Te Encontrare Cap 12
La sala de armas era
un excelente lugar para, además de entrenar, mantener tu mente ocupada, Jace necesitaba
mantener su mente en extremo ocupada en este momento.
-Recuerda que sé por
lo que estás pasando. –Dijo Clary tomando una daga y poniéndose frente a Jace
como rival de combate.
Jace la miro
vulnerable -No puedo quitarme su rostro de la mente. –Dijo. -Fue como si para
él, Max hubiera muerto de nuevo.
Clary recordó ese
momento y aparto la imagen de inmediato. –Lo fue. –Dijo con pesar.
Jace tomo su celular.
-¿Por qué Magnus no nos llama? Ni siquiera sabemos si esta con él ahora. Aunque
lo más lógico es que haya querido volver a su casa.
Clary lo miro.
-A la que cree su
casa. –Corrigió.
-Si algo malo pasara
Magnus nos lo diría. –Dijo Clary y sonrió. –Tal vez están pasando un buen rato.
¿No?
Jace envidio bastante
el optimismo de su novia.
-Sí. –Dijo él sin
convicción.
Clary no se rindió en
su intento por animarlo. –Te estoy esperando. –Dijo levantando en guardia su
daga.
Jace se acercó a ella
sin ninguna intención de combatir, él la tomo de lleno y la acerco a su pecho.
Jace se aferró muy fuerte a la chica.
La daga de Clary
había caído al suelo. Ella sintió un profundo hoyo en el pecho. –Está bien.
–Dijo ella acariciando la espalda de su novio. –Pronto todo estará bien.
-Falta la mitad de
mí. –Dijo Jace entre el cabello de Clary. –Nada está bien ahora.
Su runa parabatai había cambiado desde aquel día en el que se enfrentaron a Belcebú. Seguía
dibujada en su cuerpo pero completamente apagada y sin vida. Ahora habían
encontrado a Alec pero su enlace no se había restaurado. Jace moría de terror
al pensar en que nunca más lograra recuperar a su parabatai.
-¿Jace?
La voz que lo llamaba
lo despertó de un sobresalto.
-¿Estas bien?
Jace levanto su vista
hacia la entrada del salón de armas en donde estaba Alec. Detrás de él Magnus
se acercaba tranquilo. Alec lo miraba claramente angustiado, Jace pensó que no
importaba el poder del demonio. Había cosas que nunca iban a cambiar.
Jace miro a Alec
acercándose y después a Magnus que le sonrío al ver su reacción. Y todo lo que
en el mundo parecía oscuro y sin color se convirtió en claridad. Tan claro,
colorido y brillante como los ojos azules de su hermano.
-¿Jace? –Volvió a
llamarlo.
Jace sonrío. –Estoy
infinitamente mejor que hace cinco segundos. –Dijo.
Los hombros de Alec
se relajaron. –Amigo te mirabas devastado. –Dijo Alec sencillamente y Jace
detesto su peculiar forma de hablar en este momento.
-Creí haber escuchado
que Isabelle intentara cocinar hoy. –Dijo Jace. –Eso devasta a cualquiera.
–Clary golpeo el hombro de su novio.
-Y tú. –Jace señalo
hacia Magnus. -¿Por qué no nos dijiste que estaba contigo? ¿Tienes una idea de
lo preocupado que estábamos?
-¿Ya te escuchaste?
–Dijo Magnus. El brillaba un poco más de lo acostumbrado. Noto Clary. –Suenas
como toda una madre preocupada.
-No mi madre. –Dijo
Alec sencillamente. Todos lo miraron. –Lo que me recuerda. Oh dios. –Alec tallo
su rostro. –Ella debe estar…
-Ella no es tu madre.
–Dijo Jace tenso.
-Ella no lo sabe.
–Alec respondió. –Estamos en una especie de guarida Nephilim ¿No? Es decir. El
número telefónico de este lugar no está en la guía telefónica. Ni sus
coordenadas en Google Maps, ¿Cierto?
-No entiendo. –Dijo
Clary. -¿Qué te preocupa?
-¡Que me encuentre!
–Dijo Alec como si Clary hubiera preguntado algo muy obvio. –Es decir, no es
como si me escondiera, pero pase la noche fuera, no llame, eso la pone muy mal.
No quisiera que llegara derribando puertas, gritando, buscando a su pequeño
niño que necesita de sus medicinas para sobrevivir. –Todos abrieron mucho los
ojos hacia él. –Con una sola ocasión fue suficiente. –Dijo con voz baja y
mirándose avergonzado de ello.
-Esa mujer es un caso
¿Eh? –Dijo Magnus después de un momento.
-No puedes culparla.
–Dijo Alec. –Los recuerdos en mi cabeza justifican eso. Ella ha sufrido mucho
por su hijo.
Y
sufrirá mucho más. Pensó.
-Supongo que debemos
decirles. –Dijo Clary.
-¿Decirles que? –Pregunto
Jace. –En realidad no tenemos que hacer nada de eso.
-Jace. Ellos
necesitan saber lo que paso con su hijo. No puede simplemente desaparecer. Eso
los destrozaría.
-Estoy de acuerdo.
–Dijo Alec.
Todos lo miraron de
nuevo. Alec considero la idea de cuidar un poco más lo que decía.
-Escuchen. –Dijo. –Sé
quién soy. No importa lo que ellos hagan o lo que haga yo. Eso no va a cambiar.
Soy Alec Lightwood y es aquí donde pertenezco.
-Aun así. No creo que
tratar con ellos sea necesario, podemos enviar a alguien de la clave.
-Jace. –Alec miro
hacia él bastante sorprendido.
Magnus decidió
intervenir. –No tiene nada de malo que seas tú el que le diga a los Carter la
verdad. –Dijo Magnus. Jace lo fulmino con la mirada. –Pero debes entendernos,
nos asusta la idea de que decidas quedarte con ellos. Aun sabiendo quien eres,
también eres libre. Un Cazador de sombras puede elegir no serlo y…
-¡No! –Dijo Alec, él
se miraba angustiado al escuchar a Magnus. Se acercó más para tomar una de sus
manos –No voy a irme. A ningún lado.
Tomo con más fuerza
la mano de Magnus. –Necesito que me creas porque le dije lo mismo a Gwen y…
Magnus rio. –Te creo.
–Dijo y acaricio el pómulo del chico.
Era muy evidente que
la personalidad de Alex Carter aún estaba presente en Alec. A él no le importó
tener espectadores, se acercó a Magnus suficiente para besarlo. Magnus no pudo
resistir no hacerlo.
Se besaron plenamente
frente a Jace y Clary que en lugar de verse incomodos se miraban complacidos y
aliviados.
-¡POR EL ANGEL!
El grito hizo que
Alec y Magnus se separaran precipitadamente.
Cuando Alec miro,
Isabelle ya estaba de camino muy rápido en su dirección. Ella no se detuvo.
Rodeo a su hermano con sus fuertes brazos, Alec escucho titilar sus pulseras al
chocar contra él y le sorprendió lo familiar del sonido.
-Hola Isabelle. –Dijo
sonriendo mientras la chica lo estrujaba.
-No me equivoco
¿Cierto? –Le dijo muy emocionada. –Tú estabas besando a Magnus. Yo te vi.
-Hmm
-Nos interrumpiste.
–Dijo Magnus e Isabelle le arrugo la nariz.
-Entonces eso
significa que recuerdas…
-Isabelle. –Llamo
precavido Magnus a la chica.
-lo siento Isabelle.
–Dijo Alec. –Aun no recuerdo, por lo menos no todo cuanto debiera recordar.
Isabelle levanto
ambas cejas. -¿Y eso que fue entonces? –Dijo señalando a ambos chicos.
-Hmm…
-Amor –Dijo Magnus,
todos lo miraron incluso Alec. -¿No lo conocen Cazadores?
-No tanto como tu
¿Cierto brujo? –Dijo Jace con una sonrisa torcida y maliciosa.
-¿Qué significa eso?
–Pregunto Alec y miro a Magnus. -¿Qué tanto?
-Créeme cariño. Ya
pasamos por esto.
Alec tenía la
sensación de que era verdad.
-Así que… Alec –Era
Simon que no había hablado hasta ahora. –No recuerdas todo, pero ¿lo estás
haciendo? ¿Estas recordando?
-Anoche recordé
muchas cosas. –Dijo Alec reflexivo. –Pero todas ellas fueron relacionadas con
Magnus.
-Soy memorable. –Dijo
Magnus, Alec lo miro sonriente dándole la razón. Sus miradas se quedaron fijas
entre ellos hasta que…
Jace carraspeo. –Me legra
escuchar eso, pero, en realidad eso no nos ayuda.
-Habla por ti.
–Definitivamente Magnus estaba muy feliz, pensó Clary.
-Ustedes me dijeron
que a Simon le paso lo mismo. –Dijo Alec. -¿Cómo recupero él sus recuerdos?
-La copa mortal.
–Dijo Simon. –Cuando me convertí en un Cazador de Sombras todo el poder del
demonio desapareció de mí.
-¿Y no intentamos eso
por qué…?
-Tú eres ya un
Cazador de Sombras. –Dijo Isabelle. –Tomar de la copa mortal no te afectara
para nada.
-Además, no fue el
hecho de convertirse en un Nephilim. –Dijo Clary. –Los demonios no se meten con
La Clave, o por lo menos lo intentan.
-¿Están diciendo que
los demonios respetan la ley?
-En lo absoluto.
–Dijo Magnus. –Solo intentan mantenerse fuera del radar, y atacar a un Cazador
de Sombras no es la opción más inteligente para ellos.
-Entonces Belcebú
sabe muy bien que rompió la ley.
-Así es. Y por eso
está escondiéndose.
La manera más simple
que tuvo Alec en ver la situación fue como una situación de crimen, donde el
infractor solo tenía un par de opciones; la primera era esconderse justo como
Belcebú lo estaba haciendo. Entonces, ¿si lo atrapaban? Él tendría que borrar
toda evidencia, negar todo y matar a los testigos que había tomado de rehenes.
Le fue imposible no mirarse a sí mismo como un rehén y principal testigo.
-¿Qué pasa? –Pregunto
Magnus despertándolo. –Te miras muy preocupado.
-Bueno. –Dijo Alec.
–No poder recobrar mis recuerdos puede ser razón de más para preocuparme.
-Lo encontraremos.
–Dijo Jace, pero Alec sabía que el decirlo no lo convertía en un hecho.
-O bien. –Dijo Magnus
tiernamente mientras colocaba su mano en el hombro de su novio. -Siempre
podemos hacer nuevos recuerdos.
-Claro. –Dijo Alec lo
más convincente que pudo. Eso si el
demonio no me mata antes. Pensó.
Magnus entrecerró los
ojos en su dirección. Alec aparto la mirada. -¿Puedo entrenar con ustedes?
–Pregunto rápidamente. No era que quisiera hacer exactamente eso. Cada
actividad física aun le parecía aburrida, por ello siempre prefería los
videojuegos, pero necesitaba esconder sus pensamientos de Magnus quien siempre
lograba sorprenderlo con la manera tan hábil de saber en lo que pensaba.
Jace resplandeció.
–Esa es una excelente idea Alexander.
Isabelle empujo a su
hermano al centro de la sala, en un segundo estaba rodeado por Cazadores de
demonios expertos y ansiosos por enseñarle cualquier técnica de asesinar.
Magnus se rindió por
ahora al ver a sus hermanos tan motivados alrededor de él. El brujo explico a
los chicos que necesitaba alejarse por un tiempo para hablar con Maryse y
Robert. Jace le respondió con una señal desdeñosa. Magnus rodo los ojos y salió
de la sala.
*
* * * *
Alec y sus amigos
entrenaron por un par de horas, practico el tiro con arco, y Jace le mostro la
manera correcta de sostener una daga, espada y múltiples artificios que eran
algo así como lo básico en su tarea de matar demonios.
Terminaron con su
entrenamiento y se encontraron con Magnus en uno de los corredores del
instituto. Alec dejo que se acercara lo suficiente para besarlo.
-¿Qué hablaste con
los Lightwoods? es decir… mis padres. –Pregunto el chico.
-Es un secreto.
–Contesto Magnus.
-Vamos ¿Es en serio?
¿Ahora tienes secretos?
-No soy el único.
–Dijo Magnus claramente acusando a Alec.
Alec se soltó del
agarre de Magnus. -¿Qué quieres decir?
-La última vez que me
ocultaste algo… bueno. No terminó nada bien, de hecho solo termino, así que…
Alec trago con
fuerza. Él hecho una mirada rápida hacia Jace y los demás que seguían caminando
por enfrente de ellos.
Como lo había
imaginado Magnus sabía que le ocultaba algo, Alec no quería decirle que muy
probablemente el demonio estaba dañándolo en una especie de control remoto.
-Estoy preocupado por
Gwen. Quisiera verla. –Esta no era exactamente la verdad pero tampoco era
mentira. -¿Crees que…?
Magnus se miró
comprensivo. –No veo porque no.
-¿Por qué no qué?
–Jace se acercó a ellos.
-Alec quiere ver a
Gwen. –Dijo. Su miraba desafiaba un poco a Jace. –Y no veo que eso traiga algún
problema.
-Y yo no veo que haya
alguna necesidad de eso.
-Es mi prima. –Dijo
Alec sin pensar. –Es decir…
Alec se miró de
inmediato frustrado, era tan raro saberse tan alejado de Gwen, era ridículo
pensar en que necesitaba una excusa muy buena para poder verla.
-Yo… -Alec recordó a
Gwen llorando desconsolada en el suelo del santuario. Todo su cuerpo se
tensiono, sintió como poco a poco la angustia lo inundaba. Llevo una de sus
manos al rostro. –No respiro. –Dijo.
Antes de que Magnus
se moviera, Jace tomo su estela y comenzó a dibujar en el brazo del chico.
-¿Qué haces?
–Pregunto Alec.
-Esto te ayudara.
–Jace trazo la runa que ayudaba a la concentración y serenidad. No era la
primera vez que Alec la usaba, esta se había convertido en necesaria cuando
ambos salían sin permiso del instituto siendo muy jóvenes para realizar las
hazañas propuestas por Jace. Después de un tiempo Alec acepto el hecho de que, de
nada serbia preocuparse por sus padres cuando podía usar esa preocupación en
algo más productivo como mantener a salvo a Jace.
-Wow. –Dijo Alec
cuando Jace termino. –No sé lo que hiciste pero gracias.
-No te adelantes.
–Dijo Jace guardando su estela tranquilamente. –Te enojaras conmigo cuando te
diga que no puedes ir a ver a esa chica.
-¿Y por lo menos
puedo saber por qué?
-No es necesario.
-¿No es necesario la
explicación? ¿O no es necesario verla?
-Ambas
-Jace. –Llamo Magnus
al chico.
Jace rodo los ojos.
–Magnus sabes que no es necesario ¿Para qué arriesgarnos a que el demonio
encuentre a Alec? El instituto es el lugar más seguro para él.
-No necesito salir
del instituto para verlos. –Dijo Alec rápidamente. –Ellos pueden venir.
-Y sigo sin ver inconvenientes
en ello. –Agrego Magnus.
Jace tallo su rostro
fuertemente y con cansancio. –Por el ángel. De acuerdo, pero no pueden quedarse
demasiado.
Apenas Jace termino
de pronunciar la aprobación, Alec tomo su celular de uno de los bolsillo en su
pantalón, presiono una solo tecla y llevo el celular a su oído.
-Johanna aceptaron.
–La voz que se oía a través del auricular era ansiosa. –tranquila, solo hagan
lo que te dije. Justo como lo hablamos y deberán poder salir sin levantar
ninguna sospecha.
Jace y Magnus miraban
a Alec fijamente.
-De acuerdo, entonces
los veo en la entrada.
Cuando Alec colgó,
Magnus y Jace seguían mirándolo.
Alec se encogió de
hombros.
-Hablando de
secretos. –Dijo Magnus sombríamente.
Jace miro al brujo,
sus manos cruzadas en su pecho. -¿Sigues creyendo que no hay inconvenientes?
*
* * * *
Clary, Jace, Magnus y
Alec estaban en los jardines del instituto, Alec estaba sentado en una de las
bancas mirando hacia la entrada en donde Isabelle y Simon conversaban muy
cerradamente.
-Debes calmarte.
–Dijo Magnus a Alec.
-Estoy bien. –Dijo
Alec mordiendo una de sus uñas.
-Deja de moverte
entonces, me estas poniendo nervioso.
Alec detuvo su pie
que se había estado moviendo con cada vez más velocidad. –Lo siento. –Dijo
mirando sinceramente apenado hacia Magnus.
Magnus había
permanecido distante en los últimos minutos, no le había parecido que Alec
hubiera hablado con Johanna sin siquiera mencionárselo. Ahora que miraba tanta
ansiedad en Alec se sintió culpable y se compadeció de él. Magnus se sentó a su
lado y tomo una de sus manos.
-Todo irá bien. –Dijo
acariciando su brazo con ternura.
Alec se sorprendió un
poco del gesto, había estado muy consciente del enfado del brujo. Alec se inclinó
hacia Magnus buscando sus labios. Se acercó lo suficiente para que sus frentes
se juntaran, Alec siguió en su intento por besarlo lentamente. Magnus cerró los
ojos fuertemente pero no se movió un milímetro hacia Alec. El cual entendió y
se alejó.
-Lo siento. –Dijo
Magnus. –Es solo que…
-Estás enojado, lo
sé.
-Tienes que parar.
–Dijo Magnus. –Deja de ocultarme las cosas.
-No necesito decir
las cosas que no necesito decir. –Dijo Alec mirando hacia la puerta.
Magnus se sorprendió.
Guardo silencio por un momento. Alec le miro. -¿Hasta ahora te das cuenta?
–Dijo Alec mientras se ponía de pie, mirando como Simon abría la puerta a sus
amigos. La primera en entrar fue Johanna. –Que no soy la persona de la que estás
enamorado.
Alec corrió hacia la
entrada dejando a Magnus sin aliento y mirando como Johanna se precipitaba a
los brazos de Alec. El cual la recibía con el mismo entusiasmo.
*
* * * *
-Creí que no
vendrían. –Dijo Alec soltando a Johanna. –Tardaron.
-Nico, el sol
¿Recuerdas? Gwen no quería venir sin él. Y además, no funciono. –Dijo la chica.
–Tuvimos que contarle a tus padres.
-Maldición. –Dijo
Alec distraídamente, el seguía mirando hacia la entrada del instituto. -¿Y
Gwen?
Johanna suspiro.
–Dale unos minutos. –Dijo.
-No. –Alec camino
hacia las puertas.
-Alec no debes salir.
–Dijo Isabelle a su hermano mirando que hacia precisamente eso. Alec la ignoro.
Justo al otro lado de
las puertas, recargada sobre la barda de ladrillo de la cerca estaba Gwen. Nico
a un metro de ella, solo mirándola, vigilándola sin hablar.
Alec se acercó. –Hola
Nico. –Dijo y Nico lo abrazo.
-Eh amigo. Te eche de
menos.
-También yo. –Alec
miro hacia Gwen que no lo había mirado, ni siquiera había levantado la mirada
del suelo. -¿Podrías darnos un minuto? –Dijo Mirando a su amigo.
-Claro. –Dijo Nico. –Iré
a molestar a Johanna.
-Y por favor mantenla
lejos de Magnus, no quisiera que empeorara las cosas con él. Yo solo lo hago
muy bien. –Esto último lo dijo en voz baja. Haciendo que Gwen se preocupara.
-¿Qué pasa con
Magnus? –Pregunto la chica.
Nico se retiró.
–No te preocupes por
eso. –Dijo Alec a la chica. –Cosas de novios
supongo.
Gwen sonrió
levemente. -¿Son novios ya?
-Creo que somos mucho
más que eso ahora.
La sonrisa de Gwen se
amplió mucho más. -¿Qué hiciste anoche Carter? –Gwen golpeo el hombro de Alec y
se detuvo al siguiente segundo. –Es decir…
-Está bien. –Dijo
Alec. –Siempre me has llamado así, ¿Por qué cambiarlo ahora?
-Porque ahora sabemos
cuál es la verdad.
-¿Sabes? Aun sabiendo
que no soy tu primo, yo… Te sigo queriendo con todo mi corazón.
-No, por favor no lo
hagas.
-No puedo evitarlo.
Es por eso que estoy teniendo problemas con Magnus. Él quiere ver en mí a Alec
Lightwood pero, no puedo, está enojado porque le oculto cosas.
-Nunca dices las
cosas que no necesitas decir.
-Tú lo entiendes, pero
él. –Alec suspiro. –Espera que sea Alec Lightwood pero es imposible, tengo una
personalidad muy diferente y no puedo cambiar eso. ¿Por qué no lo entiende?
-Creo que eres tú el
que debe entender. –Alec fijo aún más su mirada en Gwen. –Eres Alexander Lightwood,
debes esforzarte para lograr ser quien eras, no puedes culpar a Magnus por
querer de regreso a quien ama.
-Supongo. –Alec bajo
la mirada. Ahora se daba cuenta de que Magnus confiaba ciegamente en él,
necesitaba confiar de igual manera en él.
Las miradas de ambos
chicos se fijaron por un momento. Alec se sorprendió de la habilidad de Gwen
por hacerlo reaccionar.
-Gwen. –Dijo él. –Sé
que no soy tu primo, pero… tú puedes, es decir… -Alec tomo aire. –Puedes verme
como un canal hacia él, soy como una espeluznante copia de él creo… Lo que
quiero decir es… -Alec tomo las manos de la chica. –Lo que él te diría es: No
importa lo que pase, o el tiempo que tarde. Siempre encontrare la manera de
volver a ti.
Gwen cerró sus ojos.
Detrás de sus parpados miro el rostro claro de su primo, diciéndole exactamente
esas palabras, de alguna manera, sabía que había sido él quien se lo había
dicho. Las lágrimas estaban a punto de brotar.
-Si es que eso tiene
algo de sentido. –Dijo Alec y Gwen rio.
-Lo tiene. –Dijo. –Más
de lo que te imaginas.
*
* * * *
Gwen y Alec volvieron
al instituto, claramente mucho más relajados. –Oh dios. –Exclamo Alec al ver a
Johanna y Magnus en el mismo grupo y ella hablándole a él. Los demás a su
alrededor la observaban perplejos.
Ambos chicos se
apresuraron hacia ellos. Cuando Johanna se percató de Alec guardo silencio.
-¿Qué le estabas
diciendo a mi novio? –Exigió Alec.
-Nada malo. –Contesto
Johanna.
Alec la siguió
mirando. –Si no me crees pregúntale a él. –Dijo la chica y Alec miro hacia
Magnus que pareció despertar de su asombro.
-Hm, ella básicamente
presumía de lo mucho que te conocía.
-¡JOHANNA!
-Por favor -Dijo la
chica -Era una broma, no veo porque tomarlo tan en serio.
-Se escuchaba muy en
serio. –Dijo Nico.
Johanna lo fulmino
con la mirada. –Traidor.
-Magnus no tiene la
culpa de tus resentimientos.
-Yo no estoy
resentida. –Dijo Johanna al mismo tiempo que se unía a la conversación Isabelle
y Gwen. Se formó un revuelo. Magnus observaba bastante entretenido cuando sintió
un agarre a su brazo.
Giro. Era Alec.
-¿Puedo hablar contigo? –Dijo con sus pómulos rojos.
Ambos caminaron, Alec
había tomado la mano de Magnus y él no la había soltado. Dejo que lo guiara hacia
el costado del instituto.
-No le tome
importancia a lo que dijo Johanna, -Dijo Magnus -Espero no sea eso lo que te
preocupa.
-Ella no es mala.
–Dijo Alec colocándose frente a Magnus.
-Lo sé. ¿De qué
querías hablar entonces?
Alec presiono más la
mano de Magnus. –Quiero pedirte perdón. –Dijo. –Por no haberte dicho que
conversaba con Johanna, es solo que…
-No dices las cosas que no necesitas decir. –Repitió Magnus.
-Eso era antes, es
decir… quiero ser como debo ser, quiero ser la persona de la que te enamoraste,
no quiero que dejes de quererme.
-Tú eres esa persona. –Lo interrumpió
Magnus. -Eres Alexander Lightwood. Mi Alec.
Esta vez Magnus se
inclinó a buscar los labios de Alec, los encontró con muchísima facilidad. Se
besaron lenta y tiernamente haciendo que el estómago de Alec se sintiera como
una marea salvaje.
Se separaron tan solo
unos milímetros, Alec podía sentir el aliento entrecortado de Magnus. –¿Sería
inapropiado pedirte que volvamos a casa ahora mismo? –Dijo en voz baja.
Magnus mordió su labio
inferior. –Por desgracia mi amor debemos permanecer aquí, por lo menos un par
de horas más.
Alec se separó
resignado. –Nunca obtengo lo que quiero.
Magnus rio.
–Escúchate, hablas como un chico malcriado.
-Lo soy, en parte,
creo. Por lo menos hasta que los recuerdos del chico Carter se vallan.
-Parece que estas
ansioso por eso. Escucharte hablar de él como otra persona, es reconfortante.
-Quiero dejar de
estar en conflicto conmigo mismo. –Alec se miró reflejado en los ojos de gato
de Magnus. –Y quiero hacerte feliz.
La comodidad de los
brazos de Magnus era impresionante, abrumadora e insuficiente, todo al mismo
tiempo, Alec no quería que lo soltara, Alec hubiera querido tener mucha más
fuerza para aferrarse más a sus brazos.
-Lo haces. –Dijo
Magnus con sus labios en el cuello del chico. –Que de eso no te quede duda.
*
* * * *
Cuando Alec y Magnus
volvieron con sus amigos, se percataron de inmediato de Robert y Maryse que se
habían unido a ellos, conversaban con Isabelle y Simon, mientras que Jace,
Clary, Nico, Johanna y Gwen se acercaban a ellos.
-¿Pasa algo?
–Pregunto Alec de inmediato.
-Quieren hablar con
ustedes. –Dijo Jace mirando no solo a Alec sino también a Gwen, Nico y Johanna.
-¿Con nosotros?
–Pregunto Gwen. -¿Por qué?
-Necesitan hacerles
preguntas. –Dijo Clary.
-Por lo menos servirá
de ensayo. –Dijo Alec. –Para cuando vuelvan a casa.
-Oh es verdad. Hablamos
con tus padres.
-¿Cómo están?
–Pregunto Alec mientras presionaba la mano de Magnus.
Maryse y Robert se
acercaron. Sin embargo, seguían conversando solo entre ellos.
-Ellos están bien.
–Dijo Gwen. –Johanna les conto sobre ti y Magnus.
Alec abrió mucho los
ojos, todos ahí se sorprendieron irremediablemente, incluso Maryse y Robert
cortaron su conversación para prestar más atención.
-¿Es broma? –Dijo
Alec incrédulo.
-No. –Contesto
Johanna. -¿Qué esperabas? ¿Qué les mintiéramos? Sabes que eres el único con esa
capacidad.
-Pero ¿qué les
dijiste?
-Lo que me contaste,
que Magnus y tu estaban juntos ahora, que te quedarías con él.
-¿Y cómo lo tomaron?
–La voz de Alec tembló un poco, era extraño sentirse así de inseguro.
Fue como un cambio de
ambiente en un segundo. Gwen rio amplia y fuertemente. –Tu papa, mi tío, es
decir, -Dijo Gwen entre risas. –Literalmente levanto los brazos como si…
-Hubiera ganado la
lotería. –Dijo Nico, él se miraba aun sorprendido, al parecer al recordar la
escena.
-Y dijo algo sobre no
tener que preocuparse de que interrumpieras tus estudios por… bueno…
-Dejar a una chica
embarazada. –Dijo Johanna sencillamente.
Alec golpeo su rostro
con su mano. Deseando con todas sus fuerzas nunca haber preguntado. –Solo mi
padre se pondría tan feliz por tener un hijo Gay.
Nico soltó una
carcajada, -Debiste verlo. –Dijo emocionado y levantando sus brazos, imitando
al señor Carter. –Él estaba increíblemente feliz.
-Que padres tan
geniales. –Dijo Simon después de un momento sin ningún cuidado. –Él miro hacia
los Lightwoods -Es decir, no digo que sean sus padres. Solo digo que en general
son geniales, ya saben, como padres… Olvídenlo.
-Lo son. –Dijo
Isabelle sombríamente. –Así deberían ser todos los padres. –Ella miro hacia sus
propios padres luciendo molesta. A Alec le fue imposible no notarlo. Ahora
algunas cosas estaban siendo de su comprensión. Al parecer sus verdaderos
padres no aceptaban sus preferencias. Hubo un sentimiento que se acumuló en su
pecho, angustiante, doloroso, aterrador y familiar.
Alec agacho su
cabeza.
-¿Y la Señora Carter?
–Pregunto Clary para intentar romper la tensión. -¿Cómo lo tomo ella?
-Ella se angustio un
poco. –Dijo Johanna meditadamente. –Nos exigió conseguir el número telefónico
de Magnus. –Johanna miro al brujo. -Ella necesita hablar contigo sobre los
cuidados médicos de Alex.
-¡Por supuesto!
–Exclamo Alec, él se miraba como si quisiera enterrar su rostro en el concreto.
Magnus junto al resto
del grupo lucia como si le estuvieran contando una historia fantástica y en
otro idioma.
-Podrás dárselo
pronto. –Dijo Gwen. –Ellos quieren que vallan ambos a cenar hoy.
-¡Wow! –Exclamo
Isabelle con bastante fuerza. Ella lucia furiosa –Una muy impresionante familia
feliz.
Sin decir nada más,
giro y se alejó de todos ellos.
-Isabelle. –Dijo Alec
mientras se movió de inmediato tras ella.
-No me di cuenta.
–Dijo Gwen triste. –Que había dicho algo muy malo.
Magnus miro a la
chica. –No lo hiciste. –Dijo. –Por el contrario, dijiste algo demasiado bueno
como para poder soportarlo.
Robert y Maryse solo
miraron quietos como sus dos hijos de alejaban.
*
* * * *
-Isabelle, espera por
favor…
-¡¿Por qué?! –Exigió
la chica girando hacia su hermano, ellos habían entrado al instituto. -¿Qué
caso tiene? ¿No te das cuenta? No puedo competir con todo eso, todo lo que
tienes y que mereces.
-¿Por qué piensas que
podría preferir esa mentira a ti? A mi hermana, eres mi sangre.
-Nuestros padres no
te tratan bien. –Dijo Isabelle llorando. –Tenemos un hermano que fue asesinado
y en nuestro mundo tu… tú ni siquiera puedes casarte con Magnus. ¿Por qué
querrías esto?
-Porque es mi vida,
porque no quiero una en donde no estés tu o Jace.
-Ni siquiera nos
recuerdas.
-Pero los siento. Más
de lo que puedo soportar, desde aquella vez cuando llegue al apartamento de
Magnus y tú me abrazaste, yo te sentí, te sentí en verdad. Y renunciar a ti
seria como renunciar a mí mismo. ¿No te das cuenta? Eres mi hermana, eres parte
de mí.
Fue como si el cuerpo
de Isabelle hubiera perdido la batalla ante las palabras de Alec, ella de nuevo
se miraba como una pequeña niña indefensa. –Yo quisiera… en verdad…
Alec se precipito
hacia Isabelle para rodearla con sus brazos. Isabelle sollozaba en su pecho.
–Yo, yo no lloro… -Dijo La chica.
-Lo sé. –Dijo Alec.
–Odias llorar y no tienes por qué preocuparte. No se lo diré a nadie.
Isabelle dejo que su
hermano la acunara en su pecho y acariciara su cabello por bastante tiempo.
*
* * * *
Isabelle y Alec
volvieron a los jardines caminando lado a lado, Isabelle incluso estaba
sonriendo. Simon no tardó mucho en correr hacia ella para abrazarla. Alec les
dio espacio y camino hacia el grupo.
-Lo siento. –Dijo
Gwen en cuanto miro a Alec.
Alec sacudió la
cabeza. –No es tu culpa que tus tíos sean tan amigables.
Tus
tíos.
No eran más sus padres. Gwen tuvo que obligarse a sí misma a no caer al suelo.
Ella sonrió. –Ya los conoces. –Dijo.
-¿Y sobreprotectores?
–Dijo Johanna.
-Esa es otra de las
razones por las que les dijimos la verdad, es decir, en parte.
-No entiendo. –Dijo
Alec.
-Mi tía estaba a
punto de llamar a la gente de Pandemónium, y sabes que…
Jace se colocó frente
a Alec como si intentara apartarlo de la chica tan rápido que asusto a Gwen.
-¿Qué fue lo que
dijiste? –Pregunto Jace mortalmente.
Gwen parpadeo.
-¿Sobre llamar a Pandemónium?
-Si exactamente eso.
–Dijo Jace casi gritando.
-Jace cálmate. –Dijo
Alec. -¿Qué pasa? Pandemónium es solo un grupo de gente rica pretenciosa, como
un club social.
-Parece ser que tenías
razón Magnus. –Dijo Robert oscuramente.
-¿Razón en qué?
–Pregunto Alec a su novio.
Magnus tomo un largo
respiro. –Es una organización que existe desde hace mucho tiempo. –Explico.
–Usan su dinero para comprar conocimientos del mundo de las sombras. He sido
contratado por ellos en muchas ocasiones.
-¿Contratado para
qué? –Pregunto Alec dudando en si realmente quería saber la respuesta.
-Infinidad de
trabajos mágicos. –Dijo Magnus y miro a Robert y Maryse. –Siempre en conciencia
de la Ley por supuesto. –Se apresuró a agregar.
Robert no le creyó
pero ahora no le importaba.
-¿Qué relación tiene
tu familia con esta organización? –Pregunto Robert a Gwen fríamente.
Ahora fue Alec quien
quiso colocarse entre Gwen y Robert para protegerla.
-Nada en realidad.
–Dijo la chica. –Es decir… al parecer nuestro abuelo perteneció a su gremio y
ellos siempre han ofrecido su ayuda a nuestros padres, tal vez por respeto al
abuelo. Nunca han necesitado de su ayuda, pero, mi tía se preocupó por Alex…
Alexander. Por eso estuvo a punto de llamarlos.
-El Pandemónium no
ofrece ayuda por nada. –Dijo Magnus mirándose reflexivo.
-Tu teoría es cierta
entonces. –Repitió Robert.
Alec busco el rostro
de Magnus. -¿Qué teoría? –Esta vez lo dijo exigiendo una respuesta.
Magnus lo miro y por
un segundo Clary miro la duda en su rostro, por lo general Magnus se miraba
como alguien capaz de decir cualquier cosa a cualquier persona. Clary se dio
cuenta que eso cambiaba cuando eso que dirás se lo dices a alguien que en
verdad te importa. Y que sabes no le gustara escuchar.
-No hay manera. –Dijo
Magnus lentamente. –De que la Señora Carter haya tenido como hijo a un brujo y
no estar consciente de lo que era.
-No. –Dijo Gwen.
–Ella no puede ocultar algo así. Ella en verdad no sabía Magnus que Alex era un
brujo.
-El demonio tuvo que
haberse presentado ante ella cuando Alex nació. Ella lo sabía.
-¡Tú no sabes eso! –Grito
Alec. –Son solo conjeturas, tu… Es decir…
-Alec –Llamo Jace a
su parabatai. –Debes saber que por lo
menos eso es muy probable.
Alec negó con la
cabeza. -¿Y la organización Pandemónium? Mi madre… La Señora Carter nunca ha
aceptado ayuda de ellos. Ellas ni siquiera acepto la herencia de mi abuelo. No
tienen nada que ver con él… él… -Fue como si algo en la mente de Alec se
hubiera revelado. Miro hacia Gwen buscando apoyo. Ella se miraba igual.
-Supongo que ahora
sabemos por qué. –Dijo Gwen.
-¿A qué se refieren?
–Pregunto Maryse.
-Mi madre y mi tía…
ellas cortaron toda conexión con el abuelo, un día él fue a casa y mi madre le
grito que no se acercaría a nosotros. Ellas le reprochaban algo pero… éramos
muy jóvenes como para entenderlo. Mi abuelo murió poco después. Mi mama y mi tía
no aceptaron la fortuna que les dejo.
-Tal vez ellas
descubrieron que era en realidad el Pandemónium y quisieron alejarse. –Dijo
Isabelle. –Para mí, eso les da puntos.
-Nuestra
investigación debe ir en dirección a tu abuelo entonces. –Dijo Maryse mirando a
Gwen. -Cuál era su nombre –Exigió.
Emmet Alexander
–Todos giraron hacia Alec que hablo mirando al suelo. –Emmet Alexander Carter.
Maryse y Robert se
alejaron con prisa hacia el instituto.
Jace, Clary, Isabelle
y Simon iniciaron una conversación con Gwen, Johanna y Nico. Ellos querían
seguir averiguando cualquier cosa al respecto.
Alec giro hacia
Magnus velozmente. –Necesito ir a casa. –Dijo tomando por sorpresa al brujo.
-Podemos irnos cuando
quieras pero…
-No. –Dijo Alec. –No
me entendiste. Quiero ir con Los Carter.
-No. –Dijo Magnus en
un segundo.
-Necesito hablar con
ella, necesito explicarle.
-Alexander eso no
tiene ningún caso.
-Lo tiene. Si ella
supiera lo que el demonio hizo.
-Suponiendo solo si
no lo sabe ya…
-Ella no lo sabe.
–Dijo Alec molesto.
-Alexander –Dijo
Magnus pero Alec no se quedó a escuchar lo que quería decirle. Camino hacia
Gwen, Johanna y Nico.
-Nos vamos. –Dijo
caminando entre ellos y dirigiéndose de inmediato a la salida, los tres chicos
lo siguieron sin dudar. Gwen apenas tuvo tiempo de brindarles una mirada de
disculpa.
Magnus salió detrás
de ellos y enseguida los demás. –Alexander, basta, detente.
Alec giro sin dejar
de caminar, -En serio chicos tienen que darse prisa. –Dijo a sus amigos. Las
dos chicas corrieron hacia la salida, Nico detrás de ellas. Una vez que
salieron Alec cerró la gran puerta detrás de él.
-¡Nico! –Llamo Alec y
Nico con su fuerza vampírica actuó de inmediato, tomo con sus manos ambos
extremos de la reja y los torció entre ellos, provocando no solo un ruido
desgarrador de metal contra metal, sino también una muy eficiente forma de
mantener a los Cazadores y Magnus dentro del instituto.
Magnus llego a la
reja y observo lo que Nico había hecho. -¿Olvidas que soy un brujo? –Dijo
mirando hacia Alec al otro lado del acero.
Alec levanto su mano,
Magnus pudo ver lo que llevaba en ella. Una Estela.
Jace que también
observaba a Alec junto a los demás desde el interior, movió su mano hacia el
cinturón que colgaba de su cintura. -¿Cuándo la tomo? –Dijo sin caber en su
asombro.
Alec se concentró y
la estela comenzó a brillar en su mano.
Al cerrar sus ojos,
pudo ver con mucha claridad una runa, la runa perfecta para esta ocasión. Sin
ningún titubeo comenzó a trazarla en el nudo de metal que Nico había hecho.
Alec termino, todos
lo miraban con ojos muy abiertos. -Y tú olvidas que soy un Cazador de Sombras.
–Dijo y se fue.
El silencio se hizo
presente entre los cinco chicos.
-Por el ángel. –Dijo
Clary. -¿Esa es?
-La runa que usaste
en la corte Seelie. –Dijo Jace. –Él la recordó.
-Genial. –Dijo
Isabelle. –Recuerda algo y lo usa en nuestra contra.
-Fue bastante
asombroso. –Dijo Jace y Magnus le dedico una mirada de asesino. –Lo fue. –Dijo
el chico encogiéndose de hombros.
-¿Qué pasa aquí? –Dijo
Maryse con sus manos en la cintura. -¿Dónde está Alexander?
*
* * * *
Alec despertó tras el
sonido de su molesto despertador, se quitó las cobijas del rostro, miro a su
alrededor, estaba en su habitación, en la que siempre creyó era su habitación.
Ahora le parecía tan extraña. Casi tan como la figura que estaba en medio de
ella, con sus manos cruzadas sobre su pecho. Ella lucia tan peligrosa con todas
las armas que llevaba y el uniforme negro de los Cazadores de Sombras. Además,
ella se miraba furiosa.
-Hola mamá. –Dijo Alec
sencillamente parpadeando hacia Maryse, tal vez si la llamaba así ella se
enternecería y no lo lastimaría, por lo menos no demasiado.
Maryse entrecerró los
ojos hacia su hijo.
Alec trago con
fuerza. –Ahora sé que tan eficientes son las runas. –Dijo moviendo sus piernas
a la horilla de la cama.
-El problema mi
pequeño es que olvidaste que no eres el único que hace runas.
-Oh. –Dijo Alec que
se había levantado. -¿Me llevaras de vuelta al instituto?
-No eres un niño.
–Dijo Maryse y miro a su alrededor. –A pesar de que esta habitación pareciera
de uno.
-Para mí defensa,
Alexander Carter tiene dieciséis.
-A los dieciséis años
tú ya habías leído todas las enciclopedias demoniacas del instituto, sabias al
menos diez idiomas y manejabas más de veinte armas diferentes.
-Wow, eso deja mal a
cualquiera, pero supongo que para los Cazadores es algo así como el promedio.
Solo basta ver a Isabelle y Jace para notarlo. –Alec se estaba poniendo un
pantalón de mezclilla que encontró en el piso de la habitación.
-Ellos podrían o no
ser un poco más diestros que tú para las armas. –Dijo Maryse reflexiva, -Pero
ellos no tienen tu lógica, sentido común o madures, eres quien los mantiene a
salvo y siempre he podido contar contigo para todo, desde muy joven te ganaste
mi confianza.
-No lo parece. –Dijo
Alec poniéndose sus zapatos tenis. –estas aquí ahora, así que…
-El que este aquí no
tiene que ver con la confianza que te tengo. Necesito que estés a salvo cuando
hables con esa mujer.
Alec la miro. -¿Dices
que me dejaras hablar con ella?
-Y yo estaré ahí,
ella no podrá verme, pero no te dejare solo.
-Puedo aceptar eso.
–Dijo Alec satisfecho. –Entonces ¿Qué edad tengo?
-Diecinueve.
-Uhm, no soy tan
mayor.
-En lo absoluto, eres
joven, muy joven como para incluso estar comprometido.
Alec rodo los ojos al
cielo. Una madre es una madre. Pensó.
-Ni siquiera tiene
algún caso que te preocupes por eso. Isabelle me dijo que no puedo casarme con
Magnus. Así que…
-Créeme Alexander
–Dijo su madre mirándolo fijamente. –Eso no va a detenerte.
*
* * * *
Alec y Maryse bajaron
las escaleras hacia la cocina. Alec estaba agradecido de que estuviera ahí, de
cierta manera se sentía mucho más seguro ahora que anoche, que había llegado
inesperadamente y que no había podido iniciar el tema con su madre falsa, así
que solo dejo que lo enviara a dormir. Alec sentia en su tobillo la daga que le
había dado Jace y la estela que le había robado estaba en su bolsillo.
Inesperadamente se sentía más como un Cazador de Sombras ahora que hace tres
días atrás.
La señora Carter
estaba parada frente a la encimera cortando fruta. Ella no miro hacia su hijo.
-¿Por qué no fuiste a la universidad? –Pregunto de inmediato.
Alec se sentó frente
a ella. –Necesitaba hablar contigo. –Dijo y hecho una mirada rápida hacia
Maryse, la cual se quedó en la entrada mirando fijamente a la Señora Carter.
-Solo quiero que de
ningún modo abandones tus estudios, y tu salud, debes cuidarte ahora más que
nunca.
Alec parpadeo. –No
entiendo por qué remarcar algo que ya se. –Dijo.
La señora Carter dejo
el cuchillo de lado, dio a Alec un plato con fruta y un emparedado de revista.
Ella suspiro. –Magnus parece ser un chico decente. –Dijo y Maryse resoplo. Alec
la miro ¿En serio? Le dijo con la
mirada. –Pero no puedes culparme por dudar, es decir… ¿Hace cuánto lo conoces?
Alec movió la cabeza.
–No es de Magnus sobre lo que necesito hablarte. –Dijo tranquilamente.
-¿De qué entonces?
–Dijo su madre con sincera curiosidad. Ella miro hacia uno de los brazos
extendidos de Alec y se quedó mirando hacia la marca que ahí estaba, la runa
que Jace había dibujado aún no se iba.
Alec la cubrió con la
palma de su mano. –No es permanente. –Dijo rápidamente antes de que su madre
comenzara a gritarle por haber ido a quien sabe qué lugar a hacerse un tatuaje.
La expresión en la
cara de la mujer cambio en un segundo, Alec pensó en si estaba a punto de
llorar. -¿Estas bien? –Pregunto el chico.
La mujer
distraídamente siguió en su tarea de cortar fruta. –En ocasiones deseamos tanto
algo que no pensamos en las consecuencias. –Dijo con la cabeza gacha.
-¿Qué?
-O lo haces pensando
que serás tú la única persona perjudicada y aceptas, aceptas pagar el precio,
pensando que te lo cobraran a ti.
-¿Qué es lo que estás
diciendo? –Dijo Alec, su voz sonaba débil y frágil, como la de un niño.
-Siempre hay un
precio que pagar con ellos ¿No es así?
Maryse se había
acercado y colocado detrás de Alec, su postura en guardia.
-¿Con quiénes? –Se
atrevió a preguntar Alec.
La señora levanto la
cabeza, las lágrimas corrían de sus ojos como dos cascadas. –Los demonios.
–Dijo.
Alec se levantó de su
asiento, sus oídos zumbaron mientras Maryse saltaba por el aire para sujetar a
la mujer. En un segundo la apreso contra la encimera como un policía entrenado
sujetando a un delincuente.
Alec dio dos pasos
atrás, se sujetó de uno de los muebles, su cabeza le dolía como nunca y la inconsciencia lo llamaba con demasiada velocidad.
Escucho a Maryse
llamándolo pero él no pudo responder, su visión se estaba yendo, justo como lo
había hecho su esperanza.
Continuara…
MayGraciela♥
OH POR EL ANGEL
ResponderBorrarMe tienes demasiado viciada con tu FanFic.
¿Por que escribes ya jodidamente bien? He estado esperando este episodio y no me decepcionas, nunca lo has hecho y por favor no lo hagas, (he leído varios muy buenos, pero el final lo arruina todo). Por favor actualiza pronto.
Pd. ¿Tienes Tumblr? Me encantaría seguirte.
jejeje mejor te sigo yo a ti XD solo lo uso para seguir a los artistas geniales que se pasean por ahí.
BorrarPor favor déjame seguirte ;D http://maylightwood.tumblr.com/
Claro me encantaría :D http://maferolivas.tumblr.com/
BorrarMay.. enserio? hay! pobre Alec, creo que es el mejor que has escrito hasta ahora, enserio amo como escribes:3
ResponderBorrarMay.. enserio? hay! pobre Alec, creo que es el mejor que has escrito hasta ahora, enserio amo como escribes:3
ResponderBorrarGRACIAS!! :D
BorrarOh Dios no puede ser posible, no de nuevo. Que le pasa a Alec porque esta así.
ResponderBorrarAhhhh estoy llorando (creo que lloro mucho o al menos con tu fanfic)
Sigue porfavor AMO TU FANFIC
Mi Alec algún recuerda más de su vida y lo más importante ESTA CON MAGNUS!!!!!
Sigue sigue sigue
Besos
Besos!! Besos con agradecimientos jeje ;D
BorrarOH POR EL ANGEL! Continuaa*---* Amo tu historia me ha hecho llorar :'( continua escribiendola porfavor no demores :*
ResponderBorrarOMFG ! Que capitulaso! Esta genial, deseo seguir leyendo, no importa cuanto tardes ;3; pero danos mas, es como...como....Es lo mejor que eh visto *_* ojalá no dejes de escribir y nos deleites mas con tus relatos.
ResponderBorrarQue decirte? SOS LA MEJOR ESCRITORA DE FANFICTION QUE LEÍ. Te amooo jaja seguilo dalee no nos hagas esperar tanto. Besoooos y cuidate, gracias por el increible cap. Nunca nos decepcionas.
ResponderBorrarpor el angel!! que giro en la historia, me encanta leer este fanfic, no tenia como leer los últimos 3 capítulos. no me podía conectar a Internet y cuando por fin pude de inmediato entre a tu blog a leer el fanfic desde el capitulo 9 hasta el reciente, fue una alegría inmensa el por fin leer como va esta historia, Me encanta como escribes, eres una excelente escritora, una de mis favoritas definitivamente. Gracias por tan increíble historia no dejes de escribir. saludos
ResponderBorrar??????
ResponderBorrarSon maravillosas tus historias. La cantidad de noches que me acuesto tarde porque no puedo dejar de leer.
ResponderBorrarGracias por hacernos vivir un poco más de los maravillosos Malec.
Espero con impaciencia la continuación.
Besos enormes.