CoHF *Malec Parte 9
Jace
caminaba por el pasillo hacia la biblioteca de la residencia Lightwood, llevaba
consigo una charola que balanceaba de un lado a otro jugando sin divertirse, en
ella había unos paquetes envueltos y una cantidad de bebidas variadas, al
entrar a la biblioteca observo el mismo escenario que había ahí al irse; Clary,
Isabelle, Simón, Catarina, Alec e incluso Raphael estaban ahí, en medio de un
enredo de libros, títulos como: Puertas al infierno, Pandemónium, La ciudad de
los demonios, Entre dimensiones demoniacas, Rutas infernales, etc. todos
envueltos en sus lecturas hasta que coloco la charola sobre el escritorio
principal, una oleada de personas hambrientas se precipitaron hacia lo que
ahora sabían que eran emparedados, todos quienes leian menos Alec, él estaba
frente a su emparedado el cual ni siquiera volteo a ver, estaba leyendo un
libro enorme, la escritura era en latín y movía su pierna ansiosamente.
-Alec
–Llamo Jace a su parabatai –Vamos
toma tu parte es…
-Gracias,
estoy bien, no tengo hambre.
-¿Sabes?
A estas alturas no me interesa si tienes hambre o no –La voz de Jace hizo que
Alec levantara su mirada y la fijara sobre la de su parabatai. –Come Alexander.
-No
estoy mintiendo, no tengo hambre.
-Yo
tampoco estoy mintiendo, no me interesa, come o te obligare.
La
voz de Jace era peligrosamente seria, Clary observo cautelosa la escena,
¿Estaban peleando? ¿Una verdadera pelea entre Jace y Alec? Eso parecía. No
recordaba haber visto a Jace hablarle así a Alec nunca y Alec dedicarle la
mirada desafiante que tenía en su rostro. Isabelle que estaba comiendo, aparto
su emparedado de su boca, al parecer tampoco ella se esperaba esto, la
situación era muy tensa y había un silencio abrumador.
Raphael
cerro ruidosamente un libro, él estaba sonriendo –Definitivamente –Dijo el
vampiro –Esto no está funcionando. –Camino un poco hacia Alec y Jace, colocando
el libro sobre el escritorio y tomando otro. –Obviamente si empiezan a pelear
entre ustedes, nunca encontraremos la manera de traer a Magnus de vuelta.
-No
estamos peleando –Murmuro Alec y bajo de nuevo la mirada al libro.
-Eso
depende –Contesto Jace -¿Comerás?
Alec
se paso una mano por el rostro, él se miraba débil y mas pálido de lo normal,
enormes círculos negros rodeaban sus ojos. –De verdad no entiendo, ¿Qué
importancia tiene? También a ti se te ha ido el hambre alguna vez ¿O no?
-¡No
durante tres días! –Jace levanto considerablemente la voz -Y tampoco has
dormido, te mire anoche colándote aquí después de que habíamos quedado en que
descansaríamos un par de horas.
-PUES
TAMPOCO TENGO SUEÑO.
Alec
al parecer había tenido suficiente, se levanto bruscamente de su asiento
tomando el libro y disponiéndose a salir del lugar, Catarina suspiro dramáticamente, al parecer habia decidido intervenir, y se levanto para interceptarlo, sin ninguna palabra coloco su mano en la
frente del chico, tres segundos después el libro cayo de las manos de Alec
seguido de él, que estaba al parecer inconsciente ahora en el suelo.
-Lo
siento –Catarina lo miraba en el suelo, todos en la habitación estaban
perplejos por lo que la bruja acababa de hacer –Pero debo cuidarte –Catarina se
inclino hacia Alec para enderezar su cabeza –Es lo que mi amigo hubiera querido.
*
* * * *
-Auch… ¿Qué diablos…?
¿Magnus?
Alec se despertó
violentamente incorporándose en la cama -¿Qué haces?
Magnus estaba frente
a él sonriéndole –Disculpa pero necesitaba esto. -levanto su mano mostrando una pequeña aguja,
con la cual había pinchado el brazo de Alec.
-¿Por qué? –Alec
estaba aun desenredándose del sueño, tallo sus ojos y miro en su brazo la marca
que el extraño acto de Magnus le había dejado. -¿Vas a despertarme así todo el
tiempo? Voy a comenzar a reconsiderar tus invitaciones a quedarme.
-No volverá a pasar,
lo prometo –Magnus camino hacia una de las paredes de la habitación, ambos se
encontraban en el apartamento de Magnus en Brooklyn, él llevaba una de sus muchas
batas y se movía con la gracia que le caracterizaba. Levanto su mano dejando
salir chispas azules y rojas, -Pero necesito hacer esto, es importante.
Alec se levanto buscando
rápidamente su ropa interior y colocándosela para acercarse a Magnus. -¿Qué
estás haciendo? –Alec miro con atención como la pared frente a ellos se abría
como un mueble y dejaba ver un libro, Alec lo reconoció, era el Libro de Blanco.
-¿No deberías de tener eso en un lugar más seguro?
Magnus que estaba
concentrado en su tarea se tomo el tiempo de voltear y sonreírle. –Créeme
Ángel, nadie sería capaz de encontrarlo aquí. –Magnus al parecer había
terminado con la tarea, la pared se miraba de nuevo bastante común.
-¿Qué fue eso?
–Pregunto Alec a lado de Magnus y aun mirando hacia la pared.
-Eso –Dijo Magnus –Es
un hechizo de ocultamiento, uno de los mejores, si me permites agregar, ningún
tipo de magia sería capaz de encontrar ese libro, solo se puede con llaves…
-Las llaves son
fáciles de encontrar –Dijo Alec, Magnus le tuvo consideración ya que podría
estar un poco molesto por el muy particular modo de haberlo despertado.
-Estas no –Magnus
coloco la aguja sobre la pared y está nuevamente se abrió dejando ver el libro.
-Tu llave es una
aguja.
Magnus rodó los ojos
al techo -Mi llave es tu sangre Alec.
-Oh –Dijo Alec –Eso
tiene mucho más sentido.
Magnus solo se limito
a reír –Necesitaba un poco de tu sangre para activar el hechizo.
-¿Y por que mi
sangre?
-Porque quiero que
tengas acceso al libro, solo por si acaso.
-¿Eso significa que
tu sangre también es una llave?
-Así es –La pared
regreso a la normalidad –Así que ahora ya sabes en donde está el Libro de
Blanco y como acceder a él.
Alec
abrió los ojos, sintió como un enorme hoyo en su pecho se hacía más profundo.
Todo había sido un sueño, pero tambien sabía que eso había ocurrido hacia unos meses cuando
aún no había sabido de la existencia de Camille:
Ahora ya sabes en
donde está el Libro de Blanco y como acceder a él.
Alec
tallo sus ojos y se levanto lentamente, al mirar a su alrededor se dio cuenta
de que estaba en su habitación, en el ático de la casa, la cama de Jace a lado
estaba desocupada. Alec comenzó a caminar por el pasillo hacia la biblioteca,
se sentía realmente aturdido por el sueño. Ver a Magnus vibrante, encantador y
fuera de peligro ahora se miraba algo tan distante y casi imposible. Antes de llegar
a la biblioteca se detuvo un poco para escuchar las voces que de ahí salían.
-¿Entonces
es imposible? ¿Completamente imposible? –Isabelle cuestionaba enérgica.
-Nada
es imposible –Contesto Catarina –Sin embargo creo que es algo que esta fuera de
nuestro alcance.
-Pero
eres una bruja ¿No? Debes de tener alguna idea. Algo mejor que seguir leyendo
estos inútiles libros.
-Solo
se me ocurre el Libro de Blanco –Dijo Catarina sombríamente –Pero no sé en
donde está.
-Pero
creí que lo tenias –Dijo Clary recordando exactamente eso.
–Lo
devolví –Dijo Catarina –Solo lo cuide por un tiempo pero le pertenece a Magnus,
él lo tenía.
-¿No
te dijo en donde lo guardo? –La voz de Jace fue plana.
-Nunca
pregunte –Catarina agacho su cabeza –Nunca he pensado en mi vida sin Magnus o
Ragnor.
-Pero
Ragnor… -Clary se detuvo, no quería abrir una herida que probablemente aun
causaba un terrible daño.
En
ese momento Alec entro a la habitación. Jace que estaba sentado en una de las
sillas frente al escritorio con sus brazos cruzados en su pecho y sus piernas
largas extendidas hacia enfrente se puso de pie enseguida, Clary noto que tal
vez estaba esperando a Alec con mucha más ansiedad de la que dejaba ver.
-Yo…
-Comenzó Alec pero fue interrumpido.
-¿Cómo
te sientes? –Pregunto Jace tenso.
Alec
no contesto, los hombros de Jace se enderezaron y después de tomar un fuerte
trago de aire comenzó a caminar en dirección a su parabatai, lo sujeto del brazo sin delicadeza y lo arrastro fuera
del lugar.
-Tenemos
que hablar –Dijo y camino a grandes zancadas con Alec detrás de él, su mano aun
firme en el brazo de su hermano hasta que Alec se lo quito de encima.
-Podemos
hablar aquí –Dijo Alec débilmente.
Jace
se dio la vuelta, Alec esperaba ver a alguien realmente furioso, en su lugar
los ojos de Jace lucían vulnerables y
tremendamente tristes. Alec bajo la mirada.
-No
estoy enojado contigo –Dijo Alec.
-¿Ah no? Qué extraño. Yo pensaría lo contrario.
-Solo
me gustaría –Dijo Alec y miro a su parabatai –Que intentaras entender un poco
mas lo que siento, ponte en mis zapatos ¿Cómo estarías si fuera Clary quien
estuviera desaparecida?
Jace
agacho la cabeza –Seguramente haría cosas peores que dejar de comer y dormir
–Dijo débilmente, Alec se acerco a Jace y coloco su mano en el hombro de su parabatai.
-No
puedes quitar el dolor –Dijo Alec –No importa lo mucho que lo quieras, no puedes
protegerme de esto o entrar en mi mente y sacarlo a golpes.
-Esa
debería de poder ser una opción.
-Pero
no es así.
-Lo
siento –Dijo Jace –No me había dado cuenta de lo terrible que la estabas
pasando y no me refiero a ahora, sino también ha como estabas desde que Magnus
y tu terminaron…
-Odio
esto –Dijo Alec bruscamente –Odio verme tan débil y que todos se compadezcan de
mi…
-Alec
–Dijo Jace y sonrió pensativo –Has demostrado tanta fuerza y determinación, hay
todo en ti excepto debilidad, me preocupo por que todo tiene un límite y temo
que estés por llegar a él.
-No
–Dijo Alec –Nunca había deseado tanto algo en mi vida y estar tan seguro de
conseguirlo. Encontrare a Magnus Jace.
Jace
se lleno de vitalidad, Alec tenía ese efecto en él, probablemente por la runa
que los unía o probablemente por el hecho de ser Alec, miro el acero y determinación
en sus ojos y pensó que estaba muy lejos de llegar al límite.
-Lo
harás –Concordó Jace –Lo haremos, te ayudare, hare lo que sea para encontrarlo así
como lo hizo él una vez por mí. Pero sobre todo y espero y no lo comentes a
nadie, quiero encontrarlo porque también lo quiero de vuelta –Jace movió la
cabeza hacia un lado –El brujo me agrada.
-Y
eso es mucho decir.
-¿Terminaron
chicas? –Isabelle estaba recargada en
la pared a unos metros de ellos –Todos necesitamos un poco de drama pero,
simplemente no va con ustedes.
-Bueno
–Dijo Jace –Ahora que todos parecen tener un mejor humor, debemos de pensar en
algo un poco más efectivo ¿No lo creen?
Isabelle
dejo salir una larga exhalación de aire -¿Cómo qué?
-Como
el Libro de Blanco –Dijo Alec.
-Catarina
no sabe en donde está.
-Pero
yo sí. Está en el desván de Magnus, en Brooklyn.
-¿Estás
seguro de eso? –Jace lo miro con ojos brillantes.
-Muy
seguro, debemos ir ahí ahora.
-¿Por
qué no nos dijiste esto antes?
-No
lo sé, creo que no pensaba claramente.
-Sí
–Dijo Jace con voz aleccionadora –Eso pasa cuando no duermes.
Alec
abrió la boca para responderle pero Clary apareció frente a ellos -¿Chicos? –Se
miraba apenada y preocupada.
-Todo
bien linda –Dijo Jace y camino hacia ella, coloco ambas manos sobre sus hombros
–Necesitamos de tus magníficos poderes hermosa, regresamos a Brooklyn.
*
* * * *
El
desván de Magnus se miraba diferente, bastante normal para su gusto, ya que disfrutaba
de sus atrevidas particularidades de diseño, Alec en ocasiones sentía que tenía
mucho que ver con su estado de ánimo y el lugar en el que ahora se encontraba
se miraba elegante pero aburrido, sin magia y sin Magnus.
Alec
respiro profundo y camino hacia la habitación, Catarina lo siguió de cerca
dejando a los demás en la sala de estar.
-No
lo siento –Dijo Catarina –El Libro de Blanco llama a los brujos, pero no siento
nada.
-Está
ahí –Alec señalo hacia una de las paredes, en ella había un cuadro de arte
moderno y debajo un mueble de madera. –En la pared.
-No
lo siento –Repitió Catarina levantando una ceja.
-Es
un encantamiento –Dijo Alec –Se supone que es muy poderoso.
-Lo
es –Catarina levanto su mano, el cuadro y el mueble se movieron dejando libre
la pared. –Y no creo poder eliminarlo cuando ni siquiera logro sentirlo.
Alec
no dijo nada, tomo una daga de su cinturón y la presiono contra uno de sus
dedos dejando que surgiera una pequeña gota de su sangre, una vez hecho esto se
acerco a la pared y la toco dejando un breve manchón rojo. Inmediatamente
Catrina se puso en alerta. Ahí estaba; la magia poderosa haciéndose a un lado
para dar pasó a la llave: La sangre de Alec.
Este
se acerco a la pared y extendió sus manos hacia el libro que miraba claramente,
algo que Catarina no hacía, ella solo miraba la pared, entendió que el hechizo
era poderoso incluso para otro brujo. Observo como las manos de Alec desaparecían
para después reaparecer ahora mostrando lo que había extraído de ella: El Libro
de Blanco. Alec le ofreció el libro a Catarina.
-Espero
y ayude –Dijo el chico pero Catarina solo podía pensar en que nunca se imagino
a Magnus dando su confianza a un Cazador de Sombras a este nivel, dándole la
llave para obtener el libro de hechizos más poderoso que alguna vez haya
existido.
-Lo
encontraremos –Dijo Catarina confiada no por el Libro de Blanco si no por la determinación
de Alec.
Pasaron
el resto del día estudiando el Libro, Catarina estaba muy concentrada en ello,
mientras los demás seguían haciendo más investigación en otros libros. Alec tenía
muchos de los cuadernos escritos por el mismo Magnus sobre sus descubrimientos
de las dimensiones demoniacas.
Isabelle
entro al estudio cerrando su teléfono –Es increíble –Dijo.
-¿Qué
sucede? –Pregunto Jace -¿Quién era?
-Mi
padre –Dijo Isabelle molesta. Y capto la atención de la mayoría en la
habitación. -Pregunto como estábamos y como íbamos en la investigación.
-¿Bromeas?
–Dijo Jace levantando ambas cejas en dirección a su hermana.
Isabelle
se encogió de hombros. –Bueno, es lo menos que puede hacer, -Dijo dudando –Lo
que hizo Magnus… Tu sabes –Miro a Jace –Alec. No había forma de que él
sobreviviera. –Isabelle hablo firmemente –Sabe que le debemos.
Clary
y Simón se miraron, sabían perfectamente a lo que se refería Isabelle. Lo
extraño era el hecho de que Robert lo reconociera. Clary noto un cambio en la
postura de Simón.
-¿Estás
bien? –Pregunto preocupada.
-Si
–Dijo y sonrió –Ahora vuelvo.
Simón
salió de la habitación mientras que los demás regresaban a sus investigaciones,
cruzo la sala de estar y salió hacia las escaleras donde encontró a Raphael al
parecer esperándolo.
-No
estaba seguro si me escucharías –Dijo Raphael.
Simón
entendió que había hablado suficientemente bajo como para ser el único en el
estudio que lo escuchara.
-¿Qué
quieres? –Pregunto Simón suspicaz.
Raphael
no contesto solo saco dos botellas de vidrio llenas de sangre y extendió una
hacia Simón ofreciendo una de ellas. Simón la tomo estaba muy hambriento como
para pensarlo, la destapo pero antes de beber el primer trago miro a Raphael
con duda y temor.
-¿De
dónde la sacaste? Raphael ¿no abras...?
Raphael
que ya había bebido de su propia botella giro los ojos al techo y con un
movimiento dramático giro la botella para que Simón mirara la etiqueta que
decía con letras grandes: Taki’s, debajo de esto con letras pequeñas: ENVASADA HOY y como si necesitaran
alguna especie de chiste en letras mucho más pequeñas decía: Aliméntate sin romper la Ley.
Simón
se había alimentado en Taki’s lo suficiente como para reconocer de inmediato la
etiqueta, este se encogió de hombros y comenzó a beber –Gracias –Dijo
sintiéndose algo apenado.
-Supuse
que tenias hambre –Dijo Raphael –No deberías de pasar tanto tiempo sin
alimentarte, te pones en peligro y a los que te rodean que en su mayoría son
humanos.
-Cazadores
de Sombras –Dijo Simón dando un sorbo a su alimento –Dudo mucho que los ponga
en peligro.
-Debes
de dejar de sentir vergüenza, beber sangre es parte de ti ahora, debes
aceptarlo.
-Aceptar
lo que soy es difícil cuando los que te rodean no lo hacen. –La voz de Simón se
apago infinitamente.
-Magnus
me conto sobre tu madre –Dijo secamente.
-¿Lo
hizo?
-Quería
que te ayudara.
-¿Tu?
Raphael
se miraba divertido con la reacción de Simón –Debería sentirme ofendido por tu
falta de confianza en que pueda ayudar a alguien.
-No
es el que puedas lo que pongo en duda –Dijo Simón, la botella en su mano ya
había bajado de la mitad –Si no el que quieras hacerlo.
-Exacto
–Dijo Raphael –No quise ayudarte, no tengo por qué, eres más un Cazador de
Sombras que otra cosa y eres muy irritante para mi gusto.
Simón
se quedo en silencio un momento, ¿Era normal enojarte con la persona que estaba
evitando que murieras de hambre? -¿Entonces? –Dijo Simón -¿Por qué mencionaste
a mi madre?
-Porque
puedes arreglarlo –Raphael miro a Simón, no había mucha luz en las escaleras
del desván de Magnus y aun así Raphael se miraba nítido como un niño inocente
–Puedes convencer a tu madre de que no eres lo que piensa.
-Pero
lo soy. Soy un monstruo.
-Ella
no tiene que saberlo.
-¿Mentirle?
–Simón se miraba asqueado con la idea.
-No
se trata de ti Daylighter, si no de tu madre y de darle la oportunidad de no
vivir en la angustia de saber a su hijo como un monstruo como tú lo has dicho.
-Pero…
-Tienes
una gran ventaja –Continuo Raphael –Puedes caminar a la luz del sol, que mejor
prueba quieres para demostrarle a tu madre que no eres lo que piensa. -Ve a su
puerta a plena luz del día, dile que eres una especie diferente, cualquier cosa
menos un vampiro, ella lo entenderá si realmente quiere hacerlo.
Simón
lo considero: No se trata de ti
Daylighter, si no de tu madre En eso estaba de acuerdo, no quería que su
madre siguiera sofriendo por su culpa.
-¿Quién
te dio la idea? –Dijo Simón ya más tranquilo.
Raphael
bajo su mirada, Simón noto que no estaba precisamente mirando el piso si no al
pasado, recordó a Magnus con su mirada melancólica, ¿Algún día él mirara de
esta misma forma? –En ocasiones Magnus es útil. –Dijo Raphael finalmente, en
ese momento Simón escucho la puerta principal abriéndose debajo de ellos, ambos
vampiros se tensaron y se pusieron en guardia. Escucharon pasos firmes subiendo
por las escaleras y miraron a la persona que había entrado, ahora parado frente
a ellos.
Simón
miro con sorpresa como Raphael sonreía, no de la forma maliciosa en la que
siempre lo hacía, si no de una manera sincera, alegre de ver a quien estaba
frente a ellos.
-Viniste
–Dijo Raphael con los ojos brillando.
*
* * * *
Catarina
dejo el libro abajo y tallo sus ojos, dio unos pequeños golpecitos a su mejilla
y se enderezo recomponiendo su postura para seguir leyendo, Jace, Clary, Alec e
Isabelle se miraron entre ellos y sonrieron, Clary se levanto.
-Iré
a buscar algo de beber, ¿Les apetece un te?
Todos
contestaron con sus cabezas positivamente, antes de salir de la habitación
Catarina levanto su cabeza y miro hacia la puerta del estudio, para sorpresa de
todos se levanto rápidamente y camino hacia la entrada, una vez en la sala de
estar todos observaron a quien acompañaba a Raphael y Simón.
Jace
miro a un hombre alto de piel verde, no un verde oscuro si no un verde claro
con un cierto brillo, el cabello blanco como la nieve y en su frente se
curvaban dos pequeños cuernos elegantes. Sus ojos eran muy ordinarios para su
rostro, un contraste fascinante pensó Jace.
Él
vestía como un moderno neoyorkino, pantalón de mezclilla oscuro, camisa y saco de
diseño. Después de un momento de asombro este miro hacia Catarina y levanto sus
brazos para indicarle que se acercara, esta sonrió inmensamente y como si se
tratase de una niña bailo con gracia hacia sus brazos. El hombre los cerró al
rededor de ella que se miraba cómicamente pequeña a su lado.
-Ragnor
–Dijo la bruja en el pecho de su amigo –Magnus esta…
-Lo
sé, lo sé, el cabeza hueca se metió en un problema hasta el cuello.
Catarina
dejo los brazos de Ragnor y lo miro, en sus ojos se notaba un brillo, Alec
pensó que estaba a punto de llorar, había visto a Catarina tan firme, nunca se
imagino que estaba sufriendo con esto. Sin embargo no lo dejo notarse, de
inmediato se recompuso y miro hacia a todos en la habitación.
-Bien
–Dijo firmemente –Chicos el es Ragnor, Ragnor Fell.
-¿Ragnor
Fell? –Cuestiono muy asombrada Clary –Magnus me dijo que estabas… bueno que
habías sido atacado por demonios y que no habías sobrevivido.
-De
lo que te dijo solo la mitad es cierto –Dijo Fell.
-Pero
¿por qué?...
-No
espero que unos pequeños Cazadores de Sombras entiendan como funcionan la vida
de un brujo o de cómo nos mantenemos a salvo nosotros mismos.
-¿Escondiéndose?
–Dijo Jace respectivamente.
Ragnor
lo miro divertido pero antes de que le contestara Alec hablo.
-Magnus
me dijo que estabas esperando a que las cosas se calmaran, ¿Por qué estás aquí
ahora? –Pregunto con sincera curiosidad. Ragnor lo fulmino con la mirada y Alec
sintió lo que quería decirle: Por tu
culpa, tú le hiciste esto a Magnus. Alec no aparto la mirada, decidió
enfrentar lo que merecía, era lo mínimo ya que sabía que era justo.
-Estoy
aquí porque Magnus lo estaría por mí.
-Ragnor
–Dijo Catarina –Tenemos el libro de Blanco pero no estoy segura de que sea lo
que necesitamos.
Ragnor
por fin dejo de mirar a Alec –Ahí están los encantamientos, sin embargo
necesitaremos más que eso.
-¿Cómo
qué? –Pregunto Alec.
-Como
el hotel Dumort –Dijo Ragnor y todos lo miraron perplejos.
-Magnus
me hablo de eso –Dijo Raphael –Un brujo muy antiguo uso el hotel para abrir un
portal, él quería ir al pandemónium pero lo detuvieron.
-Aldous
Nix –Dijo Catarina, ella tenía una mirada pensativa y una de sus manos en la
barbilla –Él tenía dos mil años cuando murió, creía que ese era su hogar. –Alec
miro como Catarina se estremecía, -Supongo que dos mil años es demasiado para
cualquier persona.
-No
hay un portal en el hotel –Dijo Alec, -No entiendo…
-El
hotel está formado en su mayoría por Metal demoniaco y energía electrum, es un
canal, lo suficiente como para hacer un portal a otra dimensión. –Explico
Ragnor.
-Debemos
ir ahí, entonces –Alec se miraba ansioso.
-Esto
es solo una parte niño –Dijo Ragnor exasperado. -En el mejor de los casos,
podemos hacer un portal ahí, sin embargo este será de una sola vía.
-Podríamos
ir pero no regresar –Dijo Jace.
-Así
es –Dijo Ragnor. –Y ciertamente de nada
nos sirve eso ya que la idea, quiero pensar, es traer a Magnus a esta
dimensión, no solo hacerle compañía en aquella.
-¿Entonces
eso nos deja en el mismo lugar? –Alec levanto la voz y paso una mano por su
cabello. Camino un poco de un lado a otro, luego finalmente dijo: –Puedo ir
–Dijo –Puedo ir, buscarlo y…
-¡¿Y
luego qué?! –Isabelle grito a su hermano. -¿Quedarte halla para siempre?
-No
creo que le importe –Murmuro Jace sombríamente.
-Yo
no dije eso, pero podría ir y asegurarme de que está bien, tal vez necesita
ayuda en estos momentos, podríamos sobrevivir más tiempo juntos, mientras que
ustedes buscan la manera de traernos de vuelta.
Catarina
lo miro con ternura –Alec, no…
-¿Por
qué? –Ragnor fue directo, miraba a Alec como si este fuera su peor enemigo.
-¿Por qué haces esto Cazador de Sombras? ¿Qué necesitas de Magnus?
Catarina
lo miro exaltada –Ragnor, no. Él…
-Eres
demasiado amable Catarina, para darte cuenta de ciertas cosas, pero sabes que
Magnus es poderoso, un excelente aliado en esta guerra que Jonathan Morgenstern
está llevando en contra de los Cazadores de Sombras –Ragnor de nuevo miro a
Alec – ¿O me dirás que no es eso lo que ahora preocupa a los Nephilim?
Jace
dio un paso hacia Fell amenazante, Alec levanto su mano para detenerlo.
-Es
cierto –Acepto Alec –Magnus es muy poderoso y sin duda la Clave lo quisiera de
su lado. Pero él no tiene que hacerlo –Alec se miraba muy tranquilo –Magnus
Bane puede negarse a hacer cualquier cosa que La Clave quisiera, no veo como
podría cualquiera cambiar eso, incluso si lo trajeran de otra dimensión. Y si
necesitas que conteste el `Por qué` creo que solo puedo decir que por la misma
razón por la que tu, Catarina y Raphael están aquí.
-Magnus
nos ha salvado muchas veces –Dijo Jace –No busques más explicaciones, si
quieres puedes pensar que se lo debemos. –Jace miro tranquilamente hacia
Ragnor, no era exactamente por lo que hacían esto, pero hablar sobre sentimientos,
lealtad e incluso cariño no era su fuerte.
-Ragnor
–Dijo Catarina –No estarías aquí si no pudieras ayudar, dinos lo que tenemos
que hacer.
Ragnor
miro a su amiga, Catarina era de las que odiaba perder el tiempo.
Ragnor
exhalo -Podemos usar el Dumort para hacer el portal de ida, sin embargo, abrir
otro desde aquí para que regresen es bastante más complicado. –Jace noto la
inmensa diferencia entre Ragnor, Catarina y Magnus al hablar, Ragnor tenía una
voz firme concisa con un leve asentó ingles y no se movía mucho al hablar, le
recordó a los caballeros imponentes de los cuales había leído de niño. Y sobre
todo la seriedad que le caracterizaba –Hay un brujo –Dijo y suspiro como
pensando en la terrible idea. –Él es ahora más un demonio que un ser humano, se
mueve entre lo más bajo de los criminales, sin respetar la ley, se involucra
directamente con demonios y estos le tienen en alta estima.
-Estas
asustándome –Dijo Catarina.
-Él
tiene algo en su poder –Dijo fríamente –tiene rocas provenientes del
pandemonio.
-¿Significa
que ha estado ahí? –Pregunto Jace.
-No
lo creo –Dijo Ragnor. –Creo que las obtuvo por sus amistades demoniacas.
-¿Y
unas rocas nos ayudarían? –Isabelle sonaba incrédula.
-Mucho
–Dijo Catarina, ella regreso a su postura de meditación –Cuando posees algo del
lugar entre dimensiones, es mucho más sencillo concentrar los hechizos y tu
energía hacia ese lugar, mucho más que solo estar dirigiéndote hacia lo
desconocido, mal gastando tu energía sin saber exactamente en donde está el
portal.
-¿Y
hay forma de que nos entregue algo tan importante? –Dijo Alec.
-Debemos
averiguarlo –Dijo Ragnor –Me costó trabajo pero me encontrare con él dentro de
una hora, si podre conseguir una roca, eso lo ignoro.
-Bien
–Dijo Alec y miro a su parabatai –Jace, ustedes vallan al instituto,
necesitaremos armas, todas las que puedan cargar, Catarina y Raphael vallan al
Dumort para hacer los preparativos...
-¿Tu
que harás? –Pregunto Jace.
-Iré
con Ragnor. –Dijo y miro al brujo –Necesitaras a alguien que te cuide la
espalda.
*
* * * *
Ragnor
y Alec salieron del portal, estaban en un callejón, al parecer aun en Brooklyn,
se miraba exactamente como un lugar sacado de una película de terror, no es que
Alec hubiera visto muchas, la mayoría las había mirado con Magnus, sintió el
poderoso Glamour que se levantaba frente a ellos tal vez ocultando la enorme
puerta al final de la calle con diseños góticos de seres intentando salir
desesperadamente de un agujero en el suelo. Alec se detuvo un poco para mirar
el perturbador diseño.
-¿Tétrico?
¿No? –Ragnor suspiro y acomodo su chaqueta –Bien, sigamos.
Ambos
entraron al lugar, Alec tomo su luz mágica y Ragnor encendió una pequeña llama
sobre su palma para iluminar su camino. Alec estaba un poco adelantado y al levantar
mas su luz se topo con el rostro de alguien que mostro sus colmillos
salvajemente hacia ellos, Alec de inmediato retiro la luz y le dedico una
mirada de disculpa a Ragnor, probablemente había arruinado las negociaciones
con este acto que se tomaría por un insulto.
-Lo
sentimos –Dijo Ragnor deprisa. –Esta tan oscuro aquí que…
-Cazador
de Sombras –Dijo la voz pero ya no estaba oscuro, unos enormes candelabros que
colgaban del alto techo se encendieron –Mi amo estará complacido.
Alec
y Ragnor se miraron con sospecha.
-¿Sabia
tu amo que un Nephilim vendría? –Pregunto Ragnor.
-Lo
dudo –Dijo su recepcionista que ahora sabían era una vampiro rubia con una
encantadora sonrisa escalofriante –Pero mi amo siempre está experimentando,
ansiaba la visita de uno.
La
chica se giro para avanzar hacia otra habitación, después de otra mirada de
desconcierto entre el Nephilim y el brujo, la siguieron.
Entraron
a una habitación mucho más grande, llena de libros, objetos extraños y cabezas
de seres se expandían por las paredes, no animales, no seres humanos, Alec
decidió no querer enterarse, entre las sombras se miro a alguien murmurando en
algún idioma extraño sin prestarles atención ya que estaba ocupado mezclando
diferentes líquidos sobre otros en una mesa que podría fácilmente servir como
un espectacular juego de química.
-Amo
–llamo la vampiro –El señor Fell está aquí.
Este
se detuvo abruptamente.
-Fell,
Fell, Ragnor, Ragnor, Ragnor Fell. –Dijo con una voz poco humana haciendo que Alec
se estremeciera.
Ragnor
salió del asombro y dio un paso al frente –Señor Ismael –Dijo respetuosamente –Estoy
aquí porque…
-¿Qué
me has traído? –Lo interrumpió Ismael.
-Puede
fijar la cantidad que guste, la pagaremos.
Ismael
se rio escandalosamente –Tonto brujo, -Dijo aun sin mirarlos –Estoy muy por
encima del dinero absurdo, si quieres las rocas tendrás que cambiarlas por algo
mucho más útil que el estúpido dinero.
-¿Algo
como qué? –Dijo Alec la angustia clara en su voz. Y como si su voz hubiera activado
un interruptor Ismael dejo de lado todo lo que estaba haciendo y miro hacia él
fijamente, sus ojos eran de un color violeta y pudo notar su piel de un rojo
fuego con cuernos, no como los de Ragnor, si no mucho más prominentes.
-Cazador
de Sombras –Dijo con una mirada de fascinación con cierto tono lunático. –Hace
siglos que no miraba a uno, tal vez si hallas traído algo útil después de todo.
-¡No
le daré al chico por unas rocas! –Advirtió Ragnor.
-¿Al
chico? –Dijo Ismael -¿Y poner la atención de La Clave en mí? –Ismael ladeo la
cabeza -¿Qué edad crees que tengo?
-¿Entonces?
–Pregunto Alec.
-Nada
tienen que me sirva –Ismael quito la atención de nuevo en ellos, se alejo y
sacudió una de sus manos como si quisiera espantar a un gato. –Ba, ba, ba, ba
Fuera que me distraen.
-Pero
dijiste que…
-¡NADA!
–Grito el brujo Ismael –Nada útil para mí.
Ragnor
miro a Alec, al parecer todo había sido una pérdida de tiempo, Alec bajo la
mirada y comenzó a girar su anillo Lightwood en su dedo que era algo que siempre
hacia cuando estaba terriblemente ansioso.
Le
tomo tan solo un segundo y antes de que Ragnor pudiera hacer cualquier cosa
Alec se quito el anillo, se acerco a una de las mesas y lo coloco fuertemente
en ella haciendo surgir un estruendo, -¿Y uno de estos? –Dijo Alec –Dijiste que
hacía décadas no mirabas a un Cazador de Sombras, supongo que nunca has tenido
un anillo Nephilim en tu poder.
Los
ojos de Ismael brillaron, al parecer Alec tenía razón. Ismael movió sus dedos
ansiosamente y se acerco al anillo.
-No
tan rápido –Dijo Ragnor y miro a Alec -¿Tienes una idea de lo que estás
haciendo?
-Le
estoy dando mi anillo –Dijo Alec.
-Este
anillo se te asigno desde el día de tu nacimiento –Dijo Ragnor –Esta tan ligado
a ti, tu familia y tu sangre de Ángel que…
-¿Puede
matarme usándolo? –Pregunto Alec con cierta alarma.
-No
–Dijo Ragnor –Pero le estas dando un instrumento poderoso, solo dios sabe que
cosas podría hacer con él.
-Cosas
fascinantes –Dijo Ismael detrás de ellos -¿Entonces?
-Podemos
preocuparnos de eso después ¿No lo crees? –Dijo Alec en un susurro para que
Ismael no los escuchara.
Ragnor
finalmente asintió resignado y el trato fue hecho, Ismael tomo el anillo
Lightwood y la chica vampiro les dio a Alec y Ragnor una caja de metal que
contenía un par de rocas provenientes del infierno.
*
* * * *
-Eso
debe ser suficiente –Dijo Catarina bajando el libro de Blanco – ¿Raphael, estás
seguro que no hay nadie en el hotel?
Raphael
que estaba terminando de encender unas veladoras miro a Catarina –La mayoría
están en el campamento en Alicante –Dijo –Los que se quedaron encargados del
hotel se refugiaran en el departamento de uno de ellos. Tranquila, no hay nadie.
En
ese momento llegaron Jace, Clary, Isabelle y Simón, ellos traían un verdadero
arsenal, así como alimento y agua en sus mochilas.
-¿Y
Alec? –Pregunto Isabelle.
-Deben
estar en camino –Dijo Catarina y miro a los chicos –¿Tienen pensado ir todos
ustedes?
-No
–Dijo Jace –Solo Alec y yo.
Isabelle
protesto de inmediato -¿Por qué? –Dijo -¿Por qué me dejaran atrás?
Jace
solo suspiro fuertemente –Isabelle sabes porque, es peligroso y Alec no dejara
que vallas.
-Tampoco
es como si les pidiéramos permiso –Dijo Clary.
-Basta
–Dijo Jace –Ambas, saben que es mucho más seguro que se queden aquí.
-Pero
–Dijo Catarina sorprendiéndolos a todos –Ustedes son un equipo, tienen mayor
probabilidad de sobrevivir si van juntos.
-En
realidad no necesito que me ayudes –Dijo Jace desbordando sarcasmo.
-Es
cosa de ser prácticos –Dijo Raphael –Eres un Cazador de Sombras debes de saber
eso. Clary tiene dones con las runas, has luchado a lado de tus hermanos toda
tu vida y un vampiro –Dijo señalando a Simón –Eso es como un bonos. Si quieres
tener éxito debes dejar que vallan con ustedes.
-Eso
es cierto –Dijo Alec que estaba entrando cargando una caja de metal y estaba
junto a Ragnor.
-¿Hablas
en serio? –Dijo Jace.
-Bueno
–Dijo Alec –Me gustaría encerrarlos a todos ustedes en un cuarto bajo llave
para que nada les pase pero esa no es una opción –Alec hablaba muy seriamente –Así
que prefiero tener a mi hermana conmigo para cuidarla que dejarla donde no
podría, sabiendo que esta dimensión es casi tan peligrosa como aquella.
-Eso
no lo sabes -Dijo Jace.
-Entonces
solo podría dejar a mi hermana si tú te quedas a cuidarla.
-Yo
voy contigo –Dijo Jace.
Alec
coloco la caja de metal en el suelo –Estamos entrando en un espiral –Dijo
secamente.
-De
verdad –Dijo Isabelle -¿Qué esperaban ustedes dos?
-Esperaba
que ninguno de ustedes quisiera ir –Dijo Alec.
Jace
rio a su parabatai –Si. Todos esperamos cosas.
*
* * * *
La
habitación era enorme, las paredes eran de un rojo caoba y lucia como si
hubiera sido tallada en una cueva, había una ventana enorme con las cortinas
pesadas corridas, dejando ver un cielo naranja oscuro, nubes negras y una
enorme montaña que escupía fuego, había una cama así como diferentes muebles
rústicos y en medio de la habitación estaba Magnus Bane. Su cabeza recargada en
el respaldo mirando perdidamente al techo, sus manos caían a los costados, sus
ojos no brillaban a pesar de la oscuridad.
Magnus
había pasado la mayor parte de su tiempo en esa dimensión justo en esa
habitación, no estaba muy seguro de cuánto tiempo había pasado, el tiempo entre
dimensiones corría de diferente manera, le había dicho a Alec que tenia
esperanza, que siempre la tendría, pero desde que había llegado a la mansión de
su padre era como si su voluntad hubiera sido drenada y junto con ella toda su
esperanza.
Había
llegado al Pandemonio en medio de un torbellino que lo deposito sobre un suelo árido
y desagradable, de inmediato un sin número de demonios se habían abalanzado
hacia él para atacarlo, su padre había intervenido para que se detuvieran. Este
le explico que era su cuerpo mortal lo que deseaban, probablemente para
comerlo, esto hizo a Magnus estremecerse pero no dijo nada, no recordaba haber
dicho nada desde que había llegado, había seguido a su padre hacia lo que
parecía una mansión o un castillo dependiendo el punto de vista, grandes torres
se cernían en las alturas y los muros parecían haber sido creados de piedra. Su
padre contaba con sirvientes: Humanos condenados que en el mejor de los casos
servirían ahí por la eternidad o hasta que su padre pensara que no necesitaba
más molestias rondándolo.
Magnus
escucho la puerta de la habitación abrirse pero no se molesto en voltear si
quiera, probablemente era la desgraciada alma que venía a traerle alimento que
no había tocado. –VEO QUE ESTAS DISFRUTANDO TU ESTANCIA AQUÍ –Dijo la voz que
ahora le era muy familiar. -¿PRETENDES MORIR DE HAMBRE HIJO?
-Lo
estaba considerando –Dijo al fin Magnus.
-AMBOS
SABEMOS QUE ES INÚTIL, NO LO PERMITIRÍA.
Magnus
se tenso, odiaba no tener si quiera la voluntad de morir si así lo hubiera
decidido.
-Estoy
muriendo –Dijo Magnus sin rodeos –Lo siento, estas drenando mi energía.
-ESTE
MUNDO NECESITA DE ELLA.
-¿Y
por que no solo te ahorras tiempo y terminas de una vez?
-NUNCA
HABÍA VENIDO UN SER HUMANO VIVO AQUÍ –Dijo el demonio –TUS RECUERDOS, TUS
EMOCIONES, TU TRISTEZA –EL demonio mojo sus labios –SON INCREÍBLEMENTE
DELICIOSOS.
-Claro,
-Dijo Magnus secamente -¿Cómo no lo pensé? –Magnus se puso de pie y camino
hacia la ventana –Debo suponer entonces que te seguirás alimentando de mis
emociones hasta que este mundo me desaparezca. Estoy ansioso.
El
suelo bajo sus pies retumbo casi haciéndolo caer.
-PODRÍA
CAMBIAR DE OPINIÓN Y DEJARTE VIVO POR LA ETERNIDAD, ¿QUÉ DICES A ESO BRUJO?
-Dijo su padre claramente molesto –TU VIDA ESTÁ EN MIS MANOS AHORA, EN TU
POSICIÓN PENSARÍA DOS VECES ANTES DE HABLAR, YA QUE PUEDO HACER TU ESTANCIA
AQUÍ AGÓNICA, NO LO OLVIDES.
Magnus
no dijo nada, sus manos estaban apretadas en puños a sus costados y se quedo
ahí mientras su padre salía de la habitación mirando hacia el horizonte donde
solo se miraban demonios hasta donde alcanzaba la vista, por los cielos
destrozándose unos a otros. Y mirando nada más que desolación.
*
* * * *
Ragnor
y los demás se encontraban en el Dumort, este estaba realizando los últimos
encantamientos y rituales, unos tomados del Libro de Blanco y otros de las
propias anotaciones de Ragnor.
-Bien
–Dijo Ragnor y levanto las manos para que todos se acercaran –Debo decirles que
esto no es exacto ni seguro, todo se realizo antes con puras conjeturas y de
ese modo se hace ahora, -Ragnor suspiro y puso sus manos en la cintura
–Esperemos contar con la suerte suficiente para que funcione.
-¿Suerte?
–Dijo Isabelle –Eso no suena alentador.
-No
tiene que serlo –Dijo Ragnor, -En fin, llegaran al pandemonio, lo primero que
les aconsejo es que se mantengan en movimiento, les daremos dos días.
-¿Dos
días? –Pregunto Clary.
-Así
es –Continuo Ragnor enérgico –Les daremos dos días para encontrar a Magnus y
regresar al mismo punto donde llegaron, será ahí donde abriremos el portal.
Todos
se miraron mutuamente, de repente todo se había convertido en una verdadera
locura. Ragnor noto la incertidumbre.
-Aun
están a tiempo de pensarlo –Dijo sin mirar a nadie en particular.
-Esa
no es una opción para mí –Dijo Alec y miro a sus hermanos y amigos. -En cambio
para ustedes, es decir, quisiera que se quedaran.
Jace
sonrió a su hermano, -Esa no es una opción para nosotros.
Ragnor
se miro incluso complacido, -Bien –Dijo y le dio a Alec un pequeño frasco
trasparente que dejaba ver un peculiar liquido rojo.
Alec
lo miro y luego a Ragnor –Em, ¿Qué es?
-Lo
último que se necesita para abrir el vórtice es sangre de brujo.
-Ustedes
los brujos –Dijo Isabelle. –Deberían de escribir un libro.
-¿Y
revelar nuestros secretos? –Dijo Ragnor y sonrió –No podrían pagar algo así.
-Les
aconsejo que mantengan un perfil bajo –Dijo Raphael –Mantengan sus instintos
Mata demonios guardados por un tiempo.
-No
prometemos nada –Dijo Jace.
-Tenemos
que irnos –Dijo Ragnor, miro a Raphael y coloco una mano sobre su hombro
–Tenemos que resguardarte del sol.
-Chicos
–Dijo Catarina, lo pensó mejor y corrigió –Alec. –Dijo y miro al chico directamente
–Conocemos a Magnus desde hace mucho tiempo, él siempre ha sido una persona de
mente abierta, o eso es lo que siempre había dicho, pero desde hace unos años,
me empecé a preocupar por él. Me di cuenta de que se había cerrado, tenía miedo
de que mi mejor amigo se petrificara, pero eso no paso. –Catarina sonrió a
Alec, este la observaba con atención y duda. –Eso fue gracias a ti. Lo que
quiero decir es que si no lograras salvarlo ahora, debes de saber que tu lo
salvaste desde mucho antes, y lo que hizo no fue un sacrificio si no un acto de
amor.
Un acto de amor.
A Alec le tomo unos segundos recobrar su voz. -Gracias
–Dijo Alec –Por decir eso.
Después
de un momento Catarina, Raphael y Ragnor salieron del salón.
Alec
miro a sus amigos -¿Listos?
Jace
puso su mano en el hombro de su parabatai
y tomo la mano de Clary. Clary tomo con su otra mano la de Simón que estaba
tomando la de Isabelle la cual tenía el brazo de su hermano fuertemente
sujetado. Sin más que decir Alec quito la tapa del frasco y dejo caer al suelo
la sangre.
Catarina,
Ragnor y Raphael estaban fuera del Dumort cuando observaron y sintieron un
estruendo que incluso estremeció el edificio por completo, observaron una luz deslumbrante
que nació desde el salón y llego hasta la puerta cubriéndola en su totalidad,
el ruido fue abrumador y alarmante pero después de unos segundos este ceso por
completo al igual que la luz y el hotel regreso a la pesada calma que lo
caracterizaba.
Catarina
se abrazo a sí misma –Oh Dios –Dijo –Por favor ayúdalos.
CONTINUARA…
MayGraciela♥