El Último Cazador de Sombras 7 - Reencuentros
La forma más sencilla que tenía Magnus para mantener a Valentine
alejado, era manteniéndolo cerca, bastaba con un hechizo para que las alarmas
se encendieran y él pudiera saber que se acercaba, ya sea al continente o a la
isla. También contaba con una red de espías subterráneos que, si bien no se
enfrentaban a él, podían significaban una pared, Magnus era la primera persona
a la que los lobos, vampiros y brujos acudían para que con su magia, pociones o
hechizos pudiera mantenerlos ocultos.
Nunca se negaba, pero no siempre estaba disponible. Magnus Bane era
conocido por sus largos viajes, desaparecía por prolongados periodos de tiempo
para ocuparse de asuntos de los que nadie sabía, ni siquiera Tessa Gray, la
única familia que tenía, porque se hacían llamar hermanos, ni aún ella podía
estar segura de a dónde iba y tampoco el porqué.
Pero Magnus se había quedado los últimos ocho años, había estado al
pendiente de los cazadores y de su familia extrañamente formada.
Ahora necesitaba atender un asunto importante con su amiga, Catarina
Loss.
― ¿Cómo lo logran? ― Preguntó la bruja de piel azul―. Es tan frio, y… Desierto.
Tessa proporcionó a su amiga una manta más, la que fue rápidamente
colocada sobre las piernas de la bruja.
―Te acostumbras, supongo.
―Además, que es el lugar más seguro ―Magnus había entrado al salón con
un libro en la mano.
― Que gusto verte Catarina, espero que esta vez entres en razón y sea de
forma permanente.
Catarina se puso de pie, apartarse de la chimenea le pesó un poco, pero
se compensó con el fuerte abrazo que dio a Magnus.
―Lo lamento, no puedo quedarme, en Nueva York están pasando cosas cada
vez peores y la magia es necesaria ahí.
― ¿Valentine esta en tu ciudad? ― Preguntó el brujo finalmente guardando
su libro.
―No, por lo menos no lo creo, no se ha dicho nada parecido hasta ahora.
Magnus asintió reflexivo.
―Es bueno escucharlo, ya que mis informantes lo ubican en Europa.
Tessa fue por Catarina, la tomó del brazo y ambas caminaron hacia la
chimenea de regreso.
― ¿Qué cosas están pasando en Nueva York? ¿Podemos ayudar en algo?
Catarina estaba triste, en su mente estaba presente Alec Lightwood, el último
Cazador de Sombras que luchaba por la humanidad y que había muerto, era joven y
lo quería. Le había tomado cariño desde que le fue llevado hirviendo en fiebre,
llorando por su amada hermana perdida, su corazón era puro. Pero ahora estaba
muerto.
―No creo, es algo completamente predecible, la actividad demoniaca está
en aumento y no hay mucho que podamos hacer.
― ¿Raphael está bien? ―Preguntó Magnus sin rodeos.
― Lo está, sigue luchando.
Magnus movió su cabeza.
―En verdad, Tessa, un día de estos iré por él y lo traeré aquí en contra
de su voluntad si es necesario.
Catarina tocó el brazo de su amigo.
―Eres muy amable, un amigo excepcional.
―Sobre todo por el asunto de hacerlo en contra de su voluntad, muy
considerado. ―Tessa estaba claramente encantada por tener a su amiga de
aventuras de visita.
― ¿Cuánto tiempo te quedarás? ―Preguntó Magnus.
―No mucho, quisiera estar con ustedes, chicos, pero en verdad, hay tanto
que hacer en Nueva York y ahora más que nunca. Supongo que todo el mundo está igual.
―Lo está. ―le respondió Magnus―. Pero siempre y cuando los subterráneos
se mantengan ocultos de los Cazadores, todo estará bien.
― ¿Y los humanos? ―Preguntó acusadoramente Catarina a su brujo amigo―.
¿Qué me dices de los humanos? ¿Quiénes los protegen?
Magnus conjuro una mesa con bocadillos y té caliente.
―Ellos estarán bien, siempre y cuando se mantengan en el sol.
―Claro ―Catarina tomó una pequeña taza y dio un sorbo, el calor la
confortó―. Vine por ingredientes que no tengo tiempo de recolectar, si fueras
tan amable de disponerlos para mí, me gustaría irme mañana a primera hora.
Magnus no era sensible, era un anciano en un cuerpo de niño, pero en
esta ocasión se vio herido, estaba triste por la forma en la que Catarina le
había hablado, asintió con la cabeza y salió del salón dejando a ambas brujas.
Tessa acompañó a Catarina con el té.
―Ahora estará molesto todo el mes.
Catarina observaba el fuego de la chimenea fijamente.
―No es tan sentimental, pero si necio, ya se le pasara.
Pero de ellas dos la que conocía mejor a Magnus era Tessa, sabía que
debajo de ese rostro malhumorado y esa apariencia de adolescente, se escondía
un corazón sensible y temeroso.
―Quédate un poco más, un día más, por lo menos, así podrás conocer la
isla y pasar tiempo con mi hijo.
― ¿Cómo esta él?
Tessa se inclinó hacia atrás en su silla.
―Hace tiempo Magnus ayudó a un chico lobo, ellos han sido cómplices
desde entonces, una mancuerna muy buena, justo ahora fueron a la ciudad en el
continente para hacer una investigación, si esperas a mañana, quizás puedas
verlo por ti misma.
Catarina se sentía muy bien, se sentía bienvenida y como hacía mucho
tiempo no pasaba, se sentía protegida, sabía que, a diferencia de su hogar,
aquí no corría ningún peligro. Era tentadora la oferta, demasiado como para
negarse. Ella fue amable con su amiga.
―Lo voy a pensar.
Tessa se sintió complacida con esa ambigua respuesta.
* * *
Magnus se despertó como muchas veces lo hacía, sudando y respirando
agitadamente, las pesadillas eran comunes, pero en los últimos meses, eran
mucho más frecuentes, no podía ir a dormir, aun cuando fueran un par de horas
sin que despertara exaltado por las imágenes, los rostros y la sangre, en esta
ocasión fue una alerta de la magia, algo iba a suceder próximamente, algo que
envolvía magia, descifrarlo no estaría en él, lo único que podía hacer era
esperar y estar listo para el golpe.
Ver que la luz del sol le llenó de alivio, ahora no tendría que buscar
dormir de nuevo, era hora de levantarse y comenzar el día, las mantas suaves le
recorrieron el torso desnudo cuando movió sus pies hacia un costado, tenía que
admitir que la falta de sueño estaba pasando factura, algo taladraba su cabeza
como un día antes no lo hacía.
Talló su rostro y camino hacia su ducha en ropa interior, después de
tomar un baño logró sentirse mejor. Leyó antes de bajar a tomar el desayuno y
consiguió entender dos hechizos más. Cada minuto contaba para ser mejor y más
poderoso.
Encontró a Tessa en el comedor con el teléfono pegado a su oído.
―Es bueno escuchar eso, querido; buen trabajo, ahora vuelvan a casa.
Magnus se sentó a la mesa en donde ya estaba dispuesto el desayuno, sin
importar que Tessa fuera una bruja o la directora del instituto, ella no dejaba
de ser maternal.
―No luces muy bien ¿lograste dormir?
Magnus mordió un pedazo de pan y llevó huevos y salchichas a su plato.
―Todo es tan relativo.
―Debes esforzarte más en cuidarte, lo prometiste.
El chico levanto su rostro sonriendo resplandeciente.
―Sí, mamá.
―Eso no me molesta.
― ¿Qué tal, abuela?
Tessa aventó un bollo a la cabeza de Magnus.
― ¡Cuidado con mi cabello! ―advirtió el brujo.
― ¡Cuidado con la comida! ―Dijo Catarina entrando al comedor.
Magnus la miro y sus ojos se iluminaron al hacerlo.
―Te quedaste.
Catarina se sirvió más comida que la que tomo Magnus, también mucho café
y jugo de naranja.
―Tessa me pidió que lo hiciera y… Sólo un día más.
Magnus sonrió, se miraba como un niño al que le acababan de obsequiar su
juguete favorito.
―Eso es…
Pero Magnus se detuvo a medio oración, las llamas de la chimenea se
encendieron y apareció un mensaje que voló hacia las manos del brujo. Le tomó
unos segundos leerlo.
― ¿Qué sucede? ―Preguntó Tessa.
―Valentine ―Dijo con voz tensa―. Está en el continente, muy cerca de aquí.
Tiene apresado a un aquelarre de brujos jóvenes.
La frialdad de su voz aún con la devastadora noticia le hizo ver a ambas
brujas que Magnus seguía siendo un ser impenetrable en sentimientos.
Tessa y Catarina se pusieron de pie.
― ¿Brujos? ¿Qué podría querer Valentine con los brujos?
Magnus dejó el mensaje y con una entereza envidiable se puso de pie.
―Lo averiguaré.
―Voy contigo.
―No, iré solo, necesito que te quedes por si llegan más mensajes.
―Iré contigo ― Esta vez fue Catarina quien habló.
―Debes quedarte y preparar todo por si traigo conmigo heridos, que
seguramente los habrá.
Catarina dio un paso hacia Magnus.
―No puedes ir solo, es una locura.
―Me muevo mejor solo, así no tengo que preocuparme de nadie más, he
enfrentado a Valentine antes ¿lo has olvidado?
Catarina recordó esa noche, los rostros presentes y los sucesos, también
al pequeño que perdió a su padre.
―No puedo olvidarlo, pero Magnus, no tienes que ir solo.
―Es mejor para mí.
Sin más, el brujo salió de la habitación.
* * *
Bastaba la creación de un portal desde la isla para llega al continente,
así le llamaban a la ciudad y puerto a la que se llegaba desde la isla, no se
preocupaban mucho por los nombres de cada ciudad o pueblo de ahí, el continente aglomeraba a todos ellos
de cualquier forma, aun cuando los mundanos llamaban a ese país Rusia.
Magnus apareció tranquilamente en un callejón cerca del puerto, para él
siempre era más sencillo aparecer en un lugar apartado de las miradas de los
mundanos, y su técnica era mucho más discreta que un portal, ventaja de ser un
brujo único y que aprovecharía. Inmediatamente después se colocó encima un
glamour, entonces ya no era problema de nadie.
Estaba usando un método de rastreo con el pedazo de papel en su mano,
era algo difícil de hacer, ya que un mensaje de fuego terminaba desapareciendo,
pero Magnus había combinado una serie de hechizos para evitarlo y así poder
encontrar al autor de dicho mensaje. La idea de que todo fuera una trampa le había
cruzado por a cabeza desde que abandonó el instituto, era difícil creer que un
captor diera la posibilidad de pedir ayuda a su víctima, sin embargo, Magnus no
esperaría a enterarse si era o no una trampa, debía ponerse en acción antes de
que se perdieran vidas.
Nunca se confiaba, siempre estaba con la guardia arriba, se había
acostumbrado a eso desde pequeño y sus viejos hábitos no podían desaparecer fácilmente.
Caminó por las calles oscuras del pueblo, a eta hora de la noche no había
muchas personas que pudieran considerarse ordinarias, los demonios invadían las
calles, incluso en un área tan cercana a sus terrenos protegidos, entonces
quienes se topaban en las oscuras calles eran sin lugar a dudas conocedores del
mundo de las sombras. Su mano con el pedazo de papel en ella vibro con intensidad,
se acercaba al lugar sin duda.
Giró en la esquina de un callejón, rápidamente intensificó su glamour,
era muy extraño que alguien pudiera crear un glamour tan poderoso que pasara
incluso por sobre creaturas que tuvieran la visión, pero para Magnus era algo
sencillo, para los Cazadores de Sombras que empujaban a tres chicos, claramente
brujos, Magnus no era más que un gato negro que se acercaba a ellos.
Uno de ellos incluso movió su mano hacia el gato que aparentemente era
Magnus para alejarlo, el gato dio un respingo en desacuerdo y siguió su camino.
Los seis hombres entraron al edificio. Magnus espero unos segundos antes de
entrar después de ellos.
En la entrada había otro Cazador que sonrió ante la mirada del gato,
Magnus pasó de largo satisfecho por el resultado de su perfecto glamour. Entonces
se dio cuenta, estaba ahora en la cueva del lobo, había alrededor de diez
Cazadores de Sombras con la runa del circulo en sus cuerpos y… Brujos, todos
esos chicos en la pared encadenados, eran todos brujos. Magnus miró el papel en
su mano, claro que les habían permitido pedir ayuda, les habían dejado llamar a
sus amigos brujos porque, lo que fuera que Valentine estuviera planeando;
necesitaba brujos. Arrugó el papel en su mano.
¿Quieres brujos? Tendrás brujos.
- Se dijo.
Entonces Magnus dejó de ser un gato y fue Magnus Bane, el brujo más
poderoso jamás conocido. Fue una sorpresa no bien recibida, sin tiempo de
analizar lo que ocurría, los cazadores de sombras se abalanzaron sobre él para
intentar apresarlo, pero eran muy débiles para el brujo. Bastó una explosión de
poder para que sus atacantes salieran volando alrededor de la habitación. Pero
ellos no se rindieron, la mitad de ellos se levantaron rápidamente y continuaron
con su intento, esta vez, de destruir al intruso.
Magnus los enfrentó, uno a uno fueron cayendo bajo el poder del brujo,
los fue dejando inconscientes, como no podían acercarse lo suficiente para
atacarlo con sus espadas, flechas comenzaron a volar cerca y alrededor de él,
pero Magnus tenía una habilidad que ningún otro brujo había tenido nunca. Era
capaz de aparecer y desaparecer a voluntad en cualquier lugar dentro de una
habitación o fuera de ella.
Si esto fuera ficción, se le
llamaría tele transportación. Le había dicho
el querido hijo de Tessa.
Ciertamente no había otra forma de llamarlo, Magnus en un segundo estaba
detrás del Cazador de Sombra que manejaba la ballesta, bastó un pequeño
movimiento de sus dedos envueltos en magia para que éste cayera al suelo inconsciente.
Uno de los atacantes quedó sobrepasado por las habilidades de Magnus, él no lo atacaría ya que sabia que no podría ganarle, le
observó unos segundos antes de acercarse a uno de los brujos encadenados en la pared, los
Cazadores en el piso estaban poco a poco reincorporándose, Magnus había
preferido que se quedaran en el suelo.
El Cazador de Sombra puso su espada en el cuello del brujo.
―Quédate quieto, no hagas una tontería más o lo matare.
Magnus rodó los ojos.
―Y ahí va un deber divino a la basura. ¿No se supone que ustedes
protegen? Incluso a los subterráneos, los acuerdos dictan…
El Cazador de Sombra rió fríamente sin dejar terminar a Magnus, y con
pulso de hierro, el Nefilim cortó la garganta del brujo que mantenía amenazado, hubo gritos de los
demás encadenados, pero Magnus apenas se inmutó, aun así, sus manos se
apretaron a los costados, su magia crepitaba de su cuerpo como una llama que no podía ser contenida más.
―No debiste hacer eso.
Magnus se movió como una sombra furiosa, un huracán con brazos mortales,
sólo necesitó estar a centímetros de cada Nefilim para que sus cuerpos
sufrieran los daños equivalentes a los provocados por cuchillas; sus
estómagos, pechos y gargantas fueron su objetivo. En unos segundos los Cazadores estaban
mutilados en el piso y Magnus cubierto con su sangre.
No volvió a mirar los cuerpos, a su parecer ellos se habían buscado su propio
destino y no merecían ningún tipo de consideración. Camino hacia la pared y con un chasquido, los jóvenes brujos fueron liberados
de sus cadenas. Ellos veían a Magnus como si estuvieran mirando un ser
mitológico.
― ¿Esperan una invitación? ¡Fuera de aquí!
Ellos corrieron desorientados hacia todas direcciones, Magnus sin haber
despeinado uno de sus cabellos, tomo una de las espadas abandonadas para quitar
la enorme cerradura colocada en una de las habitaciones. Si no fuera por la
sangre que le cubría casi toda su vestimenta y manos, no parecía que el brujo
hubiera estado en una batalla, mucho menos que hubiera asesinado fríamente.
Abrió la puerta misteriosamente protegida. El olor que surgió de ahí le
hizo apartar el rostro y levantar su brazo para mitigar el hedor con la manga
de su chaqueta. Alumbró la habitación con su fuego azul y los pudo ver;
cuerpos, había por lo menos veinte cuerpos de…
―Brujos. ―Dijo una voz detrás de él―. Valentine nos está cazando.
― ¿Por qué? ―Preguntó Magnus al chico de piel gris y ojos rojos.
El chico caminó un poco más adentro de la habitación, Magnus entonces le
puso la atención que no le había dado unos segundos antes, cuando hizo
desaparecer sus cadenas; había golpes en todo su rostro, las marcas en sus
muñecas eran bastante grotescas y le hicieron preguntarse a Magnus cuanto
tiempo había estado encadenado. El chico observó en la habitación los cuerpos,
pero no lo hizo como Magnus, sin un sentido de pena implícita, lo hizo mirando
sus rostros, consciente de que sería la última vez que alguien miraría esos
rostros.
―Los drenaron ―Dijo el chico―. Lo hizo hasta que murieron.
Magnus vió hacia donde el chico lo hacía.
― ¿Su magia? ¿Es lo que quiere?
―Le llamó esencia de vida, es todo lo que somos, magia, vida y…
Se quedó callado y Magnus lo presiono.
― ¿Qué?
El chico le observo con terror.
―Alma, les quita el alma.
Magnus sabía que eso era imposible, entonces le restó valor a su
declaración.
― ¿Por qué no sales de aquí? Ve a casa ―Le animó el brujo esperando que
retomara su vida lo antes posible.
El chico rio, era una risa melancólica y triste, demasiado dolor en cada
gesto.
―No tengo a donde ir, ellos destruyeron mi hogar y… Mataron a mi
compañero.
En otra ocasión, en una en donde no le importara, Magnus hubiera seguido
el protocolo, hubiera dado sus condolencias y le hubiera dicho un lo siento que realmente no sentía pero
que debía decirse por amabilidad, pero lo sentía, en verdad lo lamentaba desde
lo más profundo de su corazón, y los sentimientos reales no podían expresarse
con palabras, por lo menos él nunca había tenido esa habilidad.
Así que no dijo nada.
―No tengo magia ―Dijo el chico―. Estoy demasiado agotado como para
ayudarles.
Señaló a los cuerpos en el piso.
Magnus si podía hacer algo con respecto a ese asunto.
―Yo lo hare, los llevaré al instituto y averiguaremos lo que les paso.
Después les haremos un funeral.
― ¿A todos?
―A todos.
Surgieron lágrimas de los ojos del brujo con piel gris.
―Gracias.
―No las des aun, necesitare ayuda, cuando te recuperes claro está. Así
que tendrás que venir conmigo, también necesitaré que me cuentes todo lo que sepas.
Era extraño, pero no le estaba preguntando.
―Sí.
Magnus dio dos pasos hacia la dirección contraria y escribió un mensaje
de fuego para Tessa. Volvió hacia el chico y le extendió una mano.
―Soy Magnus Bane.
No la tomo de inmediato, Magnus parecía no ser consciente de la sangre
en sus manos.
―Oh ―dijo sencillamente y con un chasquido sus ropas y sus manos estaban
de nuevo impecables.
El chico parpadeo, pero finalmente estrechó la mano de su salvador.
―Eleazar Cross, un… Un verdadero placer.
―Andando, Eleazar, hay mucho que hacer.
Para cuando Magnus soltó la mano de Eleazar este ya se sentía mucho
mejor, se dio cuenta muy deprisa que las heridas en sus muñecas habían sanado
casi por completo, su rostro ya no se sentía hinchado, y pensó que sus golpes también
habían recibido algo de atención.
―Gracias ―Le repitió a Magnus de la manera más profunda que le fue
posible.
* * *
Por unos minutos el lugar era como una escena del crimen, Tessa había
llegado con Catarina y otros subterráneos habitantes de la isla que se
ofrecieron a ayudar. Tomaron los cuerpos con cuidado para llevarlos a la morgue
del instituto, los miembros del circulo que estaban desagradablemente en el
suelo recibieron un trato similar a los brujos, quizás no lo merecían, pero aun
así ellos serían entregados a la Ciudad de Hueso.
Catarina y Tessa tenían esa pesada sombra sobre sus hombros, eso lo
había hecho Magnus y de alguna forma o en algún momento debían hablarlo con él.
―Esto es horrible ―Le dijo Catarina a Tessa y Magnus. Eran ya de las últimas
personas en el lugar.
Magnus observó a Eleazar acercándose a uno de los cuerpos, los habían
envuelto cuidadosamente en mantas blancas, el chico tomó la mano del que Magnus
pensaba había sido su pareja, tomó cuidadosamente un anillo que estaba en su
mano izquierda, beso la mano inerte y finalmente observó perdido como se llevaban
el cuerpo.
Entonces Eleazar se veía más lastimado de lo que había estado antes de
que Magnus lo sanara.
―Eleazar ―le llamo despertándole―. Vamos, es hora de ir a casa.
Eleazar presionó con fuerza el anillo antes de meterlo a su bolsillo,
fue una sonrisa débil, pero sonrisa al final y la que dedico a los tres brujos
que estaban ayudándole.
―Estoy listo. ―Dijo tranquilamente.
* * *
Los funerales de los brujos eran distintos a los de cualquier criatura
del mundo de las sombras, ellos debían de tener un tiempo de luto para que la
magia contenida en sus cuerpos desapareciera por completo, Magnus y Tessa habían
dispuesto un enorme salón con protecciones y hechizos para que estos cuerpos
pudieran descansar y tener su paso tranquilo hacia el mundo de los espíritus.
Eleazar no se había despegado del lado del cuerpo de su amado.
―Es desolador ―Catarina se colocó a lado de Magnus―. ¿Qué pasó con esos Nefilim?
Magnus observaba con mirada distante hacia los dos chicos que seguían
preparando el salón con medallones y rezos en las paredes.
―Ha crecido mucho desde la última vez que estuve aquí ―Comentó la bruja
mirando hacia donde Magnus―. El hijo de Tessa debe ser muy fuerte ahora.
Magnus se alejó hacia la salida.
―No lo suficiente aún.
Catarina lo siguió.
―No lo hagas, no te culpes por esto.
―Si hubiera llegado unos minutos antes…
―Tan absurdo como pensar en “Si Valentine no hubiera nacido” ―La bruja
tomó la mano de Magnus―. No podemos culparnos por todo lo malo que pasa. Es
demasiado incluso para ti.
―Estoy bien.
Catarina sonrió un poco.
―Eres muy poderoso, más de lo que fue tu padre.
Ellos comenzaron a caminar por los largos pasillos del instituto, Magnus
necesitaba alejarse de toda esa magia desapareciendo, nadie lo podía sentir,
pero él era un brujo diferente y podía sentirlo todo.
Catarina sonrió de nuevo al recuerdo.
―Él estaría muy orgulloso de ti.
―Justo ahora, no lo creo.
La bruja lo sujetó del brazo para que se detuviera.
―Lo conocí mucho mejor que tú, y te lo aseguro, esta infinitamente
orgulloso.
Catarina era amable, era una enfermera y como tal siempre buscaba cuidar
el cuerpo y corazón. Pero Magnus sabia de donde venía, porque su padre adoptivo
había muerto, lo que había dentro de su corazón y como no había podido cumplir
la promesa hecha a su padre en su lecho de muerte.
―Gracias por decir eso.
Catarina caminó tranquila a su lado.
―Debo confesar que siempre estuve resentida contigo. Cuando mi amigo
murió yo me propuse a acogerte, a cuidar de ti y a criarte como mío, era lo
menos que podía hacer por su memoria.
Magnus se detuvo, era algo que siempre se había imaginado, pero nunca creyó
que alguien además de su padre fallecido quisiera hacer, cuidar de un niño
brujo, que, además, había provocado la muerte de su propio padre.
Los ojos de Magnus le revelaron a Catarina algo que ella misma se había
imaginado.
―Quería que estuvieras a salvo y con el tiempo llegué a creer que me
amarías como lo hiciste con él. Pero te fuiste, seguiste tu propio camino y… Y
no pude detenerte. Espero que no pienses que no lo intente lo suficiente.
―Era demasiado joven y estaba demasiado herido como para escuchar a alguien.
―Enojado ―Corrigió Catarina―. Demasiado enojado contigo mismo, con los
asesinos de tu padre e incluso con él mismo.
―Eso nunca, nunca me enojé con él.
―Es normal que un niño vea la muerte como un abandono, no te estoy
reclamando, pero si me preocupa.
― ¿Que te preocupa?
―Que sigues enojado, aun después de estos siglos, tu… Sigues furioso con
el mundo y furioso contigo mismo. Por eso buscas tanto el poder, por eso no has
dejado de aprender, por ello esos Cazadores… ―Catarina sacudió la cabeza tras
el recuerdo―. Tú quieres venganza.
La venganza era demasiado esperar, había pasado el tiempo suficiente
como para creer que nunca la tendría, sin embargo, la sed de ella y el deseo de
la oportunidad no se había ido, y nunca se iría.
Magnus había adquirido la habilidad para evitar sus sentimientos y a las
personas que intentaban pasar de ellos.
― ¿Ves? Por eso no me quede contigo, tu intentas hacer que me convierta en
una persona de bien que anda por ahí hablando de sus sentimientos y haciendo
buenas obras. No se puede contigo, Catarina.
Catarina rio y levantó su mano para acariciar el cabello negro del joven
brujo.
―Anakku yang sedih ―Murmuró
delicadamente con los ojos brillando.
Magnus tomó la mano de la mujer y la guio hacia su propia mejilla para
presionarla contra ella con fuerza. No había oído un arrullo en su lengua natal
desde su infancia, hace casi doscientos años.
Magnus dejo ir la mano azul de Catarina, se veía decaído de nuevo.
―Quizás me equivoqué, quizás debí quedarme contigo y… Convertirme en una
persona diferente, sé que hubiera sido diferente.
―Así hubiera sido, seguramente, pero eso no significa que hubiera sido
mejor.
Magnus la miro sin poder entender a que se refería.
Catarina se veía divertida cuando extendió sus manos a sus costados.
―Mira a tu alrededor Magnus, mira lo que has hecho y a cuantas personas
has salvado.
―No a las suficientes, no a todos.
―Pregúntales, pregunta a Tessa, a su pequeño, a Bat, a los aldeanos que
mantienes bajo tu protección, y a los que no, a los que están del otro lado del
mundo como Raphael que sabe que puede contar contigo ciegamente sin importar
nada. Incluso puedes preguntarle a Eleazar, puedes hacerlo y te aseguro que, a
pesar de su terrible perdida, y aún a costa de lo que tú mismo crees que haces
y de lo que no, te dirá que te lo agradece, porque esta con vida y estará en
esta tierra durante muchos años recordando a esa persona que amó y que
seguramente también está feliz de que Eleazar haya sobrevivido, y todo eso es
gracias a ti, gracias a tu poder y a que nunca te has rendido.
Me dolió que te fueras, me sentí culpable porque no te cuide como me
imagine que mi querido amigo lo hubiera querido, pero seguiste tu camino y te
convertiste en este ser que tengo en frente, que, a pesar de no querer
exponerlo, tiene un enorme corazón, no necesito que nadie me lo diga, lo estoy viendo,
Magnus. Así que no solo sé que Ragnor estaría orgulloso de ti por una
suposición, lo sé porque es lo mismo que siento, porque te amo y porque estoy
muy… Muy orgullosa de ti.
A Magnus le costó unos segundos recuperar su voz.
― ¿Eso… eso crees? ¿Crees que estaría orgulloso?
Catarina fue amable de nuevo. Abrió sus brazos hacia Magnus.
― ¿Me dejarías? ¿Por favor, me dejas abrazarte en nombre de los dos?
Magnus se inclinó para quedar en los brazos de la bruja, acunó su rostro
en el cuello de la mujer que comenzó a hablarle de nuevo en indonesio,
diciéndole lo mucho que lo amaba y lo mucho que deseaba que fuera feliz.
Magnus sintió sus lágrimas rodando por sus mejillas, él no había llorado
desde que era un niño, desde aquella noche con lluvia cuando perdió a su padre
adoptivo después de que se sacrificara para salvarle. Eso había sido hace ciento
ochenta y cuatro años, pero el dolor vivo en su pecho se sentía como si la
presente noche fuera aquella misma.
* * *
Maia era cada vez mejor, ella podía rastrear a las personas a kilómetros
de distancia con su poderoso olfato, podía brincar entre los edificios en su
forma de lobo como si saltara en los juegos infantiles, podía destrozar
demonios en solitario con sus garras e incluso asesinar a subterráneos
desquiciados con sus colmillos, ella era poderosa y mejor de lo que nunca fue.
Pero a pesar de todo eso había algo que no podía hacer, ella no podía encontrar
a su mejor amigo.
Entró a escondidas a su recamara por la ventana, como lo hacía cada
noche después de que la manada se fuera a descansar o a patrullar, a pesar de
las órdenes del alpha, ella seguía saliendo a buscarlo.
―No puedes seguir así ―Había alguien esperándola en su habitación, ella
había comenzado a dejar atrás su forma de lobo y se veía de nuevo como una
humana, una humana desnuda, se dejó caer violentamente al suelo jalando
rápidamente el cobertor sobre su cama para cubrirse―. No entiendo cuál es tu
necesidad de arriesgar así tu vida por ese sujeto y no entiendo porque te
cubres así, te he visto desnuda antes.
Maia se levantó desde atrás de su cama con un remolino de cobijas sobre
ella.
―En forma de lobo, me has visto sin ropa en forma de lobo.
―Es lo mismo.
Maia se metió detrás de su vestidor plegable y remplazó las mantas por
unos jeans desgastados y una camiseta deportiva.
―No, no es para nada lo mismo, Jordan, pero no perderé el tiempo
intentando que lo entiendas.
― ¿Qué cosa? ¿La parte de cómo te arriesgas por un Cazador de Sombras?
¿O la parte de que desnuda no es lo mismo que desnuda?
―Ambas. No lo entenderías.
―Soy tu Praetor, se supone que debo ser tu guía y debo mantenerte viva.
Maia no lo necesitaba, pero encendió las luces de su habitación, la que
era ya muy suya, sus libros, sus apuntes y todas esas aficiones que la dejaban
aparentar ser alguien normal, que la hacían sentir normal.
― ¿Perderás tu medalla si yo muero? Qué pena, pero no me importa.
La chica tomó una de sus novelas gráficas, la última que Alec le había
prestado y se dejó caer sobre su cama para leer y restar atención a Jordan.
―Si sigues haciendo esto hablaré con el alpha, entonces…
―Entonces no harás nada, porque si tú haces esa estupidez yo me iré y no
volverán a saber de mí, nunca.
―No puedes hacer eso, no tienes a donde ir o los recursos para ir por tu
cuenta.
― ¿Eso crees? Deberíamos de preguntarle a Raphael, es una persona con
una influencia muy grande en el mundo de las sombras, también dicen que es rico
y, por cierto, uno de mis mejores amigos.
―Tú y ese vampiro están por completo desquiciados con esa idea, han
pasado meses desde que se fue, deben dejar de arriesgarse por él.
―No se fue, se lo han llevado, Alec nunca se iría sin decirnos, y lo
vamos a encontrar. Ambos le debemos mucho y encontrarlo es lo menos que podemos
hacer.
Jordán se cansó al ver como la chica volvía a esa tonta novela, se levantó
haciendo que su silla chocara con la pared, pero Maia ni parpadeo.
Camino había la puerta para irse, al abrirla se detuvo para hablarle una
vez más a Maia.
―Si eso es verdad… ―Dijo secamente―. Entonces ya debe estar muerto, y
ambos están buscando un cadáver.
Cerró la puerta a tiempo para que el reloj despertador que Maia le había
arrojada se estrellara contra ella y se convirtiera en fragmentos que cayeron al
suelo dejando la marca del impacto en la pintura de la madera.
―No sabes nada… ―Dijo la chica a nadie―. No está muerto, no lo está.
Ella dejó la novela a lado y abrazó su enorme almohada.
―No puedes estar muerto, no así, no así.
Se quedó dormida con el sonido de la lluvia en su ventana, esa noche
durmió tranquilamente, había estado tan cansada que su mente no le permitió
soñar, lo que le agradaba, ya que, desde hacía meses, todos sus sueños habían
sido pesadillas, y en todas ellas, Maia encontraba el cuerpo de su amigo.
Quizás ella también lo creía, quizás ella también creía que Alec Lightwood
había muerto.
* * *
Había demasiadas cosas que Micah no entendía, como la forma en la que
nunca era escuchado. Micah había comunicado a su superior que había recibido información
sobre lo peligrosos que era combatir con los demonios por las noches. Su
comandante le explicó que no podían trabajar de día debido a las personas, que el
secreto de las misiones era esencial para no provocar pánico en los civiles. Micah
no entendía como su comandante no podía creer que la población civil estaba en
pánico desde hace años. Tampoco podía entender, sin importar lo que se
esforzara en ello, el hecho de que el comandante si escuchaba a Kairi Himura,
ella se había convertido en una especie de guía para su superior, Oscar le
había preguntado una vez a la misteriosa chica, ella le habló sobre un trato
realizado.
―Le dije que no obtendría más información de mi si hacia preguntas sobre
mí, él acepto porque sabe que mis conocimientos son confiables.
Micah dudaba en la confianza que se pudiera tener a esa chica con lentes
oscuros, a nadie engañaba, ella ocultaba sus ojos además con lentillas de
contacto.
Pero Micah no tenía el animo ni el interés en Kairi Himura, él
necesitaba saber de Alec, habían sido meses desde aquel encuentro con su padre
adoptivo y aun cuando había ido a buscarlo en muchas ocasiones, ahora también
el señor Starkwater estaba desaparecido.
El ambiente en el cuartel era lúgubre ya que una noche antes se había perdido
a un miembro más, una criatura con forma de araña había bajado desde el techo y
lo había tomado de la cabeza tapando sus gritos y dejando caer al suelo nada más
que su columna vertebral. Aun podía escuchar las ordenes inútiles de su
comandante, la lluvia de balas, los huesos siendo torturados y los gritos cesando
después de un muy largo rato agónico.
Cerro los ojos con fuerza para empujar el horrible recuerdo lejos. Vio a
su alrededor, a través de una ventana de vidrio podía ver a Kairi y al comandante
en una de sus reuniones privadas, ellos parecían tener una conversación
acalorada. Miro a Oscar a su lado
preparando su arma y el número ya cada vez más elevado de casilleros
desocupados. Hacia menos de cuatro meses habían sido una docena, ahora apenas
llegaban a ocho personas, Micah se preguntó quién y cuándo seria el siguiente.
― ¿Estas bien, amigo? ―Preguntó Oscar preocupado por su aspecto.
No lo estaba en lo absoluto, pero era un soldado y no se rendiría nunca.
―Quisiera matar una sola de esas cosas sólo para levantar el ánimo.
Oscar rio sin mucha emoción.
―Quisiéramos, compañero.
La televisión no dejaba de dar alarmas sobre el toque de queda, había
una línea permanente en la parte baja de la imagen sin importar el programa que
se transmitiera con la leyenda “Estado de Alerta Máxima” las letras blancas
parpadeaban haciéndote leer la frase una y otra vez.
Pero el toque de queda no funcionaba, ahora ni estar en casa por la
noche protegía de los asesinos monstruosos que estaban claramente
multiplicándose.
Kairi salió visiblemente furiosa de su reunión con el comandante. Se dirigió
a su casillero y comenzó a preparar sus cosas con un enojo claro al estar
arrojando su equipamiento intentando desquitar su frustración con objetos
inanimados.
Oscas se acercó a ella.
― ¿Qué ocurrió?
―Nada ―Respondió secamente la chica.
―No se nota que sea nada.
Kairi dejó tranquilas sus cosas y miro a los ojos marrones de Oscar.
― ¿Por qué haces esto, Oscar? ¿Por qué sigues aquí a pesar de que
terminarás muerto?
―Wow, alguien está de malas.
Micah no se quedó tranquilo con ese comentario.
― ¿A qué te refieres con eso?
Los ojos de ella, falsos como se notaban, se fijaron en los verdes de
Micah, tan humanos como ningún otro en la habitación.
Hubo un momento, uno que pasó fugaz como una estrella, Kairi se miró
vulnerable y dio un paso hacia ambos chicos preparándose para una confesión.
Era joven, y frágil detrás de toda esa fachada, pensó Micah.
―Escuchen…
Antes de que pudiera decir otra cosa, el comandante llamó a la reunión de
preparación. Eso acabó con toda intención de la chica.
―Olvídenlo ―Dijo finamente en un murmullo mientras regresaba a su equipo.
Entonces una idea se adentró en la mente de Micah, observando al
comandante dando órdenes como si nada de lo ocurrido la noche anterior hubiera
pasado, y Kairi a punto de realizar una confesión que claramente no debía.
Micah pensó en la idea de dejar de desconfiar en Kairi para hacerlo con
su comandante, la persona que podría estar llevándolos a una muerte segura.
* * *
A Raphael no le gustaba la idea de salir a buscar a Alec por las noches,
para él no era una opción, pero sí para Maia, odiaba tener que arrastrarla
hacia el peligro porque él no tenía otra opción.
―Entonces… ―Dijo Maia apareciendo puntualmente como cada noche―. ¿Qué
veremos hoy aquí, Ralph?
No le molestaba, pero Raphael esperaba que Maia encontrara un mejor sobrenombre
para él.
―Demonios Kuri ―Dijo el pequeño vampiro con saco de vestir elegante y
jeans costosos―. Ellos no asesinan a sus presas de inmediato, las usan para
alimentarse esporádicamente.
Maia estaba haciendo calentamiento, ella seguía teniendo moretones de la
noche anterior, cuando se enfrentaron a demonios rapiñadores.
―Son los que parecen arañas, ¿cierto?
―Ocho patas con pinzas, veneno corrosivo goteando de sus colmillos, si, así
es, esos mismos.
Maia sonrió a su amigo.
―Me gusta cuando estas con este humor.
Entonces ella había cambiado solo en parte, sus orejas se habían puesto
puntiagudas, sus colmillos brillaban y sus manos se habían convertido en
garras.
―Bien ―dijo la chica―. Busquemos a ese Cazador.
Se notaba como el edificio había sido abandonado desde hacía años, esa
inactividad había sido perfecta para los demonios Kuri y se apoderaron de la
construcción sin ninguna resistencia.
Tanto lobo como vampiro contaban con un oído sobrehumano, ellos podían
comunicarse hablando tan bajo como el sonido del viento, caminaron precavidos
por las enormes torres de metal que eran las escaleras, los mecanismos de manufactura
de lo que antes era una fábrica seguían ahí, enormes y silenciosos como el
edificio mismo, la oscuridad no escondía la corrosión de las paredes y las
enormes telas que colgaban desde los techos.
― ¿Telas? ―Preguntó Maia imposiblemente bajo.
―Telarañas ―respondió Raphael y tocó el brazo de Maia para que le siguiera,
claramente el vampiro pensaba en que alejarse de ellas era la mejor opción.
Maia lo siguió y ambos llegaron al segundo piso, en este lugar había
escritorios y archiveros caídos por todas partes, ninguna persona había estado ahí
en años, por lo menos no ninguna persona viva. Se abrieron camino por los
objetos caídos, revisando cada una de las habitaciones.
― ¿Qué estamos buscando exactamente? ―Preguntó la chica con su voz
rasposa.
Raphael abrió la última puerta al final del pasillo, el olor que surgió
de ahí les hizo retroceder, Raphael agradeció no estar vivo o de lo contrario
hubiera echado el contenido de su estómago fuera.
―Creo que lo encontramos.
Maia odio su olfato superior en este momento, se resignó y entró detrás
del pequeño Raphael.
―Son capullos, ¿ves? ―Explicó el casi niño―. Los demonios envuelven a
sus víctimas en esta sustancia para apresarlos y comerlos después.
―He visto esto en unas cuantas películas de terror.
Raphael se puso frente a uno de esos capullos asquerosos. No lo
necesitaba, pero tomo aire dándose valor. Con sus manos desgarró la dura capa
de la telaraña, lo que había dentro fue expuesto, una cara congelada en un
grito con muy poca carne pegada al hueso les dejó a ambos perplejos.
Maia sabía que no debía llorar, sabía que era un lobo ahora, no una
adolescente indefensa. Quizás Raphael estaba pensando algo parecido ya que le
tomó unos segundos hablar de nuevo.
―Tiene mucho tiempo aquí dentro, quizás meses, no pudo haber sobrevivido
a esto.
Maia no dijo nada.
―Y debió tener por lo menos treinta años, así que…
―Revisaré los demás.
Entonces todos los capullos fueron abiertos uno por uno, uno cada vez más
difícil que el otro, sin poder recuperarse aun del impacto de haber visto el
anterior, pero también, uno a uno, fueron descartados, había mujeres, ancianos,
ancianas, y hombres muy adultos como para que cupiera duda de que alguna de
esas miserables personas fuera Alec.
Raphael abrió el ultimo, una mujer de no más de veinte años.
―No está aquí, vámonos ya.
Maia no podía estar más de acuerdo con eso. Ella tenía una urgencia
absurda por salir que, ni siquiera pensaron en volver por donde habían entrado,
había un par de ventanas ahí que les ahorrarían la peligrosa misión.
Caminaron juntos y apurados hacia las ventanas cuando escucharon un
ruido de cristal roto, pero ninguno de los dos había sido, se miraron unos
segundos y el sonido siguió desde el primer piso, también hubo gritos y…
― ¿Disparos?
Los dos chicos corrieron hacia las escaleras en donde el primer piso
quedaba expuesto, la tranquilidad terrorífica de la fábrica había sido
transformada en un campo de guerra casi literalmente, había un grupo de
soldados corriendo de un lugar a otro disparando sus armas hacia las telarañas gigantes
en el techo.
―Estúpidos mundanos ―Respiró Raphael.
― ¿Mundanos? ―Preguntó Maia.
―Es una larga historia, pero ahora debes irte, esas cosas van a
despertar y creo que nos sobrepasarán en número demasiado rápido.
―No me iré sin ti.
―Maia no podemos salvarlos y no puedo irme sin intentarlo, pero no te
pediré que hagas lo mismo.
Maia volteó hacia abajo, los demonios Kuri habían despertado como
Raphael había dicho y estaban ahora amenazando a los soldados, tres de ellos
estaban en solitario peleando en equipo contra un Kuri cuando uno de ellos, al
intentar proteger a sus dos compañeros, fue golpeado por una de las pinzas, su
casco fue arrebatado desde su cabeza dejando el aturdido rostro expuesto.
Maia apartó a Raphael y murmuro el nombre del chico.
― ¡Micah!
Ella se puso en pie sobre el barandal para arrojarse a las vigas e ir a
su ayuda.
― ¿Qué haces? ¿Quién es? ―Demando saber Raphael.
Maia tenía muchas respuestas para esa pregunta, Micah era muchas cosas
para ella, además de ser uno de sus mejores amigos.
Pero sólo pensó que una de esas respuestas seria la correcta.
―Es amigo de Alec ―Dijo y saltó hacia abajo convirtiéndose por completo
en lobo antes de llegar al piso.
* * *
― ¿No se sienten estúpidos? ―Preguntó Oscar pasivamente burlón al bajar
de la camioneta junto al resto de su equipo―. Estamos aquí, de nuevo, esperando
que maten a uno de nosotros, de nuevo.
Micah y Kairi se colocaron a sus costados.
―Solo mantengámonos juntos ―Dijo Micah―. Si ustedes no me dejan, yo nos
los dejaré ―Esa última frase fue claramente para Kairi Himura.
Ella le miro con enfado.
―No necesitas hacer comentarios engañosos, confía en mi ¿Quieres?
Micah quería decirle que había intentado hacerlo, pero que nunca lo
logro, ahora debía obligarse, Kairi era una soldado extraordinaria y si bien no
quería que se preocupara por él, si deseaba que lo hiciera por Oscar.
―Lo haré ―Le dijo sin más opciones.
Los mundanos entraron a la fábrica abandonada una vez más, ellos sabían
ya a lo que se enfrentarían, así que una vez dentro, ellos dispararon hacia las
enormes telarañas.
Como lo habían prometido, Kairi, Oscar y Micah se quedaron juntos.
Para Micah fue extraño no ver movimiento evidente, pero eso duró muy
poco, surgió desde las filas un grito tan fuerte que pudo escucharse por encima
de los disparos.
Ellos no habían esperado lo que venía sobre ellos, las criaturas les
habían tendido una trampa y ahora, en cuestión de segundos estaban rodeados por
los demonios.
― ¡Reagrúpense! ―Ordenó el comandante―. Vayan a…
La frase no fue terminada, un demonio Kuri le atravesó el pecho con una
de sus pinzas y lo llevó hacia el techo lejos de toda esperanza de ser
rescatado y dejando una incompleta orden que algunos siguieron, los mismos que
minutos después fueron tomados por los demonios.
Kairi, Oscar y Micah tenían una ventaja mínima, ellos se habían
desplegado hacia una de las paredes y mantenían esa posición ayudándoles teniendo
a sus atacantes de frente. Ellos estaban disparando, pero las balas apenas
lograban retrasar el evidente avance de dos demonios hacia ellos.
― ¡Maldición! ¡Maldita sea! ―Gritó desquiciado Oscar al notar su
eminente muerte, aun así, el soldado no se iría sin haber matado por lo menos a
una de esas cosas.
Avanzó hacia una de ellas junto a su ráfaga interminable de disparos,
Micah le gritó, pero él no parecía escuchar nada ni a nadie. El demonio se levantó
como un caballo sobre dos patas, imponente sobre el cuerpo de Oscar, un último
grito de guerra fue liberado desde su garganta antes de que la criatura le dirigiera
su ataque mortal.
Fue como una sombra, pero Micah logró colocarse frente a su amigo para
apartarlo del camino, fue difícil hacerlo sin que una de sus balas le volara la
cabeza, así Oscar cayo violentamente a un lado y observó como Micah recibía el
ataque, pero lograba esquivarlo.
No estaba seguro de donde había surgido la idea, pero ya nada tenía para
perder, Micah tomó de su bolsillo el objeto con punta que había encontrado en
el instituto, la encajo con todas sus fuerzas en el ojo del demonio, justo al
lado de los colmillos venenosos. La criatura gritó haciendo que todos giraran
hacia ellos, todo pasó tan rápido, unos segundos apenas habían transcurrido. La
criatura se convulsionó ante la mirada de asombro de los tres mundanos y una de
las patas del demonio golpeo a Micah en la cabeza, el golpe fue tan potente que
le arrancó el casco haciéndolo volar a metros de él. El arma que les había dado
la única oportunidad que nunca habían tenido, seguía moviéndose sobre la cabeza
del demonio, no había más que hacer, sólo esperar el eminente final.
Observó a Oscar y volteó a ver a Kairi y se lamentó por ellos, por no
poder salvarlos, daría cualquier cosa por que ellos se salvaran.
La araña finalmente atacó y le enterró una de sus pinzas en su pierna,
Micah gritó, Kairi se abalanzó sobre el demonio con una ráfaga casi imperceptible
de balas, la criatura no la miro. Oscar hizo lo mismo, pero el demonio solo
quería matar a uno de ellos.
Micah volvió a gritar, pero la criatura lo hizo también. Un lobo
apareció desde la altura tomando la pata de la araña con sus dientes filosos y
arrancándola de su cuerpo, el demonio gruño, fue horrible escuchar ese chirrido
infernal. Pero funcionó, la criatura había retrocedido y se había alejado de
Micah gracias al animal que ahora estaba entre ellos, enfrentando a la bestia y
defendiéndolo.
El lobo y la araña chocaron para iniciar su pelea. Micah no podía quitar
su vista de ellos, era tan insólito, fue Kairi quien lo despertó de su aturdimiento.
― Lo lamento. ―Dijo ella sin ningún sentido―. Esto va a doler.
Y así fue. Ella tomó la pata de la araña que seguía clavada en la pierna
de Micah y la jaló para sacarla de ahí. Micah vociferó y sintió que perdía la
conciencia, pero Kairi era exigente. Ella le golpeó el rostro con su mano
abierta, eso también dolió.
―Ni se te ocurra ¡De pie, soldado! – Exigió.
Oscar ya estaba con ellos y entre los dos lograron levantar a Micah
pasando cada uno un brazo por sus hombros y había sangre y un líquido negro
saliendo de la herida de su amigo. Encontrar una salida no fue sencillo, si
bien el lobo estaba de alguna manera inverosímil ayudándoles, no esperaban que
les aconsejara por donde salir.
Pero el lobo no estaba solo, mas allá de esta batalla, se observó algo
incluso más absurdo, un chico de unos trece años estaba peleando contra las
demás criaturas, el chico arrancó cabezas con sus manos y aparecía y desaparecía
por todo el lugar sorprendiendo a los demonios.
― ¡Salgan! ¡Todos ustedes! ¡Ahora! ―Orden. Aun cuando era una voz joven,
fue determinada y firme.
Los mundanos salieron, por las puertas principales, pero esa no era una
opción para los tres soldados que se habían quedado rezagados hacia una de las
paredes.
Pero el chico no se olvidó de ellos.
― ¡Suban! ¡Arriba hay una salida!
Ellos lo hicieron, las escaleras de metal difícilmente les dejaron subir
a los tres juntos, pero se las ingeniaron para conseguir llevar a Micah al
segundo piso. Faltaban solo unos escalones para llegar al final y un demonio
les cerró el paso. Eso fue un error ya que el lobo saltó sobre él haciéndolo
caer pesadamente de nuevo al suelo, su cabeza fue destrozada por los colmillos
del lobo, ellos siguieron caminando tan rápido como podían con Micah a cuestas.
Se toparon con tres, quizás cuatro criaturas más en el camino, esta vez el
chico con súper fuerza les ayudo, el lobo estaba en un segundo frente a ellos
mostrándoles hacia dónde ir. Los guio hacia una escalera de incendios y en unos
minutos estaban en la calle respirando el aire frio, libres de demonios.
Era un cuadro extraño, Micah sangraba, había un enorme lobo a
centímetros de ellos inspeccionando su herida como si estuviera preocupado por
ello y el chico de piel morena y ojos grandes se acercó a ellos, se miraba como
si solo hubiera realizado una caminata casual nocturna, no como si hubiera destrozado
con sus propias manos a esas criaturas.
El chico le habló al lobo.
―Debo irme, el sol está por salir, llévalos al Dumort.
El lobo asintió, el chico desapareció y entonces ellos no tuvieron
tiempo de pensar en otra cosa, ellos estaban caminando por las calles de Nueva
York con un lobo de guía.
Pero para Micah eso no era lo más increíble, lo más increíble era, sin
duda. Que los tres seguían vivos.
* * *
Magnus había estado muy al pendiente de Eleazar, quien difícilmente se
alejaba del salón de luto ceremonial, sólo lo hacía cuando requería atender
alguna necesidad, como comer, porque incluso dormir era cuestionable para él en
los pasados días.
Eleazar observó por la ventana, el sol se había metido ya, pero no sabía
hacía cuantas horas, aun así, no se sentía con la capacidad de seguir sentado al
lado del cuerpo de su amado. Se levantó con mucho esfuerzo y besó la mano que yacía
a un costado.
―Te veré mañana ―Murmuró mientras cubría la mano de nuevo con la manta
blanca, había pétalos de flores sobre él y sobre el resto de los cuerpos que se
alineaban a lo largo del salón.
Salió finalmente de manera pesada, como si en cualquier momento él
decidiera mejor volver, no había notado a Magnus a un costado de la puerta, por
lo menos eso era lo que Magnus creía. Eleazar entró a la cocina seguido por
Magnus. Abrió el refrigerador descuidadamente, no tenía hambre, pero no podía
dejarse morir, se lo debía a su amor, al pensar en ello necesito sentarse, la
encimera estaba lo suficientemente cerca como para apoyarse y no caer.
Magnus entró alarmado desde las sombras al notar la casi caída del brujo.
Eleazar le sonrió.
―Sé porque estas siguiéndome, desde hace días lo haces, perdón, pero no tenía
fuerzas para hablar de ello.
Magnus no dijo nada, movió sus dedos y frente a Eleazar apareció una
mezcla de alimentos dispuestos para él, había sopa, carne, ensalada, pan y dos
o tres bebidas diferentes.
―Primero lo primero, necesitas recuperarte. ―le dijo Magnus.
―Gracias.
―No agradezcas. Estas demasiado débil como para usar tu propia magia.
Eleazar comenzó a comer, su apetito había vuelto, quizás la comida,
quizás la compañía.
―No suelo alimentarme usando magia. ―Dijo Eleazar―. Nos gustaba cocinar juntos.
Él era… Chapado a la antigua, creo.
Magnus se sentó al extremo de la encimera que cubría casi toda la enorme
cocina.
Eleazar seguía masticando cuando pregunto.
― ¿Y bien? ¿Qué necesitas saber?
Los ojos de Magnus se hicieron dos líneas.
Eleazar se encogió de hombros.
―Es por eso que has estado detrás de mi durante estos días; Quieres
saber cómo Valentine nos asesinó a todos.
―No te asesinó a ti ―corrigió el brujo.
― ¿Eso crees? Adelante, pregunta, estoy listo para contarte.
Magnus intentó tener consideración.
―Puedo esperar, quizás sea mejor.
―No, no quieres y yo tampoco, entre más pronto te diga lo que ocurrió,
más pronto averiguaras como matar a Valentine, ¿cierto? ¿Lo mataras?
―Seguramente.
―Sé que lo harás, eres muy poderoso, nunca vi algo igual, mi Louis lo
era, mucho, tenía seiscientos años, él era el más poderoso que conocía, pero… Bueno,
ya lo sabes, y llegaste tú y los asesinaste a todos sin esfuerzo, lo harás,
matarás a Valentine.
Magnus podía ver la sonrisa y el brillo de esperanza en la mirada de
Eleazar.
―Lo intentaré, por ti y por Louis, lo haré.
―Gracias.
Eleazar respiró profundo y contó a Magnus con lujo de detalle todo
cuanto sabia y recordaba, Magnus lo escuchó mientras su voz cambiaba, así como
lo hacía su rostro, el odio, la tristeza y la desolación, también ese segundo
en el que creía que era su final, esos segundos antes de que Magnus apareciera
cómo una luz de luna, tenue pero capaz de transformar la oscuridad del negro al
azul para poder ver cada detalle.
Magnus se puso de pie exaltado.
― ¿Pero, ¿qué era?, Eleazar, ¿Qué era esa cosa?
―No lo sé, Magnus, sólo los ponía ahí y uno a uno esa cosa los drenaba
por completo, los… Secaba de magia y de vida.
―Gracias. ―Le dijo Magnus poniéndose de pie―. Sé que fue difícil para
ti… Que…
―Está bien, sólo ten cuidado, por favor, estas personas te necesitan.
Magnus no respondió, salió de la cocina sin mirar atrás, ahora sólo tenía
una cosa en la mente; Averiguar qué artilugio estaba usando Valentine para
drenar a los brujos y porqué motivo lo hacía.
Corrió hacia su biblioteca, a diferencia de la biblioteca disponible en
el instituto, ésta, que se encontraba en su habitación a lado de su estudio, contenía
todos los libros prohibidos de magia. Pergaminos y diarios coleccionados
arduamente a través de su larga vida.
No estaba seguro del tiempo que pasó, pero el sol estaba ya entrando
fuerte y dolorosamente por su ventana cuando Catarina entró a su estudio.
― ¿Te interrumpo?
Magnus levantó la mirada parpadeando, su concentración había sido
absoluta hasta ese momento.
― ¿Magnus? ―Preguntó Catarina al ver su aspecto―. ¿Dormiste si quiera?
Magnus movió sus hombros haciendo que sus articulaciones crujieran.
―Am, lo haré más tarde, ¿En qué te ayudo?
Catarina negó con la cabeza.
―Vengo a despedirme, es tiempo de que regrese a casa.
Magnus se puso de pie alarmado.
― ¿De qué hablas? No, Catarina eso es absurdo, no hay lugar más seguro
que este para ti.
―Eso no lo niego. ―Concordó Catarina―. Pero debo volver, Magnus, hay
mucho que hacer en Nueva York, la gente esta muriendo y… Y quiero hacer algo,
por mínimo que sea, quiero ayudar.
―Puedes ayudar aquí, necesitamos toda la ayuda posible.
―Bajo tus protecciones nadie corre peligro, lo sabes Magnus. Y atender
emergencias de privilegiados no es exactamente ayudar.
―Catarina por favor, por favor, no te vayas.
Catarina lo vio con mucha ternura.
―Te gusta tener a tus patos en línea, entiendo eso, si por ti fuera irías
por Raphael ahora mismo y lo encerrarías en su habitación como el niño que
crees que es, pero se te olvida algo, se te olvida que tu hiciste esto, que te
fuiste por tu cuenta cuando tenías solo dieciséis años y ahora… Bueno, ahora
eres el mejor brujo que el mundo nunca tendrá, a través de los siglos, por
cierto.
―Catarina…
―No puedes tenernos a todos dentro de una burbuja, Magnus ―Ella sonrió―.
Literalmente.
Lo dijo al recordar las paredes de energía que Magnus mantenía en la
isla.
―No es gracioso ―Reclamó Magnus con pesar en su voz.
Catarina levantó su mano para acariciar la mejilla del chico que se
miraba, más joven que nunca.
―No has cambiado mucho desde aquel día en que te fuiste, tu mirada se ha
endurecido, pero sigues pareciendo un niño de apenas diecisiete años. ―Ella sonrió―.
Sé que no te gusta, y que te duele mi decisión, pero es lo correcto Magnus, no
soy tu responsabilidad, nadie aquí lo es, les ayudas, les has salvado a la
mayoría, pero lo que les suceda no es tu responsabilidad, ni siquiera alguien
como tú, con tanto poder puede con tanto peso sobre sus hombros. Dime que lo
entiendes.
Pero era eso exactamente lo que creía, aun cuando Tessa se lo había
dicho cientos de veces, Magnus seguía pensando que cada persona dentro de sus
protecciones era su responsabilidad y que, si morían, era por su culpa, por no
ser más fuerte, más inteligente o más sabio.
―No quiero que te vayas. ―Dijo finalmente como un último esfuerzo―. Por
favor.
Catarina volvió a sonreír.
―Créeme. No me quieres aquí con el humor que tendría si no estoy en una
sala de urgencias, los turnos dobles y los malos tratos son mi razón de vivir.
Para sorpresa de Catarina, Magnus sonrió.
―Mira eso ―Dijo Catarina―. ¡Que bella sonrisa tiene mi niño!
―Por favor ―se quejó Magnus sonrojándose.
―No olvides lo que te dije ―Catarina fue severa―. Haces más de lo
necesario, y nada de lo que nos pase es tu responsabilidad, somos dueños de
nuestras decisiones y, por consiguiente, también de sus consecuencias. Y… Sobre
todo, nunca olvides que estoy orgullosa de ti, de tu enorme poder que sólo es
opacado por tu enorme corazón.
Catarina sujetó el rostro de Magnus y beso la frente del brujo.
―Me voy y por favor, ve a la cama, por lo menos unas horas.
―Déjame acompañarte si quiera.
―Oh, no es necesario, volveré en cuanto pueda, me gusta estar contigo, con
Tessa y los chicos. Lo prometo.
―Me alegra escucharlo.
―Cuídate mucho, Magnus y no seas tan duro contigo mismo.
―Prométeme que enviaras un mensaje si tienes una mínima sospecha de que
están en peligro, sin excepción, sin excusas, promételo.
―Si eso te hace sentir mejor, lo prometo. ―Dijo jalando el cabello del
brujo―. Ahora a la cama, jovencito.
Ambos rieron, se abrazaron fuerte y prolongadamente antes de que Magnus
mirara a Catarina salir del estudio, no quería seguir con esta pesada sensación
de malestar, así que se fue a la cama dejando que el cansancio acumulado le
llevara a la inconciencia, fue eso lo único que le ayudó a dormir después de
que su amada Catarina se alejara de él y del alcance de sus protecciones.
* * *
Aun cuando Micah, Oscar y Kairi estaban aparentemente fuera de peligro,
la chica no dejaba de girar su cabeza, un habito adquirido sin duda.
Ella se escuchó agitada al estar corriendo con uno de los brazos de
Micah sobre su hombro.
―No creo que debamos ir al Dumort, he escuchado cosas de ese lugar.
El dolor de Micah se reflejaba a cada paso.
― ¿Qué clase de cosas? ―Preguntó en un alarido.
―Cosas como que te conviertes en desayuno liquido antes de las nueve de
la mañana.
Oscar estiró el cuello para alcanzar los ojos de Kairi a través del
rostro de Micah.
― ¿Qué demonios significa eso?
Kairi se limitó a encogerse de hombros. El lobo seguía frente a ellos,
esperándolos y vigilando cada avance, al llegar al edificio, ellos entraron por
una puerta trasera siguiendo indicaciones del animal.
Maia no necesitaba la luz, pero sabía que sus acompañantes si, así que
usó su nariz para encenderla y un corredor completo se ilumino, el lugar era un
desastre por donde miraras, pero eso no los dejo decaer, ahora estaban en un
edificio y no en la calle en donde eran presa fácil. Entraron a unas de las
habitaciones en el segundo piso y colocaron a Micah en el suelo, el lugar era
acogedor hasta donde se podía creer, eso sí eliminabas el horrible tapiz
antiguo y descuidado de las paredes, aun así, había un televisor, libros y olía
mucho mejor de lo que olía el resto del edificio.
― ¿Quién vive aquí? ―Preguntó Micah al lobo como si estuviera seguro de
que pudiera responderle.
Pero no lo hizo, el lobo indico a Kairi con su cabeza que buscara en el
ropero de la habitación, renuente Kairi abrió el mueble y miro ropa muy bonita
de mujer, también miro un botiquín que abrió frente a Micah rápidamente. Ella
limpio la herida y la vendo eficientemente, también dio dos analgésicos al
chico.
Todo parecía ir mejor, pero Micah no podía apartar su vista del lobo, sobretodo
de sus ojos, le eran tan familiares que se sintió triste al estarlos mirando.
Se abrió la puerta de la habitación y entró el chico con súper poderes
acompañado de una atractiva chica de cabello negro y rasgos orientales.
―Cuando dijiste que tendríamos compañía, no esperaba que fuera en mi
propia habitación. ―La chica puso una de sus manos sobre su cintura en forma de
reproche.
―Lo lamento, pero sabes que le gusta tu habitación.
El chico se refería al lobo, eso era obvio para Micah, entonces los entendía.
Micah lo intento de nuevo.
―Te conozco, ¿cierto? Es… No sé cómo explicarlo, pero sé que te conozco.
Nadie respondió, pero eso solo le indico a Micah que no estaba
equivocado.
―Gracias. ―Dijo sinceramente y levantó su mano hacia el enorme animal,
como si hubiera esperado hacerlo desde hace tiempo. ―Gracias por salvarnos.
Sus intenciones eran muy claras, quería que el lobo se acercara hasta su
mano.
― ¡Micah! ―Le llamó Kairi advirtiéndole.
―No creo que sea buena idea, amigo. ―Insistió Oscar.
Pero Micah no dudó, insistió con su mano levantada y el lobo se acercó a
ella dejando que acariciara el costado de su cara bajo la mirada aterrada de
Oscar y Kairi quienes se habían apartado unos cuantos pasos de ellos.
―Te lo dije ―Dijo el chico moreno mirándoles con ojos brillando.
Ahora las miradas estaban sobre él.
― Oh, lamento mi mala educación, mi nombre es Raphael Santiago, soy
líder del clan de vampiros de Nueva York, ella es Lily Chen, mi mano derecha.
― ¿Vampiros? ―Preguntó Oscar.
Raphael ignoró la pregunta.
―Y ella, bueno… Creo que ella debería decirles quien es.
― ¿Ella? ―Preguntó Micah mirando al lobo.
Ella se alejó y se metió detrás de un vestidor plegable con diseños
orientales. Se escucharon sonidos de desgarre y crujidos, la loba estaba
volviendo a su estado humano, aun así, se tardó un poco en salir, cuando
finalmente lo hizo, ella tenía una bata que le hacía oscurecer la mirada. Esa
mirada que Micah conocía bien.
El chico intentó levantarse para correr hacia Maia, pero cayó en ese
intento haciendo que su amiga lo sostuviera en sus brazos para evitar que se
hiciera más daño.
―No puedes moverte, no seas tonto. ―Le gruñó Maia con seriedad.
A final de cuentas Micah había cumplido su cometido, estaba cerca de
Maia, lo suficiente para rodearla con sus brazos sabiendo que sin importar la
fuerza que usara en su agarre, no la lastimaría.
―Creí… ―le dijo con su rostro oculto en su cuello―. Creí que no volvería
a verte.
Maia se relajó en los brazos de Micah y de la misma forma respondió a su
abrazo y lo siguió al suelo para evitar que Micah se lastimara aún más, ella no
se había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado.
―estoy aquí, lo lamento, lo lamento.
De pronto no había dolor, malestar o dudas de ningún tipo.
―No lo hagas ―Dijo Micah sonriendo―. Ya estamos juntos.
Raphael se acercó a ambos en el suelo.
―Recuperé esto. ―Dijo ofreciendo la estela que Micah había usado en la fábrica.
Micah no la tomó.
―No es mía, la encontré.
Raphael no dejó de ofrecérsela.
―Te salvo la vida, chico ―Dijo con su verdadera edad reflejada en su
mirada―. Yo diría que no le pertenece a nadie más que a ti.
Entonces Micah tomó la estela y la colocó en su bolsillo.
* * *
Micah se
despertó con dolor al mover su pierna; Kairi estaba cambiando el vendaje una
tercera vez en esa mañana.
Estaba tan
cansado que sólo dejo que terminara.
―Las heridas con
icor son peligrosas, ―se explicó la chica― debemos mantenerla lo más limpia
posible.
Micah no se molestó
en si quiera preguntar, sabía que aun si preguntaba directamente que era icor,
ella no le respondería, Kairi no respondía ninguna interrogante sin importar lo
desesperado que estuvieras por saber la respuesta.
―Eso es cierto.
―Dijo Raphael apareciendo de nuevo por la puerta.
Maia y Oscar
estaban dormidos a lados opuestos de la cama de Lily, al parecer Lily se había
mudado temporalmente a la habitación de alguien más.
―Por eso mandé
un mensaje a una amiga, ella te verá pronto para curarte, es confiable. Sólo
que no está por ahora en este continente.
―Gracias. ―Dijo
Micah y apartó las manos de Kairi de su pierna―. Y gracias, puedo hacerlo solo desde
aquí.
De manera
renuente Kairi le dejó hacerlo.
―Necesitamos
reagruparnos y averiguar que ocurrió con el resto de la unidad ―Dijo Micah
sinceramente angustiado.
―No debes
preocuparte. ―Dijo Kairi examinando el trabajo de Micah sobre su vendaje, claramente
juzgando sobre cómo ella pudo haberlo hecho mejor―. Es de día, están a salvo en
el día, los demonios no sobreviven a la luz del sol.
Raphael le
observó.
―Eso también es
cierto.
―Claro que es
cierto ―Dijo Micah con furia―. Ella lo sabe todo, absolutamente todo, lo único
que no sabe es confiar en los demás o compartir lo que sabe, ella sólo deja que
los estúpidos como nosotros entren a un nido de arañas gigantes y mueran.
― ¡Micah! ―Le
reprendió Oscar quien ahora sabía no estaba dormido.
― ¡Nos masacraron!
―Continuó Micah sin piedad―. Pudo haberlo evitado, pudo haber salvado vidas.
Maia no conocía
a Kairi, pero sabía que nadie merecía esas acusaciones.
―Nadie podía
evitar eso, Micah, no seas duro con ella.
Kairi no se alejó
de Micah, ella veía la sangre en la venda recién quitada, fija y serenamente.
―Tienes razón,
yo… Debí haber insistido más, debí haber evitado que fuéramos ahí.
― ¿Insistido? ―Preguntó
Oscar.
Kairi pasó sus
manos por su rostro recorriendo toda su cabeza.
―Yo… Intenté
advertirle al general, pero no escuchó, nunca escuchaba, toda la información
que le daba sólo la usaba para localiza los nidos y aventurarse a una derrota
segura.
Micah rio
maliciosamente.
―Por favor. ―Dijo
fríamente―. ¿Dices que compartías información con el general? Es conveniente
decir eso ahora que sabes que no nos puede confirmar nada.
La frialdad de
Kairi se derrumbó, incluso Micah, quien quería hacerla sufrir pudo notar la
herida que había hecho.
―No tengo porque
mentirte, los últimos meses intenté persuadir al general para que desertara en
cada misión, esto está pasando en todo el mundo, los demonios se están
multiplicando exponencialmente y sin los Cazadores, nada evita que lleguen a
donde desean, se lo dije, se lo dije todo el tiempo.
Oscar se acercó
a ambos chicos.
― ¿Dices que el general
sabía a donde nos llevó siempre?
Kairi movió la
cabeza.
― ¿También a que
nos enfrentábamos? ―Quiso saber Micah.
―Todo ―Dijo la
chica―. Se lo dije todo, todo lo que sé, él lo sabía.
―Ese hijo de
puta ―Protestó Oscar―. Nos asesinó uno por uno, pudieron ser esos… Esos
demonios, pero al final de cuentas él es el responsable de todas esas vidas
perdidas.
―No solo fue su
culpa. ―dijo Micah cruelmente sin remordimiento alguno aun mirando a Kairi.
Kairi lo
confrontó.
― ¡Hice lo que
pude! Yo… Yo lo intenté, me esforcé.
― ¡Debiste
esforzarte más! ¡Debiste decirnos a nosotros y dejar que decidiéramos! ―Micah
talló su rostro con desesperación para intentar calmarse―. Nos salvaste aquel día,
con esa cosa que usaste, tu… Tú tienes formas de matarlos y…
―Un extracto
mágico. Me costó mucho dinero y un mes de favores en el mercado de las sombras
para conseguirlo, no hay forma de que consiga más... Es imposible, el mercado
se ha disuelto y los brujos se han esfumado.
― ¿Se supone que
algo de lo que has dicho deba tener sentido para mí?
Kairi agachó la
cabeza.
Micah no apartó
su fría y severa mirada de la chica.
―Hay algo más que no entiendo. ―Dijo el chico con reproche―. ¿Por qué?
¿Por qué a pesar de lo que sabias seguiste peleando? ¿Por qué seguiste yendo a
esas misiones que sabias eran suicidas? ¿Por qué?
Y la respuesta estaba en el rostro de la chica, una revelación que fue
tan clara como un cristal, tanto que todos la supieron, tan pesadamente clara
que Kairi se sintió expuesta a esa verdad, una que no podía negar, pensó que
Micah, como lo hicieron todos los demás, también lo descubriría.
El silencio se posó en toda la habitación, tan pesado y silencioso como
las confesiones realizadas.
―Viejo ―Dijo Oscar finalmente compadeciéndose de las lágrimas que
querían brotar de Kairi―. Hasta yo puedo ver eso.
Kairi quería hablarle, quería decirle lo que realmente significaba para
ella, no quería más mentiras, quería abrir su corazón, pero sobre todo eso,
quería que Micah confiara en ella. pero no podía, él era un mundano y ella…
― ¡Por favor! ―protesto Micah―. ¿Me dirás ahora que sientes algo por mí?
No soy tan ingenuo.
Maia había tenido suficiente de las desatenciones de su amigo, se acercó
y puso su mano en el hombro de Micah.
―Mejor déjalo así, su razón debe de tener. Déjalo así.
Micah estuvo de acuerdo en eso y se retiró de Kairi todo cuanto pudo,
yéndose al otro extremo de la habitación. Le dolió como nunca antes le había
dolido algo físicamente, pero cualquier cosa era mejor que estar cerca de una
mentirosa.
* * *
Le tomo tres noches a Catarina responder el mensaje de Raphael, la
herida se había infectado y Micah tenía fiebre casi todos los días. Y todos los
días Kairi se quedaba a su lado poniendo una toalla mojada sobre su frente, el
dormía, así que no podía protestar por ello.
Raphael y Maia habían utilizado esos días para poner al tanto a los
mundanos de lo que ocurría en el mundo, en el hotel Dumort rodeado de vampiros
que entraban y salían de sus habitaciones, se enteraron del mundo de las
sombras, entonces muchas cosas cobraron sentido para Micah.
― Y… ¿Es uno de ellos? ¿Alec es un Cazador de Sombras?
Maia movió la cabeza.
―Lo es, yo tampoco lo sabía, pero cuando me transformé, yo corrí a él y
fue lo mejor que nunca hice, él me presento a Raphael y gracias a Raphael tengo
una manada, en pocas palabras; Alec me salvo.
―Pero es un Cazador de Sombras ―Dijo Kairi desde el otro lado de la
habitación. Ella estaba usando un conjunto lindo de chaqueta y falda
proporcionados por Lily Chen―. Es por ello que todo esto pasó, Valentine y sus
asesinos nos hundieron en esta porquería.
―Alec no es como Valentine ―Reclamo Maia―. Nadie ha sufrido más por
Valentine que Alec.
Micah se esforzó por hablar.
― ¿Sabes? ―Preguntó con un hilo de voz, cada vez estaba peor―. Maia
¿Sabes en dónde está?
Maia se acercó para colocar la compresa mojada sobre la frente pálida de
su amigo.
―No, desapareció hace meses, nadie sabe en dónde está.
La desilusión del chico fue devastadora.
―Cree que está muerto ―Dijo Micah sin dirigirse a nadie en particular―.
Su padre dijo que no, pero creo que en realidad lo cree muerto.
Maia le pidió que explicara eso y Micah le contó sobre el encuentro que
había tenido con Hodge, el padre adoptivo de Alec.
―No está muerto. ―Dijo Raphael― Los hermanos silenciosos lo sabrían.
Micah le preguntó sobre ese nuevo termino; Los Hermanos Silenciosos.
Antes de que el vampiro pudiera responder, un torbellino luminoso
apareció frente a ellos y en medio de la habitación haciendo volar todo tipo de
artículos por todo el cuarto.
―Es Catarina ―Dijo Raphael por encima del ruido―. Finalmente, respondió
a mi mensaje. ―El vampiro se acercó a Micah y lo levantó de la cama con mucha
facilidad, como lo habían hecho Kairi y Oscar, el chico colocó uno de sus
brazos alrededor de sus hombros para cargarlo.
―Te hablaré sobre los hermanos silenciosos después. ―Sentenció el
vampiro―. Ahora debemos evitar que mueras, no quisiera reclamos de tu amigo el
Cazador de Sombras.
Los primeros en saltar por el portal fueron Raphael y Micah. Maia guió a
los otros chicos para que pudieran llegar a salvo. Lily Chen apareció en el
preciso momento en el que el portal desaparecía con todos sus no deseados
inquilinos. Su habitación estaba hecha polvo, pero era suya de nuevo.
Una pequeña victoria para los vampiros, pensó la chica.
* * *
Al llegar al pequeño departamento de Catarina, Oscar dejó no muy
cuidadosamente a Micah sobre el sillón más cercano y corrió hacia el pequeño
balcón para asomar la cabeza y vaciar el contenido de su estómago sobre una
maseta vacía, por lo menos ese fue su consuelo.
―Tómalo con calma ―Dijo la mujer de piel azul con una tranquilidad y
diversión no exactamente halagadora―. Les pasa a casi todos al cruzar un portal
por primera vez.
Micah no se veía muy diferente a Oscar, además de que su herida sobre su
pierna podía provocarle más malestares del que realmente Catarina notaba.
―Supongo que eres mi paciente.
Micah la observó con ojos demasiado abiertos como para que la bruja no
notara su sobresalto.
―Y supongo que puedes ver a través de mi glamour, un mundano con la
Visión, supongo que no debería de extrañarme a estas alturas.
Raphael y Maia estaban mirando de cerca, hombro con hombro como se
habían acostumbrado en los últimos meses. Kairi estaba cuidando a Oscar y a la
posibilidad de que su malestar le llevara a caer por el balcón.
Micah encontró su voz unos incomodos segundos después.
― ¿Qué…? ―Preguntó y volvió a empezar―. ¿Quién eres?
―Soy quien salvará tu trasero ―Ella chasqueó sus dedos al ver como Oscar
volvía al salón―. Y quien limpió el desastre de tu amigo, no es muy cordial ya
que no nos conocemos jovencito.
―Lo lamento ―Dijo Oscar recargado en la pared con un tono de piel gris.
Catarina ya había conjurado un carrito de servicio con un arsenal muy
amplio de objetos de curación.
―Esto nos llevará un poco de tiempo, mientras tanto, Raphael, ¿Quieres
ponerme al día? He escuchado que has estado ocupado estos meses.
Raphael observó atento las manos de Catarina mientras ella trataba la
herida de Micah que poco a poco se fue transformando en una no tan horrible. Le
contó todo cuanto había ocurrido, le habló sobre Alec y como él y Maia lo
seguían buscando, también la versión de los mundanos e incluso Kairi dijo cosas
que Micah y Oscar no sabían para completar la historia de cómo llegaron todos a
esta habitación.
Catarina se puso de pie, Micah realmente se veía mucho mejor, su piel
había dejado de estar pálida, no parecía tener fiebre e incluso sus ojos habían
recuperado su brillo.
― ¡Vaya historia! ―Dijo la bruja―. Básicamente tú intentas decirme que
lo que tenemos aquí, es… ¿La resistencia?
―Apenas ―dijo Raphael.
―Supongo que es mejor que nada; un licántropo en entrenamiento, un
vampiro demasiado amable, ―Ella miro a Oscar, Kairi y Micah después―. Mal estómago,
corazón roto y… No necesito decirlo, ¿cierto?
Micah se levantó.
―Ya estoy mejor ―Dijo con el poco orgullo que le quedaba.
―No matarás a un demonio, aun así. ―La bruja hizo desaparecer sus
instrumentos médicos con un chasquido.
Micah no se rindió.
―Estuve a punto.
Catarina le sonrió.
―Deberían de ir a la isla, Raphael ¿Por qué no los has llevado ahí?
Raphael se encogió de hombros.
―Son más del tipo ofensivo y no defensivo, Magnus no nos dejaría hacer
lo que intentamos si vamos a su isla.
Catarina puso sus manos en su cintura.
― ¿Y qué es lo que intentan exactamente?
―Encontrar a Alec ―Dijo Maia con determinación―. Es el ultimo Cazador
que está luchando, es el único que podría ayudarnos.
La bruja sacudió su cabeza.
―Eso no es verdad.
Raphael alzó un poco la voz, era tan raro verlo fuera de sus casillas.
―Magnus no ayudará a quienes estén fuera de sus escudos.
―Él vendrá por ti, tarde o temprano ¿lo sabes?
―Supongo que cuando eso pase no podré hacer nada para evitarlo, me
supera por mucho, pero mientras tanto, disfrutare de mi libertad haciendo lo
correcto.
Catarina se llevó una mano a la frente, ella parecía cansada.
― ¿De dónde has sacado esas ideas? Estas aquí con un montón de personas
que siguen vivas por mera suerte y sigues hablando de hacer lo justo o
tonterías como esa ¿No temes morir?
―Vivir sin hacer nada es lo mismo que estar muerto. Eso me lo enseñó un
joven Cazador que ha estado a punto de morir cada día por hacer lo correcto.
―Sé de quién hablas, es la cara opuesta de Magnus, sólo que Magnus
podría convertirse rápidamente en el enemigo de ese chico, y en verdad creo que
es mejor que no se topen nunca.
―Ese Magnus… ―Dijo Micah con voz firme, el dolor había pasado a otros
términos―. ¿Quién es?
―Es el brujo más poderoso que nunca conocerás, su poder es inimaginable
y… Odia a los Cazadores de Sombras.
Finalmente, Kairi habló.
―Todos odian a los Cazadores, ellos son los culpables de todo este
desequilibrio.
―Alec es diferente ―Dijeron al unísono Maia y Raphael.
Micah miró a ambos chicos con desconcierto.
― ¿Están diciéndome que Alec está allá afuera luchando con esas cosas
por su cuenta? ¿Sin ayuda?
―Esa es una idea optimista ―Dijo Catarina dejándose caer pesadamente
sobre el viejo sillón―. Hablé con el padre del chico hace meses, creo… Creo que
esta… Muerto.
Micah sacudió su cabeza casi violentamente.
―No, no, su padre no cree que este muerto, lo dijo. Dijo que él sabría
si Alec hubiera…
Los rostros sobre él le sugirieron vagamente que había pensado muy poco
en las posibilidades.
―Por Dios, si ustedes creen que está muerto ¿Por qué lo están buscando?
No tiene ningún sentido que hagan eso.
Maia se acercó a su amigo para ayudarlo en la tarea de mantenerse en
pie.
―Porque sin importar lo que pase, traeremos a Alec a casa o… O lo
llevaremos a la ciudad de hueso para que siga cumpliendo con su deber.
― ¿Vivo o muerto? ―Preguntó el chico con ironía―. ¿Es lo que estás
diciendo? No, no, ¡no! Eso no puede ser, no puede estar muerto, dijo… Me dijo que…
―Cálmate ―Le pidió Kairi preocupada aun por su herida.
Pero Micah no podía sentir otra cosa que no fuera un dolor profundo en
su pecho junto a la sensación de asfixia que llega siempre con esas horribles e
indeseables malas noticias.
Siguió murmurando para si como Alec no podía estar muerto, como no podía
romper su promesa. Su ensimismamiento fue interrumpido, un cometa de luz entró
por la ventana apareciendo de la nada y se colocó frente al rostro de Micah.
El chico grito temeroso de lo que observaba; una bola de fuego flotando
sobre su rostro.
― ¿Qué demonios? ―Preguntó el chico a nadie en particular.
―Un mensaje de fuego ―dijo Catarina con ojos muy, muy abiertos―. No
había visto uno de esos desde hace mucho. Tómalo.
Micah no entendía una sola palabra de lo que dijo, ciertamente no iba a
tocarlo, eso no iba a pasar; nunca.
―Es para ti ―Dijo Catarina observando precavida―. Tómalo, el mensaje no
se revelará a nadie, solo a ti.
―Pero… ―Protestó Micah antes de hacer cualquier cosa, con el brillo de
las llamas en sus ojos―. ¿Quién pudo haberlo enviado y… ¿Por qué a mí?
―Obviamente lo descubrirás si lo lees ―Dijo Catarina.
―Cazadores de Sombras ―dijo Kairi sin mucho sentido―. Son los Cazadores
o los brujos quienes usan los mensajes de fuego.
Maia y Micah compartieron una mirada al escuchar eso.
― ¿Conoces a algún cazador de sombras? ―Preguntó Maia dando pasos hacia
el fuego en el aire―. Uno estúpido que quizás intente decirnos en donde…
La frase no fue terminada.
Micah tomó el mismo valor que necesitó en esa fábrica abandonada, cuando
no dudo en colocarse frente a Oscar para interponerse entre su amigo y la
inminente muerte.
Tocó el fuego y el papel apareció, su sonrisa y su rostro lo dijeron
todo, el mensaje era de Alec, estaba vivo, no decía dónde, pero aseguraba que
iba a volver.
― ¡Está vivo! ―Dijo Micah sin aliento―. Alec está vivo y piensa volver.
Maia y Micah se abrazaron, el chico entregó el mensaje a Maia para que
lo leyera también, su alegría fue contagiada a Oscar e incluso Kairi se miraba
con un toque de diversión.
―Hay esperanza ¿cierto? ―Preguntó Raphael en voz baja acercándose a
Catarina.
Catarina le sonrió.
―Mira sus ojos ―Dijo pensativamente―. Claro que hay esperanza.
Mica seguía repitiendo lo leído en su cabeza mientras escuchaba a Maia
hablando de las posibilidades de que Alec volviera pronto, entonces ellos
podrían saber qué fue lo que sucedió con él.
Micah:
Sigo
aquí, espérame, y por favor cuídalos por mí.
* * *
Espérame. Esperar no era
difícil cuando se tenía una esperanza. No lo podía ser. Lo esperaron.
Lo
esperaron por días y semanas, el tiempo pareció pasar más lento después de ese
mensaje y Micah no podía sacarlo de su cabeza.
―Tengo
noticias.
Le dijo
Maia lanzando las bolsas de comida a la mesa en el departamento que ahora compartía
con Micah, La Luna del Cazador era un buen lugar para que un lobo viviera, pero
no un mundano, además de que los vecinos eran todos subterráneos, Maia, Raphael
e incluso Catarina quien venía a verlos frecuentemente por las heridas siempre
hechas, estaban a salvo.
Micah
despertó de su aturdimiento.
―
¿Sobre qué?
―Al
parecer Valentine está cazando brujos, nadie sabe por qué, pero los asesina a
todos.
―
¿Catarina lo sabe?
―Ella
me lo dijo.
―Ella
no se ira ¿cierto? ―Preguntó esperando que Maia le dijera lo contrario, pero
conocía a Catarina ahora lo suficiente como para saber que algo así no la podía
asustar.
―Claro
que no, ella lo sabe desde hace semanas, solo me lo dijo porque al parecer el
lunático se está acercando a Nueva York.
Micah
tomó una de las cajas con comida china para empezar a comer los trozos de carne
y brócoli que había dentro con sus palillos.
―
¿Qué te parece si hacemos guardia en su departamento esta noche?
Maia
sonrió.
Sabía
que dirías eso.
* * *
―Por favor
―Rogó Tessa―. Magnus, ve a dormir, un par de horas, no pido mucho.
―De
hecho, pides demasiado. No puedo hacerlo mientras no descubra que es lo que
Valentine trama con los brujos.
Tessa
se veía en extremo cansada, ella tampoco había dormido mucho, al parecer la
isla estaba siendo frecuentemente atacada por demonios que intentaban romper
las protecciones, la magia de Magnus nunca había fallado, pero para Tessa
siempre era importante acabar con la amenazada antes de descubrir el límite del
brujo, ya suficiente hacía por todos ellos.
―
¿Has sabido algo de Catarina? Ella prometió volver.
Magnus
dejó por un momento la lectura del enorme libro frente a él para mirar a Tessa
finalmente.
―Por
desgracia, querida. Cuando un brujo promete volver, se podría estar hablando de
volver en años, quizás siglos.
―No
digas eso, sería terrible no verla en años.
Magnus
rio y notó la herida en el brazo de su amiga.
―
¿Qué ha pasado?
Tessa
restó importancia a ello.
―Una
horda de Shax en la frontera sur, no es nada. Muchos licántropos y un par de
hadas me ayudaron.
―Porque
llevar al único Cazador de Sombras disponible no está en discusión. ¿cierto?
―No,
no lo está, es muy joven para enfrentarse a demonios, además yo soy una
Cazadora de Sombras, no lo olvides.
―Apenas,
las runas no funcionan en ti, ven aquí, déjame ver eso.
Magnus
se retiró de su escritorio para jalar a Tessa hacia uno de los sillones frente
a la chimenea. El brujo puso demasiada atención a la superficial herida.
―Quisiera
que aceptaras más ayuda de vez en cuando ―Dijo Magnus al hacer desaparecer la
línea roja y morada que había en el brazo de Tessa.
Tessa
sonrió.
― ¿Tu
lo dices? ¿En verdad no te das cuenta?
Magnus
se alejó de nuevo a su escritorio cuando terminó con el brazo de su amiga.
―Es
diferente, yo decidí esto.
―Todos
decidimos lo que hacemos, eso no significa que no podamos recibir ayuda de vez
en cuando. ―Tessa levantó un dedo deteniendo a Magnus antes de que protestara―.
En mi caso sí que es diferente, yo no dejo que mi hijo luche porque es solo un
niño, además de que no pretendo que toda la carga de salvar al mundo caiga
sobre sus hombros, eso no lo puedo permitir.
Magnus
se recargó en su silla para ver al rostro preocupado de Tessa, ella había
perdido tanto que ahora la idea de perder a su hijo era insoportable, incluso
para el brujo.
―Estoy de acuerdo. ―Le dijo sonriéndole―. No lo vamos a permitir.
Tessa
se quedó conversando con Magnus durante un tiempo antes de que ambos decidieran
ir a dormir, una promesa que claramente Magnus no pensaba cumplir. Mientras
seguía estudiando sus apuntes y la información que, a su parecer, había
adquirido sobre los intrigantes planes de Valentine. El fuego en la chimenea
comenzó a crepitar como señal de que un mensaje había llegado.
Magnus
se levantó a tomarlo, era de Catarina, ella le explicaba la penosa situación de
Nueva York y avisaba que pronto estaría de regreso en la isla y que esta vez
seria con compañía:
Espero nos recibas como a todos tus
protegidos, había pensado en la posibilidad de quedarme y luchar, pero cada vez
eso se torna más difícil, estos chicos te caerán bien, son amigos de Raphael,
son guerreros y estoy segura que ayudaran. Espéranos por favor Magnus.
Catarina Loss
A
Magnus no le gustaba la idea de tener extraños bajo sus escudos, pero confiaba
en su amiga y confiaba en Raphael, y la idea de tenerlos a ambos finalmente
bajo su protección lo podía valer todo, incluso tener que soportar a quien sabe
qué tipo de desconocidos.
Magnus
suspiro aliviado por primera vez desde que Catarina se había marchado.
―Esto
es mejor ―dijo a nadie―. Parece que todo mejora finalmente.
El
brujo se adentró de nuevo en sus estudios con esa ligera sensación de alivio,
esperar a Catarina era algo muy sencillo, esperarla le formó una emoción que
hace mucho no sentía real, pero ahora se sentía profundamente y brevemente
contento.
* * *
Micah
no tenía más habilidades que las que su entrenamiento como militar le había
dejado, no eran malas en absoluto, pero contra los demonios no eran
suficientes.
Maia
lo pensaba mientras observaba a su amigo colocándose esa protección que los
militares usaban, se veía impresionante, pero sin duda era solo una apariencia.
La vida de Micah estaba en riesgo, potencialmente más de lo que lo estaba la
propia o la de Raphael.
―
¿Qué pasa? ―Preguntó Micah despertándole.
Ella
guardó un cambio de ropa en una mochila, la misma que llevaba cada noche y
dejaba en algún lugar detrás de un basurero para cuando regresara a su estado
de humana, Micah le había dicho que era muy estilo Peter Parker.
―Nada.
―Contestó Maia, lo pensó de nuevo―. Es solo que… No deberías de ir con
nosotros.
Micah
estaba colocando los cartuchos de su arma en su cintura―. ¿Te has dado cuenta?
Hemos tenido esta conversación todas las noches desde hace semanas.
―Micah.
―No
me vas a convencer, puedo cuidarme solo.
El
teléfono de Micah sonó y en cuanto miro la pantalla interrumpió la llamada.
―
¿Era Kairi? ¿de nuevo?
Micah
no respondió, solo movió su cabeza.
―
¿Qué pasa contigo y esa chica? ¿Por qué lo estas complicando?
―
¿Qué se supone que es lo que complico?
―Lo
que sientes por ella.
Micah
tomó una actitud defensiva.
―Lo
único que siento por ella es desprecio, ella fue la causante de todas esas
muertes.
―No
la estas entendiendo y no te entiendes a ti mismo.
― Por
Dios, Maia ¿Y eso que significa?
―Significa
que si no sintieras nada por ella no te lastimaría de la forma que lo hace que
te hubiera ocultado la verdad. Más daño nos hacen quienes más nos importan.
―Tiene
un punto. ―Raphael había entrado por la ventana, una sombra veloz que solo fue
percatada hasta que hablo.
Micah
negó con la cabeza.
― ¿Vamos
a hablar de romance? Deberíamos de ponernos los pijamas para eso y arreglarnos
las uñas.
Raphael
rio un poco.
―Respetaré
que no quieras hablar sobre tu obvio interés en Kairi, pero me refería al
asunto de que no es seguro que vayas con nosotros.
Micah
puso los ojos en blanco.
― ¿Tú
también? Estaré bien, ¿de acuerdo?
―Eres
un mundano ―Dijo Maia, no lo dijo de manera respectiva, como lo venía haciendo
cada subterráneo que conocía y últimamente había conocido a muchos, Maia lo
dijo solo intentando hacerle ver a su amigo que con ese simple hecho estaba en
riesgo.
―Y no
queremos que eso cambie. ―Agrego Raphael―. Los mundanos que se involucran en el
mundo de las sombras… Núnca terminan bien o simplemente dejan de serlo.
―
¿Qué intentas decir? ¿Qué me convertiré en un vampiro o un lobo?
―En
el mejor de los casos, porque el peor sería que murieras. Quisiera que lo
entendieras.
Micah
lo entendía y sabia los riesgos, mientras ellos luchaban con algún demonio
estuvo en varias ocasiones a punto de morir, esas ocasiones viajaron por sus
mentes silenciosamente, los tres lo sabían, pero después de los acontecimientos
ellos simplemente no lo hablaban. Lo dejaban pasar hasta la siguiente vez que ocurría.
―Me
lo pidió ―Dijo casi en un murmullo―. No quiero… No quiero defraudarlo.
Maia
y Raphael estaban muy conscientes de los sentimientos de Micah, en las últimas
semanas la mayoría de sus acciones eran en torno a Alec, incluso su
comportamiento hacia Kairi tenía mucho que ver con Alec.
―Tranquilo
―Dijo Raphael amablemente―. No hay forma de que eso pase.
―Vamos
ya, entonces ―Lo animó Maia―. Hace una hora que oscureció.
Raphael
se encargó de que Catarina abriera un portal para ellos, en un segundo los tres
estaban en el lobby del edificio en donde estaba el departamento de la bruja.
Aun cuando su piso era pequeño, la primera planta tenía un enorme recibidor con
piso en blanco y negro, como un enorme tablero de ajedrez.
Lo
primero que Micah noto a lado de la bruja fue a Oscar y Kairi, como él, vestían
con su equipo militar.
―
¿Qué hace aquí? ―Preguntó el chico mirando fríamente a Kairi.
Ella
parecía sobrepasada de manera molesta.
―Qué
hacemos aquí, querrás decir.
―A
Oscar no me molesta verlo.
La
última vez que habían visto a Kairi y que Micah la trató como ahora lo estaba
haciendo, ella estaba vulnerable y a punto de romperse a llorar. En esta
ocasión fue diferente.
Ella
dio un paso hacia Micah y lo empujó haciéndole dar un traspié.
―Tendrás
que soportarme entonces, grandísimo imbécil.
Hubo
una explosión de advertencias, Oscar y Maia se acercaron a ellos para
separarlos antes de que se convirtiera en algo peor.
―No
hay tiempo para esto, si necesitan arreglar sus problemas, vayan arriba y…
―No
iré a ningún lado. ―dijo Kairi.
―Bien
―dijo Catarina en forma de respuesta―. Además, fui yo quien les hizo venir,
estos dos han estado saliendo a cazar, como si eso fuera… ―Ella puso dos de sus
dedos sobre su frente―. Hablaremos de eso después, ahora necesito hablarles de
un lugar al que iremos, todos nosotros, iremos juntos y no quiero ninguna
protesta.
―
¿Qué lugar es ese? ―Preguntó Oscar.
―Es
una isla, en la costa de Siberia, en Rusia.
―
¿Siberia? ―Preguntó desconcertada Kairi.
― ¿En
Rusia? ―Maia sonó incrédula.
― ¿¡Con
Magnus!? ―Preguntó Raphael por completo sorprendido.
Catarina
actuó como una madre enfadada.
―
¿Qué les dije sobre protestar? Esto no está a discusión, ustedes vendrán
conmigo y…
Catarina
no terminó de decir lo que intentó. La frase fue interrumpida por el asombro
que les causó el que las luces del edificio se apagaran alumbrados solo por las
tenues luces de emergencia que dejaban un resplandor rojo y pesado sobre los
rostros de los desconcertados chicos.
―
¿Qué pasa? ―Preguntó Maia mirando a su alrededor.
―Un
apagón ―Sugirió Kairi de manera des alarmada.
Raphael
caminó lentamente hacia las enormes puertas de cristal en donde pudo observar
como la calle seguía iluminada, sin embargo, no fue eso lo que lo alarmó. Dio
un paso atrás mostrando sus colmillos.
―Hay
algo afuera.
―
¿Qué? ―Pregunto Oscar y con un movimiento instintivo su arma llegó a la altura
de su pecho.
―Parecen
demonios, son muchos. ―dijo el vampiro con rostro de niño―.
Se escucharon
ruidos extraños en todo su alrededor. Puertas siendo azotadas, cristales
explotando y un sonido seco y repetitivo que Micah sólo pudo relacionar con
pesuñas corriendo por paredes.
―No
se separen ―Advirtió Catarina y sus manos iluminaron el ambiente de un azul
intenso―. No están solos.
―No
lo están ―La voz que respondió se escuchaba muy normal, podía ser confundida
por una persona que casualmente pasaba por ahí, pero no era casualidad que esa
noche, este hombre estuviera en ese edificio, a esa hora―. Están bajo mis órdenes,
un movimiento innecesario de su parte y los atacaran.
― ¡Valentine!
―Dijo Raphael con una profunda voz irreconocible.
Kairi
se acercó a Oscar y Micah dando un paso frente a ellos, una protección inútil
que la hizo sentir mejor.
―Debemos
salir de aquí.
―Váyanse.
―Ordenó Catarina―. Me quiere a mí.
Las
luces regresaron a la normalidad, esto fue gracias a la bruja y dejando en
claro que no era tan débil como seguramente Valentine suponía.
Valentine
se veía escalofriantemente tranquilo, sonrió complacido.
―Tan
poderosa como esperaba. Lo que no entiendo es, ¿Por qué piensas que solo vengo
por ti?
Catarina
miro a los chicos detrás de ella.
―
¡LARGO!
Y la
batalla explotó, los demonios se adentraron al edificio acorralando primero a
los mundanos, Maia se transformó tan rápido como núnca antes lo había hecho y
Raphael ya se encontraba desgarrando las gargantas de las criaturas con sus
garras y colmillos. Catarina lanzaba bolas de fuego a los demonios haciéndoles
retroceder.
―
¡Deben irse! ¡ahora, Raphael!
― ¡No
vamos a dejarte!
Siguieron
peleando por unos segundos más, resistiendo hasta que Valentine se aburrió.
Giró
hacia uno de los Cazadores que le acompañaba.
―Tomen
a las brujas. –Dijo con sus ojos convertidas en unas frías líneas―. No tenemos
tiempo para esto.
Sus Cazadores
se desplegaron hacia la batalla, uno hacia Catarina, quien encontró una fuerte
resistencia para alcanzarla y otro hacia Kairi.
Oscar,
Kairi y Micah disparaban hacia los demonios haciendo tiempo para que Maia y
Raphael les destrozaran.
Cuando
uno de los Cazadores de Sombras se colocó frente a la chica, su arma fue
doblada con demasiada facilidad, Kairi soltó el arma al sentir el calor
quemando sus manos.
―Tu,
vienes conmigo. ―Amenazó el hombre tomando ahora su muñeca.
Micah
no dudo y se lanzó sobre el hombre.
―
¡Aléjate de ella!
Logró
que la soltara, pero el hombre lo tomó del cuello de sus ropas y lo golpeó
contra la pared haciendo que Micah estuviera a punto de perder el conocimiento.
―Tu
noviecita viene con nosotros, mundano y no puedes hacer nada para evitarlo.
Kairi
intentó golpear al Cazador, pero este solo sonrió. Después de un segundo de
terror el hombre regresó el ataque golpeándole el rostro y haciendo que la
chica cayera a un metro de distancia.
Micah
explotó de nuevo.
― ¡Imbécil!
¡Si vuelves a tocarla!
―Calla
de una vez, te voy a matar y después Valentine la matara a ella y ni tu ni tus
estúpidos amigos pueden hacer una maldita cosa para evitarlo.
No tenía
opciones, pero tampoco podía quedarse sin hacer nada, como le fue posible buscó
en su bolsillo el objeto que había encontrado en el instituto, ahora sabía que
se llamaba estela, que los Cazadores la usaban para quemar sus pieles y trazar
runas, era una ayuda, pero quemarlo era mejor que no hacer nada.
Coloco
la runa frente al cazador el cual rio al verla.
―No
tienes una idea de para qué sirve ¿cierto? No me harás ningún daño, estúpido
mundano, no deberías usar cosas que no te pertenecen.
Micah
colocó la punta de la estela en el cuello del hombre.
Y la
sonrisa burlona del Cazador se transformó rápidamente de alegría a dolor
pasando por la consternación. La punta de la estela no debía activarse, esta no
brillo como lo hubiera hecho en manos de un Nefilim, pero le quemó, le quemo no
como cuando se trazaban las marcas del ángel en su piel, fue mucho más fuerte y
doloroso, la estele le causó tal daño y tal dolor que dejo libre a Micah y se alejó
de él. Micah lo miro tirarse al suelo sujetando con ambas manos el lugar en
donde la estela había tocado, en unos segundos llenos de gritos y agonía el Cazador
comenzó a crear sonidos guturales desde su garganta y unos segundos más, había
dejado de respirar.
Sus
ojos estaban abiertos, pero definitivamente el hombre estaba muerto. Micah
corrió hacia Kairi quien tenía la misma consternación que él en su rostro.
―
¿Cómo has hecho eso?
Micah
sabia la respuesta.
―Créeme,
no fui yo. Tus… Tus… Ojos.
Kairi
cubrió su rostro. Una de sus lentillas se había caído por los malos tratos
recibidos y ahora sus ojos tenían un color distinto cada uno. Negro, el que
Micah conocía y violeta, demasiado innatural como para no sorprenderse.
―No
veas, no me veas. ―Pidió la chica débilmente.
―Primero
salimos de aquí ―Dijo el chico y le ayudó a ponerse en pie.
Raphael
estaba a su lado al igual que Maia y Oscar, formando un circulo perfecto de
defensa. Fue Raphael quien lo rompió cuando fue a la ayuda de Catarina, la
bruja luchaba con su magia, pero el Cazador era demasiado escurridizo.
El
vampiro saltó por las mesas y las paredes destrozando a los demonios y
finalmente llegando al lado de la bruja. Se colocó detrás del Cazador sujetando
su brazo y mordió su hombro muy cerca del cuello. No lo soltó hasta que el Cazador
se desvaneció en sus brazos.
Raphael
tenía en su boca la sangre del Nefilim y un nuevo brillo en su mirada. Se había
llenado de energía y fue suficiente él solo para destruir a casi todos los
demonios.
Valentine
observó impotente la escena, dio un paso hacia el casi niño con su espada larga
apuntando hacia él.
―No
lo haga ―Le pidió uno de sus cómplices―. Es peligroso para usted, deje que lo
hagamos nosotros.
Valentine
de nuevo sonrió, Micah estaba empezando a odiar esa escalofriante sonrisa.
―No
es necesario ―Dijo el hombre y levantó su principal arma, un cáliz de oro.
― ¡La
copa mortal! ―Dijo Kairi.
Y los
pocos demonios que quedaban cerca se retrajeron hacia las paredes.
―Esto
no luce bien ―Dijo Oscar con su rostro manchado con icor.
―Gracias
―Dijo una voz en eco inundando la habitación―. Gracias por llamarme a la
fiesta.
―
¿Quién es? ―Quiso saber Micah.
―Un
demonio mayor ―Le respondió Kairi con una inesperada voz triste.
Raphael
se colocó frente a Catarina.
―Lo
voy a distraer, ábreles un portal y sácalos de aquí, voy a morir, pero puedo
darte unos…
Catarina
no se quedó a escuchar el resto del plan, ella corrió hacia el hombre con traje
blanco, con fuego en lugar de cabello y garras en lugar de manos.
Y lo
abrazó.
Los
gritos se escucharon a sus espaldas, Maia, Oscas, Kairi y Micah le pedían a la
bruja que se alejara del hombre antes de que fuera demasiado tarde.
Raphael
se preparó para rescatar a su amiga o por lo menos intentarlo. Pero la voz de
Catarina se alzó, ante todos, ella estaba conjurando a la magia más poderosa
que conocía.
Mei magicae incantatores,
Spargant in me animam meam vitae meae. ubi victima. vocatio enim sanguis meus.
sanguinem sacrificium.
Raphael se detuvo al escuchar las palabras.
― ¡No lo hagas! ―Le pidió desesperadamente.
El demonio levantó su mano y enterró sus puntiagudos dedos en el costado
de Catarina.
Raphael grito de nuevo, pero Catarina no dejo de hablar, las palabras
surgían al igual que lo hacia la sangre de su boca. Y su voz fue más alta en
volumen y más rápidas sus palabras. Entonces el vampiro comprendió al mismo
tiempo que su muerto corazón se rompía, que no había vuelta atrás, ahora sólo
le quedaba respetar la decisión de la bruja.
Dio media vuelta y corrió hacia sus compañeros.
― ¡Corran! ¡salgan de aquí ahora!
Catarina estaba ahora gritando al repetir las palabras de su conjuro
mientras el demonio seguía atacando su cuerpo para que le soltara, pero la
bruja no lo hizo.
Maia abrió camino para los mundanos entre los demonios y salieron del
edificio en un apuro descoordinado y torpe. Aun así, la explosión los alcanzo.
Fueron empujados por el fuego azul que invadió todo el primer piso del
edificio, los demonios se convirtieron en polvo al ser alcanzados, ellos
cayeron al pavimento golpeando violentamente el suelo.
Micah volteo hacía atrás, y no vio nada, sólo una nube de humo que tardo
muy poco en disiparse y pudo ver la huella destructiva que dejo la explosión, eso
había sido una bomba, le tomó unos minutos darse cuenta que la bomba había sido
Catarina, que ella no estaba más, que había muerto y que con ella se había
llevado a todos los demonios, incluso al infame demonio mayor.
Oscar estaba ayudando a Kairi y esto le dio la oportunidad a Micah de
dejar que su cuerpo cayera de rodillas, había muerto, Catarina Loss había dado
su vida para salvarlos.
Cuídalos por mí.
No había tiempo de lamentarse, no podían despreciar el regalo infinito
que Catarina les había dado, vio a su alrededor, y sólo faltaba uno de ellos.
― ¡Raphael! ―Le llamó el chico y entre unos escombros se escuchó su
delgada voz llamando por ayuda.
Micah le ayudó a levantarse, el vampiro había sido alcanzado por la
explosión y todo su cuerpo estaba herido.
―Nos protegiste ―Se dio cuenta el mundano al pasar el brazo del vampiro
a través de sus hombros y ver su espalda dolorosamente lastimada―. Nos cubriste
de la explosión.
―Puedo con esto, solo salgamos de aquí.
Hubo un ruido de aplausos cerca de ellos. Buscaron la fuente y Valentine
pareció desde la parte alta del salón vecino.
―Eso fue dramático y espectacular. Es un desperdicio de poder, pero no
hay nada que hacer ahora.
Micah intentó tomar su estela, pero su muñeca fue tomada impidiéndoselo
y haciendo que Raphael cayera pesadamente al pavimento.
― ¿Cómo hiciste eso? ―Le pregunto el Cazador de Sombras que lo tenía
sujetado―. ¿Qué le hiciste a Brandon?
―Deja mostrarte ―Dijo Micah amenazándolo y el Cazador lo golpeo
haciéndolo volar y caer a varios metros de distancia.
― ¡Suficiente! ―dijo Valentine desde la seguridad del techo.
―Quítale esa estela, toma a la bruja ―El hombre se dio media vuelta
dejando la orden a sus cómplices―. Y… Maten al vampiro.
Valentine desapareció como una sombra dejando a sus cazadores de sombras
atrás, ellos estaban caminando hacia Kairi y otro tomo a Raphael herido y lo
puso de rodillas a su lado.
El Cazador de Sombras levanto su espada.
―Lo lamento chico ―Dijo al vampiro con un toque de indiferencia―. No es
mi estilo matar niños, pero eres demasiado peligroso.
Todo fue en cámara lenta a partir de ahí para Micah, uno de los sujetos
estaba tomando a Kairi del brazo y la arrastraba cada vez más lejos, la espada
brillante ya estaba en el aire apuntando al cuello de Raphael y solo podía
pensar en que no podía hacer nada para evitarlo. Corrió hacia Kairi para
tomarla, logró derribarlos a ambos, pero el cazador le golpeó el estómago doblándolo
de dolor, ese fue su último esfuerzo, levantó la vista hacia Raphael, se dio
cuenta de que todos miraban a la espada. No hubo más sonido solo la de un
objeto cortando el aire.
Una flecha atravesó la oscuridad y se incrustó en la mano del Cazador de
Sombras haciendo que gritara y que su espada dejara su mano.
Una figura cubierta por una capucha apareció desde los escombros
corriendo sin duda y a toda velocidad hacia los Nefilim, fue como si volara ya
que uso todo su cuerpo para atacar al cazador, le golpeó certero y este cayó
lejos de Raphael, apenas era visible por los ojos de Micah, llegó hacia Kairi y
en un segundo ella estaba libre y su atacante en el suelo inconsciente. La
sombra corrió hacia el resto de los enemigos, y ninguno de ellos pudo darle batalla.
La sombra usó un cuchillo para herirlos sin matarlos, pero haciendo que
utilizar sus armas fuera imposible para ellos.
― ¿Quién… ¿Quién eres? ―Preguntó
el cazador sosteniendo la mano aun con la flecha en ella, la sangre cayendo al
suelo pesadamente.
Ahora había dos lados, por uno Raphael, ahora a salvo observando a la
figura con duda, a su lado Kairi, Oscar y Maia ayudándole a ponerse en pie,
Micah seguía lejos sin recuperarse de sus heridas, todos ellos mirando la
espalda del misterioso personaje que les había salvado a todos.
― ¡Te he hecho una pregunta!
Los cinco Cazadores de Sombras estaban del otro lado heridos y
enfurecidos sin poder quitar su vista de su ahora atacante.
Una mano surgió desde las ropas oscuras y retiro la capucha hacia atrás,
no hubo mucha diferencia del negro de las prendas al negro de la cabellera,
pero su piel blanca como el papel saltaba a cualquier vista. Micah quedo sin
aliento al verlo.
―Un Nefilim ―Dijo uno de ellos sin lograr entenderlo―. Eres un Nefilim
¿Por qué nos atacas?
Alec levantó su espada señalando hacia ellos. Su voz fue firme y fuerte.
― “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto” soy un Nefilim
cumpliendo con su deber, protegeré a los humanos hasta mi último aliento, vayan,
corran a Valentine y díganle que la ciudad no está más desprotegida, que la
sangre de Raziel está en mis venas y su conocimiento en mi mente y que, si
regresa aquí, lo matare.
― ¡Calla! ―el Cazador de Sombras se lanzó sobre el joven solo para que
este lo esquivara y atravesara su pecho con su espada brillante.
Sus ojos seguían abiertos sin vida cuando cayó al piso.
Alec tranquilamente levantó su mirada hacia los cuatro hombres
restantes.
―No dudaré en matarlos, así como ustedes no dudaron en intentar hacerlo
con ellos.
Se colocó en guardia.
―Decidan ya, Nefilim.
La decisión fue tomada dando pasos hacia atrás.
―Volveremos ―Dijo uno de ellos antes de que desaparecieran en las
sombras.
Alec se relajó y guardó su espada en la guarda que colgaba de su cintura.
―Ya lo creo que sí. ―Dijo en un murmullo.
Se giró hacia sus amigos, sostuvo la mirada de Micah por unos segundos,
fue como si entre ellos algo hubiera sido roto.
Micah lo miraba fijamente, sus manos temblaban, pero pudo notar como
Alec simplemente no era el mismo, tenía marcas en toda su piel visible, la runa
que Raphael le había dicho era la runa angelical estaba enormemente marcada en
su garganta.
―Lo lamento. ―Dijo mirando a todos ellos fijamente, sus ojos eran
tristes―. Lamento haber llegado tarde.
Lo hizo, llego demasiado tarde. Pero a Micah no le importó, se puso en
pie y se precipitó hacia Alec, le abrazó, con toda la poca fuerza que le
quedaba. Para sorpresa de él mismo. Alec lo abrazó de regreso con la misma
intensidad.
―Lo lamento ―Le dijo de nuevo murmurando en su oído.
* * *
El sol estaba apenas asomando sus primeros rayos desde el horizonte
cuando Tessa se levantó de su cama y salió de su habitación corriendo por el
largo pasillo solamente vistiendo una camisola ligera, en otras circunstancias
ella hubiera resentido dolorosamente lo gélido del piso llegando profundamente
a su piel a través de sus pies descalzos, pero ella no sentía nada, ella solo
necesitaba llegar con Magnus.
Abrió la puerta de la habitación y sin detenerse corrió hacia el
estudio, la chimenea tenía apenas leves brazas a punto de extinguirse. Y frente
a ella la figura inmóvil del brujo, tan quieta como una estatua bellamente
esculpida.
― ¡Magnus! ¡Magnus, por favor! ¡por favor! ¡Catarina! ¡Su magia se
desvanece!
La estatua que era Magnus se giró a verle, su rostro era el reflejo vivo
del sufrimiento, sus ojos estaban enrojecidos e hinchados. Tessa se preguntó
durante cuánto tiempo había estado llorando.
―Se ha ido ―Dijo él―. Se ha ido.
Tessa cayó al suelo llorando desconsolada, ella golpeó el piso y llamó
por su amiga, sus gritos hicieron que el dolor de Magnus fuera exponencial.
Quiso dar un paso hacia Tessa, pero sus rodillas le traicionaron, cayó
pesadamente sobre el sillón y cubrió su rostro.
Así ambos brujos lloraron durante el tiempo que sus corazones le
necesitaron.
El dolor no disminuyó, pero sus cuerpos estaban agotados cuando Tessa se
puso en pie.
―Debemos ―dijo débilmente forzando a las palabras―. Debemos ir por su
cuerpo.
El dolor estaba muy lejos de disminuir.
Magnus movió la cabeza sin apartar sus ojos de los de Tessa, le fue
difícil decirle.
―No hay cuerpo, ella se convirtió en fuego, hizo un sacrificio de
sangre.
Tessa llevó una de sus manos a su boca.
― ¿Por qué haría eso?
―No lo sé. ―Dijo Magnus sin emoción―. Pero lo averiguaré y el
responsable pagará.
Tessa sacudió la cabeza.
―No sabes, no sabes lo que ocurrió, Magnus, no hagas esto por favor.
Magnus se levantó rápidamente del sillón en donde había derramado todas
sus lágrimas, se levantó gracias al poder de la furia circulando por todo su
cuerpo.
―Fue mi error, no debí dejarla irse, no debí…
―Magnus, por favor, no.
―Pero no cometeré los mismos errores, no lo haré, terminaré con esto, lo
haré como debí hacerlo desde un principio.
― ¿Qué estás diciendo?
―Los Cazadores de Sombras pagarán por lo que han hecho. Valentine pagará.
De ahora en adelante haré las cosas de mejor manera.
Tessa quería acercarse al chico, pero había algo en su voz y en sus ojos
que se lo impidió, ella tenía miedo de Magnus Bane.
― ¿Mejor manera? ―Preguntó la bruja débilmente.
Las manos de Magnus estaban cerradas en dos puños temblorosos. Y Tessa pudo
ver en sus ojos esa parte de sangre de los infiernos.
―De ahora en más, me encargare de que tengan el mismo final que le
dieron a Catarina. De ahora en más, mataré a cualquier Cazador que se atreva a
cruzar su camino con el mío. Uno a uno, los Cazadores de Sombras sabrán lo que
es ser cazados.
Continuara…
Ilustraciones de @Neiara 29
Beta: @PitaGonzalezMe
♥♥♥
Espero lo hayan disfrutado.
Muchas gracias por leer y gracias por la paciencia.
¡Nos leemos en los comentarios!
@MayGraciel♥
Mi muy querida May,
ResponderBorrarUna de las apuestas más difíciles de hacer y lograres integrar personajes propios a una historia ya consolidada. Eres una de las pocas autoras que he leído ha logrado hacerlo sin que eso le reste personalidad a los protagonistas de la historia canon y no solo eso, yo amo profundamente a Micah desde CoHF, aun cuando Gwen siga siendo, por mucho mi favorita a la par de Johanna. Amo que este capítulo Alec llegue al final, porque en realidad hay mucho que los personajes secundarios pueden y deben aportar a la trama para mantener a tus lectores no solo interesados sino para genuinamente trasladarnos a la situación, porque todo lo que sufren Hodge, Maia, Micah y Oscar no es cosa menor y juntar esto con Kairi y una que cae bien, bueno… Hiciste magia.
Ya quiero saber cómo es que estos dos llegan a conocerse y cómo es que entre Alec y Micah empiezan a desconocerse y perfilar su relación de una forma, que para efectos de lo que viven, va a resultar necesario que sea distinta. Extraño a Hodge y ya quiero saber qué ha pasado con Clary y Simone que hace mucho no sabemos de ellos. Sigue así hermosa y no dejes de arriesgar, que por mucho que te tardes, tienes una trama que cuidar. Las escenas de acción de narras, van de mejor a mejor.
Catarina fue… Legendaria.
Tómate tu tiempo, que tus personajes y los no tuyos tienen vida propia y te dicen qué necesitan hacer en las situaciones que inventas para que sigan existiendo. Gracias, con amor:
Pita.
Gracias a ti por toda tu ayuda, por leerme aun con tanto que tienes por hacer y Gracias por tu siempre especial comentario.
BorrarTe quiero nena. Gracias!
Ante todo gracias por seguir, eres fantastica, no me cansare de decirlo y escribes fenomenal, dicho lo cual me ha encantaro la forma que das a la historia, estoy deseando que al fin se encuentren magnus y alec, te dire que son mis personajes favoritos, se que habra drama pero estoy deseando saber como sera su encuentro y como nacera el amor entre ellos. Tambien como se tomara alec en encuentro con su hermana, la verdad aun queda un monton pero sigo diciendo lo mismo, estoy esperando con ansia que la continues. muchos besos desde españa.
ResponderBorrarYa falta muy poco para ese primer encuentro, te aseguro que sera explosivo. por lo menos espero lograrlo.
BorrarMuchas gracias por leer aun cuando tardo en actualizar y gracias por comentar ♥♥♥
No puedo con esto 😭😭😭😭 estoy llorando demasiado 😭 Catarina!!! 😭😭😭😭 estoy en shock y negación 😭😭😭😭 creo que lloré a lado de Tessa y Magnus por la muerte de Cat 😭😭😭😭😭 y ahora Magnus querrá matar a Alec cuando lo vea 😭😭😭 y también lloré de la emoción en el reencuentro entre Maia y Micah, fue tan bonito 😭😭❤ todo el capitulo pensé que se me saldría el corazón! y Kairi es una bruja!! 😱 por un momento pensé que era una sellie pero no 😂 y mi Raphael bebé está herido 😭 y cuando llegó Alec ahsggsgsjshsjsj ahí si morí y llore más 😭😭😭😭😭😭 Fue tan impresionante y dolorosos 😭 gracias, muchas gracias por actualizar May 😭😭😭😭❤
ResponderBorrarMuchas gracias por leer! y por tu comentario, me contagiaste tu emoción, muchas gracias!!
BorrarNo se como explicar lo que siento ... mmm..... me dolio de manera descomunal la muerte de Catarina, enserio ������. Es como un revoltijo de sentimientos, ella no se merecía morir, era tan buena. Simplemente no puedo controlar mi dolor :-(. Me encanto el capítulo , con dolor y todo pero lo amé <3. Alec volvió y siento que queda menos para que se encuentre con Magnus.. es que Por el ángel¡¡¡ como decirlo:... se necesitan con urgencia¡¡ <3. Te adoro amo, como escribes <3 <3.
ResponderBorrarMuchas gracias, y sí, ellos se necesitan mucho e irán descubriendo que se necesitan de todas las formas en las que se puede necesitar a una persona.
BorrarEspero lograr trasmitir eso. Muchas gracias por tu comentario y perdón por el dolor ♥♥♥
Dios, en verdad gracias, extrañaba tanto el fic, extrañaba a Alec y saber que sucedería, como actuaría, cuando llegaría. Aunque, quizás un poco tarde... No podría con un demonio mayor, creo o quizás sí... Ya se encargó de uno... En él, se ve la esperanza para todos, al igual que en Magnus ¡De algún modo se encontrarán y unirán! ¡Sin importar cuanto Magnus odie a los cazadores! Incluso el debe aceptar que será de ayuda para Tessa, un cazador preparado por los mejores cazadores de la dimensión paralela y de su época.
ResponderBorrarY, Catarina fue heroica, mil perdones que deba escribir ésto por partes, anoche tenía que dormir temprano para madrugar.
BorrarLo cierto es que la muerte de Catarina fue épica, es una heroína simplemente, ella siempre fue de las más cercanas a Magnus y, aquí, uno de sus rayos de esperanza. Valentine lo sabía y lo cierto es que, de algún modo, no me sorprende que haya ido a por ella, sabe que Magnus la quiere, que es sensible bajo su máscara de mármol, a diferencia de él.
Micah, eh de admitirlo, es un buen amigo, algo precipitado, pero lo esz comprendo un poco más sus sentimientos confusos. Aunque en un inicio no me haya agradado ahora sí, un poco, pero da la sensación que refleja lo que verdaderamente siente por Kairi en Alec o al revés. Es posible que me equivoque, la verdad es que puede que tenga sentimientos por ella pero si atracción por Alec lo tenga ciego, al igual que el sentimiento de traición que Kairi le provoca.
Seré realista, va a ser complejo y dilatado que Alec y Magnus lleguen siquiera a llevarse bien. Es probable que al Magnus de aquí le fascinen algunas cosas de Alec que al de la otra dimensión también y veo que pasarán muchas discusiones antes, pero muy necesario para, al menos, comprender que son los únicos con el poder de enfrentar a Valentine.
Gracias por escribir, te queremos.
Muchas gracias por tu comentario, me llena de emoción notar lo bien que has comprendido el fic y a los personajes, tienes mucha razón en las predicciones, no sera un amor fácil, pero sera de esos duraderos por todo lo que pasaran antes, perdón si es mal spoiler, pero ya lo sabes.
BorrarTe agradezco mucho el tiempo que me regalas al leer y la paciencia. Muchas Gracias!! ♥
Esto es wow wow wow.... Siempre quiero más .. me encanta la trama, como cada personaje va haciendo su propia historia, eres genial May... Espero pronto una actualizacion
ResponderBorrarMuchas gracias!! y gracias por la paciencia.
BorrarEstuvo intenso y lleno de sentimientos nooo catarina tu no debiste morir tan pronto y ahora regreso alec y magnus esta enfurecido y dolido
ResponderBorrarHola, ya no seguiras escribiendo? 🙁
ResponderBorrarHolis!!! Quería saber si continuarás con la historia o no????
ResponderBorrarHola, cuando continuaras con la historia???
ResponderBorrarVuelve a actualizar. Es increible como se puede disfrutar leer y entender los personajes.
ResponderBorrar