Te Encontrare Cap 14
La quinta avenida
lucia increíblemente lúgubre, como si los malos espíritus se hubieran encargado
de alejar a los mundanos que normalmente pasean por ahí incluso a altas horas
de la noche. Los chicos cayeron sobre un callejón al costado de una de las
tiendas en donde Simon y Clary compraban sus ejemplares de Manga.
Clary espero al lado
del portar mientras miraba a todos atravesarlo, siempre que hacia un portal se
sentía como una responsabilidad el que todos llegaran a salvo, Clary no pudo
hacer mucho por Gwen que no logro atravesar en pie, la chica cayo de manos y
rodillas sobre el pavimento.
Alec se apresuró a ayudarla.
–Tarda un poco acostumbrarse. –Le dijo mientras la levantaba amablemente.
Gwen le miro. –Espero
no tener que acostumbrarme.
Alec le dedico una
sonrisa fraternal, el corazón de Gwen se hizo pequeño de dolor, a pesar de
saber la verdad, la forma en la que Alec le miraba, la forma de hablar, de
moverse, todo era parte de su primo, su primo muerto.
-¿Estas bien? –Dijo
Alec preocupado al notar la expresión de la chica.
Gwen respiro
profundo. –Lo estaré cuando sepa que ese demonio está convertido en pequeñas
piezas o incinerado hasta las cenizas.
Alec entrecerró los
ojos a Gwen, no era normal que ella le deseara el mal a nadie, siempre había
sido de las que incluso en el último momento de la película, ella seguía
esperando que el malvado entendiera, se arrepintiera y se hiciera bueno.
-No puedes esperar
que piense de otra manera. –Dijo la chica sorprendiendo de nuevo a Alec. Había
olvidado las increíbles habilidades de Gwen para leer sus pensamientos.
La chica se alejó
siguiendo a Isabelle y Simon que parecían estar examinando el callejón.
-Ella estará bien.
–Dijo Magnus acercándose a Alec. –Es mucho más fuerte de lo que aparenta.
Los labios de Alec se
torcieron en una sonrisa. –Mis pensamientos no están seguros contigo y Gwen
cerca.
-¿Qué?
El grupo se había
adelantado hacia la entrada del callejón, Magnus espero la respuesta de Alec
pero este en lugar de hablar, llevo su mano hacia la parte trasera del cuello
del brujo y lo acerco con fuerza a él. Y Magnus probo los labios de Alec,
suaves, tibios, y decididos. Sintió su mano recorrer su cuello y entrelazar sus
dedos en su cabello, Magnus se acercó, no fue un beso dulce, fue apasionado,
eufórico y perfecto. Alec sostenía en su otra mano su arco, como una extensión
de su cuerpo, a Magnus no le importó que no lo soltara para sostenerlo a él,
era así como debiera ser.
Se separaron para
tomar aire. –¿Y eso que fue? –Pregunto Magnus aun sintiendo el aliento de Alec
en su rostro.
-No lo sé. –Dijo
encogiéndose de hombros. -¿Alec?
Magnus no podía estar
más de acuerdo con eso.
-No estamos lejos.
–Dijo Gwen. Alec y Magnus se acercaban a ellos mientras la chica señalaba. –Un
par de calles, pero…
-¿Qué? –Pregunto
Jace.
-No hemos estado ahí
desde pequeños, dudo que alguien nos reconozca y nos deje entrar.
Jace sonrió vivazmente.
–No esperábamos que nos dejaran entrar de cualquier manera. ¿Cómo te sientes?
–Pregunto a Alec.
-Bien. –Dijo Alec.
–Es extraño, como si el demonio no prestara todo el tiempo su atención en mí.
-Tiene otras almas
que torturar. –Dijo Isabelle.
-No por mucho. –Dijo
Jace. –Vamos.
Avanzaron velozmente
por entre las calles, Magnus ayudo a Gwen con un glamour para que los mundanos
no lograran verla, los Cazadores de sombras tenían sus propias runas para
hacerlo.
-¿Es una broma? –Dijo
Jace mirando a Alec acusadoramente al ver el Corolla azul aparcado al otro lado de la calle.
-Él no los llamo.
–Dijo Magnus de inmediato.
Jace lo miro Pasamos por esto, ¿Recuerdas? Decía su
mirada aburrida.
-No los llamo.
–Repitió Magnus seguro.
-Yo lo hice, -Gwen
cruzo la calle sin pensarlo dos veces.
Alec observo como
corrió a los brazos de Nico y después a los de Johanna. Y un ansia
incontrolable por hacer lo mismo lo inundo. Su rostro no debía haber disimulado
esto, ya que Isabelle se acercó y presiono su brazo amablemente.
-¿Qué esperas para ir
a saludar? –Le dijo con dulzura.
Alec cruzo la calle a
grandes zancadas. Isabelle le miro, después a Magnus y después a Jace, ninguno
de los dos se miraba contento por ello. Y ninguno dijo nada.
-¿Qué hacen aquí?
–Pregunto Alec a Johanna y Nico después de haberlos abrazado.
-Estamos juntos en
esto ¿Recuerdas? –Dijo Nico.
-Sé que les pedí eso.
–Dijo Alec.- Pero, las cosas ahora son distintas, ustedes…
-¿Qué? ¿No somos tus
amigos? ¿Es eso lo que sientes ahora?
Alec negó con su
cabeza lentamente.
-Nosotros tampoco lo
sentimos. –Continuo Johanna. Ella parecía estar forzando las lágrimas a
quedarse dentro. –Independientemente de quien seas, no podemos negar lo que
sentimos por ti. Además. Necesitamos averiguar lo que paso con… con Alex. Se lo
debemos.
-¡Ustedes no le deben
nada! –Dijo Alec alterado y tomo a la chica por ambos brazos. -¿Entiendes? Nada
le deben.
-Es fácil para ti
decirlo, pero…
-Johanna. –Llamo Gwen
a su amiga. –Escúchalo.
-Tal vez pienses que
no soy él. –Dijo Alec y sacudió la cabeza como intentando aclarar su mente. –Y
no lo soy, pero, eso no significa que no pueda hablar por él y… debes creerme,
Johanna… -Alec miro a los ojos de la chica ferozmente. –No me deben nada.
No
me deben nada.
Fue como si Alex le
hubiera hablado directamente. Sus lágrimas no permanecieron más dentro. Johanna
instintivamente dio un paso hacia Alec. Alec se sintió abrumado por la
sensación de familiaridad, pero la sensación de error le gano a ello. Dejo de ver el rostro de Johanna y levanto la
vista hacia el otro lado de la calle, en donde Magnus los miraba fijamente y
sin expresión. Alec soltó a Johanna lentamente.
-Lo lamento. –Dijo
Alec quitando una lágrima de la mejilla de Johanna. –No se los he podido decir.
Lamento mucho su perdida.
-tienes que dejarnos
ayúdate. –Dijo Nico. –Tienes que dejarnos averiguar qué fue lo que paso con
nuestro amigo.
-Es demasiado
peligroso. –Dijo Jace que se había acercado con todo el grupo. –Podemos
entender que quieran saber, pero, tal vez no valga la pena.
Alec se acercó a
Magnus mientras escuchaba a Johanna protestar a Jace.
-¿Todo bien?
–Pregunto Alec al brujo en voz baja, ellos estaban parados a parte de la
discusión.
-¿Querías besarla?
–Dijo Magnus sin rodeos –No estoy enojado, solo, me gustaría saber que… Tú
sabes.
Alec pareció
considerarlo, si Magnus había sido lo suficientemente honesto al hacer esa
pregunta, lo menos que podía hacer era responderle la verdad. Alec recordó la
sensación de tener a Johanna cerca, su mirada, sus ojos, y supo por qué casi
automáticamente todo su ser había levantado la vista hacia el otro lado de la
calle, hacia Magnus.
-No. –Dijo Alec
firmemente. –No quería, no quiero besarla, no como lo quiero contigo.
Magnus se inclinó,
probo los labios de Alec lenta y dulcemente, y sus lenguas se acariciaron, y
sus respiraciones se aceleraron en un disfrute melodioso y casi doloroso.
-Demonios. –Dijo Alec
después de haberse separado con su rostro en el hombro de Magnus, aun
recobrando el aliento. -¿Qué será de mi cuando te recuerde por completo?
Magnus trago con
fuerza, tal como Alec, también se recuperaba del asombroso beso.
-Te recuerdo por
completo. –Dijo Magnus. –Y estoy perfectamente. Creo que podrás con ello.
Alec se tomó el lujo
de permanecer un par de minutos más en el hombro de Magnus y se preguntó en
como seria al recordar. ¿Te amare igual
que ahora? ¿Alec te ama tanto como yo? Se alteró y se reprendió a sí mismo.
Soy Alec Lightwood. Se dijo a si
mismo obligándose a aceptarlo. Algo que ahora se daba cuenta no lo había hecho,
no por completo.
Magnus lo aparto con
delicadeza. –Debemos seguir. –Dijo y Alec asintió.
Los chicos siguieron
su camino, se detuvieron justo al costado del gran edificio con las iniciales
ACI en la entrada.
-¿Y ahora qué?
–Pregunto Isabelle.
-¿En qué piso se
encuentra la oficina de su abuelo? –Pregunto Jace.
Gwen levanto un dedo
al cielo. –El ultimo. –Dijo la chica con pesar.
Antes de que los chicos
comenzaran a moverse, notaron como varios automóviles se detuvieron frente al
gran edificio, hombres de todas complexiones surgieron de ellos y entraran al
edificio sin ninguna especie de introducción. Simon logro ver los emblemas en
cada uno de los automóviles.
-Pandemonium. –Dijo
para todos.
-¿Son mundanos?
–Pregunto Clary.
-Lo son. –Confirmo
Jace y se miraba frustrado. –Con los demonios es sencillo, los matas y ya. Los
mundanos son más problemáticos.
-¿No van a matarlos o
sí? –Pregunto Johanna preocupada.
-No podemos. –Dijo
Jace. –Por eso son problemáticos.
-Podemos solo
dejarlos inconscientes. –Sugirió Clary. –No creo que eso nos dé mucho problema.
-O podríamos solo
llegar al último piso sin que se den cuenta de nosotros. –Dijo Alec y todos le
prestaron atención. Alec miro a Nico y Gwen. -¿Recuerdan ese viejo elevador?
-¿Dónde te quedaste
encerrado y en donde gritaste como un bebe? –Dijo Nico sonriendo.
-A ja ja –Dijo Alec
desbordando sarcasmo. –Sí. Ese. Y tenía seis años, era prácticamente un bebe.
-Sigues siendo un
bebe. –Dijo Nico.
-Suficiente ustedes
dos. –Dijo Johanna poco después de que Alec se moviera para al parecer
arremeter contra su amigo. –Tomen esto en serio ¿Dónde está el elevador?
Alec no dijo más y se
movió hacia el costado del edificio, había una gran entrada de autos en dos
direcciones, y una caseta de vigilancia vacía.
-Es tarde. –Dijo
Alec. –El edificio debería estar solo, por lo menos en su mayoría.
Pero esto estaba
lejos de ser así. Alec miro como un rayo de luz azul cruzo cerca de él para
estrellarse en el hombro de un individuo de traje que se acercaba por la
espalda de Alec. En un segundo los chicos estaban rodeados de sujetos con muy
malas intenciones.
Magnus tomo el brazo
de Alec, Alec tomo a Gwen la cual ya sujetaba a Johanna. Ellos, junto con Nico
atravesaron el enorme estacionamiento cruzando por en medio de la lucha que sus
amigos llevaban con los misteriosos sujetos.
-¿Ellos los están…?
–Johanna pregunto asustada al ver como Jace, Clary, Isabelle y Simon dejaban
fuera de combate a todo aquel que se le cruzara o intentara acercarse al resto
de ellos. –No los están… ¿Verdad?
-No. –Dijo Magnus
–Tendrán una terrible jaqueca por la mañana, pero estarán bien.
Llegaron al enorme
estacionamiento y Alec abrió una puerta que a simple vista no parecía ser
operable. Cedió el paso a sus acompañantes y miro el rastro de cuerpos que
habían quedado en todas direcciones del camino, parecía que un tornado había
pasado por allí y había dejado inconsciente a todos en su paso. Pensó que la
fuerza de un tornado era la mejor forma de describir al grupo de Cazadores de
Sombras que ahora los acompañaban. Jace fue el último en entrar y jalo a Alec
dentro con el resto.
El elevador era
exactamente como lo recordaba, Alec sacudió de nuevo su cabeza, esos recuerdos
no eran suyos, y debía intentar apagarlos.
-Hasta aquí llegan.
–Dijo Jace a Gwen, Nico y Johanna.
Los tres jóvenes
protestaron.
-Ustedes se dieron
cuenta. –Dijo Clary. –Es peligroso que sigan.
-¿Y no es igual de
peligroso dejarlos aquí? –Dijo Alec.
-Pondré protección en
la entrada. –Dijo Magnus. –Estarán seguros.
Alec asintió hacia
Magnus aceptando lo que acababa de decirle.
-Necesitan toda la
ayuda posible. –Reclamo Nico. –Iré con ustedes –Miro a Alec. –Iré contigo.
-¿Y las dejaras
solas? –Pregunto Alec. –Debes quedarte con ellas, debes mantenerlas a salvo.
Alec se adelantó
hacia sus amigos, miro a cada uno de ellos con detenimiento, los ojos cafés
claros de Gwen, el cabello negro de Johanna el arcillo en la ceja de Nico. Trago
fuertemente antes de hablar. –Deben… Deben permanecer juntos. –Dijo mirándose
triste. –Siempre manténganse juntos. Pase lo que pase, solo manténganse juntos.
La mente de Alec se
llenó de recuerdos, recuerdos de ellos cuatro, juntos, como siempre había sido,
Alec no los aparto, quiso recordar eso a pesar de saber que nada tenían que ver
con él. Pero necesitaba llenarse de ellos, de sus amigos, por lo que parecía
ser la última vez.
Gwen se acercó a él.
-¿Por qué hablas así?
Alec distraídamente
toco uno de los rizos de Gwen. Y antes de que Gwen hablara de nuevo Alec la
abrazo. Fuertes y firmes eran sus brazos alrededor de la chica. -¿Recuerdas lo
que te dije fuera del instituto? –Dijo en el oído de la chica.
-¿Alex?
Alec se aferró más a
ella al escucharla llamarlo. –No importa lo que pase. Encontrare la manera de
volver a ti. –Alec la soltó y camino hacia el elevador junto con Magnus y los
demás.
Gwen se quedó parada
ahí mirando hacia su primo, mirando cómo se alejaba, con una fuerte sensación
en su pecho que le gritaba que esa sería la última vez que lo miraría. ¿Y si
eso es cierto? ¿Qué sería lo último que le dijeras? -¡Estaré bien! –Grito Gwen
antes de que Alec no pudiera escucharla.
Alec giro y le dedico
una resplandeciente sonrisa. –Lo sé. –Dijo cuándo la puerta del elevador se
cerró. Eres más fuerte de lo que alguna
vez pensé ser.
Los tres chicos se
quedaron en silencio por un segundo. Nico tomo la mano de Gwen.
-¿Por qué le dijiste
eso? –Pregunto curioso.
-Quería que lo
supiera. –Dijo Gwen. –No quería que se marchara sin que lo supiera.
Estaré
bien a pesar de que no estés mas conmigo.
-Cuando vuelva tú…
-No. –Dijo Gwen aun
mirando a la puerta del elevador cerrada. –Nuestro Alex no volverá.
*
* * * *
Magnus tomo la mano
de Alec, los chicos guardaban silencio mientras el elevador subía, esa había
sido una clara despedida y una muy dolorosa.
-Deben prepararse.
–Dijo Alec terminando con el silencio. –Lo que veremos al abrirse las puertas
será la oficina de mi abue… del Señor Carter. Quien sabe quién esté ahí para
cuidar la bóveda.
Las armas brillaron y
Magnus se acercó más a su novio. -¿Estas bien?
Alec le dedico una
mirada rápida. –Claro. –Dijo.
Magnus miro más en
esa respuesta la soberbia de Alex que la sinceridad de Alec. Y soltó su mano.
Las puertas se
abrieron y una formación perfecta de guerreros se abrió paso, listos para el
combate, Jace a la cabeza, Magnus al final y más atrás, Alec siempre siendo
protegido. En solo unos segundos se dieron cuenta de que la habitación estaba
vacía.
-¿Y la diversión?
–Dijo Jace secamente guardando su espada.
-Detrás de la puerta
número uno. –Dijo Simon al ver la gran puerta monumental que al parecer era la
bóveda.
Clary preparo su
estela mientras Alec fue atraído al centro de la oficina al escritorio, trazo
con sus dedos la madera y Magnus que lo veía con detenimiento se dio cuenta de
los recuerdos que cruzaban por su mente, recuerdos ajenos.
-Me escondía aquí.
–Dijo Alec cuando abrió un gabinete al costado del mueble. –Siempre me
encontraba.
-Esos no son…
-Lo sé. –Dijo Alec.
–Pero el decirlo no evita que no los sienta propios.
-Debemos irnos. –Dijo
Magnus.
Alec asintió mientras
seguía rodeando el escritorio lentamente. –Es como si nunca se hubiera ido. Es
tal y como lo recuerdo.
-Alec… -Dijo Magnus y
el cambio en el rostro de Alec detuvo sus palabras. –¿Qué ocurre? –Pregunto
alarmado el brujo.
Alec levanto un
retrato y lo estaba mirando sin parpadear, con respiración acelerada. Magnus se
movió de inmediato a su lado. Y pudo darse cuenta de que era lo que lo había
impactado, en la fotografía había dos chicos, uno de ellos era alguien
conocido, la habían mirado hacia apenas unos minuto. Gwen lucia exactamente
igual y su sonrisa era resplandeciente, ella tenía su brazo alrededor del otro
chico, un chico que tenía su exacta combinación de colores, el mismo tono de
piel, el mismo color de cabello, incluso la sonrisa era casi la misma, pero
ahí, donde los ojos de Gwen eran claros y brillante, los del chico eran negros
en su totalidad, sin pupila, solo oscuridad profunda, aun así el chico no se
miraba aterrador, por el contrario, a lado de Gwen lucia feliz y encantador.
-Es increíble. –Dijo
Magnus. –El parecido es impresionante.
-Gemelas. –Dijo Alec
sin poder apartar la mirada del retrato. –Sus madres eran gemelas idénticas.
-Me pregunto quién se
sienta en este escritorio. –Dijo Magnus.
-Y ¿por qué tiene
esta foto? Alec dio un paso atrás. -¿Y por qué lo mataron? ¿Por qué me alejaron
de ella?
-Oye, oye. –Magnus lo
sujeto por ambos brazos. –No hables así, no eres tú, sabes quién eres.
-No, no Magnus no lo
sé, No soy él. –Señalo hacia la foto. –Y tampoco soy Alec Lightwood. No soy
nadie…
-Soy Alec Lightwood, lo dijiste, tú lo…
-Pero ahora me doy
cuenta de que no lo siento. No realmente.
-¿Por qué lo dijiste
entonces?
Alec levanto la
mirada hacia Magnus el cual pudo ver la sinceridad y honestidad en sus
palabras, pudo ver a Alec, -Por ti, porque solo te tengo a ti, eres lo único
que me mantiene firme, lo único que me ancla que me mantiene…
-Entonces aférrate a
mí. –Dijo Magnus y coloco sus manos sobre las mejillas de Alec. –Porque no
importa lo que pase, no volveré a dejarte ir.
Magnus presiono sus
labios contra los de Alec que correspondió al beso con toda la energía que
giraba hacia él.
-Todo terminara
pronto. –Dijo Magnus cuando sus labios se separaron. –Y todo será como antes.
-¿Cómo antes?
-Tal vez un poco
mejor.
-Magnus…
-Es verdad, la
modestia no es lo mío. Todo será mucho, mucho mejor, y cada día será mejor al
anterior y…
-Te creo. –Dijo Alec
mirándose mucho mas tranquilo.
-Si te creemos. –Dijo
Jace interrumpiendo el momento. –Ahora vamos.
Alec se separó de
Magnus con sus pómulos rojos, Jace sonreía maliciosamente y Magnus respiraba
lenta pero profundamente, como rogando por paciencia.
-¿Cómo la abrieron?
–Pregunto Alec acercándose a la enorme puerta ya abierta.
-Clary –Dijo Isabelle
Ahora todos estaban
frente la gran entrada. –No veo nada. –Dijo Simon. –Un portal no se ve así en
lo absoluto.
-Solo hay una manera
de averiguarlo. –Dijo Magnus y se adelantó hacia la oscuridad.
-Iré primero. –Dijo Jace
mirando al brujo. –Quédate con Alec, no lo pierdas de vista Magnus.
-¿Bromeas? Es
guapísimo. Nunca lo hago.
Los chicos rieron sin
ningún esfuerzo, por un segundo la tensión se fue de ellos.
Jace levanto su
cabeza se miraba claramente que se preparaba. –No se separen. –Fue la última
orden antes de cruzar el umbral de la bóveda.
*
* * * *
Jace recordaba
claramente su ida a Edom, el olor, la pesadez del aire, eso mismo esperaba al
cruzar, pero esto no era igual, esto era parecido al mismo edificio de donde
habían venido, solo que no había muebles, solo una larga y oscura habitación,
abierta y extensa hasta donde la vista alcanzaba, sin nada más que oscuridad.
Con forme los chicos
atravesaban, las luces de las piedras mágicas comenzaron a brillar, uno a uno
atravesó detrás de Jace. Isabelle se colocó a su lado, Clary y Simon los
siguieron, como parabatai sus movimientos casi siempre dependían de los del
otro.
Clary observo el lugar y le fue imposible no
ver a Jace y como su respiración se había acelerado, algo paso, algo pasaba,
antes de que Clary preguntara una voz por detrás de ellos hablo.
-¿Izzy? –Era Alec.
-Tranquilo Alec.
–Dijo su hermana distraídamente, con toda su atención en examinar el nuevo
lugar. –Mantente cerca y… -Isabelle se interrumpió a si misma Izzy la había llamado su hermano y su
memoria se disparó, nadie la había llamado así desde que Alec se había ido,
nadie, entonces…
Isabelle giro hacia
su hermano. -¿Cómo supiste…? –Y se dio cuenta, no era la única mirándolo, Todos
lo hacían, todos lo miraban sin decir palabra.
Y ahí estaba, el
mismo chico, con su arco, su equipo y su cuerpo completamente marcado, todas
sus runas habían vuelto, su postura, su mirada, todo lo de Alec estaba ahí,
parado mirándolos a todos en silencio. Entonces Clary entendió el por qué la
respiración de Jace se había acelerado, había sentido a Alec, había sentido a
su parabatai, había sentido su runa parabatai recuperando su vida.
Isabelle se acercó a su
hermano con lentitud. -¿Eres tú? –Dijo débilmente, ver a Isabelle así de
vulnerable era casi inverosímil, eran muy pocas las personas que realmente
podían entrar en su coraza, su hermano era uno de ellos. -¿Alec?
-Soy yo, Izzy. –Alec
levanto su mano y jalo un mechón del cabello de su hermana. –Soy tu hermano.
Isabelle no dudo más
y se abalanzo a los brazos fuertes y firmes de Alec.-Volviste, -murmuro la
chica mientras trataba con todas sus fuerzas de no llorar.
-Volví. –Dijo Alec
enterrando su rostro en el cabello de Isabelle.
Después de un corto
pero intenso momento Alec dejo ir a Isabelle y se dirigió hacia Jace que dejo
que lo acercara para abrazarlo. Y Jace se aferró a Alec tan fuerte como le fue
posible. –Finalmente. –Dijo Jace aun sin soltar a su hermano. –Volvió la mejor
parte de mí.
Alec le sonrió y miro
hacia Clary y Simon que estaban muy cerca el uno del otro. –Hola chicos. –Dijo
sencillamente y ambos dieron un paso hacia Alec para abrazarlo, un perfecto
abrazo de tres.
-Me alegra tanto que
hallas vuelto. –Dijo Clary con una sonrisa sincera y con ojos brillando. Alec
asintió.
Respiro profundo preparándose.
Alec giro hacia la entrada por donde habían llegado, ahí parado justo a un lado
estaba Magnus, sus ojos se encontraron en un choque intenso y anhelado. Y fue
como si se miraran por primera vez. Alec camino hacia él, Magnus no se movió,
solo siguió observándolo como nunca lo había hecho con nada en su vida. Alec se
paró a centímetros de él y Magnus sintió su cuerpo reaccionar al de Alec, había
sido demasiado tiempo desde que había sentido esto, como un par de imanes que
se atraían involuntariamente, no se había dado cuenta de lo mucho que lo
extrañaba.
Alec tomo a Magnus
por la cintura y elimino toda distancia entre ellos. –Me encontraste. –Dijo
Alec, sus rostros tan cerca que sentían el aliento uno del otro.
Magnus subió sus
manos al rostro de Alec tocándolo con delicadeza como una figura frágil capaz
de romperse en cualquier momento. –No Alec, mi Alec. Tú me encontraste a mí.
Continuara…
MayGraciela♥