La Propuesta (Alec)
-Esto
es ridículo. –Alec estaba claramente malhumorado no solo por el hecho de estar
dentro de una tienda departamental sin saber qué hacer, sino también por ser
notado por tantos mundanos a su alrededor.
-Fue
tu idea. –Jace estaba hombro con hombro con su parabatai graciosamente comiendo un helado, las chicas que pasaban
miraban hacia ellos como si fueran una fuerza incontrolable que atraía sus
miradas.
Alec
se noto un poco más furioso. –Pareces estar disfrutándolo.
-Clary
me ha traído aquí un par de veces, esta cosa vale la pena. –Jace levanto la
punta del barquillo el cual desapareció en su boca. -¿Y bien? –Dijo con su voz
no tan nítida por su último bocado. -¿Encontraste algo?
-No.
Jace
se compadeció. –Alec no creo que importe mucho…
El
celular de Alec sonó interrumpiendo a Jace, era un mensaje:
¿Dónde
estás? ¿A qué hora regresas?
Alec
lo leyó tortuosamente y guardo el celular de nuevo en su bolsillo. Jace sacudió
la cabeza.
-Si
no le contestas inventara un hechizo para localizarte en un mapa.
-Eso
ya existe. –Dijo Alec dirigiéndose a la salida. –Se llama rastreo.
-Alec…
-Jace seguía a su hermano de cerca. –Le estas dando demasiada importancia, ¿No
lo crees?
Alec
se detuvo y entrecerró sus ojos a su parabatai.
-¿No lo harías tu?
Jace
lo considero y finalmente dijo. –Muy probablemente, pero… el punto es…
Jace
nuevamente fue interrumpido pero ahora por su propio celular, nuevamente un
mensaje:
Comenzaremos a
entrenar sin ti. ¿Dónde estás?
Jace
respondió:
Empiecen. Voy en
camino.
Patea el trasero del
chico rata por mí.
Jace
guardo su celular sin evitar una sonrisa. –Debo irme, tenemos entrenamiento.
¿Tu...
-Voy
contigo. –Alec le interrumpió. Este había sacado su celular y estaba
escribiendo un mensaje ante la mirada de desaprobación de Jace.
Voy a entrenar en el
instituto. Te veo esta noche.
Jace
movió su cabeza de manera negativa. –Evitar a tu novio no me parece una de las
mejores maneras de resolver tus problemas.
-Debo
entrenar. –Dijo Alec de manera concreta y eficiente.
-A
mi me parece…
Jace
rodo los ojos al ser interrumpido por tercera ocasión por la vibración en su
bolsillo, era un mensaje de Simón:
Yo no recuerdo haber
sido nunca una rata.
Y si inevitablemente
debe haber un trasero pateado, ese será el tuyo.
Jace
nuevamente rio. –Cazadores de Sombras. –Dijo a Alec fingiendo cansancio y
guardando su celular.
-La
arrogancia no viene con la sangre de Ángel. –Dijo Alec con burla. –Esa la copio
de ti e Izzy.
-¿Y
qué me dices de Magnus? –Protesto Jace.
-Le
ayudo a lograr la ascensión. –Dijo Alec defendiendo a su novio. –No a dar un
discurso antes de matar a un demonio. Eso definitivamente es tú estilo.
-Oh
cállate Alexander.
Ambos
chicos caminaron a una de las calles principales para tomar un taxi y dirigirse
al instituto, este no había cambiado mucho en los dos años que habían pasado
desde su regreso de Edom donde habían perdido a Simón, Raphael y Jonathan y
solo pudiendo recuperar a uno de ellos.
*
* * * *
-¿Qué
pasa contigo? –La voz de Isabelle era severa se dirigió a su hermano en cuanto
la puerta del elevador del instituto se abrió. –Magnus está preocupado, piensa
que lo estas evitando.
-Lo
está evitando. –Jace pasó por entre los dos chicos con su sonrisa burlona.
-Sierra
la boca Jace. –Advirtió Alec a su parabatai.
–Y claro que no lo estoy evitando, -Dijo Alec sin convicción. –Vengo a
entrenar, eso no tiene nada de raro.
-Magnus
no piensa igual.
Alec
se quedo en silencio y sus hermanos entendieron que era tiempo de cambiar de
tema.
-Como
quieras. –Dijo Isabelle fingiendo una despreocupación que precisamente no
sentía. –Dense prisa, Clary y Simon ya comenzaron a entrenar. Y en cuanto a ti.
–Isabelle extendió su dedo frente al rostro de su hermano. –Sera mejor que
arregles las cosas con Magnus, el fin de semana iremos de compras y no quiero
tolerar el mal gusto que le secunda cuando esta de mal humor.
*
* * * *
La
sala de entrenamiento era un lugar amplio e increíblemente familiar para Alec,
las armas habituales estaban sobre los estantes en las paredes así como las
líneas en suelo que trazaban la forma en que debían moverse los Cazadores
mediante una batalla. En medio de un círculo que te permitía percibir cual era
tu alcance de ataque, se encontraban Clary y Simón recargados espalda con
espalda, sentados cómodamente en el suelo.
Simón
había alcanzado la ascensión hacia unos meses, unas semanas después. Ansiosa y
alegremente Clary le había pedido ser su parabatai
algo que para ambos era inevitable. Ahora la runa que los unía representaba lo
que habían sido toda su vida: Más cercanos que un hermano.
Los
Cazadores habían comenzado con su entrenamiento, repentina e inconscientemente
el entrenamiento se había convertido en una lucha de Clary y Simón contra Jace
y Alec, una lucha de parabatais de la
cual los cuatro esperaban ansiosamente conocer el resultado. Estaban absortos con
su batalla en pareja que olvidaron algo importante.
Un
brillo cegador atravesó el punto de enfoque de los cuatro chicos haciéndolos
desplegarse hacia atrás precavidamente, los cuatro observaron atónitos como el látigo
de Isabelle regresaba a su lugar en la muñeca de la chica después de su ataque
de advertencia.
-No
pienso quedarme aquí parada para ser ignorada.
-Por
el Ángel, Isabelle pudiste habernos matado. –Dijo Jace.
-Eso
fue impresionante. –Dijo Alec sincero, y al sentir la mirada de su parabatai que le decía: No le des alas, este reafirmo con los
hombros encogidos. –Lo fue.
-Me
estoy cansando de su tema: Tengo un
parabatai y es mejor que el tuyo, es muy aburrido, ¿Lo saben?
-Izzy
–Dijo Clary sonriendo tiernamente.
-Nada
de Izzy –Dijo Isabelle dramáticamente
molesta. –No quiero un parabatai, si
lo quisiera lo tendría. Como es siempre que quiero algo.
-No
necesitas un parabatai. –Simón camino
hacia Isabelle con seguridad. –Hay personas que nacen para brillar por si
solos. –Simón se acerco y coloco el rostro de la chica entre sus manos. –Y tú,
Isabelle Lightwood. –Dijo mirándola fijamente a los ojos. –tienes un
impresionante brillo propio. –Isabelle y Simón comenzaron a besarse como si en
realidad estuvieran solos en la habitación.
Clary
se rio y aparto la mirada para darles algo de privacidad, Jace cruzo sus brazos
sobre su pecho rodando los ojos al cielo y Alec les dedico una mirada aburrida
solo un poco antes de carraspear fuertemente para interrumpirlos. –Sigamos
entrenando. –Dijo el mayor de los Lightwood.
Pasaron
varias horas de arduo entrenamiento en donde Alec ayudo a Simon con la práctica
de arco y flecha y donde Jace les mostro las nuevas estrategias que había
diseñado. Después de haberse terminado el entrenamiento y asearse, los chicos
se reencontraron en el pasillo de las habitaciones.
-¿Iras
a casa ahora? –Pregunto Isabelle a su hermano.
-¿No
piensan invitarme a cenar? –Dijo Alec evasivo.
-Por
su puesto. –Isabelle no se daba por vencida. –Llama a Magnus y pídele que venga
a cenar.
Alec
bajo la mirada a sus propias manos. –Tiene mucho trabajo, no… no quiero
molestarlo. –Alec camino por enfrente de sus amigos directo al comedor dejando
a Isabelle increíblemente molesta y frustrada.
La
cena fue muy silenciosa rosando en lo incomodo de lo que estaban acostumbrados,
Maryse estaba a la cabeza de la mesa comiendo distraídamente mientras toda su
atención estaba sobre los papeles que estaban sobre la mesa al lado de su
plato, Clary pensó en que había preparado una deliciosa cena a sus hijos y sus
amigos considerando que Alec estaba también ahí, pero ahora tenía que recuperar
el tiempo invertido en ello, trabajando durante la cena.
Jace
decidió que era momento de romper el silencio y comenzó a hablar sobre una de
sus más recientes estrategias, los chicos al no tener alternativa siguieron su
conversación, todos excepto Alec que miraba su plato fijamente sin mucha
intención de terminarlo, Jace miro como daba un suspiro pronunciado, volteo
hacia los papeles frente a su madre y tomo la mitad de ellos, Jace sabía que
esa era su manera de distraerse, las responsabilidades y la resolución de problemas
eran sumamente relajantes para Alec algo que difícilmente entendía pero que le
gustaba de su parabatai.
Alec
comenzó a escribir sobre los papeles y una vez que los devolvió su madre los
reviso y con una sonrisa llena de orgullo coloco una mano sobre la de su hijo
mayor. –Gracias hijo. –Dijo con satisfacción al ver la ayuda que este le había
dado. –Me gustaría hablar contigo, ¿Te parece que nos veamos en la biblioteca
antes de irte?
-Claro.
–Dijo Alec despreocupado. A ninguno de
ellos les sorprendió, ya que Alec y su madre pasaban mucho tiempo resolviendo
asuntos no solo del submundo de Nueva York si no de los Nephilim en Alicante y
en ocasiones el Inquisidor y La Cónsul que naturalmente eran cercanos a los
responsables del instituto de Nueva York. Le pedían ayuda y consejo tanto a
Alec como a Magnus.
Al
entrar a la biblioteca de inmediato Alec se percato de que su madre había
dejado de lado pendientes para ir a preparar la cena, era claro por como los
papeles resaltaban del escritorio al final del enorme salón, Alec se acerco a
ellos y levanto uno para examinarlo.
-¿En
que estas trabajando? –Pregunto curioso. -¿Necesitas ayuda?
Al
no recibir respuesta giro su cabeza para buscar a su madre la cual estaba
sentada en uno de los sofás que se encontraban frente a la chimenea, esta lo
miraba con algo que parecía una sonrisa.
-¿Por
qué no vienes y te sientas Alexander? –Maryse señalo el sillón frente a ella.
Alec
estaba cada vez mas extrañado por el comportamiento de su madre. -Pensé que…
-Alexander,
-Comenzó su mamá. –Siempre has sido una persona que sabe lo que quiere.
Alec
sabía que eso no era del todo cierto. –Realmente no pienso así de mí. –Dijo
sincero.
-En
ocasiones se te dificulta darte cuenta de que
es lo que quieres. –Dijo su mama que estaba preparando un par de tazas de té,
con calma pero con mucha maestría sobre la pequeña mesa que estaba a su lado.
–Pero cuando te das cuenta de ello. –Maryse extendió una de las tazas hacia su
hijo. –No hay poder humano que te detenga para conseguirlo. –Maryse sonrió,
Alec pensó que sus pensamientos habían viajado hacia atrás al pasado. –Así has
sido desde pequeño.
-¿Esto
es una especie de reclamo? –No lo dijo con molestia sino con curiosidad.
-¿Reclamarte
por una de tus mas grandes cualidades? Nunca.
-Madre…
-Le
pregunte a Jace acerca de lo que te ocurría. –Dijo Maryse después de dar un
sorbo a su te. –No estoy segura si él no lo sabe o si su lealtad hacia ti es
mayor que lo que quisiera decirle a su propia madre.
-Jace
no…
-No
estoy molesta con él, -Se apresuro a decir Maryse para calmar a su hijo. –Pero
tenía la esperanza de que me facilitara las cosas.
-¿Con
respecto a qué?
-A
saber lo que te ocurre, a ayudarte.
-No
me ocurre nada. –Dijo Alec y bajo la mirada.
Maryse
era una de las personas que sabía lo terrible que era Alec mintiendo. En ese
momento el celular de Alec sonó con un mensaje:
Espero la estés
pasando bien con tu familia, ¿Cómo va el entrenamiento? ¿El chico rata se
comporta? En fin, solo quería saber: ¿Te veré esta noche?
Alec
no pudo evitar sentirse extraño con esa última pregunta, ¿Te veré esta noche? Alec y Magnus no habían pasado una noche
separados desde hacía dos años, Alec había dicho que quería pasar cada hora del
resto de su vida a su lado, a lo que Magnus le respondió que harían que cada
día contara. Un dolor profundo se apodero y se anido en su pecho, la manera
actual de comportarse no era exactamente la mejor manera de cumplir la promesa
que había hecho a Magnus. Pero a pesar de que su relación definitivamente estaba
pasando a otro nivel, no había hecho nada para darle a Magnus la seguridad y el
derecho a su tiempo, hasta ahora eran novios y solo eso. Alec tallo sus ojos y guardo su celular sin
responder al mensaje. Maryse tuvo suficiente del dolor de su hijo y se puso de
pie.
-Bien
–Dijo enérgicamente y se acerco a la repisa sobre la chimenea. –Espero y esto
ayude.
Alec
aun aturdido por el mensaje miro hacia lo que su madre le extendía: Una caja
pequeña forrada de una suave tela en donde la runa de matrimonio en un tono
dorado se vislumbraba en una de las esquinas inferiores y el símbolo Lightwood
posado en otra esquina superior.
Alec
no la tomo, solo miro a su madre esperando una explicación.
-Es
lo que estabas buscando, ¿No es así?
Alec
entendió lo que eran -¿Cómo lo supiste? –Pregunto Alec sencillamente. –No se lo
dije a nadie, solo a Jace pero…
-Soy
tu madre Alexander. –Maryse se miraba incluso ofendida por las dudas de su
hijo. –En ocasiones las madres sabemos este tipo de cosas, en fin, -Dijo Maryse
y su tono cambio de uno tierno a uno de practicidad. Actuaba de nuevo como la
directora del instituto. -¿Te parece que organice una cena para mañana? Debes
entonces tu hacerte cargo del anuncio.
Alec
trago saliva, había querido esto desde hace tiempo pero ahora que lo miraba tan
cerca como la noche siguiente se pregunto si podría hacerlo –Claro. –Dijo y
tomo la caja.
Maryse
sonrió al ver los nervios expuestos de su hijo, se acerco a él y tiernamente
coloco su mano sobre la mejilla del chico. –Lo harás bien. –Dijo con los ojos
brillando y comenzó a caminar hacia el escritorio aclarando su garganta. –Ahora
–Dijo. –Quisiera que me ayudaras con un par de asuntos, tu…
En
ese momento Jace entro precipitadamente a la biblioteca.
–Hay
problemas, -Advirtió, estaba claramente armado y listo para atacar. –llego un
mensaje de fuego, una decena de demonios están causando problemas a mundanos
que intentaron hacer una invocación.
-¿Donde?
–Pregunto Maryse.
-Un
edificio abandonado cerca del Dumort. Lily la líder fue la que envió el
mensaje.
Maryse
levanto el rostro dando un fuerte suspiro y finalmente dijo: -Tengan cuidado.
*
* * * *
El
edificio era lúgubre hasta los cimientos, no quedaba rastro de que alguna vez
haya sido habitado o funcional, las ventanas entablilladas no dejaban dar paso
a las luces de la ciudad al otro lado de la calle. Alec sostenía su luz mágica
diestramente con una mano mientras que con la otra sujetaba una daga seráfica
que iluminaba su rostro con su luz brillante y ardiente, lista para cumplir su
propósito, Alec siguió un rastro en el suelo, un rastro que pudo haber sido
dejado por un animal del tipo molusco, la sustancia en el suelo era
desagradable e incluso con un olor repulsivo, por sobre los pocos muebles que
aun se encontraban en el lugar Alec noto una figura moviéndose torpemente, este
acelero el paso y se dirigió sin titubear hacia la misteriosa presencia, cuando
su luz mágica le permitió visualizar claramente al demonio se pudo dar cuenta
de la desagradable criatura, el cual no dudo en atacar al Nephilim dejando ir
su viscoso cuerpo en su contra, Alec se aparto sin problemas y dio un paso
hacia atrás para alejarse del ahora un poco más molesto demonio, Alec precavido
levanto su daga intentando incitar al demonio el cual tomo la invitación muy en
serio, el demonio viscoso arrojo un gruñido al cielo y se abalanzo contra Alec
el cual solo se dio vuelta e inicio una carrera hacia el fondo del edificio
pasando por todo lo largo de este, conforme corría se percataba de las
presencias que una a una se unían a la persecución, Alec atento a no ser
alcanzado y no tropezar en el oscuro lugar, llego finalmente a una habitación
sin salida en donde se quedo quieto, mirando de frente a los ahora múltiples
atacantes y esperando que decidieran atacarlo, no paso mucho tiempo antes de
que esto ocurriera, una sonrisa atravesó el rostro del Nephilim, al parecer
había logrado su objetivo pero esto termino en el segundo siguiente que
sorpresiva e inesperadamente una red de energía azul se poso frente a él
haciendo que los demonios al haber colisionado violentamente con ella se
desplegaran haciendo que varios de ellos salieran huyendo del lugar.
Alec
se quedo congelado con la boca abierta al ver lo que acababa de ocurrir y aun
más al ver a la figura frente a él.
-¿Magnus?
–Dijo completamente perplejo.
Magnus
se acerco apresuradamente hacia él y lo tomo por lo hombros. -¿Estás bien?
-¿Qué
haces aquí?
-Alexander
te hice una pregunta, ¿Estás bien?
-Um…
si… ¿Qué…?
-Por
el amor de dios. –Magnus parecía estar examinando cada articulación de Alec.
-¿Qué fue eso?
-Es
lo que yo quisiera saber. –Jace y los demás estaban detrás de Magnus este giro
hacia ellos.
-¿Dónde
demonios estaban? –Exigió el brujo. –Esto no es exactamente trabajo en equipo a
mi parecer.
-Ocultos.
–Dijo Clary dejando a Magnus un poco más molesto.
-Me
disculpo entonces. –Dijo Magnus desbordando sarcasmo. –De haberlo sabido…
-Lo
echaste todo a perder brujo. –Dijo Jace.
Clary
sonrió, Simón se encogió de hombros había pasado suficiente tiempo junto a
Magnus los pasados meses como para estar consciente del inmenso poder y la
malicia de este cuando se trataba de hacer pagar las insolencias, sabía que
Jace le temía hasta cierto punto, pero Jace era temerario no solo al cazar,
también al enfrentarse al novio de su parabatai.
Magnus
por fin soltó a Alec para fijar sus ojos sobre los astutos de Jace. -¿Y podrías
por favor explicarme de que hablas? –Dijo claramente pidiendo a su ser la
paciencia suficiente para no hacer aparecer a Jace en pleno Central Park
vistiendo un adorable vestido victoriano con encajes y lentejuelas.
-Mi
estrategia. –Dijo Jace como si eso lo explicara todo. –Si nos hubieras dejado
hacer nuestro trabajo ahora todos esos demonios estarían hechos polvo a
nuestros pies y no dispersos por todo el edificio.
Magnus
entrecerró los ojos hacia Jace, Alec decidió intervenir. –Carnada –Dijo a
Magnus, -Intentábamos reunirlos aquí para matarlos a todos y…
-Ahorrar
tiempo, -Dijo Jace. –Ahora por el contrario tenemos que ir detrás de ellos.
Magnus
miro hacia Alec el cual se miro sorprendido –Y supongo que estas bien con el
aspecto de andar por ahí ofreciéndote de carnada,
¿no?
-Mi
turno era el siguiente. –Dijo Simón.
-Después
el de Clary. –Dijo Jace y sintió el pequeño golpe de su novia en su hombro.
Alec
distraídamente estaba tomando una daga de su tobillo. –No es para tanto.
–Comenzó pero no dijo más al percatarse de la furiosa mirada de Magnus. Alec
solo cerró la boca y levanto las manos en señal de: Olvídalo, no dije nada.
Isabelle
intento ayudar a su hermano. –Aun hay demonios por aquí, por si lo han
olvidado.
-No
tiene caso. –Dijo Jace y se notaba frustrado. –No falta mucho para que
amanezca, lo dejaremos para mañana.
Mañana,
recordó Alec. Mañana por la noche. Inconscientemente
metió la mano al bolsillo de su chaqueta y sujeto con fuerza la caja que su
madre le había entregado.
Debes entonces tu
hacerte cargo del anuncio. Las palabras flotaban
de un lado a otro dentro de su cabeza.
-¡Alexander!
–Jace levanto la voz para despertar a su hermano. -¿Sigues con nosotros? ¿Estás
de acuerdo o qué?
Alec
parpadeo. -¿De acuerdo con qué?
-Por
el Ángel, -Jace tallo entre sus ojos con frustración y cansancio. –Olvídalo. Ve
a casa, mañana tal vez podamos cazar algunos demonios, ya saben, Cazadores de Sombras. –Dijo haciendo énfasis
en el titulo. –Solo para variar.
-Estas
de un encantador humor. –Dijo Simon guardando la espada seráfica que Magnus le había
regalado el día de su ascensión la cual dejo de brillar al caer ágilmente sobre
la funda que colgaba de su espalda. -¿Puedo acompañarte a tu casa? –Simon
levanto su luz mágica para poder ver con más claridad el rostro de Jace, el
cual solo levanto su mano para hacer una seña digna de cualquier presidiario.
*
* * * *
Sonido
de llaves inundaron el apartamento de Brooklyn al llegar Magnus y Alec y
avisaron a Presidente que se acerco a ellos para recibirlos con su ya común
frotamiento felino entre sus tobillos. Magnus pareció ignorarlo mientras se
adentraba a su hogar haciendo flotar su abrigo hacia una percha en la pared y
entrando a la cocina sin escalas y sin decir una palabra. Alec se quedo parado
en la sala.
-Um…
tomare una ducha. –Dijo esperando una contestación que no llego y que le advirtió
sobre el nivel de enfado de Magnus. Alec mordió su labio con descontento y
entro a la cocina.
-¿Tan
molesto estas?
Magnus
que parecía estar buscando algo en el refrigerador rompió por fin el silencio.
-¿De qué hablas? –Dijo secamente.
-Acabo
de decir que tomare una ducha.
-Y
te escuche.
-cuando
digo eso, por lo general te diviertes diciendo algo increíblemente vergonzoso
como: Yo puedo encargarme de eso o enseguida te ayudo.
Magnus
dejo de fingir que buscaba algo en el refrigerador y finalmente miro hacia su
novio. Alec tenía que admitir que no era lo que esperaba o quería pero era
algo.
-Sí.
–Admitió Magnus con cansancio. –Pero eso era cuando estaba seguro de que no sería
rechazado. –Magnus cerró el refrigerador con fuerza. –Ahora no lo estoy.
-¿Rechazado?
¿Por qué dices algo así?
-Dímelo
tú.
-Magnus…
Magnus
pareció haber tenido suficiente y regreso a la sala, como si eso le diera
tiempo y espacio de escapar de lo que parecía inevitable, no quería esto, no quería
presionar a Alec, pero definitivamente deseaba saber lo que pasaba. ¿Acaso todo
lo ocurrido entre ellos había sido tan intenso que estaba llegando a su fin?
Como lo haría una llama poderosa que inevitablemente hubiera consumido todo combustible
a su paso. Magnus sabía que era posible, lo había experimentado hacia cientos
de años con un antiguo amante con un rostro ya casi olvidado. Sabía que amar a
Alexander de la manera que lo hacía no implicaba que él lo hiciera también,
algo que también había experimentado antes en múltiples ocasiones. El amor no
correspondido era parte de la vida, y más aun de una vida tan extensa como la
suya.
Y
ahí estaba con el amor de su vida frente a sus ojos y preguntándose si
realmente es el amor de su vida.
-Magnus…
-Insistió Alec al seguirlo a la sala. –Yo no…
-Solo…
-Magnus paro a Alec levantando una de sus manos y deteniendo lo que fuera que quería
decir. Alec no lo noto enojado sino más bien triste. –Si hice algo mal. –Dijo
para asombro de Alec y no recordaba haber visto a Magnus nunca así. Suplicante.
–Dímelo y lo remediare, lo intentare. Alexander…
Alec
levanto ambas manos ahora él detuvo a Magnus. -¿Algo mal? Para nada. Tú… es
decir… lo has hecho todo bien, espectacular. –Dijo devastadoramente sincero.
–Me has dado los mejores años de mi vida. Creí que lo sabías.
-Lo
creía. –Confeso Magnus y por un momento quiso escapar de nuevo. Habían sido décadas
de endurecimiento, de no permitirse mostrarse ante los demás. Novio o no, nunca
entregaba o mostraba más de lo que quería o estaba dispuesto a perder al perder
a ese ser al cual había dado algo de él. Hasta ahora que Alec le mostraba su
sinceridad abrumadora a la que quería responder con mas sinceridad. –Yo creí
que éramos felices. Yo soy feliz, o lo era.
-¿Lo
eras? –Alec se miro aterrado por un momento.
-Hasta
hace unas semanas. –Dijo Magnus. –Comenzaste a evitarme, a no querer conversar
conmigo a no incluirme en tus días.
-Yo
no intentaba nada de eso. –Dijo Alec y Magnus miro la verdad en sus palabras.
-Tal
vez no, pero…
-Magnus
–Dijo Alec y lo tomo de una de sus muñecas. Para alguien que había vivido cada día
a lado de Alexander difícilmente se hubiera dado cuenta de los cambios que este
había obtenido, Alexander había crecido tal vez dos centímetros, y su cuerpo
estaba lentamente dejando atrás el de el adolescente para dar paso a un joven
fornido e increíblemente atractivo, estos cambios podrían pasar desapercibidos para
cualquiera pero no para Magnus, ya que era algo que amaba ocultamente y disfrutaba
día a día –Quiero decirte algo, lo he intentado por semanas pero… Es algo importante.
Y…
-¿Quieres
volver al instituto?
-¿Qué?
-Ese
ha sido tu hogar siempre. –Dijo Magnus democráticamente. –En realidad no veo
porque no podemos detenernos, retroceder un poco. Si quieres tener un poco más
de libertad… Alexander, no tienes que vivir conmigo si no lo quieres.
Alec
se quedo en pausa por un momento No
tienes que vivir conmigo si no lo quieres. Las semanas pasadas llegaron a
él como una visión en cámara rápida, su comportamiento había llagado al punto
de hacer pensar a Magnus exactamente lo contrario de lo que deseaba, llego a la
conclusión de que había sido un verdadero idiota. Algo que debía remediar
cuanto antes.
Sin
soltar su agarre de la muñeca de su novio Alec saco de su chaqueta la caja para
que este la mirara.
-¿Qué
es? –Pregunto Magnus.
Alec
respiro profundo y liberando a Magnus abrió la caja mostrando el anillo que
estaba dentro.
Magnus
perdió el aliento por un instante pero con la experiencia que lo inundaba se
obligo a sí mismo a volver abruptamente a la realidad, alejando todos los
sueños que surgieron espontáneamente al ver el anillo en la mano de Alec.
-Es
un regalo muy bonito Alexander. –Dijo Magnus precavido. –Pero, ¿no crees que
podría malinterpretarse?
Alec
sonrió un poco por la no tan obvia propuesta pero se resigno a continuar por el
ya no tan impactante camino.
-Supongo
que la sutileza no es algo que quieras de mi ahora ¿Cierto?
Los
ojos de gato verde dorado de Magnus se abrieron a su máxima capacidad en el momento
en que miro a Alexander bajando al suelo, colocándose sobre una de sus rodillas
y levantando la caja con el anillo dentro hacia él ofreciéndoselo. Sus ojos tan
brillantes como las mismas estrellas, su expresión ansiosa y segura al mismo
tiempo.
-Magnus
Bane –Dijo Alec con su voz ahora ya no tan de niño que había escuchado por
primera vez hacia más de dos años al conocerlo. -¿Me harías el increíble honor
de convertirte en mi esposo?
Magnus
bajo hacia sus rodillas para poder tener el rostro del chico más cerca del
suyo. –Alec –Murmuro sin poder decir
otra cosa y enredando los dedos de ambas manos en el cabello del chico.
-Recuero
ese día. –Dijo Alec. –En esa azotea, en Alicante cuando me diste la primera
entrega de tu vida escrita por ti. Recuerdo lo que me ofreciste con ella. Tu
pasado, tu futuro y tu vida. Magnus. Quiero más. Quiero ser parte de tu
historia. Quiero que escribas de mi dentro de cientos de años y que entre esas
palabras puedas llamarte mi esposo, puedas escribir sin ninguna duda que el
tiempo que hallas pasado conmigo hayan sido los más felices de tu existencia,
no es mucho lo que puedo ofrecerte, seré viejo y moriré y mi vida será un
suspiro al lado de la tuya pero entonces, solo me queda entregarte todo, todo
lo que soy y todo cuanto seré y esta es mi manera de iniciar con eso.
Magnus
estaba perdido en el momento, entre las palabras y en cada facción del rostro
de Alec, tatuando cada aspecto en su mente y su corazón.
-Ese
poema. –Continuo Alec. -Lo escribiste entre las paginas pero no estaba muy
seguro del porque “Que era la mitad de su
alma, -Alec comenzó a recitar con maestría, dejaba notar la cantidad de
veces que seguramente lo había leído. –“Porque
yo creí que la mía y la suya habían sido una sola alma en dos cuerpos. Y por
eso me causaba horror la vida, porque no quería vivir a medias y como dividido,
y por eso quizá temería el morirme, porque no muriese de todo punto aquel a
quien había amado tanto”.
-Confesiones.
Libro IV, San Agustín. – Dijo Magnus dejando claro que sabía de qué poema se
trataba pero con la duda aun en su rostro.
-Ahora
lo sé. No era de mí, lo escribiste porque es así como crees que te sentirás
cuando yo me valla. –Magnus bajo la mirada, pensar en la despedida dolía sin
importar el tiempo que faltaba para eso. –Pero lo sabes, ¿Cierto? Sabes que tener
a quien amas y después perderlo vale la pena tan solo por el hecho de haberlo
tenido, ¿No es así? Déjame demostrarte que así es, te prometo que hare que cada
día valga la pena.
-Alexander
–Magnus ya tenía sus brazos atravesando la espalda del chico con fuerza y sin
ninguna intención de soltarlo.
-“Y por eso quizá temería el morirme, porque
no muriese de todo punto aquel a quien había amado tanto”. –murmuro Alec en
el oído de Magnus. –Debo convertirme en parte de tu ser, para que sientas que
viviendo tu, lo hare también.
Magnus
se aparto un poco para poder ver el rostro de Alec. –Oh mi amado Alexander,
¿Cuándo te volviste tan sabio?
-En
lo absoluto –Sonrió Alec apenado. –Solo dije lo que quería decirte.
Magnus
se abalanzo de nuevo sobre los brazos de Alec. –Y yo aquí sin poder decir
palabra alguna.
-Quisiera
que dijeras una sola.
Alec
se aparto un poco y sostuvo el anillo de nuevo frente a Magnus. Este se
conmovió abrumadoramente y cedió su mano para que Alec colocara el anillo.
-¿Esto es un Si? –Pregunto el chico
tímido.
-Definitivamente
Alexander. –Dijo Magnus con gracia. –Esto es un total y absoluto Si.
\(*_*)/
MayGraciela♥
*w* hermoso me encanto espero mas fics tuyos
ResponderBorrarEsto es HERMOSO! Felicidades! por Raziel es...AAAAAAAAHhermososoooooooooooooooooooooo gracias por escribirlo.
ResponderBorrarDiosss como te echaba de menosss!
ResponderBorrarPor favor debes publicar mas te lo suplico :-)
Tu gran número 1
Besos
HERMOSÍSIMO!!!!!!!!!!! AMO TODOS TUS FICS Y ÉSTE HA SIDO TAN TIERNO!! <3 <3 <3 <3 <3 <3 aww!!! son tan adorables
ResponderBorrarHolaaaa
ResponderBorrarAme este fic igual que los otros o incluso mas:-)
Para cuando otro? Hace dos mes que no sabemos de ti :.(
porfa sigue escribiendo tan fenomenal!!!!!
Que hermoso, amo a alec :3
ResponderBorrarSolo, decir que es hermoso lo que escribes captas tan bien la personalidad de magnus y a la vez le das algo muy tuyo al relato. Ame este fic y recien estoy descubriendo tus relatos pero ya los amo!!! Hermosa manera de relatar!.
ResponderBorrarHermoso!!! Sigue porfa!
ResponderBorrarDios fue precioso, lloré con la pedida de mano, me rompió el corazón. Gracias por haberlo escrito <3
ResponderBorrarMe alegra ver que siendo 2016 todavía hay gente leyendo estos fics, esta pedida de mano es lo que faltaba para mi en los libros. Que manera mas perfecta de escribir tenes, ojala no lo dejes nunca.
ResponderBorrarque libro es ese?
ResponderBorrarQue bellezaaaa
ResponderBorrarQue bellezaaaa
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