Te Encontrare Cap. 5
Mensaje
de Magnus:
13-02-14
07:05pm
Hola,
no he sabido de ti en días. ¿Podrías llamarme?
-Algo
en verdad muy malo, pasa conmigo. –Dijo Alec tumbándose en el sillón a lado de
Gwen.
Mensaje
de Magnus:
13-02-14
07:07pm
O
podrías venir si lo prefieres, eres bienvenido, no importa la hora, cualquier
horario estaría muy bien.
-Me
gustaría poder decirte que no. –Dijo Gwen divertida. –Pero esa siempre ha sido
mi teoría. –Ella escribía en su computadora, sin poner mucha atención en su
primo.
Mensaje
de Magnus:
13-02-14
07:10pm
Llame
a tu casa porque no respondes el teléfono, no te estoy reclamando solo me
preocupe, pero tu mama dijo que estabas castigado, ella fue amable y cruel al
mismo tiempo, ella es brillante. En fin, llámame.
-Si
muy graciosa. –Alec miro de nuevo su celular y se quejo. –¡Dios! ¡Magnus! Dame
un respiro.
-¿Sigue
escribiéndote?
-¡Sí!
-¿Y
sigues sin contestarle?
-¿Ssssi?
-¿Y
esperas que te deje en paz?
-No
tengo cabeza para sus locuras. ¿Estamos castigados?
Gwen
pareció considerarlo. -No que yo sepa ¿Por qué?
Mensaje
de Magnus:
13-02-14
07:15pm
Por
cierto ¿Qué hiciste para que te castigaran?
-Por
nada. –Dijo Alec con cansancio. –Te veo más tarde. –Alec se levanto, tomo su
chaqueta, un gorro y una bufanda.
Gwen
finalmente quito su atención de su computadora. -¡No te atrevas a ir con
Johanna!
-¡Claro
que no! ¿Por qué iría con ella?
-Solo
digo. Se fuerte.
Mensaje
de Magnus:
13-02-14
07:18pm
En
fin, solo cuídate mucho y no te metas en callejones oscuros. Por favor.
-No
todos los días tu novia termina contigo. –Dijo Gwen con tono divertido.
Alec
guardo su celular. –Sí. Gracias por recordármelo. –Dijo y salió de la casa.
*
* * * *
-Estúpido
Cazador de Sombras. –Dijo Magnus dejándose caer al costado de la cama de Jace
en el instituto, sus piernas pisaban el suelo, su celular callo a su lado y
llevo un brazo hacia su rostro.
Isabelle
estaba sentada a su lado. -¿Sigue sin responder a los mensajes?
-Tan
cerca y tan lejos, es frustrante.
Isabelle
sonrió sin ganas. -¿Sera cosa de Karma?
-Sin
duda. –Dijo Magnus incorporándose. –Siempre se ríe de mí.
-¿Qué
haremos ahora? –Dijo Clary sentada en el suelo a lado de Simon.
Jace
caminaba intranquilamente alrededor de la habitación, con sus manos cruzadas
sobre su pecho. –No podemos decirle a Maryse, eso expondría a Alec, es muy
arriesgado.
Todos
parecieron estar de acuerdo.
-Llame
a unos amigos. –Dijo Magnus. –Unos de ellos puede tener acceso a los registros
de los Hermanos Silenciosos. Buscaran un caso similar, algo que pueda
ayudarnos.
-Tenemos
que esperar entonces –Dijo Jace. –Y tal vez, ni siquiera encuentren nada.
-O,
podemos hacer algo mucho más contundente. –Dijo Magnus.
-¿Qué
cosa? –Pregunto Simon.
-¿Qué
hace a un Cazador de Sombras un Cazador de Sombras?
-Por
dios Magnus, muchísimas cosas, tengo un libro que habla sobre eso. –Dijo Clary.
-Sí.
Pero, hay una característica que puede probar la verdad de la sangre Nephilim
hasta al mayor de los escépticos.
-Las
Runas. –Dijo Simon. –Claro, funciono con Clary ¿Recuerdan?
-Me
costó una cachetada. –Dijo Jace. –¿cómo no recordarlo?
Clary
sonrió y se encogió de hombros.
-Lo
que dices entonces. –Dijo Isabelle. –Es que marquemos a Alec y así se
convencerá de quien es.
-Me
parece excelente. –Dijo Jace. –Haremos eso.
-¿Puedo
sugerir Sin Miedo? –Comento Magnus. –Sospecho que esa runa me favorecerá.
-¿Piensas
que Alec obedecerá a su corazón y te tomara en sus brazos para besarte
apasionadamente? –Pregunto Jace con diversión.
-Exactamente
eso. –Rio Magnus junto con sus amigos en la habitación.
*
* * * *
Gwen
despertó a mitad de la noche, a ella le pareció haber escuchado algo, se tenso
al darse cuenta que los sonidos venían desde fuera de su ventana. La chica se
quedo pasmada al ver como su ventana se abría y una figura entraba a su
habitación, ella se preparo para gritar pera la figura le hablo.
-Hey…
¿Te desperté?
-¡Santo
cielo! ¡Alex! ¡Casi me matas del susto!
-Lo
lamento. –Alec se trepo a la cama de su prima y se recargo en la cabecera a su
lado.
Gwen
miro el reloj: tres y media de la mañana. -¿Dónde estabas?
-Cruzando
la cerca.
-¿Brincaste
una cerca? –Pregunto Gwen recordando como Alex no podía caminar dos cuadras sin
su inhalador.
-Con
ayuda vampírica, desde luego. Tampoco hubiera podido subir aquí sin él. Ya
sabes: Pulmones defectuosos.
-¿Estabas
con Nico?
-¿Con
quién más?
-Tienes
nuevos amigos ¿Recuerdas?
-No
tengo ánimos para lidiar con ellos.
-Así
que ahogas tus penas en una noche de video juegos desenfrenada, eso es
excelente.
-No
hay mejor desahogo que matar a unos cuantos zombis nazis.
-Claro.
–Gwen jalo el cobertor hasta su pecho. -¿Estás bien? Por lo de tu y Johanna… Si
quieres hablar…
-¿Recuerdas
cuando te dije que algo muy malo pasaba conmigo?
-En
realidad fue hace un par de horas, así que si, lo recuerdo bien. Solo que no sé
exactamente a que te referías.
Alec
subió sus rodillas a su pecho. –Creí que lo que sentía por Johanna era… real,
una de esas cosas eternas. Como un Manga
Shojo. En donde los protagonistas después de pasar por un sin fin de
predicamentos, finalmente logran quedarse juntos… Pero… -Alec bajo la cabeza.
-Solo
tienes diecisiete –Dijo Gwen. -¿Qué posibilidades había de que encontraras a tu
verdadero amor a esta edad?
-Pero
yo en verdad, en verdad, creí que la amaba, hace un año podría jurar que me
casaría con ella, llegue a pensar en los nombres de nuestros hijos ¡Por dios!
-Puedes
hablar con ella, tal vez, puedan arreglar las cosas…
-Lo
que no entiendes, es que, me siento… Bien. Como un gran peso que se fue de mis
hombros, deje de mentirle, y eso está bien, bien para mí.
-¿Mentirle?
-Te
lo dije, algo malo pasa conmigo. –Alec se llevo ambas manos a su cabeza. –Soy
la peor persona del universo.
-No.
En lo absoluto. Los sentimientos cambian. Las personas cambian. No tienes que
culparte por eso.
-Johanna.
Ella me dijo que al despertar del accidente, algo había cambiado. Que era esencialmente
el mismo, pero que me miraba la mayor parte del tiempo triste, miraba a las
personas como buscando a alguien, en verdad, no estoy seguro de que quería
decirme, también dijo que miraba a las puertas como…
-Esperando
ver aparecer a alguien.
Alec
se sorprendió, eso exactamente le había dicho Johanna la tarde que había
terminado su relación. -¿Te lo dijo?
-En
realidad. Yo se lo dije a ella, hace unos meses. –Gwen busco la mirada de su
primo. –Pero con el tiempo, pareciste resignarte, así que me imagine que todo
era por el trauma, por la muerte de mis padres, poco a poco fuiste siendo el
mismo, por lo menos en su mayoría.
-¿Crees
que el accidente en verdad me cambio? –Pregunto Alec meditadamente.
-Estuviste
al borde de la muerte, se podría decir que renaciste, no sería raro si tus
prioridades cambiaran, tu forma de ver la vida, sería completamente razonable.
Alec
pareció relajarse. -¿Me dirás si Johanna está mal? Tu sabes, si ella…
-¿Estaría
sufriendo mucho por ti? No –Dijo Gwen con seguridad. –Mi amiga ya no es tu
asunto. Y no importa lo que pienses, no eres tan maravilloso primo, ella estará
bien sin ti.
-Sí.
Bueno. Gracias por decirlo. –Alec se levanto dispuesto a ir a su propia
habitación.
-Y…
Así que Nico ¿eh? –Pregunto Gwen intentando sonar casual. -¿Pregunto por mí?
Alec
rio. –Mi amigo no es tu asunto prima.
-Si
muy gracioso.
Alec
se inclino para besar la frente de Gwen. –Que descanse Bella Swan.
Gwen
rodo los ojos y le dijo a su primo lo suficientemente alto como para que la
escuchara. –No me interesa… ¡Stephanie
Meyer es genial!
*
* * * *
Alec
cerró la puerta de su habitación detrás de él, se quito los zapatos y camino
directamente hacia la cama, se sentía deprimido, en parte por lo que paso con
Johanna. Ella estará bien sin ti. Le
había dicho Gwen y necesitaba aferrarse a eso para sentirse mejor, no por él,
si no por ella. Se tiro en su cama, estiro su mano para alcanzar el reproductor
que estaba en el gabinete al lado de su cama, pese a lo adentrado de la noche,
no se sentía con la capacidad de poder dormir. Se coloco los auriculares y solo
presiono reproducir, cualquier cosa estaba bien, lo que sea para distraerlo. Burn it down de Linkin Park no fue suficiente para distraerlo y tomo su celular, se
movió entre los mensajes del día y se detuvo en los insistentes de Magnus, eran
las cuatro de la mañana ¿Qué tan inapropiado seria contestarle a esta hora? Esto
no pareció detenerlo.
Mensaje
de Alec:
14-02-14
04:02am
Perdón
por no contestar hasta ahora, pero las cosas por acá, se complicaron bastante,
nada raro, solo cosas de adolescentes engreídos, en fin, tal vez esto suene
raro, pero, quisiera que me dieras algo de tiempo, quiero ayudarlos en verdad,
pero todo esto es bastante extraño para mí. Espero puedas entender ¿Te veo
después?
Alec
presiono enviar en su celular, lo dejo caer a su costado, Magnus seguramente
contestaría por la mañana, su sorpresa fue grande al escuchar el tono de
mensaje.
Mensaje
de Magnus:
14-02-14
04:05am
Aquí
estaré.
Fueron
tan solo dos palabras pero hicieron que algo explotara en su pecho,
tranquilidad, confianza, de alguna manera inexplicable Magnus le dio lo que
necesitaba para cerrar sus ojos y dormir plácidamente.
*
* * * *
El lugar era completamente desconocido,
no había ciudadelas con torres brillantes, no plaza, bosque o lago por ningún
lado. Alec estaba parado sobre un piso tan brillante que podía ver su propio
reflejo en él. El lugar era oscuro y no importaba hacia donde dirigía su
mirada, las paredes del lugar no se percibían en lo absoluto, solo piso y
oscuridad y aun más alarmante, Max no se encontraba por ningún lado. Alec
decidió comenzar a explorar y se detuvo al ver palabras grabadas sobre el piso.
Alec no pudo leerla a pesar de que se esforzó.
-¿Sabes en donde te encuentras
Cazador de Sombras?
Alec giro y pudo ver a quien le
hablaba, un hombre joven, de tez blanca, sin cabello, ojos negros sin fondo o
restos de vida en ellos, vestía con traje negro.
-Em… ¿No?
-Me diviertes Cazador de Sombras,
tan fuerte y tan frágil, es melodioso.
-¿Quién eres?
-Pero si tú ya me conoces, es
solo que no lo recuerdas.
-Sí. He escuchado eso un par de
veces esta semana.
El demonio hecho su cabeza hacia
atrás en una carcajada. –Eres maravilloso, ahí parado, defendiendo quien eres
y, completamente equivocado.
-Me alegra divertirte. –Dijo
Alec. –Ahora porque no solo, te vas por donde viniste. –Alec había tenido
suficiente del desagradable sujeto y se dio la vuelta para alejarse.
-Déjame refrescar tu memoria.
–Dijo el demonio.
Imágenes esporádicas llegaron a
la mente de Alec, una lucha en el departamento de Magnus, ahí estaba Jace,
Clary, Simon, Isabelle, Magnus y… él. Él con marcas en su cuerpo, él sujetando
hábilmente un arco y luchando contra el demonio. Alec cayó sobre sus rodillas,
ambas manos sobre su cabeza.
-¿Qué es? ¿Qué hiciste? ¿Por qué
pones eso en mi cabeza?
-Oh pero si eso ya está ahí, solo
que no está disponible para ti.
-¿Qué? –Alec lentamente se puso
de pie. –Sé quién eres.
-Di mi nombre Cazador de Sombras.
-Belcebú.
El demonio se miro complacido.
Los ojos de Alec se abrieron
ampliamente. –Entonces es verdad, soy un Cazador de Sombras.
-Pero eso no va a ayudarte, estas
bajo mi poder, y nada será fácil para ti o tus amigos. Incluido tu muy amado
parabatai.
-Hasta donde sé. –Dijo Alec
desafiante. –Los Cazadores de Sombras matan demonios ¿No eres tu un demonio?
-¿Y tú eres un Cazador de
Sombras?
-¿Qué?
Belcebú levanto su mano y cerro
su puño, al mismo tiempo Alec sintió como sus pulmones eran presionados por una
fuerza invisible impidiéndole respirar, se sentía como tantas veces en que
había tenido una crisis de Asma, era una sensación familiar y aterradora.
-Frágil como cualquier humano ¿A
dónde se fueron tus amenazas Cazador?
Alec cayó nuevamente sobre sus
rodillas, su mano sobre su pecho, inconscientemente busco en uno de sus
bolsillos donde siempre se encontraba su inhalador pero no en esta ocasión. El
aire no regresaba y el dolor se hacía cada vez más intenso.
-Nada cambiara. -Dijo Belcebú.
–Morirás antes de regresar a ser quien eras. Díselo a tu insistente brujo.
Alec seguía tosiendo, gimiendo y
suplicando internamente por aire en el momento en que Belcebú desapareció de su
vista.
*
* * * *
Alec
despertó, en medio de un alboroto, pudo ver su habitación, gente moviéndose a
su alrededor, escucho la voz de su madre, de Gwen, todo parecía normal hasta
cierto punto, a excepción de que el dolor no se fue con la pesadilla, su pecho ardía
y el aire no había vuelto, su vista se nublo, tal vez era momento de gritar por
ayuda, sin embargo, su voz no surgía, no sin oxigeno. Se percato débilmente de
que se encontraba en movimiento ya que ahora estaba fuera de la casa, el sol
aun no había salido, en medio de la horrible lucha por respirar y mantenerse consiente,
observo a su madre subir a la parte trasera de su camioneta con mesurada prisa,
Gwen subió en el lugar del copiloto, ella parecía estar llorando, Alec giro su
cabeza y pudo ver a quien lo llevaba a cuestas, con la poca claridad que le
quedada de su visión logro distinguir a su padre, sus anteojos, su cabello
castaño desalineado como pocas veces y una terrible expresión de terror fija en
él.
-Tranquilo
hijo. –Le dijo el Señor Carter. –Ya vamos al hospital.
*
* * * *
Aire,
aire, aire era en lo único que podía pensar Alec, el trayecto hacia el hospital
fueron los más largos diez minutos de su vida, recostado en el regazo de su
madre, mientras ella ponía y quitaba con desesperación el inhalador de sus
labios, Gwen en el asiento del copiloto con su cuerpo en su dirección, parecía
estar hablándole pero sus oídos zumbaban, no lograba escucharla, solo podía
sentir el fuerte agarre que mantenía de su mano, hubiera deseado presionar de
igual manera pero con forme pasaban los minutos, menores eran sus fuerzas, no
sentía miedo. Su temor real, más que el dolor de morir asfixiado era su
preocupación por dejar a sus padres y más aun a su prima. Aquí seguiré le había dicho y le hubiera gustado cumplir su
palabra.
La
oscuridad fue dejada atrás por las lámparas en línea del hospital, que por un
momento lo dejaron deslumbrado, sintió como lo subían a una camilla para
comenzar un veloz recorrido, los espasmos no dejaban de surgir, ahora era libre
de tirar y patear desesperadamente, sintió como le colocaban una mascarilla,
Alec la quito de inmediato, la colocaron de nuevo y esta salió volando de ahí,
los doctores le pidieron que se la dejara, que eso ayudaría, Alec pensó que lo
que ayudaría seria abrir su pecho para que el aire entrara, pero él no era
doctor. Alec escuchaba las órdenes del doctor como en un eco lejano y se sintió
cansado, era suficiente, había luchado cuanto podía, y se sintió con la
necesidad de dejar de hacerlo, dejo que su cuerpo se relajara para dormir,
volver a despertar o no, eso ya no importaba, el aire no había vuelto de
cualquier manera. Fue entonces que escucho a alguien pronunciar su nombre,
abrió los ojos solo por curiosidad y miro a una enfermera que lo estaba mirando
con enormes ojos azules, ella corría a su lado a la misma velocidad de la
camilla, la observo un poco más en medio de su lucha por aire, y poco a poco
fue mirando a través de un velo que callo. Ella tenía cabello blanco y su piel
era azul.
-¿Eres
tu cierto? ¿Eres Alexander?
Las
personas se seguían moviendo a su alrededor pero solo podía verla a ella. ¿Cómo
es que lo conocía?
-¡Dios!
¡Alec! ¿Qué te paso? –Le dijo Catarina incrédula y su instinto de enfermera se
encendió. –Tranquilo, estarás bien.
Sintió
como inclinaban su cabeza hacia atrás e introducían algo por su garganta, fue
insoportable pero después de un tiempo se dio cuenta: Aire. Alec observo como
la enfermera de piel azul le colocaba un catéter e inyectaba en él dos jeringas
de algo. Ella lo miro observándola y se acerco a su oído.
-Tranquilo.
–Le dijo en un susurro. –Soy amiga de Magnus y no dejare que nada te pase.
Soy amiga de Magnus.
Y una vez más la tranquilidad lo inundo, quiso dormir. Dormir para despertar después
sintiéndose mejor, el nombre de Magnus produjo este nuevo sentimiento o bien,
pudo haber sido solo el medicamento.
*
* * * *
Los
Señores Carter llevaban a su hijo a cuestas cuando entraron al hospital, Gwen
miro como lo colocaban en una camilla, ahora era mucho más visible como su agonía
era mucha, él tiraba de la sabana y sus pies no dejaban de golpear contra la
camilla, no dejaba que le colocaran la mascarilla mientras lo llevaban lejos de
ella, todo paso tan rápido, Alex ya no estaba a su vista y lo único que quería
hacer era tirarse al suelo y llorar, llorar como aquel día en que sus padres
habían muerto, su mirada fue al suelo, tal vez el momento había llegado. Se
detuvo al sentir un delicado roce en su hombro, ella giro. Era Nico.
No
se detuvo a pensarlo, en el vestíbulo del hospital ella se abalanzo al cuello
del chico, sus brazos lo rodearon y sintió como Nico le correspondía al abrazo.
-No
puede respirar. –Le dijo entre lagrimas. –Le duele, está sufriendo.
-¿Qué
paso? –Pregunto el vampiro sin soltarla.
-Lo
escuche quejándose, cuando fui a su habitación mi tía ya estaba ahí intentando
que respirara con su inhalador, pero no funcionaba, en un segundo todos subimos
a la camioneta y lo trajimos aquí. Todo fue muy rápido, él no había tenido un
ataque así desde niño. Y…
Nico
la separo de él para buscar su rostro. –De niño nunca tuvo un ataque, él no
estaba enfermo.
-Nico.
–Dijo Gwen sonando cansada mientras secaba sus lágrimas. –Días en hospitales,
doctor tras doctor, de eso está llena mi infancia. Alex siempre ha estado
enfermo.
-Gwen
creo que debemos avisar a Magnus.
-¿Qué?
¿Por qué?
-Magnus
es un brujo, él puede ayudarlo, eso hacen, ellos pueden curar personas.
-¿Cómo
sabes eso?
-Alex
lo hacía. –Dijo el chico. –Él ayudaba a las personas, no estaba enfermo, nunca
se enfermaba, él tenía una increíble capacidad de recuperarse por el contrario.
-¿Recuperarse?
-Bueno.
–Dijo Nico con cuidado. –Había ocasiones en que nos teníamos que enfrentar con
uno o dos lobos, los vampiros eran molestos todo el tiempo, no siempre podíamos
evitar las peleas.
-¡¿Peleas?!
-Gwen,
debes creerme, si alguien puede ayudarlo, es Magnus y sus amigos, ellos saben
más del mundo de las sombras que nosotros. Necesitamos su ayuda.
-Pero…
-¿Señores
Carter? –Un doctor de aspecto amable se acerco a ellos.
-Sí.
–Contesto de inmediato la mama de Alex. –Somos nosotros. -Gwen se unió a sus
tíos con Nico de su lado para escuchar lo que tenía que decirles.
-Su
hijo tiene una deficiencia respiratoria severa.
-Tiene
Asma. –Dijo la Señora Carter.
-Un
factor importante. –Dijo el doctor. –Sin embargo, algo está provocando una hiperreactividad
en sus vías respiratorias. ¿Saben ustedes si hizo algún sobreesfuerzo?
-NO.
–Dijo su mama. –él dormía cuando llego el ataque.
El
doctor anoto un par de cosas y de nuevo miro a los angustiados padres. –En este
caso tendremos que hacer estudios para descubrir que provoca los espasmos
bronquiales. Su hijo fue entubado, esta… delicado, permanecerá en terapia
intensiva hasta que este fuera de peligro. Lo lamento pero no habrá visitas
hasta que se estabilice por completo.
El
doctor se alejo, Gwen miro como su tía se derrumbaba en los brazos de su esposo
llorando sin consuelo.
-Nico.
–Dijo Gwen en voz baja sin siquiera mirar al vampiro. –Ve por Magnus.
*
* * * *
Catarina
revisaba con eficiencia cada instrumento conectado al cuerpo de Alec, uso magia
para evitar que alguien entrara a la habitación para poder usarla en Alec y ayudarlo,
coloco su mano sobre el pecho del chico, una luz azul surgió de ella, Catarina
rezaba conjuros de sanación cuando se percato de la puerta intentando siendo
abierta. La enfermera salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.
-¡Magnus!
–Dijo Catarina. -¿Por qué no me dijiste? ¿Qué pasa con Alexander? ¿Dónde están
sus marcas?
-Catarina.
–Dijo Magnus. Él estaba en el pasillo flanqueado por Isabelle y Jace, detrás de
ellos se encontraban Simon y Clary. –Lo lamento, debí llamarte, es solo que…
Catarina
levanto una mano. –Eso ya no importa, ahora solo me interesa sacar a Alexander de
peligro.
-¿Sacar
de peligro? –Dijo Jace. -¿Qué tiene Alec?
-No
respira por sí solo, está conectado a un respirador.
-No
entiendo. –Dijo Isabelle.
-Es
medicina mundana. –Dijo Simon. –Difícilmente eso ayuda a un Cazador de Sombras.
El
rostro de Catarina cambio, noto Magnus y se preocupo. –Clarissa –Llamo Catarina
a la chica. –Magnus me ha dicho que puedes crear poderosas runas de protección.
¿Crees que puedan tú y tus amigos mantener seguro este lugar?
-¿Seguro
de que? –Pregunto Clary.
-Demonios.
–Dijo Catarina. –Sentí el poder demoniaco en Alexander apenas hace unos
segundos.
-Hay
que hacerlo. –Dijo Jace sacando su estela. –Vallan a cada una de las entradas,
colocaremos las runas en ellas.
Los
chicos se miraron con determinación y se dispusieron a realizar la tarea.
-Magnus,
entra, necesito tu ayuda. –Dijo Catarina mientras miraban a los jóvenes
Cazadores de Sombras marcharse.
Magnus
se sintió temeroso por un momento, no había mirado a Alec en semanas a pesar de
sus desesperadas ganas por cambiar eso, Alec seguía renuente hacia ellos, hacia
él. Camino despacio intentando pensar en un saludo perfecto para la ocasión, a
pesar del tiempo, de la situación tan extraña y peculiar, seguía poniéndose
nervioso.
En
el momento que entro a la habitación todo eso se fue. Alec estaba inconsciente,
se miraba terriblemente diferente, tan falto de vida, había mangueras
conectadas a su mano, aparatos que indicaban que seguía vivo y un tubo en su
boca. No respira por sí solo. Había
dicho Catarina pero hasta ahora no había entendido, no entendía lo que pasaba,
solo sentía que su mundo se había derrumbado.
-¿Qué?
¿Qué pasa? –La voz de Magnus tembló, Catarina nunca lo había mirado así. -¿Qué
es esto? ¿Qué tiene?
-Deficiencia
respiratoria. –Dijo Catrina con voz baja, sabía que Magnus difícilmente
entendería algo así.
-No.
No. No. Esto… CATARINA, LOS CAZADORES DE SOMBRAS NO ENFERMAN ASI.
-Lo
sé. –Dijo Catarina. –Pero Magnus, esto es real, es la única manera de
mantenerlo con vida.
-¿Mantenerlo
con vida?
-La
magia ayuda, ayuda como lo haría con un mundano.
-¡Él
no es un mundano!
-Magnus.
–Intento tranquilizar Catarina a su amigo. –Mira esto y dime. ¿Hay una
posibilidad de que Belcebú lo haya convertido en mundano?
Magnus
se acerco a Alec con duda, tomo su mano, sintió su piel fría, tan fría, su
corazón casi deja de latir de dolor. Y se dio cuenta, Alec se había mirado diferente
desde su reencuentro, rosaba en la delgadez, sus brazos carecían de los músculos
que le caracterizaban, se había mirado tan pequeño, vulnerable y débil. Mi salud es un asco. Recordó. Magnus se
inclino hasta que su frente se poso sobre la mano fría e inmóvil de Alec.
-¿Qué
te hizo? –Dijo Magnus en un susurro. –Dios, ¿Qué te hizo? -Catarina apenas
logro escuchar, se pregunto si estaba llorando. Aparto la mirada ya que era
algo que no necesitaba averiguar.
-¡¿QUÉ
ES ESTO?! –Isabelle había entrado a la habitación junto a sus compañeros, todos
estaban petrificados al ver el terrible aspecto de Alec. -¡¿QUÉ LE HICIERON A
MI HERMANO?!
Isabelle
se acerco mesuradamente a Alec, Catarina y Magnus vieron como esta sacaba su
estela. Catarina la detuvo, esto no lo tomo nada bien. –¡Apártate! –Dijo
Isabelle –¡Tengo que curar a mi hermano!
Muy
probablemente Isabelle no quiso usar tanta fuerza contra la bruja pero al final
de cuentas, Catarina termino siendo empujada y golpeada contra la pared.
Isabelle siguió su determinado camino hacia la piel de su hermano, cuando quedo
inmovilizada por una fuerza color azul que la rodeo, como si hubiera sido
encerrada por aros que le impedían moverse.
-¡¿Qué
estás haciendo?! –Grito Simon. –¡Magnus, libérala!
-No
podemos marcarlo. –Dijo Magnus débilmente, él no miraba a los chicos solo a
Alec y se miraba miserable. –No podemos arriesgarnos.
La
energía que mantenía presa a Isabelle se disipo lentamente, la chica miraba a
Magnus con su respiración fuerte.
-¿Por
qué? –Exigió Jace. -¿Por qué nos arriesgaríamos con eso?
-No
puede ser. –Dijo Clary con mucho pesar percibiendo lo que pasaba. –Imposible.
-No
tan imposible al parecer. –Dijo Magnus en un murmullo.
*
* * * *
Gwen
abrazaba sus piernas, sentada en las sillas en línea de la sala de espera,
miraba hacia sus tíos sentados frente a ella, ellos se miraban tan diferentes,
tan llenos de miedo que dolía, cada minuto se sentía como una eternidad y ella
no podía hacer nada, se sentía tan inútil y desolada. Su celular la despertó.
Era un mensaje de Nico.
Avise
a Magnus y los demás, ahora deberían estar ya con Alex, lo lamento pero no
logre llegar de nuevo al hospital, tenía que resguardarme del sol. Estaré
contigo en unas horas. Lo prometo.
Gwen
miro hacia afuera por una de las ventanas sobre sus tíos, el sol había salido
sin darse cuenta, no estaba segura del tiempo que había pasado. Pero de repente
supo que serian las horas más largas de su vida. Le fue inevitable pensar en
aquellos días hace ya un año cuando Alex muy apenas había sobrevivido al
accidente, ¿Qué pasaría si en esta ocasión lo perdiera? Se obligo a deshacer
ese pensamiento y una imagen vino a ella; Isabelle Lightwood Eres mi hermano, entiende. Le había
dicho Isabelle a Alex, ella sabía que era imposible, sin embargo, su corazón
sufrió por Isabelle, una vida sin Alex sería insoportable, intento ponerse en
sus zapatas a la par que egoístamente se alivio de no estar en la situación de
esa chica.
Su
tía se levanto y mirando de su esposo a ella dijo: -Iré por un café. –Ella se
miraba tranquila mientras se alejaba, su tío aprovechaba para cerrar sus ojos,
Gwen sabía que su tía les había mentido, pero no importaba, ella se dirigía
hacia la sala de terapia intensiva.
*
* * * *
Los
chicos le explicaron a Catarina lo que había pasado desde aquel día que Alec
llego inesperadamente al departamento de Magnus, la enfermera escuchaba atenta
además de vigilar la salud del chico.
-No
pueden seguir confrontando esto sin La Clave. –Dijo Catarina –El demonio podría
ser encontrado con mucha más facilidad con este conocimiento.
-Nuestros
padres están haciendo lo que pueden para encontrarlo, La Cónsul le da
prioridad, nuestro padre es el Inquisidor. –Dijo Isabelle. –No veo cual sería
la diferencia al estar enterados sobre Alec.
Catarina
lo medito. –Eso puede ser verdad, sin embargo…
-La
Clave se encarga del demonio, nosotros de Alec. –Dijo Magnus, él mantenía la
mano del chico entre las suyas, estaba concentrado en ayudarlo con su magia.
–Es simple.
-Magnus
–Llamo Catarina pero fue interrumpida por la puerta siendo abierta, los chicos
miraron sorprendidos hacia la Señora Carter que entraba silenciosamente a la
habitación.
-No
puede estar aquí. –Dijo Catarina, ella como los chicos en la habitación sabia
que solo ella podía ser vista.
-Lo
sé. –Dijo la Señora Carter. –Yo solo… -Ella solo miraba a Alec sobre la cama.
–Solo quería verlo.
Catarina
se compadeció. –Está mejorando. –Le dijo. –Es un chico fuerte.
-Sí.
Usted no tiene idea. –Dijo la Señora Carter, ella se llevo las manos hacia la
parte trasera de su cuello para quitar el seguro del crucifijo que llevaba. -¿Podría?
–Pregunto la Señora haciendo una señal hacia su hijo. –Solo quisiera ponerlo debajo
de su almohada.
Pero él no es su hijo.
Pensó Catarina. Ella quería decírselo, pero eso implicaría una infinita
cantidad de explicaciones poco creíbles, sintió mucha pena por lo terriblemente
equivocada que se encontraba esta mujer. Finalmente solo asintió lentamente.
Los
chicos como la enfermera miraron como colocaba el crucifijo y daba un beso en
la frente del chico. La Señora Carter salió de la habitación llorando.
Catarina
giro hacia los chicos. –Esto es una mierda. –Dijo después de ver a esa mujer
completamente destrozada.
-Tenemos
que soportar esas tonterías todo el tiempo. –Dijo Isabelle claramente molesta.
–Estas personas son tan irritantes.
-Isabelle.
–Llamo Clary buscando que se compadeciera. –Ellos no tienen la culpa.
-La
tienen –Dijo la chica, ella estaba acariciando el cabello de Alec. –Por su
culpa Alec no quiere hablar con nosotros, ellos lo están manteniendo en esta
mentira.
-Podemos
entender cómo te sientes. –Dijo Jace. –Créeme, él llamo su mejor amigo a… en
fin. Por ahora debemos arreglar esto. –Jace miro a Catarina. -¿Cómo podemos
hacer que mejore?
-Lo
que le dije a esa mujer es verdad. –Dijo Catarina. –Se está recuperando… Muy
rápido, de hecho.
-Eso
puede ser una pista. –Dijo Clary. –Tal vez el siga siendo un Cazador de Sombras
después de todo.
-Aun
así no podemos arriesgarnos. –Dijo Magnus. Sus manos centellantes sobre el
pecho de Alec.
Alec
en la camilla se inquieto, su pecho comenzó a subir y bajar violentamente, el
chico estaba dando arcadas.
-¡Se
está ahogando! –Dijo Magnus alterado.
-Tranquilo
todo el mundo. –Advirtió Catarina, ella fue hacia Alec, comenzó apartar el tubo
de su boca y lo remplazo por una mascarilla. –Eso es Alec. –Decía la enfermera.
–Respira.
-¿Qué
sucede? –Jace estaba un poco apartado, Clary se dio cuenta que lo hacía porque
esto le dolía mucho más de lo que podía soportar.
-Comenzó
a respirar por sí mismo. –Dijo Catarina sonando satisfecha. –Está fuera de
peligro.
Una
ola de alivio inundo la habitación, Isabelle corrió de nuevo hacia su hermano
apartando a Catarina que seguía manipulando los instrumentos, ella solo sonrió,
no podía molestarse al ver la felicidad de Isabelle.
-Pero
por su puesto. –Dijo Isabelle con sus brazos sobre Alec. –Eres el más fuerte
Cazador de Sombras, eres un Lightwood ¿Cierto hermano?
-Es
cierto –Contesto inesperadamente Jace. –Y no volveremos a permitir que algo así
suceda.
Todos
asintieron hacia él. Jace tenía una extraña forma de contagiar a todos con su determinación.
-Despierta
pronto. –Dijo Magnus mientras se inclinaba hacia Alec y lo besaba dulcemente en
los labios.
*
* * * *
Trascurrieron
un par de días en los que Alec despertaba esporádicamente, los doctores
entraban y salían de la habitación sin percatarse de los cinco chicos que ahí
se habían instalado y dando indicaciones a Catarina que se las había ingeniado
para ser la enfermera en exclusiva del chico. Magnus, Jace y los demás no se
habían separado de Alec ni por un momento, Isabelle se había mostrado muy tenaz
al decirle a su madre que estaban con Magnus, realizando la ya conocida
búsqueda, ella sabía que difícilmente su madre le reclamaría por ello.
Isabelle
colgó su teléfono.
-¿No
es cruel? –Pregunto Clary. –No decirle a Maryse, quiero decir, ella debe estar
desesperada.
-Es
cruel. –Confeso Jace. –Pero no podemos arriesgarnos a exponer a Alec, si la
clave se entera, muy seguramente Belcebú lo hará también y mientras no estemos seguros
de donde se encuentra, él puede hacer con Alec lo que quiera.
-Es
verdad. –Dijo Magnus, el brujo estaba sentado sobre la camilla acariciando con
las yemas de sus dedos la mano de Alec. –Sin embargo, le tendremos que
informar, eventualmente.
-¿Informar
que a quien? –Una voz débil los sorprendió a todos, era Alec.
-Por
fin despiertas, te… estabas perdiendo la diversión. –Dijo Magnus con calma
fingida, sus ojos brillaban más que nunca.
-¿A
si? –Pregunto Alec, él se aparto la mascarilla y comenzó a incorporarse
lentamente. Miro a todos a su alrededor, sus ojos mirándolo con felicidad,
ansiedad y una mezcla de dolor. –Sí. –Dijo el chico. -Se nota que se divierten.
Catarina
entro en ese momento y miro a Alec sentado sin la mascarilla puesta. –Oye. –Le
reprendió. –Tómalo con calma chico.
-Sabía
que no lo había imaginado. –Dijo Alec dirigiendo a Catarina que se miro
desconcertada por su comentario. –Tu piel en verdad es azul.
Los
chicos rieron, Alec se miraba mucho mejor a cada segundo. –Ella es Catarina
Loss. –Dijo Magnus. –Mi mejor amiga.
-Es
un placer conocerte Catarina, no es que sea la primera vez que yo te halla
mirado, es solo que estaba algo ocupado con aquello de morir asfixiado.
-Y
esa tampoco fue la primera vez que nos hemos visto. –Dijo Catarina. –Tú y yo
nos conocemos desde hace tiempo, seré madrina en tu…
-Catarina
¿cómo encuentras la salud de Alec? –Interrumpió Magnus.
Catarina
pareció entender. –Eh, bien. Irá mejorando, así que debemos de estar al
pendiente.
Magnus
no se había dado cuenta, pero él seguía acariciando la mano de Alec, y por lo
visto el chico si lo hizo ya que aparto su mano discretamente, él sonrió
tímidamente a Magnus, como implorando un perdón, pero se miraba claramente
incomodo. Te lo agradezco pero, por favor
deja de hacer eso. Magnus se aparto para sentarse en el sillón al otro lado
de la habitación.
-En
todo caso. –Dijo Alec mientras se quitaba de nuevo la mascarilla. -¿Qué hacen aquí?
-Este
es nuestro lugar. –Dijo Jace. –A tu lado.
Alec
decidió ser un poco mas practico y se dirigió a la enfermera. -¿Y mis padres?
-Ellos
no quieren informales aun. –Contesto Catarina distraídamente. –Piensan que es más
seguro así…
-¿Qué?
-Los
Señores Carter están en la sala de espera. –Dijo Magnus.
Catarina
entendió su error, Alec no preguntaba por Robert y Maryse. –Oh. Si. Ellos están
abajo. –Los chicos notaron el desconcierto de la enfermera ocupada en su
trabajo y diciendo por lo bajo: -Esto en verdad es una mierda.
Alec
insistió. -¿Ellos pueden subir? ¿Podría llamarlos?
-Aun
no están permitidas las visitas. –Dijo Catarina eficiente.
Alec
miro a su alrededor y Magnus entendió que eso podría ser técnicamente injusto,
ya que su habitación estaba invadida.
-Pero…
-Comenzó Alec. –Ellos están aquí, ¿Por qué no puede mi familia subir?
Isabelle
se tenso, Simon le tomo la mano suplicando Déjalo
pasar, no sabe lo que dice.
-Ellos
están aquí por tu propio bien. –Dijo Catarina. –Jace Herondale es tu parabatai, tú tomas de su energía y te
recuperas con mayor facilidad, Magnus es un brujo y gracias a él lograste
despertar aun más rápido.
Alec
se quedo mirando a Catarina como si lo último se lo hubiera dicho en otro
idioma. Este tallo su rostro con cansancio y al cerrar sus ojos su memoria
despertó. Parabatai, brujo. A su
mente llego aquel sueño en donde Belcebú le había advertido. Morirás antes de regresar a ser quien eras.
Díselo a tu insistente brujo. La expresión de Alec cambio, el comenzó a
morder sus uñas ansiosamente. Erróneamente Magnus pensó que era porque en
verdad quería ver a su familia. No tenía idea de que la duda había entrado en
él. ¿Realmente soy un Cazador de Sombras? ¿Isabelle es mi hermana?
-Tal
vez. –Magnus interrumpió los pensamientos de Alec. –Podemos colar aquí a Gwen.
–Dijo e Isabelle aparto la mirada. -¿Eso te gustaría? –Pregunto Magnus su voz
sonaba condescendiente, dulce y rota. Él había regresado al lado de Alec.
Alec
asintió rápidamente, se miraba tan vulnerable y Magnus estaba ansioso por
cambiar eso, sin importarle lo que tuviera que hacer para lograrlo.
*
* * * *
Gwen
corrió directamente hacia los brazos de su primo, este la presiono contra su
pecho y enterró su rostro entre sus rizos, podrían o no ser familia, eso ahora
estaba en duda, pero en lo que no lo había era en el amor que le tenía.
Isabelle se miraba como intentando retener la necesidad de atacar a la chica
con su látigo.
-¡Dios,
Me asuste tanto! –Dijo Gwen. –Por un momento, yo en verdad…
-Estoy
bien. –Calmo Alec a su prima. –En serio, ellos me ayudaron.
-Te
lo dije. –Nico estaba a unos pasos de la camilla.
Alec
lo miro para saludarlo. –Hey Bro.
Nico
se acerco para tomar la mano de su amigo y chocar sus muñecas. Jace puso los
ojos en blanco. –Te lo digo, fue espeluznante.
-Lamento
haberlos asustado.
Nico
y Gwen se miraron. Ella rio -¿Desde cuándo eres tan ceremonial?
Alec
se sonrojo, Gwen nuevamente rio. –Sigues tan raro. –Ella coloco un mechón del
cabello negro del chico por detrás de su oreja. El cabello de su primo rara vez
lucia desprolijo.
-Suficiente.
–Aspecto Isabelle asombrando a todos. –Supongo que estas mejor, podemos ir a
casa, a cambiarnos de ropa y eso. Te veré después.
Isabelle
se miraba técnica y dolida al mismo tiempo. Clary quiso ayudarla, el problema
era que no sabía cómo hacer eso.
-Supongo.
–Dijo Magnus con vacilación.
-Ve
y descansa Magnus. –Dijo Catarina. –Se queda en buenas manos.
-Las
runas que pusimos deberán servir por uno o dos días más. –Dijo Clary. –Así que
podemos irnos y regresar en unas horas.
Jace
no quería irse, pero sabía que si no lo hacía, Clary tampoco y ella en verdad
se miraba cansada. –Bien, entonces, en un par de horas.
Los
chicos comenzaron a caminar hacia la puerta. Magnus se quedo unos segundos más
mirando a Alec antes de girar e irse. Cuando escucho a Gwen hablándole.
-Johanna
está abajo. –Dijo sonando emocionada. –Ella no se ha ido desde que se entero.
Magnus
no pudo evitar detenerse y seguir escuchando.
-Dile
que es muy amable. –Dijo Alec triste.
-¿Solo
eso? Vamos Alex, has estado muy triste por ella, ¿No piensas que…?
-Solo
dile eso, por favor. –Dijo Alec con tono deprimido.
-Como
quieras. –Dijo Gwen sincera.
Alec
miro como Magnus era el último en salir y se dio cuenta que por una razón
desconocida le hubiera gustado que no hubiera escuchado nada sobre Johanna,
Alec en verdad estaba triste, había estado triste días atrás. Él estaba muy
seguro de que no tenía nada que ver con su ex novia.
*
* * * *
La
familia Carter regreso a su lugar de residencia. Gwen estaba muy animada, al
igual que su tía.
-Pensé
en llamar a unos amigos, podemos pedir pizza y charlar, me preguntaron mucho
por ti.
-Eso
suena maravilloso. –Comento la Señora Carter. -¿No te parece hijo?
Alec
se miraba más bien horrorizado con la idea. –No lo sé. –Dijo. –No me siento de
mucho humor para eso.
-Claro
cariño, como prefieras. –Eso pareció ser el último intento de su madre a la
reunión improvisada de Gwen.
Alec
subió a su habitación, todo en ella se sentía extraño, no era como si no la
recordara, todo en ella le era familiar, era el hecho de pensar en que esos
recuerdos probablemente no eran propios. Se sintió aterrado de la idea.
-¿Estás
bien? –Gwen lo miraba desde la puerta de la habitación. –Me sorprendió tu
negativa a la reunión, por lo general buscar cualquier pretexto para hacer una
fiesta.
-Solo
volví a casa, no me parece razón suficiente.
Gwen
rio y se sentó al lado de su primo, sobre la cama –Y supongo que terminar Mario Kart es una muy poderosa razón.
-Ese
juego tiene un aire festivo contaminable, además, nuestros amigos ya estaban
aquí ¿Recuerdas?
-¿Qué
pasa? –Pregunto Gwen preocupada.
Alec
recordó a Isabelle y Jace intentando convencerle de diferentes maneras y con
las excusas más brillantes y ridículas que pudieron ingeniar. La opción de ir
al instituto en lugar de su casa. Alec no podía olvidar el rostro de Isabelle
cuando le dijo que no podía ir a otro lugar en donde no estuviera su familia.
-Me
estas asustando. –Dijo Gwen al ver el rostro de su primo tan decaído y además
sin decir palabra.
Alec
sonrió lo más convincente que pudo. –Estoy algo dopado al decir verdad. Pero
estoy muy bien.
A
Gwen le pareció muy gracioso. –Entonces no manipules vehículos de carga pesada.
-Y
ahí se termino mi noche.
-Que
descanses. –Dijo Gwen y salió de la habitación.
Alec
se quedo ahí sentado, intentando recordar cada una de las cosas que el demonio
le había dicho, repasándolas en su mente, buscando una explicación, una
respuesta a su duda, ¿Era o no un Cazador de Sombras? ¿Era o no Alexander
Lightwood? Alec tallo su rostro con cansancio, fuera la que fuera la respuesta
no la encontraría en su habitación, ni esa noche, tenía que buscar a Isabelle,
a Jace y a… Magnus. El pensamiento de Magnus le provoco una inquietud
insoportable, algo que le estaba comenzando a enfurecer, por el hecho de no
entenderlo. Bufo molesto, se clavo por debajo de las cobijas y cerró los ojos
con fuerza, no quería pensar en nada ni en nadie. Solo quería dormir o tal vez
desaparecer.
*
* * * *
El sol brillaba, las torres y la
ciudadela lucían más bellas que nunca. Alec se encontraba caminando por la
plaza tranquilo, después de los terribles días, pensó que nada le gustaría más
que mirar al pequeño Max. Siguió caminando en busca de su pequeño amigo pero no
lograba encontrarlo, en un segundo a lo lejos noto a alguien parado mirándolo,
se acerco poco a poco y una vez que lo reconoció, Alec sonrió y corrió hacia
él.
-Magnus ¿Qué haces aquí?
El brujo no respondió, solo le
tomo la mano, él sonreía. Alec dejo que la tomara, en verdad estaba feliz de
mirarlo ahí. Supuso que en los sueños los verdaderos sentimientos aparecen sin
poder evitarlo.
-Me alegra que estés aquí. –Dijo
y se emociono instantáneamente. –Ven, debes conocer a alguien. –Alec tenía la
intención de seguir buscando a Max. Jalo del brujo pero sintió resistencia.
-¿Qué pasa?
Magnus aun sin hablar pero con
una reluciente sonrisa acerco a Alec hacia él, colocando una de sus manos sobre
la mejilla del chico y acercándose a sus labios.
-Magnus ¿Qué haces? –Pregunto
débilmente Alec, pero no hizo nada para apartarlo.
En el siguiente segundo lo estaba
besando, y sus labios eran dulces, suaves y no tenía ningún interés en dejarlos
ir. Su voluntad se derrumbo con mucha facilidad, envolvió a Magnus con sus
brazos y una sensación de familiaridad lo sorprendió. Paso mucho tiempo antes
de que quisiera separarse para tomar aire, Magnus ahora estaba besando su cuello
y Alec reconoció su aroma, algo imposible cuando se trataba de un sueño, además
de no estar seguro de lo que era, una especie de fragancia fresca. Pero ahora
eso no importaba, Alec cerró sus ojos y se dejo llevar. –Magnus. -Dijo en un
murmullo en medio de las caricias.
Ambos se separaron, sus miradas
fijas el uno con el otro. Sin decir palabra por unos segundos.
-Magnus. –Repitió Alec de manera
anhelante, Magnus sonrió y Alec rompió el espacio entre ellos cuando subió sus
manos hasta su cuello para acercarlo con ferocidad y seguir besándolo.
*
* * * *
Era
quizás media noche en la residencia Carter, todo estaba tranquilo, la familia
había pasado días difíciles y ahora todos se dedicaban a descansar.
Magnus
estaba en medio de la habitación, mirando fijamente hacia Alec que dormía al
parecer tranquilamente, Alec se había comportado evasivo con todos ellos desde
que salió del hospital y por lo menos, aunque fuera por solo un momento, Magnus
necesitaba mirarlo y saber que estaba bien. Se acerco lentamente, se sentó a su
lado sobre su cama y no pudo evitar pensar en cómo eran las cosas hacia un año,
en realidad esos tiempos se miraban muy lejanos. Recordó aquel Alec inseguro
con mala actitud que se comportaba muy diferente cuando estaba Magnus. Su
sonrisa también diferente y que iluminaba todo su rostro, así como la
habitación en donde se encontrara por completo.
-Puede que no tengamos mucho tiempo. –Le había
dicho Alec. –Voy a ser viejo y moriré.
Pero te prometo que no te dejaré hasta entonces.
Las
palabras que Alec le había dicho las tenia tatuadas en su mente, ahora solo
lastimaban, un cruel recuerdo, como lo era el anillo que aun colgaba de su
cuello.
-¿Por
qué no puedes cumplir tu palabra? –Dijo Magnus en voz baja, no quería ser
injusto y culpar a Alec por su dolor, él como todos eran víctimas del demonio,
pero no podía entender cómo era posible que nada en su interior le dijera que
estaba mal. ¿Acaso su amor no era suficiente como para pasar sobre el poder de Belcebú?
Magnus
acaricio el cabello del chico que seguía durmiendo. -¿Sera que tu amor no era
tan intenso como yo pensaba? –Pregunto el brujo en un murmullo.
Magnus
se resigno y se levanto, al dar la vuelta dispuesto para marcharse, escucho la
voz de Alec.
-Magnus.
–Dijo el chico débilmente.
Magnus
se giro, tenía que pensar en una escusa para que la estancia en su habitación
en medio de la noche no fuera tan extraña. Magnus se sorprendió mucho cuando se
dio cuenta de que Alec no había despertado. Magnus se acerco, nuevamente se sentó
a su lado, mirándolo expectante.
Alec
cerró sus manos fuertemente contra la almohada. –Magnus. –Repitió llamándolo
con anhelo y el pecho de Magnus exploto en una desbordante reunión de
sentimientos, alegría, euforia y sobretodo: esperanza.
Su
corazón lleno de amor, su fe restablecida. Magnus beso los labios de Alec que
seguía dormido con la dulzura que el chico le inspiraba. –Perdón. –Le dijo al oído,
él sonreía. –Perdona mi amor, por haber dudado de ti.
Continuara…
MayGraciela♥
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarlo último me mató, Wow sigue sigue me encanta, Siii Malec Vive <3
ResponderBorrar#MalecVive
Borrarlo último me mató, Wow sigue sigue me encanta, Siii Malec Vive <3
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarMe encanto espero que Alec se dé cuenta pronto cuanto ama a Magnus por que ver sufrir a Magnus me mata T_T
ResponderBorrarMe encantas!! Eres magnifica!!! Ame el capitulo y no te procupes, tomate tu tiempo para que alex recuerde xD me encanta!!! y aunq me da penita q magnus sufra, me gusta xD.
ResponderBorrarUn 10 de 10, como siempre <3