Sebastian nuevamente lo sujeto y sin
ningún contemplamiento giro tanto la mano del vampiro que se escucho un
desgarrador sonido de hueso siendo destrozado, Simón grito y se dejo caer al
suelo, todo esto paso en tan solo unos segundos, Sebastian tomo lugar en medio
de los ahora mal heridos combatientes con satisfacción, Clary observaba con
horror la escena, y entendió que había sido una revancha a su acto de valentía.
-Toma
nuevamente una de tus dagas hermana y veamos si tus muy amados amigos
sobreviven tu siguiente acto valiente.
Clary
mordió su labio con frustración y rabia mientras Sebastian se acercaba
lentamente a ella, nadie contaba con la voluntad de Jace al ver a Clary en peligro,
logro acercarse a Sebastian antes de que llegara a ella, todos quedaron
sorprendidos al ver que la mano con la que lo sujetaba estaba encendida, El
Fuego Celestial estaba aun presente, cuando todos habían pensado que lo había
abandonado en el Pandemónium al haber enfrentado a Asmodeus, Sebastian se alejo
de Jace por primera vez temeroso de su poder.
Alec
estaba inclinado sobre su hermana, trazando una Iratze, había sacado la flecha de su hombro, surgía sangre de su
herida, sin embargo lo único que quería era sanar a Isabelle, Simón y Clary se
acercaron a ellos.
-¿Cómo
está tu brazo? –Pregunto Clary con angustia a Simón.
-Esta
sanando. –Respondió para calmar a su amiga.
Clary
estaba ayudando a Alec con una Iratze
sobre su herida mientras que Isabelle se sentaba con un aspecto más recuperado.
-¿Dónde
he visto esto? –Dijo Isabelle con ironía.
Alec
estaba mirando hacia Magnus con todo su poder concentrado en el pentagrama de
donde no dejaban de surgir los demonios que cruzaban el portal hacia la llanura,
pero gracias al comentario de Isabelle una idea cruzo por su mente, ya habían
pasado por esto al enfrentarse a Asmodeus y habían podido contenerlo con la
runa que Clary había creado, la runa que parecía atacar a los poderes demoniacos,
poderes que Sebastian había adquirido, había una posibilidad de que funcionara
como lo había hecho con Asmodeus. Alec extendió sus flechas hacia Clary y le
pidió que trazara la runa, Los rostros de los chicos cambiaron y Clary comenzó
a trazar.
Sebastian
atacaba a Jace con precaución, cuidando no estar lo suficientemente cerca de él
como para ser atacado por el Fuego Celestial, cuando por primera vez después de
un buen tiempo Sebastian prestó su atención nuevamente a Magnus, lo había
olvidado y no podía permitir que terminara con las invocaciones, Jace estaba
claramente en cierta ventaja ante él, miro hacia los chicos y noto a Clary
concentrada en las flechas de Alec, observo a Magnus con su misión a punto de
ser cumplida tenía que evitarlo se sintió acorralado por primera vez pero no se
quedo con los brazos cruzados.
Sebastian
levanto su mano en dirección al portal sobre el pentagrama y en un segundo este
se cerró, haciendo que los demonios que aun salían del pentagrama se dispersaran
ahora sobre ellos, Magnus se conmociono por un momento pero los demonios
difícilmente le prestaron atención lo que permitió que siguiera con el objetivo
de sellar el pentagrama. Los chicos en un segundo se miraron rodeados de
criaturas demoniacas, El Fuego Celestial terminaba rápidamente con muchos de
ellos pero eran demasiados, Las espadas seráficas brillaron imponentes y
comenzaron a destrozar demonios convirtiéndolos en cenizas, lograron
contenerlos con habilidad sobresaliente, cuidando sus espaldas, comportándose
como una muy eficiente maquina, un perfecto equipo. Todos son más fuertes estando juntos. Robert lo había dicho porque
era verdad y lo estaban demostrando. Sebastian logro evadirse entre la batalla
para caminar hacia Magnus pero Jace no se lo permitió, frustrado Sebastian uso
la única arma que tenía a su disposición que podía dañar a Magnus.
-¡El
brujo! –Grito al cielo, dirigiéndose a los demonios. –¡Maten al brujo!
La
orden fue tomada al instante, Magnus sintió el peligro y abrió los ojos, una
ola de demonios se abalanzo hacia él, apenas alcanzo a poner una red de energía
que logro protegerlo del primer impacto, sin embargo su energía ya era poca por
el esfuerzo y no pudo evitar salir disparado hacia atrás por el ataque. Alec ya
había comenzado a correr hacia él pero aun tenía en su camino a una decena de
demonios para combatir antes de llegar a Magnus. No llegare, no lo lograre Pensó con terror. Alec grito el nombre de
Magnus cuando observo como la red de energía se esfumaba y los demonios se
dirigieron directamente hacia él expuesto en el suelo, Magnus levanto sus manos
para prepararse, el demonio que estaba dispuesto a acabar con él callo
convertido en cenizas, Magnus miro la espada seráfica responsable pero le
sorprendió mucho mas el portador. Robert Lightwood estaba parado frente a él y
lo había salvado, en un segundo Magnus y los chicos se vieron rodeados de
Cazadores, vampiros, brujos y lobos que estaban luchando para eliminar a los
demonios.
Sebastian
había olvidado una parte muy importante de ser un Cazador de Sombras: nunca
abandonan. Lo que Sebastian había pensado como una ventaja de inmediato se
convirtió en la peor idea para él, cerrando el portal había permitido que los
guerreros en la llanura lograran ir en ayuda de los jóvenes.
-Maldita
sea. –Aspecto Sebastian mirando la batalla desarrollándose y tomando una nueva
dirección.
-¿Qué
esperabas? –Dijo Jace brillando y caminando hacia él. –Subestimaste a los
Nephilim y a los mismos subterráneos, intentaste separarlos sin pensar en lo
que realmente les importa a ambos: eliminar a los demonios. Nos diste un enemigo
en común. –Jace sonrió. –Gracias.
*
* * * *
Alec
logro por fin llegar a Magnus, lo sujeto por los hombros. -¿Magnus? –Dijo
temeroso.
-Estoy
bien. –Dijo tranquilo y miro a Robert aun parado frente a ellos con la guardia
encendida. –Gracias a tu padre.
Alec
miro a su padre. –Gracias –Le dijo sorprendido.
Su
padre no tuvo tiempo de responder, un par de demonios intentaron atacar de
nuevo a Magnus por la espalda, Alec se movió ágilmente y termino con uno de
ellos, Raphael apareció sorpresivamente y termino con el segundo.
-¿Hiciste
enfurecer a alguien brujo? –Raphael mostro sus colmillos con una sonrisa
maliciosa.
-¿Por
qué lo están atacando? –Pregunto Robert al ver la muy evidente fijación de los
demonios en su contra.
-Estoy
a punto de sellar el pentagrama. –Dijo Magnus poniéndose de pie con la ayuda de
Alec. –Solo necesito un poco más de tiempo, yo…
-No
digas más, -Robert se escucho decidido. –¡Cazadores aquí! –Grito captando la
atención de una decena de Nephilim. –¡Un circulo de defensa alrededor de
Magnus! ¡Nada entra! ¡Lo protegeremos hasta que selle la invocación!
Magnus
tomo la mano de Alec que lo estaba sujetando fuertemente del abrigo. –Debes
soltarme. –Dijo.
Alec
renuente lo hizo y Magnus camino de nuevo hacia el pentagrama.
-Debes
ir con Jace y tu hermana, te necesitan. –Dijo Robert a su hijo.
-No
lo dejare.
-Sé
que es imprudente pedirte esto. –Robert fijo su mirada en la de su hijo. –Pero
confía en mí. Nada le ocurrirá.
Confía en mí.
Era difícil, era muy difícil, llego a pensar en negarse, algo de lo que su
padre no podría culparlo. Jace y tu
hermana, te necesitan. Estas palabras hicieron que reaccionara, miro a
Magnus nuevamente y su confianza surgió, Magnus le estaba sonriendo con
seguridad. Confía en tu padre. Le
dijo su mirada. Y lo hizo.
*
* * * *
-¿un
enemigo en común? –Sebastian se notaba irritadamente satisfecho por la
situación. –No te engañes hermano, los Nephilim nunca aceptaran a los
subterráneos, tú mismo los desprecias.
-Solo
hay alguien a quien desprecio. –Jace levanto su espada, El Fuego Celestial
crespo sobre su piel y se abalanzo contra Sebastian.
La
lucha a su alrededor parecía lejana a ellos, sus movimientos eran exactos y
terriblemente mortales, Sebastian precavido con cada uno, su expresión indicaba
que no podía darle ninguna oportunidad a Jace, ahora el poder era muy similar y
estaba muy consciente de que podía matarlo. Tenía que usar a su favor la
ventaja que tenía a su alcance, en un instante una decena de demonios se
abalanzaron directamente contra Jace haciendo que perdiera parte de la
concentración que mantenía sobre Sebastian. Jace no tuvo muchos problemas
contra los demonios pero término bastante alejado de su objetivo: Sebastian.
Para seguir con las malas noticias pudo observar como Clary corrió hacia él, su
espada corta diestramente sujetada lista para atacar.
Jace
llamo a Clary en el momento en que esta se unía a la batalla contra Sebastian
el cual tenía una sonrisa escalofriante en su rostro al ver la temeraria acción
de su hermana.
-Cada
día me sorprende más tu valentía hermanita.
Clary
no dijo nada solo siguió lanzando estocadas hacia su hermano para intentar
herirlo. Sebastian miro su propósito afianzado en su expresión y algo dentro de
él se encendió; furia hacia su hermana, furia hacia la manera tan ferviente de
odiarlo.
-Nunca
me diste una oportunidad. –Dijo Sebastian mientras esquivaba hábilmente cada
estocada de Clary como si en realidad ninguna de ellas fuera peligrosa. –Soy tu
hermano, tu lugar es a mi lado.
-Y
el tuyo es en el infierno. –Clary estaba luchando con todas sus fuerzas,
Sebastian apenas se inmutaba.
-Mira
a tu alrededor Clarissa. Tú puedes terminar con todo esto. Ven conmigo y dejare
a los Cazadores, Termina con la batalla. Tú tienes ese poder.
Clary
se detuvo con su respiración fuerte en su pecho y miro a su alrededor, miro a
Isabelle mal herida blandiendo su látigo con eficiencia, observo a Simón cerca
de ella intentando mantenerse en pie frente a los demonios que en cada momento
se hacían mas y mas, miro a Jace, Alec, Luke y su madre unidos a una batalla
que a cada segundo se hacía mucho más difícil de ganar, observo a los vampiros
y lobos pasar de ataque a defensa para lograr mantener sus vidas.
-Puedo
jurarlo. –Dijo Sebastian sintiéndose triunfante. –Puedo jurar que nos iremos y
dejare a los Cazadores tranquilos.
-Los Cazadores –Dijo Clary sonriendo
dolorosamente, -¿Ese es el truco? ¿Qué hay de los Subterráneos que están luchando?
Sebastian
sonrió. –No puedes tenerlo todo hermanita.
-Eres
un…
-Los
Subterráneos son una abominación, un derivado de los demonios. ¿Cómo…
-Hay
sangre de demonio en ti. –Dijo Clary sin piedad. –Tú eres la abominación que
nuestro padre creo, algo que no debió haber existido…
-¡Cállate!
–Sebastian perdió todo miramiento hacia su hermana y sin compasión la tomo del
cuello y lo presiono para causar daño. –Si no vienes conmigo, morirás hoy aquí.
Clary
comenzó a jadear y luchar por aire, dejo caer su espada, a pesar de los
puntapiés que Sebastian recibía, este pareciera que tomaba más fuerza.
En
los siguientes segundos y antes de que la inconsciencia le llamara, Clary cayó
al suelo liberada, tosiendo y jadeando, al mirar hacia arriba su miedo termino
de acentuarse, Sebastian tenía entre sus palmas el filo de una espada seráfica,
la espada estaba sostenida por Jocelyn.
-Aléjate
de ella. –Dijo Jocelyn a Sebastian el cual la miraba con ojos desorbitados.
Sebastian
despertó de su asombro para repeler la espada pero La Cazadoras de Sobras tenía
más experiencia en batalla, Sebastian se quedo inmóvil al sentir una daga en su
cuello antes de que pudiera moverse y con el frio filo en su piel percibió una
línea de sangre que recorrió su garganta.
-No
te muevas. –Advirtió Jocelyn a su hijo con voz peligrosa.
-¿Qué
pretendes Jocelyn Fairchild? –Sebastian hablaba a su madre como una perfecta
desconocida ya que eso era para él. –No iré preso a La Clave, si vas a matarme hazlo
de una vez. ¡Haz lo que has querido hacer desde el primer momento que me
miraste! ¡Termina con tu error!
Jocelyn
presiono mas la daga en el cuello de su hijo, Sebastian apenas hizo un gesto de
curiosidad.
Jocelyn
había amado a su hijo desde el momento en que supo que crecía en su vientre, lo
había amado durante los meses que poco a poco se creaba ese lazo tan enérgico
que se forma naturalmente entre un hijo y su madre en la preñez, había amado a
ese hijo en su mente con ojos probablemente verdes, con su cabello rubio, anhelando
su llanto, ese llanto que nunca conoció, añorando verlo crecer y ser formado
como un excelente Cazador de Sombras, amando y siendo amado por sus padres, por
Luke, por su hermana y sus abuelos, esos abuelos que ahora no existían, que
habían muerto junto aquel hijo que nunca tuvo pero que existía, que estaba
frente a él con su vida en sus manos y dispuesta a quitársela. Al momento en
que sus ojos se llenaron de lágrimas se dio cuenta que pese a todo lo ocurrido,
aun amaba a su hijo.
Sebastian
miro las lágrimas corriendo por el rostro de su madre pero esto no causo más
que desprecio hacia ella. Tomo la daga de la mano de Jocelyn sin ningún
problema.
-Eres…
En verdad te desprecio, mi hermana por lo menos está decidida a matarme, eso la
hace admirable, pero tú… tú eres débil.
Sebastian
levanto la daga teniendo como objetivo el corazón de su madre el tiempo se
detuvo para Clary al ver con horror la escena y no tener la fuerza para
impedirlo. El alivio se apodero de ella al ver la daga volar lejos de la mano
de Sebastian al haber chocado con una flecha, Clary levanto la mirada para ver
a Alec su mirada penetrante fija en Sebastian, no perdió el tiempo y estiro su
mano hacia su espalda para tomar una flecha mas la cual hizo volar hacia el
Cazador, Sebastian levanto su mano en su dirección para desviar la flecha con
energía pero no funciono, las flechas de Alec tenían la nueva runa de Clary y
logro traspasar el poder demoniaco y enterrarse en su mano haciendo que
Sebastian gritara mas de sorpresa que de dolor. Alec no pudo evitar una sonrisa
de satisfacción y continúo con la ráfaga de flechas hacia Sebastian.
*
* * * *
Magnus
seguía con su poder enfocado en el pentagrama, los Cazadores de sombras que lo rodeaban
para protegerlo se estaban mirando en mas y mas problemas para cumplir su
propósito, esto hizo que Magnus tomara una decisión.
Magnus
siempre había sido precavido con sus poderes, había sido instruido por los
hermanos silenciosos en un lejano país hacia cientos de años para lograr
controlar su poder y aceptar lo que era sin sentirse mal por ello. Se había
prometido a si mismo que no dejaría que su poder lo controlara y se repitiera la
tragedia que ocurrió aquel fatídico día en que mato a su padrastro sin poder
evitarlo y se encontró pensando en lo mucho que las cosas habían cambiado, ahí
en medio de los Nephilim que fielmente lo estaban protegiendo, nunca nadie lo había
intentado proteger a excepción de Alexander y le tomo mucho esfuerzo aceptar
algo así, pero sabía que el cambio era necesario y en su mayoría bueno, lo tomo
y acepto, como acepto la manera tan extraordinaria en que amaba a Alec. Alec
que llego a su vida para quedarse siempre.
Alec que estaba luchando no muy lejos de él. Magnus se lleno de energía
renovada y se dio cuenta de que era momento de confiar más en su propio poder.
Robert,
Kadir y Raphael eran los más próximos a Magnus, cuidando que ningún demonio se
le acercara a pesar de sus constantes ataques directos hacia él. Los tres se
quedaron por un momento congelados al percatarse de la nube azul de energía que
surgía del cuerpo de Magnus, este poder estaba provocando algo completamente
inesperado, dejaron de surgir demonios y los que estaban cerca del pentagrama
estaban siendo atraídos nuevamente hacia él.
-No
sabía que los Brujos eran capaces de hacer algo así. –Dijo Kadir con asombro.
-Cosas
de brujos. –Dijo Raphael atónito.
-No.
–Dijo Robert mirando fijamente a Magnus y a los demonios que inevitablemente eran
atraídos hacia el pentagrama por su poder. –Cosas de Magnus.
*
* * * *
Luke
corrió hacia Jocelyn ahora en el suelo claramente consternada, Jace miro con
amplias expectativas hacia las flechas dirigiéndose hacia Sebastian, la mayoría
provoco daño haciendo que la furia del Cazador se encendiera hacia el
responsable. Sebastian miro hacia Alec y corrió hacia él con espada en mano,
Alec dejo su arco y tomo una espada de su espalda para prepararse. La espada de
Sebastian choco estruendosamente contra la brillante de Jace que se había
colocado frente a su parabatai para
protegerlo.
-Aun
no terminamos tú y yo. –Dijo Jace y se reanudo su batalla. El fuego Celestial
se había ido, Alec entendió que probablemente era a consecuencia del desgastamiento
en la energía de Jace.
Alec
no lo dudo y se unió a la batalla, sus movimientos y fuerza se acompasaron con
los de Jace, sentía su runa parabatai
más viva que nunca. Sin dejar a Sebastian siquiera respirar, atacaban sin
piedad, movimientos en completa sincronía, sin embargo Sebastian hizo uso nuevamente
de su poder demoniaco al atacar a Alec con energía que golpeo en la boca de su
estomago, Alec cayó sobre una de sus rodillas y antes de que Sebastian
intentara atravesarlo con su espada, el látigo de Isabelle se enredo en su
brazo para evitarlo, antes de que pudiera mirar hacia ella Simón se pego a su
espalda encajando sus garras con la esperanza de alcanzar sus pulmones, Jace
tomo su espada y se precipito contra él, Alec hizo lo mismo pero Sebastian los
desplego violentamente haciendo escapar una ola de energía de su cuerpo. Jace y
Alec cayeron al suelo pero no se quedaron ahí. El látigo de Isabelle había
permanecido así como Simón dando una ventaja considerable y no podían
desperdiciar la oportunidad. Alec y Jace se miraron por un segundo antes de
tomar sus espadas Por Max. Las
palabras se colaron en sus mentes como si ambos las hubieran dicho y el momento
llego, como si se trataran de una sola persona vista a través de un espejo por
la sincronía en sus movimientos, ambas espadas se cruzaron para terminar en el
cuerpo de Sebastian, el cual no pudo hacer más que mirar a sí mismo y darse
cuenta de cómo surgía la sangre de sus heridas. Sebastian grito con furia y los
cuatro chicos que lo tenían apresado sintieron el poder surgir de él. Sabían
que era todo o nada, Sebastian dejaría salir una ola de energía tan poderosa
que probablemente los mataría a los cuatro, pero ninguno de ellos se alejo o
titubeo, si morirían, Sebastian moriría también con ellos.
-Cazadores
de Sombras. –Dijo Sebastian y escupió sangre. –Siempre dispuestos a morir,
¿Cierto?
Jace
y Alec empujaron aun más sus espadas hacia el cuerpo de Sebastian y se
prepararon para el final.
Los
chicos se tensaron para esperar lo inevitable pero esto no paso. El poder de
Sebastian se miro frustrado por el dolor, dolor que surgió al sentir la espada
Morgenstern llegar a su corazón, Clary se había movido lo más rápido que pudo,
para colarse entre Jace y Alec y lograr alcanzar el pecho de su hermano con su
espada.
Jace
y Alec retiraron sus espadas causando más daño y Sebastian sonrió mirando a su
hermana con su mano aun alrededor de la empuñadura. –Me llenas de orgullo
hermanita.
Simón
se alejo y el látigo de Isabelle tomo su lugar en su muñeca, una vez que
Sebastian estuvo libre, este cayo. Antes de llegar al suelo Clary lo sujeto.
-Jonathan.
–Dijo Clary con voz triste. Estaba sujetando a su hermano en su regazo, la
espada en su pecho subía y bajaba con su irregular respiración.
-Me
llenas de orgullo. –Murmuro Sebastian. –No lo hagas, -Dijo débilmente. –No
llores por mí.
Clary
no dijo nada solo se quedo ahí sujetándolo, sintiendo sus lagrimas recorrer su
rostro, no estaba muy segura del porque lloraba, nunca había odiado a alguien
tanto como había odiado a Sebastian, pero ahí estaba sujetando a su hermano
moribundo y derramando lagrimas por él y entendió que lloraba por el hermano
que le habían arrebatado, el hermano que debió haberla cuidado, el hermano que
debió haber sido un hijo del ángel y no corrompido por la sangre de demonio,
sintió la tristeza que su madre había sentido al darse cuenta de que ese
hermano nunca existió pese a sus esperanzas.
-No
merezco tus lágrimas. –Dijo y quito una de ellas del rostro de Clary. –Gracias.
–Dijo apenas en un suspiro. –Gracias por brindármelas. Hija del ángel…
Clary
no volvería a escuchar a su hermano hablar.
Clary
estaba muy quieta aun con el cuerpo de su hermano en su regazo, Jace se acerco
temeroso y estiro una mano hacia ella.
-¡Alec!
–Isabelle advirtió a su hermano despertando a todos del impacto de lo ocurrido.
Alec giro solo para darse cuenta de que un demonio estaba ya muy cerca de él
como para poder evitar un daño. Alec intento esquivarlo y cayó sobre su espalda
esperando lo peor pero no sucedió. El demonio se vio envuelto en una nube azul
muy familiar que lo hizo alejarse del Nephilim hacia el pentagrama.
-¿Qué
demonios? –Dijo Isabelle mirando hacia Magnus parado frente al enorme
pentagrama. Por primera vez los chicos se percataron de la increíble cantidad
de magia que surgía del brujo.
-¿Qué
está haciendo? –Dijo Alec preocupado mirando como la magia de Magnus se
esparcía por todo el lugar atrapando a todo demonio que era alcanzado para
hacerlo volver al pentagrama.
Alec
corrió hacia Magnus pero antes de llegar a él fue detenido por su padre.
–No
podemos acercarnos a él. –Sus brazos aferraban a Alec con fuerza. –Hay
demasiada energía, si te acercas te lastimara.
-Morirá
si no lo detengo.
-No
nos escucha. –Dijo Robert y soltó a su hijo. –Está en una especie de transe.
Alec
dirigió toda su atención a su novio. -¡Magnus! ¡Es suficiente!, ¡debes
detenerte! por favor es demasiada energía. ¡DETENTE!
Magnus
sentía su sangre hervir dentro de él, sentía el poder de su sangre surgir para
su propósito, los demonios se conectaron con su poder y era así como ninguno de
ellos lograba escapar. Su sangre había sido algo que en verdad le molestaba por
provenir de un príncipe del infierno pero también era parte de su ser, era lo
que lo hacia lo que era y le gustaba. Su magia tomo un nuevo respiro, como una
llama que ha sido avivada con gasolina, se percato de los demonios que
regresaban forzados al pentagrama para desaparecer de esta dimensión, poco a
poco se fue perdiendo más en su sangre y en su propio poder hasta que algo lo
alerto, estaba sintiendo dolor, ¿Acaso había perdido el control? ¿Estaba a
punto de perderse a sí mismo como muchos de los brujos de los que había
escuchado? Tal vez las cosas así tendrían que terminar después de todo. Sabía
que para un brujo muchas cosas son completamente inevitables, tal vez él no era
la excepción.
-¡DETENTE!
Sintió
como si Alec lo hubiera sacado de un abismo del que no podía salir por sus
propios medios. Magnus abrió los ojos, levanto sus manos, el último demonio
entro a la estrella, acto seguido el pentagrama perdió su brillo, estaba por
completo inactivo y apagado. Magnus había logrado sellarlo eficientemente. Alec
corrió hacia él y lo alcanzo apenas para evitar que llegara al suelo.
-¿Magnus?
Magnus háblame.
-Estoy
bien. –Dijo el brujo en los brazos de Alec.
-Raziel.
–Dijo Alec con Alivio. -¿Qué fue todo eso? ¿Qué pretendías?
-Eh…
¿Encerrar a los demonios y… cerrar el pentagrama?
Todos
los presentes observaron boquiabiertos la impresionante demostración de poder
de Magnus.
-No
vuelvas a intentar algo como eso –Dijo Alec apartando cabello de la frente de
Magnus. –NUNCA.
-¿Qué
paso con eso de eres un héroe?
La
muchedumbre había comenzado a esparcirse para sanar a los heridos, un portal se
abrió para llevar a los combatientes de regreso a Alicante.
-Ser
un héroe no significa que me hagas sufrir.
Jace
los observaba, le gustaba la manera en que Alec y Magnus podían concentrarse en
tan solo ellos mismos cuando querían, como un propio universo contenido.
-Aja
–Dijo Magnus débil pero sarcástico, ya se había sentado con los ojos azules
preocupados de Alec fijos sobre él. –Bienvenido a mi mundo.
-Yo
no… -Alec entendió a lo que se refería, su profesión no era exactamente la más
segura del mundo. –Te concedo eso. –Dijo comprensivo. –Pero puedo cuidarme solo…
-No
tenemos que estar solos. –Dijo Magnus y sonrió. –NUNCA.
Sus
labios aun tenían una sonrisa cuando se unieron al besarse, Magnus paso sus
manos para aferrarse a la espalda de Alec mientras este lo sostenía y
disfrutaban de un pleno e intenso beso.
Estar juntos
significa ser más fuertes.
*
* * * *
Isabelle,
Jace y Alec habían regresado al instituto, Clary junto a Simón y su familia
también estaban de nuevo en Nueva York, todo parecía estar tomando su lugar,
Sin embargo sus padres se habían quedado en Alicante para arreglar asuntos
pendientes, los cuales les habían pedido a Alec y Jace que compartieran la
habitación para que sus heridas sanaran mucho más rápido, algo que no les
molesto en lo absoluto hasta ahora. Jace intentaba dormir mientras Alec daba
vueltas en su cama.
-¡Oh
por el amor de dios! –Dijo Jace lanzando una almohada hacia la cama de su
hermano haciéndolo sentarse y protestar. -No vas a dejarme dormir ¿Cierto?
-No
estoy haciendo nada. –Reclamo Alec.
-No
dejas de moverte y puedo oír como muerdes tus uñas.
Alec
oculto sus manos bajo la manta. –Solo estoy preocupado. –Confeso.
-Pues
ve a verlo.
Alec
le dedico una mirada aburrida a su parabatai.
-No
me mires así. –Dijo Jace malhumorado. –Solo está a dos habitaciones, realmente
no entiendo que haces aquí. –Jace acomodo su almohada y se tumbo sobre ella
para intentar dormir nuevamente quitando su atención de Alec.
-Solo
iré a cerciorarme de que este bien.
-Sí,
sí, lo que digas. –Jace movió con desdeño su mano hacia su hermano.
Alec
salió de la habitación y cruzo el pasillo con sus pies descalzos y su luz
mágica para llegar a la puerta de su habitación que ahora estaba siendo ocupada
por Magnus. Se detuvo para pensar en tocar o no, podría despertar a Magnus algo
que no quería hacer. Decidió que entraría cuidadosamente solo para revisar que
estuviera bien, tomo el picaporte con cuidado y echo un vistazo, al levantar la
luz mágica para que su brillo alcanzara la cama, se dio cuenta de que estaba
vacía, camino más al centro de la habitación y gracias a su luz encontró a
Magnus sentado en un sofá despreocupado y mirándolo con gracia. Habían llegado
al instituto a través del portal que Magnus se había empeñado a realizar pese a
las protestas de Alec debido a su reciente acto temerario con su poder, el sentido
común le dio la razón ya que una vez que todos cruzaron Magnus cayó sobre sus
rodillas agotado por el esfuerzo de su aun no recuperada magia, por aquello
Alec le había pedido casi exigiéndole que se quedara esa noche, ahora estaba
ocupando su habitación recuperando su energía.
-¿No
deberías de estar descansando?
-Estoy
en un instituto Nephilim. –Dijo Magnus. –Eso le quita el sueño a cualquier
subterráneo.
-Eso
depende de que tan limpia tengas tu conciencia… -Alec sonrió con burla. –Creo
que no dormirás hoy.
-Muy
gracioso Lightwood. –Magnus se levanto y camino hacia él. –Supongo que es una
nueva experiencia.
-Tienes
cuatrocientos años ¿y nunca habías pasado la noche en un instituto?
-Que
escándalo solo de pensarlo. –Dijo Magnus, este ya estaba cerca de Alec, paso su
mano por su hombro suave y lentamente para después sentir los músculos de la
larga línea de su espalda, coloco sus labios en su sien donde se arremolinaba
su cabello suave y oscuro.
Alec
miro como la mano de Magnus tomaba junto a la suya la luz mágica y en ese
momento la habitación se lleno de colores, rosa, azul, verde, creando un
maravilloso espectáculo de tranquilidad.
-A ku cinta kamu –Dijo Magnus lentamente
en un murmullo cerca del oído de Alec. Magnus lo aparto un poco para buscar sus
ojos azules. –Se que te lo dije aquel día en ese túnel. –Los ojos de gato de Magnus
parecían ser lastimados por solo pensar en aquel día en que habían terminado.
–Pero no quiero que asocies esas palabras a eso. Yo…
-Lo
dijiste porque era verdad.
Magnus
amo la nueva manera de Alec para hablar de su amor como lo que era; algo real.
-Me
gusta que lo digas, -Dijo Alec tranquilamente. –Indonesio es tu idioma natal y
no veo una mejor forma de que me digas Te
amo.
-Encontrare
nuevas formas de decírtelo. –Los colores seguían girando a su alrededor creando
maravillosas sombras en ambos rostros. –Te amo Alexander Lightwood. –Magnus se
inclino para besarlo, tierna y dulcemente.
-Y
yo te amo… -Magnus coloco un dedo sobre los labios de Alec antes de que
terminara la frase y se inclino para decirle algo al oído.
Los
ojos de Alec brillaron con asombro. -¿De verdad? ¿Ese es tu nombre?
-Es
el nombre que mis padres eligieron para mí al nacer.
Magnus
observo el rostro de Alec cambiar del asombro a la alegría en un segundo -Es
hermoso. –Alec se mostro pensativo. –Pero… creo que seguiré con Magnus, ¿Te
parece?
-Va
mucho más conmigo y mi profesión.
-Gracias
por decírmelo. Yo…
-Alexander
–Comenzó Magnus. –No tienes idea de lo que has hecho por mí, siempre había
pensado que había vivido todo, que había estado en todos los lugares, pensé que
nada nunca volvería asombrarme o a hacerme sentir vivo. Hasta que te mire en
esa fiesta y después subiendo las escaleras de mi edificio para pedirme una
cita. Soy yo el que debe agradecerte. Por salvar mi vida con todo lo que
provocas en mí. Cada día a tu lado es una increíble nueva experiencia, no
importa los años que tenga. Alexander nunca me había sentido tan vivo como
estos últimos meses a tu lado.
La
luz mágica entre sus manos comenzó a brillar de un rojo oscuro como el carbón
al rojo vivo. Alec la miraba con maravilla, le encantaba la impresionante
manera que tenia Magnus de llenar su mundo de magia y fantasía.
-Quiero
darte todas las nuevas experiencias que me sea posible. –Dijo Alec y sus
mejillas tomaron color casi espontáneamente. –Podemos crear una ahora mismo.
-¿Te
refieres a dormir en un instituto?
Alec
mordió su labio inferior, se miraba apenado. –No precisamente dormir en un instituto.
Magnus
sonrió.
Alec
tomo la luz mágica apartándola de la mano de Magnus, el cuarto se ilumino con
su blanco brillo particular solo por un momento antes de que la soltara para
dejarla caer al suelo, los brazos de Alec rodearon el cuello de Magnus, lo más
visible en la habitación ahora eran los ojos de gato verde dorado del brujo que
inevitablemente se cerraron al sentir los tiernos brazos de Alec recorrer su
espalda y sus labios sobre los propios, la oscuridad los rodeaba pero para
Magnus siempre había sido muy fácil encontrar su lugar en el cuerpo de Alec, ya
que se complementaban a la perfección. La noche fue lenta y corta al mismo
tiempo cuando se dieron cuenta que ninguno de los dos dormiría esa noche.
*
* * * *
La
puerta del Loft se abrió dando paso a Magnus y Alec, ambos vestían un traje
de gala, Magnus con ciertos brillos de
lentejuelas en algunas de sus costuras.
-Por
lo general soy de los invitados que se quedan hasta el amanecer. –Dijo Magnus
mirando hacia su novio cerrando la puerta detrás de ellos. -¿Por qué tu
insistencia en regresar?
-Debes
descansar. –Dijo Alec de una manera técnica, colocando las llaves sobre la cómoda
a un lado de la puerta.
-Por
un momento pensé que me estabas reprendiendo aun por mi maravillosa actuación
en…
-No
tuvo nada de maravilloso en realidad pudiste haber muerto… -Alec miro una sobra
de desilusión en el rostro del brujo y agrego rápidamente. –Pero sí. Todos
saben que fue impresionante.
-Muy
impresionante. –Agrego Magnus. Alec ya estaba aflojando la corbata de su
cuello. Magnus miro la oportunidad. –Te mire en la fiesta hablando con Oscar.
–Dijo con suspicacia. –Espero y eso no haya tenido que ver con tu urgencia de
regresar.
Alec
se miro extrañado. –No. –Dijo sincero. –Para nada, me gusto hablar con él,
seguiremos en contacto, de hecho. -Dijo Alec, este miraba el suelo y Magnus no
pudo dejar de notar la sombra de dolor y melancolía que aun lo envolvía. –Me
conto sobre la desaparición de Meliorn. –Comenzó Alec. –Él fue uno de los que
se unió al equipo de búsqueda. Lo encontraron, puso resistencia como lo
esperaban e incluso hirió a uno de ellos -Alec suspiro. –Oscar me dijo que lo
asesino, fue necesario, es decir… No había alguna otra manera.
-Entiendo.
–Dijo Magnus comprensivo. La venganza siempre había estado involucrada en las
peores catástrofes del mundo. Mundana o no las emociones humanas estaban
presentes no importaba el tipo de sangre que corría por tus venas, eso lo había
sabido desde hace cientos de años. –Meliorn no hubiera dejado que lo capturaran
sin oponer resistencia.
-Oscar
se veía complacido.
-Es
un Cazador de Sobras.
Alec
se sintió ofendido y golpeo el hombro de su novio -¿Qué se supone que significa
eso?
-Tú
eres diferente Alexander…
-No.
No realente. –Alec miro a sus propias manos.
-No
te sientas culpable por sentir lo que sientes. –Dijo Magnus mirando fijamente a
los ojos azules de Alec. –Si alguien te hiciera daño, probablemente lo buscaría
lo destrozaría y se lo daría de comer a los perros.
-Magnus.
-El
punto es, que Meliorn se busco su final y que precisamente haya sido Oscar
quien ayudara a llegar a él fue como un evento divino, era su mejor amigo y de
alguna manera obtuvo su venganza.
-También
era mi amigo.
-Eras
mucho más que eso. –Magnus no se miraba molesto más bien triste. –No le hubiera
gustado mirarte en algún tipo de peligro por él. Créeme.
-Hablas
como si lo hubieras conocido. –Dijo Alec con curiosidad.
-Tuvimos
algunas charlas. –Magnus sonrió con
melancolía. –Y compartimos los mismos sentimientos hacia la misma persona.
–Magnus coloco su mano con el anillo Lightwood sobre la mejilla de Alec. –Mi
suerte fue infinitamente mejor, es todo.
Él te ama. Más que a
nada. Y tú… ¡No mereces eso! Le había
gritado Micah y en algún momento lo había creído, en algunas ocasiones pensaba
en la vida si Micah hubiera logrado sobrevivir y sabia que probablemente las
cosas pudieron ser diferentes, ¿Alec lo hubiera elegido aun así?
-No
hubiera cambiado nada. –Dijo Alec inesperadamente como si hubiera leído los
pensamientos de Magnus. Presiono más la mano de Magnus contra su propio rostro.
–Nunca deje de amarte, algo así nunca podría pasar y Micah lo sabía.
-Le
debo tanto. –El rostro de Alec estaba ahora entre ambas manos del brujo.
–Estuvo ahí cuando yo no y…
Alec
rio pensando en Micah esperando algo de Magnus, claro que lo esperaría. –Él lo
sabe. Y si estuviera aquí, él te lo recordaría, cada día, cada hora del resto
de su vida.
-Le
brindare homenaje cada día cuidándote.
Alec
se zafo del agarre de Magnus para caminar hacia la habitación se miraba feliz,
hablar de Micah ahora provocaba eso en él. –Jocelyn y Luke se miraban muy
felices. –Dijo Alec que se había acercado a un grupo de maletas en la puerta de
la habitación, las miraba pensativo.
-¡Por
fin! –Dijo Magnus levantando las manos dramáticamente. –Si esos dos no se
casaban pronto… bueno.
Magnus
camino hacia el equipaje y tomo dos de las bolsas. –Mirándolas no harás que se
desempaquen.
-Podríamos…
-Alec chasqueo los dedos imitando a Magnus cuando hacia su magia.
-¿Y
quitarle lo divertido? –Magnus coloco unas de las valijas sobre la cama y la
abrió mirando la mucha ropa ya conocida de Alec.
-¿En
serio? ¿Lo haremos al método convencional? –Alec dejo caer sobre la cama otros
dos bolsos que hicieron mucho más ruido. Armas.
Pensó Magnus pero ya no le extrañaba.
Al
ver el entusiasmo de Magnus al comenzar a ordenar su ropa en las gavetas se
resigno. –Pero por lo menos sigue contándome lo que paso en Perú, ¿Volviste a
ver a Imasu? ¿Se reconciliaron?
Alec
y Magnus habían pasado las últimas noches desde que volvieron de Alicante hablando
de la vida de Magnus, este le contaba absolutamente todo lo que Alec quería
saber y como era de esperarse esto les hacia permanecer despiertos hasta mirar
los primeros rayos del sol, también cavia mencionar que desde el día que
regresaron ya sea en el instituto o en el loft de Brooklyn no habían dormido
una noche separados.
Magnus
dejo salir un bufido ante la última pregunta de su novio. –Por supuesto que no,
tengo pocas reglas pero una de ellas es no volver con mis exs.
Alec
que caminaba por detrás de Magnus cerca del armario se detuvo en seco. -¿De qué
hablas? –Dijo con asombro sincero. –Volviste conmigo.
Magnus
dejo por completo todo lo que estaba haciendo para arrojar sus brazos alrededor
de Alec.
-Pero
tú, Alexander Gideon. –Dijo Magnus sonriendo ampliamente. –Eres la excepción a todas mis reglas.
Fin
MayGraciela♥
\(*_*)/
oh lo ame totalmente
ResponderBorrarsimplemente, her-mo-so, en serio mejor final no pudiste haber puesto me encanto, pero estoy triste por que termino, ojala y subas mas fics pronto, nos estamos leyendo y otra vez, te quedo genial *w*
ResponderBorrarQueriiiidaaaa!!!! Miles de Felicidades!!!!! Sin duda una de las mejores historias MALEC que he leído, me encantó! Felicidades por tu imaginación también
ResponderBorrarGracias por terminarla, odio las historias que empezaron bien bien y no terminaron
Espero que te animes a escribir otra de la misma pareja, me tienen un poco obsesionada jajajaja leeré todas tus historias
Besos
Dios, eres genial! Este es el mejor fic que lei de Malec, te felicito, esta hermoso!!
ResponderBorrarahhh gracias por tu finc realmente el mejor de todos sobre malec que he leído, me encanto, fue hermoso leerlo
ResponderBorrarme encanto!
ResponderBorrarMi favirito!!!
ResponderBorrarDIOSSS ERES MARAVILLOSAAA!!
ResponderBorrarMe encantó este fic
ResponderBorrarEn especial las partes donde Magnus se ve celoso de los sentimientos q Micah tiene x Alec
La verdad es que ameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee estos capítulos . Yo me considero una fan sin remedio con un problema grave por MALEC. Y de verdad soy una obsesionada y muy crítico con respecto a mi parej favorita. Pero te felicito, sinceramente ERES GENIAL, no tengo otras palabras eres mi segunda Cassie. SIGUE escribiendo por favorrrrrrrrrrrrr
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