Camille Te Dijo...



Sinopsis:
Fanfiction ubicado en CoLS, mi versión de como Camille actuó a espaldas de Alec para confabular en su contra y hacer que Magnus desconfiara de él, llevando a ese fatídico momento de la ruptura en este mismo libro.



Magnus se encontraba en su apartamento disfrutando de lo que pareciera una paz temporal, habían recuperado a Jace de las manos de Sebastián, seguía inconsciente, pero en lo que cabía se encontraba bien, así que por el momento podría dedicarse a recuperarse de la herida que recibió en la reciente batalla.

No pudo evitar pensar en ese momento, Magnus no le temía a la muerte, había pasado a través de su caricia en muchas ocasiones, más de las que pudiera recordar, fue la frustración de no poder lograr su objetivo el que le llego a atormentar en ese momento, eso y el hecho de destrozar el joven corazón inocente de su novio.

Sus pensamientos fueron hacia Alec, recordó el momento en el que despertó en ese campo manchado en sangre y lo primero que observo fue el rostro preocupado de Alec, sentirse así de amado era una bendición, tener la oportunidad de ver el rostro de Alec de nuevo lo fue aún más. Alec no se encontraba en casa en ese momento Porque este es su hogar pensó el brujo y se llenó de felicidad tras esos pensamientos, su novio estaba en el instituto vigilando la salud de su parabatai.

Había sufrido tanto por su ausencia que ahora no podía mas que permitirle estar todo el tiempo que quisiera a su lado.

Debería preparar algo para su regreso pensó

Eso implicaba el pedir comida. Era el gran brujo de Brooklyn, pero el arte culinario era en algo a lo que simplemente no se adentraba, fue interrumpido de sus pensamientos por el timbre de la segunda puerta lo cual era muy extraño. Había llamado por la bocina, pero nadie había contestado, lleno de impaciencia se preparó para ahuyentar y no de manera amable a cualquier desconsiderado que se atrevía a perturbar su paz. Se dirigió rápidamente hacia la primera planta a abrir la puerta y se encontró con un sujeto de pecaría apariencia, su mirada era fija y perdida, Magnus había visto muchas veces esa mirada Un subyugado. Magnus se limitó a observarlo con sus ojos de gato convertidos en medias lunas.

―Tengo un mensaje para el Gran Brujo. ―dijo el desagradable sujeto―. De la Señora Camille Belcourt.

El subyugado estiro la mano hacia Magnus con un papel en ella. Magnus la miro no sin su expresión de desprecio y sonrió maliciosamente.


Arrebato el papel al sujeto.

―Encantadoras noticias. ―comenzó, su tono sarcástico fiel en sus palabras―. Dile que recibí su mensaje y mucho más importante; dile lo que hice con él.

Magnus hizo flotar el papel levemente por sobre su mano, el papel se envolvió en una niebla de magia azul, hubo fuego y de inmediato se convirtió en cenizas las cuales cayeron al suelo a donde comenzó a mirar el subyugado.

―También dile por favor: La clave te busca. ¡Entrégate! ―le grito en la cara al sujeto que seguía innaturalmente inexpresivo―. Y en cuanto a ti, no regreses al menos que le quieras hacer compañía a esas cenizas en el suelo. ¡Largo!

Magnus cerró la puerta violentamente en el rostro del mensajero.

Pasaron algunas horas antes de que Alec volviera a casa. Entro sin hacer mucho ruido, pensando en que tal vez Magnus estaba durmiendo, al pasar por la cocina pudo ver recipientes vacíos de comida junto con otro cuidadosamente envuelto y cerrado el cual tenía una nota sobre él que decía: Caliéntalo con una cara sonriente y que guiñaba un ojo. El corazón de Alec se hizo pequeño, siguió mirando fijamente el recipiente y la nota.

—¿Por qué tan triste? –le pregunto Magnus que estaba saliendo de la habitación.

Alec siempre había amado la forma total de Magnus, todo lo que era y todo lo que representaba, le gustaba su ropa y todo su brillo, pero también le gustaba la forma natural, sin maquillaje y sin gel en el cabello, le gustaba pensar que era una de las pocas personas existentes en el planeta que tenían ese privilegio. Ahora lo miraba de esa manera, sus ojos brillando por la poca luz del apartamento.

—Te deje comer solo —dijo—. De nuevo.

Magnus se acercó a él y de manera natural, como era desde hacía tiempo, todo en lo que a Alec se refería, lo rodeo con sus brazos. Alec dejo que lo acercara a él, en estos momentos era algo que necesitaba casi como respirar. Magnus siempre había sabido leer sus pensamientos y también lo que necesitaba. Y ahora lo necesitaba anhelantemente.

—Si yo no me quejo –dijo al oído de su novio―. No veo el por qué tu sí.

—Lo lamento, ―confeso Alec―. He pasado demasiado tiempo en el instituto, es solo que, si tan solo Jace despertara podría estar más tranquilo.

—¿Qué te parece si mañana vamos juntos? Podría dar un vistazo solo para estar seguros.

—No, no, Magnus, tú necesitas recuperarte, y los hermanos silenciosos dicen que solo necesita descansar, así que no quiero que te esfuerces innecesariamente. –dijo en tono de advertencia―. Podemos ir juntos al instituto, pero solo eso, sin esfuerzos.

Magnus no pudo evitar sonreír, el tener a alguien que se preocupara de esa manera por ti, era una hermosa experiencia no muy común, presiono más al chico en sus brazos.

—Bien, será como digas, pero ¿Comiste? No me molestaría en absoluto si me dices que sí.

—Lo hice, mi madre me obligo –Alec se miró avergonzado por los tratos infantiles de su madre―. Literalmente se sentó a observar como comíamos Isabelle y yo y no se levantó de ahí hasta que terminamos. No hacia eso desde que tenía seis, creo.

—Esa es mamá Lightwood ―festejo Magnus y Alec rodo los ojos―. Bien entonces a la cama, te ves exhausto.

—Lo estoy. ―confeso el chico.


Se dirigieron a su habitación, mientras Magnus se metía de nuevo a la cama, Alec entro al baño a cambiarse y realizar el ritual de antes de dormir. Magnus preparo su lugar desarrugando la sabana y colocando una almohada extra que era como le gustaba a Alec. Al entrar a la cama Magnus lo recibió en sus brazos, saco el cabello de la frente del chico para besarla y Alec se acercó a los labios del brujo para besarlo fervientemente, una vez que sus labios se separaron le dio la espalda al brujo y se acurruco en su brazo. Solo en ese momento Alec se sintió ligero y libre de presiones, no sabía lo que pudiera para el día de mañana, pero esta noche dormiría en brazos de Magnus, en brazos del hombre que tanto amaba.

 

—Buenas noches. ―murmuro Alec somnoliento.

 

—Descansa, Ángel. –dijo Magnus abrazando a Alec por la espalda y permitiendo que su aroma le inundara, lo había echado tanto de menos todo el día y ahora el tenerlo en los brazos, era como magia.

 

Era un deleite de comodidad y seguridad estar con Alec de esta manera, le encantaba la extraña forma en que Alec encajaba a la perfección en su cuerpo. Se sentía infinitamente feliz, pero aun así le fue inevitable pensar en el desagradable sujeto que hoy llego a su puerta, sacudió esos pensamientos rápido de su mente, realmente no le interesaba en absoluto lo que fuera que Camille quisiera con él o de él para ser más realistas. Había pasado mucho tiempo desde que dejó de interesarle.

 

—Eres todo lo que necesito. —murmuro Magnus a un Alec ya dormido, lo sujetó con más fuerza y lo acercó enterrando su rostro cerca de su nuca para respirar su aroma el cual lo calmaba, y así poder dormir placenteramente.

 

Ahora no importaba la última batalla, el subyugado esa tarde en su puerta o Camille en algún lugar de la ciudad, justo ahora todo era perfecto y maravilloso, no quiso nada más en el mundo.

 

* * *

 

Al día siguiente y como lo habían planeado pasaron el día en el instituto, Jace seguía inconsciente, pero su cuerpo estaba más relajado e incluso su rostro se miraba más tranquilo.

 

—Pronto estará bien. ―le aseguro Magnus a su novio para darle un poco de calma.

 

Alec agradeció el comentario entrelazando su mano con la del brujo, estaban en el instituto, frente a toda su familia, pero eso no importaba, hacía mucho que había dejado de importar.

Alec estaba disfrutando de estar enamorado plenamente, y lo único que entorpecía su felicidad era la salud de su hermano. Esto era lo que su familia erróneamente pensaba sin saber que realmente a Alec le turbaba la inmortalidad de su novio.

Alec había estado teniendo encuentros clandestinos con Camille Belcourt, una vampira fugitiva que también era ex amante de Magnus, no era lo más convencional de hacer, y se sentía culpable de tener esas conversaciones a espaldas de Magnus. Pero Camille se había convertido en una brecha en el tiempo para Alec y los centenares de Magnus, era la única persona con la que podía hablar de Magnus, a Camille no parecía importarle hacerlo y Alec acudía a ella como si se tratara de una droga, el deseo de querer conocer más sobre el hombre que amaba nublaba su buen juicio.

Magnus le recomendó a Alec quedarse esa noche en el instituto para que pudiera estar con Jace, Magnus estaba muy seguro de que pronto despertaría y quería que Alec estuviera ahí para verlo.

—¿De verdad no te importa? –Pregunto sinceramente el chico.


—Intentare soportar una noche sin ti.

 

Alec lo acerco tomándolo de la chaqueta, Magnus pudo sentir como sus labios viajaron desde su cuello, pasando por su barbilla y encontrando sus labios al final, fue lento y profundo, todo su cuerpo se aceleró por el acto natural y a la vez especial que Alec hizo.

 

―Pero solo será una noche, si no regresas, vendré por ti.

 

Ambos rieron y después de una larga pero placentera despedida llena de besos, caricias y palabras dulces, Magnus se dirigió a su departamento, decidió no usar un portal, la noche era agradable y no tenía ninguna prisa en llegar a un departamento ausente de Alec.

 

Tomo un taxi con un conductor muy pintoresco y agradeció el que le haya hecho ameno el viaje con su parloteo.

 

Bajó del taxi justo frente a su edificio y después de unas palabras de agradecimiento y una generosa propina, dijo adiós al taxista. Pero su agradable experiencia pronto se vio ennegrecida al notar de nuevo al subyugado frente a su puerta. Magnus rodo los ojos e ignorándolo lo mejor que pudo se dirigió directamente a abrir la puerta principal.

 

—Te hago un favor ignorándote, largo o te hago polvo –dijo sin mirar al sujeto―. Y no hablo en sentido figurado.


El mensajero ignoro lo anterior.

—La señora Camille le reafirma su invitación y me ordeno agregar que pretende discutir un asunto de mayor importancia para usted ―A Magnus le molestaba la manera inhumana de hablar del subyugado. Pero él simplemente seguía haciéndolo―. Referente al joven Cazador de Sombras; Alexander Lightwood.

Magnus se giró finalmente y sintió que se le helaba hasta la medula al escuchar a este despreciable ser pronunciar el nombre de Alec. Lo observo fijamente, sus ojos y rostro llenos de furia. Seguía sosteniendo el papel en su mano, Magnus lo ignoro, pero escupió lo siguiente al mensajero.

—Dile a tu señora que si quiere hablar conmigo tendrá que venir aquí. No pretendo meterme al agujero inmundo en el que estoy seguro esta enclaustrada.

Magnus ágilmente entro a su edificio dejando al mensajero en la calle. 

*** 

No paso mucho tiempo antes de que la vampira estuviera en su apartamento esa misma noche. Caminando de un lugar a otro observando y tocando débilmente las cosas que le llamaban la atención, Magnus no podía creer que su noche terminara así, con la penosa situación tensa y bajo el escudriño de su muy antigua ex amante.

—Realmente Camille, no me imagino que podrías decirme acerca de Alexander –comenzó el brujo intentando sonar indiferente―. Espero y este no sea un intento desesperado para que abogue por ti ante La Clave.

—No necesitas fingir conmigo Magnus, sé que estas inquieto por tu Cazador.

Magnus la miro entrecerrando los ojos.

―Me molesta que estés interesada en hablar sobre él.

Camille sonrió, una sonrisa fría y astuta.

―No es tan inocente como crees.

―La inocencia es solo una parte, y no pretendo discutir contigo las múltiples virtudes de mi novio—. Habla o regresa a tu cueva, tu elección.

La mujer realizo un gesto que Magnus solo pudo reconocer como enfado.

—Lo que te voy a decir no será de tu agrado, tengo que advertirte.

Magnus la siguió con la mirada mientras se recostaba sobre su sofá con gracia. Tenerla ahí le molestaba y empezaba a perder la paciencia.

—¿Por dónde empiezo? –Dijo divertida la vampiro―. Alexander fue el responsable de mi liberación, no del santuario, pero si del edificio donde me tenía presa Lilith.

Eso no le sorprendió del todo, sabía que Alec creía en las segundas oportunidades, había estado bajo la sombra de la más dura ley, no conocía ninguna otra forma de vivir, y ahora que ambos estaban juntos y que conocían a más y más submundos, Alec se había creado una visión diferente de ellos, aun así, debía hablar con su novio sobre la importancia de ser un poco más duro sobre sus juicios. En la cabeza de Magnus se empezaron a formar preguntas.

Camille lo noto y se sintió triunfante.

—Las razones se las puedes preguntar tú mismo.

Magnus pudo ver la intención en ese comentario.

—Las razones me las darás tú y lo harás ahora. ―dijo Magnus sin importarle el tono de su voz, no le interesaba ser amable con ella a estas alturas.

—¿Dónde quedo tu caballerosidad, Magnus? así no se trata a una dama.

Magnus ignoro lo último.

—¿Cómo le convenciste de liberarte, Camille?

Camille sonrió ampliamente lista para terminar con esto.

—Le ofrecí una forma de convertirse en inmortal, le interesa mucho permanecer a tu lado. Amor de adolescente, supongo.

Magnus se llenaba cada vez más de odio hacia la criatura frente a él.

—Le ofreciste algo que no puedes darle, Camille.

—Oh, querido. Sabes que puedo hacerlo inmortal, el problema fue que no acepto los términos.

—No me sorprende. –dijo Magnus, conocía muy bien a Alec como para saber que nunca aceptaría la idea de ser un vampiro―. Espero y no haya sido muy duro contigo al momento en el que se lo ofreciste ¿Es eso una quemada por sol en tu mano? Oh, mi querido, es a veces tan impulsivo y sobreprotector, en extremo es sobreprotector. Entonces ¿Eso es lo que querías decirme?

Camille dejo su descontento momentáneo por el comentario de Magnus y regreso su sonrisa, de verdad comenzaría a disfrutar de esto.

—Le ofrecí algo más. ―confeso.

—Claro, porque tenías que saldar tu deuda de buena voluntad –Magnus sonó sarcástico sin ningún esfuerzo―. ¿Qué otra cosa que no podías darle le ofreciste?

Magnus ya no la miraba a ella. Comenzó a considerar la idea de llamar a Alec para discutir esto directamente con él, Camille lo estaba aburriendo y poniéndole de muy mal humor.

—Le conté sobre aquel hechizo del que me platicaste, el que podría hacerte mortal, se mostró interesado y le ofrecí hacerlo si a cambio me hacía un favor, claro está.

― ¿Qué favor?

―Asesinar a Raphael Santiago.

Magnus la miro horrorizado, se había atrevido a pedir a un Cazador de Sombras romper la ley deliberadamente. Y peor aún, intentar asesinar a Raphael, eso era imperdonable. Magnus mordió su labio y se arrepintió de nuevo mil veces de haber confiado en Camille ciegamente, tal y como recordaba había sido su amor por ella.

—Aceptó. ―dijo Camille despreocupadamente.

Tal vez el rostro del brujo empalideció notablemente ya que una sonrisa desbordante apareció en el rostro de Camille y siguió disfrutando el momento.

—Tu Cazador de Sombras te traiciono, no debiste confiar en los de su especie, los Nephilim son enemigos, tienes que entenderlo, Magnus.

—Eso sí decido creerte. ―Magnus se acercó a Camille, a unos cuantos pasos de ella le hablo como nunca creyó poder tener la capacidad de hacerlo―. Conozco a Alexander, lo he mirado luchar por los suyos y arriesgar su vida por los submundos, Alec no acepto, él te rechazo y ahora tu vienes aquí a esperar que crea en ti, no puedes romper la imagen que tengo de Alec aprovechándote de su ingenuidad y debilidad.

—Puedes no hacerlo, pero entonces, pregunta a él, no hay forma de que lo niegue, es irritadamente honesto ―Camille noto la ironía en su comentario y sonrió―. En lo que cabe, claro está.

Magnus le dio la espalda.

—¿Qué más te dijo? ¿Qué más le dijiste? –Magnus perdió por completo la paciencia―. Quiero saberlo todo, Camille, a eso has venido ¿no es así?

Camille suspiro dramáticamente.

—Cosas tontas en realidad, me preguntaba acerca de ti más que nada, ¿Dónde y cuándo naciste? ¿A quiénes habías conocido en tu vida? –La voz de Camille sonaba más bien aburrida―. ¿Quién es tu padre? En fin, cosas que por alguna razón no se atrevía a preguntarte.

—Y te aprovechaste de eso. ―murmuro Magnus.

Camille se levantó, su propósito fue cumplido en su opinión.

—Debes considerar hacia donde van tus lealtades, Magnus. Para un Cazador de Sombras nunca serás más que un Submundo, no fuiste digno de su confianza ¿por qué lo serias de su amor?

No estaba ahí para discutir el verdadero problema con Camille, para Magnus estaba claro, pero la vampira nunca tendría la capacidad de entender el significado de sacrificio.

—Debes irte, Camille.

La vampira no estaba muy segura sobre la reacción del brujo, dudo en si lo conocía también como pensaba o ¿sería acaso que Magnus había cambiado lo suficiente en los pasados siglos como para sentir eso?

Camino hacia la salida pasando junto a Magnus y se detuvo cerca de él para darle una hoja en donde se encontraba anotado la dirección del lugar de encuentro de ella con Alec.

—Aquí tienes, querido. ―dijo maliciosamente―. ¿Algún recado para Alexander de tu parte?

Fue una explosión espontanea, se llenó de rabia hacia Camille, hacia Alec y hacia sí mismo por haber permitido que Camille manipulara a su antojo a Alec e intentara corromperlo. Sin que ninguno de los dos se lo esperara, Magnus se abalanzo hacia la vampira violentamente arrinconándola contra la pared, su brazo a través de su garganta, hizo uso de toda su fuerza y algo de magia para mantenerla ahí.

― ¡MAGNUS¡ —los ojos de Camille estaban abiertos con miedo y asombro por la acción del brujo.

Magnus nunca se imaginó que alguna vez actuaria así. Un acto violento en contra de una mujer era algo inconcebible en su mente, pero Camille difícilmente podría considerarse una mujer indefensa, hacía tiempo que la vampira había perdido el respeto hacia la vida de los otros seres vivos, habían pasado siglos desde que Magnus había mirado una versión asustada de Camille, pero después de la decisión que se formaba en la mente de Magnus, no podía dejar a Camille sin el miedo suficiente que la mantenga lejos de Alec.

—Escúchame bien, Camille –la miraba fijamente a los ojos aun haciéndole daño―. No te quiero cerca de Alec, o de lo contrario te daré caza y al encontrarte te entregare a la Clave para que hagan lo que deben hacer contigo. Es muy simple Camille: ¡ALEJATE DE ALEXANDER!

Camille no podía aceptar lo que ocurría

―Es solo un mortal. ―dijo como si eso justificara cualquier cosa.

Magnus hizo uso de más magia para provocarle más dolor.

—No espero que lo comprendas, Camille, solo debes saber que hare lo que sea e iré contra quien sea para mantenerlo a salvo. Y eso claramente te incluye. ¿ENTENDISTE?

Magnus la soltó, pero no se alejó demasiado para demostrar que estaba listo para la represaría, la cual no hubo, Camille que había soltado el papel con la información caminó hacia la puerta. Estaba completamente desconcertada por la acción del brujo.

Ella mantenía una mano sobre su garganta adolorida.

―Te vas arrepentir, quizás yo no puedo dañarte como ahora quisiera, pero tu devoción a él te llevara por tu propia destrucción y aun mejor, su amor hacia ti lo destruirá a él, no hay futuro Magnus, no con un amor como este. Lo vivirás y recordaras mis palabras.

 

Magnus levanto sus manos con brillo azul en ella.

―Largo ―lo dijo como una inocente sugerencia en su voz, sus ojos decían algo por completo diferente.

La vampira no dudo más y salió del apartamento desapareciendo como una ilusión.

Magnus respiro profundo después de unos segundos, se relajó finalmente, tal vez demasiado ya que cayó sobre sus rodillas, seguía en la alfombra de su departamento cuando su teléfono vibro en su bolsillo.

Leyó el mensaje:

Despertó como lo dijiste y está muy bien, creo que podre ir a casa contigo, Clary está aquí… Te amo.

Te amo.

        Magnus también lo amaba, más de lo que alguna vez se imaginó llegar a amar a alguien, no había sido las malas decisiones de Alec o las malas  intenciones de Camille, Magnus sabía lo que debía hacer, quizás lo sabía desde hacía mucho tiempo, pero se había permitido ingenuamente pensar que había esperanza, que  Alec podría aprender, que él mismo podría cambiar, que la sombra de su pasado no podría derribar la  belleza de su futuro a lado de Alec, pero no habría más un futuro  con Alec, no podía existir eso para él, quizás ahora Alec podría ser feliz y quizás Magnus podría ver esa felicidad a la distancia y podría sentirse feliz por él. Quizás entonces él estaría seguro de su padre y de la destrucción que implica amarlo.

Magnus guardo su celular y recogió el papel que dejo Camille.

        Se sentía como el más pequeño sobre la tierra. Su mayor temor se había hecho realidad, ese con el que había luchado desde aquel primer beso.

        Magnus murmuro para nadie: ―Lo siento, mi amado Alexander, pero esto no funciono.



MayGraciela♥

Gracias por leer ♥

Portada por
@Neiara29
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Comentarios

  1. En definitiva, estas mini-historias que escribes son las partes faltan-tes de la serie original, creo que por eso me encantan, siempren muestran la parte Malec que Cassandra no plasmo y solo saltó :( . Magnus a pesar de todo le dio el privilegio de la duda... y aun así... bueno, lo que esta por pasar,pasa :( .Gracias por tu esfuerzo- By Mahô

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  2. Hey una pregunta, las fics están relacionadas una con la otra? O sea, es todo de una misma historia o es todo una sola cosa? No se si se entiende. Cada titulo de las fics es una historia independiente de la otra o es todo junto?

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