CoHF *Malec Parte 11

Con alivio Alec miraba a Magnus alejarse, antes de incorporarse de nuevo a la pelea, sintió una mano sujetar su muñeca, al darse la vuelta logro ver a Clary, había brillo y determinación en sus ojos así como su estela brillaba en su mano.

Jace e Isabelle estaban haciendo uso de sus más sobresalientes habilidades para mantener ocupado a Asmodeus pero no eran suficientes, bastaba un movimiento del demonio para hacerlos salir disparados por los aires, ser golpeados por fuerzas invisibles o rocas difíciles de evadir. Jace se coloco frente a él y levanto su espada, el demonio se burlo de él haciéndolo retroceder con una pared invisible.

-TODO LO QUE ESTÁN HACIENDO ES INÚTIL –Dijo –Y LO DEMOSTRARE.

En ese momento Simón fue detenido, no por las protestas de Magnus si no por un muro de energía que estaba frente a ellos, Simón giro su rostro hacia la batalla y se estremeció al ver al demonio mirándolos directamente.

-SUFICIENTE ENTRETENIMIENTO –Dijo fríamente mirando hacia Jace. –ES HORA DE MORIR.

El demonio levanto su mano en dirección al Nephilim pero solo para bajarla en seguida junto a un grito de dolor. Asmodeus se inmuto al sentir algo en su pecho, al bajar la mirada hacia sí mismo miro con algo parecido al asombro una flecha que se encontraba clavada, este movió su mano para tomar la flecha y sacarla, no había sangre, pero donde había estado la flecha permaneció una marca negra como de fuego. Asmodeus sorprendido levanto su mirada para ver al responsable: A unos metros se encontraba Alec con su arco levantado y detrás de él Clary con estela en mano y las flechas de Alec en su poder, concentrada en trazar.

Clary había pensado en la velocidad de Asmodeus y de cómo no lograban tocarlo con ningún arma excepto las flechas de Alec, que lo habían alcanzado pero atravesado sin provocar daño alguno, Clary había visualizado una runa capaz de cambiar eso. Las flechas que ahora tenían la nueva runa no solo lo alcanzaban sino que también provocaban daño, el suficiente como para tener la esperanza de acabar con él.

Alec no se daba a esperar con su ataque y con la sobresaliente habilidad que le caracterizaba con el arco, siguió haciendo volar flechas con runas hacia el demonio, las cuales daban en su mayoría en el blanco, otras eran rechazadas por fuerzas invisibles y otras pocas esquivadas, sin embargo la batalla había tomado una nueva dirección y ni Jace ni Isabelle desperdiciarían la oportunidad.

Después de haber trazado torpemente una Iratze en su brazo, Jace tomo su espada y corrió hacia el demonio en el preciso momento en que Alec había lanzado una flecha más, esta no provoco daño pero  había servido de distracción, y gracias a ello y por primera vez, el ataque de Jace resulto en una herida sobre el brazo de Asmodeus, la espada de Jace dejo una marca y los chicos observaron con mucha atención como de ella surgió un leve humo de color azul, a Alec le recordó la magia que Magnus hacia surgir de sus manos. Isabelle salió de su asombro y desplego su látigo contra el demonio, este se enredo en el brazo de Asmodeus al mismo tiempo que Jace regresaba con su espada para dar un certero golpe, Asmodeus puso su atención en Jace y la quito de Alec que lanzo una flecha mas en dirección a él, Simón y Magnus observaron tentativos a la espera de quién de ellos lograría dañar al demonio con sus incesantes ataques. Asmodeus se enfoco en Jace y  la espada en su mano. Y la flecha de Alec se incrusto en su espalda haciendo una marca más.

Magnus miro esto con terror, logro deshacerse del agarre de Simón para correr hacia la batalla, hacia Alec, él sabía que Asmodeus había tenido suficiente y que podía matarlos en un segundo si así lo quisiera, corrió con todas sus fuerzas pero no eran muchas y Asmodeus hizo lo que mas temía.

La flecha de Alec se incrusto en la espalda del demonio. Asmodeus levanto la mirada hacia Jace que estaba cerca con su espada, una mirada que lo tomo por sorpresa ya que no estaba intimidado en lo absoluto, su mirada estaba llena de furia y Jace se estremeció al ver la curva de su boca mostrando una sonrisa escalofriante. Después de un segundo Isabelle sintió la ola de energía que viajo del brazo del demonio que mantenía apresado, a través de su látigo y la golpeo violentamente, Jace y Alec gritaron el nombre de Isabelle pero fue Simón quien ya estaba cerca de ella, Clary despego su atención de las flechas para mirar a Jace y con horror se dio cuenta de cómo Asmodeus levanto una mano en su dirección, Jace voló por los aires y cayo violentamente a unos metros de distancia. Clary corrió hacia él en el momento en que Alec dejaba volar una nueva flecha pero no llego a su destino. Alec pudo ver como del cuerpo del demonio surgía energía que se desplazo a su alrededor formando un circulo, esta golpeo a Isabelle, Simón, Clary que estaba en camino hacia Jace y a Jace haciéndolos desplegarse aun mas con desgarradores gritos de dolor. Alec observo como la flecha caía al suelo y la ola se acercaba a él, subió sus manos para cubrirse y esperar el impacto pero este nunca llego, la energía paso a través de su cuerpo sin lastimarlo.

Alec levanto la mirada y pudo ver la de Asmodeus fija en él, el demonio se encontraba a no más de cuatro metros alejado de él, sus amigos estaban apenas incorporándose y Magnus se acercaba lentamente, detrás del demonio había algo, Alec no sabía lo que era, pero lo miro expandirse alrededor de ellos, por encima y encerrándolos, era una especie de campo de energía que se había formado en forma de domo, en donde solo Asmodeus y Alec se encontraban dentro, Alec regreso su mirada a Asmodeus.

-TE CREES CAPAZ DE SALVARLO –Le dijo el demonio –ES POR ESO QUE HAS VENIDO AQUÍ. CREES QUE HAY UNA OPORTUNIDAD DE LIBERARLO. TIENES FE. Y NO HAY NADA QUE DESPRECIE MÁS QUE ESO.

Alec preparo una flecha apuntando al corazón de Asmodeus. Miraba a todos detrás del domo como si lo hiciera a través de agua.

-CONSIDERAS ESTA TU BATALLA ¿NO ES ASÍ? –Asmodeus tomo la flecha que seguía en su espalda, la saco y la convirtió en polvo. –HAS ADQUIRIDO TU BATALLA CAZADOR DE SOMBRAS. ESPERO Y ESTÉS PREPARADO PARA PERDERLA.

Después de la amenaza Alec libero la flecha que voló hacia Asmodeus. Este desprendió más energía de su cuerpo y la flecha se convirtió en cenizas en el aire.

Magnus y los demás gritaron el nombre de Alec cuando observaron como Asmodeus sonreía y levantaba una mano hacia el Nephilim al mismo tiempo que este soltaba su arco y sus pies se despegaban del suelo, claramente el demonio lo estaba tomando del cuello ayudado de  su fuerza invisible, Alec se llevo ambas manos al cuello y sus pies pataleaban al aire intentando inútilmente liberarse, Clary se acerco al domo y trazo su más poderosa runa de abierto, espero. Pero no sucedió nada, Isabelle y Jace chocaban sus espadas contra la cúpula de energía, pero sin ningún resultado. Simón vigilaba los movimientos desesperados de Alec y Magnus. Magnus estaba al pie del muro de energía con su mano sobre él, Simón observo como murmuraba algo, un hechizo tal vez y se alarmo, Magnus no podía siquiera mantenerse en pie, realizar un encantamiento podría significar la muerte para él. Corrió hacia el brujo para detenerlo sin saber que no importara lo hiciera, Magnus no podía utilizar magia en este mundo, en medio de protestas Magnus se separo del domo para observar como después de luchar por aire durante un tiempo desesperado, los ojos de Alec se cerraban y sus brazos caían inmóviles a sus costados.

* * * * *

Las rocas obtenidas de Ismael el muy extraño brujo estaban al centro de la sala de estar del desván de Magnus, Ragnor estaba frente a ellas, las cuales estaban colocadas en una formación de tres esquinas, Catarina y Raphael observaban cautelosos a ambos costados del brujo, Ragnor inicio levantando sus manos al frente y las piedras comenzaron a brillar de manera tintineante, esto no era una invocación si no la realización de un portal así que había iluminación artificial del apartamento, también un par de velas que encerraban un pequeño pentagrama que estaba dibujado en el suelo. Ragnor era de las personas más astutas y precavidas del mundo, este lo había dibujado como protección, no sabían a qué se enfrentarían al abrir el portal y quería estar listo por si algo o alguien que no fuera su grupo intentaran atravesarlo.

Pasaron unos minutos antes de que el portal surgiera frente a ellos, Catarina tenía la esperanza de que al ser abierto los chicos lo atravesarían casi de inmediato con Magnus acompañándolos, pero eso desgraciadamente no sucedió. El portal era de un azul brillante, a través de él se podía ver hacia el otro lado, el suelo árido en su totalidad muerto, las grandes colinas, las montañas y el cielo naranja oscuro con un aire que podía casi olerse en cenizas puras.

-¿Ven algo? –Dijo Ragnor dando un paso al frente precavido.

-No –Dijo Catarina –Solo montañas.

-Ahí están –Raphael estaba mirando por encima del hombro de Catarina, su vista de vampiro era mucho mejor que la de ambos brujos. –El Daylighter viene hacia acá, Magnus viene con él.

El corazón de Catarina dio un salto en su pecho. -¿Los demás? –Pregunto con angustia. -¿Logras verlos?

Raphael entrecerró los ojos para agudizar su vista. –Están… Parece una batalla, además…

-¿Qué? –Exigieron ansiosos ambos brujos.

-Es Magnus –Dijo sobresaltado. –No se mira nada bien.

En ese momento el portal brillo amenazando cerrarse. Ragnor no lo dudo y se coloco frente a él, levanto sus manos, Catarina y Raphael observaron como fluía magia de él hacia el portal.

-¿Qué estás haciendo? –Pregunto Raphael preocupado.

-El portal necesita más energía de la que esperaba. –Dijo concentrado. –Estoy pasando la mía hacia él, para que se mantenga abierto.

Catarina miro a Ragnor con angustia y luego a Raphael. -¿Qué miras? –Dijo con voz fuerte, Raphael entendió que se sentía frustrada por su amigo.

Raphael volvió la mirada hacia el portal y comenzó a describir la escena, la desesperación en ambos brujos se hacía mas y mas grande al escuchar cosas como: Es muy fuerte, no pueden tocarlo y sobre todo al escuchar a Raphael pronunciando el nombre del padre de Magnus. Sabían perfectamente de quien se trataba y aun más, sabían que no los dejaría regresar sin un precio o peor aún, no les daría la oportunidad de negociar.

La magia que surgía de las manos de Ragnor fluctuó considerablemente seguida de un gesto de dolor del brujo, Catarina se acerco a él.

-¿Ragnor?

-Es demasiada energía –Dijo y Raphael noto el cambio en su voz, estaba cada vez más débil.

-Toma de mi energía –Catarina se acerco a Ragnor lo suficiente para tomar sus manos.

-No –aspecto Ragnor. –Tomaras mi lugar para cuando me haya consumido, Catarina debemos de mantener el portal abierto lo mas que podamos.

-¡¿Morirás?! –Grito a su amigo –No. Ragnor no, por favor ¡No tienes que hacer eso!

Ragnor sonrió a su amiga y tranquilamente dijo: –Mírame a los ojos y dime que Magnus no lo haría por cualquiera de nosotros.

Catarina se quedo sin palabras, Raphael estaba ahí con la boca abierta y se obligo a sí mismo a reaccionar.

-Toma la mía entonces –Dijo sencillamente el vampiro.

-No, -Dijo Ragnor. –Necesito que tú me hagas un favor.

Raphael solo lo miro.

-Necesito que una vez que me haya consumido y que Catarina tome mi lugar, tú la protejas, no solo de algún demonio que intente llegar aquí. –Ragnor tenía sus ojos puestos en el portal, claramente enfocando toda su energía hacia él. –Si no también de ella misma.

Catarina lo miro con algo más que asombro abrumador.

-No dejaras que se consuma a ella misma.

-¡Ragnor! –Exigió Catarina con voz firme, Ragnor la ignoro y miro a Raphael.

-Promételo. Raphael promete que no dejaras que ella muera.

Raphael pensó en Catarina, en Magnus y en el propio Ragnor, andando por el mundo unidos, despreciándose en ocasiones y amándose en todo momento, pensó en su propia familia, en esos recuerdos que durante tantos años había valorado más que su propia vida y se dio cuenta de que eran eso: Estos tres brujos eran una familia como la familia que había tenido alguna vez, como sus pequeños hermanos que miro crecer y morir y que siempre había tenido la esperanza de recuperar de alguna manera, y ahí estaba el amor, la fraternidad y el sacrificio que pensó que no volvería a tener o sentir, sitio que era la promesa que le hacía a su propio hermano.

-Lo prometo. –Dijo Raphael.

* * * * *

Magnus hablo a su padre. Tenía que intentar salvar a Alec a como diera lugar.

-No puedes matarlo –Dijo débilmente pero con toda su energía enfocado en ello –Hicimos un trato.

El demonio giro su vista hacia su hijo y este continuo.

-Tú lo sabes –Magnus hablaba lo más rápido que le era posible. –Mi permanencia aquí por salvarlo, si tú lo matas…

-EL TRATO SE ROMPERÁ, LO SÉ. –Dijo Asmodeus y sonrió. –UN TRATO ES UN TRATO. –La esperanza llego a Magnus pero solo por un segundo. –TE LIBERO DE ÉL, ERES LIBRE DE IRTE HIJO MÍO. Y TU CAZADOR DE SOMBRAS MORIRÁ HOY EN MIS MANOS.

-¡Maldito! –Jace había soltado su espada -¡Libéralo!

-SOLO UN POCO MAS –Dijo con burla Asmodeus –ES RESISTENTE, ¿NO ES VERDAD?

Asmodeus estaba disfrutando totalmente lo que implicaba el asesinar a Alec, ya que era una persona muy amada y la desesperación en su hermana lo estaba alimentando, así como la angustia de sus amigos, el dolor desgarrador de Magnus, un dolor que sería eterno y la impotencia de su parabatai. Un parabatai que no estaba dispuesto a perder a su mejor amigo, a su hermano, la otra parte de él, la parte que siempre pensó que era lo mejor de él mismo. El demonio no comprendió lo que sucedió después, tan rápido como para poder hacerlo. Pero ahí estaba Jace ahora a su lado, este lo miro con sorpresa pero no con el suficiente tiempo para prepararse para lo que estaba a punto de ocurrirle.

Jace estaba ardiendo. Ardiendo con el fuego más brillante que ninguno de ellos había mirado nunca, Jace tomo el brazo levantado de Asmodeus y después de unos segundos Alec cayó al suelo liberado del poder del demonio, el lugar entero estaba repleto de una luz cegadora. Asmodeus grito mientras que el Fuego Celestial surgía de las venas de Jace y se apoderaba de él. Ambos estaban en llamas y todos los observaban con la boca abierta, Jace había usado el fuego para romper la pared de energía y una vez que la había atravesado esta se cerró detrás de él nuevamente sin dejar pasar a nadie más. Clary gritaba el nombre de Jace mientras que el fuego se esparcía por el domo. Jace mantuvo la mirada sobre Alec mientras dejaba que el Fuego Celestial se apoderara de él, necesitaba concentrarse en él, protegerlo y asegurarse de que el fuego no lo dañara. Jace no sentía ninguna especie de dolor solo calma y esperanza de terminar con el demonio.

-SOY UN PRÍNCIPE DEL INFIERNO –Dijo Asmodeus con voz agónica. El fuego estaba quemándolo. –NO MORIRÉ, NO DESAPARECERÉ.

-Si lo harás –Dijo Jace mientras miraba a Asmodeus derretirse y disolverse ante el Fuego Celestial que ardía a través de él.

Clary y los demás estaban en silencio mientras la energía que los rodeaba caía como cortina y dejaba ver a Jace de pie al centro, Asmodeus no estaba y Alec yacía inconsciente en el suelo. Hubo un silencio abrumador antes de que el primero hablara.

-¡El Portal! –Advirtió Simón.

-¡Lleva a Magnus! –Dijo Jace y miro a Clary para que lo siguiera. Esta lo hizo. Simón y Clary corrieron hacia el portal con Magnus a cuestas.

Una vez que lo atravesaron se dejaron caer sobre un suelo muy diferente, estaban ahora en el loft de Magnus, Catarina se precipito hacia Magnus y comenzó con el proceso de sanación. Magnus miraba hacia el portal.

-¿Dónde están los demás? –Escucho a Ragnor gritar.

Clary aparto la mirada de Magnus para dirigirla al portal con alarma. –Ya deberían de estar aquí. –Clary corrió hacia él intentando regresar pero fue detenida por Raphael.

-Es un portal de una sola vía. No puedes volver por él.

-No, no –Dijo Clary –Debemos ir, algo pasa.

Magnus miraba fijamente hacia el portal sin darse cuenta que estaba incluso luchando con Catarina para que lo dejara correr hacia él. Catarina lo miraba con alarma, sus ojos estaban vacios de una manera desoladora que le causo miedo.

-¿Qué pasa? Magnus. ¿Qué es? –Decía la bruja buscando su rostro e intentando que se mantuviera quieto para poder curarlo. -Sujétalo –Le dijo a Simón que también miraba hacia el portal.

-No puedo mantenerlo más tiempo abierto –Dijo Ragnor con voz débil. Había pensado en Catarina tomando su lugar pero la situación había cambiado, Catarina necesitaba curar a Magnus.

En ese momento hubo un resplandor en el portal que dio paso a Jace con Alec sobre sus hombros seguidos de Isabelle que estaba claramente llorando con desesperación. Jace coloco a Alec en el suelo. Magnus lo seguía con la mirada aun intentando llegar a él, solo podía distinguir que este no se movía.

Ragnor dejo libre su energía y el portal se cerró en un segundo haciendo que este callera sobre sus rodillas, Raphael fue en su ayuda de inmediato. –Estoy bien –Dijo el brujo levantando su mano y le fue inevitable mirar hacia Alec.

-¡No respira! –Grito Isabelle entre sollozos desgarradores, su rostro cubierto de lágrimas, colocándose a lado de su hermano.

Catarina dejo a Magnus y se movió hacia Alec, examino al chico y de sus manos comenzaron a surgir rayos azules que estaban envolviendo el pecho del Nephilim. Catarina levanto su mano y la dejo caer fuertemente sobre Alec haciendo que una ola de humo azul lo envolviera, Alec abrió los ojos y se incorporo un poco abruptamente, tosiendo y jadeando, intentando que el aire entrara en sus pulmones nuevamente. Como alguien que hubiera permanecido mucho tiempo bajo el agua y hubiera sido reanimado.

-Bien, bien –Decía Catarina con voz confortable –Respira Alexander, respira.

Isabelle se llevo sus manos a la boca y después se abalanzo contra su hermano para abrazarlo, Jace pasó una mano por su cabello con alivio. Clary miro hacia Simón para sonreír y este se alejo un poco de Magnus para acercarse a Isabelle.

-No tan fuerte –Dijo Alec a Isabelle que estaba aferrada a su cuello.

Esta se separo un poco solo para colocar sus manos ahora un poco más gentilmente sobre los hombros de su hermano. –Me asustaste, imbécil, en verdad me asustaste. –Alec limpio una lágrima del rostro de su hermana, se miraba tranquilo pero esto solo duro un segundo.

-Izzy –Dijo con alarma -¿Dónde?… –Alec miro rápido a su alrededor claramente ansioso, todos estaban en el suelo del loft, y ahí a unos metros de él encontró a quien estaba buscando.

Magnus estaba sobre sus rodillas mirándolo fijamente, sus miradas se cruzaron y el pecho de Alec comenzó a retumbar hasta sentirlo incluso en sus oídos.

Magnus se inclino un poco y estiro sus manos hacia Alec, este se movió rápidamente hacia él ya que había notado que estaba sumamente débil y necesitaba alcanzarlo antes de que callera al suelo.

La imagen que Magnus tenia de Alec se hizo borrosa, escucho la voz de Alec llamándolo, pronunciando su nombre con desesperación, como si fuera un eco que se alejaba lenta e inevitablemente de él. Sintió las manos de Alec a su alrededor sosteniéndolo firmemente mientras sus parpados se hacían terriblemente pesados y perdía el conocimiento sin poder evitarlo.

* * * * *

Magnus despertaba esporádicamente solo para ver distintos rostros a su alrededor, primero Catarina enérgica y eficiente como siempre, moviéndose sin hablar a su alrededor, Magnus nuevamente fue llamado a la inconsciencia.

* * * * *

Magnus abrió los ojos nuevamente y miro oscuridad a través de la ventana, miro rostros borrosos, voces viajaban a su alrededor y pensó que era suficiente de dormir, el problema era que su cuerpo no estaba en sintonía con él y simplemente no era capaz de seguir despierto por un laxo no mayor a tres minutos.

* * * * *

Con la luz del sol brillando fuerte en su rostro, Magnus se sentía recuperado y con ganas de salir de la cama y caminar. tallo sus ojos y se estiro, se sentía entumecido de una forma confortable, la suave manta lo arropaba del frio que se colaba por las ventanas muy conocidas, su mirada fija sobre el vitral cercano a su cama y poco a poco imágenes llegaron a su mente, el castillo de su padre, Sebastian hablando con él, las visitas tediosas de Asmodeus a su habitación y Alec, Alec llegando a su habitación, como la luz del día después de una larga noche de pesadillas, Alec sujetándolo y sacándolo del castillo, Alec luchando contra su padre y Alec…

-¿Te sientes mejor?

La voz que surgió hizo que se incorporara rápidamente, podría estar equivocado de donde se encontraba pero lo único que le importaba era mirarlo a él, el chico de cabello negro desordenado, con ojos azules preocupados y ropa andrajosa, estaba frente a él, sentado en una silla a su lado, se miraba cansado pero bien, incluso fortalecido.

-¿Magnus? –Dijo Alec con preocupación. -¿Estás bien?

Magnus no podía apartar la mirada de Alec, se preguntaba si era real, si realmente estaba él ahí, en su apartamento y con Alec frente a él.

-No quiero tener que golpearte para que reacciones. –Dijo Alec y Magnus supo que no bromeaba.

Magnus rio. –Perdón –Dijo finalmente –Estoy algo confundido, creo.

-Catarina dijo que ya estabas bien, que solo necesitabas descansar, pero creo que mejor la llamo. –Alec se movió un poco con la intención de levantarse pero Magnus lo detuvo sujetándolo de su muñeca.

-No –Dijo –Estoy bien, ella difícilmente se equivoca. Créeme, estoy muy bien.

Alec lo considero pero regreso a su lugar finalmente.

-¿Dónde está Catarina? ¿Y Ragnor? –Pregunto Magnus.

-Ellos están bien –Explico Alec y suspiro –Ragnor se fue. No sé a dónde, dijo que se comunicaría contigo como de costumbre, -Alec se encogió de hombros. –Espero y sepas de que hablaba por qué no dijo nada más.

Magnus rio nuevamente. Y Alec continúo.

-Catarina fue convocada a Alicante, hubo una batalla contra los Oscuros de Sebastian y necesitaban sus habilidades de sanación. –Alec movió los ojos como si intentara recordar la información relevante que debiera ser dicha. –Raphael fue con ella.

-La batalla –Dijo Magnus con cuidado. -¿Cómo termino?

-Jia la considero una victoria. –Dijo Alec y explico a Magnus como las armas de los Oscuros habían perdido su poder al haber derrotado a Asmodeus y lo cual sucumbió con la victoria de los Nephilim y la destrucción de la mayoría de los Oscuros. –Fueron detrás de quienes lograron escapar, y en cuanto a Sebastian, no se ha sabido de él en un tiempo, incluso las batallas en las fronteras de Idris han cesado.

-No pareces muy contento con eso. –Dijo Magnus, Alec se encogió de hombros. –Me parece que esto es más bien la calma antes de la tormenta. Sebastian no se quedara de brazos cruzados, vendrá por Clary y Jace, estoy seguro.

Magnus se alarmo -¿Dónde están ellos? ¿Isabelle?

-Están en el instituto –Dijo para calmar al brujo. –Se fueron hace unos minutos, por armas y algo de ropa. Simón necesitaba conseguir sangre también.

Magnus sintió la voz plana de Alec, algo estaba mal y quería saber que era.

-¿Alec? –Los ojos Magnus se enfocaron a verlo con determinación, esa mirada que Alec conocía muy bien, que le decía que difícilmente podía ocultarle algo. Magnus no necesito decir más.

-Mi padre llamo –Comenzó Alec. –Meliorn confesó haber ayudado a Sebastian en las batallas para ponernos en desventaja, también hablo de la manipulación de los portales, no le pidieron detalles, fue declarado culpable pero… puedo deducir que…

-Fue él. –Dijo Magnus –Él los llevo ante Sebastian, me refiero a ti y Micah, aquel día, en que él murió.

-Aun no se cual es su sentencia... –Alec bajo la mirada. –Pero…

-Estas enojado –Dijo Magnus comprensivo. –Por su causa murió tu amigo, alguien importante para ti, no te sientas culpable por sentir lo que sientes. Estas en tu derecho de desear su castigo.

-No es algo que me guste sentir –Dijo Alec sincero.

-Claro que no. –Dijo Magnus y sonrió dulcemente. –Eres la persona más bondadosa que conozco.

Alec aparto la mirada, era increíble para él que a estas alturas Magnus siguiera teniendo ese tipo de efecto en él.

Magnus miro las mejillas de Alec tomar color y su pecho se inundo de afecto, el afecto ya conocido y que lo hacía sentir vivo.

-Alec –Comenzó Magnus. –Necesito hablarte, hablar de algo importante yo…

-¿Vas a regañarme?

Su pregunta lo tomo por sorpresa pero sabía a lo que se refería.

-No precisamente –Confeso –Pero debería, Alexander, lo que hiciste, ponerte en ese nivel de peligro tú…

-Tu habrías hecho lo mismo –Lo interrumpió Alec con la cabeza baja, mirando sus propias manos. –Es decir, lo hiciste, por Jace. ¿No es así?

-No esencialmente por Jace.

Alec no dijo nada, recordó la conversación que había tenido con Simón en aquella cueva Lo hizo porque era lo correcto.

-Y en parte es de eso de lo que quiero hablarte. –Dijo Magnus y se acerco un poco más a Alec. –Aquel día, cuando te fuiste al Gard, lo que dijiste antes de atravesar el portal.

Alec lo miro extrañado. –No sé –Dijo sincero intentando averiguar a qué se refería Magnus.

-Dijiste que lo que había pasado esa noche no me obligaba a nada. –Magnus entrecerró los ojos hacia Alec, -¿Por qué me dijiste eso?

Alec recordó esa noche y entendió lo que le preguntaba. Suspiro –Las últimas semanas a ese día me la pase solo logrando preocuparte, haciendo que saltaras en mi ayuda a cada segundo. Salí herido, tú me cuidaste y es comprensible que te hallas sentido culpable.

-¿crees que es culpa lo que hace que me preocupe por ti?

-En parte –Dijo Alec. –Es decir, no sé lo que sientes por mí, o no exactamente.

Magnus hablo con cierto tono de sarcasmo. –Supongo que he sido algo sutil –Su voz fue dura

Alec se altero. –No me mal interpretes. Lo que hiciste por mí. Me salvaste entregándote tu mismo a tu padre.

-Lo hice porque te amo –Dijo Magnus sin rodeos –Porque un mundo sin ti, no valdría la pena, en lo absoluto.

Alec no pareció inmutarse con la confesión de Magnus. –Creo que hay cosas de ti mismo que no sabes.

Esto fue revelador para Magnus, no dijo nada, siguió escuchando.

-Llegue a pensar que lo que hiciste por Jace lo habías hecho por mí. Incluso Simón me dijo que tú le habías dicho eso. –Alec miro a los ojos de gato Verde dorado de Magnus que brillaban más que nunca. –Pero debes enterarte Magnus que pese a lo que podrías obligarte a creer de ti. En realidad lo que haces lo haces por qué es lo correcto, por qué quieres hacerlo, porque eres un héroe.

-Alec…

-Así que sé que independientemente de lo que sientas por mí…

-Basta –Dijo Magnus, movía su cabeza en forma negativa y sacudía sus manos. –No puedes hacer esto, no puedes decir que lo que siento por ti no es real. Porque Alexander, no tengo otra forma de demostrártelo yo…

-No es justo –Dijo Alec. –No es justo que me perdones por las circunstancias, lo que paso con Camille…

-¡¿Camille?! Oh dios, Alec, ¿De verdad crees que eso importa ahora?

-Claro que importa yo…

-Tú no te has perdonado –Dijo Magnus levantando la voz –Yo lo hice hace mucho tiempo, te conozco y no es justo que me utilices como escusa solo porque no te perdonas a ti mismo.

Alec se tenso –Magnus mereces a alguien mejor, alguien que no te lastime de la manera que yo lo hice, alguien…

Magnus tubo suficiente, se acerco hacia él, coloco ambas manos a los costados del rostro de Alec, su propio rostro a centímetros del suyo -¿Alguien que no me juzgue por lo que soy o de donde provengo? ¿Alguien que vea en mí un héroe? Algo que difícilmente soy, por cierto ¿Alguien que valla por mí al mismo infierno? Y sabes que hablo en forma literal. –Magnus beso a Alec, un beso fuerte y desesperado –Tienes razón Alexander. –Dijo Magnus cuando dejo de besarlo. Su respiración entrecortada. –Tal vez deba sentarme a esperar a alguien así, probablemente llegue en otros cuatrocientos años. Aunque muy seguramente eso nunca ocurra.

-Magnus…

-Te amo Alexander, te amo y no quiero seguir sin ti, ya no quiero. –Magnus hablaba en forma de suplica como si las palabras le dolieran. –Sé que me encargue de que te desilusionaras conmigo, yo me comporte ajeno, frio… -Magnus soltó a Alec, su espalda de nuevo contra la cabecera de la cama. Se miraba triste. –Supongo que hice bien mi trabajo y ahora es demasiado tarde.

-Nunca es demasiado tarde –Murmuro Alec y Magnus lo miro con suspicacia.

Alec se encogió de hombros y estiro su mano para tomar la del brujo. –Creí que te había perdido, perdido para siempre… -Los ojos de Alec se enfocaron en los de Magnus, -Se que aún hay mucho por hacer, es decir, necesito ganarme tu confianza, y lo hare, lo intentare, Magnus intentare ser la persona que valla por ti al mismo infierno.

Magnus sintió su pecho explotar de alegría. –Pero Alec, lo eres.

Alec sonrió abiertamente al brujo, esa sonrisa que lo hacía ver seguro de sí mismo. –Sí. Lo soy.

Magnus se relajo, con una sonrisa aparto la manta para jalar a Alec hacia él –Ven acá, hace frio.

Magnus envolvió a Alec con la manta mientras se recostaba a su lado, sus brazos aferrados el uno del otro. Se besaron lenta y tiernamente cuando se separaron Magnus fijo su mirada en el cuello de Alec y se alarmo.

-¿Alec? ¿Qué?

Alec llevo su mano a su propio cuello en donde había una mancha negra como una línea que cubría la mayor parte de este.

-Oh, sí, creo que Asmodeus dejo su marca en mi. Catarina dijo que probablemente no era permanente. –Magnus pasó sus dedos por la marca y Alec dijo resignado. –Veremos.

-No dejare que eso se quede ahí. –Magnus sujeto de nuevo a Alec y presiono sus labios contra los suyos.

Alec se aparto un poco. -¿Crees que Asmodeus esté muerto?

-No –Dijo Magnus sincero. –Creo que el fuego Celestial logro esparcirlo entre las dimensiones, como la Marca de Caín lo hizo con Lilith, pero no creo que haya algo suficientemente poderoso como para matar a un príncipe del infierno.

-Entonces él volverá –Alec se alarmo –Él volverá por ti…

-Supongo que ahora estaré un poco más presente en sus pensamientos, pero Alec, cuando regrese, suponiendo que no pasaran unas décadas antes de que eso suceda, aun tendría que hacer que yo realice un llamado hacia él y créeme, no pretendo hacerlo.

-Estaremos listos –Dijo Alec con voz segura. –Seremos más fuertes y estaremos juntos.

Magnus sonrió hacia Alec, su sonrisa brillante y encantadora que hacía que Alec se estremeciera por completo. –Estar juntos significa ser más fuertes mi amor.

* * * * *

Habían pasado un par de días desde que habían regresado del Pandemónium, las reuniones en el Gard se hacían cada vez más frecuentes, la lealtad del reino de las hadas estaba entre dicha y era necesario reunir los testimonios convenientes para este reino y que su lealtad sea esclarecida. La Reina Seelie envió para su representación a Kaelie Whitewillow que defendió su postura de manera brillante, las hadas no podían mentir y eso ayudo a que el reino de las hadas quedara absuelto con ciertas restricciones, una de ellas sería que no habría representante de este reino en el Consejo de La Clave. Jia Penhallow declaro que esto sería hasta que las hadas se redimieran hacia los Nephilim, esto por supuesto no cayó muy bien a ciertos grupos del Submundo como Raphael e incluso a Magnus, que pensaron que hasta ahora los Cazadores de Sombras seguían haciendo uso de su poder para controlar a todos en el mundo de las sombras, las cosas habían sido así desde hace cientos de años, y aunque las cosas habían cambiado mucho desde los acuerdos, la esencia del poder seguía siendo el mismo.

-¿Estás bien? –Pregunto Alec a Magnus que se miraba claramente consternado por el veredicto.

Habían salido de la Sala del Consejo y se encontraban esperando a sus amigos en uno de los pasillos dentro del Gard. La multitud ya se estaba dispersando a su alrededor.

-Es solo que no logro entender. Si realmente consideraron que Meliorn había actuado en solitario, ¿Por qué castigar al reino completo? Es una completa contrariedad, y dudo que no lo sepan.

-Lo saben –Concordó Alec. –Sin embargo, Meliorn fue siempre la mano derecha de la Reina, podría por tanto ser ella la que planeo todo esto. Y su caballero, una vez descubierta la traición sacrificarse para recibir todo el castigo, es algo que harían, y utilizar a Kaelie sería una estrategia más, ella no puede mentir, pero dudo que estuviera enterada del plan de la reina si en todo caso lo hubiera, es decir…

-La uso como un punto ciego –Magnus miro a Alec reflexivo –No había pensado en todo eso, o no desde ese punto de vista. ¿Por qué no dijiste nada en la asamblea?

-No necesitaba decírselo a todo el mundo, solo a Jia. Y lo hice.

-Y es por eso que ella tomo esta decisión, ¿cierto? –Magnus se llevo una mano a su mentón en reflexión. –Castigar al reino como una advertencia, no alejarse en su totalidad de ellos y no darle poder a la Reina en la clave, fue inteligente de su parte.

-Por algo ella es la Cónsul.

-Y tú muy inteligente.

Magnus estiro su mano hacia su novio para tomarlo de la chaqueta y jalarlo hacia él, Alec dejo que lo acercara, Magnus coloco sus dedos debajo de su mentón para levantarle el rostro y poder besarlo, un beso tierno y lento, no sabían quién podría estar mirando, ambos se separaron Alec un poco más rápido y apenado que Magnus al escuchar a alguien aclarando su garganta de manera exagerada para poder interrumpir. Al mirar hacia un lado pudieron ver como sus amigos se acercaban, Jace y Clary tomados de la mano e Isabelle sujetando el brazo de Simón.

-Vamos tortolitos –Dijo Jace con burla. –Este no es el lugar, Alec me sorprendes tengo que admitir.

Alec se encogió de hombros y metió sus manos a los bolsillos. Magnus salió en su defensa.

-Deja tranquilo a mi novio. –Dijo y señalo con su largo dedo hacia Jace. -¿Tienes una idea de lo que puedo hacer a ese rostro tuyo que tanto presumes?

Jace se miro en cierta medida asustado y levanto una mano en señal de paz. –No me harías nada, Alec se enojaría contigo, ¿Cierto Alec?

El grupo miro hacia Alec esperando su respuesta, este sonrió maliciosamente.

-Bueno, no sería permanente, y podría ser algo sutil, como poner tu nariz al revés o algo así.

Todos rieron, Jace se llevo una mano al corazón de manera dramática como si hubiera recibido un doloroso golpe.

-Oh grande es mi dolor, mi propio parabatai me cambia por su brujo novio.

-Tú hiciste lo mismo, -Dijo Isabelle en defensa de su hermano. –Cuando conociste a Clary.

Jace se miraba muy dispuesto a protestar por tal acusación pero fue la propia Clary quien levanto una mano para pararlo. –Sera mejor que no digas nada, créeme, es por tu propio bien.

Todos rieron, el lugar ya estaba vacío y las puertas de la sala del consejo se cerraron nuevamente a sus espaldas, se había iniciado una nueva reunión privada con solo algunos miembros. En esta ocasión tratarían acerca del paradero de Sebastian Morgenstern el cual aun no había aparecido. Los chicos giraron al escuchar una puerta más ser abierta, de ella salieron dos Cazadores de Sombras custodiando al prisionero Meliorn, este no llevaba su acostumbrada armadura sino un pantalón negro y una camisa blanca desalineada. Magnus lo observo con asombro, se miraba decaído, muy diferente a lo que normalmente exponía.

-Intentaran averiguar en donde se esconde Sebastian por medio de él. –Dijo Isabelle sin ocultar su desprecio.

Magnus no podía apartar la mirada del Caballero Hada, inesperadamente noto una sombra deslizarse a su lado con rapidez, al mirar con más atención se dio cuenta que había sido Alec quien se había movido rápidamente hacia donde estaba Meliorn, todos se quedaron congelados mirando al chico. Fue Magnus quien lo siguió caminando casi tan rápido como él.

-¿Alec? –Pregunto Magnus sin saber que esperar. -¿Alexander?

No hubo respuesta pero siguió caminando siguiendo los pasos de Alec que se miraba peligrosamente furioso. -¿Cariño, podrías por favor detenerte y decirme que planeas?

Alec entro en la línea de visión de Meliorn y este lo miro con cansancio acercándose a él.

-Así que no te mate ¿he? Cazador de Sombras, déjame decir que no fue personal…

-No me interesa escucharte. –La voz de Alec fue plana, Magnus no recordaba haberlo escuchado tan furioso antes, necesitaba detenerlo antes de que llegara a Meliorn. Pero fue demasiado tarde.

Meliorn salió disparado hacia atrás sin importar su fuerza de hada o que dos Cazadores lo estuvieran sujetando, este cayó al suelo zafándose violentamente de su agarre. Ambos custodios miraron al Caballero Hada en el suelo y luego hacia Alec que aun tenía su puño levantado. Alec había golpeado el rostro de Meliorn con fuerza contenida, algo que Magnus considero afortunado, Alec podría haberlo matado y tendrían mucho que explicar a La Clave por ello.

-Eso fue por Micah idiota –Dijo Alec tranquilamente hacia el Hado en el suelo, el cual no lo escucho ya que estaba inconsciente.

Ambos custodios se miraron mutuamente. -¿Y ahora como será interrogado?

Alec los ignoro y se dirigió a la puerta para salir del edificio, Jace lo siguió.

-A Alec le costara una reprimenda, creo. –Dijo Isabelle que miraba a Meliorn aun en el suelo, igual que todos.

-Tranquilo todo el mundo –Dijo Magnus que se inclino hacia el Hado. –Ser Alec tiene sus ventajas. –Dijo como si estuviera dando una lección de historia. –Ojos azules, cabello negro, una gran personalidad. Pero sobre todo: Un novio que puede sacarlo de algunos problemas.

Magnus dejo salir rayos azules de sus manos para curar al inconsciente Caballero Hada.

* * * * *

Presidente Miau estaba en la entrada del desván de Magnus, caminaba de un lado del pasillo hacia el otro, mirando hacia abajo, hacia las escaleras que daban a la entrada del edificio, maullaba tortuosamente haciendo estragos en los oídos de Magnus que estaba dentro de su hogar, pero aun así podía oír a su mascota quejándose despiadadamente, como solo los felinos podían hacerlo.

-¡¿Puedes por favor, callarte?! –Dijo Magnus asomándose al pasillo. –Llegara pronto, solo ¡cállate!

Regreso a su habitación para seguir con lo que estaba haciendo, había dejado libre unas gavetas y una sección del enorme ropero en su habitación, estaba preparando la llegada de Alec pero ahora con algo más que unas cuantas cosas que le permitieran quedarse un par de noches, esta vez era permanente, Alec había decidido para sorpresa y felicidad de Magnus mudarse a su apartamento. A Magnus le tomo por sorpresa pero pensó que muy probablemente él mismo se lo hubiera propuesto tarde o temprano. Magnus estaba recostado siguiendo con la lectura de un libro como era costumbre, lo disfrutaba y lograba distraerlo, cuando se dio cuenta de que no escuchaba más el llanto de Presidente, este dejo el libro de lado y camino hacia la sala.

Alec había cruzado la puerta y llevaba en sus brazos a Presidente, este lucia calmado y muy complacido por como Alec acariciaba su mentón. Alec coloco a Presidente sobre el sillón y este se enrosco sobre uno de los cojines para dormir, Magnus le dedico una mirada acusadora pero a presidente no le importo.

-Tenemos que ir a Alicante –Dijo Alec. –Meliorn desapareció.

Magnus lo miro con asombro. –Te miras muy tranquilo como para saber eso.

-Lo que paso en el Gard. –Dijo Alec, se miraba apenado. -Fui yo perdiendo el control. Lo siento.

-No te disculpes, Alec en ocasiones está bien molestarse, ya te lo dije.

-Se desplego una búsqueda alrededor de Alicante, hay muchos en su búsqueda, creo que…

-¿Seria ambicioso de mi parte pedirte que no te involucres?

Alec se encogió de hombros. –No me importa Meliorn, tarde o temprano lo encontraran, pero creo que es la mejor oportunidad que tenemos para encontrar a Sebastian, como su aliado, probablemente se reúna con él.

-Eso es muy cierto. –Dijo Magnus sonando resignado y suspiro. –Supongo que nuestros planes han sido pospuestos por causas de fuerza mayor.

Alec noto la mirada acusadora de Magnus. –Escucha, hice maletas, de verdad, pero llego el mensaje y pensé que…

-Está bien, entiendo. –Magnus entendía, entendía que Alec era un Cazador de Sombras y que su deber siempre estaría por encima de todas las cosas, incluso por encima de él, algo que lo hacía sentir mal, no por el hecho de ser verdad, si no porque lo correcto era que así fuera, Alec elegiría su deber por el bien de la humanidad, para salvar al mundo. Magnus era lo bastante egoísta como para desear que lo eligiera a él. Por muy malo que esto fuera.

-Bien, pero, por lo menos déjame darte algo. –Magnus se apresuro hacia la habitación y del buro al lado de su cama tomo una pequeña caja. Regreso con Alec y se la extendió. Alec la tomo y la abrió. Dentro estaba un anillo de plata, un anillo de la familia Lightwood, pero no era cualquier anillo, Alec se quedo boquiabierto en el segundo que lo reconoció, era su anillo, aquel que había entregado a Ismael para obtener las rocas demoniacas. No cavia duda de ello, solo él podía ver la imperfección que había quedado sobre uno de sus finos bordes cuando él y Jace se aventuraron solos a la caza de demonios sin permiso cuando eran todavía unos niños.

-¿Cómo?...

-Ragnor me dijo. Y resulta que tenía algo que a Ismael le llamo más que tú anillo y pude llegar a un acuerdo con él.

-¿Conociste a Ismael? –Pregunto con cierta alarma Alec.

-Sí. Él es. Pintoresco. Creo.

-Escalofriante seria más apropiado. –Alec jugaba con el anillo en su mano. -Y tu acuerdo con él, ¿Debo preocuparme?

-En lo absoluto –Dijo Magnus. –De hecho creo que debería de seguir con mis tratos hacia él. Puede traer beneficios.

-Preferiría que no.

Magnus rio por la reacción protectora de Alec. –Debo confesar que pensé que te alegraría mucho mas recuperar tu anillo.

Alec trazaba con su dedo las llamas en el diseño del anillo, el símbolo de la familia Lightwood, este anillo que lo había acompañado desde su nacimiento y que ahora serviría a otro propósito.

-No tienes idea –Comenzó Alec, su mirada aun fija en el anillo. –Lo que esto significa para mí. Había pensado que no podría, que nunca llegaría el día en que yo… es decir, podría conseguir otro anillo, las hermanas de hierro… pero no sería lo mismo, no para mí. –Alec hablaba con rapidez y sin mucho sentido para Magnus, este tuvo que detenerlo.

-Alec. –Dijo con paciencia. -¿De qué hablas? ¿Hacer qué? Y ¿Qué esperas para ponerte tu anillo?

-No volveré a usar este anillo. –Dijo Alec para asombro de Magnus. –Por lo menos no este anillo. Ya no es mío.

Magnus se inquieto. Coloco sus manos con cautela sobre las de Alec -No digas eso. Es tuyo, Alec es tu anillo, el mismo que has tenido desde siempre.

-Sí. Pero ahora… -Alec tomo la mano de Magnus, había pensado en este momento muchas veces, había pensado en una cena, en flores en las palabras precisas, ensayadas una y otra vez en su mente, y aunque eso se había esfumado en el momento en que entrego su anillo para un bien superior, ahora, irónicamente Magnus le había regresado la oportunidad de hacer lo que tanto había querido. Esto de alguna forma era mejor de lo que fuera hubiera imaginado. –Es tuyo. –Dijo y coloco el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Magnus. Ahí donde las promesas se hacen tangibles, donde el amor se vislumbra por medio de un símbolo, un anillo.

Magnus se quedo en silencio, mirando como Alec deslizaba el anillo en su dedo, sentía las manos de Alec temblar ¿o eran las suyas? No tenía que decir, no podía decir nada. Fue Alec quien lo hizo.

-No es una propuesta. –Aclaro Alec algo decaído. –Es decir, no puedo, aun no, pero es una tradición intercambiar anillos familiares. Y tú podrías considerarlo como una promesa de mi parte. Considerarlo como un Nunca te dejare, no importa lo que pase. –Alec hablaba nuevamente precipitando las palabras, Magnus estaba concentrado en sellarlas en su mente para siempre. –Esto es la promesa de que te amo, te amo Magnus Bane como nunca me imagine llegar a amar a alguien y puedes tomar esto como un símbolo de ello. –Alec suspiro con tristeza. – No es mucho. Pero es todo lo que puedo ofrecer.

-No necesito más.

Magnus sujeto a Alec con fuerza entre sus brazos y lo beso de la misma manera, eufórico y con todos los sentimientos que en estos momentos giraban entre ellos, era algo inevitable querer estar así de cerca el uno del otro, seguir saboreando el aliento, los labios sin poder o querer detenerse.

Ambos cayeron hacia la habitación sin desenredarse el uno del otro, la euforia aun en sus movimientos, sus labios unidos firmemente cuando Alec había comenzado a deshacer los botones de la camisa de Magnus, este le ayudo a terminar con ellos más rápido para después sacarse la camisa, mientras Alec bajaba la cremallera de su propia chaqueta para despojarse de ella y tirarla al suelo. Ambos tropezaron con la cama haciendo que Magnus el cual caminaba hacia atrás callera sobre ella, todo estaba escrito en el momento en que se acomodo a la altura de las almohadas, sobre sus codos, claramente esperando a Alec que estaba al filo de ella, Magnus miro como jalaba su propia camiseta por encima de su cabeza para después dejarla caer al suelo. Alec avanzo sobre sus manos y rodillas hasta Magnus no sin dejar una línea de besos desde su estomago, empezando donde debería estar su ombligo hasta su cuello. Magnus ya había enredado sus manos alrededor del torso de su novio y estaba besando su hombro, haciendo que sus manos viajaran por toda la espalda del Nephilim hasta toparse con su cabello, el cual jalo para levantar su rostro y poder tener de nuevo sus labios.

-Alexander –Murmuro Magnus con respiración entre cortada. –Se supone que iríamos a Idris.

No era que quisiera terminar con el momento pero creyó moralmente correcto hacerle ver la situación a su novio.

-Me pediste que no me involucrara. –Dijo Alec mientras quitaba el cinturón del pantalón de Magnus. –Y no lo hare.

Magnus de igual manera se concentro en despojar a Alec de sus pantalones y calzoncillos mientras sentía a su novio entregado al momento tanto como él. Sintiendo sus besos, sus caricias tan familiares y a la vez tan únicas. Y ahí estaba Alec eligiéndolo a él antes que a su deber y pensó que no podía pedir algo mejor. Y más aun, no se sentía tan terrible como pensó seria.

El contraste de sus pieles era muy evidente y mucho más hermoso en el momento en que se fundieron en uno, envueltos entre las suaves mantas de seda, cada movimiento despertando sensaciones únicas en ambos, entregados en su totalidad, sin nada más que importe que la persona ahora en sus brazos. El momento ahora sereno y lleno de paz y sus sentimientos expuestos más vivos que nunca. Alec disfrutaba de la piel de Magnus, fresca y suave, sintió su mano aferrada a su espalda evitando que se alejara un milímetro de él, se sintió complacido al percibir cada instante que Magnus parecía perder el aliento. Y percibió sobre su piel lo único que Magnus había dejado sobre su cuerpo, su anillo. El anillo que estaba lleno de promesas. Promesas que solo podían ser cumplidas. Y así seria.


CONTINUARA…


MayGraciela♥